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Sumisión o emancipación: la mujer romana en el Imperio

Cátedra: Introducción a las problemáticas del Mundo Antiguo Oriental y Clásico. Una
aproximación a las Nuevas Temáticas Historiográficas (del 2ºmilenio a.C al siglo III d. C)

Profesor/a: Magnares, Magdalena

Carrera: Licenciatura en Historia

Alumno: Cucó, Maximiliano

UNICEN - Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

2018
Introducción

La historia siempre es contemporánea, reza la gran frase del historiador Edward Carr al empezar
a definir una de las principales características del quehacer en historiografía. En este sentido este
trabajo pretende ser tan contemporáneo como la temática lo es a la luz de una actualidad
dinámica que nos imprime constantemente direccionar nuestros temas de interés y
comprenderlos en los marcos históricos referenciales en los que se mueven. Nos proponemos
analizar el rol político y social de la mujer en la Roma de la época Imperial, fundamentalmente en
los primeros siglos (I y II). Ahora bien ¿por qué es a nuestro entender un tema relevante?, ¿Qué
nuevos aportes nos podría ofrecer el análisis del pasado femenino romano?. En la actualidad los
movimientos feministas que se han impulsado desde los años 60/70 han puesto su mira en la
reivindicación de los derechos de la mujer, derechos que a partir de la Segunda Guerra Mundial y
en plena Guerra Fría han sido paulatinamente ampliados hasta poder llegar a temas tan
conflictivos como el divorcio, el aborto, el trabajo, la sexualidad libre, temas tabú en un pasado
que se jacta constantemente de anteponer en la cuestión aspectos morales, dogmaticos,
religiosos, históricos, consuetudinarios, etc. Esta liberación que se vive a partir de la década del
70 y que es un fenómeno mundial y que llega en distintas etapas y formas a nuestra época, ha
sido visto en el Occidente como la emancipación, la verdadera emancipación de la mujer, un
proceso de lucha y de conquistas: sociales, políticas, económicas, culturales, físicas, sexuales,
etc. que sin embargo ha perdido o borrado un pasado de luchas y conflictos que datan de la
Antigüedad, la Edad Media y la Moderna. Con esto remarcamos entonces que la emancipación
no comienza en los años 60/70, ni tampoco con los movimientos feministas de principio del siglo
XX que vieron fundamentalmente en el socialismo y en las izquierdas sus aras de expresión, sino
que tienen raíces ondas en la Antigüedad Tardía y de cuyo fenómeno la emancipación de la
mujer romana durante la época imperial es un ejemplo clave y fundamental para comprender la
actualidad del tema.

Nos proponemos a partir de este trabajo los siguientes objetivos:

 Promover una crítica y reflexión sobre los orígenes del feminismo actual
 Conocer la situación de la mujer romana en la época del imperio
 Explicar la influencia y alcance del poder político de la mujer en el Imperio Romano
 Comprender la idea de emancipación femenina en este periodo de la Historia de Roma
Los ejes de investigación respetaran los aspectos estructurales típicos de una monografía,
contando una breve y descriptiva introducción, un cuerpo compuesto de tres subtítulos; el primero
analizara los inicios del Imperio y sus características sustanciales en cuanto a aspectos de la vida
familiar romana, tomando como eje el patrón hegemónico del paterfamilias. El segundo subtitulo
abordara el derecho romano en relación con la situación de la mujer; más concretamente toda
aquella legislación que fuera elaborada en torno a su figura, entre la transición de la República al
Imperio. Un último subtitulo será de recorrido analítico sobre la evolución en el periodo histórico
analizado del rol de la mujer fundamentalmente con la llegada del Imperio de Augusto.
La vida cotidiana en el Imperio

El Imperio Romano como etapa decisiva de la Historia de Roma que se inicia con el ascenso de
Octavio o Augusto al poder político, se ha caracterizado fundamentalmente por una fuerte revisión
y transformación de la familia y la vida de los romanos. Esta etapa conocida como Siglo de
Augusto, se caracterizo por una corrupta moral social, que arrastraba los problemas del final de
la República, es decir la abundancia de oro y mano de obra esclava había generalizado en Roma
y en Italia el lujo y el ocio. Los privilegiados ciudadanos romanos se habían beneficiado durante el
siglo I a. de C. de los frecuentes repartos de dinero entre los veteranos y de las distribuciones de
alimentos. La inestabilidad de las constantes guerras civiles había creado un ambiente de
inseguridad ciudadana y había sido un campo propicio hacia un olvido nefasto de las virtudes
cívicas tradicionales. Esto también había afectado a la moral familiar, (que) se había deteriorado
al máximo y, mientras los divorcios eran múltiples y escandalosos, no pocas mujeres hacían
alarde de su desenfado y arbitraria conducta y, como afirma Seneca, algunas matronas romanas
no contarían sus años por los consulados, sino por los maridos que habían tenido. A partir de esta
crisis social y moral en la Roma Imperial, se dictaron las leyes de Augusto (que) trataron, sin
duda, de corregir aquellos excesos de lujo y carencia de moral. Poetas como Horacio y Virgilio o
historiadores como Tito Livio apoyaron ampliamente en sus escritos la vuelta a las virtudes
tradicionales que Augusto trataba de restituir. No lo consiguió, porque la verdad es que las clases
superiores no dieron buen ejemplo. Los divorcios y escándalos fueron normales en Pompeyo,
Cesar, o Marco Antonio. El propio Augusto, por encima de sus normas, era conocido por sus
lances amorosos, aunque ciertamente mostro afecto constante hacia su tercera esposa, Livia. Y
su hija Julia fue el prototipo del escarnio de la moral familiar buscada por Augusto1.
La necesidad de una regeneración moral no encarna entonces en la época de Augusto en un
cambio alguno para con la posición de las mujeres en el escenario político y social, hay que
destacar como bien señala Barrow en el Imperio las mujeres simbolizaban las virtudes de la
esposa y de la madre, y se interesaban también en la literatura, en las actividades de sus
esposos y en la familia. Los hijos se criaban en las saludables ocupaciones del campo, y se les
acostumbraba a obedecer con espontaneidad y a ser naturalmente respetuosos2. Esta
concepción fue la base para describir una posición que las mujeres empezarían a combatir,
fundamentalmente a través de los cambios políticos y económicos que significan el
reflorecimiento de la cultura romana bajo el Siglo de Augusto.

Desde el establecimiento de la República en 509 A.C, y llegando al Imperio, la familia romana se


caracterizo por la fuerte presencia y poder absoluto del Paterfamilia, explica Grimmal puede

1
AAVV: Manual de Historia Universal, Madrid, ediciones Najera, 1983. Vol. IV Roma, pp.218-219
2
Barrow, R.H:Los Romanos, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p.111
según su gusto, reconocer a los hijos que le da su mujer (…) o bien exponerlos fuera de la casa
abandonándolos a quien los quisiera, lo que, en la práctica equivalía a condenarlos a muerte, o
en el mejor de los casos a la esclavitud (…) el padre podía expulsar a sus hijos(…) también
matarlos. Hay que destacar que el Estado no intervenía nunca en la familia, ni mucho menos
limitaba el poder del paterfamilia, la familia y sus actos eran estrictamente privados. El poder
central que el paterfamilia va tener en la familia y en las gens romanas, principalmente sobre sus
hijos, se realizara a través de la Patria potestad. Es el padre de familia, quien en principio dirige
la casa. Él es quien, por la mañana da las órdenes a los esclavos y les distribuye sus tareas, al
tiempo que hace que su intendente le presente las cuentas (…) a veces se producían conflictos
algunos maridos, no todos, desde luego, dejaban en manos de sus esposas la dirección (cura) de
la casa, así como las llaves de las cajas de caudales, porque la consideraban digna de todo eso.
Normalmente una señora rica no sabe qué hacer de sus diez dedos, salvo ocuparlos en la rueca y
el huso, y quiere matar el tiempo de una manera honesta y tradicional (…) hay que tener en
cuenta que estas gentes tienen ininterrumpidamente un esclavo a mano, para prevenir sus
menores ademanes, y nunca están solas3.

3
Ariès Philippe; Duby, George: Historia de la Vida privada, Buenos Aires, Taurus, 1990, p.82. Vol.I Imperio Romano y Antigüedad
Tardía.
La mujer en el derecho Romano

Es interesante dentro del análisis de este periodo de liberación el lugar previo que tuvo la mujer
romana en el escenario social y político de la Roma, principalmente en las fases previas a la
caída de la República, las amplias fuentes escritas que existen, fundamentalmente fuentes
literarias y jurídicas latinas, han sido recopiladas y analizadas por la Lic. Martha Patricia Irigoyen
Troconis4, quien ha llevado adelante un excelente estudio sobre la evolución desde el orden
natural que le asignan a la mujer romana de esta época, hasta el advenimiento de los cambios en
el Imperio.

En la Roma del Imperio, autores de la talla de Juvenal, Tito Livio, Seneca, Marcial, y otros
muchos varones crearon con una imaginación parcial un ideal femenino, dibujaron con sus letras
las emociones de ser mujer y modelaron con su pensamiento político la historia de las mujeres.
Por eso es que de ahí la condición femenina nazca en buena medida de la afirmación del “ser
masculino”, tolerada por la mujer, y de la práctica negación de la personalidad femenina, que
cantan los versos de los poetas y que definen el imperio masculino5.

A esta representación y tipos ideales que los hombres crean sobre la figura femenina,
condicionan notablemente el lugar de la mujer en escenario social de la Roma imperial, el imperio
en pocas palabras es un Imperio de hombres, que se manifiesta en la amplia ocupaciones que
tienen y en el fuerte respaldo legal, la institucionalización del hombre no solo deviene del derecho
consuetudinario sino que se traspasa. En Roma el sexo femenino existe solo en el orden natural,
como las plantas, la tierra cultivable, o los animales de tiro y carga. Su protagonismo histórico se
identifica por razón de un destino: servir al amo y asegurar a éste la continuidad de su sistema
potestativo6. La especie femenina que recrean los textos escritos por varones, la única
históricamente relevante, surge de la formación artificial- a través de literatura y el derecho- de un
ideal de mujer. Ese ideal, al que debe aproximarse el mayor número posible de mujeres y en el
que los hombres reconocen a su madre y esposa es la materfamilias o matrona7.

4
Licenciada y Doctora en Letras Clásicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Se encuentra adscrita al Centro de Estudios Clásicos, el cual coordinó de 1998
a 2006. Algunas de sus líneas de investigación son el estudio, traducción e interpretación de fuentes jurídicas latinas, por lo que
sus trabajos se han enfocado principalmente al ámbito del derecho romano, su historia y recepción. También ha estudiado y
traducido textos médicos griegos y latinos y etimologías médicas, así como el papel en el que se desenvolvía la mujer en la
cultura romana. Es miembro activo y fundador de la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos, de la cual fue tesorera (1999-
2001) y presidente (2001-2004).
5
Troconis, Maria Patricia. La mujer romana a través de las fuentes literarias y jurídicas, México, Centro de Estudios Clásicos,
Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM. p.254
6
Troconis, Maria Patricia. Loc. Cit.
7
Troconis, Maria Patricia. Loc. Cit.
El derecho civil en Roma reserva a favor del varón, libre, ciudadano romano e independiente un
imperium domestico, familiar, que la ley reconoce genéricamente como potestas, de modo que su
titular deviene jefe de la comunidad familiar, es decir un paterfamilias. Aquí vemos que el
derecho romano es claro en el rol jurídico que tiene la mujer desde los orígenes de Roma, hasta
el final de la República (30 a.C) y el comienzo del Imperio; la familia romana es monógama,
patriarcal y jerárquica; el único lugar donde la mujer juega un rol significativo institucionalmente es
en la casa, la condición de mater o matrona es solo reservada a aquella mujer que actúa en la
esfera de poder del paterfamilia y que sirve a la formación y desarrollo de la familia- como esposa
a través de la maternidad- es decir como modelo femenino de honestidad y pudor8. Este perfil que
asumía el sexo femenino se correspondía a los imaginarios y representaciones que los hombres,
los paterfamilias hacían del ideal de mujer, una mujer casada casta, pura, de moral alta, con poca
participación en los asuntos más allá de sus hogares, y fundamentalmente una mujer controlado y
reprimida en los aspectos sexuales, este aspecto es importante porque los Padres de la Iglesia,
en los siglos cristianos venideros pondrán un amplio acento. Al respeto a esto hacia el año 216
a.C. es sancionada la Ley Oppia, que establecía los ornamentos y los vestuarios que podían
mostrar en público las mujeres honradas. La matrona debía ser discreta en su indumentaria,
cubrir su rostro con un velo, no mostrar la mercancía de su cuerpo ni llamar la atención con joyas
excesivas9. Aunque la ley se derogo en 195 a.C., vemos en ella la expresión acabada de un
antifeminismo presente en los juristas de la época, la imposición de trabas legales, para las
“conquistas” y adquisición de derechos desde el terreno civil de la mujer. Como bien hemos
mencionado antes, a través del recorrido que Troconis plantea, el ámbito de la mujer es la casa,
su administración, siempre y cuando los paterfamilia se lo habiliten, jugando el rol de esposa y
madre, de matrona, aunque en la práctica y pese a estas limitaciones desde todos los campos se
fueron experimentando casos de desobediencia de las leyes y de apertura a nuevos espacios
sociales, que se analizaran más adelante.

Con el Imperio la legislación sobre la emancipación femenina se vuelve mucho mas represiva,
fundada en un amplio marco de intolerancia y antifeminismo expreso, esto queda demostrado con
la sanción de las leyes: Lex iulias de maritandis ordinibus, lex Papia Poppaea y Lex Iulia de
adulteriis . Que establecieron en primer lugar que todos los hombres entre 25 y 60 años y todas
las mujeres entre 20 y 50 debían contraer matrimonio. El que no lo hiciera sería considerado
“célibe” y, como tal, castigado con la perdida de alguna capacidad patrimonial10. A partir de este
conjunto de leyes se busco regenerar la moral romana perdida durante la época republicana, con
esto el matrimonio vuelve a ponerse como un asunto central de la vida de la sociedad romana,
apelando a estas leyes, la mujer se vuelve a ser reposicionada en el lugar de matrona, son

8
Troconis, Maria Patricia. Loc. Cit.
9
Troconis, Maria Patricia. Loc. Cit.
10
estimulados los matrimonios y la fertilidad de los mismos a través de apoyos económicos y
morales de reconocimiento social. Con estas leyes antes mencionadas, se ataca el divorcio, las
licencias sexuales, el propio concepto de amor libre y el adulterio tan popularizado en esta época.
Esta última contemplada en la Lex Iulia de adulteriis, entendía por adulterio todas las relaciones
extramatrimoniales mantenidas por una mujer, fuese casada, virgen o viuda: a menos,
obviamente, esta mujer fuera prostituta y con la excepción de la relación de concubinato. La
novedad ahora constituye que el delito no solo es juzgado desde el ámbito domestico, sino que
ahora incumbe a la esfera pública siendo juzgado por un tribunal especial y pudiendo ser
denunciado por cualquier ciudadano. Sin embargo este conjunto de leyes vigentes en el imperio
son poco aplicadas en la práctica real, la mujer ocupa nuevamente su rol social atado a la
maternidad, en esta etapa las leyes también contemplan la posibilidad de adoptar hijastros o hijos
no biológicos con lo cual la maternidad es un elemento reconocido a las mujeres como una virtud
propia y ofrece nuevas opciones más destacadas para su rol social, a través de la maternidad
entonces en el derecho romano imperial, la mujer es dignificada y valorizada como una parte
constituyente de la sociedad con una diferenciación sexual determinada y un conjunto de
derechos y responsabilidades que le son propios.
De la sumisión a la emancipación

Al hablar de la figura femenina en la época imperial y rastreando los antecedentes de su


emancipación paulatina en estos años, después de haber analizado su lugar en “la familia
romana”, en el matrimonio in situ y la subordinación al paterfamilia, vemos que la mujer romana
no participa de los mismos derechos que los hombres, no participa de la religión, de la política o
de la guerra, aunque en la época del imperio /principado, encontremos un fuerte proceso de
emancipación – liberación que se centra en los siglos I y II11.

Este proceso de emancipación comenzó evidenciarse en la fuerte instrucción que tendrán las
mujeres romanas, en actitudes de rebeldía frente a sus maridos, apareciendo las figuras del
divorcio, los métodos anticonceptivos y el concepto de amor libre, como posibilidad de contraer
matrimonio con varios hombres incluso plebeyos y libertos (mujer aristocrática); la mujer romana
patricia ejerce influencia a través de sus maridos, mueven los hilos, tienen poder político, más allá
de estar en un segundo plano. La emancipación también impacta a través de la posibilidad
femenina de hacer transacciones económicas u oficios. La participación de las mujeres en la
cultura será fundamentalmente a través de las letras y entre las clases aristocráticas, nos
menciona Nuñez, los casos de Sulpicia, Agripina, Estatilia Mesalina, Helvia, Cornelia o Pompeya;
madres de emperadores, mujeres aristocráticas o acomodadas, todas ellas preocupadas por la
expansión de las artes, tales como la oratoria, la poesía, la literatura, la historia o la filosofía;
aspectos que se generalizaron en la época del Imperio12.

Exceptuando la capacidad de intercedere pro aliis, establecida a mediados del siglo I d. C. por el
SC Velleianum, que prohibía a las mujeres que tomasen dinero a préstamo para otra persona o
llevar a efecto una fideiussio (fianza), no parecen existir grandes oposiciones para que les sea
posible a éstas su participación en todas las demás actividades. De hecho, donde se va a notar
especialmente la emancipación es en la libertad para los asuntos económicos13. Al mismo tiempo,
la influencia de la contratación de matrimonios sin que estos fuesen acompañados de la conventio
in manum –los efectos de la manus no eran ya requeridos y se abandona esta práctica– va a
establecer nuevas posiciones en lo que hace referencia al patrimonio que pertenecía a la mujer 14.
La permanencia de ésta en su propia familia sin pasar a la del marido va a producir la necesidad
de una separación de los bienes pertenecientes a marido y mujer. La mujer casada va a mantener
desde ese momento un patrimonio propio fuera de la actuación de su esposo quien se encontrará
11
Carcopino, Jerome: La vida cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio, España, Ediciones Temas de Hoy, 2001
12
Mañaz Nuñez, Manuel: Mujer y sociedad en la Roma Imperial del S. I, en Norba, Revista de Historia, Vol. 16, 1996-2003, pp.
193-194
13
GALLEGO FRANCO, M.H.: “La mujer hispanorromana y la actividad socioeconómica: las profesiones”, Minerva: Revista de
Filología Clásica 7, 1993, 111-28.
14
Berlanga Palomo, Mra. José: La mujer Romana en la Bética con especial referencia al ámbito Malacitano, en Estudios de Arte,
Geografía e Historia, 34, 2012, 127-135. ISSN: 0212-5099 Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Málaga. Campus de Teatinos, E-29071
Málaga (España)
imposibilitado legalmente para hacer uso de él. En lo referente a su composición, este patrimonio
propio de la mujer enmarca lo que los juristas conocen con el nombre de res extra dotem. Estos
bienes eran administrados por la propia dueña, de forma directa o encomendados al cuidado de
una persona de absoluta confianza, que, algunas veces, resulta ser el propio marido.

Como poseedoras de su propio patrimonio, de unos bienes extradotales, la mujer puede ser
dueña de propiedades, como fincas rústicas que puede administrar directamente o a través de un
intendente y/o dedicarse al mundo de la industria o del comercio. Las mujeres podían
encomendar sus negocios a esclavos o libertos y éstos las podrían sustituir en las actividades
bancarias, en las que no tenían permitida su participación. Nos explica Duby, la joven posee con
frecuencia riquezas que no pasan a su maridos (…) algunas, más nobles y ricas que sus
esposos, rehúsan su autoridad, no llegaron a faltar incluso las que llegaron a jugar un gran papel
político, ya que, a titulo de herederas, habían recibido junto con el patrimonio todas las clientelas
hereditarias de su estirpe. Mientras en cambio otras damas no contentas con la devoción a su
maridos acreditaban la calidad de su raza siguiéndole hasta el exilio o incluso el suicidio. 15

Sin embargo a esta amplia descripción del rol femenino, hay que destacar su procedencia
aristocrática, mientras que las mujeres de las clases populares no corren la misma suerte, no hay
datos sobre la presencia de esta emancipación femenina, ni mucho menso, de este dado a
llamar protofeminismo romano. La emancipación de esta aristocracia va ligada íntimamente por la
posesión de un determinado patrimonio, que ofrece las prerrogativas necesarias para hacerse
con poder político, digamos que es una relación intrínseca. Tampoco hay que creer aquí que se
trato verdaderamente de una emancipación amplia que pudiera expresarse más allá de las
condiciones y cuestiones socioeconómicas, la posición de la mujer en la Roma Imperial nunca
llega a inferir cambios fuertes principalmente en los temas políticos, espacio donde los hombres
tenían amplio margen de maniobra. Hay considerar que las fuentes de esta época son textos
latinos escritos por hombres, en su mayoría poco proclives al feminismo. Es el caso de Juvenal,
Metelo Numídico o Tito Livio, en los cuales se observa fuerte resistencia a la emancipación
femenina y cierta cuota de misoginia, típica en el hombre romano de la época imperial.

Al seguir analizando el fenómeno de la emancipación y la disrupción del patriarcado de la época;


Carcopino menciona la crisis en el siglo II del poder de patherfamilias, y el debilitamiento de las
unidades familiares aun vigentes de la Roma antigua, con ello se autoriza el cognatio o
parentesco por rama de la mujer, a esta se le reconoce el derecho a sus hijos hacia fines de la
República, también el derecho de guarda y tutela de los mismo, como a recibir la herencia de
sucesión por viudez. Se modifica entonces la familia romana y sus derechos que van tomando
forma ahora con la filiación por consanguinidad.

15
Ariès, P. y Duby, G.; op Cit.
Se van desarticulando los derechos consagrados al hombre en las Doce Tablas y las leyes
sagradas, y va quedando reducido su poder frente a la mujer, fundamentalmente en términos de
posesión y subordinación. Se regula y abandona el parricidio o asesinato de los hijos, creándose
una atmosfera de renovación que se ve claramente a partir de Augusto y sus sucesores. Un caso
emblemático fueron los cambios en los matrimonios, ahora denominados sine manu, a partir de
la época de Augusto se fue simplificando las uniones matrimoniales, eliminando paulatinamente
los tutores matrimoniales, los acuerdos y los grandes ritos religiosos, por ceremonias menos
solemnes y más acordes al nuevo derecho y a las nuevas leyes. Con Adriano las mujeres
casadas ya no necesitaban el consentimiento de su tutor para redactar su testamento; y los
padres ya no podían obligar a sus hijas a casarse contra su voluntad, ni impedir que un
matrimonio se realizara si no hay un motivo plausible que para ello 16. A partir de ello podemos
decir que tenemos un punto importante para la emancipación femenina, nos dice Carcopino; la
matrona romana se vio liberada de sus tutelas y pude ser dueña de sus decisiones. Y al hacerse
dueña de sí misma, consiguió una situación de igualdad en el matrimonio17. Pese a estos
avances las mujeres no podían ser banquera, jueces, abogadas ni procuradoras; tampoco podían
tener acceso a las magistraturas, ni votos en los comicios, ni en el camino abierto, en general
para ninguno de los officia publica. Aunque existen algunas excepciones: Livia, Mesalina, Agripina
y Popea, que operan como verdaderas emperatrices a la sombra de sus maridos18.

Este proceso fue paulatino y debe entenderse en el marco del advenimiento de los sucesores de
Augusto, de un Senado políticamente debilitado y de las necesidades de transformación de las
arcaicas estructuras sociales de la Roma republicana, como principalmente referencia en
términos jurídicos y sociales se busca la equiparación de los sexos, las limitaciones de las
diferenciaciones de tareas y con ello la limitación del sometimiento de la mujer al paterfamilia.
Aunque este fenómeno trajo como principal consecuencia intolerancia y la aparición de un fuerte
antifeminismo que se expreso en los años posteriores al establecimiento de los primeros
emperadores, y que exigieron la necesidad de readaptar las pautas sociales, esto se vio reflejado
en autores como Juvenal, Marcial, o Seneca. Para autores como Troconis, el principado no fue
“liberador” de anteriores servidumbres, sino “intervencionista” hasta extremos en ocasiones,
autoritarios: el princeps controlaba las pautas de conducta social, él dirigía la vida personal y
familiar de los ciudadanos, él dictaba las leyes que debían consagrar jurídicamente cada una de
las iniciativas anteriores (…) siguiendo la argumentación Troconis sostiene que la emancipación
de la mujer en la Roma nunca fue un fenómeno total y que es precisamente a partir del Imperio
en donde se observa un redireccionamiento del fenómeno emancipatorio en donde hay un retorno

16
Carcopino, Jerome, op. Cit, p.118
17
Carcopino, Jerome, op. Cit, p.119
18
Mañaz Nuñez, M. op. Cit.p.
sostenido a las viejas pautas de poder del paterfamilia y al sometimiento de la mujer al poder de
este.

Otros autores como Manuel Mañaz Núñez19, creen que durante el siglo primero del Imperio, en
efecto, la mujer consigue unas conquistas culturales, sociales y políticas de primer orden, solo
comparables a los de la mujer actual del S.XXI (…) y que a pesar de tener negado el acceso a la
officia publica y a la política en general, su presencia e influencia en el gobierno del Imperio fue
activa y determinante.

19
Profesor Titular (Catedrático acreditado) de Filología Latina. Departamento de Ciencias de la Antigüedad. Facultad de Filosofía
y Letras. Universidad de Extremadura (España).
Conclusión

En este recorrido hemos tratado de hacer visibles, las principales aristas de la emancipación de la
mujer romana en época imperial, sin perder de vista el rol tradicional que siempre tuvo la mujer en
la sociedad romana arcaica y en la Antigüedad Tardía, con los efectos propios que tuvo
posteriormente el cristianismo y el Medioevo. Nos parece licito pensar una emancipación
coyuntural de las mujeres romanas, que tiene como eje un espacio tiempo situado muy finamente
entre el fin de la República y el comienzo del Imperio en los primeros años del Siglo de Augusto (I
y II), en una fase que como bien hemos visto constituye una transición. No podemos sostener,
argumentando las fuentes que tenemos del periodo, que haya existido verdaderamente una
emancipación universal, ni mucho menos una liberación total. En una primera etapa fueron los
asuntos económicos los primeros donde se vieron avances en cuento al reconocimiento
patrimonial de la mujer y las posibilidades de ejercer el comercio y los servicios financieros.
Aunque la mujer plebeya no accedió a este universo de cambios, mantuvo su marginalidad en
relación con la aristocracia incipiente que vivió al calor de estas reformas que para la época
fueron revolucionarias, sin lugar a dudas. Pero si la condición social fue un requisito ecuánime de
esta emancipación, debe decirse que la universalidad proclamada en los textos legales fue
realmente limitada. Hemos observado que mujeres cercanas al poder político y económico
tuvieron gran influencia en los hombres y en algunas instituciones de peso en la República y el
Imperio; como esposas, madres, o literatas/poetas y hasta filosofas. Esta forma de “influir”
también nos describe la capacidad de gestión y de administración de un poder que va ganando
en la sociedad romana la mujer, que antes estaba vedado o simplemente no había sido ejercido
de manera tan explícita como en esta época. Podemos decir con esto que la mujer empieza a
ganar una voz, que antes no tenía, incluso siendo parte de la aristocracia mas patricia de Roma.

La transición de estos años, es de profundas transformaciones en la moral romana, los cambios


sustanciales y revisiones jurídicas y legales, que empiezan con una democratización, en
búsqueda de la igualdad y equidad entre sexos allá por los años finales de la República, hasta
encontrar una reacción tenaz en época del Imperio, que se expresa en los autores mas acérrimos
del antifeminismo imperante. Siendo esta ultima el resultado de una coyuntura general de
emancipación que el imperio viene a corregir de algún modo, recortando la soberanía de las
mujeres en los asuntos públicos en general, fundamentalmente de la mano de amplios
documentos y planteos de autores de reconocida talla y posición en el universo intelectual de la
época.

Bastaría preguntarse si través de estos cambios operados la mujer romana pudo romper con la
representación social que los hombres le habían atribuido en la sociedad romana: la matrona, la
madre la esposa, casta, pura y servicial puesta al dominio total del jefe de la familia.
Evidentemente es difícil entender que esto se haya logrado, más que en forma parcial y
coyuntural. Como sostenemos los últimos años de la República y la transición al Imperio fueron
liberadores para las mujeres, aunque en definitiva ganaron en este proceso una emancipación
socioeconómica expresada fundamentalmente en el acceso a un patrimonio propio, el divorcio y
la libertad sexual, tres símbolos y tres cambios fundamentales aunque no totales en la posibilidad
de pensar una emancipación que mas que liberar a la mujer del yugo del paterfamilia, le diera la
igualdad social y la equidad de género. Podemos sostener que la mujer romana gano mayor
poder socioeconómico y mayor poder de influencia política, pero no logro romper con sus
representaciones tradicionales en la sociedad romana del Imperio. La matrona típica siguió siendo
el estereotipo básico de mujer, que siguió vigente y reproduciéndose a través de las instituciones
y los círculos intelectuales.
Bibliografía

Ariès Philippe; Duby, George: Historia de la Vida privada, Buenos Aires, Taurus, 1990, p.82. Vol.I
Imperio Romano y Antigüedad Tardía.

Berlanga Palomo, Mra. José: La mujer Romana en la Bética con especial referencia al ámbito
Malacitano, en Estudios de Arte, Geografía e Historia, 34, 2012, 127-135. ISSN: 0212-5099
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Málaga. Campus de Teatinos, E-29071 Málaga
(España)

Carcopino, Jerome: La vida cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio, España, Ediciones
Temas de Hoy, 2001.

GALLEGO FRANCO, M.H.: “La mujer hispanorromana y la actividad socioeconómica: las


profesiones”, Minerva: Revista de Filología Clásica 7, 1993, 111-28.

Mañaz Núñez, Manuel: Mujer y sociedad en la Roma Imperial del S. I, en Norba, Revista de
Historia, Vol. 16, 1996-2003, pp. 193-194

Troconis, María Patricia. La mujer romana a través de las fuentes literarias y jurídicas, México,
Centro de Estudios Clásicos, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM. p.254

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