CVX Jóvenes Chile 2010
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Adaptadas de las Reglas de Discernimiento de la Primera Semana (EE.EE. 313‐327) por Juan Miguel Leturia, SJ.
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6. Si en la desolación no debemos cambiar nuestros propósitos, en cambio es de mucho provecho
volverse intensamente contra la misma desolación, insistiendo en la oración (aunque no
tengamos ganas), en la reflexión y revisión de nuestras vidas, y en hacer algún tipo de sacrificio o
penitencia apropiada.
7. El que está desolado, tenga en cuenta que el Señor lo ha dejado a prueba (en un proceso de
purificación y maduración interior), para que resista a las agitaciones y tentaciones del enemigo
de los hombres, sintiendo sólo sus propias fuerzas naturales, y que puede lograrlo con la ayuda de
Dios, la cual siempre le queda, aunque no la sienta con claridad, porque el Señor le ha quitado el
fervor, el sentimiento de Amor y la intensidad de su Gracia o poder, quedándole sin embargo
Gracia suficiente para que pueda triunfar (cf. 1 Cor. 1:9).
8. El que está en desolación, trate de ser paciente, para que supere las dificultades que le vienen, y
recuerde que pronto será consolado si se esfuerza en vencer la desolación como en la sexta regla.
9. Hay tres causas principales de la desolación:
1º. por haber sido tibios, flojos o descuidados en nuestros ejercicios espirituales, así, por dejación
nuestra se aleja de nosotros la consolación.
2º. para probarnos hasta donde llegamos en nuestra entrega y compromiso con Cristo, cuando
no tenemos tanta ayuda de Gracia y consolación.
3º. para que demos cuenta de que no nos pertenece el tener o no tener entusiasmo, gran Amor
u otro tipo de consolación, sino que todo esto es un don gratuito de Dios, Nuestro Señor, para
que no pongamos nido en lo que no es nuestro, creyéndonos macanudos y atribuyéndonos
las cualidades que Dios nos da.
10. El que está en consolación, piense cómo se sentirá cuando le venga desolación, y junte fuerzas
para entonces.
11. El que está consolado, trate de ser humilde en todo lo que pueda, recordando la poca cosa que es
cuando está desolado, sin tanta ayuda de Dios. Al revés, él que está desolado, reucerde que es
mucho lo que puede con la fuerza del Espíritu, para resistir las tentaciones del enemigo, tomando
así fuerzas de Dios.
12. El espíritu del mal se parece a esas personas que se corren y se achican cuando les paran el carro,
pero que si uno se asuste y les concede algo, su venganza, ferocidad y exigencias no tienen
límites; así cuando la persona que busca siempre a Dios rechaza las tentaciones del enemigo,
haciendo todo lo contrario, éstas desaparecen, en cambio, si la persona pierde ánimo con las
tentaciones y les empieza a abrir la puerta, no hay en el mundo bestia tan feroz como el enemigo
de los hombres en la maldita tarea de llevar a cabo su intención de perjudicarnos.
13. El espíritu del mal también se parece a esos falsos enámorados que buscan andar en secreto y no
ser descubiertos: así como el galán, que con malas intenciones trata de convencer a una mujer,
quiere que ésta no le cuente a nadie sus invitaciones y propositos, y desaparece del mapa cuando
ésta le cuenta a su padre, novio o hermanos sus intenciones depravadas, porque se da cuenta que
no va a salir bien parado si trata de seguir adelante en su conquista, del mismo modo el espíritu
del mal, cuando viene con sus astucias y trata de convencer a una persona buena, quiere que ésta
no converse con nadie de estos problemas, y si la persona a un amigo verdadero y cristiano o a su
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confesor se confía, el espíritu del mal no sigue adelante con sus malas intenciones, porque se da
cuenta de que sus engaños han sido descubiertos a alguien que conoce sus tretas.
14. También aparece el enemigo de los hombres como un delincuente, para destruir o robar lo que
desea: así como un asaltante mide las fuerzas o defensas de la víctima que quiere asaltar,
atacando por el punto más débil, del mismo modo el espíritu del mal, nos rodea y observa
nuestras virtudes, donde nos haya más débiles y menos preparados, ahí nos ataca y trata de
apoderarse de nosotros.
Reglas de Discernimiento de Segunda Semana
[EE 329] La acción propia de Dios es dar verdadera alegría y gozo espiritual quitando toda tristeza y
turbación. En cambio, la acción del espíritu es combatir contra esa alegría y paz de Dios con
la tristeza y la turbación, cosa que consigue poniendo razones aparentes, sutilezas y
repetidos engaños.
[EE 330] Las consolaciones pueden llegarnos por medio de nuestras facultades de memoria,
entendimiento y voluntad; o pueden llegarnos directamente al corazón sin pasar por dichas
facultades.
Las consolaciones que nos llegan directamente a nuestro corazón sin pasar por nuestras
facultades ("consolación sin causa aparente") vienen ciertísimamente de Dios. Porque Dios,
como Padre de nuestros corazones puede entrar sin necesidad de pasar por la puerta de los
sentidos (por ej. la aparición de Jesús resucitado a los doce en el cenáculo estando cerradas
las puertas), y El solo es el que puede entrar así. Las características que deja son gran amor
a su divina persona.
[EE 331] Las consolaciones que nos llegan por nuestras facultades pueden venir tanto del buen
espíritu como del malo, por contrario fines.
El buen espíritu lo que busca es aprovecharnos para que crezcamos en el servicio de Dios y
de nuestros hermanos; y el mal espíritu busca llevar adelante su mala intención...
[EE 332] El mal espíritu puede disfrazarse de buen ángel ("como ángel de luz") ya sea dando el una
consolación buena, o aprovechando una consolación del buen espíritu. En estos casos el
comienzo es bueno y aprovechable, pero luego el mal espíritu procura ir quitando poco a
poco las buenas intenciones para llevar su "dañada intención y malicia" adelante.
[EE 333] La manera de descubrir el engaño del mal espíritu es:
a) Debemos examinar el proceso de nuestros pensamientos, y si al comienzo, a la mitad y
al final son siempre buenos, señal que es del buen espíritu; pero si a la mitad y al final
los pensamientos son menos buenos o claramente malos, señal que es del mal espíritu.
b) Podemos también examinar el final de todo, y si notamos que hemos llegado a algo
distractivo, o menos de lo que teníamos propuesto al comienzo, señal es que se metió
el mal espíritu.
c) Podemos examinar nuestro afecto y si notamos disminución de paz, suavidad, ... sea
señal de ser el mal espíritu.
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[EE 334] Conociendo ya el mal engaño del mal espíritu es bueno hacer dos cosas:
a) Fijarse bien cual fue la primera buena idea por dónde comenzó a procurarse
aprovecharse de ella.
b) Analizar después todo el discurso de los pensamientos por que llevó el mal espíritu
hasta hacerle perder la paz y el gozo espiritual. Así, con esa experiencia conocida y
analizada, procuraré guardarme del engaño en el futuro.
[EE 335] En los que van de bien en mejor, el buen espíritu toca a esa alma dulce, leve y suavemente,
como gota que entra en una esponja. Y el malo como cuando una gota cae sobre una
piedra.
En los que proceden de mal en peor ambos tocan al alma de contrario modo.
[EE 336] Cuando la consolación llega directamente al corazón (sin causa precedente), se debe
atender y discernir bien el momento exacto de la consolación para distinguirlo de lo que
sigue después. Porque el sujeto, después de una gran consolación puede quedar
entusiasmado (con el "calorcito" de lo que vivió en la consolación) y empezar a creer que
todos los pensamientos y juicios que sienta, haga o decida, cuando ya no está la
consolación primera, son del buen espíritu.
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