LA FUNCIÓN IDEÁTICA
I. TIPOS NO HABITUALES
LA PERCEPCIÓN EXTRASENSORIAL.- Aunque se trate de un tipo de
fenómeno no habitual, no por esta circunstancia lo tenemos que dejar de lado. Esto
es lo que se suele hacer pero no considero que sea lo correcto. La percepción
extrasensorial es, entre otras cosas, un experimento muy interesante que nos señala
hacia la dimensión que no vemos.
Desde la década de los años 1930, de una forma genérica, se viene denominando
percepción extrasensorial a una serie de fenómenos tales como: Transmisión de
pensamiento, telepatía, clarividencia y precognición, e incluso podemos extender la
denominación a la escritura automática, a la pintura automática y a la xenoglosia.
En todos estos casos el órgano que percibe no son los sentidos corporales, es una
percepción más allá de los sentidos que señala a una dimensión que el método
científico no ha sabido captar, y por esto se dice que pertenece al mundo de los
fenómenos paranormales..
Existen unas personas, a las que suele denominarse dotados psíquicos, que tienen
una especial inteligencia perceptiva para este tipo de fenómenos. Yo he visto actuar
a estos dotados psíquicos, por ejemplo, asistí a los experimentos que hacía Josep
Mir - Fassman - y he tenido ocasión de ver en acción a diversos mediums.
Recuerdo especialmente de Fassman cuando adivinaba lo que habíamos escrito en
un pizarra a la que él estaba de espaldas, y también me vienen a la memoria
algunos mediums tratando de descifrar alguna realidad oculta. Lo que quiero
ahora hacer resaltar, precisamente, no son sus aciertos ni el tipo de experimento,
quiero hacer resaltar su actitud ante el experimento. En todos los casos veía algo en
común, perdían su compostura habitual, se ladeaban a un lado y a otro, parecían
como vacilantes o mareados, no mantenían su postura erguida normal. Daba la
impresión que el sistema neuro - muscular automático responsable de la
compostura dejaba de ser eficiente. Yo interpreto que entraban en un estado de
autohipnosis, con ondas cerebrales tipo alfa de hipersincronización, que les hacía
más aptos para sincronizar con otra dimensión de la realidad y menos para
contactar con la realidad que nos conecta con el suelo. En estos casos, ¿dónde está
la función ideática?. Muy escuetamente: Se pueden observar unos valores y una
realidad arquetípica. Veamos. El dotado mantiene una actitud volitiva firme y
determinada, desea con vehemencia saber sobre determinada realidad. Y contacta
con la dimensión de los arquetipos. Aunque en este caso, más que de arquetipos,
deberíamos hablar de eidades, o componentes de esta otra dimensión eidática,
como una forma más general y adecuada de expresar lo que rebasa claramente la
palabra arquetipo.
He dicho al principio que este tipo de inteligencia perceptiva no pertenece al
desenvolvimiento habitual de nuestras actividades psíquicas. Quizá, más bien,
debiera haber precisado que es un tipo de actividad que está retirada y restringida
a determinados ámbitos esotéricos. Y que si bien se trata de una fenomenología
singular y por lo tanto no habitual, pienso que, de una forma más o menos
rudimentaria, todos somos sensitivos en potencia y, posiblemente, esta percepción
intuitiva, inconscientemente, nos afecta más veces de las que creemos.
O veamos lo que nos explica San Ignacio de Loyola de su iluminación a orillas del
río Cardoner, según la transcripción de su biógrafo en “El Peregrino” :
“Una vez iba por su devoción a una iglesia, que estaba poco más de una milla de
Manresa, que yo creo que se llama San Pablo, y el camino va junto al río; y yendo
así a sus devociones, se sentó un poco con la cara hacia el río, el cual iba hondo. Y
estando allí sentado se le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no que
viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas
espirituales, como de cosas de fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande,
que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que
entendió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en
el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados
sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas
cuantas cosas ha sabido, aunque las ayunte todas en uno, no le parece haber
alcanzado tanto, como de aquella vez sola.”
“Usted pregunta si sus versos son buenos... Está usted mirando hacia fuera, y
precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni
ayudar. Nadie...No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe
hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si este móvil extiende sus
raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera
y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuera permitido escribir.”
“Empezó como comida. Y se ha vuelto una fiesta, apenas se sabe cómo. Las altas
llamas ondeaban, las voces zumbaban, enredados cantos resonaban de cristal y
fulgor, y al fin de los ritmos madurados brotó la danza. Y todo lo arrastró. Era una
oleada en las salas, un encontrarse y elegirse, un despedirse y reencontrarse, un
disfrutar el brillo y cegarse de luz y mecerse en los vientos estivales que hay en las
cálidas mujeres.”
Rilke describe una fiesta. Con unos ritmos que ondean, zumban, bailan y van y
vienen. Y con unos símbolos analógicos, como estos mismos ritmos, o como el
“cristal y fulgor” de los cantos, el “cegarse de luz”, el “mecerse en los vientos
estivales”, o los “vestidos de las cálidas mujeres”. Toda esta simbología que surge
de forma analógica, no creo que la tengamos que atribuir únicamente a la
inteligencia lógico-racional y lingüística, creo que es un bello ejemplo del fluir
intuitivo del inconsciente.
El pensamiento analítico discurre a través de una línea racional de lógica causa -
efecto. El pensamiento analógico, en cambio, podríamos decir que se mueve por
resonancia con lo similar, como si se deslizara por sintonía. Unos conceptos tienen
que ver con otros y se establece entre ambos una relación simbólica. El
inconsciente, que es la dimensión del orden implicado, tiende a “explicarse” con
símbolos. Los círculos, los mandalas de Oriente o los rosetones de las catedrales,
los monumentos monolíticos o los obeliscos, las fábulas, los mitos, las tradiciones, el
Arte y la Literatura, hablan con el lenguaje de los símbolos que surgen del
inconsciente. Cuando los símbolos no son convencionales ni accidentales. Cuando
son universales, entonces estos símbolos son auténticamente arquetipos. Y el
pensamiento analógico que los utiliza es un genuino fluir intuitivo o ideático.
También observo que el discurso del pensamiento puede ser convergente o
divergente. Convergente es el que converge a un objetivo, el que no se aparta del
tema propuesto, el que siempre apunta a un mismo blanco, hasta dar por cumplido
el propósito. Es, naturalmente, el tipo de pensamiento ideal para el investigador
científico. El pensamiento divergente, en cambio, se expande igual que las ramas
de un árbol - “se va por las ramas”-, de un tema pasa a otro que surge por el
camino, parece que no importa a dónde va sino que lo importante es ir, y los
pensamientos se van engarzando unos a otros en un discurso florido. Los
pensamientos pueden surgir por analogía, o pueden surgir, simplemente, siguiendo
el hilo divergente, en un ir haciendo de los detalles el tema. Es el tipo de
pensamiento que puede llenar páginas y páginas de una novela, y que puede hacer
las delicias de los lectores. Este tipo de pensamiento divergente, cuando utiliza la
analogía, es muy idóneo para que fluyan del inconsciente los arquetipos
universales.