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La inmensa diferencia entre una "idea innovadora" y un "proyecto innovador"

Miguel Huguet
Recientemente, tras la presentación en sociedad de la constitución de mi segundo vivero de
proyectos de innovación (empresa en la que se estructura el proceso de conocimiento y contacto
del emprendedor de un proyecto innovador con los potenciales inversores) me preguntaba un
periodista:

¿Si tengo una idea innovadora, que hago?

La respuesta no estaba preparada, pero fue sincera y solemne:

-Si tienes una idea no tienes nada si no tienes un proyecto

- Si tienes un proyecto empiezas a tener algo, pero todavía no tienes nada si no tienes un plan de
negocio.

- Si tienes un plan de negocio “bueno”, esto es: no un plan de negocio académico en el que el
papel lo soporta todo, sino que tienes un plan en el que hay un mercado potencial estudiado que
es capaz de adquirir tu producto o servicio al precio definido en el plan y en las cantidades
definidas, si esto se conjuga con unos costes demostrables en el plan que generaran las
rentabilidades propuestas en los flujos financieros, si demuestras que la inversión que necesitas
será suficiente para la materialización de todo el proyecto, entonces lo que tienes es un gran
problema si no dispones de un plan de financiación.

- Si dispones, además de lo dicho, de un plan de financiación, necesitas también de un plan de


acuerdos con los accionistas, ya que si el proyecto es bueno, puedes correr el riesgo de que los
“linces” del capital riesgo inviertan en él, pero debes proteger tu participación en los acuerdos ya
que podrías perder todas tus acciones.

Probablemente este último comentario no sea del agrado de los inversores pero es cierto que este
autor ha conocido algunos “buenos” proyectos que por el excesivo optimismo del emprendedor, al
cabo del tiempo, los inversores por las cláusulas y los objetivos marcados en los acuerdos entre
accionistas han acabado quedándose con casi el cien por cien de las acciones del proyecto,
¿porqué ocurre esto?

La respuesta es muy sencilla y tiene dos orígenes:

Por un lado en la mayoría de países exceptuando a los Estados Unidos, el peso que se da en la
universidad a la formación en emprendimiento es mas bien escaso, las universidades lanzan al
mercado laboral buenos técnicos, bien preparados, con sólida formación pero en muchas
ocasiones con escasa preparación para afrontar la creación de una empresa, y menos todavía
para afrontar un proceso de financiación enfrentándose a los “linces” que gestionan los fondos de
inversión de terceros.

Por otro lado, y como consecuencia en parte también de la falta de formación en la preparación de
planes de negocio, el emprendedor, pese a poder tener un buen proyecto, tiende a ser
excesivamente optimista, y esta es una tendencia natural, cree que hará a su proyecto mas
atractivo para el inversor si reduce los costes en las previsiones, o prevé mayores ventas o las
expresa antes de cuando realmente cree que se producirán, con el pensamiento de que
persuadirá mejor al inversor, y este es uno de los mayores errores que comete el emprendedor ya
que, consciente el inversor de esta debilidad del emprendedor y actuando sobre un plan de
negocio que al fin y al cabo los hitos que en él se expresan han sido redactados por el
emprendedor, pondrá como condiciones a la total materialización de la inversión la consecución
de los objetivos marcados en el plan, y si no se consiguen, la aportación de acciones a cambio de
la inversión deberá ser mayor, y este aumento crece en función de la desproporción en cuanto al
objetivo incumplido.

En primavera de 2012 en Barcelona, en una reunión de presentación de proyectos a inversores


para la captación de financiación hubo una buena presentación de un emprendedor que, con un
buen proyecto estaba en una segunda ronda de financiación para la que buscaba otros 300.000 €
suplementarios a los ya conseguidos en una primera ronda dos años antes.

Después de la exposición de su proyecto y ya en la ronda de preguntas, uno de los inversores


asistentes le dijo: Yo a usted ya le vi hace dos años en otro foro de financiación en que buscaba
300.000 € para su proyecto, y usted decía que dentro de dos años, esto es “hoy,” usted estaría ya
comercializando su producto, sin embargo hoy está usted buscando 300.000 € más.

Ya no hubo mas preguntas en ese foro..., el caso es que el proyecto era muy bueno, y estoy del
todo seguro, que el emprendedor en la primera ronda de financiación cometió el error mencionado
antes, fue excesivamente optimista y pecó en defecto de financiación, y si hubiera buscado
directamente 600.000 € en la primera ronda los hubiera conseguido igual que los 300,000 € que
consiguió, ya que el proyecto era suficientemente cautivador..

A lo largo de mis post intentaremos también desvelar las claves no solo de hacer un proyecto de
innovación atractivo al inversor, si no a defender con objetividad el proyecto no cayendo en los
tópicos de los optimismos a ultranza que no hacen mas que entorpecer el buen desenvolvimiento
del proyecto.

La idea es el punto de partida, solo eso

Cadena de valor del proyecto emprendedor

Asi pues, la estructura de la cadena de valor ejerce un magnetismo muy importante a la hora de
atraer fondos para el proyecto

La valoración de la cadena de valor expresada en el gráfico está determinada por la experiencia


de los distintos fondos de financiación tanto públicos como privados a los que ha tenido acceso
este autor y que expresan que de cada cien ideas presentadas para buscar financiación solo el
diez por ciento vuelven con la memoria de un proyecto, y de estos, el veinte por ciento vuelven
posteriormente con un plan de negocio mas o menos en condiciones con lo cual los valores se
adicionan en función del grado de cumplimiento de todos los parámetros analíticos descritos en la
cadena de valor.

Así pues, si la idea solo representa el 10% del total del valor del proyecto, es obvio que a partir de
ella hay que realizar toda la arquitectura del mismo para poder avanzar en el proceso de
financiación.

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