LA CRISIS LATINOAMERICANA-esta expresión con la que, desde hace mucho tiempo, tanto nativos como los
otros han recurrentemente calificado nuestras Condiciones de existencia como sociedades- asume hoy varias
dimensiones. Entre ellas, este texto explora los contornos de una crisis discursiva, que parece atravesar las
experiencias contemporáneas de construcción democrática en Gran parte del continente. Esta crisis discursiva
resulta de una confluencia Perversa entre, por un lado, el proyecto neoliberal que se instala en nuestros Países a
lo largo de las últimas décadas y, por otro, un proyecto democratizante, Participante, que emerge a partir de las
crisis de los regímenes autoritarios y Diferentes esfuerzos nacionales de profundización democrática. Esta es la
opinión Confluencia, y la crisis que de ella se origina, son particularmente visibles en el Brasil, aunque me parece
posible defender la idea de que, con diferencias de edad, Intensidad, considerando los diferentes ritmos y modos
de implementación De las medidas neoliberales y de los procesos democratizantes nacionales, Este escenario es
compartido por muchos de los países de América Latina. Enfoque a seguir lo que me parecen ser las
especificidades de esta crisis en el contexto Brasileña, marcada por la disputa político-cultural entre estos dos
proyectos y por los desplazamientos de sentido que ella opera en tres nociones – Sociedad Civil, Participación y
Ciudadanía - que constituyen las referencias centrales para El entendimiento de esa confluencia. Finalmente,
discuto de forma muy preliminar las implicaciones de ese proceso de re-significación para las representaciones
vigentes de política y de democracia y las posibilidades de enfrentamiento de esta crisis.
El proceso de construcción democrática enfrenta hoy en Brasil un dilema cuyas raíces están en la existencia de
una confluencia perversa entre dos procesos distintos, vinculados a dos proyectos políticos distintos. De un lado,
un proceso de ampliación de la democracia, que se expresa en la creación de espacios públicos y en la creciente
participación de la sociedad civil en los procesos de discusión y de toma de decisiones relacionadas con las
cuestiones y políticas (Teixeira, Dagnino e Silva, 2002). El marco formal de este proceso es la Constitución de 1988,
que consagró el principio de participación de la Sociedad civil. Las principales fuerzas implicadas en este proceso
comparten un proyecto democratizante y participativo, construido desde los años 80 al de la expansión de la
ciudadanía y de la profundización de la democracia. Ese mismo año el proyecto emerge de la lucha contra el
régimen militar emprendido por sectores de la Sociedad civil, entre los cuales los movimientos sociales
desempeñaron un papel fundamental. En el transcurso de este proyecto desde entonces, dos marcos importantes
deben mencionarse. En primer lugar, el restablecimiento de la democracia formal, con elecciones libres y la
reorganización partidista, abrió la posibilidad de que este proyecto, configurado en el interior de la sociedad y
que orientó la práctica de varios de sus sectores, pudiera ser llevado al ámbito del poder del Estado, a nivel de
los ejecutivos municipales y estatales y de los parlamentarios y, más recientemente, en el ejecutivo federal, con la
elección de Luis Inacio Lula da Silva como Presidente de la República. Así, los años 90 fueron escenario de
numerosos ejemplos de ese tránsito de la sociedad civil para el estado. Segundo, y como consecuencia, durante
ese mismo período, el enfrentamiento y el antagonismo que habían marcado profundamente la relación entre el
Estado y la sociedad civil en las décadas anteriores cedieron lugar a una apuesta por la posibilidad de su acción
conjunta para la profundización democrático. Esta apuesta debe entenderse en un contexto en el que el principio
de participación de la sociedad se ha vuelto central como característica distintiva de este proyecto, subyacente al
propio esfuerzo de creación de espacios públicos donde el poder del Estado pudiera ser compartido con la
sociedad. Entre los espacios implementados durante este período se destacan en los Consejos Gestores de
Políticas Públicas, instituidos por ley, y los Presupuestos Participativos, que, a partir de la experiencia pionera de
Porto Alegre, fueron implementados en cerca de 100 ciudades brasileñas, la mayoría gobernadas por partidos de
izquierda, principalmente el Partido de los Trabajadores (PT) . Por otro lado, con la elección de Collor en 1989 y
como parte estrategia del Estado para la implementación del ajuste neoliberal, hay emergencia de un proyecto
de Estado mínimo que se exenta progresivamente de su papel de garante de derechos, a través de la contracción
de sus responsabilidades sociales y su transferencia a la sociedad civil. Este último proyecto constituye el núcleo
duro del bien conocido proceso global de adecuación de las sociedades al modelo neoliberal producido por el
Consenso de Washington. Mi argumento es entonces que la última década está marcada por una confluencia
perversa entre estos dos proyectos. La perversidad estaría en el sentido de que, apuntando hacia direcciones
opuestas y hasta los proyectos requieren una sociedad civil activa de la propuesta. Esta identidad de propósitos,
en lo que se refiere a la participación de la sociedad Civil, es evidentemente aparente. Pero esta apariencia es
sólida y cuidadosamente Construida a través de referencias comunes, que hacen suyo Descifrar una tarea difícil,
especialmente para los actores de la sociedad civil implicados, a cuya participación se apela tan vehemente y en
términos tan Familiares y seductores. La disputa política entre proyectos políticos distintos se asume entonces el
carácter de una disputa de significados para referencias aparentemente comunes: participación, sociedad civil,
ciudadanía, democracia. La utilización de estas referencias, que son comunes pero que albergan significados muy
distintos, instala lo que se puede llamar de crisis discursiva: el lenguaje en la homogeneidad de su vocabulario,
oscurece diferencias, diluye matices y reduce los antagonismos. En ese oscurecimiento se construyen
subrepticiamente los canales por donde avanzan las concepciones neoliberales, que pasan a ocupar terrenos
insospechados. En esa disputa, donde los deslizamientos semánticos, los desplazamientos de sentido, son las
armas principales, el terreno de la práctica política se constituye en un terreno minado, donde cualquier paso en
falso nos lleva al campo adversario. La perversidad y el dilema que ella plantea, instaurando una tensión que
atraviesa hoy la dinámica del avance democrático en Brasil. Por un lado, la constitución de los espacios públicos
representa el saldo positivo de las décadas de lucha por la democratización, expresado especialmente –mas no
sólo por la Constitución de 1988, que fue fundamental en la implementación de estos espacios de participación
de la sociedad civil en la gestión de la sociedad. Por: El otro lado, el proceso de contracción del Estado y de la
progresiva transferencia de sus responsabilidades sociales a la sociedad civil, que tiene caracterizado por los
últimos años, estaría dando una dimensión perversa a estas jóvenes experiencias, acentuada por la nebulosidad
que rodea a las diferentes las intenciones que orientan la participación. Esta perversidad está claramente expuesta
en las evaluaciones de los movimientos sociales, de los representantes de la sociedad civil en los consejos de
gestión de los miembros de las organizaciones no gubernamentales (ONG) implicadas en asociaciones con el
Estado y otras personas que de una o de otra, vivencian la experiencia de esos espacios o se empezaron en su
creación, apostando por el potencial democratizarte que ellos y que, por lo tanto, Ellos perciben esa confluencia
perversa como un dilema que cuestiona su propio papel político: "¿qué estamos haciendo aquí?", Que proyecto
estamos fortaleciendo? "," ¿No ganaríamos más con otro tipo de estrategia que priorizara la organización y la
movilización de la sociedad, en lugar de actuar junto con el Estado? ".
El riesgo -real- que ellas perciben es que la participación de la sociedad civil en las instancias decisorias, defendida
por las fuerzas que sustentan el proyecto participativo democratizante como un mecanismo de profundización
democrática y de reducción de la exclusión, pueda acabar sirviendo a los objetivos del proyecto que le es
antagónico. El reconocimiento de los dilemas colocados por esa confluencia perversa impone, desde mi punto
de vista, inflexiones necesarias en la forma en que tenemos analizado el proceso de construcción democrática en
Brasil, las relaciones entre Estado y sociedad civil y la problemática de la constitución de espacios públicos y su
dinámica de funcionamiento. En realidad, lo que esta confluencia perversa vino a resaltar es una dimensión
frecuentemente olvidada: la inmensa complejidad de este proceso, que resiste a análisis simplistas y
unidimensionales. Una de esas inflexiones es la necesidad de conferir un mayor peso explicativo a la noción de
proyecto político, a nivel teórico, y en consecuencia, invertir, en el nivel empírico, en la investigación y análisis de
los distintos proyectos políticos en disputa, y especialmente en el esfuerzo de desvelando la creciente opacidad
construida por referencias comunes, a través de la explicitación de los desplazamientos de sentido que sufren.
Estamos utilizando el uso los proyectos políticos en un sentido cercano a la visión gramsciana, para designar los
conjuntos de creencias, intereses, concepciones de mundo, representaciones de lo que debe ser la vida en
sociedad, que orientan la acción política de los diferentes sujetos. La virtud específica de este enfoque, sobre la
que ya trabajamos ampliamente (Dagnino, 1998, 2000) está en el vínculo indisoluble que establece entre la cultura
y la política. En este sentido, nuestra hipótesis central sobre la noción de proyectos políticos es que no se reducen
a las estrategias de actuación política en el sentido estricto, pero expresan y vehiculan y producen significados
que integran matrices culturales más amplias. Por lo tanto, por ejemplo, ciertas versiones de las nociones que
destacamos aquí como Temas principales de la confluencia perversa -sociedad civil, participación y ciudadanía-
al mismo tiempo encuentran raíces y producen ecos en la lenta de una cultura más igualitaria que enfrenta las
distintas dimensiones del autoritarismo social de la sociedad brasileña. Otras reiteran bajo nuevas las visiones de
una democracia elitista y restringida que tienen caracterizado por el proyecto dominante en estas últimas décadas.
Una primera implicación de esta inflexión, que no analizaremos aquí, si se refiere a las relaciones Estado-sociedad
civil y la necesidad de repensar, a partir de de esta perspectiva, el análisis recurrente de esas relaciones que tiene
como eje central la brecha entre la sociedad civil -considerada como "polo de virtudes democratizantes "- y el
Estado, a menudo visto como" encarnación del Estado mal "y un obstáculo fundamental para la participación y la
democratización. Las mujeres
Las consecuencias negativas de esta visión homogeneizadora se agravan en la medida en la que tiende a
simplificar la inmensa complejidad del proceso de la construcción democrática y las relaciones que lo constituyen.
Así, el ritmo y la naturaleza de la construcción democrática encontrarían gran parte explicación en el análisis del
conflicto que deriva de esta división entre Estado y
Sociedad civil. La noción de proyectos políticos puede contribuir a superar esa situación
Visión homogeneizadora tanto del Estado como de la sociedad civil y el
Reconocimiento de su diversidad interna, como base para repensar sus propias
Relaciones. La identificación y la distinción clara de los diferentes proyectos políticos
Presentes en el interior del aparato de Estado y en la sociedad civil nos lleva a
Percibir que la brecha estructural entre Estado y Sociedad civil no es
Suficiente para entender sus relaciones. Por lo tanto, debe combinarse con
Otras brechas, constituidas por estos distintos proyectos, que no
Necesariamente coinciden con ella pero la atravesan. Esta perspectiva de
Análisis puede proporcionar un escenario mucho más complejo de la dinámica de la
Construcción democrática que la tan difundida reducción maniqueísta de los dos
Los polos principales de esta dinámica.
Un segundo punto propone un ejercicio preliminar de análisis de los
Desplazamientos de sentido por los cuales han pasado las nociones de sociedad
Civil, participación y ciudadanía, y sus implicaciones para el significado de
Política y democracia. Si estos desplazamientos expresan y configuran una
La disputa política, su análisis debe exponer los distintos proyectos que esos sentidos
Se esconden y revelan, contribuyendo a diluir la crisis discursiva que su
El oscurecimiento ha provocado.
El esfuerzo de identificación de los distintos proyectos políticos en disputa gana si se puede contribuir al
enfrentamiento de la crisis discursiva que atravesando el avance del proceso de construcción democrática en
Brasil. Esta es la opinión la identificación puede ayudar a exponer el conflicto y, en esa medida, reafirmar la
Política como un ámbito apropiado para su tratamiento y la democracia como
Formato capaz de albergarlo. La exposición del conflicto -que la confluencia
Perversa dificulta- puede sacar de ella su carácter perverso y mostrarla en aquello
Que es, una disputa político-cultural entre distintos diseños de sociedad y
Los respectivos sectores sociales en ellos empeñados.
Si la transparencia del conflicto puede constituirse en una alternativa eficaz,
Un camino posible pasa por la exacerbación de las diferencias entre esos proyectos,
Por un lado, y el debate abierto y la confrontación clara entre ellos, por otra. En esa ocasión
, Dos respuestas se delinean. Una es la exploración de forma más radical
Y efectiva de lo que se podría llamar "núcleos duros" del proyecto participatorio
Democrático. El primero de ellos parece ser la noción de derechos que,
Profundamente marcada por la carga igualitaria de su historia y por la experiencia
Reciente de los movimientos sociales que le añadieron la idea de la invención de
Nuevos derechos, puede resistir más duramente a las re-significaciones neoliberales. Uno
Otro "núcleo duro" residía en el segundo término de la noción de espacios públicos: la
El énfasis en la constitución de esos espacios, que en Brasil ocupó parte significativa
De la acción política de los sectores democratizantes durante los últimos años, Reorientaría para la lucha por su
calidad, para asegurar su calificativo
Públicos y lo que él promete. La existencia de espacios efectivamente públicos sólo
Se garantiza por la efectiva pluralidad y diversidad de sus participantes, por la
Equivalencia de sus recursos de información, conocimiento y poder. Qué
Se remite a otra, amplia y difícil, agenda cultural y política.