Anda di halaman 1dari 6

Luigi Pirandello y sus Seis

personajes en busca de autor


Visitas: 969

A casi ciento cincuenta años del nacimiento del escritor italiano Luigi
Pirandello, bien vale la pena recordarlo. En lo fundamental, su nombre está
íntimamente relacionado con su creación dramática Seis personajes en busca
de autor. En ella no solo llega al punto máximo de sus planteamientos
filosóficos, muy influidos por el idealismo alemán, sino que rompe con
estructuras vigentes en la dramaturgia universal, tanto desde una perspectiva
formal como de contenido. Aparte de la obra mencionada, también se han
estrenado en nuestro país El gorro de cascabeles, La vida que te di, Enrique
IV, Como tú me quieras, Lazzaro, El hombre, la bestia y la virtud.

Nació el 28 de junio de 1867, en la ciudad siciliana de Agrigento. Sus padres


pertenecían a la burguesía comercial (familia acomodada): “Del padre hereda
la franqueza incontenible y de la madre, su inclinación al retraimiento
meditativo” (José María Monner). En su misma ciudad termina su educación
primaria y secundaria, y luego se dirige a Palermo para seguir estudios
humanísticos. Por esos años, a causa de su interés por los estudios de filosofía
y literatura, frecuenta también las universidades de Roma y Bonn. En 1889,
en Palermo, publica su primer libro de versos (Mal jocundo), al que se agrega,
al año siguiente, un segundo libro de versos (Pascua de Gea). También
comienza a incursionar en la narrativa con la publicación de su primera
novela en 1893 (La exclusa), de su primer libro de cuentos en 1894 (Amores
sin amor), de su segunda novela en 1895 (El turno). Esta producción,
complementada con nuevas novelas y cuentos, tiene su punto alto con su
creación dramática, que desde 1910 hasta su muerte va a ser continua y
resultante de una incesante laboriosidad. En 1925 asume la dirección del
Teatro de Arte de Roma. Con este teatro partirá a Londres, a París, a
Alemania (visita veinte ciudades) y, luego, a otras capitales europeas, con un
éxito grandioso. En noviembre de 1934, la Academia Sueca le otorga el
Premio Nobel de Literatura. Esto indudablemente dio lugar a que sus obras
se representaran en todo el mundo. Casi al final de la filmación de una nueva
versión cinematográfica de El difunto Matías Pascal (1936), se enferma de
pulmonía y muere en su casa el 10 de diciembre de ese mismo año.

CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL

Los casi cincuenta años de producción literaria de Luigi Pirandello no


representan un fenómeno que se pueda constatar como un hecho aislado.
Hay que contextualizarlo en relación con el escenario histórico y social, y con
la realidad artística. Con respecto a lo primero, la Primera Guerra Mundial
(1914-1919) deja en el mundo “huellas” difíciles de borrar: la Revolución
Rusa, la Gran depresión de 1929, la consolidación de los estados alemán e
italiano, son hechos derivados de este proceso. Por ejemplo, a causa de la
inestabilidad política, social y económica de Italia, después de la Primera
Guerra Mundial nace el movimiento fascista. Los fascios eran
ultranacionalistas, se oponían a la lucha de clases y eran partidarios de un
Estado jerárquico y corporativo. Tienen a Benito Mussolini como su
conductor (“Duce”). La manifiesta adhesión de Pirandello al fascismo no
condicionó, por suerte, su obra de escritor. En relación con lo segundo, el
escritor vive la vigencia del llamado naturalismo (siglo XIX) y del movimiento
vanguardista que se comienza a generar en las primeras décadas del siglo XX.
En este sentido, es un heredero y un precursor: heredero de una tradición
teatral (comedia italiana) y precursor, a partir de Seis personajes en busca de
autor, de la dramaturgia universal contemporánea.

Paradójicamente tal vez, Pirandello es uno de los grandes representantes del


teatro convencional de la Italia de la posguerra. Sus primeras obras tratan
temáticas costumbristas —muchas de ellas con inclusión del dialecto
sicialiano—, aunque en estas ya se perfila una preocupación por
desenmascarar a unos personajes que “razonan porque sufren”. Por ejemplo,
Guerrero Zamora habla de Limones de Sicilia como la “triste y un tanto
grotesca historia del músico Micuccio Bonavino, alelado rural y casi celeste
que se viene del pueblo a casarse”; de La patente, como “la ignorancia
supersticiosa tan corriente en la Italia meridional”, de El otro hijo, como
“fresco que predice el neorrealismo mísero propulsado por la cinematografía
más reciente, cuadro de viejas consumidas por el sol”; de La tinaja, como
“sana pintura de riente cazurrería popular”; de La romería del Señor de la
Nave, como “nuevo fresco rural de romería contrastada”; de Liola, como el
“exponente máximo del regionalismo pirandelliano”. El segundo momento se
soporta en la dialéctica del “formarse de la verdad o, lo que es lo mismo, de la
ilusión”, en el contraste entre la vida y la invención (la vida como eterno fluir
y el arte como forma definitivamente fijada). Aparte de su obra
paradigmática, Seis personajes en busca de autor (a la cual nos referiremos
más detalladamente), hallamos otros ejemplos en Cada uno a su modo,
donde, al decir de D’Amico, “acaba por demostrar no solo que cada ser vive
de ilusión, sino también que la relativa estabilidad de tal ilusión es
imposible”, y en Enrique IV, donde el protagonista “debe seguir
representando, también conscientemente, su papel de loco, disfrazándose con
la máscara de Enrique IV, emperador de Alemania, rol ya perfecto, definitivo,
fijado por la historia, para él menos ilusoria, más real que intentar asistir con
los demás al mísero banquete de la inútil vida”. A estas obras, podemos
agregar La vida que te di y Esta noche se improvisa. Teatro del conocimiento,
teatro del espejo, “teatro en el teatro”, teatro de la máscara y la ilusión:
distintas categorías que se complementan en una obra lúcida y, a su vez,
crítica.

SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE AUTOR

Seis personajes en busca de autor es una comedia que no tiene actos ni


escenas. En el fondo, a partir de un acercamiento al mundo teatral (“teatro
dentro del teatro”), donde se interrelacionan los Personajes de la “comedia
por hacer” y los de la compañía, en un espacio y tiempo subjetivos, existe una
preocupación por develar el sentido último de la creación (la autonomía de
los seres ficticios) y, por consiguiente, el sentido último de la existencia; al
respecto, este asunto no es nuevo en la literatura universal, cuando Pirandello
escribe Seis personajes en busca de autor. Ni tampoco se ha dejado de
escribir sobre ello. Valga el ejemplo de la novela (nivola) Niebla, de Miguel de
Unamuno, donde el personaje protagónico, Augusto Pérez, se “rebela” al
autor.

La temática general de esta obra pirandelliana —a juicio del profesor


Radoslav Ivelic— trata “del profundo choque entre el ser y el conocer, entre lo
que el hombre conoce y lo que las cosas son en realidad. Y una de esas cosas
que conoce, o trata de conocer, es su propio yo y el de los demás”. A partir de
lo anterior, podemos establecer una serie de motivos que, en forma paralela, y
a veces contradictoria, se hacen presentes en Seis personajes en busca de
autor: naturaleza de la realidad y de la ilusión; el porqué de los papeles y
máscaras que conscientemente adoptan los hombres; dificultad de alcanzar la
verdad; dinamismo continuo: nuestro yo está compuesto de varios yo;
idealismo: la realidad es como cada uno la ve o la hace; lo filosófico en
función de lo dramático; el arte como única realidad (la vida como una
ilusión); existencia autónoma de los personajes dramáticos; rivalidad entre
los Personajes y los actores (estos últimos, al imitar la historia, la deforman) y
entre los mismos Personajes (odios, rencores…). Esta temática del ser y del
conocer, de la realidad y de las apariencias, tiene su concreción fundamental
en lo que ha sido llamado el “teatro del espejo”. Pirandelo afirma: “Mientras
un hombre vive, vive y no se ve a sí mismo. Bien, pon un espejo frente a él y
hazle verse a sí mismo en el acto de vivir. O bien se asombra de su propia
apariencia, o aparta la vista para no verse, o escupe irritado a su imagen o
alza el puño para quebrar el espejo. En una palabra, surge una crisis, y esta
crisis es mi teatro”.

“VERSE VIVIR A SÍ MISMO”

El espejo entra en sus obras como sinónimo de “verse vivir a sí mismo”.


Temática, en definitiva, que nos presenta el conflicto entre lo que el hombre
conoce (o cree conocer) y lo que las cosas (y él mismo) son en la realidad. Así,
en forma figurada, los Personajes se convierten en espejos para sí mismos o
para los demás. En otra de sus obras, Enrique IV, el consejero secreto,
Landolfo, le dice a Bertoldo: “Yo no hago más que interpretar. Pero creo que,
en el fondo, estoy en lo cierto. Son imágenes. Imágenes como… como te las
podría devolver un espejo (…). Si te ponen ante un espejo, ¿acaso no te ves
vivo, actual, aunque estés vestido así, con ropas antiguas? Y bien, aquí es
como si hubiese dos espejos que devuelven imágenes vivas, en medio de un
mundo que, descuida, viviendo entre nosotros, ya verás cómo se anima y
aviva”. En diversos momentos, en Seis personajes en busca de autor, se
manifiesta o se insinúa el motivo del espejo. El Hijo al Director: “¿Pero
todavía no ha comprendido usted que esta comedia no puede representarla?
Nosotros no estamos con usted y sus actores nos miran desde fuera. ¿Usted
cree posible que se viva ante un espejo, que además, no contento con helarnos
al reflejar la imagen de nuestra expresión, nos da como una mueca
irreconocible de nosotros mismos?”.

UN LLAMADO DE ATENCIÓN AL HOMBRE CONTEMPORÁNEO

La aparición de Pirandello no solo constituye un acontecimiento significativo


en la historia del teatro italiano del siglo XX, sino que también en la historia
del teatro universal. Un teatro que, en un momento determinado, rompe
barreras espaciotemporales y que es un llamado de atención, en un momento
muy crucial de la historia, al hombre contemporáneo: casos como Ubú rey, de
Alfred Jarry; como Casa de muñecas, de Enrique Ibsen; como el teatro social
de Arthur Miller; como el teatro épico de Bertolt Brecht, por nombrar algunos
ejemplos, dan testimonio de un arte que se renueva tanto en la forma como
en sus contenidos.

Finalmente, unas palabras de Silvio D’Amico, que redondean la idea anterior:


“El mundo europeo de los primeros años de posguerra, el mundo agotado por
el esfuerzo del terrible acontecimiento que había ensangrentado a la
humanidad, halló en la obra de Pirandello la expresión de la angustia, de la
ruina espiritual en que se hallaba sumido. De aquí la gran conquista que le
debemos, la de haber vuelto a introducir en el teatro italiano las grandes
corrientes de la vida espiritual de Europa, al punto de gravitar con hondo
influjo en el arte de los más diversos países”.

______________________
Fuente: Revista Mensaje

Doctor en Literatura. Escribe habitualmente en Revista Mensaje.

Anda mungkin juga menyukai