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UN ESTADO LLAMADO MOISÉS (Neville - 29 de abril de 1968)

Neville Goddard (29 de abril de 1968)

UN ESTADO LLAMADO MOISÉS

Al leer las Escrituras, siempre ten en cuenta que son un relato de la salvación, y no historia secular,
que los personajes —desde Adán hasta Jesús— son estados de consciencia. En «Visiones del Juicio
Final» de [William] Blake, éste dice: «Debe ser entendido que Moisés y Abrahán no son sino
estados representados por esos nombres, que fueron develados al hombre mortal en una serie de
revelaciones divinas como están escritas en la Biblia». Después de ver toda la obra, Blake añade:
«Cuando los ves desde lejos, parecen ser un solo hombre, pero al acercarte parecen ser
Multitudes de Naciones, porque el Único Hombre se convierte en la mayoría».

Los primeros cinco libros de la Biblia son llamados la Torá, o la Ley, con Abraham como el símbolo
del comienzo de la civilización. Sin embargo, el personaje relevante registrado allí es el infinito y
eterno estado llamado Moisés. La palabra «Moisés» es el antiguo [tiempo] perfecto del verbo
egipcio «nacer», así que es en el estado de Moisés que algo nace. Ahora bien, al final de la Torá se
nos dice: «Y Moisés, siervo del Señor, murió […] Y el Señor lo sepultó […] Y no ha sabido hombre
alguno el lugar de su sepulcro hasta el día de hoy» (Deuteronomio 34:5-6). ¿Por qué? Porque
Moisés está sepultado en ti.

Hoy en día la gente trata de inmortalizar la identidad de toda persona prominente en algún
mausoleo. En nuestro país se hacen viajes a las tumbas de nuestros presidentes a diario. Me han
dicho que no hay un solo día en el que la tumba de Kennedy no esté cubierta de flores, mientras la
gente ora y llora sobre ella. Entonces, conocemos donde están sepultados nuestros presidentes y
héroes, pero nadie conoce dónde está sepultado Moisés. Como la representación del futuro de
Israel en forma germinal, es en Moisés —un estado sepultado en el Hombre— que el plan de la
redención de Dios se revela. Ahora, un israelita no es un descendiente de Abraham, según la
carne, sino el elegido de Dios de cualquier nación. Seas judío, cristiano o mahometano, Moisés —
el futuro de Israel en forma germinal— está sepultado en ti. Y la palabra «Israel» significa
‘gobernar como Dios’.

Después de ver todo el patrón del plan de Dios en la montaña, Moisés regresa y le habla al pueblo
en tiempo presente y en primera persona, y dice: «Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la
tierra de Egipto, de la casa de los esclavos. No tendrás otros dioses delante de mí» (Éxodo 20:2-3).
Al decir esto, Moisés revela el nombre de Dios como «YO SOY». Él no dijo: «Yo soy Moisés y el
Señor», sino: «Yo soy el Señor». Al reconocer su verdadera identidad, Moisés comienza a hacer
maravillas, llamadas señales. Después de darle a Moisés la vara de Dios, el Señor le dice: «Pon
sobre ella una serpiente ardiente, y cualquiera que la vea, esté enfermo o afligido, si cree, será
sanado» (Números 21:8). Todas estas hermosas imágenes son literalmente ciertas cuando el plan
de Dios comienza a desplegarse en ti.

Se nos dice que Moisés no pudo entrar en la Tierra Prometida, que Josué —lleno del espíritu de
sabiduría— sí entró, y el pueblo lo siguió. «Josué» es la palabra hebrea equivalente a «Jesús».
Moisés no pudo entrar, porque él es el plan de Dios en forma germinal. Josué es su desarrollo,
como dice la Palabra: «Yo soy el Señor tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador, y fuera de mí no hay
quien salve» (Isaías 43:3-13).

El plan se despliega en Josué en el Viejo Testamento, y en Jesús en el Nuevo [Testamento]. Si


Josué está lleno de la sabiduría de Dios, y Cristo es definido como el poder y la sabiduría de Dios (1
Corintios 1:24), ¿no son ellos el mismo ser? La gloriosa sabiduría de Dios en forma germinal salva a
Israel, extrayendo al Único Ser mientras el germen brota. Entonces el hombre en quien esto
sucede experimenta las señales y maravillas registradas en las Escrituras de manera literal. ¿Quién
habría creído que la vara de Dios con la serpiente ardiente sobre ella era una verdad literal? Sin
embargo, sé que es el estado que experimentarás al entrar a la Tierra Prometida.

No importa cuánto vivas o cuánto poseas, morirás a este mundo. Pero estás destinado a entrar en
la tierra de la promesa, una tierra que es eterna, donde no puedes morir. El ropaje de la
naturaleza que ahora usas morirá, pero en ti hay un germen llamado Moisés, y vive eternamente.
Está sepultado en el Gólgota, el cráneo del hombre. Y la vara de Dios es tu columna vertebral. Al
precipitarse al mundo de la división, el poder creativo de Dios desciende a la generación; está
destinado a revertirse y ascender de la generación a la unidad.

Solo hay un Ser Creativo, un solo Dios, y, al ser proteico, parece que es innumerables naciones,
razas y personas, pero, al fin y al cabo, uno a uno, se reúne a sí mismo en el único cuerpo, el único
Espíritu, el único Señor, el único Dios y Padre de todos nosotros (Efesios 4:4-6), pero sin pérdida de
identidad. Sabrás que eres Dios. Yo te conoceré y tú me conocerás. Después de conocernos en
este estado violento por las máscaras que ahora usamos, retornaremos a la unidad del «Uno
conformado de otros», para ser hermanos en ese estado celestial.

Es Moisés quien revela el nombre de Dios. Ahora que lo sabes, pide por riqueza en el nombre de
Dios, diciendo: «YO SOY rico». No puedes señalar hacia afuera de ti mismo y pedir en el nombre de
Dios. Si estoy en un estado empobrecido y deseo el estado de riqueza, debo atreverme a asumir
que soy rico. La Torá es una discusión entre Jehová y el faraón, o la fe y la duda. Debes tener fe en
la asunción de que eres el hombre que deseas ser para poder lograrlo. Tus deseos jamás se
cumplirán si crees en el rechazo mostrado por la razón y los sentidos externos. Mientras avanzas
en la asunción de que tu deseo está cumplido, estás pidiendo en el nombre de Dios y conjurando
aquello que asumes. Debes atreverte a asumir la riqueza, si ese es tu objetivo. Si deseas salud,
debes asumirla, incluso si el mundo racional del doctor produce pruebas de lo contrario. Debes
estar siempre consciente de que ellas no son tu Dios, ¡de que solo hay un Dios y su nombre es YO
SOY! Cuando señalas hacia otro como una autoridad en tu mundo, estás transfiriendo el poder
que pertenece a Dios a un ídolo. Ahora, si pides por cualquier cosa y usas el nombre de Dios —y su
nombre es YO SOY—, y dices «yo soy», ¿no eres tu propio hacedor?

¡Dios es porque YO SOY! «Yo hago morir y Yo hago vivir. Yo hiero y Yo sano. Yo creo la luz y formo
la oscuridad, y fuera de mí no hay Dios» (Deuteronomio 32:39 e Isaías 45:6-7). Cualquier cosa que
desee, debo asumir la responsabilidad plena por ello. Si quiero conjurar la salud, y los doctores me
dicen que no puedo vencer la enfermedad, y creo en ellos, he tomado mi decisión y debo aceptar
la responsabilidad de ello. Pero si me atrevo a asumir la salud, Dios la está proclamando, porque Él
no tiene otro nombre diferente a YO SOY. Esta es la gran revelación que se encuentra en el
capítulo 3, verso 14 de Éxodo: «Ve y diles: YO SOY me ha enviado a vosotros» (Éxodo 3:14). Todo
lo que declaras es, porque el nombre de Dios es cualquier forma del verbo ser, bien sea «YO SOY»,
«YO FUI» o «YO SERÉ».

Recuerda: Moisés no es una persona, sino un plan eterno de Dios. A él se le mostró todo, y se le
dijo que siguiera el patrón que vio en la montaña. Nadie sabe quién escribió los libros de la Torá.
Ellos están firmados únicamente con las letras J, B y P. De hecho, no sabemos quién es el autor de
ningún libro de la Biblia. Mateo, Marcos, Lucas y Juan son nombres anónimos de aquellos que
escribieron sus propias visiones y revelaciones del eterno plan de salvación de Dios. En el estado
de Moisés, los he estado guiando a un nuevo y arriesgado camino. Los he llamado como grupo, y
les he explicado lo que me ha ocurrido —el patrón hombre—, con la esperanza de que me
escucharán con fe. No todos me creerán, de la misma manera que no creyeron en Moisés.

Se dice que mientras él guiaba al pueblo a través del desierto, la mayoría quería regresar a su vieja
manera de pensar. Se sentían más seguros con sus viejas creencias. Era más fácil seguir siendo
esclavo y recibir limosnas. Muchos esclavos no quieren ser liberados, porque como esclavos tienen
asegurado el techo y la comida. Ser liberados de ese estado implica que tendrían que entrar en el
estado de independencia, que es exigente, pero glorioso. Cuando crees que Dios es tu maravillosa
y amorosa imaginación humana, eres liberado de la esclavitud de la creencia en otro. Al hombre se
le ha enseñado a creer en un dios externo, al cual recurre cuando tiene necesidad; e, incluso, si no
le responde, el hombre sigue creyendo que [este] dios está haciendo su trabajo. Pero Moisés nos
advierte que no busquemos a ningún otro dios, y nos dice: «No hay Dios fuera de mí».

El único Dios que te sacará de la esclavitud es YO SOY. Si eres esclavo, asume: «Yo soy libre», y ten
el coraje de continuar adorando al único Dios, porque no hay otro. Dios no prometió vida sin
riesgo, porque puedes caer de nuevo en tu anterior estado de consciencia. Al pensar que quizá
cometiste un error, puedes inclinarte otra vez ante íconos hechos por el hombre e ir a la misa del
domingo por la mañana (Éxodo 20:3-5 y Deuteronomio 5:7-9). Entonces, Moisés te guía hacia la
Tierra Prometida, pero no puede introducirte en ella. Eso debes hacerlo por ti mismo. Moisés es el
patrón en forma germinal que irrumpe como Jesús. Cuando todo lo dicho de Jesucristo en las
Escrituras irrumpe en ti, ¡te maravillas al saber que tú eres Él! Que nunca hubo otro. Que el único
Dios, y su patrón de salvación, está sepultado en toda la humanidad.
Ahora, o creen o no creen en mi palabra. Depende enteramente de ustedes. Les he dicho lo que vi
en la cima de la montaña —el gran Monte Sinaí, donde originalmente las leyes fueron dadas—. Al
experimentar aquello que fue visto en el principio, he venido a decirles, mi pueblo, exactamente lo
que sucedió, y no lo he alterado. En el estado de Moisés los he sacado de la tierra de Egipto. Y
cuando el tiempo de mi partida llegue, yo, un siervo del Señor, moriré y seré sepultado por Dios
Mismo. Este es el gran misterio de la semilla. A menos que caiga a tierra y muera, queda sola, pero
si muere lleva mucho fruto (Juan 12:24). El patrón, como una semilla, es plantado en la Tierra,
llamada Adán. La semilla echará raíces y se desarrollará de acuerdo a su patrón.

La primera irrupción es el despertar; porque, como una semilla, en el instante en que un pequeño
brote es visible, sabes que está viva y ha echado raíces. Dios es un dios de vivos, no de muertos
(Mateo 22:31-32), así que lo que aparentemente estaba muerto despierta, y el hombre resucita
dentro de sí mismo. Al despertar dentro de tu cráneo inmortal, donde estabas sepultado, sales, y
las Escrituras se desarrollan ante ti. Un niño, que simboliza tu nacimiento, se hace presente. Tres
testigos están allí para cumplir las Escrituras (Mateo 2:1-2). Cinco meses más tarde, el patrón
irrumpe de nuevo, y David, frente a ti, te llama «Padre». Lo reconocerás y proclamarás las palabras
del segundo Salmo: «Mi hijo eres Tú, / Yo te he engendrado hoy» (Salmos 2:7).

La relación entre tú y tu hijo no se puede describir; sin embargo, no hay duda en cuanto a su
identidad o la tuya. La tercera irrupción tiene lugar cuatro meses más tarde, cuando tu cuerpo es
partido por un relámpago. (El hermoso himno Rock of Ages [Roca Eterna] lo refiere como una
abertura, y dice: Roca eterna, abierta para mí). Cuando el cuerpo es partido, ves luz líquida dorada
en su base. Fundiéndote con ella, te conviertes en una serpiente ardiente en espiral, y —como un
relámpago— te desenrollas justo en tu cráneo, mientras éste retumba como un trueno. Estos son
los tres primeros actos de la revelación de Dios en ti. Luego, después de un período de dos años y
nueve meses, el patrón se completa cuando una paloma —el símbolo del Espíritu Santo— da su
aprobación, descendiendo y colmándote de afecto.

Incapaz de negar tus visiones, las compartirás con otros, advirtiéndoles que el camino es
arriesgado, porque los estás llevando a una nueva tierra, y si te siguen, todos tendrán una
experiencia en común: debido a que todos somos diferentes, no habrá dos que experimenten el
patrón de manera idéntica, pero todos se reunirán con David. Independientemente del color de tu
piel y de tu género, vas a reunirte con un niño rubio y de ojos azules que te llamará «Padre» (1
Samuel 16:11-12). David no busca a un hombre según la carne, sino al Dios que es su Padre, ¡y
sabrás que ere tú! Moisés es el patrón de la salvación divina en forma germinal. Después de ver el
patrón, Moisés no te introduce en la Tierra Prometida, pero te revela el patrón.

Es Josué quien entra, y Jesús quien se desarrolla como el patrón dentro de ti. Si en el espíritu David
te llama «mi Señor», y las Escrituras te dicen que David llamó a Jesús «mi Señor» (Mateo 22:41-
45), ¿no eres Jesús? ¿No eres tú aquel que dijo: «Yo soy el Señor que te saqué de la tierra de
Egipto, de la casa de los esclavos»?

Quizá tengas un amigo que desea gozar de buena salud. Puedes dársela en el nombre de Dios si lo
escuchas en tus pensamientos, y lo oyes decirte que nunca se había sentido mejor. ¿Quién está
oyendo las palabras? Yo soy. Eso es el Señor. Responde diciéndole a tu amigo qué bien luce en tu
imaginación, y Dios está hablando. Si tu amigo está desempleado, escúchalo decirte que ahora
tiene un trabajo maravilloso. Felicítalo y siente la alegría que experimentarías si fuera cierto.
Luego pregúntate quién está haciéndolo, y tú, el Señor, dirás: «¡Yo soy!»

Durante todo el día el hombre ejercita su poder creativo, y trae, sin percatarse, confusión a su
mundo. Entonces corre a una iglesia y le ora a un dios que no existe, ¡porque el único Dios es YO
SOY! No hay otro Dios, y nunca lo ha habido. Practica la ley de la cosecha idéntica yendo a la
cumbre de la montaña. Espero que tu ambición sea que las Escrituras se desarrollen dentro de ti,
porque eso transcendería cualquier cosa aquí. Pero quizá seas uno de esos que quiere partir de
este mundo siendo tan famoso o rico que sus restos reposen en un gran mausoleo, aunque no
haya certeza de que la edificación y su contenido perdurarán. Si es así, está bien, pero ahora sabes
dónde está sepultado Moisés. A lo largo de los siglos, los hombres han estado buscando a Moisés
en el lugar equivocado. Los que piensan que está sepultado afuera buscan en vano, porque Dios lo
enterró en el cráneo del hombre.

Al contener el plan de salvación, Moisés revela el patrón que —cuando se desarrolla— salva al
hombre. La palabra Jesús significa ‘Jehová salva’. Cuando el patrón se desarrolla, Dios se ha
salvado a Sí Mismo. Como una semilla, que desaparece mientras se convierte en lo que contenía,
el patrón se desarrolla como el árbol de la vida para llegar a ser uno con Dios, el Padre de la
semilla. Toma mi mensaje en serio y reflexiónalo. Enfócate en la esperanza de que el patrón de
salvación de Dios irrumpirá en ti mientras estás en esta esfera. Debe irrumpir en ti para que dejes
este mundo de pecado y muerte, y entres en la eternidad. Allí serás un rey dentro de ti mismo,
creando —no por la razón, sino por la vida que sabes que tú mismo eres—. Allí no serás más un
cuerpo animado, sino un espíritu vivificador. Eres Dios mismo.

Cuando leas las Escrituras en el futuro, no pienses en ellas como registros de mitos o historia
secular, sino como la gloriosa revelación de Dios como eternos estados de consciencia
personificados. Moisés es la personificación de un estado eterno que contiene el patrón perfecto
que Dios diseñó con el propósito de salvarse a Sí Mismo. Es Dios quien se hizo hombre para que el
hombre pueda hacerse Dios. Al saber que tenía el poder de morir y vencer la muerte, Dios murió.
Ahora debe vencer la muerte, y lo hará.

La Historia nos cuenta sobre el gran Imperio romano y el Imperio chino. Estamos en los días en los
que el gran Imperio británico se está desvaneciendo. Hubo un tiempo en el que el sol nunca se
ocultaba sobre el Imperio británico, y ahora se ha empequeñecido a casi nada. Todo imperio
muere con el tiempo. La gente muere, las dinastías se extinguen y todas las grandes fortunas
desaparecerán. Tengo entendido que tanto Hughes como Getty* tienen una fortuna personal que
sobrepasa los mil millones de dólares. Si sus fortunas fueran invertidas con un seis por ciento de
interés, recibirían 175 mil dólares diarios todos los días de la semana. Pero cuando dejen este
pequeño segmento del tiempo, no se las llevarán. Así es esta sociedad; entonces, ¿por qué poner
tu esperanza en ella? En su lugar, pon tu esperanza en este plan contenido en Moisés, porque
sepultado en ti, el plan de Dios irrumpirá, y entrarás en la tierra prometida como Josué, llamado
Jesús.

Ahora entremos en el silencio.


LA PIEDRA ANGULAR: LA IMAGINACIÓN

Creemos que el hombre puede crear todo lo que desee. Creemos que el Universo es infinita
respuesta, y quien la causa es únicamente el que percibe. Nada es independiente de la percepción
que tengas de ello. Estamos tan entrelazados que somos parte de la máquina, pero a medida que
despertamos nos separamos de esta máquina y convertimos la vida en lo que deseamos que sea.
«Porque el hombre es Todo Imaginación y Dios es el Hombre, y existe en nosotros y nosotros en
Él». «El eterno cuerpo del hombre es La Imaginación, esto es Dios mismo». (William Blake) Tú
puedes imaginar, y yo puedo imaginar, y si podemos ser fieles al estado imaginado, este debe
aparecer en nuestro mundo. Esto no es nuevo. Fue dado hace siglos, pues lo tenemos en la Biblia;
pero las personas no saben cómo leer la Biblia, así que se reunieron y la organizaron en un «ismo».
Y no es un ismo, sino que es el grandioso plan para liberar al hombre. La Biblia muestra este plan
en detalle. Iremos a algunos pasajes para mostrarte lo que aquellos que la escribieron querían que
viéramos.

Isaías 28:16: «Por tanto, el Señor Dios dice así: He aquí Yo pongo por fundamento en Sión una
piedra, Piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable. El que crea, no será conturbado».
Ahora, se nos dicen en el Libro de los Salmos que el mundo rechazó la piedra: «La piedra que
desecharon los edificadores / Ha venido a ser cabeza del ángulo». «Nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto»; «Si sobre el fundamento alguno edifica oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la
mostrará» (1 Corintios 3:11-13). Te digo que esta piedra es tu imaginación, y en la Biblia es
llamada «Jesucristo», o «Dios», o «el Señor». Es tu Imaginación, que es una con la Imaginación
Divina, que crea, sostiene, cambia e incluso destruye partes de la creación. Esta es la piedra que es
probada y que es de cimiento estable, y aquel que crea en ella no será conturbado. Si tan sólo
puedo imaginar y saber que la imaginación crea la realidad, no estaré impaciente ni llevaré una
vida superficial. Cuando un hombre no vive en su imaginación, se impacienta por el resultado que
desea, y finalmente se vuelve agresivo en su esfuerzo por conseguir las cosas.
Aquí hay uno que hace la pregunta: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?»
(Mateo 16:13). Algunos dijeron «éste», y otros «aquel», pero de nuevo preguntó: «Y vosotros,
¿quién decís que soy Yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente. Respondió Jesús y le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo
reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y Yo también te digo que tú eres
Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella»
(Mateo 16:15-18).

Las iglesias te dicen que es un hombre llamado Pedro. No es una persona. Todo tiene lugar en la
mente del individuo. Imaginas determinado estado, y es llamado Pedro. Si yo fuera un hombre
llamado Pedro, no encontrarías lo que encuentras seis versos más adelante. Porque allí se dirige al
mismo personaje, Pedro, y le dice: «¡Apártate de mi vista, Satanás! Me eres tropiezo, pues, no
piensas lo de Dios sino lo de los hombres» (Mateo 16:23). Eso es lo que hace todo hombre en el
mundo: tiene una revelación y entiende que la piedra angular es Imaginar. Ve a un amigo que
necesita ayuda e imagina que tiene lo que desea. Si lo cree, no se apresura. Imagina lo que desea y
no es agresivo, no está preocupado, y no le da sugerencias al amigo sobre qué hacer físicamente
para que su deseo se cumpla. Si la piedra angular es verdadera, solo hay un poder que la respalda.
Si lo sabe, no se permitirá desviarse; permanecerá fiel a su asunción. Pero en la Biblia se nos dice
que el que había sido elogiado, Pedro, se desvió y se volvió vehemente, y entonces Jesús le dijo:
«Apártate de mi vista, Satanás». Regresas a los caminos de los hombres para hacer que las cosas
marchen como quieres que marchen. Mueves tus influencias y, por lo tanto, le has dado la espalda
al único cimiento que existe, y ese es Jesucristo, que es tu imaginación humana. Si crees esto, no
rechazarás la piedra.

«Piedra» [en hebreo] es ebén, y significa ‘crear’, ‘construir’ o ‘engendrar hijos’. He aquí una piedra
en Sión, que significa ‘monte alto’ o ‘lugar inhóspito’. Eso es el hombre antes de que la piedra es
sumergida en él. Es el terreno yermo, el desierto. Sumergida en el hombre como su Imaginación,
está la única piedra angular, porque no hay otro cimiento del Dios viviente, y Él se ha sumergido
en mí. Por lo tanto, yo soy el hijo del Dios viviente, ya que solo hay uno y Yo Soy Él. Si creo esto, no
seré impaciente. «El que crea no será conturbado». Este es el camino del Señor. Te pido que lo
pruebes. Trae ante el ojo de tu mente lo que deseas ver en este mundo. Puede ser un negocio o la
buena fortuna de un amigo. Puede ser cualquier cosa, porque en este cimiento puedes edificar
hojarasca, o madera o heno. Construyes heno cuando dices acerca de una persona: «yo sé que él
no es bueno». Alguien permanecía en un estado de preocupación por otro, y sucedió, y dijo:
«siempre supe que era así». Algunos de nosotros construimos cosas extrañas para otros.
Imaginábamos sobre el único cimiento, pero hemos edificado hojarasca, en vez de oro o plata, y el
día lo reveló, ¡y después no podemos relacionar lo que sucedió con nada de lo que hemos hecho!

El significado de «piedra» en hebreo es ‘engendrar hijos’. Todos los eventos de mi vida son mis
hijos. Todos pueden construir sobre este único cimiento. «He aquí Yo pongo por fundamento en
Sión una piedra». ¿Qué piedra? Dios se sepulta en todos en el mundo. Es una piedra verdadera,
preciosa, y aquel que crea no se conturbará. He visto un acto imaginal tardar dos años en
aparecer, pero cuando apareció, ¡qué gigante! Lo he visto venir en una hora, pero no estés
intranquilo, no pienses que hay otro cimiento, ni —como Pedro— vuelvas la mirada a otro
cimiento, tornándote agresivo hacia aquellos que llevarían a Jesús a la cruz. Sin embargo, Cristo
dijo: «Vine para ir hacia la cruz»; «¡Apártate de mi vista, Satanás! Me eres tropiezo».

Si estoy aún en la máquina, creo que lo bueno viene solo por accidente o por casualidad. Deja que
la rueda gire, porque cada quien debe pasar por todos los hornos hasta que despierte y vea el
universo entero como respuesta infinita. Vendrá el día en que toda persona hasta cierto punto
despierta congele una actividad dentro de sí, y mientras se detiene dentro de él, esa sección
completa «muere». Las leyes de la naturaleza son únicamente libre acción, reiteradas hasta que se
aceptan como una ley. Pero verás hojas colgando en el aire, y la gente que se mueve en el espacio
dejará de moverse, pero no caerán, porque al interrumpir la acción dentro de ti mismo, todo se
detendrá. Y verás todo como Sión —el desierto—, y lo único que le da vida es la piedra sepultada
en ti. Sin embargo, el hombre se pierde en las cosas que ha hecho y les da poder. Por ejemplo, a
través del uso de la imaginación atrae dinero a su mundo, y entonces olvida que fue la actividad de
su mente lo que lo provocó, y ve en el dinero mismo el poder de obtener lo que desea. Por otro
lado, cuando despierte no se perderá más en su propia creación.

Les digo a todos aquí: solo hay una piedra. Si esta noche hay alguien muy enfermo que necesita tu
ayuda, e imaginas lo mejor para esa persona, y luego tienes noticias de que está peor mañana, no
te llenes de impaciencia, sino que permanece fiel a la única piedra colocada en Sión. ¿Qué más
puedes hacer después de que has imaginado? Alguien te escribe sobre un problema. Imagina para
ese alguien lo que desea, y no te distraigas en cualquier otra cosa para hacerlo realidad.
Permaneces fiel, y de esa manera se crearán las condiciones necesarias para concluir la obra.

Puedes mirar a alguien con gran preocupación y desear un cambio. No lo expresas en voz alta, sino
que lo mantienes en tu interior, y luego, cuarenta y ocho horas más tarde, se inicia lo que pusiste
en movimiento. Y la persona se pregunta: «¿podría mi problema tener su origen en fulano de tal?»
¡Exactamente lo mismo que habías estado pensando! Consideraste su problema con gran
preocupación, y luego preguntarás: «¿tú me influenciaste a mí o yo te influencié a ti? ¿Cuándo
concebiste esta idea?» Y él o ella dirá: «Justamente ahora», y entonces dirás: «hace cuarenta y
ocho horas pensé sobre esto, pero no lo dije en voz alta». Eso no importa. «Todas las cosas, por
una ley divina / se funden en el ser de los demás» (Percy Bysshe Shelley). Todos nos influenciamos
unos a otros. Todos somos interpenetrados, y mientras más se está preocupado por alguien, más
se es penetrado por ese alguien.

Digo que el universo es respuesta infinita, y también te devuelve más de lo que imaginas. La
respuesta es apretada y rebosante. Es por esto que ser negativo puede ser aterrador; lo bueno
regresará multiplicado por mil, pero también lo negativo. Por otro lado, si soy optimista y no
flaqueo, atraeré eso con una medida apretada y rebosante. Es algo maravilloso; llegará como un
géiser. El mundo responde con más de lo que recibe, y le da al individuo más de lo que imagina,
sea bueno o malo.

Le digo a todo el mundo que el libro de los libros es la Biblia, pero la gente la ha organizado, e
incluso dicen que han encontrado los restos de Pedro o de algún otro personaje bíblico. Pedro no
es un hombre, sino un estado. Elévate hasta la corona de todo, y eso es Cristo. Los estados son
permanentes, pero yo no soy fijo; soy un ser viviente en movimiento. Puedo ser digno de elogio
debido a un estado, y luego veo, digamos, un titular por la mañana, y me muevo de ese sólido
cimiento, y entonces el poder me reprende como «Satanás», porque reaccioné en vez de actuar.
¿Te gustaría estar en el estado llamado Pedro, al que se hace referencia en Mateo 16? ¿Cómo?
Déjame decirte honestamente: «Mi Imaginación es Dios, y no hay otro». Es una con el poder
supremo y me permite vivir en ese estado, y luego se me dice: «Bienaventurado eres, Simón, hijo
de Jonás». Significa que la profundidad de mi ser me lo está proporcionando. ¿Puedo hacerlo? El
día que lo hagas y recuerdes que lo hiciste, en ese momento estás relatando esa historia. Cuando
Pedro confesó: «Tú eres el Cristo», esa es la piedra sobre la cual todo descansa, pero cuando él se
alejó de ella y reaccionó, fue llamado «Satanás», o el que reacciona.

Dios está engendrando hijos por medio de la piedra. Él se sepulta en todos los hombres, pero es
rechazado. Puedo decirte estas cosas aquí, pero si las dijera al aire, sería interrumpido
inmediatamente. La gente no puede creer que es responsable por sus actos imaginales. No quiere
creerlo. No puedo ser libre del resultado de lo que imagino. Sal con la determinación de probarlo,
y después de probarlo, mantén la piedra viva. No hay otra piedra. «Nadie puede poner otro
fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo», si bien sobre él puedes construir
cualquier cosa (pero construye oro, no heno ni hojarasca). Yo deseo que todos aquí lo pongan a
prueba. Toma a alguien que esté realmente afligido, y si crees en el cimiento, te irás esta noche de
aquí sin ninguna preocupación por esa persona, incluso si recibes comunicación de que las cosas
están peor. Podría tomar una semana o un mes, pero aquello que has imaginado, si te mantienes
fiel a la piedra, sucederá.

He visto a un hombre mirar a un edificio, que es algo inanimado, y dirás que no podría responder.
¿Cómo puede mirarlo y ver su nombre sobre él sin tener un centavo? Pero lo hizo. Conozco al
hombre, y, en una forma en la que no podía prever, el edificio fue suyo. No dejes que nadie te diga
que algo no puede responder. Lo que sucede es que cuando somos parte de la máquina, no
podemos ver claramente que somos la causa de todo en nuestro mundo, y esperamos que la
buena fortuna nos sonría. Entonces, cuando pones algo malo en movimiento, mientras la máquina
rueda, no puedes ver qué lo causó, pero cuando despiertas, puedes controlar la máquina. Ella
responde a los actos imaginales del hombre despierto, pues él está en control.

Te espera una emoción cuando puedas finalmente detener toda actividad y todo se congele.
Sabrás lo que los llamados sabios dicen, pero escucharás solo estas palabras: «Te alabo, Padre,
Señor del cielo y de la Tierra, porque escondiste estas cosas de sabios y entendidos, y las revelaste
a los niños» (Mateo 11:25). Porque sabrás que el que percibe es quien le da vida a todo. Pues,
encontrarás que nada es independiente de la mente del que percibe. Un maestro verdaderamente
despierto podría congelar ciertas secciones para la edificación de sus estudiantes, si así lo deseara.
Por ley natural, todo moriría si hubiera una suspensión de actividad; pero no muere, porque no
hay nada fuera de tu percepción. Toma a tu jefe o a un empleado, y represéntalos ante ti como
quieres que sean, y cree en la realidad de la piedra angular, y entonces no habrá inquietud ni
impaciencia en ti por realizarlo. Pues la Imaginación está creando la realidad, y en una forma que
nadie conoce, se realizará si permaneces fiel a la piedra angular. No importa quién seas o lo que
poseas. El hombre que no puede siempre firmar un cheque para realizar un sueño está en mejor
situación, porque está más despierto, ya que debe usar el talento que Dios le dio, que es Dios
mismo. Si puedo siempre ejercer presión sobre alguien para obtener lo que quiero, nunca sabré
que soy esta máquina. Pero si tengo que hacerlo todo dentro de mí mismo, entonces, lo sé.

Esta noche me contaron una historia de un hombre que había perdido a su esposa en el
cumpleaños de su hijo, y llevaron al niño a San Luis para que fuera criado por la hermana de la
esposa. Este hombre había tratado por siete años de salir adelante para hacer un viaje a San Luis y
ver al niño. Trataba constantemente de imaginarse consiguiendo un trabajo mejor remunerado
para poder hacer el viaje. Se le dijo que, si quería usar correctamente la ley, únicamente debería
visualizarse con su niño, y dejarle el camino libre a Dios. Así hizo, y consiguió un trabajo que lo
llevó de Los Ángeles a Nueva Orleans. Pero no estaba cerca de San Luis. Tomó el trabajo y persistió
en su sueño, y en tres meses fue transferido y llevado a San Luis, y le dieron un permiso de
veinticuatro horas cada semana.

Lo mejor que alguna vez me sucedió fue cuando me despidieron de Macy’s durante los años de la
depresión. Podría haber sido capitán de los ascensoristas si me hubiese quedado allí. Mi padre
perdió todo lo que tenía, y eso resultó ser el comienzo del gran sueño que hizo realidad. Una
persona creyó en él, y empezó con eso, y cuando se retiró el pasado mes de octubre, le había dado
a su comunidad más de lo que nadie jamás le dio. El día más negro de su vida se convirtió en el día
más venturoso de su vida. Independientemente de lo que hayas hecho, olvídalo. Eres Dios y Dios
no tiene tacha, porque es todo imaginación.

Ahora, empieza a imaginar, y conviértelo en algo de lo que puedas estar orgulloso. Hazlo en
grande. Si es realmente la piedra que está puesta en Sión, no pongas tu atención en ningún
argumento del hombre. Sé fiel, y cualquier cosa que pongas sobre la piedra como una actividad
imaginal entrará en tu mundo. Por supuesto, puedes regresar al mundo de los hombres, como
Pedro. Él negó la piedra tres veces, y aun así, volvió a ella de nuevo. Puedes hacer eso, pero al final
aprenderás, ya que en la profundidad de tu ser las palabras están siendo dichas: «¡Apártate de mi
vista, Satanás!». Sin embargo, he visto a gente olvidar. Los he visto elevarse de la nada a grandes
alturas, y luego dicen: «de todas formas, hubiera sucedido». No creen que su actividad imaginal
fue el cimiento sobre el cual construyeron esa estructura. Solo hay una piedra, y esa es tu
maravillosa imaginación.

Ella funciona mejor si no tratas de ayudarla desde afuera, porque no te lo reveló carne ni sangre,
sino Cristo.

Ahora entremos en el silencio.


EL JUEGO DE LA VIDA (Neville - 7 de marzo de 1969)
Neville (7 de marzo de 1969)

EL JUEGO DE LA VIDA

El juego de la vida, como todo juego, se juega dentro del marco de ciertas reglas, y cualquier
violación de esas reglas conlleva una penalidad. Tú y yo estamos jugando a este juego desde la
mañana hasta la noche, y por ello deberíamos aprender sus reglas para jugarlo bien.

Eclesiastés nos da esta regla: “Ni aun en tu pensamiento maldigas al rey, ni en los secretos de tu
cámara maldigas al rico, porque un ave llevará tu voz o alguna criatura alada hará saber el asunto”.
Y Marcos nos da otra, como: “Cualquier cosa que desees, cree que la has recibido y la recibirás”. Si
tienes que creer que has recibido tu deseo para así obtenerlo, entonces debes iniciar tu juego
creyendo que está terminado. Debes sentirte a ti mismo en tu meta y participando de ella. Y debes
persistir en esa sensación a fin de lograrlo.

Ahora, otra regla se dice de esta manera: “Echa tu pan sobre las aguas y después de muchos días
lo hallarás”. En otras palabras, no te preocupes por cómo va a suceder – simplemente hazlo. Esta
afirmación no tiene nada que ver con hacer el bien tal como el mundo define la palabra. Jesús era
un carpintero. La palabra significa “aquel que produce desde la semilla” – como una flor, un árbol,
la tierra.

La profecía del Antiguo Testamento es la semilla que un carpintero llamado Jesús hace nacer. Él no
viene a abolir la ley y los profetas, sino a cumplirlos.

La palabra “pan” en la frase: “Echa tu pan sobre las aguas”, significa devorar; consumir. El agua es
un eufemismo por semen, el agua viva que lleva el esperma del hombre. El acto creativo es
psicológico, no físico; aunque las intenciones sean las mismas. ¡Debes echar tu pan sobre las aguas
con pasión! Debes estar consumido por el deseo y, literalmente, en llamas de amor por su
posesión, ya que un intenso acto imaginario siempre atraerá hacia sí mismo su propia afinidad.

Winston Churchill abandonó este mundo como un hombre muy exitoso; sin embargo, durante su
vida tuvo muchos fracasos. Entonces un día hizo este descubrimiento que cambió su vida. Estas
son sus palabras: “El estado de ánimo decide la suerte de las personas, en lugar de ser la suerte la
que decide el estado de ánimo”.

Déjame decirlo de este modo: El juego de la vida es ganado por aquellos que comparan sus
pensamientos y sentimientos internos con lo que aparece en el exterior. Y el juego es perdido por
aquellos que no reconocen esta ley. Al ser consumidos por la ira, no ven ningún cambio en su
mundo. Pero si cambiaran su estado de ánimo, sus circunstancias cambiarían. Entonces
reconocerían la ley detrás de su mundo.

Hay quienes están deprimidos durante todo el día y permanecen de esa manera durante toda su
vida. Recuerdo que en la ciudad de Nueva York, cuando veía a ciertas personas caminando en mi
dirección sentía ganas de cruzar la calle, porque no quería escuchar sus historias deprimentes. Se
pasaban horas hablando acerca de su esposa o esposo, sus hijos o nietos, y cada historia se
orientaba a la depresión. Al no cambiar nunca sus estados de ánimo, su mundo nunca cambiaba.
Al no ver ningún cambio, no reconocían una ley entre el mundo interior que mantenían y el
mundo exterior de la respuesta.

Pero si aplicas esta ley puedes predecir tu futuro. Siente un nuevo estado de ánimo elevarse
dentro de ti. Manténlo y pronto te encontrarás con personas que encarnan este nuevo estado.
Incluso los objetos inanimados están bajo el dominio de estas afinidades. En un determinado
estado de ánimo he ido a mi biblioteca y tomado un libro que no había tocado en años. Y cuando
lo abro al azar, encuentro la confirmación de mi estado de ánimo. Una mesa, aún permaneciendo
igual, se verá diferente según sea tu momentáneo estado de ánimo, ya que todo lo refleja. Es tu
estado de ánimo el que decide tu suerte, no es tu suerte la que decide tu estado de ánimo. La
gente que se siente pobre atrae la pobreza, ignorando que si se sintieran ricas atraerían riqueza.
En el Libro de los Proverbios se dice: “El espíritu del hombre es la lámpara del Señor”. Ahora, la
lámpara del Señor es la luz del mundo. Nosotros contenemos esa luz; y la naturaleza – el genio –
es nuestro esclavo, moldeando el mundo como lo dictamina nuestro estado de ánimo. Por
naturaleza quiero decir toda la humanidad – el mundo animal, vegetal y mineral. De hecho, todo
lo que aparece en el exterior es un esclavo de esta lámpara. Moldeado desde dentro, este esclavo
moldeará tu mundo para reflejar tus pensamientos; y no hay poder que pueda detener su
cumplimiento.

Toma conciencia de lo que estás pensando, y reconocerás una ley entre tu estado de ánimo y las
circunstancias que te rodean. Entonces predecirás con certeza, porque sabes que ciertos eventos –
estando en armonía con tu estado de ánimo – deben aparecer. Todo – ya sea un ser vivo o un
objeto inanimado como un libro – debe aparecer para dar testimonio de tu estado de ánimo.

Ahora, para jugar el juego de la vida, debes saber qué quieres para reemplazar lo que tienes.
Cuando sepas lo que es, debes asumir la sensación de que lo tienes. Aunque tu razón y tus
sentidos negarán su existencia, la persistencia hará que tu asunción se solidifique en hecho y se
objetive en tu pantalla del espacio. Juega el juego de esta manera. Puedes creer que no funciona,
pero es porque no lo has probado. Puedes creer que la idea es estúpida, pero yo te digo: el estado
de ánimo decide tu suerte. Créeme, porque yo he comprobado este principio una y otra vez en mi
vida.

Fue Winston Churchill quien galvanizó el mundo occidental llevando sus palabras a la práctica.
Pese a los horrores y los bombardeos en Londres, el Sr. Churchill mantuvo el estado de ánimo de la
victoria, e incluso en los días más oscuros no se permitió flaquear. Sabiendo que el estado de
ánimo se exteriorizaría alrededor del mundo, lo sostuvo – mientras que sus oponentes, ignorantes
de la ley, pusieron su confianza en los ejércitos y la maquinaria de guerra.

La maravillosa afirmación del Sr. Churchill, recogida en el “New York Times”, se ha confirmado
para mí. Simplemente capturando el estado de ánimo yo he cambiado las circunstancias de mi
vida. Ahora enseño a otros cómo hacerlo. Te invito a preguntarte cómo te sentirías si tu deseo
fuera una realidad ahora. Juega con el pensamiento. Juega con él un rato y el estado de ánimo
vendrá sobre ti. Mantén ese estado de ánimo jugando con los sentidos (y sentimientos y
sensaciones) que evoca, y observa tu mundo cambiar para armonizar con tu nuevo estado de
ánimo.

Permíteme hablarte de una señora que conozco que, en sus sesenta y tantos años, no tenía nada
cuando puso en práctica este principio. Todas las mañanas, mientras se sumergía en la bañera
antes de ir a su trabajo de 75 dólares a la semana, se decía a sí misma: “Algo maravilloso me está
sucediendo ahora”. Se mantuvo jugando con ese estado de ánimo, jugando con la sensación de
que algo maravilloso estaba sucediendo. Esa misma semana recibió su primer gran avance.

Por treinta y pico de años esta señora había asistido a óperas, conciertos y espectáculos de
Broadway, con un amigo íntimo. Todas las noches cenaban en un restaurante fabuloso, pero él le
había dicho muchas veces que nunca le daría dinero. Sin embargo súbitamente cambió de idea y
firmó un fondo fiduciario de más de cien mil dólares para que ella lo gastara de inmediato como
quisiera.

Poco tiempo después, comenzó a aplicar la ley en mayor medida y él volvió a crear otro fondo de
cien mil dólares para ella. Ahora, esta mujer – cuyo alquiler es de 165 dólares mensuales – no
puede gastar los ingresos que recibe de un fondo de doscientos mil dólares, además de su
seguridad social; pero no está satisfecha y ¡quiere más!

El anciano tiene ahora una pequeña arteriosclerosis cerebral y han dejado de acompañarse. Y,
debido a que se niega a verla, ella lo maldice, pese a que se nos advierte: “Ni aun en tus
pensamientos maldigas al rey, ni en los secretos de tu cámara maldigas al rico, porque un ave del
cielo llevará tu voz, o alguna criatura alada hará saber el asunto”. Esta señora me llama cada
semana para decirme que está superando la maldición. Espero que sea así, porque otras cosas
pueden entrar en su mundo si continúa haciéndolo.

La ley tiene tanto su lado positivo como su lado negativo. Yo no estoy aquí para juzgar cómo
utilizas la ley, sino para dejarte practicarla como tú quieras. Si tienes el hábito de pensar
negativamente, no vas a sostener el pensamiento de que eres todo lo que quieres ser. Puedes
sostenerlo por unos segundos, y si no se verifica instantáneamente puedes negarlo. Pero para
jugar el juego de la vida debes conocer las reglas y aplicarlas. Y recuerda: como en todo juego, hay
reglas cuya violación acarrean el fracaso. No puedes engañarte a ti mismo, porque Dios no puede
ser burlado; como siembras, así cosecharás.

En el mundo puedes salir impune de una violación que el árbitro no vio; pero no puedes escaparte
del observador en ti, ya que él y tú sois uno. Si tú sabes lo que hiciste, entonces él lo sabe, ya que
tu conciencia y el padre de tu mundo son uno. No puedes engañarte a ti mismo. No puedes
burlarte de ti mismo. Dios va a registrar cada una de tus violaciones y va a moldear tu mundo en
armonía con tus sentimientos (y sensaciones).

Déjame ahora compartir una carta que recibí de un amigo. En ella, él decía: “El lunes pasado por la
noche un amigo me pidió ayuda, así que esa noche pasé media hora imaginando que escuchaba
las palabras que él diría si su deseo ya fuera una realidad. A la mañana siguiente, poco antes de
despertar, la esposa de mi amigo apareció en mi sueño y me dio las gracias por mi ayuda. El
martes por la noche, mientras disfrutaba de un poco de música en la sala de mi casa, mi amigo se
me apareció en una ensoñación. Hablando con autoridad, poder y alegría, usó palabras idénticas a
las que yo oí cuando lo imaginé confirmando el cumplimiento de su deseo, y me sentí estremecer
por su consumación”.

Espero que la confirmación llegue en el presente inmediato, y que mi amigo escuche al hombre
contarle personalmente el cumplimiento de ese acto imaginario que tanto conmovió a su amigo.
Ahora, en otra parte de su carta, mi amigo decía: “En un sueño entré al vestíbulo de un hotel, me
registré en el escritorio, y pedí que me llamaran a las 7:00 de la mañana siguiente. Mientras
miraba, vi que el hombre marcaba un grueso siete sobre mi nombre en la tarjeta; luego me
desperté”.

Esta es una maravillosa visión, ya que siete es el valor numérico de la perfección espiritual.
También tiene mucho que ver con la gestación y la incubación. En el mundo de los insectos y
animales, me dijeron que 280 días es múltiplo de siete. Sabemos que un huevo de gallina, si se
incuba apropiadamente, tarda 21 días – otra vez un múltiplo de siete. Aquí encontramos que el
nacimiento tiene múltiplos de siete, pero en este caso se trata de incubación de la perfección
espiritual.
Otra señora me escribió diciendo: “Me vi acostada en la cama, sumamente pálida como si yo
estuviera muerta. De pronto, un hombre gigante surgió de mi cuerpo”.

Permíteme contarte la historia de un maravilloso artista que también fue un místico. Su nombre
era George Russell, pero lo conoces mejor como A.E. Él dijo: “Contaré esta visión, pero dónde
sucedió no lo diré. Era un gran salón con columnas de ópalo de un color que era como si la aurora
y la noche se hubieran mezclado en algo vivo.

Entre las columnas había tronos en los que estaban sentados reyes con crestas de fuego. Uno
llevaba una cresta de dragón, otro, penachos de fuego. En el centro, un cuerpo oscuro estaba
tendido en el suelo como en un trance profundo. En el otro extremo del salón, en un trono más
alto que los demás, estaba sentado un ser con la gloria del sol brillando detrás de él.

Mientras yo observaba, dos reyes con cresta se pusieron de pie y estrecharon sus manos sobre el
cuerpo tendido en el suelo, chispas de luz emanaban de ellos. De pronto una figura tan alta, tan
majestuosa como las de estos reyes con crestas de fuego, surgió de ese cuerpo oscuro. Mirando a
su alrededor, reconoció a sus familiares y levantó la mano en señal de saludo. Entonces ellos
saltaron de sus tronos, levantaron sus manos haciendo la misma maravillosa señal de saludo y –
como hermanos – caminaron hacia el final y se perdieron en el sol”.

Cada visión es un presagio de lo que ocurrirá. A.E. le percibió como emergiendo de otro, mientras
que esta señora le vio como viniendo de su propio ser. Ambos son presagios de un maravilloso
evento que ocurrirá en todos; pues ese rey con cresta, que es el Hijo de Dios, está alojado en
todos.

No importa si el cuerpo es de una mujer o un hombre, ni qué pigmentación pueda tener su piel;
dentro de cada uno de nosotros está el Hijo de Dios, que – irradiando su gloria y portando la
imagen misma de su persona – es la gran lámpara del Señor. Y un día este ser majestuoso
emergerá de tu ropaje de muerte, y entrarás en la tierra de la vida.

Pero mientras estemos aquí, aprendamos las reglas del juego de la vida y juguémoslo. La vida en sí
misma está causada por el ensamblaje de estados mentales, que al producirse crea lo que el
ensamblaje implica. Mi amigo escuchó mentalmente las palabras que él oiría si su deseo para su
amigo ya fuera una realidad. Su ensamblaje, produciéndose dentro de él, creó el acontecimiento
para ser representado fuera en el juego de la vida.

Después de que has ensamblado tu estado mental y le has permitido que ocurriera dentro de ti,
no tienes que repetir el acto. Echaste tu pan sobre las aguas en el momento en que te sentiste
aliviado. Aunque no tengas una expresión física de una manera sexual, el alivio es posible; y de
todos los placeres del mundo, el alivio es el más profundamente sentido. Cuando alguien a quien
amas mucho llega tarde, esperas ansiosamente oír su llave en la puerta. Y cuando oyes su voz, tu
alivio es profundamente sentido. Ése es el mismo tipo de alivio que sientes cuando has imaginado
correctamente.

Si encuentras necesario recrear el acto todos los días, no estás echando tu pan sobre las aguas.
Puedes imaginar una y otra vez, pero sólo vas a impregnarte una vez; y si alcanzas el punto de
alivio, tu pan ha sido echado sobre las aguas para retornar, tal vez en cuestión de una hora. Yo he
recibido una llamada telefónica – minutos después de haberla imaginado – para escuchar la
confirmación de que había ocurrido [lo que yo quería]. A veces ha tomado días, semanas o meses;
pero no repito la acción una vez que la he hecho y experimenté la sensación de alivio, porque sé
que no hay nada más que yo necesite hacer.

Aprende a jugar conscientemente este juego de la vida, porque lo estás jugando


inconscientemente todos los días. Estoy seguro de que los millones de personas que cobran un
subsidio sienten que el gobierno les debe una vida; pero no existe gobierno, sólo nosotros que
pagamos impuestos. El gobierno no tiene dinero y sólo puede dar lo que toma de nuestros
bolsillos. Los subsidiados se quejan, clamando que no están recibiendo suficiente de nuestros
bolsillos, y persisten en ese estado de ánimo durante todo el día.

Su estado de ánimo nunca varía, así que no ven cambio alguno y no reconocen la ley entre el
estado de ánimo que sostienen y el mundo exterior que no les gusta. Si se les dijera que su estado
de ánimo estuvo causando los fenómenos de su vida, lo negarían. Nadie quiere sentir que es el
único responsable de las condiciones de su vida, pero no hay otra causa. Dios es la única causa y Él
es la propia y maravillosa imaginación del hombre.
Cuando hablo de la imaginación me refiero a Dios en ti, de la que hay dos aspectos: imaginar y
contactar. Los contactos son de lo que se trata el imaginar. Cuando imaginas, contactas una
sensación, y la sensación que imaginas, la creas. Tú eres el mismo Dios que creó el mundo y todo
lo que hay dentro de él, pero mientras estés vestido con este ropaje de carne y hueso tu poder
tiene baja intensidad.

Espero que entiendas las reglas del juego de la vida; y – porque hay tanto una regla positiva como
una negativa – te exhorto a no maldecir a nadie. Eclesiastés usó las palabras “rey” y “rico” porque
ellos son a menudo los más envidiados. Una persona no necesita ser millonaria, no obstante, para
ser envidiada. Podría simplemente ser un poquito mejor que otro. Alguien podría vivir en un barrio
mejor, pagar una renta mayor, tal vez incluso ir a un restaurante mejor, o comprar ropa mejor,
para ser envidiado. Por ello se nos advierte no maldecir al rey o al rico en nuestros pensamientos,
pues no se pueden ocultar, ya que todos los pensamientos son completamente una unidad; y por
una ley divina se mezclan recíprocamente entre uno y otro ser.

La conciencia parece estar dispersa, ya que todo el mundo está consciente en el exterior. Pero
nadie necesita pedirle ayuda a otro para cambiar su mundo si él lo cambia en el interior. Si otra
persona es necesaria para producir el cambio, ella lo hará – con o sin su consentimiento. No tienes
que seleccionar a la persona que va a desempeñar el papel de producir el cambio que has
imaginado. Él desempeñará su parte si es necesario, porque todos nos intermezclamos. Todo lo
que tienes que hacer es permanecer en el final, desde dentro.

Recuerdo una visita que hice a mi familia en Barbados, cuando me dijeron que no podría partir de
la isla hasta pasados siete meses; pero yo quería salir en el siguiente barco. Para mí, estar en ese
barco era mi final; así que – mientras estaba sentado en una silla en la casa de mis padres –
abordé el barco en mi imaginación y vi la isla como si estuviera partiendo. No sabía cómo
conseguiría abordarlo, pero una semana más tarde cuando el barco partió de la isla yo me
encontraba en él. Esto lo sé por experiencia.

En tu deseo de ir a cualquier lugar primero debes ir allí en tu imaginación, e incluso aquellos que
[ahora] puedan estar denegando tu pedido te ayudarán cuando llegue el momento. Yo me salí del
ejército de esa manera. Sabiendo que quería estar licenciado con todos los honores y estar en mi
apartamento de Nueva York, me quedaba dormido como si ya hubiera sucedido y yo ya estuviera
allí. Entonces mi capitán – que previamente había rechazado mi despido – cambió de idea y me
ayudó a salirme del ejército. Cualquiera puede hacerlo. Este juego es fácil de jugar y puede
resultar muy divertido. Piensa en un objeto que te gustaría poseer. Piensa en un lugar en el que
desearías estar. Luego encuentra un objeto en ese lugar y siéntelo hasta que se vuelva
sensorialmente vívido [en tu imaginación].

No la hagas una lámpara, sino “esa” lámpara; no una mesa, sino “esa” mesa. Siéntate en ese sillón
hasta que sientas el sillón a tu alrededor. Contempla el lugar desde ese sillón y tú estás allí, porque
eres todo imaginación y debes estar donde sea que estés en tu imaginación. Ahora, echa tu pan
sobre las aguas sintiendo el alivio de estar allí, y deja que tu genio – que es tu esclavo – construya
un puente de incidentes sobre el que cruzarás para sentarte en ese sillón, sostener esa lámpara y
tocar esa mesa.

En el Génesis, se cuenta la historia de Isaac – que no podía ver, pero era capaz de sentir –
llamando a su hijo, Jacob, diciendo: “Acércate hijo mío, que yo pueda sentirte. Tu voz suena como
la de mi hijo Jacob, pero al tacto eres como Esaú”. En ese momento, Jacob – el estado imaginario,
puramente subjetivo – poseía las cualidades de Esaú, el mundo objetivo. Así que Isaac le dio al
estado imaginario el derecho de nacer.

Como Isaac, tú puedes sentarte tranquilamente y con tus manos imaginarias puedes sentir la
diferencia entre una pelota de tenis, una de béisbol, una de fútbol y una de golf. Si no son nada
(porque son subjetivas y no objetivamente reales para ti en ese momento) entonces no podrías
discriminar entre ellas. Pero si puedes sentir la diferencia entre estas mal llamadas irrealidades,
entonces deben ser reales, aunque todavía no se hayan hecho objetivas para tus sentidos. En el
momento que les des realidad en el ojo de tu mente, se volverán reales en tu mundo.

Inténtalo sólo por diversión. Toma un objeto y dale las gracias al ser que hay dentro de ti por el
regalo. Luego dale las gracias al ser del exterior, ya que dentro y fuera son vicarios, como lo es la
vida; porque observando un olor, una mirada, o un sentimiento dentro, descubrirás que tú eres la
vida misma.
Sí, la vida es un juego. Pablo la llama una carrera, diciendo: “He finalizado la carrera, he peleado la
buena batalla y he guardado la fe”. Yo la llamo un juego. Ambos son competitivos; pero la
oposición es con uno mismo y no con otro, pues no hay otros. No trates de vengarte de otro.
Concédele el derecho de utilizar la misma ley para lograr su objetivo, aún cuando pueda ser similar
al tuyo. El conocimiento que compartes nunca te robará. Simplemente determina tu objetivo.
Siente que lo has logrado y echa tu pan sobre las aguas. Luego suéltalo y deja que el juego de la
vida se cumpla en tu mundo.

Ahora entremos en el silencio.

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