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EL Puesto. Det Homert En Et Cosmos Max SCHELER, INTRODUCGION EL PROBLEMA EN LA IDEA DEL HOMBRE Si se pregunta a un curopeo culto lo que piensa al mbre, casi si ‘Adan y Eva, la crea- gundo, el cfrculo de ideas la conciencia que el mo se elevé por primera vez en el mundo a un concepto de su ‘posicién singular mediante la tesi ‘qué” de todas las cosas. Con esta concep- mente la d el hombre y sélo cl hom- tre todos los seres. El tercer circulo de tulo de las ideas forjadas por naturaleza nucho um producto » de Ja evolueién del plancta ‘Tierra, distinguirfa de sus precursores en reino cl grado de complicacién con que se combinal él energia y facultades que en si ya existen cn In naturaleza infrahumana. Esos tres arecen entre si de toda wnidad. Po- seemos, pues, uiia antropologia cientifica;,otra filosd- fica’ y jotta teoléxica, que no se preocupan una de otra. Pero. ‘emios una idea unitaria del hombre. nultitud siempre creciente de cicn ¢ ocupan del hombre, ocultan la 10 mas de lo que la iluninan, por i se considera, ademis, que los de ideas tradicionales estin hoy dos, y de un modo muy espe- sta al problema del origen del ir que en ninguna época de la his- toria ha resultado el hombre tan problemédtico para st actualidad. Por eso me he en su relacién con el animal y con lar puesto metafisico del hombre queria parte de los resultados a que he I Ya el té y el concepto de hombre icrran ni siquiera gular puesto del hombre ¢ grupo de los vertebrados y de los 2 mamiferos. Es claro que —eualquicra que sea el re- sultado que ofrezca este modo de format cl concepto de hombre— el ser vivo llamado hombre, no silo est& subordinado al concepto de animal, sino constituye también una provincia relativamente muy pequefia del reino animal. Asi continéia sien cuando, con Li de la scri¢ de los vertebrados-mamiferos” —lo que, por lo demés, ¢s muy discutible objetiva y conceptual mente—; pucs también este Apice, como todo Apice de una cosa, sigue pertencciendo a Ia cosa dle que es pice. Mas prescindiendo por completo «le semejante concepto, que junta en la unidad del hombre la mar- cha erecta, la transformiacién de la colunmia vertebral, el equilibrio del cranco, el potente desarrollo cerebral del hombre y las transformaciones orginicas que la marcha erecta tuvo por consecuencia (como la mano de pulgar oponible, el retroceso de la mandibula y de los dientes, etc.), la misma palabra “hombre” designa en el lenguaje corriente y en todos los puchlos cultos, algo tan totalmente distinto, que apenas se encontrard otra vor del Ienguaje humano en que se dé andloga designa, en efecto, que se oponen del mo- do mas riguroso al concepto del “animal en general” ¥; por lo tanto, también a todos los mamiferos y verte- brados y a étos, en cl mismo sentido que, por ejem- plo, al infusorio Stentor, aunque no es discutible que dl ser vivo llamado hombre es, descle el punto de vis- ta morfolégico, fisiolégico y psicolégico, incompara- blemente mas parccido a un chimpaneé que el hombre y cl chimpancé a un infusorio. Es claro que este se- gundo concepto del hombre ha de tener un sentido y i tamente distintos del primero, que rincén muy pequefio de la rama de los vertebrados '. Llamaré a este segundo concepto el concepto esencial del hombre, en oposicién a aquel primer concepto sistemdtico natural. Fl tema de nucs- tra conferencia es: si ese segundo concepto, que con- cede al hombre como tal un puesto singular, incompa- rable con el puesto que ecupan las demis especies| base legitima, Moy DIFERENCIA ESENGIAL EN’ Y EL ANIMAL IOMBRE, En este punto surge la c tro problema. Si se concede én decisiva ra nues- tinto de los grados csenciales tratados hasta aqui ior a ellos, algo quc convenga especificamente 4.4 s6lo, algo que Is inteligencia y la accién no ago- Aqui cs donde los mente. Los eleccién al pues, sin dud man donde, an minos se separan mas neta- ‘en reservar la inteligencia y la jombre y negarlas al animal. Afirman, a esencial; pero la afir- »- no existe, Los otros, on espe- y de Lamarck, bién W. Ko cl hombre y el homo faber; y ite, ninguna clase de ser me- alguna del hombre, esto es, nin- ristica del hombbre como tal 50. nas. Yo sostenyo jombre y lo que podriamos am py no p maginasemos esas acrecentadas infinito Pero 0 perteneeer No. El seu en el vital externo. Lo qu mbre es un principio q ral: un p ¢s una manifestacién_parcial, Y: vicron la cxistencia de tal principio y lo “raz6n” *. Nosotros preferimos em; nar esta X, una palabra més comprensi bra que comprende el concepto dl que, junto al pensar ideas, comprende determinada especie de intuicién, la fenémenos primarios o esencias, y ad minada clase dle actos emocionales y v hemos cle caracterizat: “por ejemplo, ta amor, el arrepentimiento, la vencr labra es espiritu. Y denominaremos von 1a ondad, el Bsa pas sone al centro ro de Tas SENGIA DEL, ES! yer veces se hi ‘afueros con una palabra —un sélo pocos piensan 1 puede dai deuns I” cs su independencia, libertad 0 autonomia esencial —o la del centro lazos y a la presibn de lo org todo lo que pertenece a la “vi nera'de ser que este erisentido dindmicamente opues- , pro- Iégico de su sistema nervioso, clos, en 0, lo pulsos, Hoes dado; y | ‘élo como centro de resistencia a sus igico-psiquico imer acto en el drama de toda 58 conducta animal,‘en relacién con su medio. La ¢: tegra y exact mente a su idiosincrasia fisiolégica ¢ indirectament a la morfolégica; y'ademés, a Ia estructura de su impulsos y de sus sentidos, que for i unidad funcional. Todo lo que el animal puede apre hender y retener de-sumedio, se halla dentro de lo seguros limites ¢ hitos que rodean la estructura dé medio. EY segundo acto,en cl drama de animal; consiste en producir una m esta modificacién. El curso de Ia con tiene, pues, siempre esta forma: Animal = Medio Ahora bien, un ser dotado de espiritu es capaz de uuna conducta, cuyo! ‘mente opuesta, El pi acto de este nuevo drama, el drama del hombre, consiste“en que la conducta es niotivada por Ta pura manera'de ser de un comple} int tivo, clevadeo la dignidad de objeto; y es mo- tivada, en prinetpio, prescindiendo del estado fisio- I6gico: del organismo humano, prescindiendo de sus impulsos y de las partes externas sensibles del medi que aparecen juntamente en esos impulsos y estin de- terminadas siempre modalmente, esto es, épticamen- te, 0 actisticamente, EL segundo acto del drama consiste en reprimir libremente —o sea, partiendo del centro-de Ta persona— un impulso, o en dar rienda 99 la vex que existe, es por natura= de una expansién ilimitada: hasta ndo” de las cosas existentes. FI ani © en su mundo ambiente, que Heva ‘objetivamente”. La ‘0, la categorta acl animal no vive ya modo absohuta \ 60 y mediante Ia poral y de sus esquema corporal; pero frente al medio sigue concuciéndose extdticamente, aun en casos en que se conduce de un modo “inteligente” acto espiritual, en la forma en que el hombre puede realizarlo y en contraste con este simple anuneio del esquema corporal del animal y de sus contenidos, esté ligado esencialmente a una segunda dimension ¥ grado del acto Feflejo. ‘Tomemos juntamente este acto y su fin y Hamemos al fin de éste “recogimiento en si mismo” Ia conciencia que el centro de los actos espirituales tiene i como ya v Ino se posce a sim no es due- Y por ende tampoco tiene ev de si, BI recogimiento, Ia conciencia de si y la facultad y posibilidad de convertir en objeto Ia primi is tencia al impulso, forman, se consciente de si, con est: cidn de su existenci nueva reflexién y que hace posible el la segunda nota esen- no sdlo puede clevar et a Ia dimensién de “mundo” y hacer de ias “objetos”, sino que puede también —y esto ¢s lo mas admirable— convertir cn objetiva su Propia constitucién fisioldgica y pstquica y cada una de'sus vivencias psiquicas. Sdlo_por esto pucde ta iombre: cl hom bre, muy raros, pertar de la hipnosis, cn la sugestién de determinados téxico 4108, sino como movimiento de las cosas mismas d bre pi y Tepulsiones « dio. Ineluso « clertos rasgos dletesto esta cos: ‘mal no tiene un Bulbos ya su ean en la mudanza va siempre a p . BJ ani- ‘voluntad” que sobreviva a Tos im- io y pueda mantener la continuidad lc sus estados psicofisicos, Un animal por decitlo asi, a una distinta cosa de la que ” primitivamente, Es profundo ¥ exacto lo que dice Nietzsche: “El hombre es cl animal que pucde prometer”, De lo dicho resulta que son cuatro los grados esen- Giales en que se 110s presenta todo lo existente, desde cl punto de vista de su ser intimo y propio. Las cosas inorgénicas care ; recen, por lo mis de un modo on este mundo ‘Toda unidad corpérea lo es s6lo relativamente a determinada ley de su accién sobre otros cuerpos. Un ser vivo, por el contrario, es siempre un centro éntico 62 y forma siempre por st su’ ividualidad tempo-espacial, que no surge por obra y gracia de nuestra sintesis, condicionada biolégicamente. El ser vivo es una X, que se limita a si misma, Los centros inespaciales de fuerzas, que establecen la apariencia de la extensién en el tiempo, y « poner a la base de las imagenes «le los cuerpos, son centros cle puntos, fuerzas que acttian reciprocamente unas sobre otras y en las cuales convergen las lincas de fuerza de un campo. En cambio ¢ tivo de Ja planta supone un que el ser vivo, rclativamente est sumido, aunque sin anuncio retroactive de sus diversos estados. Pero la planta pose un "ser Y> Por tanto, esté animada. En cl animal existen la sensacién y la conciencia, y, por tanto, un punto cen- tral al que son anunciados sus estaclos orgénicos; el inimal esti, pues, dado por segunda vez a si mismo. Ahora bien: el hombre lo esta por tercera vez en la por tanto, debe n centro superior Ja antitesis del organismo y del medio. _ Dijérase, pues, que gradacién, on la cual igenio se va inclinando cada vex més so- bre si mismo, en I timando consigo mis y dimensiones sic Y poscerse integra , hasta comprenderse te en cl hombre, 63 OS DE GATEGORIAS ESPIRITUALES! ESPACIO Y TIEMPO como AS VaGiAs, tolégica del hombre —su ser da- permite comprender una serie posce la presa y ¢ cosa y sustancia plenamente ex Los animales superior n pelar, lo pela Ja cosa no se ha lo en otra, ot fija y previa a las distintas cosas y a Ia percepeién de las mismas; pero sobre todo carece dle aquella auto- concentracién que recoge toclos los datos «le los sen- tidos, con sus correspondientes impulsos, y los refiere aun “mund Como he demostrado.. : » el animal carece de. un verdadero espacio universal, que persista como fondo estable, ince i dle traslacién que verifica. formas vactas de espacio y niemtos ién humana de_ espacio y tiempo, que precede“® todas las sensaciones as, est en Ia posibilidad orginica esponténea de ejecutar movimientos y acciones env un orden de- terminado. Llamamos originariamente “vacio” al cumplimiento de las espe: abriga. Por eso el primer “y el vacto de nuestro cora el espacio y el tiempo si jue que anteceden a to por este exceso de la sobre su satisfaccién, ‘én tenga Tugar por wstéticas. —hech determinados casos na vacia del espacio, todavia informe, es intermedio de las s que ha_podi al menos como de tener conciencia de cualesquiera re la base de impulsos motores y de oder producirlos. Estos impulsos de en efecto, Jos principales causantes ’ kinestéticas, Este primitivo espacio iencia de alrededor”, sigue existien- ya edificado por completo el es- co cn que se da la diversiclad continua ‘extensién”. Bn el trénsito del ani- neontramos, pucs, tna’ completa i do vacio" 'y To “lleno”, tanto respecto del en ellas, como tam- cl nimero abstracto, separandole eto mayor © menor residente en las nimal vive completamente sumido en la realidad concreta de su-actual prescnie- Ts me. nester que las csperanzas nacidas de las tendencias y mulsos de_movi iento, excedan a obtienen que tenga lugar acto espac anteriores, “bisicos”, respecto de posibles de la percepcién y del 8. De este modo, y s el vacio de su propio corazon del espacio y cel ti 0888. Sdlo 1 chore e1 nicia este comete la concepeién natural del 66 mundo, ensefiéindonos que el espacio y el tiempo sélo son 6rdenes, posibilidaces y sucesién de las cosas y que n® tienen existencia alguna fucra e independiente- mente de éstas. Para el animal tampoco existe un es- pacio universal, como dije antes. Un porto vivird du- ante afios en un jardin y recorrera frecucntemente todos los parajes del mismo, sin lograr-nunca una ima- gen total del jardin y de la disposicién que los Arboles, arbustos, etc., tienen independientemente de la situa cién de su cuerpo, cualesquiera que séan las dimensio- nes de dicho jardin. Para el perro s6lo existen espacios ambientes, que cambian cuando el perro se mueve, y cl perro no logra coordinar esos espacios ambientes en ¢l espacio total del jardin, independiente de la po- sicién de su cuerpo. La razén de ello es que el animal_ no puede convertir su propio cuerpo y sus movimien- tos en objetos; no pucde incluir a situacién de_su propio cuerpo, como clemento variable, en su intuis_ cién del'espacio, y aprender a contar instintivamente,_ por decirlo asf, con la contingencia de su posicién, co. mo hace el hombre sin necesidad de ciencia. Esto que primariamente hace el hombre es el principio de lo que luego prosiguc la ciencia, La grandeza de la cien- cia humana consiste justamente en esto: que el hom- bre aprende en ella a contar cada vez en mayor me- dida consigo mismo y con toda su organizacién fisica ¥ psiquica, como si fuese una cosa extrafia, que sc n= contrase en rigurosas relaciones de causalidad con las demas cos forjarse wi agen del mundo, en donde los objetos son independientes en absoluto de la organizacién psi cofisica, de los sentidos (y de sus umbrales) de las 67 necesidlades (y «le los i las cosas) hu constantes ¢ ]ereses que éstas sienten por » Y por consiguiente permanecen vedio del cambio de posicién, de estado sensorial en el hombre, El hombre —en Guanto persona es el finico que puede elevarse por cncima de si mismo —eomo ser vivo— y partiendo or decirlo asi, allende cl mundo i todas las cosas, y entre ellas objeto de su cono fun- 0. El hombre es, por i mismo y al mundo. Como teorfa de la lo en Io esencis in de toda expe- 1 de todos los obje- de la exterma, sino cu Con esta » Kant por primera vez ef “esplritu teoria sobre 60 EL ESPiRITU COMO AGTUALIDAD PURA Con esto hemos defi ante cardcter del espiritu, El espfritu es cl tinico ser incapaz de ser objeto; es actualidad pura; su set se agota_eii“Ia libre realizacién de sus actos. El centro del espiritu, Ta péifona, no es, por lo tanto; no- set substancial ni ser objetivo, sino tan’ sélo un plexo 9 c, ¥ que se orden de actos;-determinado esen realiza continuamente a sf miisiié, en si mismo. Lo st'mismo”; es una serie de psiquico no se realiza ipio contemplar y hacer objetiva temas. Mas por Io sélo podemos reco, pero no objetivarlo, ‘7 pueden ser objetos, en cu Megar a tener parte ¥ por nosotros mismos sus donos”, como solemos ¢ de una persona y ser de nuestra persona, concentrarnos en demas personas to personas. Sélo podemos par en los actos aque necesitamos en ese jente de la conciencia humana lo ideac ante res, reacién anteriores oo do. Pero las ideas no existen después de las cosas, sino con las co- tinicamente en cl acto de la mn del mundo (creatio continua) jerno. Por eso nuestra correlacién de toque pehsamos “ideas”, no es 7g0_0 descubrimento de un esencial independiente de nosotros, "a coparticipacién en la produccién, ideas y de os valores coordi. 0, partiendo del origen mismo de antes, ni en, 9 Sas, y son eng conti estos actos, en tampoco orden e las cosas. 70 os i EL GONOCIMIENTO IDEATORIO DI: LAS. ESENCIAS COMO AGTO FUNDAMENTAL, DEL ESPIRITU aclarar mas en detalles ia de eso que llamamos J6r sera partir de un acto especifi eLacto de la ideacién, Bs éstc un acto completamente distinto de toda Tateligencia técnica, Un problema dé encia seria, por ejemiplo, el sig tengo hora un dolor aqui en el brazo; zcémo ha surgido, cémo puede ser climinado? Ave esto seria, en correspondencia, misién de la ciencia positiva. Pero pucclo tomar el mismo dolor como ejemplo de esta idad esencial, sumamente cxtraiia y asombrosa: que este mundo estdé en general man de dolor. Entonces lo que preguntaré sera: gqué es el dolor mismo, prescindiendo de que yo lo tenga aqui y ahora, y cémo debe de estar constituido el fondo de las cosas para que sea posible “el dolor en general”? La conocida historia de la conversién de Buda nos sunimistra un ejemplo grandioso de un acto ideatorio El principe ve un pobre, un enfermo, un a muerto, desy en el palacio d de haber permanecido afios enteros Estos conocimientos de las ¢: su padre, alejado de todas las impre- funciones muy diferentes. En primer témino, sumi NS} Pero en seguida toma esos tres ca- ~ _nistran a todas las ciencias positivas los axiomas st “existentes ahora, aqui y de tal o premos, que sefialan la direccivin de bservacién, como meros ejemplos dle una esencial nduccién y deduccién fecundas, realizackis por la in | mundo, que podemos aprchender en cligencia y el pensamic sivo. Mas para la ba de explicarsa | essentia\ del metafisica filoséfica, cuyo fin dltimo es cl conocimien- estructura eseneial, sobre tn pe- to del ser que es absolutamente, constituyen las vene Estas son las cuesti tanas abiertas sobre lo absolut, como deeia exacta- mente Hegel. No es posible, en efecto, a causas ehpiricas de naturaleza finita ni as autén- ndo, existencia de “algo” de estas Has. Todo ello s6lo puede ser atvibuicdo al espt- rasingular y uno, consid atributo del Ens a se suprasingular. Esta facullad de separar {a existencia y la esencia constituye la nota fundamen. tal del espiritu humano, en ta que se basen todas las dems. Lo esencial al hombre no es que tena sabe, lecia Leibniz, sino que tenga esencia a priori que sea capaz de adquititla, No ional “const 0, sobre cada ejemplo de. 1 nde eseneias, pres jnero dev obs: Ey [A REDUGGION FENOMENOLGGIGA COMO Par la esenc aqui més profundamente en debemos representarnos la tra- ma de los actos que conducen al acto de la ideacién. Consci ‘onscientemente, el hombre pone en aietica una ténica que puede lamarse anulacién fic- del cardcter de realidad. El animal vive totalmen- teen k » yen Ia realidad, Mas toda realidad aren el espacio, o un lugar en el tiem. au, y, en segundo témino, un modo stra In percep- ””. Pues bien; ser hombre esa clase ucla Io sabfa, cuando decia que es (cn plar todas las cosas, pero terrible ser a, cuando explicaba la contem- como tn acto por el cual el alma placién de se desvi es necesario saber en qué consiste pr vivencia de la realidad, No puede s alguna (azul, duro, etc.) que corresponda especi mente a la impresién de la realidad. Ni la perce} cién, ni cl recuerdo, ni el pensamicnto, ni ningén ot acto perceptivo posible pucde procurarnos esta in presi6n, pues lo que nos dan es exchusivamente la me nera de ser las cosas; jamés su lamente la hay para nuestros im vida impulsiva, para nuestr . La vivencia primaria de la reali de “la resistencia que ofrece ‘¢ tc ho viene nunca condicionada por solos ¢ lo y el proceso normal del sistema nervioso. Hi de cxistir a la vez un movimiento impulsivo, ya sea apetencia 9 de repugnancia, aun cuando se trate de ms simple sensacién. Por tanto, si una sacudida cl nuestro impulso vital es condicién ineludible de tos posible percepcién, las resistencias ejerciclas aquel impulso vital por los centros y los sel fuerza residentes en el fondo de las imigencs cle lo cuerpos que integran el medio —Ias “imagenes se sibles” mismas carecen de toda accién causal— pue. den ser vividas ya en un punto del proceso temporal de una percepeién, en cl cual no se haya legado to- davia a la percepcién consciente de una imagen, La vivencia de la realidad no es, pues, posterior, sing anterior a toda “representacion” del mundo, Qué significa, pues, aquel enérgico “no” de que antes ha- blabamos? ;Qué significa desrealizar cl mundo o "cl mundo? No significa, como cree Husser “angustia fundan) don ‘giones | le acto de des- fondo, sélo pucde con- los formas puras”. realizaciin, acto ascético en ser que forma de “volun- la inactualizacién de ese cen teme y rehuye, el hombre es el ser que sabe degir no, cl ascota de la vida, el eterno protestante éontsd toa mera realidad. En comparacién también con cl ani- mal (cuya existencia es Ia encarnacion del filistcts mo), es el eterno “Fausto”, la bestia cupidissima re- Tum novarum, nunca satisfecha con la realidad cit- cundante, siempre Avida de romper los limites de su ser ahora, aqui y de este modo, dle su “medio” y de su propia realidad actual. Jin este sentido ve tam= bién S. Freud en el hombre el represor de sus im- pulsos” —en su obra Allende el principio det placer. Y s6lo porque es esto, pucile el hombre edificar sobre el mundo de su percepci miento; y por otra parte —latente en Ios impr energia cl es. mbre puede idades sublimar espirit les, 7

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