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La astronomía en Mesopotamia

La astronomía tal como la conocemos nació en Mesopotamia, una región situada entre
el Tigris y Éufrates, que corresponde más o menos a Iraq actual. El territorio a su vez
dominado por diferentes civilizaciones, conoció una historia muy rica y ocupó un lugar
fundamental en la historia de la ciencia occidental.
Las matemáticas y el sistema sexagesimal
La civilización sumeria se distingue por un desarrollo muy avanzado de las matemáticas,
tanto en aritmética como en álgebra y geometría. Los matemáticos sumerios crean, por
ejemplo, tablas de multiplicación, división, raíces cuadradas y cúbicas y comienzan a
resolver ecuaciones algebraicas.
Se tendrá en cuenta, en particular, que Sumeria desarrolla un sistema sexagesimal,
basado en el número 60, en vez de nuestro sistema decimal basado en el número 10. Es
a esta civilización que debemos la división del círculo y del cielo en 360 grados y la
división de las horas en 60 minutos, luego en 60 segundos.
Probablemente no sabremos jamás porqué los sumerios escogieron el número 60 como
base. Una ventaja posible de este sistema es que el número 60 es divisible por muchos
factores, en particular 2, 3, 4, 5, 6 y 10. Es de hecho el número más pequeño divisible por
todos los enteros de 1 a 6. Esta propiedad podía proporcionar más flexibilidad que la base
10 para subdividir medidas en fracciones iguales. Este sistema permite en todo caso
expresar grandes números utilizando pocos símbolos, lo que habrá facilitado el desarrollo
de las medidas y cálculos.
Las constelaciones y la astrología
Los primeros textos astrológicos todavía en existencia datan del período paleobabilónico.
Las predicciones están basadas entonces en la posición de la Luna en el cielo, en
particular en su posición durante la aparición de la primera media luna al principio de cada
mes. Las predicciones de esta época no se aplican a los individuos, sino más
generalmente al futuro del país, sus cosechas, sus guerras o sus epidemias.
Una serie famosa de tablillas de la era casita, Enuma Anu Enlil, muestra una evolución
hacia predicciones basadas en la posición aparente de los planetas en el cielo, en
particular Venus y Marte. Venus entonces es asociado con Ishtar, la diosa del amor, y sus
peregrinaciones se suponen permitir predicciones sobre el amor y la fertilidad. En cambio,
el planeta Marte es asociado con Nergal, el dios de la guerra y los infiernos, y las
predicciones se relacionan a futuros conflictos y guerras.
Un enfoque más sistemático de la observación del cielo se describe en un conjunto de
tablillas que datan de la época asiria, hacia el año -1.000, y han sobrevivido hasta
nuestros días: las tablillas Mul Apin. Éstas clasifican las estrellas y constelaciones en tres
grupos bien delimitados y asociados con tres dioses. En el Norte Enlil, el dios del viento, a
lo largo del ecuador celeste Anu, dios del cielo, y en el Sur Ea, dios de los aguas dulces..
La organización del cielo será completada más tarde bajo el imperio neobabilónico que
divide el zodíaco en 12 signos de 30 grados, nombrados según su constelación principal.
Todos los elementos de la astrología están entonces colocados —anotamos esto por
razones históricas, la astrología no tiene evidentemente ninguna credibilidad en la ciencia
moderna.
La observación y las medidas del cielo
Los astrónomos paleobabilónicos establecieron un calendario lunisolar, basado a la vez
en el movimiento aparente de la Luna y del Sol. Básicamente, el año está formado de 12
meses lunares, teniendo el mes una longitud variable de 29 o 30 días. Evidentemente,
como el año real basado en el movimiento del Sol es un poco más largo que 12 meses
lunares, este sistema básico se habría movido lentamente con el tiempo. Para que el ciclo
de las estaciones quede fijo con relación al calendario, los paleobabilónicos ajustan pues
su calendario básico intercalando un decimotercer mes cuando lo consideran necesario,
alrededor de cada tres años.
Durante este mismo período, los astrónomos comienzan a tomar nota de la fecha de la
primera salida del planeta Venus como “estrella” de la noche y su última puesta como
“estrella” de la mañana. La famosa tablilla Ammisaduqa, que sobrevivió, nos proporciona
estos datos sobre un período de 21 años. Los babilonios se dan cuenta de que el
movimiento de Venus es periódico, es decir, se reproduce de manera idéntica después de
un determinado intervalo. También se dan cuenta por primera vez que la estrella de la
mañana y la estrella de la tarde sólo son un único astro.
Bajo el imperio neobabilónico va a establecerse un registro más detallado, sistemático e
ininterrumpido del movimiento de la luna, los eclipses, conjunciones con estrellas
brillantes; pero también acontecimientos no astronómicos como terremotos, epidemias y
nivel de las aguas. Los astrónomos babilónicos descubren en particular que el ciclo de los
eclipses se repite cada 18 años (el ciclo metódico).

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