del análisis
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Segunda edición
GLetf4c
cy1va
textos fundamentales del psicoanálisis
Colette Soler
ISBN 978-950-649-439-1
Queda prohibida, bajo las sanciones que marcan las leyes, la re-
producción total o parcial de esta obra bajo cualquier método de
impresión incluidos la reprogra fia. la fotocopia y el tratamiento
digital, sin previa autorización escrita del titular del copyri¡;ht .
In dice
7
COLE'ITE SOLER
PABLO PEUSNER
Enero de 2013
8
I.
La fase final del análisis
Viernes 30 de septiembre de 2011, por la mañana
11
COLETTE S OLER
12
EL f'IN y LAS f'lNALIDADf:S DEl . ANÁLISIS
13
CoLETTE SoLER
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E L Fll': Y LAS FINALIOAOt;S m:1. ANÁLISIS
15
C o LETIE S OLF.R
16
EL FL'< Y I.AS FINALIDAO.,;s DBI. ANÁLISIS
DE LA ESPERA AL HORROR
17
C OI.ETTE SoLI::R
18
EL ~·IN Y I.AS FINALIOAOES m:L ANÁLISIS
19
COLEW~; SOLER
20
Et FN Y IA'l fiNALIOADE:S DEL ANÁLISIS
EL DESEO DE NO SABER
21
Co1.F:TI~: So1.f.1<
22
Et. FIN Y LAS f'I NAJ.IJ)ADES DEL ANÁ LISIS
23
C otETIE SoLJ::R
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EL FIN y lAS ~'INALIOADES Dt~L ANÁLISIS
25
tarle lo que ya saben, podrán medir cuánto se ale-
ja de lo que los lacanianos han retenido en mayor
medida de la enseñanza de Lacan; a saber: sus te-
sis anteriores que valorizan la verdad hasta el ex-
tremo. Recuerden: la verdad como causa del sín-
toma, la verdad amordazada pero a liberar y cuyo
lugar es ineliminable en el discurso. Sin olvidar
las satisfacciones capturadas en la palabra verda-
dera y la alegría del gay saber. Y de hecho, en la
relación con el Otro, con sus efectos de lenguaje y
de palabra, es la verdad lo que está en cuestión -
lo real sólo figura allí como lo imposible de decir o
de escribir-. Pero en 1976, cuando aparece lo real
fuera de sentido, ya no se trata de la verdad sino
más bien de su fracaso, porque la verdad -que sin
embargo apunta a decir ]o real- solo puede men-
tir sobre ese real que es impredicable y ser antinó-
mica a la verosimilitud. No se puede decir la ver-
dad de lo real, es su definición. Es la introducción
de esta categoría de lo real fuera de sentido lo que
condujo a Lacan a reducir a la verdad.
De los variados afectos de la verdad, Lacan solo
retuvo lo que estaba en el horizonte del trayecto
de su medio-decir, su fracaso, su espejismo. El es-
pejismo de alcanzar lo real es un espejismo que,
como todos, se esfuma al acercársele ... Se trata en-
tonces de afectos de fracaso. A su vez, luego de su
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:tpertura novedosa respecto de sus elaboraciones
hasta El atolondradicho, el texto renueva la cues-
tión de los afectos de la fase :final y del fin de aná-
lisis. Lacan lo hace en dos frases, ni más ni menos,
que no dicen del todo lo mismo ... Es un punto que
no ha sido comentado.
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COLJ':T'I'E SOLER
. 28
EL FIN Y LAS FTNALIJ)ADES DEL A.11lÁLIS!S
8. !bid. p. 600.
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CoLETI~: Sou;R
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EL FIN Y LAS PINAI.IDADES m~L ANALtsts
31
COLEi'TE SoLER
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' EL Fl:-> y IJ\S F ll\AI.I DAO€S DF:I. A.' IALISIS
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( ·, > 1 .1':'1'1'~: S• lL I::H
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E L t'U'i v LAS riNALIDAOES o~:t ANALJSIS
¿URGENCIA DE SATISFACCióN?
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II.
Los afectos de separación
Viernes 30 de septiembre de 2011, por la tarde
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( ·,,. , ¡ ·¡~; S OI.I::R
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EJ. n:>: Y U\S FIXAL IOAOt:S OF.I . M\ÁLlSIS
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vestido por la libido, por el deseo, conforme a la
idea común.
Entonces, al leer por primera vez el seminario
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoaná-
lisis, referencia obligada sobre este tema, nos lle-
vamos una sorpresa. Lo que es nombrado por La-
can "separación" es otra cosa. Quisiera mostrarles
cuánto difiere del sentido común del término -lo
que resulta evidente- y a la vez, también difie-
re de lo que es una separación de fin de análisis.
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E L FIN Y lAS FlNALIOADES OEL A.'liÁLISIS
43
1 ••1 1 1"11 S oot ~;K
1•• •·· ·' ¡¡, ., .• .¡ , ·' :·11 dial éctica del amo y del escla-
, . 11 :\., ··" ' de un amo sino del lenguaje y
r·::c·L"o
de· In'!"'" :.;tt ,·:-;Lructura implica, la que está en el
p rllll" '1''" d<· todo poder para el hablanteser. Evi-
dr·lll (·ttwnte el lenguaje me viene de aquellos que
('llc:trnaron al Otro para mí, los que en cierto sen-
tido me introdujeron en la cadena del lenguaje,
aunque ellos no estén menos sometidos que yo.
La separación es entonces definida como se-
paración de esa vacilación, y apunta a lo que soy
fuera de la cadena significante. Una precisión:
ese "fuera de la cadena" que empleo es equívo-
co. Luego de haber introducido la estructura del
nudo borromeo, Lacan habló de lo real fuera de
lo simbólico. Yo lo empleo aquí, pero no para de-
signar el fuera de lo si mbólico, sino para desig-
nar lo que se ubica en el intervalo entre los sig-
nificantes pero que no es del significante, o sea:
el objeto a causa de deseo. Es un poco forzado el
uso que hago del "fuera de la cadena" porque el
intervalo no está propiamente hablando fuera de
la cadena, pero diciéndolo así busco subrayar que
si bien está delimitado por la cadena significante,
no es de la naturaleza del significante.
Lacan no es prolijo cuando habla de la separa-
ción en el '64. Utiliza términos como ''hacerse ad-
venir", "parirse" y "engendrarse". ¿Por qué utiliza
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EL Fl~ Y LAS FINAL II) ADf;S DEl. ANA!.ISIS
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COI.i':Trt: SoLJ::R
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E L FL'< v I.AS FJNAI.I DAm:s nt:J. ANÁLISIS
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C OI.F:'f'rE Sot.ER
ÜTRA SEPARACIÓN
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EL n:-; Y l ...s FI Ni\I.IDADES OFI. ANAU SIS
49
sujeto al viraje que del lado del a nalista produce
el de-ser del s ujeto supuesto saber. Esta destitu-
ción ha sido mal comprendida, sin duda a causa
del patetismo del término "destitución". Pero La-
can se explicó al respecto: el sujeto destituido es
un sujeto liberado, se sabe objeto pero objeto im-
predicable, un objeto que falta al saber, que hace
agujero en el saber del Otro. A la vez, es un suje-
to liberado de las preguntas acerca del deseo del
Otro, de esas preguntas que generan todas las
postergaciones interminables del neurótico. Tal
vez aquellos de ustedes que hayan estudiado los
textos de Lacan se estén preguntando por qué en
1967 hablaba de la "posición depresiva del fin",
y en 1972 de ''posición maníaco-depresiv a". Creo
que el "maníaco" está allí para retomar algo que
había subrayado entre ambos momentos: el efec-
to separador de la destitución que evocaba cuan-
do hablaba de liberación ...
Lacan dice que después el duelo se termina,
sin explicar cómo eso es posible. Se abre así la
pregunta acerca de qué viene después para cada
quien, pero acerca de eso no dice nada ... El ana-
lizado sabrá darse una conducta, hay un montón
posibles, afirma. Por el contrario, en la Nota a los
italianos, declara que todas ellas convienen para
quien desea ser analista.
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Er. FrN v LAS FINAI.If>A OES m:r. ,\ :".\LISIS
Lo REAL SBPARADOR
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En el nudo borromeo lo real se define como lo
que está fuera de lo simbólico. Lo real no le debe
nada a los significantes y tampoco está hecho para
ser sabido. Como afirmaba Lacan, lo más real que
hay en el hablante es el síntoma. Tal como es re-
definido a partir de 197 4, se trata de una forma-
ción del inconsciente real. En principio porque es
goce, pero sobre todo goce de un elemento del in-
consciente. Ese elemento -cualquiera sea- en tan-
to tal, puede ser llamado real en la medida en que
por definición, está fuera de la caden a. Por otra
parte, esa es la primera definición del significan-
te en lo real, el fuera de la cadena a propósito de
la psicosis en De una cuestión preliminar ... El in-
consciente real no es una cadena significante y,
además, también está fuera de sentido. Se trata
entonces de una ruptura con la tesis del incons-
ciente-lenguaje, simbólico, estructurado como una
cadena significante, productor de sentido que re-
traducía a ese inconsciente lenguaje -que era el
inconsciente freudiano a la luz de la lingüística- .
Nos encontramos aquí con una pregunta acer-
ca de cómo se constituye un inconsciente: ¿de dón-
de vienen esos elementos que se descifran en un
análisis? Freud respondió que vienen de las hue-
llas mnémicas del traumatismo y del tratamien-
to que la represión les aplica. Lacan lo siguió un
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EL rtN v J.As FfNALJOAm:s m ;1. A."iÁLJSIS
53
CoLI::'I1'E Soum
54
el seminario de La angustia,justo luego d1' lt:t!H' r·
definido al objeto como lo que falta. El objt't.o
que falta anima el movimiento libidinal de la
búsqueda de la verdad, pero la verdad medio-
dicha está siempre agujereada, medio-no-dicha,
y solo la fixión (aquí necesar iamente escrita con
una equis), del síntoma le hace de tapón.
Debemos considerar que ese Uno encarnado, le-
tra del síntoma, permanece incierto -según plan-
tea Lacan- y que entonces todo lo que se descifra
de él no lo designa sino de modo hipotético. Esto
es presentado en el final de Aún y será retomado
en lo que seguirá. Según entiendo, la consecuen-
cia concreta es que resulta posible ciertamente
para el sujeto identificarse a su síntoma real-o
sea: reconocerse en todo lo que hace sufrir y que
se percibe día a día, y no solamente soportarlo,
sino también asumirlo-. No obstante, eso no im-
plica que ese síntoma haya sido identificado de
un modo distinto al hipotético. Lo que se identi-
fica fácilmente es lo que obstruye, incluso lo que
traba en el final del análisis, pero la letra que res-
ponde a eso permanece incierta.
La diferencia con la separación del '64 es evi-
dente. Esta separación por el síntoma y por lo real,
hace de cada uno un caído del estado civil. No nos
hace parte del universo de discurso, no nos otorga
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Cou:TIE SoLER
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EL Fl:'\ Y LAS fiNALIOADF.S Dr:l. 1\I':AI.ISIS
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Cou :T'l'E SoLER
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EL rl:-1 y U\5 fl!'\AI.II>AUJ,;..<; Ot:l . ;\J'\AtiSIS
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COLF:'T'TB S OLF:R
60
EL FH\ Y LAS F'lNALIDAm:s DEL ,\.\IÁLISIS
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III.
¿Qué es un sujeto analizado?
Sábado 1 de octubre de 2011, por la mañana
65
Cou·:rn: Sou;lt
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E1 ' , , t , ... 1 ' ' " fJ\t~l'•'l·i , ... '· i ......
¡; ,·
COI.ETIE SOLER
68
registro especular. Se trata de afectos que se ar-
ticulan como recíprocos y transitivos: en la pie-
dad, la participación en los dolores del otro siem-
pre está correlacionada con los temores que el su-
jeto se sabe capaz de experimentar por sí mismo.
En la medida en que el análisis conduce un de-
seo de saber, empuja hacia un más allá del temor
(cuando se trata de sí mismo como analizante) y
de la piedad (cuando se trata del otro).
Ese más allá del temor y la piedad implica la
distinción entre el deseo del analista y el deseo del
terapeuta. Introduce también la cuestión de los ob-
jetivos del psicoanálisis, de sus fines. Es notable
que muchos de los terapeutas de la palabra se au-
toricen en su buen corazón y en el cuidado exclu-
sivo que dicen aportar para reducir los sufrimien-
tos de sus pacientes, mientras que el análisis cm-
puja hacia el deseo de saber; lo que no le impide
jactarse de producir el único verdadero efecto te-
rapéutico, durable y que cambia al sujeto mismo.
Ningún diálogo triunfa entre el análisis y los psi ...
Lo que confunde un poco acerca del temor y la
piedad es que el primero ha cambiado de lugar
en el discurso corriente ... Una particularidad
de nuestro tiempo es el aumento de los temores
respecto del futuro: el temor es un afecto ligado
al tiempo, más precisamente a la anticipación.
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Col.r r·n S n1 1 1<
NI CHJSTIJ\l\'"0 NI SADJA!'-:0
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El . ¡.'(:-; y !.AS FIN.-\I.IJJAIJES JlEL \ !'>ALISIS
71
depende del encuentro. No depende del encuen-
tro, no depende del azar, puesto que la oferta es
anterior a la demanda. Y "todo lo que le llega" in-
dica que por poco que la demanda esté allí se la
acepta de entrada y sin discriminación. El ana-
lista no es ni samaritano, ni sadiano. Entonces,
el analista solo puede hacer función de causa -
de una causa que no sea ni religiosa, ni sadiana-
con una condición: que haya experimentado por
sí mismo los beneficios del fin, concretamente la
satisfacción que lo señala, lo suficiente como para
saber que es posible. Esta tesis está en el Prefa -
cio, cuando Lacan dice que la urgencia del deseo
del analista es la de dar esta satisfacción del fin
pero, cito, es "una urgencia que no se está seguro
de satisfacer, salvo al haberla sopesado". Haber-
la sopesado es - creo- haberla experimentado lo
bastante como para saber que es posible; a falta
de lo cual el acto que empuja hacia el horror al
saber sería, por lo menos, sospechoso.
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E t. Fl~ \' 1.\S Fl:>:AI.IPAm:s DEL.\:-.' \1 1s1s
73
Cou·TrE Sott:R
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:--olo porque multiplica las catástrofes, sino por-
que priva a los sujetos de los recursos simbóli-
co-imaginarios (lo que Pierre Bourdieu denomi-
naba "el capital simbólico'') que les pennitü·ían
:=;oportar a lo real.
En el fondo, hay que extender la cuestión de
las barreras ante lo real insoportable, angustian-
te. En el discurso común que no apu nta al saber
sino al buen orden de las cosas humanas, se ins-
talan también barreras que aseguran la defensa
ante lo real. Los recursos simbólicos de los que
hablé forman parte de ellas. Están constituidos
por el conjunto de los semblantes, los significan-
les mayores de los valores y los ideales, pero tam-
bién por la sublin1ación, y dan acceso a satisfac-
ciones pu lsionales específicas.
En el psicoanálisis, que es una práctica que sí
apunta al saber, a la revelación, lo que opera como
barrera o como defensa es el "yo no quiero saber
nada de eso"; y el psicoanálisis se dirige justamen-
te allí. Como ya he dicho: no hay más allá, pero el
análisis tiene efectos sobre la angustia, y a menu-
do vemos que pone fin a las pesadillas nocturnas
de algún sujeto. Digamos que la angustia ligada
al objeto y a lo imposible de soportar del sínto-
ma, que con frecuencia motiva el análisis, es mo-
vilizada en el curso de la elaboración analizante,
75
CoLI::TTE SoLER
76
Creo que sobre este punto convicnt· lwn·r 11 11:1
diferencia entre la neurosis y la psicosis. Si hay
una estructura que indica claramente qut• lo q1u·
angustia no es solamente el deseo del Otro con su
causa oscura, es la psicosis - más precisamente
la esquizofrenia, puesto qu e para el esquizofré-
nico el significante, o lo simbólico mismo, es real
y está fuera de cadena, y por eso fuera de sen-
tido- . Así como cuando la melancolía alcanza el
deliri o de indignidad nos muestra con evidencia
que la culpabilidad no proviene del Pa dre sino
que, por lo contrario, se desencadena en la medi-
da de su carenci a, la esquizofrenia nos muestra
que la angustia a la que el esquizofrénico está
sujeto tampoco proviene del Padre. Esa angus-
tia proviene de lo real, bajo la forma en que lo
real se le impone al sujeto esquizofrénico. Tene-
mos aquí un campo para explorar.
77
( ·, 11 ~TI F St ll 11.
78
de sexo" y "es el fracaso: reglado como un pen-
tagrama" <?.
¿Qué podemos decir de los efectos de lo que
Lacan puso en evidencia al final del seminario
Aún? El amor responde a lo real del inconscien-
te, reconocido en el otro por sus efectos de afecto.
En tanto resorte esencial produce un afecto enig-
mático de reconocimiento de los síntomas; mien-
tras que del saber inconsciente podemos pensar
que no demanda sino que certifica, recoge, admi-
te. Puesto que el exilio parece "cesar de no escri-
birse", es por un tiempo un caso único de encuen-
tro no fallido. Noten que su costado ilusorio no se
elimina: es una ilusión creer que la relación/pro-
porción sexual cesa de no escribirse ...
¿Cómo interviene el análisis sobre este estado
de cosas? Veamos qué ha producido a nivel de los
tres determinantes. En primer lugar, la deflación
de los significantes-amos, o sea de los significan-
tes de los ideales con su t·epercusión sobre el yo
ideal; luego permite ceñir - y hasta nombrar- la
causa del deseo, esa causa que proviene de l fan-
tasma y no del partenaire; finalmente en tanto el
análisis permite anoticiarsc del destino de exilio,
79
a pesar del horror de medir sus consecuencias de
no-relación/proporción sexual. .. ¿cómo no tendría
repercusiones sobre el amor?
La primera de ellas es sin duda que las expec-
tativas amorosas se modifican. Un sujeto que ha
ceñido el horror de saber el destino de exilio, que
sabe que hay del Uno y nada del otro, puede me-
dir con precisión cuánto del amor es una suplen-
cia insuficiente, ilusoria. Las esperanzas puestas
en el amor quedan así bien temperadas. Por otra
parte, el lugar otorgado al amor en la vida varía
mucho de un individuo a otro ...
La verdadera cuestión es la de saber si el amor
mismo resulta modificado por el análisis. Lacan
situó esa posibilidad con una fórmula muy bella:
habló de una modificación que permitiría exten-
der -subrayo el término "extender"- los recursos
gracias a los cuales uno puede prescindir de la re-
lación/proporción sexual (de hecho, hay que pres-
cindir de ella obligadamente ... ). Y el amor es jus-
tamente lo que suple a esa relación/proporción,
como afirma en el seminario Aún. El recurso más
a mano para prescindir de la relación/proporción
es la "proliferación del bla, bla" en la que consis-
te el amor en general. Lacan lo dice con claridad:
no debemos olvidarnos de que cualquiera sea la
función determinante de las tres dimensiones -
80
f:L ~·¡:-,; Y I.AS FI:>IAI.IIlAI>Fc.; DEl. A:-..AI.ISIS
81
Co1.~:nr·: S( 11.FI<
83
Cor.t:TTE Sor. ~:R
84
re seguir siendo apreciado en el mercado, enton-
ces debe continuar asegurando su presencia en
la ciudad y, para eso, es necesario otro deseo que
haya virado hacia la invención del saber. Lacan
más bien evitó el "pensamiento correcto" en la con-
ducta del analizado cuando dijo que en el fin "sa-
brá h acerse una conducta. Más de una, las hay a
montones ... " :$ . La norma no tiene lugar allí, por-
que despejar las condiciones del discurso del ana-
lista no es lo mismo que indicar su norma.
Sin embargo, atención con el grupo secreto de
las normas de conducta y de la palabra ... Estas
varían con las épocas pero, cualquiera sean, tie-
nen como res·ultado que sin que nada esté pres-
crito ni prohibido, tal o cual estilo está en uso,
tanto como tal o cual doxa ... Y ciertamente no se
pueden decir ciertas cosas s in provocar una pro-
testa del grupo y sin atraerse automáticamente
la objeción e incluso la reprobación no s iempre
silenciosa de la mayoría. No hay que olvidarlo ...
Rcformulo la cuestión: cuando el psicoanál isis
llega a su término produce la raza paradoja] de
los diferentes. ¿Cómo podrían entrar esos dife-
rentes en el lazo social bajo el signo de la armo-
85
Co u·. rn-: S"' ¡:¡;
86
lo reaL La diferencia entre ambos discursos es de
importancia y radica en que mientras el discurso
del psicoanalista valoriza al uno de singularidad
única, el discurso cnpitalista no conoce ni cultiva
más que el anonimato de uno entre otros. Por eso
incita a perseguir la desviación más que a cual-
qui er otro discurso.
!\hora bien, produciendo a esos diferentes asu-
midos, ¿no será que el psicoanálisis, lejos de ge-
nerar asociales los haría recaer en lo que llamé el
na.rcínismo 1? Esa sospecha está claramente pre-
sente en el público que se sorprende al constatar
que el psicoa.nalista no encarna en modo alguno
una figura de la sabiduría. Y se le teme al analista
gozador, ávido de sexo, dine ro y poder, el que osa-
ría todo, no tendría reparos y del que habría qu<'
proteger a los analizantes potenciales. ¡Incluso
el Estado sueña en protegerlos de eso! Es el col-
mo. El tema está por todas partes: en el público,
en los debates entre asociaciones analíticas (hay
87
Cor ~:n~: Smt H
88
E1. f 1:-.' Y 1.\ S r1:-:,\ I .II J\Iw· . 111 • \.\1: 1
89
Cotr.-rr~: Sou:K
90
nPraL un sujeto :.1dapln c!o l'Sl<.\ <Hiaptndo :t
lus <.lemandns del Otro. P<'ro en e:>lt' ca~o. por
u11a especie de astucia de la razón ~mnlític:n
- si pue<.lo plagiar a Hegel-, S<' re,·ela que quien
asumió su diferencia está mejor armado que <:1
aclapt<\do para enfrentar las competencias de la
vida (trabajo, amor y lazo social en general l. Me-
jor armado cada uno en su medida, sin eluda, por
poco qu(' cada qui en se trace un objetivo. Todo dc-
pend<:ni emonces d<'l u::;o que c•l ~~naliz<:1do haga
de lo que adquiricí. Por eso en la Nota u los itnlia-
nos Lacnn reconocía que el analizado pudría po-
ner sus nUC'V~)S recursos al servicio del ürbol ge-
neHlógico, o sea: del Padre. del noml.>re propio o
dl:l escabel, más que del deseo del analista. Esto
se put>de decir el<' diversas {órmas. pero sic~mpre
designa un uso narc:inista. Creo que Lacan ha-
bía dl'~cubierlo eso f'rt>cuc'ntando a los miembros
de su propia Escuela y a su::; alumnos. Por eso se
preocupó, con el liempo, de' las elecciones post-
analíticas del analizado que podrían ciesvinrlo
dC' la ('ausa analítica. Al nwno:-;, es lo que dice la
1\'ota ... pero también es a lo que apuntaba su ini-
ciat iva con Scilicet, publicación que <.:un la i.n du-
sión de articulos no firm ados y a pesar de las re-
ferencias justificadoras a Bourbaki, simplemente
quería oponerse a las pasiones del nombre pro-
91
pio que ardían en su Escuela. Era un verdade-
ro remedio para la desesperanza, pero fracasó ...
Hay que decir en todo caso que si bien Lacan
produjo la expresión de los "dispersos dispares",
no se inquietaba para nada por una eventual aso-
cialidad, al contrario. Él se preocupaba por el aná-
lisis porque había captado que el efecto terapéu-
tico del fin de análisis no era una garantía para
la subversión analítica, que no producía automá-
ticamente lo que haría falta para una verdadera
ética de los desechos. Si juzgamos el asunto vien-
do al que hoy empuja hasta el paroxismo a ese
narcinismo del árbol genealógico y la defensa del
patronímico, tenía razón.
Resulta claro, entonces, que el porvenir no está
escrito desde el inicio y que depende de nosotros.
92
ISBN 978·950·649·439·1
Con el apoyo eh