SOB RE LA ATURALEZA
DEL
COMERCIO EN GENERAL
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO
De la riqueza
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14 es la fuente o materia de donde se extrae la rique-
A TIERRA
za, y el trabajo del hombre es la forma de producirla. En
sí misma, la riqueza no es otra cosa que los alimentos, las co-
modidades y las cosas superfluas que hacen agradable la vida.
La tierra produce hierbas, raíces, granos, lino, algodón,
cáiiamo, arbustos y maderas de variadas especies, con frutos,
cortezas y hojas de diversas clases, como las de las moreras,
con las cuales se crían los gusanos de seda; también ofrece
minas y minerales. El trabajo del hombre da a todo ello for-
ma de riqueza. Los ríos y los mares nos procuran peces que
sirven de alimento al hombre, y otras muchas cosas para su
satisfacción y regalo. Pero estos mares y ríos pertenecen a
las tierras adyacentes, o son comunes a todos, y el trabajo del
hombre obtiene de ellos el pescado y otras ventajas.
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CAPÍTULO II
De las sociedades humanas
CAPÍTULO III
De los pueblos
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CAPÍTULO IV
De los burgos
De las ciudades
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CAPÍTULO VI
Una capital se forma del mismo modo que una ciudad de pro-
vincia, con la diferencia de que los mayores propietarios de
todo el país residen en la capital; el Rey o el Gobierno supre-
mo la convierten en residencia suya, y en ella gastan las rentas
del Estado; allí se emplazan en última instancia los Tribuna-
les de Justicia; ese es el centro de las modas, y todas las pro-
vincias lo toman por modelo; los propietarios de las tierras,
residentes en el interior, no dejan de venir a veces a pasar
algún tiempo en la capital, y envían a sus hijos para formarlos
en ella. Así, todas las tierras del Estado contribuyen más o
menos a la subsistencia de los habitantes de la capital.
Si un soberano abandona una ciudad para establecer su
residencia en otra, no dejará de seguirle la nobleza y de apo-
sentarse con a en la ciudad nueva, la cual adquirirá grandeza
y prestancia a expensas de la primera. Tenemos un ejemplo
muy reciente en la ciudad de San Petersburgo, cuyo crecimien-
to se ha logrado a expensas de Moscú; así vemos arruinarse mu-
chas ciudades antiguas de notoria importancia, y renacer otras
en las riberas del mar y de los grandes ríos, para mayor como-
didad de los transportes; en efecto el transporte acuático de los
artículos y mercaderías necesarios para la subsistencia y co-
modidad de los habitantes es mucho más barato que el trans-
porte efectuado con vehículos por tierra.
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CAPÍTULO VII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
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