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puede entenderse que haya vulneración al principio de buena fe por parte del
proveedor.
Tampoco -continúan los jueces- se vulneró el principio de buena fe en
alguna de las cláusulas del aludido instrumento, en tanto, por una parte no
puede desconocerse que los documentos tienen su origen en deudas morosas o
vencidas, respecto de las cuales los deudores no pod ían sino estar en
conocimiento, no pudiendo imputarse dicha vulneraci ón solo en el supuesto
de no establecerse en forma exhaustiva la obligación que se reconoce. Por otra
parte la mantención de la deuda en los boletines comerciales no tiene como
origen el documento cuestionado, sino que en las morosidades de las deudas
primitivamente contraídas.
En otro aspecto, tampoco se entiende contraria a la buena fe la cl áusula
tercera desde que constituye una obligación del proveedor la abstenci ón de
ejercer acciones de cobro, pudiendo solo ejercitar aquellas necesarias para
interrumpir los plazos legales de prescripción, lo que no puede sino entenderse
que el sentido principal y propio del documento fue solo el otorgar una
extensión de plazo para servir la deuda, manteniendo ésta su existencia,
incluidos los plazos de exigibilidad. En relaci ón a la cláusula cuarta, ella no
constituye sino solo la escrituración de un derecho que tiene todo acreedor en
nuestra legislación de poder ejercer las acciones para el cobro de sus cr éditos.
Por último, refiriéndose a la institución de la novación, advierten los
sentenciadores que del instrumento en examen se desprende que el suscriptor
reconoce la existencia de una obligación y se obliga a pagarla en cuotas,
según las condiciones señaladas en el documento, lo que permite aseverar que
no constituye novación, por cuanto al suscribir dicho documento el deudor
efectúa tal reconocimiento, además de limitarse dicho documento a dar un
nuevo plazo para cancelar la deuda reconocida, lo que conforme al art ículo
1649 del Código Civil, no constituye novación. En consecuencia la
mantención como morosos de los deudores que suscribieron el documento de
marras, ha sido reclamada por la demandante como consecuencia de la
novación que alega, la que ha sido desestimada, y por ende lleva a concluir
que no ha existido por la demandada vulneración de los art ículos 18 y 19 de
la Ley 19.628.
Sin perjuicio de lo anterior, con la modificación introducida por el
artículo 7 a) de la Ley 20.575 de 17 de febrero de 2012 al art ículo 17 inciso
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los casos en que un deudor tiene derecho a que sus deudas sean eliminados de
los registros de almacenamiento de datos, dentro de los cuales se encuentra el
haber sido extinguida éstas, como ocurriría, por ejemplo, si hubiere operado
la novación de los créditos. Por último, tampoco se dieron por infringidas las
normas reguladoras de la prueba, única hipótesis en que esta Corte podr ía
revisar los hechos establecidos por el tribunal de la instancia.
OCTAVO : Que en este punto de la reflexión vale poner de relieve
que la particularidad que -en cuanto constituye su objetivo directo- define al
recurso de casación en el fondo, es que permite la invalidaci ón de
determinadas sentencias que hayan sido pronunciadas con infracci ón de ley,
siempre que esta haya tenido influencia sustancial en su parte resolutiva o
decisoria. Semejante connotación esencial de este medio de impugnaci ón se
encuentra claramente establecida en el artículo 767 del C ódigo de
Procedimiento Civil, que lo instituye dentro de nuestro ordenamiento positivo
y se traduce en que no cualquier transgresión de ley resulta id ónea para
provocar la nulidad de la sentencia impugnada, la que no se configura en el
mero interés de la ley, sino sólo aquella que haya tenido incidencia
determinante en lo resuelto, esto es, la que recaiga sobre alguna ley que en el
caso concreto ostente la condición de ser decisoria litis.
En tal sentido, esta Corte ha dicho que las normas infringidas en el fallo
para que pueda prosperar un recurso de casación en el fondo han de ser tanto
las que el fallador invocó en su sentencia para resolver la cuesti ón
controvertida, como aquéllas que dejó de aplicar y que tienen el car ácter de
normas decisoria litis, puesto que en caso contrario esta Corte no podr ía
dictar sentencia de reemplazo, dado el hecho que se trata de un recurso de
derecho estricto. (CS, 14 diciembre 1992, RDJ, T. 89, secc. 1ª, pág. 188).
NOVENO: Que no debe perderse de vista que el recurso de casaci ón
en el fondo persigue instar por un examen del juicio conclusivo de la cuesti ón
principal, desplegado en la sustancia misma de la sentencia definitiva o
interlocutoria que se busca anular, cuyos desaciertos jur ídicos s ólo autorizar án
una sanción procesal de esa envergadura en la medida que hayan trascendido
hasta la decisión propiamente tal del asunto, definiéndola en un sentido
distinto a aquel que se imponía según la recta inteligencia y aplicaci ón de la
normativa aplicable.
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10.- Por otro lado, del examen de la cláusula segunda del documento se
aprecia que pese a haber suscrito el consumidor el denominado “
reconocimiento de deuda y compromiso de pago”, se alega que no se
produciría el efecto novatorio de la obligación, lo cual justificar ía la
mantención de la información comercial ya consignada en los registros de
morosidades.
Lo anterior nos permite concluir que la voluntad de los consumidores se
limitó a adherir a los términos propuestos por el proveedor como una
condición establecida para acceder a los bienes o servicios ofrecidos por la
demandada, y que las expectativas razonables de los consumidores
coincidieron con lo que un consumidor de nivel promedio, estim ó como un
estado normal para el acto celebrado. En otras palabras, la suscripci ón del
contrato de crédito las eliminaría del Boletín Comercial y lo liberar ía de la
carga de las anotaciones de morosidad, error al cual f ácilmente pudo arribar
el consumidor promedio, que por lo general -es una hip ótesis aceptada- act úa
desprovisto de elementos técnicos, jurídicos o culturales que son propios e
inherentes al ámbito de una práctica comercial cotidiana.
11.- Que así las cosas es posible calificar tanto al título preliminar como
a la cláusula segunda del instrumento denominado “Reconocimiento de
Deuda y Compromiso de Pago” independiente de la nomenclatura que las
partes utilice, n como cláusulas teñidas de abuso o falta de reciprocidad
contractual, (María Victoria Bambach. “Las cláusulas abusivas ”, en
“Contratos”, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1991, p. 51) en los
términos de la letra G del artículo 16 de la Ley de Protección de los Derechos
de los Consumidores. Lo anterior por cuanto se establecen desplegando un
desequilibrio importante en los derechos y obligaciones que para las partes
derivan de tales instrumentos, en cuanto, por un lado, la primera entrega al
proveedor la facultad de determinar a discreción el monto total de la deuda
sin posibilidad de permitir al consumidor conocer por qué ítems se compone o
se desglosa y si acaso se han aplicado a la deuda en forma ajustada y correcta
los intereses, comisiones y gastos correspondientes. De este modo se transgrede
el principio general que inspira dicho estatuto traducido en la obligaci ón y la
carga del proveedor de entregar información veraz y oportuna al consumidor
a modo de salvaguardar del derecho a la libre elecci ón, y en cuanto por otro
lado, la segunda establece que pese a su suscripci ón no se producir ía novaci ón
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instancia pronunciado por el 22° Juzgado Civil de Santiago bajo la causa Rol
C-1746-2002 señala que “el juez en lo civil toma en cuenta, en su fundamento
vigésimo sexto, que el literal g) del artículo 16 de la ley 19.496 otorga el
carácter de abusivas a las cláusulas que contrar íen las exigencias de la buena
fe, atendiendo a parámetros objetivos, y con ello causen un desequilibrio
importante en los derechos y obligaciones que se deriven del contrato en
perjuicio del consumidor(…) Precisa que la buena fe a que alude el precepto
corresponde a su dimensión objetiva, esto es, el deber de actuar leal y
correctamente en el desarrollo de las relaciones contractuales, suponiendo la
confianza en la conducta leal de la otra parte en cuanto no se ver án
defraudadas sus expectativas; de esta manera, la infracci ón de este deber de
buena fe se manifiesta en la existencia de un desequilibrio que es significativo
si con él se vulneran las expectativas del consumidor, impidiendo la obtenci ón
del fin perseguido mediante la contratación del bien o servicio, para lo cual
debe tenerse presente, en el caso concreto, la funci ón del contrato de cr édito
suscrito”, ello para posteriormente proceder a confirmar, en lo sustantivo, la
calificación de las clausulas objeto de la discusión como abusivas, del mismo
modo que en su oportunidad lo efectuó la Corte de Apelaciones de Santiago
bajo el Rol 5992-2014.
13°.- Que, por todos los antecedentes y razonamientos precedentemente
colacionados, es que este previniente es del parecer de casar de oficio la
sentencia en razón de no haber declarado de conformidad al art ículo 16 letra
G de la ley N° 19.496 que el denominado “Reconocimiento de Deuda y
Compromiso de Pago” tiene la tipificación de abusivo, originando un
desequilibrio importante en los derechos y obligaciones en perjuicio de los
consumidores, y en consecuencia revocar la sentencia de primera instancia,
declarando la nulidad de las mencionadas estipulaciones sin afectar la validez
general del instrumento, ello en razón de haberse extinguido el primitivo
vínculo, estimándose que los consumidores dejaron de estar en mora en el
pago de las obligaciones primitivas desde la fecha de la suscripci ón del
referido reconocimiento no pudiendo permanecer anotados bajo dicha
nomenclatura en el Boletín Comercial de la Cámara de Comercio.
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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema