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ciclistas-y-los-judios?source=link

LA CULPA DE TODO LA TIENEN LOS CICLISTAS Y LOS JUDÍOS

Autor: Juan Carlos Perusso Montevideo, Agosto de 1994

RECONOCIMIENTO ESPECIAL

Gran parte de la información conducente a este trabajo es fruto del aporte material
realizado por instituciones judías, apenas horas después de la masacre de la AMIA en
Buenos Aires. Pero las instituciones no son impersonales: están hechas por gente de carne
y hueso que, en medio del dolor, es capaz de dar aliento, sugerencias, compartir tiempo y
libros, con un perfecto desconocido.

Dafna Curiel y Raquel Bensión, directoras de los departamentos Cultural y de Adultos de


la Comunidad Israelita, así como el rabino director, Fanny Kaplan del Comité Israelita
del Uruguay, el crítico y autor Egon Friedler con sus consejos y préstamo de libros de su
biblioteca privada, el Dr. Eric Simon, la Prof. Lisa Block de Behar, la Sra. Renate
Weinberg de Zimmerman, son algunas de estas gentes que merecen el más profundo
agradecimiento y reconocimiento por sus aportes.

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1
LA CULPA DE TODO LA TIENEN LOS CICLISTAS Y LOS JUDÍOS

Así nomás, sin anestesia, le dijo el padre a Eric Simon, cuando éste comenzó a sufrir en
la lejana Austria persecución por su condición de judío. ¿Por qué los ciclistas? quiso saber
Eric, a lo que su padre le retrucó, ¿y por qué los judíos?...

Buena pregunta, tan buena que después de tantas cosas que han pasado, es cada vez más
difícil contestarla, incluso para uno que no es judío. Que no es judío pero es tan persona
como los cien que quedaron debajo de los escombros de la AMIA ese feriado uruguayo
convertido en nueva fecha negra para toda la humanidad y como todos los millones que,
hitleres mediante, ya no pueden contestarla.

Y por qué los judíos fue la pregunta que surgió como sola, cuando hubo que intentar un
comentario sobre una minoría en Uruguay y parece que sí, que son minoría y que están
en Uruguay. Mejor dicho, son parte de esta nación, tan inmigrante como la que más, dado
que algún presidente se encargó años atrás de llegar a la solución final para los primeros
habitantes de estas tierras. Parece que, como la historia se repite, la idea entonces, para
vergüenza uruguaya, que exportada a los hitleres posteriores.

Maneco Flores Mora recordaba detalles del concurso hecho por el hebdomadario
colaboracionista francés Au Filori, en enero de 1941 y se admiraba de la capacidad
francesa por sacar a luz reiteradamente sus vergüenzas. Situaciones que otros pueblos
esconden, olvidando que “nada que haya pasado es imposible que se repita, sino bajo
idénticas, cuando menos bajo parecidas formas. Saberlo, reiterarlo, denunciarlo,
recordarlo es de algún modo servir a la otra parte: la parte noble de la humanidad”1

1
Manuel Flores Mora, Maneco. Parlamentario, periodista, escritor, historiador, crítico literario. Homenaje
de la Cámara de Representantes. Tomo III págs... 893-5 Montevideo 1986. La cita fue publicada en La
Semana de El Día el 13 de enero de 1979 bajo el título El macabro concurso antisemita.

2
Claro que intentar escribir algo sobre ese 1% de la población uruguaya, de nivel promedio
medio alto, de gran concentración urbana, alto nivel educacional, es también discriminar.
Ojo: generalmente la palabra tiene un sentido peyorativo aunque bien aplicada significa

“separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra”. Así lo entiende nada menos que Lisa
Block de Behar, miembro de la Academia Nacional de Letras y semióloga mundialmente
reconocida: “El hecho que usted me llame para consultarme sobre el tema es de por sí
una discriminación, en el buen sentido del término…”

Parece que esa discriminación es coherente en Uruguay, cuarto país en reconocer el


Estado de Israel en 1948, y donde la aceptación ha sido general para los que optaron por
venirse, aunque aparte de los chistes a que dan lugar y que comparten con los gallegos,
Eric Simon recuerda que “la única discriminación que sentí es alguno que me llamó judío
de mierda”.

No fue una afrenta personal sino una expresión que ha pasado al lenguaje cotidiano como
aquello de “cosas de negro”, “gallego cuadrado” y “petiso compadrito”. Lo curioso es
que, el asunto comienza cuando alguien emigra, decisión individual pero que después el
fenómeno toma cuerpo y se estudia a nivel grupal, sea respecto a los problemas de la
comunidad receptora como la que deja el migrante.

“Cada pueblo, cada comunidad y cada persona, por pequeños que parezcan,
merecen la suma total, el cien por cien de su historia. La merecen aunque la
olviden a veces. Afortunadamente, hay hombres que saben preparar el futuro
y saben también que una de las maneras esenciales de hacerlo es
conservando el pasado, la “memoria común””2

Dentro de esa “memoria común” de este Uruguay inmigrante y rural, llama la atención
una historia poco conocida que puede ayudar a explicar algunas cosas, y como entender
implica comprender, aceptar lo distinto, tal vez sea del caso dejar de olvidarla.

En la Galitzia norteña de los Cárpatos, linde entre Polonia y Rusia, en algún momento del
siglo pasado, más de medio millón de judíos polacos padecían una pobreza absoluta, en
tanto los de Rumania y Besarabia alternaban los “pogroms” con el antisemitismo
permanente.

2
José Jerozolimski en su prólogo de Albores del judaísmo en el Uruguay. Israel Nemirovsky Montevideo
1987 pág. 7.

3
A través de la Asociación Judía de Colonización comenzada por el Barón Maurice de
Hirsch, se traen algunos grupos hacia América, aunque la decisión fue familiar, no grupal.
En barcos alemanes y brasileños contratados desde Bremen, fueron hacinados hasta la
colonia riograndense “Quatro Irmâos” en Brasil.

En 1913, a bordo del Itaúba desembarca en Pelotas una joven madre que dá a luz el primer
retoño americano de fe mosaica del grupo que nos ocupa: Ermindo Guliak.

Entre los elementos imprescindibles que trajeron: abrigos de pluma (edredones),


vestimenta religiosa, samovar, candelabros de bronce, cubiertos especiales para carne
(fléishique) y para lácteos (miljique), libros de oraciones y los Rollos de la Torá.

En 1914 se enteran de la disponibilidad de tierras en Uruguay y unas 45 familias, con


jefes entre 25 y 45 años y promediando 4 hijos y algunos solteros, legan en 1915 en tren
brasilero de trocha angosta. Pasada la frontera sin tramitación en aquél entonces, los que
pudieron pagar tuvieron otro tren pero los demás…a patacón por cuadra o tipo “bobo”,
haciendo la coladera en los trenes, hasta el litoral.

Esos cuatrocientos seres que llegan cansados, hambrientos, desorientados, a la espera de


los trámites burocráticos, tienen en común el sentido de pertenencia a valores
tradicionales y religiosos: su judaísmo y el afán de ser alguien en la vida.

El Telégrafo, diario de Paysandú, promueve una colecta de ayuda para los “rusos
israelitas”, calificados como “pobre gente” (el racismo tiene formas insólitas, ¿verdad?)
y para no ser menos, la Liga de Damas Católicas, colecta-mediante, les lleva alimentos
durante la espera.

El factor aglutinante del grupo, la sólida formación religiosa, producto de la vida anterior
en Europa, es complementado por la extracción agraria, su alfabetización (alás, en idish,
polaco, ruso o rumano) permitía un nivel cultural imprescindible para enfrentar el nuevo
contexto desconocido.

Las carretas que cubrieron los 7 km. de camino de tierra entre Estación Porvenir y su
TIERRA PROMETIDA, fueron su último contacto físico con un mundo más o menos
conocido antes de enfrentar la gran interrogante. Ese desafío del “¡al fin nuestra tierra!!!”
empañado por una legislación y circunstancias tan ajenas y lejanas como el Hombre en la
Luna, allá por 1915. Legislación que les exigía firmar compromisos de compra-venta con

4
garantía hipotecaria a pagar en 30 años, pero difícilmente entendible para quienes tienen
una cultura distinta, que no incluye la adivinación entre sus pautas básicas.

Tampoco era muy entendible para los criollos esa ley del 10-06-1890 que trataba de la
inmigración, ni la del 20-01-1913 que busca emitir un “empréstito de colonización” para
comprar tierras, ni el decreto del 9-08-1913 sobre la Comisión Asesora de Colonización,
cuyos cometidos básicos…..

El vasco José Eyheravide Mendisco (interesante cómo las minorías parecen entender los
problemas de la gente común antes, durante y después que los leguleyos3 ¿verdad?) pensó
que era buen negocio vender sus tierras a esos gringos4 que necesitaban asesoramiento
sobre cómo trabajar esas tierras tan especiales. Claro que la Comisión… repartió las
mejores tierras para otros y quedaron unas pocas y no tan buenas, para la Colonia 19 de
Abril de los recién llegados.

Cerca de las fuentes del río San Francisco, ese arroyito que lame manso desde el amanecer
al ocaso las colinas hasta el Uruguay, a 35 km. de la urbe sanducera5, y sólo a 7 km. de la
Estación Porvenir (¡qué bromas juega la toponimia, no?), esas tierras demasiado arenosas
pero con cañadas, son la TIERRA PROMETIDA, y VIRGEN PARA MEJOR….¿o peor?

Pasto virgen, paja colorada, pasto virgen, paja colorada…como cartas bien barajadas,
intercalados con fauna y flora exóticas de desarrollo natural, sin límites.

Como sin límites fue la imprevisión y el mercadeo politiquero de la época (¡cuidado el


último domingo de noviembre6 está demasiado cerca como para no reflexionar sobre esto
que sigue…!) que prometió villas y castillos pero no hizo nada para que se pudieran
construir, menos aún mantener y vivir en ellos!

Pa’ muestra alcanza un botón: un arado de mancera (de esos que la mano izquierda lleva
la batuta mientras aprieta la reja contra el terrón en tanto la guía siempre hacia la meta de
hoy, de ayer y de siempre…) y dos bueyes por chacra, pero eso sí…¡semilla para los
primeros cultivos!!!,,,las botaciones7 tienen su historia….

3
Leguleyo: forma coloquial de referirse a abogados o políticos que aparentan conocer la legislación sin
realmente hacerlo.
4
Genérico para inmigrantes de distintas procedencias, excepto españoles e italianos.
5
Ciudad de Paysandú sobre el río Uruguay.
6
Fecha de elecciones nacionales cada cuatro años en esa época.
7
Forma coloquial de referirse a las elecciones.

5
Claro que los colonos tenían prioridades: techo, comida, agua para ellos y los animales,
madera para muebles, leña, bosta de vaca para se fuego que corta las heladas de junio…
¡yo qué sé de esas cosas de campo!

‘ta bien que las leyes traten de cubrir todas las posibles consecuencias de una normativa
sana, humana, positiva, pero de ahí a que realmente funcionen…. bueno, ¿qué te vi’á
decir?! Porque ni el Superior Gobierno ni nadie pudo enderezar el entuerto y llamarle al
pan, pan y al vino, vino.

No se armó la de San Quintín porque, primero, no eran católicos, y segundo, porque esto
era una papa al lado de lo que se tuvieron que bancar allá en la culta Europa. Pero, claro,
ESTO, definitivamente NO era a lo que vinieron, a lo que se jugaron durante meses,
arriesgándolo todo como esa rula que ni siquiera conocieron.

Habían apostado a que la Comisión Honoraria de Colonización iba a hacer bien los
deberes, como toda casta hija de la perfecta democracia, regida por el vate Don José Batlle
y Ordóñez.

Nadie podía predecir que la langosta se iba a comer varias cosechas seguidas, ni que la
experiencia agrícola de allende el Atlántico podía re-producirse de este lado, en
condiciones muy distintas. La producción minifundista enmarcada entre las 30 y 60
hectáreas, limitantes de cada predio era la única alternativa posible dentro de la ley sin el
asesoramiento técnico adecuado. Es como si E.T. quisiera empezar una empresa
unipersonal el día que se despertó en el planeta Tierra.

Arena poco productiva, mini predios, no asesoramiento, no máquinas, mucha langosta,


clima irregular...súmese todo y obtendrá un hermoso cuadro de endeudamiento y fracaso!

Claro que el Banco Hipotecario se lleva el 25% para cobrar las “deudas” contraídas, cosa
que ayudaba a incentivar a mucha gente a la emigración. Entre 1917 y 1918, fines de la
guerra europea, el respiro lo provoca el excedente que implica un mejoramiento precario
de vivienda y cultura, pero también el ambicioso plan de arrendamiento de campos fuera
de la colonia. La producción se colocaba casa por casa en Paysandú, y regateo mediante,
una vez llevados en los carros rusos (4 ruedas, anchos, chatos, livianos, tirados por 2
caballos y fabricados por la Carrocería Dubose de Paysandú). El Molino Estefanell, el
Almacén Perrone Hnos. y Carlbrog, se encargaban metódicamente de hacer desaparecer

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cualquier superávit que el pago de los créditos contraídos y pagos en especie, pudieran
arrojar.

No hubo ayudas entre los períodos de auge (1921-2 y 1926) del Estado, aunque las leyes
se lo imponían, ni, peor aún, de las comunidades judías urbanas, preexistentes en
diferentes lugares de la Diáspora. La comunidad Ezra, fundada en 1909, dentro de cuyos
propósitos estaba la ayuda moral y material a los miembros necesitados, etc., no ayuda en
absoluto a la Colonia 19 de Abril ni en sus aspectos benéficos, culturales, sociales ni
religiosos.

Únicamente ranchos de barro y quincho de paja pudieron construir en los ángulos


comunes de sus predios, para mantener la cercanía necesaria a la ayuda mutua.
Hacinamiento y falta de elementos sanitarios marcan la primer etapa.

En contrario al espíritu generalmente compartido en el campo respecto a la inutilidad


práctica de la alfabetización (se pierde a los pocos años por falta de práctica, los colonos
judíos dan especial importancia a la lectura de la Torá y el Talmud, profundizar su
interpretación. Ese desarrollo intelectual paralelo al acontecer religioso incita a buscar la
salida a la situación circunstancial, a través de la educación en idioma español. En 1916
erigen la primer escuela bajo David Porto, usando pizarrón y bancos en desuso de
Paysandú.

Porto enseña idish, hebreo bíblico y español durante 3 años, cuando se va a Buenos Aires,
siendo sustituido por gente relacionada a la colonia. Luego van los niños hasta Estación
Porvenir a la Escuela Rural N° 47, pública y laica, donde se acelera la integración a su
nueva tierra. Finalmente se instala una escuela en la propia colonia, a cargo de la
recordada maestra Victoria Ferrigno.

Esta educación restringida a primaria es un factor posterior de despoblación paulatina de


la Colonia.

Una vez por semana aparecía un enfermero del hospital sanducero para tatar los casos
más graves, pero el conocimiento práctico de los más viejos sustituía la atención médica.

Oxman presenta el problema en estos términos:

“Digamos, a modo de explicación, que la tradición judía se compone de un


conjunto variado de experiencias, costumbres, creencias, filosofía y arte, que
se han desarrollado por centurias en las diversas comunidades, cristalizando
7
en ciertos ritos e instituciones, códigos de comunicación y normas de
conducta compartidos, que definen un sentido de identidad, de pertenencia o
de condición, característico de quienes guardan su observancia” (Oxman
1987:41)

La religión es el marco institucional donde se pone en práctica la tradición y es parte


fundamental en la vida diaria de la colonia. Adecuada la práctica a la nueva realidad, con
diferentes grados de participación en ámbito de amplia tolerancia hacia ambas posiciones,
se trata de construir un shil o sinagoga. Mauricio Kaplún cede una de las esquinas
céntricas para esta obra comunitaria: rancho de terrón blanqueado a la cal con puerta y
dos ventanas, con donaciones sanduceras de dinero y libros, muebles caseros que la
convierten en escuela, biblioteca, lugar de reunión y sinagoga.

Un pupitre alto de material sirve para que el oficiante y cantor litúrgico jazan coloque los
rollos de la Torá junto al shames encargado de los elementos religiosos. Incluso se dividía
el salón en dos con cortinas cuando asistían mujeres.

El shabat o sábado es día de oración, sin trabajo desde la caída del sol de la noche anterior
hasta ese atardecer, era de las pocas ocasiones que el trabajo les permitía descansar y
celebrar festividades. Las tres clásicas: Rosh Hashaná (año nuevo judío), Iom Kipur (día
del perdón) y Pesaj (pascua judía) fueron festejadas según las condiciones locales.

En los dos primeros se realiza una evaluación espiritual de la que surge el arrepentimiento
y la reverente sumisión, y en la pascua se recuerda la independencia del pueblo judío de
la esclavitud en Egipto, así como la primavera, comienzo de cosechas, renacimiento del
hombre y la naturaleza.

En tanto, durante el Iom Kipur hay ayuno y paralización de todo trabajo, en Pesaj hay
festejos familiares en torno a la mesa de los sedarim (cenas, relatos y brindis hechos
durante aquéllas) consumiendo matzá (pan ázimo), punteado con tenedor o espuela de
bota femenina antes de llevarlo al horno. La comida kosher fue intentada con elementos
traídos de Europa pero se carecía del shojet: persona que debe contar necesariamente de
la autorización especial para sacrificar los animales.

En Talmud Nedarim 64b se indica que “un hombre sin hijos es como si estuviera muerto”
y en la Torá, Génesis 1:28 leemos: “creced y multiplicaos”, conjunción que explica la
importancia del nacimiento del varón para los judíos. Éste debe ser circuncidado para ser

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judío, rito hecho por un mohel o cirujano autorizado que llegaba especialmente desde
Basalvibaso, del Entre Ríos argentino, previo pago de sus gastos. Se terminaba con un
brindis de bienvenida al nuevo integrante de la comunidad judía, quedando únicamente
excluidos aquellos niños cuyos padres expresamente impedían su circuncisión.

El casamiento es incentivado a temprana edad para lograr procreación, y dentro de la


comunidad, para evitar la responsabilidad económica de mantener a la familia. Si no
alcanzaban los solteros de la Colonia, se elegían judíos fuera de la misma, y por
excepción, lo que implica ciertos problemas.

En la casa de la novia se hace la ceremonia luego de preparar sus mejores galas y las
abundantes comidas, como el gefilte fish (pescado relleno), los vareneques (empanadas
redondas de papa con cebollita frita), el tsimes (filetes muy finos agri-dulces de
zanahoria), pollos, patos y gansos asados condimentados con jrein (raíz vegetal
extremadamente picante), ensaladas de pepinos y ajíes agrios y los dulces, con variedad
de lekaj (bizcochuelo) y strudel de dulce y maní rociado con vino y bebidas fuertes.

El novio era sacado de su casa por los amigos entre gritos y carreras de carros hasta la
ceremonia religiosa. El novio bajo el jupá (palio que cobija a los novios durante la
ceremonia) hecho con 4 palos y una sábana o frazada. El oficiante lee el texto y los declara
unidos en matrimonio según la” ley de Moisés y de Israel”, habiendo quebrado antes un
vaso como reconocimiento simbólico de las penas de Israel desde la dispersión.

Cena, música y baile con instrumentos improvisados antes de tener gramófono y luego
de apisonar la tierra para el baile que muchas veces auguraba el alejamiento de la pareja
fuera de la Colonia.

Pocos muertos por la edad promedio baja de los colonos y generalmente niños nacidos
muertos, mortalidad infantil y por accidentes, aunque las prescripciones judías no
pudieron cumplirse respecto a los muertos. Simple traslado al cementerio tapar con tierra
el ataúd y recitado del kadish, (oración de alabanza a Dios) que, en la hora del duelo,
atestigua la piedad de su ser querido.

Las relaciones con otras comunidades eran frecuentes, aunque los ancianos apenas
pudieran captar algo de español, especialmente las mujeres ancianas. Los jóvenes fueron
enseñados en español, y alcalde, comisario, policía y maestra eran invitados especiales a

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las fiestas judías, así como los estancieros vecinos, colonos alemanes y uruguayos de las
chacras entre Estación Porvenir y la 19 de Abril.

El idioma universal que une a todos los humanos permitió a los criollos asombrarse del
trabajo rural hecho por las mujeres rusas de la Colonia, así como los diferentes métodos
de trabajo aplicados en la misma. También los recién llegados se asombraron del uso y
manejo del caballo, el cuchillo, la vestimenta, apuestas y juegos, en fin, toda la cultura
local.

Trabajo zafral de los colonos en las estancias, intercambio de opiniones en problemas


comunes, la relación social fue sincera y duradera.

La visita del presidente José Batlle y Ordóñez motivó un acicalamiento especial hacia
quien consideraban factótum de la paz y tranquilidad lograda en Uruguay, que fue
correspondida por un masivo apoyo a su partido, facilitado por Bonavoglia, caudillo de
la zona que tramitó para los colonos las cartas de ciudadanía y las credenciales cívicas
para permitirles emitir el voto.

La peonada empleada permitió la adopción de la cultura local: fútbol, pencas, mate,


compartir la olla de guisos y pucheros, cuentos alrededor del fogón, que les hace perder
la calidad de gauchos judíos despectiva de sus comienzos, para pasar a ser gente del pago,
locales completos. Fue una experiencia carente en absoluto de prejuicio, vilipendio racial,
ideológico, religioso ni social: TODOS SE SENTÍAN IGUALES.

El elemento económico liquidó la Colonia: las producciones no alcanzaban para pagar la


amortiguación de sus deudas, en una sociedad urbana y de predominio ganadero, cuya
riqueza se alejaba cada vez más de la agricultura. Estancamiento y fracaso condujeron a
la pobreza que produce emigración. Primeo hacia Entre Ríos, compensada en parte por
una inmigración tardía entre 1915 y 1918, y luego los recién casados pasaron a las
colonias Casa Blanca y Piedras Coloradas entre 1921 y 1926.

Proceso migratorio voluntario, espontáneo, no discutido con el resto de la Colonia que no


puede darle soluciones económicas adecuadas ni requerida o buscada por fuera de la
Colonia. El 15 de marzo de 1926 se firman con la Sección Fomento Rural y Colonización
tres documentos por los cuales se consolida la compra anteriormente prometida, se nova
por sustitución de deudor y se constituye segunda hipoteca.

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De las 45 familias originales sólo 11 firman, asentando claramente la migración, y luego
del crack del Viernes Negro de 1929, el golpe de estado de Terra en 1933, la Colonia deja
de existir como tal cuando, en 1935, se aleja el último colono con su familia hacia la
ciudad. La dispersión y disolución fueron el resultado de veinte años de esfuerzos,
empezados con la discriminación social, económica y religiosa en Europa que forzó la
migración.

Pero el alto grado de cohesión social, singularidad cultural y conformación étnico-


religiosa como factor aglutinante permitieron, junto a la sociedad adoptiva totalmente
abierta, desprejuiciada, una adaptación total, efectiva, internalizando las instituciones de
la estructura social local (escuela laica y gratuita, acceso a la producción y mercados,
participación política moderada, relaciones fluidas con los vecinos, libertad y seguridad
personal y de bienes, etc.)

El ofrecimiento estatal de ayuda quedó en los papeles y el contexto macro-económico


adverso impidió a que los colonos, excepción a los demás movimientos inmigratorios de
paso, pudieran prosperar.

La etapa vivida en la Colonia 19 de Abril significó un interregno entre la vieja Europa y


la ciudad, lleno de libertad, igualdad e integración, a pesar de ser magro en términos
materiales.

Otros optaron por venir desde Rivera a Montevideo caminando, si, a patacón por cuadra,
sobre las vías del ferrocarril: quinientos kilómetros caminados de noche por una pareja
con sus siete hijos. Dos meses de esfuerzo para llegar a la ciudad donde la comunidad les
dio cobijo y oportunidad de empezar de vuelta.

Este tipo de historias, esta colección de vivencias forman parte de la esencia misma de
los grupos minoritarios que se integran a la nación aportando sus elementos distintivos,
siendo grupos cohesivos y coherentes con su cultura, que van alterando y perdiendo en
su forma original para adherir a la nueva cultura que están ayudando a formar.

A pesar de la diversidad de los antecedentes culturales y sociales que afectaron los


vínculos comunitarios, existe una fuerza de veneración hereditaria que proporciona la
identidad grupal. Los judíos perciben su existencia étnica como parte de un continuum
histórico y religioso que se retrotrae a tiempos bíblicos y el mesianismo de Israel como

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instrumento de Dios para traer la salvación al mundo, significa que la sobrevivencia es
una obligación sagrada para los judíos.

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Juan Carlos Perusso

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