[opiniones]
[políticas]
[referencias]
Dinámicas y formas del paisaje
Metodología de la investigación
atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
[opiniones]
Tomando como referencia el texto “Las cinco puertas del paisaje” (Besse, 2006)
podemos analizar las diversas miradas que en la época moderna y contemporánea
se han volcado sobre este concepto, con múltiples disciplinas centradas en su
estudio, más allá de las que podemos decir son las clásicas. La estructura que
el autor plantea nos parece que hace un barrido global además de relacionar
disciplinas al englobarlas dentro de cada una de las entradas que define:
“El paisaje puede ser definido, en mi opinión, 1) como una representación cultural
(principalmente informada por la pintura), 2) como un territorio producido por las
sociedades a lo largo de la historia, 3) como un complejo sistémico que articula a los
elementos naturales y culturales en una totalidad objetiva, 4) como un espacio de
experiencias sensibles rebeldes a las diversas formas posibles de objetivación, 5) y
por último, como un sitio o un contexto de proyecto”.1
Más allá de dar como buena esta compartimentación, que creemos puede
considerarse una historia por disciplinas y que puede descaracterizar muchos
de los estudios que se citan valorando sólo una parte de ellos2, nos interesa el
recorrido breve por toda esa diversidad de miradas para que se pueda apreciar
las diferentes maneras que se ha tenido a lo largo de la historia de percibir y
valorar el paisaje según “el cristal con el que se mira”. A partir del texto original
de Besse, nuestra propuesta surge de compactar alguna de las entradas al
sopesar los criterios que se pueden considerar similares desde una mirada actual
y los resultados también, así hemos unificado la categoría del paisaje como
representación cultural y la del paisaje como contexto de proyecto, al valorar que
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
los proyectos de paisaje pueden agruparse según los principios de los que partan.
Las acciones realizadas por todos los artistas de Land Art y muchos arquitectos
y paisajistas en sus intervenciones territoriales, o más puntuales en acciones
urbanas, tienen una carga estética importante y el proceso de reversión a la
sociedad tiene un significado más artístico y por tanto equiparable a lo que en su
época significaron los grandes cuadros de paisaje como elementos que reflejaban
y enviaban un mensaje meditado por el artista.
Las entradas quedarían, por tanto, como paisaje y arte, paisaje y pensamiento,
paisaje y naturaleza, y paisaje y territorio, lo que sigue la línea de la colección
de textos “Pensar el paisaje” que recogen los cursos del mismo título dirigidos
por el Javier Maderuelo en el Centro de Arte y Naturaleza de la Fundación Beulas
en Huesca, donde se analizan además de los temas anteriormente citados
dos relacionados con historia y patrimonio, que en nuestra propuesta estarían
distribuidos por las entradas anteriormente citadas. Entendemos que ya no es
necesario hacer la matización de que paisaje es cultura, que se entiende como
superposición de acciones y dinámicas en distintas capas temporales, resultando
un palimspesto y que estos conceptos están ampliamente reconocidos en los
procesos de ordenación y gestión de los territorios y de sus paisajes.
[paisaje y arte]
En el análisis del paisaje como representación cultural, se recogen los conceptos de
paisaje in situ o in visu, es decir, paisaje real o paisaje representado y los estudios
que sobre ello se han realizado. Se analiza el paisaje como lectura que se hace
del mundo, intervenida por los códigos culturales del momento de su aparición, ya
sea pintura o literatura o cualquiera otra de sus representaciones. Existe por tanto
una iconografía del paisaje y sobre la determinación del origen del concepto de
paisaje que se asocia a la aparición del primer cuadro, o representación gráfica,
de paisaje se han realizado numerosos estudios y publicaciones.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
ordenado al modo de un jardín suele ser lo común en estas primeras pinturas; ya Mas nunca se vio niebla huir por vientos
cerca del Cinquecento se comienza a reflejar el medio abierto, fuera del control del como aquel día, o ríos por la lluvia
o el hielo, cuando el sol abre los valles.
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
Huida a Egipto.Giotto. 1306. Mural en la capilla de los No me toques. Fra Angelico. 1446. Mural en la Adoración del Cordero (parte).Jan Van Eyck.
Scrovegni, Padua. iglesia de San Marcos, Florencia. 1432.
hombre, de la ciudad, pero como territorio civilizado: los palacios colonizando las cumbres y los caminos que atraviesan
las montañas manifiestan una nueva visión del mundo donde las fuerzas de la naturaleza empiezan a estar controladas
y dominadas, en parte, por los distintos conocimientos que empiezan a desarrollarse en esta época.
La pintura, como parte de las labores artísticas, es un reflejo de lo que ve la sociedad de una época y a la vez es
un instrumento educador de cómo debe verse e interpretarse el mundo, por lo que cualquier cambio en las técnicas
pictóricas influyen en el resultado del cuadro y a la vez da al pintor más herramientas de trabajo para transmitir a
través de su obra4. El perfeccionamiento de las técnicas de pintura al óleo5 que se producen en la escuela de Flandes
y se reflejan en las obras de Jan van Eyck donde se representan los paisajes de las tierras bajas, culminarán en lo que
para algunos autores se puede considerar el nacimiento del paisaje en la cultura occidental: los paisajes pintados por
Patinir, donde se refleja una nueva manera de interpretar el mundo y donde el paisaje pasa de ocupar un segundo
plano en el cuadro, los fondos, a adquirir un protagonismo mayor en la obra expandiéndose por toda la tela y ganando
4 En el arte, “si cambian las normas, los cánones, los principios del orden, cambian las formas de
representación, cambian las formas de representación. Puede haber órdenes muy constrictivos; puede haber
soltura, puede haber ajustes y equilibrio. Esta manera de hacer y pensar en el orden creativo, por ejemplo en
pintura, puede traspasarse como modelo mental a la comprensión del estilo del cosmos. Averiguar el ajuste entre
la norma y la forma ha sido el objeto de casi todos los acercamientos geográficos al paisaje desde Ritter.”
(Martínez Pisón, 2008).
5 Este perfeccionamiento complementa el uso de la perspectiva que se inicia en las escuelas italianas. La
técnica consiste en el uso de veladuras, en tenues capas de óleo aplicadas unas sobre otras y todas sobre un
soporte que consta de una tabla de madera pulida y pintada de blanco, con lo que se logra una reflexión de la
luz con el consecuente brillo de la pintura y una sugestión de profundidad.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
A lo largo del siglo XIX, la publicación de los resultados de los viajes de Alexander
von Humboldt recorriendo América va a provocar la visión de la Naturaleza como
un gran todo armonioso, las figuras que acompañan al texto científico reflejan
unos paisajes que aúnan esos datos con el goce estético. Las representaciones
de la naturaleza salvaje, con ejemplos escénicos de la mano de Dios influyen en
las escuelas pictóricas de Estados Unidos, con lo que la imagen que se trasladará
a las generaciones posteriores del paisaje americano es el de un territorio sin
huellas históricas y que mediante su representación sirve para “la creación de Weizenfelder. Jacob van Ruisdael. 1670
Como en todos los temas en los que las investigaciones son múltiples, existen
variaciones en la consideración del comienzo de una nueva etapa, siempre decisiva,
y un elemento bisagra que marca una nueva manera de interpretar y representar la
naturaleza. La salida del artista al campo es, para un gran número de expertos, un
momento crucial en la historia del paisaje, para algunos su verdadero nacimiento,
y van tres. En el ensayo de Bernardino de Pantorba sobre el paisaje marca como
pasos fundamentales los dados por Constable, para rematar el paisajismo clásico,
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(1)Adolph Gottlieb, Sin título, ca. 1966. Colección de la Adolph and Esther Gottlieb Foundation, Nueva York. (2)Frederic Edwin Church,
Iceberg, New Foundland, 1859. Cooper-Hewitt, National Design Museum, Smithsonian Institution, Nueva York, regalo de Louis P. Church (1917-
4-296-c). (3)Mark Rothko, Sin título, 1969. National Gallery of Art, Washington, D.C. (4)Gerhard Richter, 2.1.1978, 1978. Kunstmuseum
Winterthur, Winterthur. (5)Frederic Edwin Church, Marina con casquete glaciar a lo lejos, junio o julio de 1859. Cooper-Hewitt, National
Design Museum, Smithsonian Institution, New York. (6)Barnett Newman, El nombre, 1949. National Gallery of Art, Washington, D.C., 1949,
regalo de la Woodward Foundation, 1976 (1976.56.119). (7)Vincent Van Gogh, Raíces de árbol en tierra arenosa, 1882. Kröller-Müller
Museum. (8)Ernst Ferdinand Oehme, El Wetterhorn y el glaciar de Rosenlaui, Staatliche Museen zu Berlin, Kupferstichkabinett, Berlín.
(9)Caspar David Friedrich, El invierno, ca. 1803. Staatliche Museen zu Berlin, Kupferstichkabinett, Berlín. (10)Jackson Pollock, Sin
título, 1951. The Museum of Modern Art, Nueva York. (11)Anselm Kiefer, Sobre todas las cumbres hay paz, 1971. The Metropolitan Museum
of Art, Nueva York. (12)Adolph Gottlieb, Paisaje imaginario nº 2, 1956. Hirshhorn Museum & Sculpture Garden, Washington, D.C. (13)J.
M. W. Turner, Castillo de Dunstanburgh, Northumberland, ca. 1828. Tate, Londres. (14)John Constable, Estudio de nubes sobre un paisaje
amplio, 1830. Victoria & Albert Museum, Londres. (15)Max Ernst, Sol. Colección privada.
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y por Turner, que con una frase encierra la nueva manera de entenderlo en ese momento: “las cosas no hay que
pintarlas como son, sino como se ven”. Tras esta sentencia el camino hacia el Impresionismo está allanado.
Pero el arte del paisaje, que en este momento de la segunda mitad del siglo XIX alcanza la cima en sus logros,
comienza a caer en picado en los primeros años del nuevo siglo y con el desarrollo de las vanguardias. Se
considera un estilo que trae aires del antiguo régimen considerándose únicamente decorativo y por tanto no con
suficiente fuerza como para representar la nueva era en la que la máquina representa la idea de progreso. Bien
es cierto que hay intentos por parte de las primeras experiencias cubistas en utilizar el paisaje con ese nuevo
lenguaje pero no consiguen afianzarse, ya sea por lo encorsetado del estilo o por provocar una ruptura total con lo
que se está haciendo en los mismos años por otros artistas. No es hasta mitad del siglo XX cuando se comienza de
nuevo a utilizar la representación del paisaje de una manera más notable. Para unos hay una relación genealógica
entre la tradición romántica del norte de Europa y el expresionismo abstracto de la Escuela de New York con
Rotckho a la cabeza. Estas teorías expuestas por Robert Rosenblum en 1972 en un ciclo de conferencias que se
recogerán en una publicación posterior, tenían una avanzadilla en un pequeño artículo publicado en 1961 en la
revista ARTSnews 59:
[…] Lo sublime, que surge con Longino, fue explorado con fervor durante el siglo XVIII y a comienzos del XIX, y es una
recurrencia constante en la estética de escritores de la talla de Burke, Reynolds, Kant, Diderot y Delacroix. Para éstos,
así como para sus contemporáneos, lo sublime proporcionaba un receptáculo semántico flexible que permitía expresar
las nuevas y oscuras experiencias románticas de sobrecogimiento, el terror, la experiencia de la infinitud y de lo divino,
que comenzaban a romper los recatados confines de los sistemas estéticos precedentes. Tan impreciso e irracional como
los sentimientos que trataba de nombrar, lo sublime podía aplicarse tanto al arte como a la naturaleza: de hecho, una
de sus expresiones más importantes fue la pintura de paisajes sublimes.
[…] En su Crítica del Juicio (1790), Kant nos explica que en tanto que “lo bello en la naturaleza se refiere a la forma
del objeto, que consiste en su limitación, lo sublime, en cambio, puede encontrarse en un objeto sin forma, en cuanto
en él, u ocasionada por él, es representada la ausencia de límites”. (I Parte, Libro II, parágrafo 23). En efecto: esa
sobrecogedora confrontación con una ausencia de límites, en la que experimentamos una totalidad igualmente poderosa,
es una idea dominante que vincula con continuidad a los pintores de lo sublime romántico con un grupo de pintores
norteamericanos recientes que busca lo que podría denominarse lo “sublime abstracto”. En el contexto de dos escenas
de meditaciones ante el mar de dos grandes pintores románticos –el Mönch am Meer (“Monje a la orilla del mar”), de
Caspar David Friedrich, pintada hacia 1809 y The Evening Star (“La estrella de la tarde”) de Joseph Mallord William
Turner–, la obra Light Earth over Blue (“Luz y tierra sobre azul”) de Mark Rothko, de 1954, revela afinidades visuales y
emocionales. Al sustituir las fisuras abrasivas y desiguales de las gargantas reales y abstractas de Ward y Still por un
fenómeno no menos paralizante de luz y vacío, Rothko, al igual que Friedrich y Turner, nos coloca en el umbral de esas
infinidades carentes de forma de las que hablaban los estetas de lo sublime. El diminuto monje de Friedrich y el pescador
de Turner establecen, como el ganado en Gordale Scar, un conmovedor contraste entre la vastedad infinita de un Dios
panteísta y la infinita pequeñez de Sus criaturas. En el lenguaje abstracto de Rothko, un detalle tan literal como ése –un
puente de empatía entre el espectador real y la presentación de un paisaje trascendental– ya no es necesario; nosotros
mismos somos el monje frente al mar, silenciosos y contemplativos frente a esas enormes pinturas mudas, como si
observáramos una puesta de sol o una noche de luna llena. Al igual que la trinidad mística formada por el cielo, el agua
y la tierra que en el Friedrich y el Turner surge emanando de una fuente oculta, las franjas flotantes y horizontales de
luz velada de Rothko parecen esconder una presencia absoluta, remota, que sólo intuimos y jamás alcanzamos a captar
del todo. Esos infinitos e intensos vacíos nos transportan, más allá de la razón, hasta lo sublime; lo único que podemos
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
hacer es rendirnos a ellos en un acto de fe y dejarnos absorber por sus radiantes profundidades.
[…] Un cuarteto formado por los lienzos más grandes de Newman, Still, Rothko y Pollock podría interpretarse fácilmente
como un mito de un Génesis posterior a la Segunda Guerra Mundial. Durante el romanticismo, los elementos sublimes de
la naturaleza eran prueba de la existencia de lo divino; hoy en día, las experiencias sobrenaturales de esa envergadura
se expresan solamente a través del medio abstracto de la pintura. Lo que era panteísmo (“Pantheism”) se ha convertido
ahora en una especie de “pintura-teísmo” (“Paint-theism”).
Las teorías que defiende por otra parte Javier Maderuelo del paisaje como secularización del arte, de desempolvarse de
la producción de imágenes religiosas para describir el mundo que se ofrece ante los ojos de los artistas de cada época,
difiere de las teorías de Rosenblum, llegando a considerar que no es posible denominar paisaje a las pinturas de los
artistas expresionistas antes citados, y son las obras de dos artistas ajenos a la pintura los que recuperan la exploración
de nuevas caras del concepto de paisaje: John Cage, músico, y Isamu Noguchi, escultor. La influencia del primero en la
generación de artistas americanos de los años sesenta se debía a los postulados de la indeterminación de la obra de arte
que liberaba a “la escultura de la objetualidad, la masa y la forma definida para abrirse a temas como la inmaterialidad,
la acción, la improvisación, el territorio y el paisaje”6.
La aparición de toda una serie de artistas en Estados Unidos influenciados por las ideas de Cage y, en los mismos
años, la generación que surge en Inglaterra al amparo de la Saint Martin’s School of Art produce una eclosión de
obras-experiencias en el territorio y con el paisaje como protagonista. De nuevo un cambio radical en la manera
de transmitir las experiencias artísticas provoca una serie de obras novedosas que, hoy en día, casi cincuenta
años después de la realización de alguna de ellas se siguen considerando actuales. La coincidencia de la aparición
de estas obras, de las inquietudes que llevan a estos artistas a su realización coincide con una crisis mundial que
da pie a la aparición de los movimientos ecologistas a nivel global y la nueva conciencia de estar el hombre en
la Tierra.
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[paisaje y pensamiento]
Las distintas corrientes que estudian e investigan en paisaje desde distintas
disciplinas sugieren que el concepto de paisaje como tal no puede reconocerse
hasta que en una civilización no existe una palabra que lo designe, una descripción
o representación del territorio mediante literatura, poesía, pintura o alguna
manifestación artística, y la aparición de jardines, pequeñas miniaturas de los
territorios creados para el disfrute y la contemplación7. Aunque parezca una
obviedad el concepto de paisaje está ligado al desarrollo de una civilización y de
su pensamiento, su cultura8.
7 (Berque, 1994).
8 “Tal como explican ciertas corrientes filosóficas, sólo se llegan a
conocer las cosas y los fenómenos cuando se logra nombrarlos y se pueden
describir”. (Maderuelo, Paisaje y arte, 2007, pág. Introducción).
9 En la segunda acepción recogida en el diccionario de la RAE se establece
que significar, dicho de una palabra o una frase, es ser expresión o signo
de una idea, de un pensamiento o de algo material.
10 (Núñez Florencio, 2008).
11 En esta denominación del hombre en movimiento están incluidos todas las
acciones que resultan del paso del hombre por un territorio, desde la acción
directa sobre él hasta el leve paso de la mirada.
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griegas o romanas o el Dios de los Libros Sagrados, manejan a su antojo los medios naturales para atemorizar y
castigar a la población, aún sin motivo.
Los cambios en el pensamiento clásico que aparecen en el Renacimiento, van a dar paso a la modernidad, y son
modificaciones fundamentales en la manera de estar el hombre en el mundo. A mitad del siglo XVI la obra Nicolás
Copérnico supuso un primer quiebro al mundo cerrado medieval al poner en movimiento la Tierra y romper con
lo que se percibía, que el sol era el que se movía y así se apreciaba a lo largo de la jornada.
Ya en el siglo XVII aparece la obra de Francis Bacon, Novum Organum, que sentará las bases para el desarrollo de
la ciencia moderna y, junto con las obras de Descartes, hace una propuesta de cómo ha de ser la ciencia: activa,
técnica y operativa. El fin último es el de controlar la naturaleza, someterla a los requerimientos del hombre,
frenar los envites que durante toda la historia anterior de la humanidad ha tenido que sufrir estando a expensas
de los acontecimientos naturales.
En los mismos años, aparecen las obras de Galileo y desde sus reflexiones se instaura la separación entre lo que
atañe a la ciencia, lo que es, y lo que atañe a la fe, a la religión, lo que debe ser. El desarrollo de las matemáticas
dio base a todo el pensamiento de Descartes, que es la mayor influencia en la filosofía moderna al plantear el
dualismo cartesiano del espíritu y la materia, la ciencia se basa en el objeto, en la cantidad y se olvida del sujeto,
de la sensibilidad, del mundo de la vida, que luego se volverá a retomar en la corriente de pensamiento de
Husserl, (Hottois, 1999).
A pesar de esto, desde 1670 hasta 1730 se desarrollan todas las teorías de la teología natural12 que, a pesar de
incorporar parte de los avances científicos de la época concibe la naturaleza como un espectáculo creado por Dios
para que lo pueda disfrutar y observar el hombre, manteniendo de esta manera una concepción antropocéntrica
del mundo. En esta mezcla entre ciencia y fe se favorece las investigaciones empíricas, que serán las que
señalarán las diferencias entre los elementos de la organización de la naturaleza y los signos divinos.
A partir del siglo XVIII, el pensamiento kantiano recogiendo todo lo dicho por Descartes y Hume, establece que
es el sujeto el que crea el objeto, por lo que lo que llamamos realidad es una invención de cada individuo, lo
que trasladado al concepto del paisaje deviene en el concepto actual que tenemos de él, como constructo social
y que será ampliamente desarrollado por todas las corrientes filosóficas que se dan a lo largo del siglo XIX y
XX. La genealogía que puede hacerse del concepto de paisaje va de la mano de la que se haría del concepto de
belleza, ya que como se ha dicho anteriormente, la consideración de paisaje debe incluir una mirada estética del
territorio, una búsqueda de la belleza en el medio exterior al hombre. Si a lo largo de la historia, la belleza ha
sido sinónimo de armonía y orden, a partir de finales del siglo XVIII y a lo largo del XIX se produce una ruptura
con esa línea de consideración. La obra de Kant “Lo bello y lo sublime” consigue, aun sin proponérselo, sentar las
bases para un cambio en la apreciación de lo bello que de representar la proporción y la medida pasa a ser, ya
en el Romanticismo, aquello que escapa de las leyes racionales, lo grandioso y extraordinario, fuera del dominio
humano. En esta época comienza el gusto por lo viajes, los descubrimientos de estos espacios y lugares sublimes
como son las cimas de las montañas, los angostos pasos a través de ellos, los lugares inexplorados, etc. Este
12 Esta denominación es la que se da en Francia a la corriente de pensamiento, que en Gran Bretaña
se denomina físico-teología, que pretende explicar la existencia de Dios basándose únicamente en las
revelaciones de la Naturaleza y la ciencia, sin ningún tipo de revelación sobrenatural.
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es un acto en el que participan los sentidos y la cultura de cada individuo, para el discurso utilizado es necesario
que se distingan claramente los conceptos de sensación17 y percepción18. Un territorio y los elementos, capas,
que sobre él se han ido superponiendo a lo largo de la historia pueden provocar diversas sensaciones y múltiples
percepciones dependiendo del observador. Finalmente, lo que población resalta como identitario de un territorio
es una mezcla de las percepciones de todos ellos en lo referente a sus tradiciones, a su manera de estar y explotar
su entorno y la imagen que se ha ido conformando en el tiempo y también a sus expectativas de futuro. Esta
manera de reconocer que el paisaje no es solo una representación mental o una obra de la cultura, se adquiere
a través de la experiencia.
El paisaje es una experiencia y forma parte del acervo cultural de una población y este reconocimiento, intensificado
a lo largo del último tercio del siglo pasado, ha supuesto la consideración del paisaje como objeto de tutela
patrimonial, teniendo en los enunciados del reciente Convenio Europeo del Paisaje19 su marco de referencia.
Desde el punto de vista de la disciplina patrimonial esto no solo ha supuesto una mayor atención a los bienes
patrimoniales con entidad paisajística por parte de los organismos nacionales e internacionales de tutela, como
se reflejada en su progresiva incorporación a las políticas de protección y gestión del patrimonio, sino que va a
constituir la última secuencia en la evolución conceptual de la noción de patrimonio. Evolución que, entre otras
transformaciones, ha supuesto la gradual incorporación de la dimensión territorial de los bienes patrimoniales
desde su inicial consideración como objetos aislados.
Nuestra aproximación a esta evolución parte, al igual que para con la noción de paisaje, de la consideración
del patrimonio como una construcción sociocultural, una realidad conformada por las ideas, percepciones y
pensamientos de un determinado grupo social, capaz de reflejar la evolución del mismo20. En consecuencia, los
cambios en la conceptualización del patrimonio han estado siempre ligados a la aparición de nuevos discursos
culturales, implicando la sucesiva transformación de las categorías que definen su estatuto cultural y que, a su
vez, sirven de base al conjunto de las prácticas patrimoniales. Es decir, los valores que se le atribuyen, el contorno
espacio-temporal de los bienes considerados patrimoniales y su tratamiento disciplinar que, desde sus orígenes,
presenta una doble vertiente teórica y práctica21.
Este proceso de re-significación, que refleja la evolución de las sensibilidades sociales sobre lo patrimonial, se ha
desarrollado a través de la adjetivación del término patrimonio, al añadirle sucesivamente distintos epítetos como
histórico, histórico-artístico cultural, natural, urbano, contemporáneo o mundial. Lo que ha llevado a algunos
autores a describirlo como un concepto nómada como hace la arquitecta y crítica belga Françoise Choay en su
17 Entendemos sensaciones como las experiencias inmediatas básicas, generadas por estímulos aislados
simples.
18 Percepción sería la interpretación de las sensaciones, dándoles significado y organización. La
organización, interpretación, análisis e integración de los estímulos, implica la actividad no sólo de
nuestros órganos sensoriales, sino también de nuestro cerebro.
19 Este documento se firma en Florencia el 20 de octubre de 2000, y España lo ratifica en el año 2007
siendo de aplicación a partir de marzo de 2008.
20 (FLOR, V. 2006:9). Vicent Flor recoge la definición de construcción social desarrollada por Peter
Berger y Thomas Luckmann en su artículo “Democracia y urbanismo. Panorama para un posible reencuentro”, en
su obra La construcción social de la realidad publicada originalmente en Londres en 1991.
21 (Castellano, 2010).
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Estos discursos intelectuales, que desarrolla Choay23, y a los que denominará progresista y culturalista, van
a agrupar las distintas corrientes de pensamiento surgidas en torno a la cuestión de la ciudad, a lo largo del
siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX24. La consciencia de la ruptura que supone la llegada de la era
industrial y la nostalgia del pasado que caracterizan la visión culturalista, están directamente relacionadas con
los cambios en la jerarquía de valores atribuidos a los monumentos que son necesarios para la consolidación
de la nuevas categorías de patrimonio y monumento histórico. Ya que, por primera vez, se priorizan los valores
de sensibilidad, especialmente los estéticos, junto con los valores de pertenencia a la historia, adquiriendo,
primero el monumento, y después, la ciudad, una nueva determinación temporal que los hace irremplazables25.
La visión culturalista guiará los estudios urbanos de Camille Sitte, que reivindican una dimensión artística en la
construcción de la ciudad industrial, y las reflexiones sobre la naturaleza y función social del patrimonio de Alöis
Riegl y Gustavo Giovannonni, que pautarán la transformación del concepto de patrimonio urbano a lo largo de la
primera mitad del siglo XX, hasta enmarcarlo, al hilo del siguiente cambio en el estatuto cultural del patrimonio,
en la teoría italiana de los bienes culturales. Como resultado, a lo largo del siglo XIX, las prácticas patrimoniales
tendrán dos vertientes complementarias, comprendiendo la clasificación, entendida como primera medida de
protección, con la creación de inventarios y la restauración de los monumentos históricos.
Es a partir de la década de los años setenta del siglo XX cuando se instaura un nuevo modelo sociocultural, la
posmodernidad, que se inscribe en el contexto económico-político tardocapitalista, y que surge de la confluencia
de la reestructuración económica globalizadora iniciada tras la Crisis del Petróleo de 1973, y del modelo de
desarrollo informacional que se basa en la aparición de nuevas tecnologías de comunicación26. La ruptura con los
viejos paradigmas modernos de linealidad, objetividad, certeza y globalidad, se traduce en un reconocimiento
de los valores de subjetividad que sitúan al individuo, y a la comunidad como suma de individuos, en el centro
de las políticas culturales y, por extensión, de las patrimoniales. La traslación de valores del objeto al sujeto
redefine al patrimonio inmueble como contexto humano, “manifestación física de una serie de contenidos sociales,
productivos, espirituales, en definitiva, como manifestación de una determinada “cultura” o “civilización”27,
términos generalizados a partir de la década de 1960 del siglo pasado.
El motor de este cambio de modelo es, de nuevo, la transformación de los medios de producción. Choay propone
el adjetivo “protético” para calificar la mutación de la naturaleza de la técnica que protagoniza esta revolución.
Toma prestado este adjetivo de la obra de Sigmund Freud El malestar de la cultura (1929)28, para poner de
manifiesto la función de intermediación que estas nuevas tecnologías van a desarrollar, a modo de prótesis,
23 Este discurso lo desarrolla Francoise Choay en la obra “El urbanismo. Utopía y realidades” (1965),
libro determinante en la historia del pensamiento urbanístico.
24 (GARCÍA VÁZQUEZ, 2004:1-6)
25 (CHOAY, 2007:112-114)
26 (GARCIA VÁZQUEZ, 2004:57)
27 (CASTILLO, 2003:66)
28 En las notas del texto, El espejo del patrimonio:una conducta narcisista , capitulo 7 de su libro
Alegoría del Patrimonio, la autora incluye una cita literal de la página 35 de El malestar en la cultura
(1929) de Sigmund Freud que se recoge a continuación: “El hombre ha llegado a ser, por así decirlo, un
dios con prótesis”. Choay asimila las nuevas tecnologías a prótesis porque a diferencia de las técnicas
que protagonizaron la revolución industrial, la asimilación por el hombre de estas tecnologías disimula la
necesaria mediación instrumental. (CHOAY, 2007:223)
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tanto entre los individuos y el mundo, como entre los propios individuos. La
instantaneidad de las telecomunicaciones, la generalización del uso del transporte
aéreo y especialmente el desarrollo del ciberespacio interrumpen la continuidad
del tiempo orgánico y permiten la liberación de las restricciones espaciales y del
arraigo al “lugar”29, negando la dimensión corporal de la condición humana y el
papel del cuerpo en la construcción del vínculo social.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
[paisaje y naturaleza]
La consideración del paisaje como una parte de las investigaciones llevadas a cabo por las ciencias de la naturaleza
y del hombre está fuertemente consolidada ya a principios del siglo XIX. Desde esta consideración, el paisaje no
es sólo estética, una representación, es también el territorio, el país que lo sustenta y quizás estas teorías son las
que en la actualidad están más fuertemente consolidadas, debido a la base científica y realista que aportan a la
investigación de un concepto complejo que aúna lo objetivo y lo subjetivo.
La visión naturalista que adquirió la geografía moderna tras la difusión y aceptación de todos los trabajos realizados
por Humboldt. La ecología del paisaje32 se puede definir como el estudio de los procesos que se desarrollan en
el territorio a cualquier escala y sus orígenes se sitúan en los trabajos, sobre todo en el mundo anglosajón,
vinculados a la Historia Natural de principios del siglo XVIII. Cuando Humboldt publicó los resultados de sus viajes
al continente americano a principios del siglo XIX, se comienza a estudiar la naturaleza no de manera estática sino
de modo relacional, y se comienza a impulsar los estudios de distribución geográfica de plantas y animales. En
1866, se acuña el término de ecología para definir el estudio de los organismos vivos y la relación de estos con su
entorno33 y hasta 1938 no aparece recogida el término de ecología del paisaje, en una obra de Carl Troll34, donde
la definición más simple que puede darse de paisaje en estos estudios es la de área espacialmente heterogénea,
con lo que aparece como un espacio con unos elementos propios y unas dinámicas particulares. El concepto de
paisaje en estos estudios se refiere a los aspectos objetivos del medio, los aspectos morfológicos que adopta
un determinado espacio35. Estos estudios hacen posible evaluar distintos aspectos de un lugar ya que puede
recoger aspectos biológicos, socioeconómicos y culturales, aunque no es demasiado frecuente que se incluyan
estos dos últimos aspectos ya que aun se mantiene la idea de que los ecosistemas están vinculados a un plano
exclusivamente biológico y conservacionista.
Si la geografía clásica fomenta la observación y descripción del paisaje, su espacio físico y la sociedad que
sobre él habita y la relación de costumbres y sistemas que lo conforma como territorio, a partir de los trabajos
de Humboldt, que significó el nacimiento del paisaje como elemento principal de estudio científico por parte de
la Geografía, al definir la Naturaleza como un todo, con el hombre incluido, y que va evolucionando mediante
transferencias en su actividad entre el interior y el exterior. Si a los resultados de estos trabajos se le añade los
de Ritter que se centra en los fenómenos históricos, económicos y culturales, se abre el camino para el nacimiento
de la Ciencia del Paisaje.
Esta rama científica tiene como modelo teórico el Geosistema, que se puede definir como un conjunto de elementos
en interacción, en este caso un sistema natural en el que sus elementos (suelo, seres vivos, agua, aire) están
interconectados por un continuo intercambio de energía.
32 El término Ecología del paisaje es una traducción literal de landscape ecology, pero podría decirse
que una traducción más adecuada sería Ecología territorial como se propone en la obra Manual de ecología
del paisaje (Español Echániz, 2006, pág. 25).
33 El término aparece en la publicación Morfología General del Organismo del biólogo y filósofo alemán
Ernst Haeckel.
34 La obra a la que se hace referencia es Luftbildplan und ökologische bodenforschung, y que habla sobre
la interpretación científica de fotografía aérea.
35 (Español Echániz, 2006, pág. 24)
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
[paisaje y territorio]
Cuando hablamos de territorio lo consideramos como la base geológica, suelo y
su relieve, y además la estructura organizada sobre esta base de una sociedad
donde se entremezclan los sistemas que hacen posible el desarrollo de ésta. La
consideración durante mucho tiempo del paisaje como la fisonomía del territorio
ha provocado que en los estudios territoriales forme parte de los elementos a
analizar como componente del objeto de estudio. Pero el paisaje va más allá,
establece una relación entre el sujeto que vive-contempla ese territorio y el objeto
de esa vivencia, el territorio.
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económicos40, los valores de estos paisajes son prácticos, se entiende como un espacio objetivo donde el hombre
vive. Estos territorios se representan tanto por la pintura de paisaje, que en esta época arranca ya con grandes
autores como Brueguel, como por la corografía que es una representación geográfica que complementa con
detalles e intenciones de inventario la cartografía al uso. Así que esta mirada al paisaje pone de manifiesto más
la realidad que se ve, ese territorio que sirve de soporte a todas las dinámicas que sobre él se han dado y que
se dan en ese momento y que han sido las conformadoras de su fisonomía, de su carácter, de su paisaje. Como
recoge Jean-Marc Besse, el aspecto de las cosas es una realidad geográfica41.
Esta concepción del paisaje prima la objetividad. Se sigue definiendo el paisaje como un hecho cultural pero
siempre desde la consideración de que es una sociedad, una cultura, la que le ha dado forma mediante su manera
de estar en el territorio y las transformaciones que producen para sobrevivir, y finalmente vivir bien, sobre él.
Existe, por tanto, un proyecto social, a veces inconsciente, para generar esas transformaciones en el territorio,
ese paisaje. La intervención tanto de la ingeniería como de la arquitectura en el territorio está en igualdad de
condiciones, en cuanto a generadores de ese proyecto, que la sociedad que sobre él habita y que explota sus
recursos.
La visión del paisaje como un espacio organizado y como resultado de una obra humana, le confiere el carácter de
híbrido en cuanto no puede considerarse natural si completamente artificial, ya que necesita esa base territorial
para existir. Finalmente hay que considerarlo como un sistema artificial de espacios superpuestos sobre el terreno
y que no funciona atendiendo a las leyes naturales sino en servicio a una comunidad, tal y como lo define J.B.
Jackson42.
Atendiendo más a estas consideraciones, serán las disciplinas más relacionadas con la intervención en el territorio
y en el paisaje las que desarrollen estas teorías, y muy principalmente apoyadas en todo el desarrollo de la
arquitectura del paisaje que se da en Estados Unidos. La figura principal de esta línea de intervención en el
paisaje es Frederick Law Olmsted, que fue el creador del término de landscape architect, y que desarrollo gran
parte de los proyectos de intervención en el sistema de parques urbanos (Central Park en New York, Prospect
Park en Brooklin, Franklin Park en Boston) y de parkways que pretendían introducir unir los distintos parques
urbanos y relacionarlos con las urbanizaciones exteriores, además de introducir nuevos parámetros de calidad en
un elemento esencial en la vida norteamericana, como son las carreteras y la separación existente entre la vida
comercial y laboral y la doméstica lo que implicaba una separación entre la ciudad convencional y compacta, donde
se ubica el trabajo, y la ciudad dispersa siguiendo el modelo de ciudad-jardín, donde se localiza lo doméstico y se
sitúa a grandes distancias de la ciudad.
Pero la mayor aportación de Olmsted fue el gran esfuerzo empleado en la creación de la figura de Parque
Nacional, que finalmente se consiguió. Intervino activamente en la declaración del Parque Nacional de Yosemite
y en el proceso de protección de las cataratas del Niágara. Con estas figuras de protección se consolidó la idea
de que el hecho urbano tiene una escala territorial, de modo que la protección en ese momento de estos grandes
espacios naturales formaba parte de un sistema de planificación territorial de escala nacional, asemejándose
40 (Camporesi, 1992)
41 (Bessé, 2010)
42 (Jackson, 2010, pág. 38)
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43 (Ábalos, 2005)
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[políticas]
Aunque como hemos visto en el punto anterior, el concepto de paisaje ha estado presente con mayor o menor
intensidad en la cultura occidental desde la Ilustración, hay que tener presente que no se extiende al grueso de
la población hasta la primera mitad del siglo XX, cuando se populariza una nueva cosmovisión44 llegando a la
mayoría de las culturas por la incipiente globalización.
“En Europa, en algún momento entre 1500 y 1700, la concepción medieval de un cosmos vertical empezó paulatinamente
a ceder el paso a una manera nueva y cada vez más secular de representar el mundo. La dimensión vertical estaba
siendo arrumbada por la horizontal: el cosmos empezaba a aceptar la presencia de un segmento plano no rotatorio
de la naturaleza llamado paisaje. Aquí, “vertical”, no es sólo una dimensión del espacio, sino un concepto cargado de
significaciones. Representa lo transcendente y tiene afinidad con una noción particular del tiempo. Un modelo del mundo
que hace hincapié en su eje vertical a menudo coincide con una concepción cíclica del tiempo; una cultura que se articula
rigurosamente en torno a un calendario de festividades es capaz de concebir un cosmos fuertemente estratificado. En
correspondencia con una tendencia geométrica hacia lo vertical y otra temporal hacia lo cíclico (y eterno), hay una
visión especial de la naturaleza humana; una que percibe una dimensión vertical en su sentido metafórico. La naturaleza
humana está polarizada. El hombre desempeña dos papeles: el social-profano y el mítico-sagrado; el uno atado al
tiempo, el otro transcendiéndolo. Estos papeles pueden ser representados por miembros de clases o castas diferentes.
O pueden ser desempeñados por la misma persona en ocasiones diferentes.
Aunque la idea del cosmos vertical comenzó a debilitarse en Europa durante la era de los grandes descubrimientos,
esta tendencia secularizadora tuvo poco efecto en el resto del mundo, o en aquellas regiones de Europa que estaban
alejadas de la cultura ilustrada de las ciudades o de los valores del comercio. El grueso de la humanidad, en particular
el campesinado, vivía en un mundo estratificado y en un tiempo cíclico, un estado de cosas que se mantuvo hasta la
primera mitad del siglo XX.”45
Es por esto que la mayor parte de los trabajos e investigaciones sobre paisaje no llegan a la población más que
envueltas en otros temas relacionados con el territorio, como es la planificación ambiental, económica y cultural
y los cambios que se van introduciendo en ella a lo largo de la contemporaneidad.
Hasta principios del siglo XX la planificación urbana, salvo honrosas excepciones, se ceñía al interior de las
ciudades y en los casos en que fue necesario, a los proyectos de ensanche más allá de la muralla o el límite
histórico de la población. El urbanismo moderno surge para dar respuesta a los graves problemas que se dan en
la ciudad por los cambios que se han producido tras la Revolución Industrial: intensas migraciones hacía la ciudad
y necesidad urgente de viviendas, mezcla de usos con graves incidencias en el funcionamiento de la ciudad y en
la calidad de vida, etc. En estos planes se detallan nuevos ensanches de las ciudades y nuevos núcleos urbanos
que ordenan una nueva manera de vivir y establecen también los parámetros básicos de la vivienda moderna.
La consideración del territorio como forma del paisaje y como elemento sustentador de las dinámicas económicas,
sociales, culturales que lo van marcando y hacen visible esas señales para dar lugar a los distintos paisajes, se
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voces para planificar el crecimiento de las ciudades desde una escala mayor, de manera que el territorio que cada
asentamiento humano tenía históricamente vinculado para su supervivencia se pueda incluir en la planificación de
la ciudad, aunque las políticas económicas en que se desarrolla Europa y el mundo occidental desde la Revolución
Industrial marcan unas tendencias que remitían a soluciones rápidas y puntuales ante la incapacidad que existía
para elevar voces discordantes a este sistema. La destrucción, a nivel físico y moral, que supuso la guerra en
mitad del siglo XX consiguió que desde los gobiernos se estableciesen planificaciones territoriales para recuperar
lo antes posible todo la estructura de producción y la red de infraestructuras de comunicación que conseguía que
los productos se trasladaran y salieran a mercado. Había una necesidad urgente de recuperar la posición mundial
a nivel económico que en estos momentos ostentaba Estados Unidos, tras haber sobrevivido a dos guerras
mundiales sin destrucción en su territorio.
El paisaje, por contra, no tiene este recorrido histórico en cuanto a herramientas administrativas aunque su
presencia si es más cercana para la población, a fin de cuentas han sido en general los grupos sociales los
primeros en alzarse cuando han comenzado a darse cambios radicales en la forma del territorio y la población ha
visto como paisajes cercanos comenzaban a banalizarse, en primera instancia, para posteriormente perder todo
su carácter. Las tendencias con las que se comienzan a recurrir a cartas de paisaje, una manera de cartografiar
el paisaje, comienza en Europa en la década de los setenta con el surgimiento de las corrientes ecologistas a
nivel popular. En un principio, se trataba de determinar que paisaje, que miradas debían conservarse en las
mismas circunstancias físicas y protegerlas del avance de la ocupación urbana, ya sea en forma de ciudad como
en visitas turísticas y avance de infraestructuras. Actualmente, los documentos administrativos relativos a paisaje
se utilizan como complemento de otros procedimientos de políticas sectoriales y que influyen decisivamente en
la configuración y en la mirada sobre el paisaje: industria, agricultura, infraestructuras, cultura y turismo. En
todos los documentos que actualmente se manejan como propuestas para una ordenación más sostenible del
territorio se hace referencia al análisis de los valores ambientales, paisajísticos y culturales para su preservación,
ordenación y mejora. Pero, ¿no engloba el paisaje esos valores ambientales y culturales?, a fin de cuentas la
forma final del territorio está modelada por los aspectos naturales y los introducidos por el hombre.
La pregunta que surge en el momento actual es si en estos procedimientos de protección, gestión y ordenación
del paisaje se recoge el aspecto dinámico que tiene el propio concepto: la mirada del hombre en un momento
concreto. Hacia donde se tendría que intentar dirigir estos documentos sería a unas directrices que aporten el
conocimiento a la población del territorio que perciben para que, con el conocimiento, se decida hacía donde nos
dirigimos. La mirada sobre el paisaje no puede ser la misma de sublimación que dio paso al Romanticismo, por lo
que son los paisajes cotidianos, los habituales, los que en este momento corren el peligro de desaparecer porque
el hombre pasa su mirada sobre ellos y no consigue verlos. Tenemos que conseguir que pueda darse el salto que
desvincule finalmente los conceptos de belleza y paisaje, que es lo que parece que nos impide poder transmitir
sentimientos y valores personales sobre partes del territorio y que en los conceptos globalizados de belleza no se
incluyen, pero no por eso dejan de ser bellos para los ojos que los ven.
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- Actualidad. Estado actual de la cuestión (problemas de P.N. Doñana para mantener la Reserva de la Biosfera,
por ejemplo). Causas.
En Doñana, uno de los espacios protegidos más antiguos y de mayor trascendencia natural y social, se puede
apreciar como el proceso descrito anteriormente: los poderes públicos declaran una zona protegida por sus valores
naturales - al margen de sus valores culturales -mediante el Decreto 2412/1969, de 16 de octubre, de creación
del Parque Nacional de Doñana58, posteriormente rectifica su política conservacionista para integrar la marginada
cultura local tradicional (Instrumento de Planificación -y sucesivos PDS-: Decreto 478/1996, de 22 de octubre,
sobre coordinación, seguimiento y evaluación del Plan de Desarrollo Sostenible del entorno de Doñana), pero es
finalmente incapaz de soportar la presión que la planificación económica y los usos locales59 imponen sobre los
ritmos naturales y también culturales que hicieron que el espacio se declarase como protegido en su origen.
La materialización de este ejemplo se plasma en la sobreexplotación agrícola y turística constante (desde los años
setenta) del acuífero 27 Almonte – Marismas, en la contaminación del acuífero por nitratos y sulfatos procedentes
del exceso de pesticidas y abonos empleados en la agricultura intensiva, en la fragmentación por agricultura de
los pinares aledaños, en la usurpación del dominio público hidráulico de los cauces que riegan el entorno del
parque, en la masificación turística y sus derivaciones en movilidad y residuos, en la degradación de las playas,
en la escasa restauración hidrológica de las marismas que lo conforman (Plan Doñana 2005), etc.60
Todas estas cuestiones y otras, hacen que la UNESCO haya atendido las denuncias de la sociedad civil ante la
degradación ecológica del espacio natural, habiendo enviado una visita de inspección recientemente (enero de
2.011), con la intención de valorar este extremo y su incidencia sobre el hermoso título de Reserva de la Biosfera61,
concedido a aquellas regiones que se distinguen por aunar una rica cultura local ligada a la conservación de
valores naturales relevantes. En el caso de Doñana, los planteamientos cortoplacistas están haciendo necesarias
visitas de este tipo para consolidar lo conseguido hace décadas.
Hay que mencionar que la degradación de Doñana se ve confirmada por el descenso del número de visitantes en
el año 200962, hecho superlativo en relación a la media del descenso nacional en ese periodo (2,64 %).
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unas tasas de crecimiento a cambio de asegurar la rentabilidad y valor del producto agrícola, ganadero, turístico,
recreativo, del tipo que fuere.
Los Parques Naturales ya han funcionado como un laboratorio en el que las Juntas Rectoras han definido las líneas
de desarrollo social y económico de los municipios que los ocupan. Estas decisiones se han mostrado acertadas
en la inmensa mayoría de casos, permitiendo a economías rurales aisladas sobrevivir a través del aprecio de su
modo de vida, sus productos, sus servicios y su cultura, y alcanzando niveles de calidad de vida muy superiores
a los de otros ámbitos rurales económicamente más potentes. Todo ello con la ventaja de preservar los recursos
naturales que para ello han servido, y que seguirán al servicio de las generaciones futuras.
Estas decisiones se han apoyado en herramientas derivadas de la prevención de impactos ambientales63, las
cuales tratan de una manera frontal la conveniencia o no de implantar determinadas actividades o estrategias
de desarrollo en un territorio determinado. Estas herramientas de planificación suelen utilizarse a la contra,
contraponiéndose a proyectos o estrategias.
Para trabajar en el apoyo técnico de estas decisiones a priori, el paisaje tiene la ventaja de poder aglutinar
los factores sociales, culturales y naturales, con lo que no solo se complementan los estudios de planificación
derivados de otras disciplinas, sino que se analizan pormenorizadamente las relaciones y acciones necesarias
para obtener un determinado paisaje, lo cual influye directamente en una determinada autoestima colectiva y
una mejor calidad de vida64 .
Los proyectos de paisaje en los parques naturales obligarían a la población a adoptar prácticas o usos beneficiosos
para su modo de vida cotidiano, para la preservación de los recursos naturales, culturales y sociales que conforman
su identidad colectiva (que sería reforzada), mejorando su calidad de vida, y por ende, la rentabilidad de los
productos y servicios enmarcados en ella.
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Este es un proceso más largo, que exige el compromiso y disciplina de todos, la inversión de tiempo y respeto a
favor de una idea común, de un proyecto común de paisaje lo más completo posible, lo que reducirá sus costes
sociales en materia de inversión pública y costes ambientales.
Los paisajes de componente eminentemente cultural (agrícola, forestal, urbana), que podemos encontrar más
intensamente representados fuera de los espacios naturales protegidos, no están en absoluto exentos de riqueza
natural, mas al contrario, poseen recursos ecológicos imprescindibles para la supervivencia de comunidades
biológicas que se han adaptado a su aprovechamiento. Esta adaptación es más eficaz en función de la estabilidad
del paisaje cultural en cuestión, y corresponde a una comunidad más diversa en función de la calidad de su
funcionamiento, por ello cada paisaje cultural67 debe encontrar la estabilidad en su proyecto de paisaje a través
del equilibrio entre su funcionamiento ecológico y productivo.
67 Forero La Rottaf, Augusto; Gutiérrez Martínez, Jorge; Anderson Ángel, John y Flórez Millán, Luis
Álvaro. Espacio público y paisaje cultural. Studiositas, Bogotá, Colombia (2), 5-11, 2007.
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Ya en el ámbito español, desde la aprobación del Convenio Europeo del Paisaje por el Consejo de Europa en 2004,
se han multiplicado las referencias al paisaje en los textos normativos y en los planes urbanísticos y de ordenación
del territorio desarrollados por las distintas Comunidades Autónomas. Sin embargo no todas han incorporado su
perspectiva holística del paisaje, debido, entre otras cosas, a la tardía entrada en vigor de su texto en España,
en marzo de 2008.71
La actual Ley del Suelo (R.D.L 2/2008, de 20 de junio) constituye un claro ejemplo de la dificultad de asumir
este cambio de orientación. Publicada después de la firma del Convenio Europeo del Paisaje, hace una referencia
conjunta a la protección del patrimonio cultural y del paisaje recogida en su artículo segundo (Art.2) “Principio de
desarrollo territorial y urbano sostenible” centrándose en la protección visual de los lugares con valor escénico.
Postulados que ya aparecían en la Ley del Suelo de 1956 y que son superados en el concepto de paisaje enunciado
en el convenio.
Podemos entender, por tanto, que este cambio de orientación hacia un entendimiento integral e integrador del
paisaje se va a desarrollar en paralelo desde las distintas miradas disciplinares que confluyen en el estudio del
paisaje; reflejándose la evolución de sus respectivos marcos normativos y de las políticas de gestión asociadas.
Desde el punto de vista de la perspectiva patrimonial, la evolución de la disciplina está marcada por los
documentos internacionales sobre patrimonio que, presentados bajo la bajo la forma de cartas, recomendaciones
o declaraciones, constituyen el corpus teórico que rige en la materia72.
A partir de dichos textos, se puede trazar la evolución de la teoría del patrimonio en lo relativo a la construcción
de la noción de paisaje y de su consideración como objeto de tutela. Para ello señalaremos aquellos documentos
que constituyen hitos en la reflexión sobre la dimensión paisajística de los bienes patrimoniales.
El primer documento internacional sobre patrimonio es la Carta de Atenas, resultado de la Primera Conferencia
Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, convocada por la Oficina Internacional de
Museos. Publicada en 1931 para concienciar a los gobiernos de la urgencia de la conservación y protección del
patrimonio histórico, no consiguió ser adoptada por todos los países, pero tuvo consecuencias de largo alcance,
sirviendo de base para la Carta de la Restauración italiana y otros documentos internacionales, como la Carta de
Venecia de 1964 y la Carta de Cracovia del año 2000.
Pero antes de llegar hasta la Carta de Atenas (Sociedad de las Naciones, 1931) es necesario destacar que el gran
salto conceptual que se produce en la disciplina patrimonial en el paso del siglo XIX al XX y que es asumido en
su texto, es la consideración de la dimensión social del patrimonio y la consecuente identificación del patrimonio
inmueble como contexto humano.
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sentido.
Por una parte, supone la superación de la consideración objetual de los monumentos históricos desplazando
la reflexión patrimonial hacia los conjuntos urbanos que, por primera vez, serán pensados como una totalidad
no reductible a la suma de sus monumentos aislados. Se inicia así la progresiva incorporación de la dimensión
espacial, perceptiva y territorial de los bienes patrimoniales.
Por otra, como indica el profesor Castillo Ruiz, la traslación de los valores del objeto que los materializa al sujeto
que los experimenta afirma la naturaleza del patrimonio como construcción sociocultural, de la que se deducen
gran parte de los presupuestos tutelares actuales como la instauración del interés público como legitimador de
la protección o el carácter democrático o universal de los valores patrimoniales75.La consideración del patrimonio
como manifestación de una determinada cultura o civilización sitúa al hombre en el centro de las políticas culturales
y de protección que están en la base de la definición de paisaje desarrollada en la Carta Europea.
En este contexto surge la Carta de Atenas donde, como principal aportación conceptual, se recoge por primera
vez, la defensa de los tejidos históricos a través de los conceptos de “respeto ambiental” y de la valoración de las
“arquitecturas menores” enunciados por el arquitecto y crítico italiano Gustavo Giovannoni.
Bajo la noción de ambiente establecida en el apartado VII de su texto en que la Conferencia recomienda […]
respetar, al construir edificios, el carácter y la fisonomía de la ciudad, especialmente en la cercanía de los
monumentos antiguos, donde el ambiente debe ser objeto de cuidado especial […] subyace una consideración
contextual de los hechos urbanos, como escenario, que genera una preocupación por el lenguaje de los centros
históricos. Hay que destacar que, aunque novedosa, la preocupación por el espacio público no responde a una
valoración en sí mismo, sino a su consideración como marco de los edificios monumentales.76
Se desarrollan así los primeros intentos por imponer un lenguaje en los tejidos históricos, mediante el control
del color, el mobiliario urbano, la contaminación visual y las perspectivas urbanas. La inserción de la arquitectura
contemporánea en los tejidos históricos será otro de los temas a debate77. Naciendo la noción de “patrimonio
histórico urbano” que se consolidará en la primera mitad del siglo XX. Los estudios urbanos del arquitecto vienés
Camillo Sitte, recogidos en su libro Construcción de ciudades según principios artísticos publicado en 1889, y las
aportaciones del italiano Gustavo Giovannoni en “Vecchie città ed edilizia nuova” (Turín, 1913), serán decisivas
para que se produzca este cambio de perspectiva.
Como consecuencia de la consideración del patrimonio inmueble como contexto físico de nuestra cultura o
civilización se produce, de manera sostenida durante la segunda mitad del siglo XX, una progresiva ampliación
de los tipos de bienes susceptibles de protección patrimonial que se refleja en la consideración otorgada al
patrimonio inmueble en las cartas y legislaciones internacionales, y, análogamente, en las diferentes normativas
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El cambio de estatuto de patrimonio histórico a patrimonio cultural se traduce en un gran incremento de los bienes
que son objeto de consideración patrimonial, la universalización de la noción de patrimonio y de sus políticas de
protección y, por último, el crecimiento exponencial de su público.
Se trata de una triple extensión tipológica, cronológica y geográfica, que comienza con la incorporación de nuevas
tipologías de bienes, primero de naturaleza material y después de naturaleza inmaterial, que van a constituir
los denominados “patrimonios emergentes”. Además, se amplía el marco temporal para su adscripción, con el
perfeccionamiento de la arqueología y del proyecto memorial de las ciencias humanas, rebasando el límite de
la “era industrial” y avanzando hasta incorporar las realizaciones de la arquitectura industrial y las obras del
movimiento moderno.82
Por último, se expande el ámbito geográfico del origen de dichos bienes, con la consideración de “patrimonio
común” enunciada en la Carta de Venecia y la institucionalización de las políticas internacionales de protección
del patrimonio con la puesta en marcha del programa de Patrimonio Mundial en el marco de la Convección para
la protección del Patrimonio Mundial Natural y Cultural, celebrada en 1972 por la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que va a suponer la expansión mundial del sistema
de pensamiento y de los valores culturales occidentales en lo relativo a lo patrimonial.
Se inicia así un proceso que, derivado de la consideración contextual del patrimonio arquitectónico y de la
necesidad de integrarlo en el marco urbano o territorial en que se inserta, concluye con la sustitución del concepto
de patrimonio inmueble por el de paisaje cultural, convertido éste en el propio objeto de protección.
Desarrollado de manera paulatina a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, este proceso se articula mediante
el establecimiento de nuevas categorías que se incorporan al repertorio patrimonial a partir de su inclusión en
distintos textos internacionales.
En cuanto a la ampliación de la escala de los bienes, podemos distinguir dos etapas: la primera centrada en los
conjuntos históricos, ya sean urbanos o rurales, concluye con la definición del concepto de “ciudad histórica” en
la Carta de Washington, de 1987 y lleva asociada el perfeccionamiento de los instrumentos de intervención sobre
el patrimonio urbano; y la segunda tiene como puntos de inflexión la incorporación a la Directrices Prácticas para
la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial las nociones de “paisaje” e “itinerarios culturales” en 1992
y 2005 respectivamente.
En este sentido, podemos considerar que la Convención sobre la protección del patrimonio mundial y natural
de la UNESCO (1972) constituye un antecedente del concepto del Paisaje Cultural, al integrar bajo el paraguas
del “valor universal excepcional” los espacios culturales y naturales. Se trata de un texto innovador donde como
principales aportes conceptuales se equiparan, por primera vez, los valores culturales y naturales de los bienes,
se defiende la unidad de integración con el paisaje y se esboza como objetivo el desarrollo sostenible de la
comunidad, tal y como se recoge en su artículo 5 donde se insta a […] adoptar una política general encaminada
a atribuir al patrimonio cultural y natural una función en la vida colectiva.
Por su parte, la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico y otros documentos que la complementan como la
82 (CHOAY. F; 2007:190-191)
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Esta etapa concluye con la definición del concepto de ciudad histórica en la Carta
Internacional para la Conservación de Ciudades y Áreas Urbanas Históricas.
Carta de Washington, ICOMOS 1987. Con ella se supera la visión fragmentaria y
jerárquica del conjunto histórico, convirtiendo en objeto de ordenación el ámbito
urbano y territorial global en que éste se inserta.86
Muy esclarecedora resulta la reflexión desarrollada por Alfredo Conti en el artículo
El espacio público como lugar y su importancia en las teorías de patrimonio (2008)
sobre los contenidos de la carta, de la que destaca la consideración, en calidad
de valor a proteger de la imagen de la ciudad y de su forma urbana definida por
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la trama y el parcelario, de la relación entre los diversos espacios urbanos y el reconocimiento, por primera
vez, de componentes intangibles vinculados a la materialidad urbana a través de su referencia a la cita textual
[…]diversas vocaciones de la ciudad, adquiridas a lo largo de la historia […].
Inaugurando la segunda etapa y como referente más directo en la normativa internacional, el concepto de paisaje
cultural fue incorporado a las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial
en 1992 como bienes culturales que representan […] las obras conjuntas de bienes del hombre y la naturaleza
[…]ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por
las limitaciones y/o oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas sociales,
económicas y culturales, tanto externas como internas.87
Al hilo de lo anterior, la clasificación en tipos de paisajes desarrollada por Alfredo Conti en el citado artículo nos
permite establecer ciertos paralelismos entre los criterios de identificación y selección de los “tipos” y la teoría de
valores de los “monumentos históricos” desarrollada a lo largo del siglo XIX y XX. Se reconocen tres tipos básicos
de paisajes, establecidos en función del predominio de:
La dimensión estética que […] engloba a los paisajes construidos con una finalidad estética entre los que se
incluyen los parques y jardines […].88 En paralelo, esta escala “menor” del paisaje es reconocida por algunas
legislaciones de patrimonio, como la andaluza ley 16/1991 LPHA, bajo la categoría de “jardín histórico” asumida
en la actual ley 14/2007.
La dimensión cognoscitiva o documental. Engloba a los paisajes […] que surgieron a partir de una finalidad
precisa, testimonios de un orden económico, social o religioso y que han pasado por una evolución a través del
tiempo […].89 Es importante destacar que con esto se avanza en el reconocimiento del paisaje como proceso.
Se distinguen dos tipos de paisaje, diferenciados por su condición histórica o historial: los paisajes fósiles,
cuya evolución concluyó en un momento determinado de la narración histórica; y los que, instalados en la
historicidad se constituyen por aportes sucesivos, continuando su evolución hasta el presente y son portadores
de valores de contemporaneidad.
La dimensión simbólica. Categoría que engloba a los denominados […] paisajes asociativos en los que su
identidad patrimonial está dada por sus significados, generalmente históricos o religiosos […].90 Reconociendo
el papel de la componente intangible del paisaje.
En la construcción del paisaje como categoría cultural entran en juego un nuevo valor, el valor de identidad,
reclamado en todos los documentos internacionales que, entre 1975 y el año 2000, abordan la protección del
paisaje o del patrimonio vernáculo. Identidad que se asocia a la relatividad cultural formulada, a partir de la
reflexión sobre la autenticidad en la conservación del patrimonio cultural, en La Carta de Nara promulgada por
ICOMOS y la UNESCO en 1994.91
87 Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial. Ministerio de
Cultura consulta en red.
88 (Conti. A, 2008:21)
89 (Conti. A, 2008:21)
90 (2008,21)
91 (Castillo Ruiz J. 2003:70)
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Definiendo el paisaje como […] la parte del territorio tal como es percibida por
las poblaciones, cuyo carácter es resultado de la acción de factores naturales
y/o humanos y de sus interrelaciones […] el texto de la Convención reconoce,
como principal aportación, valores93 objetivos y subjetivos del paisaje que van a
trascender a los planos operativos y tutelares.
El valor subjetivo, expresado con la frase “tal y como es percibida por las
poblaciones” introduce la componente perceptiva, no exclusivamente sensorial
sino también simbólica e identitaria, una nueva fenomenología que demanda la
participación de la población local en el desarrollo de los instrumentos de gestión
de dichos paisajes.
La gestión de la escala territorial del patrimonio, entendida como paisaje cultural,
exige la experimentación de nuevos instrumentos, que más allá de la tutela y
conservación tradicionalmente asociadas al paisaje y al patrimonio, dirijan los
procesos de transformación y de recualificación de lo nuevo, inherentes a la noción
de paisaje cultural. En respuesta a esta necesidad, las principales aportaciones
conceptuales a la materia a lo largo del siglo XXI han sido: el desarrollo de las
92 (LAMBERTINI. A, 2008:80)
93 Hasta la promulgación de la Carta Europea la concepción jurídica del
paisaje en las distintas y escasas legislaciones y/o normativas que le
hacían referencia, quedaba limitada a su dimensión objetiva, focalizando
las prácticas en la preservación de sus valores singulares: históricos,
estéticos y naturales. En opinión de Nuria Sanz el negativo de esta
selección era el no paisaje, sin ningún reconocimiento ante la ley.
Comentarios al texto de la Convención Europea del Paisaje Florencia 2000 en
cuaderno Repertorio de Textos Internacionales de Patrimonio Cultural. Junta
de Andalucía. Consejería de Cultura.2003
94 (2008:80)
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
Los itinerarios culturales incorporados a las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio
Mundial en 2005 surgen a partir de la inscripción del Camino de Santiago de Compostela en la lista de Patrimonio
Mundial. Constituyen, por su propia naturaleza dinámica y su funcionalidad histórica, la última secuencia en la
expansión en escala de los bienes patrimoniales, pudiendo afectar a distintas regiones, países e incluso continentes,
y de su complejidad por la diversidad tipológica de los bienes que agrupan incluyendo paisajes culturales.
El concepto paisaje histórico urbano, se institucionaliza en el Memorando de Viena, desarrollado el marco de una
reunión del Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO sobre patrimonio y arquitectura contemporánea de 2005.
En él subyace la lectura de la ciudad contemporánea como un sistema de relaciones complejo que concluye en
que la sostenibilidad de los tejidos históricos reside en su integración espacial, funcional y social en el conjunto
urbano.
Siendo éste el principal reto al que se enfrenta la gestión del patrimonio cultural contemporáneo: el de articular
instrumentos eficaces para el manejo de patrimonios en los que su autenticidad reside en su capacidad de
transformación.
Según la definición95 dada por el European Council of Spatial Planners - Conseil européen des urbanistes (ECSP-
CEU):
El urbanismo y la ordenación del territorio comprenden todas las actividades relacionadas con el desarrollo y
uso del suelo. Opera en todos los estratos sociales y en varios niveles espaciales interrelacionados –local, rural,
suburbano, urbano, metropolitano, regional, nacional e internacional. Se preocupa por la promoción, la guía, la
mejora y el control del desarrollo en un entorno físico constantemente en transformación, en interés del bien
común pero respetando los derechos del individuo.
Hace previsiones para el futuro, ayuda a reconciliar intereses en conflicto, proyecta el cambio físico y social,
facilita la evolución armónica de las comunidades e inicia la acción para una utilización óptima de los recursos. Es
tanto una actividad de gestión como una actividad creativa. Es un catalizador para conservación y el desarrollo
de la estructura y la forma, actual y futura, de las áreas urbanas y rurales. Contribuye a la creación del carácter
presente y futuro de la organización física, social y económica y a la calidad medioambiental.
95 Recogida la referencia del libro Las esquinas inteligentes, (Sánchez de Madariaga, 2008).
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
[referencias]
Las políticas aplicadas históricamente al paisaje se han vinculado, hasta hace pocos años, a la intención de
protección y conservación de éstos, en general por reduccionismo del concepto a los valores naturales y a su
forma y figura. Esta simplificación se ha superado tras los términos consensuados por expertos y recogidos en
el Convenio Europeo del Paisaje (CEP), firmado ya en el año 2000 y de aplicación en España desde el año 2008,
tras su ratificación.
La tradición europea de estudios de paisaje y, por tanto, del desarrollo de trabajos aplicados es amplia y reconocida.
Las políticas activas desarrolladas en Francia, con una ley específica desde 1993, Gran Bretaña, con ley también
desde 1990, Países Bajos, con políticas aplicadas sobre paisaje desde hace décadas y desde 1992 basadas en la
Nota Landshap, y en Alemania, con amplia tradición de ordenación del territorio y con regulación específica en
temas ambientales y de paisaje desde 1975, son las que sirven de base de muchos de los desarrollos normativos
y estrategias que se han desarrollado en los últimos años en España.
En el estado de las autonomías en que se encuentra organizado el estado español, cada una de ellas aplica de
manera diferenciada las políticas y estrategias de carácter paisajístico, asemejándose de este modo más a la
tradición alemana, al ser este pías una organización federal que administrativamente se asemeja mejor a la
española que la tradición francesa que es un estado más centralizado.
Así mientras en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia se desarrolla una ley específica de paisaje, en el resto
de comunidades se marcan directrices y normas puntuales desde la planificación territorial, la urbanística o
desde los planes que ordenan o gestionan espacios naturales. En el caso de Andalucía, se ha determinado que la
aplicación de políticas de paisaje se haga de una manera transversal y mediante un documento, en este momento
en redacción, como es la Estrategia de Paisaje de Andalucía.
Alemania:
La normativa en materia de paisaje desarrollada en Alemania a partir de la Ley Federal de Protección de la
Naturaleza y Gestión del Paisaje, de 1976, introduce el concepto moderno de ordenación del paisaje. A partir de
esta ley, cada uno de los Länder que componen este estado federal desarrolla la propia con la misma estructura
y características, adaptándose a sus necesidades y variando la escala de aplicación96. Los objetivos generales
de esta ley se puede decir que priman la protección del ecosistema, y aunque hace mención a las cualidades
subjetivas del paisaje, se centra más en los elementos objetivables de éste. La política de paisaje no es la de
mayor rango de aplicación, por lo que los valores ambientales y de paisaje no prevalecen a priori sobre otros
aspectos.
96 (Askasibar, 1998)
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
Francia:
Una de las figuras fundamentales en la política de paisaje son los Atlas de Paisaje,
que a partir de del estudio de tres elementos que consideran fundamentales para
el conocimiento veraz de un paisaje. La estructura del paisaje, conformada por
los elementos materiales del territorio y sus relaciones, que permite identificar
las unidades de paisaje que la conforman. Una vez identificadas éstas, se analiza
el cómo las percibe la población según cuatro tipos de percepción: paisajes
reconocidos, representados, destacados y percibidos. Tras este análisis, se refleja
en el Atlas la dinámica de ese paisaje, su evolución, su tendencia, reconociendo
su vocación de transformación.
Gran Bretaña:
La experiencia británica en lo relativo a la regulación del paisaje también es larga y
aunque administrativamente diferenciada entre Inglaterra, Escocia y Gales similar
en objetivos y resultados. En Inglaterra, en 1943 se crea el Ministry of Town and
Country Planning y en 1947 se publica la Town and Country Planning Act que
revolucionará toda el sistema de planificación que junto con las sucesivas sobre
temas más puntuales como ubicación de industrias, parques y acceso a zonas
rurales, y desarrollos urbanos conseguirán que la legislación recoja todas las
inquietudes que tenía la sociedad de ese tiempo frente a los cambios rápidos que
se estaban dando consecuencia de una industrialización ya muy consolidada.
A principio de los años noventa del siglo XX, la Countryside Commission inicia un
programa, el Countryside Character Programme, para caracterizar el entorno rural
y establecer los elementos a proteger y mejorar del paisaje de esos entornos, que
eran los identitarios de la población de las islas. Este programa une las comisiones
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
administrativas que se dedicaban a la gestión de lo rural, lo natural y lo patrimonial, fruto de esa colaboración
surge el Character of England Map. En paralelo, en Escocia y en Gales se desarrollan experiencias parecidas.
Finalmente, esta caracterización y su sintetización en el mapa generan una herramienta de gestión a las distintas
administraciones que van complementando la información y obtienen datos para analizar las propuestas de
planificación de territorios menores.
En el año 2003 se desarrolló un proyecto que analiza la posible evolución de los paisajes hasta 2020, teniendo en
cuenta las dinámicas actuales que se dan sobre esos territorios y desde el año 2006, la Countryside Commission
asesora directamente al Gobierno en lo referente al paisaje y todo lo relativo a dinámicas que afectan al entorno
rural98.
Países Bajos:
La norma fundamental que ordena las políticas de paisaje en este país es el Memorándum del Paisaje (Nota
Landshap) de 1992, aunque ya desde principio del siglo XX existía una tendencia conservacionista en los que
los términos paisaje y conservación de la naturaleza se entremezclaban con sutiles matices. En los documentos
que desarrollan la planificación del territorio a partir de las inundaciones que sufre el país a mediados del siglo
XX, se introducen también planes de paisaje aunque con una incidencia sobre todo en el mundo rural y agrario,
y ya en 1977 se introducen especificaciones concretas sobre paisaje en el tercer Memorándum sobre ordenación
territorial.
La aspiración fundamental de la regulación es conseguir paisajes de calidad, tanto natural como cultural, así
como para los usuarios y perceptiva, aunque las determinaciones que se hacen para conseguirla no vagos y las
interpretaciones que se han hecho a lo largo de los años han sido dispares, desarrollándose proyectos de muy
diverso carácter.
Suiza:
El modelo se basa en la Ley federal, de 1 de junio de 1966, de protección de la naturaleza y el paisaje que en su
primer artículo establece los objetivos de la ley99:
Cuidar del aspecto característico del paisaje y de las localidades, los lugares que evocan el pasado, así como las
curiosidades naturales y los monumentos del país.
Apoyar a los cantones en el cumplimiento de su tarea en materia de protección de la naturaleza y del paisaje.
Apoyar los esfuerzos de las asociaciones para la protección de la naturaleza.
Proteger la flora y fauna autóctonas.
Para proteger los elementos que determinen de interés, la ley remite a inventarios de distintos niveles en función
de la importancia nacional, cantonal o local, marcando la responsabilidad en cada caso para su protección, así
como la financiación que se debe destinar para esa protección.
98 (Swanwick, 2009)
99 (Hervás Más, 2009)
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
Las políticas suizas de protección del paisaje, aun estando regladas de este
modo desde mitad de los años sesenta del siglo XX, comenzaron a aplicarse en
la manera en que este país creo su identidad nacional a través del propio paisaje,
de manera que Suiza al ser una Confederación de distintas lenguas y etnias usa
el paisaje como elemento de unión entre ellas, en un primer momento, para
posteriormente defenderlo como elemento de diferenciación con el resto de países
que la rodeaban. Ya en 1906 se declaraba una ley que prohibía la disminución de
la superficie de bosque, lo que refleja la defensa a un paisaje identitario y al que
no se le permite cambiar100.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
Tradicionalmente la legislación española que ha contemplado el paisaje ha estado vinculada muy directamente
con cuestiones medioambientales y desde un punto de vista estático y conservacionista, aunque la concepción
patrimonial del paisaje también se hace patente en el marco normativo español, donde las competencias
paisajísticas y territoriales recaen desde la Constitución de 1978 en la Comunidades Autónomas. Esta
consideración es extensible a otras políticas sectoriales como la ordenación del territorio o las medio ambientales
que van a incorporar la protección de determinados paisajes singulares mediante el desarrollo de herramientas
de inventariado, categorización y clasificación similares a las de las distintas legislaciones patrimoniales. En
este sentido, es muy significativa la referencia explícita al paisaje que se hace en el Estatuto de Autonomía de
Andalucía, donde se establece que la comunidad autónoma ejercerá sus poderes para: la protección y el realce
del paisaje y del patrimonio histórico de Andalucía.
Este enfoque tutelar no será superado hasta el enunciado del CEP en el año 2000, como se pone de manifiesto
en la Recomendación CM/Rec (2008)3 del Comité de Ministros a los Estados miembro sobre las orientaciones
para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje donde se señala expresamente la diferenciación entre el
concepto de paisaje enunciado en el convenio y la concepción patrimonial desarrollada en anteriores documentos
internacionales de protección y tutela.
Ya en el ámbito español, desde la aprobación del CEP por el Consejo de Europa en 2004102, se han multiplicado
las referencias al paisaje en los textos normativos y en los planes de ordenación del territorio y urbanísticos
desarrollados por las distintas Comunidades Autónomas. Sin embargo no todas han incorporado su perspectiva
holística del paisaje, debido, entre otras cosas, a la reciente ratificación de esta convención en España y su
entrada en vigor, a partir de marzo de 2008103.
La actual Ley del Suelo (R.D.L 2/2008, de 20 de junio) constituye un claro ejemplo de la dificultad de asumir
este cambio de orientación. Publicada después de la firma del Convenio Europeo del Paisaje, hace una referencia
conjunta a la protección del patrimonio cultural y del paisaje recogida en su artículo segundo (Art.2) “Principio de
desarrollo territorial y urbano sostenible” centrándose en la protección visual de los lugares con valor escénico.
Postulados que ya aparecían en la Ley del Suelo de 1956 y que son superados en el concepto de paisaje enunciado
en el convenio104.
Podemos entender, por tanto, que este cambio de orientación hacia un entendimiento integral e integrador del
paisaje se va a desarrollar en paralelo desde las distintas miradas disciplinares que confluyen en el estudio del
paisaje; reflejándose la evolución de sus respectivos marcos normativos y de las políticas de gestión asociadas.
102 La firma del CEP se realizó en Florencia en el año 2000 pero no es hasta la ratificación por al menos
diez países de los firmantes, por lo que el Tratado no entra en vigor hasta el 1 de marzo de 2004.
103 Fanfani, D; Matarán Ruiz, A. Opinión citada en el artículo “ La aplicación del Convenio Europeo del
Paisaje en España e Italia: Un análisis crítico de los casos andaluz y toscano” publicado en la revista
electrónica e-rph en junio 2010 [ <http://www.revistadepatrimonio.es/revistas/numero6/gestion/estudios/
articulo.php> ], [consulta: 14/10/ 2010]
104 (Fanfani.d; Matarán Ruiz.a, 2010).
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
Cataluña:
Esta ley regula las actuaciones vinculadas con la planificación territorial, como son
los catálogos, las directrices y los estudios de impacto e integración paisajística
que ya se han desarrollado de manera práctica, teniendo en cuenta que están
encadenados unos a otros en su sucesión en la redacción y aún no se ha alcanzado
la totalidad del territorio. Los estudios de impacto, por su parte, son obligatorios
para una serie de acciones sobre el territorio que se detallan en el Reglamento que
desarrolla la ley y que se aprobó en 2006.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
Galicia:
La Ley 7/2008 de protección del paisaje de Galicia tiene como base las dos leyes anteriormente citadas y
predecesoras en el ámbito español, aunque la influencia catalana es mucho mayor quizás también debido a que
esta ley se centra exclusivamente en el paisaje y no regula también la ordenación del territorio, como ocurre
en la valenciana. El desarrollo normativo es parecido y los instrumentos que se plantean son los catálogos, las
directrices, los estudios de impacto e integración paisajística y, como novedad, los planes de acción del paisaje
en áreas protegidas.
Esta ley introduce toda la instrumentación necesaria para conseguir los objetivos marcados por el CEP de proteger,
gestionar y ordenar además de facilitar y fomentar la participación pública. Con anterioridad a esta ley, se había
aprobado en el año 2002 la legislación específica de urbanismo con un reconocimiento al medio rural de tanto
protagonismo en tierras gallegas y con problemáticas muy diferentes a las que se dan en los centros urbanos,
que en este territorio se estaba constatando una pérdida clara de calidad en los paisajes del medio rural por la
introducción de dinámicas urbanas de colonización y pérdida de carácter.
Otras:
El resto de comunidades autonómicas no cuentan en la actualidad con una legislación específica de paisaje, ya
sea porque recogen la protección, gestión y ordenación de los paisajes en su planificación territorial y urbanística,
es el caso del País Vasco, La Rioja, Aragón, Navarra y Murcia, lo incluyen en su planificación ambiental, como en
Cantabria y el Principado de Asturias, y otras simplemente introducen consideraciones paisajísticas en algunos
puntuales documentos como en la Comunidad de Madrid y en Extremadura.
La consideración al paisaje, sin embargo, ya está recogida en los Estatutos de Autonomía que se han redactado en
los últimos años, y la tendencia al reconocimiento de lo recomendado por el CEP es positiva, estando en marcha
muchas iniciativas para la inclusión del paisaje en las políticas territoriales y sectoriales con afección directa a su
calidad.
Actualmente está redactándose a Estrategia de Paisaje de Andalucía (EPA), cuyo objetivo principal es dotar a
todas las políticas con incidencia en el paisaje de unos principios rectores, objetivos, líneas de actuación y medidas
concretas para su inclusión en sus políticas de modo que el paisaje sea un elemento de política transversal en
todas las acciones de la política andaluza, siendo una posibilidad para el futura la redacción de una legislación
específica de paisaje. Como principios rectores se plantean la gobernanza, la sostenibilidad y la subsidiariedad.
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
Las políticas que desde la creación del Estado de las Autonomías han tenido en
Andalucía una mayor preocupación y consideración por el paisaje han sido, como
tradicionalmente se da en el resto del mundo, la ambiental y la patrimonial. En
Andalucía, la nueva ley 14/2007, de 26 de noviembre, del Patrimonio Histórico
de Andalucía conforma junto a la vigente ley 16/1985 del Patrimonio Histórico
Español el marco normativo andaluz en materia de patrimonio histórico.
Con la anterior LPHA ley 1/1991 Andalucía fue una de las primeras comunidades
autónomas en dotarse de una legislación propia en materia de patrimonio histórico.
Las tipologías de protección propuestas en la ley 1/1991 daban respuesta a la
paulatina ampliación tipológica de los bienes susceptibles de protección patrimonial
acontecida a lo largo del último cuarto del siglo XX, atendiendo a la identificación de
patrimonios específicos y a la incorporación de su dimensión territorial articulada
a través de las sucesivas cartas y textos internacionales.
Sin embargo, con las tipologías de protección con rango territorial establecidas en
ley 1/1991 - Conjunto Histórico, Jardín Histórico y Sitio Histórico para los bienes
catalogados como de Interés Cultural (BIC) y el Lugar de Interés Etnológico para
los bienes inscritos con categoría específica – no se proporcionaba un marco legal
adecuado para la protección integral de los paisajes culturales, interpretados de
manera parcial a través de estas tipologías que reconocían algunos de sus valores
patrimoniales pero no la indisolubilidad de su vínculo.
La ley 14/2007 LPHA profundiza en la doctrina italiana de los bienes culturales
que orienta sus contenidos, a partir del entendimiento de los hechos de naturaleza
patrimonial como testimonios de nuestra civilización105.
Con carácter general, el texto de la nueva ley persigue simplificar los procedimientos
de catalogación de los bienes para hacer extensible la protección a un mayor numero
número de tipologías y de elementos patrimoniales, dando respuesta a las nuevas
dinámicas sociales en la apreciación de lo patrimonial, mediante la introducción de
las nuevas figuras de Lugar de Interés Industrial y Zona Patrimonial. Además, se
persigue una mayor coordinación con la legislación urbanista y sus instrumentos
de ordenación del territorio.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
En lo relativo a la consideración del paisaje debemos destacar que pese a que las dos nuevas tipologías de
BIC establecidas - Lugar de Interés Industrial y Zona Patrimonial - presentan una fuerte dimensión territorial,
especialmente la Zona Patrimonial donde el territorio es el soporte que articula a bienes de distinta naturaleza
y cronología, con la redacción de esta ley se pierde la oportunidad de incorporar la noción de paisaje cultural
como tipología de clasificación. Generándose una cierta indeterminación respecto a un término cuyo uso se
había generalizado tras la de la Carta Europea del Paisaje en el año 2000, incluso desde la propia administración
cultural106.
En la definición desarrollada en el artículo 26 ley, se describen como zonas patrimoniales […] aquellos territorios
o espacios que constituyen un conjunto patrimonial, diverso y complementario, integrado por bienes diacrónicos
representativos de la evolución humana, que poseen valor de uso y disfrute para la colectividad y, en su caso,
valores paisajísticos y ambientales.
Con el reconocimiento explícito de que el valor patrimonial es unitario y de que reside en la indisolubilidad del
paisaje como principales aportaciones, esta tipología da respuesta a las necesidades de protección de amplias
zonas de la comunidad autónoma donde la interacción entre el hombre y el territorio han generado paisajes
culturales, que eran difícilmente reconocibles en las tipologías establecidas por la legislación anterior.
Dada la extensión, la diversidad de los bienes que pueden integrar y la posible existencia de valores ambientales
y paisajísticos de las Zonas Patrimoniales se plantea la figura del Parque Cultural (art.81), como un órgano de
gestión propio que integra las distintas Administraciones y sectores afectados por la declaración e implicados en
su protección. Contemplándose la obligatoriedad de redactar un Plan Director para el mismo.
Las Zonas Patrimoniales se integran junto con los Conjuntos y otro tipo de enclaves abiertos al público en la Red
de Espacios Culturales de Andalucía, creado por la ley 14/2007 y desarrollado en el artículo 83 del Capítulo IV,
como un sistema integrado y unitario que permite mejorar las herramientas de gestión y el funcionamiento de
los distintos espacios culturales que lo integran, mediante el desarrollo reglamentario de este órgano rector de
orden superior.
Otro aportación a destacar de la nueva ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía es que persigue una
mayor coordinación con la legislación urbanística y medio ambiental andaluza, especialmente con la nueva Ley
de Ordenación urbanística de Andalucía LOUA ley 7/2002. Entendiendo que la protección del patrimonio en su
contexto territorial solo puede abordarse desde el planeamiento, por lo que regula sus contenidos de protección
y el proceso de informe de los mismos107, incrementando la seguridad jurídica de los bienes declarados.
Como ejemplo, el planeamiento especial de protección es la herramienta urbanística que se propone para garantizar
la salvaguarda de los valores patrimoniales de la ciudad histórica tanto en la Ley 16/1985 del Patrimonio
106 A este respecto se recoge la aclaración que, sobre el sentido con que las administraciones públicas
emplean el término paisaje cultural, se hace en la publicación Paisaje y Patrimonio cultural en Andalucía.
Tiempo, usos e imágenes: […] Sin embargo, cuando desde las administraciones públicas se hace referencia
a dicho concepto, el objetivo es destacar a través de esta denominación aquellos paisajes en los que los
valores culturales (sean estos históricos, patrimoniales, inmateriales, etcétera)destacan en el conjunto,
fundamentan su singularidad y, derivado de todo ello, son objeto de una gestión específica.
107 (López Reche, 2008)
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
declarados Monumentos, Jardines Históricos, Zonas arqueológicas, los que están comprendidos en sus entornos
o en los ámbitos territoriales vinculados a una actividades de interés etnológico (art.40).110
Con la delegación de competencias, que exige como novedad la creación de una Comisión Técnica municipal
multidisciplinar que informe de las actuaciones a autorizar, se persigue optimizar las políticas culturales,
incrementando la responsabilidad de los municipios en la tutela de su patrimonio cultural.
La consideración por parte de organismos internacionales de las características especiales del territorio litoral
se ponen de manifiesto en la aprobación en 1981 de la Carta Europea del Litoral y los posteriores documentos
estratégicos que han planteado políticas a ese nivel y el desarrollo normativo en los distintos países.
El caso de Francia es paradigmático por regular la protección y ordenación de las políticas en ese territorio
mediante una ley para la planificación, la protección y la puesta en valor del Litoral, la ley Litoral, desde 1986,
aunque ya desde 1975 había creado un organismo de tutela y vigilancia de estos territorios, el Conservatoire de
l'espace littoral et des rivages lacustres.
La política francesa en esos territorios se centra en la adquisición de terrenos de importante valor ambiental por
parte de este organismo, tanto en el litoral marítimo como en los territorios interiores de lagos así como en los
territorios de ultramar. Mientras la propiedad de los terrenos pasa completamente a este organismo, la gestión se
planifica con la intervención de otros agentes, como regiones, departamentos, municipios o sindicatos.
La política de planificación sobre territorios en el litoral en España tiene ejemplos en Cataluña, con su Plan
Director Urbanístico del Sistema Costero, en Galicia con su Plan de Ordenación del Litoral como primer documento
de planificación territorial con aplicación directa de su legislación en paisaje, y las planificaciones territoriales en
las Islas Baleares; es aquí donde vamos a destacar el Plan Territorial de Menorca.
El Plan Territorial Insular de Menorca (PTI) se aprueba en 2003, muy poco tiempo después de la firma del Convenio
del Paisaje y cuando aun no se habían articulado políticas activas que recogieran sus principios, pero el PTI toma
de referencia los ejemplos de la Countryside Commission inglesa y las Cartes paysagères francesas, estableciendo
el paisaje como una figura central en las fases de análisis y de diagnóstico, así como en la propuesta de modelo
de planificación. Este protagonismo fue principalmente fruto de unas prospecciones previas a la redacción donde
se estableció la importancia del paisaje para la población, la conciencia que de él tenían, así como del interés
particular de los integrantes del equipo redactor y de la consideración de que el paisaje de la isla era un elemento
identitario y patrimonial muy importante.
Las propuestas del PIT con mayor incidencia positiva en el paisaje han sido el establecimiento de un modelo
de crecimiento residencial y turístico, las de infraestructura viaria y movilidad, y las que limitan la edificación
dispersa en el medio rural. Además realizan propuestas específicas y más concretas que fomentan el acceso al
paisaje, con planes de recuperación de caminos y recorridos históricos, una mayor divulgación con la creación de
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El proyecto de paisaje como instrumento para la articulación de los espacios vacantes en el litoral atlántico de Andalucía
Las DRLA pretendían crear un marco común para la aplicación de las políticas
sectoriales que afectaban al litoral, hacer una valoración de sus características
fisiográficas, una estructuración flexible de su normativa a incorporar, o tener
en cuenta, tanto en el planeamiento urbanístico como en otras políticas como
las infraestructuras, turismo, aprovechamiento de recursos naturales, y el
reconocimiento de las dificultades de gestión y seguimiento de este territorio
complejo por la organización jurídico-administrativa que está afectada. En lo
referido al paisaje, el artículo 11 prevé, posiblemente, las directrices más importan-
tes en orden a proteger el carácter público, en su uso, de la zona marítimo-terrestre
así como la regeneración y protección del paisaje de esta zona, para lo cual los
planes urbanísticos deberán contener las medidas que resulten necesarias para
ello, estableciéndose los plazos y recomendaciones en los artículos sucesivos.
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atlas de los espacios vacantes del litoral atlántico de Andalucía
Tras la aprobación del POTA, en 2006, y la redacción de los planes subregionales litorales, se establecen criterios
específicos para a protección, gestión y ordenación del paisaje del litoral desde un documento de planificación
territorial que han de incorporar los planes urbanísticos municipales. En general, las determinaciones para
aumentar la calidad paisajística y su valorización pasan por la protección y por adopción de medidas que impidan
acciones que lo deterioren, faltando una planificación en positivo de medidas específicas de regeneración al no
establecer, generalmente, partidas financieras para ello por lo que acaban siendo recomendaciones.
La creación del Centro de Estudios Paisaje y Territorio, en 2005, dependiente de la Junta de Andalucía y de las
Universidades públicas andaluzas, así como el Laboratorio del Paisaje Cultural en 2006, dependiente del Instituto
Andaluz de Patrimonio Historio (IAPH) y de la Consejería de Cultura, ha supuesto la proliferación en Andalucía
de estudios e investigaciones y su divulgación y fomento. Cabe destacar el proyecto de “Guía del paisaje cultural
de la Ensenada de Bolonia” (2004), realizada por el IAPH. Este documento incorpora al análisis y diagnóstico
del ámbito un ambicioso conjunto de propuestas proyectuales que agrupadas en cinco categorías: recursos
culturales, protección y mejora del medio físico, modernización de infraestructuras, planificación territorial y
adecuación de actividades económicas, persiguen “mantener los valores del lugar y mejorar la calidad de vida
de sus habitantes”112. La Guía se convierte, así, en un instrumento de gestión y planificación territorial, y en un
referente metodológico para el análisis territorial del patrimonio cultural.
A partir de las estrategias propuestas en la Guía se redacta un proyecto de actuación paisajística que desarrolla
una serie de acciones esbozadas en la Guía (Red de itinerarios, plan de acciones en Baelo Claudia y proyecto
de paisaje en el borde costero) y cuyo “objetivo fundamental es la integración del patrimonio natural y cultural
de este entorno privilegiado mediante la mejora de las condiciones paisajísticas de la ciudad romana de Baelo
Claudia y otros elementos del patrimonio cultural de la zona”113, promovido y financiado por el Ministerio de Medio
Ambiente a través del Instituto de Patrimonio Cultural Español está actualmente en ejecución.
112 Extraído del artículo “Acciones en el paisaje cultural de la Ensenada de Bolonia, Cádiz” (Fernández
Baca, Fernández Cacho, Castellano Bravo, García de Casasola Gómez, Rey Pérez, & Villalobos Gómez, 2007)
113 Extraído de la página web del IAPH, (fecha de entrada 16 marzo de 2011)
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