INTRODUCCIÓN A LA MICROBIOLOGÍA
EL AGENTE INFECCIOSO
Los agentes infecciosos pueden dividirse en un número finito de tipos. La mayoría de ellos
viven en forma libre, contienen todo lo necesario para el mantenimiento de su especie y son
conocidos como microbios. Los agentes infecciosos tradicionales son las bacterias, los hongos,
los parásitos y los virus.
Clases de Agentes Infecciosos
1. Las bacterias comprenden el mayor número de especies patógenas para los seres
humanos. Son organismos unicelulares y contienen DNA y RNA, pero no están
diferenciadas en núcleo y citoplasma; se reproducen por fisión binaria. Existen unas pocas
familias de bacterias que carecen de algunas estructuras necesarias para la replicación y
deben interactuar con la célula del huésped para reproducirse.
2. Los hongos son agentes unicelulares o multicelulares que presentan un núcleo y un
citoplasma definidos. Las levaduras son hongos unicelulares que se reproducen por fisión
binaria. Los mohos u hongos filamentosos son organismos multicelulares más complejos que
se reproducen en forma sexuada y asexuada. Algunos hongos tienen fases levaduriforme y
filamentosa y se denominan hongos dimórficos.
3. Los parásitos son un grupo grande y complejo. Algunos son microscópicos y otros
macroscópicos. Entre ellos se incluyen los animales unicelulares, como los protozoos, y los
organismos multicelulares muy complejos que tienen órganos y tejidos bien definidos,
como el tracto gastrointestinal y los sistemas genitales. Algunos de estos parásitos son, en
efecto, pequeños animales. Otros, por lo general los protozoos, carecen de las estructuras
necesarias para una reproducción independiente y deben obtener del huésped las
sustancias que necesitan.
4. Los virus comprenden un gran número de agentes infecciosos que, hablando
estrictamente, no son microbios porque carecen del equipamiento genético completo
para su propia propagación. Solo contienen DNA o RNA como material genético, pero no
ambos. Por lo tanto, deben infectar otra forma de vida, como seres humanos, animales,
plantas, bacterias e incluso, otros virus. Representan la forma más simple de un agente
infeccioso. Los microbios se reproducen por multiplicación; después de la división de su
material genético se dividen en dos formas nuevas idénticas. Por el contrario, los virus se
reproducen por replicación, hacen copias de sus ácidos nucleicos, luego de lo cual los
nuevos genomas se empaquetan en forma individual dentro de los límites de la célula
infectada.
Además de los agentes infecciosos tradicionales, miembros más evolucionados del Dominio
Eukaria, como los insectos, pueden considerarse una forma de parásitos si su existencia está
relacionada en forma íntima con un huésped. En el otro extremo, los priones, completamente
no convencionales, no contienen ácidos nucleicos y, por consiguiente, no pueden replicarse
de acuerdo con las leyes establecidas de la naturaleza. No obstante, su estructura proteica
anormal deriva en un proceso similar a una infección con un ciclo de replicación.
INTERACCIONES ENTRE HUÉSPEDES Y AGENTES INFECCIOSOS
1. Si un agente infeccioso y su huésped coexisten y ninguno de ellos se beneficia o se
perjudica, el proceso se denomina comensalismo y el agente, comensal.
2. Si el agente infeccioso obtiene un beneficio de su huésped, pero no le causa daño, el
agente infeccioso se denomina saprófito.
3. Si el agente infeccioso y el huésped obtienen un beneficio del encuentro, el proceso se
denomina simbiosis o mutualismo.
4. Por otro lado, si el huésped es dañado por el agente infeccioso con beneficio de este
último el proceso se denomina parasitismo y el agente infeccioso, parásito (un uso general
de la palabra más allá de la clase de los agentes infecciosos conocidos como parásitos).
Todos los tipos de agentes infecciosos pueden ser parásitos.
Cuando los microorganismos viven en la superficie externa (piel o cabello) o interna (vías
respiratorias altas y tubo digestivo) del cuerpo, se describen como microbiota colonizante. La
relación entre la microbiota colonizante y el huésped puede ser comensal, saprófita o
parásita. Incluso, puede cambiar de un momento a otro si se altera la virulencia del microbio
o disminuye la capacidad de resistencia del huésped a la infección (inmunidad).
Un microorganismo capaz de ocasionar infecciones se denomina patógeno. Si el microbio
produce enfermedad en forma ocasional, es un patógeno potencial. Un patógeno potencial
se describe como un agente oportunista si produce infecciones sólo en las personas que
tienen comprometidos los mecanismos de defensa. Los agentes infecciosos también
establecen numerosos tipos de relaciones con sus huéspedes a nivel celular. Los microbios de
vida libre (algunas bacterias, los hongos y los parásitos) existen en forma extracelular y pueden
crecer in vitro en ausencia de células.
Los microbios intracelulares facultativos pueden crecer in vitro en ausencia de células; in
vivo crecen en forma intracelular o extracelular, pero a menudo tienen una relación especial
con los macrófagos. Los agentes infecciosos intracelulares estrictos carecen de algunas
estructuras necesarias para una vida extracelular; por eso requieren una célula huésped que
les suministre los elementos requeridos. Estas relaciones se resumen en el cuadro 1.
VIRULENCIA
La virulencia es la suma de las características que le dan al agente infeccioso una ventaja
en la batalla contra sus huéspedes elegidos (o víctimas). No es un fenómeno de todo o nada;
existen grados muy variables de virulencia. La mayoría de los análisis sobre la virulencia se
centran en los factores microbianos, pero, en realidad, lo más importante es el balance entre
los tres miembros de la tríada. El organismo más virulento no causará enfermedad si no tiene
acceso a un huésped vulnerable debido a una de estas dos razones:
1. El organismo existe en un compartimento ambiental diferente del huésped potencial.
Después de que se interrumpió el ciclo del virus de la fiebre amarilla en los mosquitos
urbanos, la transmisión de la enfermedad se detuvo hasta que los seres humanos
ingresaron en un ciclo de fiebre amarilla, hasta entonces desconocido, con especies de
mosquitos que vivían en la selva.
2. Todos los huéspedes disponibles han desarrollado una inmunidad protectora. Por ejemplo,
muchas infecciones virales que generan inmunidad protectora, como la del virus del
sarampión, se “consumen” luego de que todas las personas susceptibles han sido
infectadas. Sólo después de que crezca una nueva generación de individuos no
infectados, y por lo tanto vulnerables, puede ocurrir una nueva epidemia.
Por el contrario, un organismo que no causa enfermedad o que lo hace sólo en forma leve
en personas inmunocompetentes (esencialmente de baja virulencia) puede provocar una
enfermedad devastadora en alguien cuyo sistema inmunitario esté comprometido. Se podría
argumentar que los agentes infecciosos más exitosos son los que tienen las mejores estrategias
de supervivencia, que incluyen una virulencia mínima o ausente. Sobre todo para los
patógenos intracelulares estrictos, un agente que destruya rápidamente a su huésped pronto
quedará excluido. Como ejemplo, se ha establecido una hipótesis acerca de que el virus de
Epstein-Barr está diseñado para permanecer en los linfocitos de memoria y ha desarrollado
estrategias para reducir los efectos negativos sobre su huésped.
Sin embargo, un organismo puede ser virulento para su huésped humano, pero sobrevivir
porque tiene una relación permisiva con otros huéspedes. En otras palabras, los seres humanos
pueden infectarse en forma letal, pero otros huéspedes vertebrados pueden no enfermarse o
hacerlo sólo de manera leve. La virulencia puede ser el resultado de factores que
virtualmente operan en cualquier etapa del proceso infeccioso. Si se piensa en términos más
amplios, la virulencia debe incluir características más allá de las que propician el desarrollo de
la enfermedad en un huésped infectado. En el cuadro 2 se resumen algunos ejemplos.
EL AMBIENTE
El espectro de huéspedes de algunos agentes infecciosos se limita a los seres humanos. El
mantenimiento de estos organismos requiere el acceso a un nuevo huésped vulnerable y la
capacidad de sobrevivir durante la transferencia. Por lo tanto, los factores ambientales son
relativamente de poca importancia.
No obstante, la mayoría de los agentes infecciosos tienen una fase en la cual viven libres en
el medioambiente, infectan huéspedes no humanos o pasan a través de un vector, casi
siempre un artrópodo, entre varios huéspedes vertebrados. Algunas de estas interacciones
pueden ser extremadamente complejas, con múltiples transferencias a través de diferentes
fases del ambiente; por ejemplo, los numerosos estadios de desarrollo de un parásito en una
serie de huéspedes animales.
El ambiente es el vínculo entre el agente infeccioso y el huésped final. La transferencia a un
nuevo huésped requiere una puerta de entrada. En el cuadro 3 se resumen las vías de
transmisión y las puertas de entrada más comunes. En el recuadro 1-1 se definen algunos de
los términos utilizados para describir enfermedades infecciosas en la población.
El huésped infectado
Una vez que un individuo ha sido
infectado, se producen diversas respuestas
en el huésped. La respuesta puede ser
localizada en el sitio de la infección o
generalizada (sistémica). La reacción local a
la infección toma la forma de inflamación.
Inflamación es un término general que
hace referencia a la alteración anormal de
los tejidos u órganos causada por el daño o
la destrucción del tejido. La inflamación
tiene componentes inmunitarios y no
inmunitarios. En cada caso, la defensa
puede ser celular o no celular (humoral).
El sufijo “-itis” se utiliza para indicar inflamación; cuando se lo asocia con un sitio anatómico,
describe un proceso de enfermedad. Por ejemplo, la apendicitis es un proceso inflamatorio
que afecta el apéndice, mientras que la hepatitis es la inflamación del hígado y la
endocarditis es la inflamación del endocardio (el revestimiento de las cámaras del corazón).
La inmunidad innata y la inmunidad adaptativa son los dos brazos principales de la
respuesta inmunitaria. La respuesta innata es la más primitiva de ambas. Proporciona una
respuesta inmediata contra los microbios invasores, sin tener en cuenta su carácter inmunitario.
Los receptores que hacen contacto entre el invasor y la célula defensora son compuestos
denominados lectinas que se encuentran ampliamente distribuidos en la naturaleza. La
respuesta innata está limitada por la falta de un sistema de amplificación de defensas
específicas. En su lugar, las defensas innatas envían señales que activan el segundo brazo: la
inmunidad adaptativa. Para utilizar una analogía militar, la respuesta inmunitaria innata es
comparable con una patrulla de frontera con poca dotación de armamentos que envía
señales a los rangos superiores del ejército regular cuando detecta que un invasor ha cruzado
los límites nacionales.
La respuesta inmunitaria adaptativa es inmunológicamente específica. Responde a
componentes que detecta como no propios o “extraños” mediante la multiplicación del
número de defensores con armas específicas dirigidas contra un determinado enemigo. Es
decir, se adapta para combatir contra una amenaza muy definida, en vez de reaccionar en
forma universal a todas las amenazas. Una vez que se activó, la respuesta inmunitaria
adaptativa sirve como misión de control para el resto de la campaña hasta la victoria, la
derrota u, ocasionalmente, un empate.
ANATOMÍA Y MORFOLOGÍA MICROBIANAS
Con base en la conformación de las células que los integran, los microorganismos se han
agrupado en procariotas y eucariotas. Mediante la comparación de las secuencias de ARN
ribosómico 16S y 18S se ha logrado establecer que a partir de un organismo ancestral común
evolucionaron tres linajes celulares. Dos de ellos: Bacteria y Archaea, con estructura
procariótica y un tercero: Eukarya, conformado por células eucarióticas, en el cual se
encuentran las algas (verdes, rojas, diatomeas. etc.), los hongos y los protozoos (Figura 1).
ANCESTRO UNIVERSAL
Los dos linajes procariotas permanecieron al nivel microbiano, mientras que los
microorganismos eucarióticos constituyeron los antecesores de las plantas y animales. Algunos
orgánulos surgidos en los últimos (mitocondrias y cloroplastos) presentan relación filogenética
con las bacterias. Así, las células eucarióticas actuales, con sus orgánulos característicos, serían
el resultado de procesos endosimbióticos que sucedieron miles de millones de años después
que ocurriera la separación de líneas de descendencia a partir del antepasado universal.
TAMAÑO DE LOS MICROORGANISMOS
El tamaño generalmente microscópico de los microorganismos (llámense procariota o
eucariota) constituye una do las características más importantes de estos seres vivos que los
convierte en una fuerza ecológica fundamental en la naturaleza, ya que esto les significa el
intercambio más eficiente con su medio ambiente, ocasionado por la alta relación
superficie/volumen que presentan. Veamos un ejemplo: si un microorganismo fuese esférico y
tuviese 1 micrómetro de radio, su superficie sería de 4π x 10-12 y su volumen sería 4π/3 x 10-18, lo
cual llevaría a una relación superficie/volumen de 3 x 106, representada en la cantidad de
membrana disponible para transportar sustancias hacia afuera o adentro del microorganismo,
que se va a traducir en alta capacidad metabólica y velocidad de desarrollo.
Los microorganismos procariotas son unicelulares y los más pequeños; en ellos se halla una
amplia variación de tamaños; se encuentran formas tan diminutas como las de algunos
micoplasmas que alcanzan entre 0.2 a 0.3 micrones de diámetro; Escherichia coli, la bacteria
habitante natural de nuestro intestino que mide aproximadamente 2 µm x 0.5 µm; Oscillatoria,
cianoficea que alcanza 37 µm x 5.25 µm, cuyas masas filamentosas se pueden apreciar a
simple vista en las aguas dulces. Los microorganismos eucarióticos generalmente son
pluricelulares y de mayor tamaño, aunque también los hay unicelulares como la
Saccharomyces cerevisiae microscópica levadura y la sorprendente alga marina Caulerpa
que alcanza entre 60 y 100 cm de longitud, la cual, a pesar de estar conformada por una sola
célula, consta de una compleja estructura de filoides, cauloides y rizoides.
El Cuadro 1 presenta ejemplos de ambos grupos de microorganismos y los comparan con las
organizaciones moleculares llamadas entidades, que pasan del plano microscópico al
submicroscópico, las cuales no pueden considerarse como organismos vivos; sin embargo, son
de gran importancia para la Microbiología y las Ciencias Biológicas en general. Dichas
entidades son los virus, viroides, virusoides y priones.
CUADRO 1. Algunos ejemplos de tamaños de microorganismos procariotas, eucariotas y de
entidades.
BACTERIAS ALGAS
Cuando las células microbianas se dividen, en algunos casos permanecen unidas unas con
otras, formando arreglos característicos tanto del organismo como del tipo de división que han
efectuado. Así, cuando los cocos se dividen en un solo plano vertical pueden separarse y
conservar su individualidad, en cuyo caso se denominan micrococos; en otras ocasiones,
aunque la división ocurre de manera similar, las células hijas tienden a permanecer unidas y
presentarse en pares que se distinguen con el nombre de diplococos, y en otras, forman
cadenas que se designan estreptococos.
Cuando hay tendencia de las células hijas a permanecer unidas pero con división celular
en dos o más planos, los cocos aparecen formando grupos irregulares, en muchas ocasiones
de gran volumen, asemejándose a racimos de uvas y toman el nombre do estafilococos. En un
número reducido de cocos, la división celular puede realizarse en dos o tres planos
perpendiculares, formando grupos de cuatro, conocidos como tétradas, o en paquetes de
ocho células, conocidas como sarcinas (Figura 3). Los bacilos siempre se dividen en un solo
plano; cuando forman cadenas de dos células se llaman diplobacilos y cuando éstas son
largas, estreptobacilos (Figura 3).