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Corte

Suprema
de
Tribunal: Justicia
de la
Nación
(CS)

Fecha: 03/03/194
8
Partes: Claypole Delia Bonorino Ezeyza de y otros c. Buenos Aires la Provincia s. inconstitucionalidad de las
leyes 4834 y 4204
Publicado en: La Ley Online
Cita Fallos Corte: 210:284

HECHOS:

Los herederos del propietario de un fundo rural promovieron demanda judicial contra la Provincia de Buenos
Aires, impugnando la validez constitucional de un impuesto inmobiliario y un adicional establecido sobre la
base de este tributo, en proporción al valor del inmueble en cuestión. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación rechazó la primera de las pretensiones citadas y admitió, en cambio, la segunda.

SUMARIOS:

1. Tratándose de impuestos cabe crear categorías de contribuyentes sujetos a tasas diferentes. El


propósito no sólo fiscal sino también de justicia social perseguido mediante el impuesto, no se halla
al margen de las normas de la Constitución, de tal manera que la mayor tasa de la contribución
territorial exigida a los propietarios de grandes extensiones de bienes raíces, calculada sobre el valor
de los mismos, es constitucionalmente válida.

2. Si bien todo impuesto tiene que corresponder a una capacidad contributiva, la determinación de las
diversas categorías de contribuyentes puede hacerse por motivos distintos de la sola medida
económica de esa capacidad, también puede hacerse por un mayor o menor deber de contribuir, ya
sea por las características de los bienes, por el modo de poseerlos o explotarlos, por la mayor o
menor vinculación del dueño con el país en que la riqueza gravada tiene su asiento o su fuente, por
la clase de actividad que con ella se realiza, etc..
3. El impuesto territorial considerado como medio de hacer efectivo el cumplimiento de los deberes de
los miembros de la comunidad respecto de ella puede recaer con igualdad tanto más onerosamente
cuanto mayor sea la extensión del inmueble, aunque económicamente valga lo mismo o menos que
otros más reducidos siempre que, teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y tiempo y el límite
a partir del cual comienza, la progresión sea razonable.
4. Las leyes impositivas de las provincias no pueden establecer prescripciones que contrarían los
preceptos de los códigos de fondo. Sin embargo, toda vez que la interpretación de la Constitución ha
de procurar armonizar el ejercicio de las facultades de la Nación y de las Provincias y particularmente
no menoscabar el derecho de los estados para formar su tesoro público por vía de la creación y
aplicación de los impuestos locales, la regla establecida precedentemente puede admitir excepciones
que no la desvirtúen en su esencia, ya que sólo con cautela es admisible la invalidación de las
normas adecuadas a estos fines, so color de que las mismas se apartan de lo dispuesto en los
códigos comunes, que legislan supuestos esencialmente distintos.

TEXTO COMPLETO:

DICTAMEN DEL PROCURADOR GENERAL

Suprema Corte:

La jurisdicción de V. E. para conocer originariamente en este litigio emerge de tratarse de causa civil en que
es parte demandada una provincia y los actores, de nacionalidad argentina, tienen domicilio en la Capital
Federal. Así resulta de la sumaria información rendida a fs. 35-39, que sirvió de base a la providencia de fs. 41
vta.

He aquí los motivos del pleito. Doña Magdalena Ezeiza de Bonorino, propietaria de dos campos en la
provincia de Buenos Aires, debía pagar al Fisco provincial un impuesto anual progresivo del ocho por mil, con
arreglo a la ley local 4834 vigente desde el 1º de enero de 1943, dado que sumadas las superficies de esos
dos campos excedían de diez mil hectáreas. La primera cuota de ese gravamen vencía el 1º de mayo de
1943; pero, habiendo fallecido dicha señora el 19 de febrero del mismo año, sus herederos -cinco en total-
sostuvieron que no alcanzando ya a diez mil hectáreas la porción hereditaria de cada uno de ellos, el
impuesto aludido debía dejar de exigírseles. El Fisco provincial desestimó tal pretensión, por cuanto no
existiendo partición, no había prueba de que la parte alícuota de cada uno de los herederos resultara inferior
al límite legal. Sin embargo, algún tiempo después, los herederos inscribieron en La Plata el testamento de la
causante y el Fisco admitió que para lo sucesivo dejara de pagarse el impuesto (21 de diciembre de 1943, fs.
10, exp. administrativo R-12.141/43, agregado por cuerda).

Entretanto, los herederos Bonorino lo habían satisfecho ya bajo protesta, y además una tasa adicional creada
por el art. 1º, inc. 5º de la ley 4204, para cuya liquidación se prescindió también de que cada una de las
proporciones hereditarias valiera menos que la totalidad de los campos. Reclaman ahora aquellos ante V. E.
la devolución de lo pagado, sosteniendo que fue inconstitucional la exigencia del Fisco, por dos razones; a
saber:

1º) desconocimiento del derecho de propiedad emergente del condominio creado entre los herederos por el
fallecimiento de la primitiva propietaria;

2º) violación del precepto constitucional de igualdad ante el impuesto.

La primera de esas cuestiones ha sido detenidamente examinada antes de ahora por V. E. en el Fallo 187:586
y los allí citados; de suerte que a mantener la Corte el criterio sustentado entonces contra mi dictamen y el
voto de uno de los Ministros del Tribunal, procedería hacer lugar a la demanda. En este caso media la
circunstancia especial de que el Fisco de la Provincia, en su resolución del 21 de diciembre de 1943, admitió
la existencia del condominio que antes había negado.

La segunda cuestión, por tener idéntico origen, debe resolverse aplicando igual pauta. Obvio es que si se
reconoce existir en el testamento de la causa elementos de criterio suficientes para determinar que ninguno
de los cinco herederos instituidos alcanzaría a recibir en herencia una porción mayor que el límite mínimo
legal, los impuestos cobrados deben devolverse.

Cabe, no obstante, una salvedad. El fallecimiento de la señora Ezeiza de Bonorino ocurrió, como queda dicho,
el 19 de febrero de 1943; de suerte que no existe motivo legal para que el Fisco de la Provincia de Buenos
Aires devuelva la parte de impuestos correspondientes al período enero 1º febrero 19 de ese año. - Bs. Aires,
octubre 30 de 1946. - Juan Alvarez.

FALLO DE LA CORTE SUPREMA

Bs. Aires, 3 de marzo de 1948.

Y vista, la precedente causa, caratulada: "Claypole Delia Bonorino Ezeyza de y otros contra Buenos Aires la
Provincia sobre inconstitucionalidad de la ley 4834 y del art. 1º, inc. 5º de la ley 4204", de la que resulta:

Que a fs 25 se presenta don Federico J. Meiana, apoderado de Da. Delia Bonorino Ezeyza de Claypole,
Emma Bonorino Ezeyza de Pueyrredón, Ida Bonorino Ezeyza de Costa Méndez y Lía Bonorino Ezeyza de
Videla y de don Raúl Bonorino Ezeyza, iniciando demanda contra la Provincia de Buenos Aires por cobro de
m$n. 30.305, sus intereses y las costas del juicio.

Manifiesta que Da. Magdalena Ezeyza de Bonorino poesía dos campos en el Partido de Mar Chiquita, Prov.
de Buenos Aires, con una superficie de 10.027 hs., 4694 ms.2 y 9449 hs. 4456 ms.2, valuados
respectivamente en m$n. 1.418.500 y 1.336.500 para el pago de la contribución territorial. En total, 19.476 hs.,
valuadas en m$n. 2.755.000.

Que el 27 de octubre de 1942 se creó por ley 4834, a partir del 1º de enero de 1943, un impuesto anual
progresivo adicional al impuesto inmobiliario, que se liquida sobre el avalúo fiscal del catastro financiero, y
grava a todo inmueble o conjunto de inmuebles de 10.000 hectáreas o más, de propiedad de una misma
persona natural o jurídica. Correspondiendo una tasa del 8 a los campos de superficie hasta 20.000
hectáreas, la señora de Bonorino fué gravada con m$n. 22.040 anuales, a pagar en dos cuotas con el
impuesto inmobiliario de la ley 4204, o sea, el 31 de mayo y el 30 de setiembre de cada año.

Que la señora de Bonorino falleció en esta ciudad el 19 de febrero de 1943, según resulta del certificado de
defunción que acompaña, instituyendo como únicos y universales herederos a sus cinco hijos legítimos -los
actores en el pleito- con arreglo al testamento que en testimonio agrega, los que por virtud de lo dispuesto en
el art. 3410 del Código Civil entraron en posesión de la herencia al día del deceso de su señora madre.

Que en 6 de marzo de 1943 los referidos herederos denunciaron por escrito al señor Director General de
Rentas de la Provincia la muerte de la señora de Bonorino, solicitando se la excluyera del padrón especial que
establece el art. 9 del decreto reglamentario de la ley 4834 y se eximiera a los inmuebles heredados del
gravamen creado por esta última, pues divididos aquéllos entre los cinco hijos correspondía a cada uno 3895
hectáreas, superficie muy inferior a la que grava el art. 1º de la ley mencionada. Después de larga tramitación
esa solicitud fue denegada en 28 de agosto de 1943, viéndose así los actores obligados al pago de la primera
cuota del gravamen -ya vencida- de m$n. 11.020, lo que hicieron con protesta por escritura pública
debidamente notificada, de que acompaña testimonio. Pagaron también la segunda cuota por igual suma, con
protesta telegráfica de que trae igualmente copia.

Que finalmente la Intervención Nacional autorizó a la Dirección General de Rentas para que tuviera por
justificado el condominio de familia de los herederos de la señora de Bonorino, mediante la presentación en
forma del testamento de aquélla, inscripto en el Registro de la Propiedad, excluyéndose así, en 31 de
diciembre de 1943, los inmuebles mencionados del padrón especial de los gravados por la ley 4834.

Que dada la tasación de los campos "El Espinillo" y "Nahuel Rucá" corresponde a cada uno de los actores
una parte de m$n. 283.700 en el primero y de m$n. 267.300 en el segundo. El impuesto inmobiliario de 6 ,
más 1 de contribución de caminos, es así para cada propietario, en "El Espinillo", de m$n. 1985.90 anuales,
en conjunto de m$n. 9929.50 o sea m$n. 4967.75 por semestre. Respecto de "Nahuel Rucá", la contribución
individual es de m$n. 1871.10, en total m$n. 9355.50, y semestralmente m$n. 4677.75. Estas sumas
coinciden con las que arrojan los recibos acompañados, incluyendo uno -el núm. 1249- m$n. 279 por
desagües, partida ajena al juicio.

Que en 1944 se cobró a los actores el adicional del 3 -art. 1º, ley 4204- para inmuebles valuados entre
1.000.000 y 2.000.000 de pesos moneda nacional, considerando a cada inmueble como de un solo
propietario. Pagóse así m$n. 4255.50 por "El Espinillo" y m$n. 4009.50 por "Nahuel Rucá", en total m$n. 8265,
abonados el 31 de mayo de 1944, con protesta telegráfica. Acompaña los recibos respectivos y la copia del
telegrama colacionado dirigido al señor Director General de Rentas de la Provincia.

Que en resumen sus mandantes pagaron en 1943 m$n 22.040 por concepto del impuesto de la ley 4834 y
m$n 8265, en calidad de adicional de la ley 4204, art. 1º, inc. 5. En conjunto abonaron así m$n 30.305, cuya
repetición con intereses y costas, persigue esta demanda.

Que según la ley 4204, los bienes raíces de particulares están sujetos al siguiente impuesto inmobiliario anual,
calculado sobre el importe del avalúo oficial atribuido según el "Catastro Financiero": 6 en concepto de
impuesto a los inmuebles; 1, de contribución de caminos para los que no paguen alumbrado, barrido y
limpieza; 1 de contribución de canalización y drenaje, en las secciones del Delta del Paraná; y un adicional
que comienza por el 1, para los tasados en m$n 300.000, y llega al 5, para los valuados en más de m$n.
2.000.000. La ley 4834 crea además un impuesto anual progresivo para los inmuebles o conjunto de
inmuebles de 10.000 hectáreas o más, que se liquida sobre el avalúo fiscal según una escala que comienza
por el 6, para los de 10.000 hectáreas, y llega al 14 para los de más de 30.000.

Que la contribución de la ley 4834 es incompatible con la garantía de la igualdad de los impuestos del art. 16
de la Constitución Nacional porque prescinde del valor de los bienes que grava teniendo en cuenta su
extensión, que puede no coincidir con el primero. Por la misma razón el tributo es injusto, inequitativo y
contrario a la proporcionalidad impositiva, violando también el art. 4 de la Constitución Nacional.

Que desconoce también el derecho de usar y disponer de la propiedad -art. 14 de la Constitución Nacional-
porque compele a los propietarios a dividir real o ficticiamente sus campos y viola también la garantía de la
propiedad -art. 17 de la referida Constitución- porque hostiliza a los latifundistas, creando una categoría de
propietarios que no emana de la Constitución ni del Código Civil, lo que importa por parte de la Provincia,
violación de los arts. 5 y 31 de la Constitución Nacional.

Que los actores son condóminos por partes iguales de los campos "El Espinillo" y "Nahuel Rucá" a partir del
fallecimiento de su señora madre. Tal condominio es reconocido por los arts. 11 y 12 del decreto reglamentario
de la ley 4834, sobre la base de los cuales se consideró justificado el condominio de familia de sus
mandantes, excluyéndoselos del padrón respectivo el 1º de enero de 1944.

Que el latifundio gravado había desaparecido a la fecha del vencimiento de la primera cuota del gravamen de
la ley 4834 -en 31 de mayo de 1943- por el fallecimiento de la señora de Bonorino, ocurrido el 19 de febrero
de ese año. Los actores no estaban, pues, obligados a satisfacer este impuesto. En todo caso, nada ha
podido exigírseles después del 19 de febrero, día hasta el cual el impuesto sumaba m$n. 3019.

Que el cobro del impuesto al latifundio a los herederos de la señora de Bonorino durante el año 1943, con
posterioridad al fallecimiento de aquélla, percibido de acuerdo con el art. 15 de la ley 4834, desconoce su
derecho de propiedad y la garantía de la igualdad como base del impuesto y de las cargas públicas, con
arreglo a la jurisprudencia de esta Corte, que invoca. También es inconstitucional el adicional del 3 que
establece el art. 1º, inc. 5, de la ley 4204, cobrado igualmente a los actores, por las mismas razones
expuestas respecto al gravamen al latifundio y de acuerdo con la jurisprudencia ya citada, siendo procedente
la repetición de las sumas abonadas por ambos conceptos, por tratarse de pagos sin causa o por causa
contraria a las leyes - arts. 792 y 794 del Código Civil-. En definitiva pide que en su oportunidad se haga lugar
a la demanda y se condene a la Provincia a devolver a los actores la suma de m$n. 30.305 o, en su defecto,
la de m$n. 27.286, con intereses y las costas del juicio.

Que corrido traslado de la demanda, la contesta a fs. 52 D. Roberto A. Solá, en representación de la Provincia
de Buenos Aires, el que dice: Que por carecer de los antecedentes administrativos del caso niega los hechos
en que se funda la acción, negativa que supedita a la prueba que produzcan los actores o al eventual
reconocimiento que su parte pueda formular. Niega particularmente que la transmisión de los campos, a los
efectos fiscales, haya tenido en la especie lugar, el 19 de febrero de 1943.

Que la tacha de inconstitucionalidad del gravamen que crea la ley 4834 es infundada, porque prescinde de los
fundamentos y altas finalidades sociales perseguidos por aquélla -además de los fines financieros- resumibles
en el propósito de contrarrestar los efectos negativos que para la economía de la Provincia puedan derivar de
la acumulación por un solo propietario de considerables extensiones de tierra. Los requisitos que todo
impuesto debe llenar desde el punto de vista jurídico -sanción legislativa; jurisdicción sobre los bienes
gravados; distribución equitativa e igualdad- están llenados en el caso.

Que conforme a los arts. 17 y 18 de la ley 4834, el art. 11 del decreto reglamentario ha establecido que los
propietarios de 10.000 hectáreas o más, cuya valuación no exceda de m$n. 1.000.000, pagarán el impuesto
con una reducción del 50 %. Contémplase así el valor de la tierra a los efectos de la aplicación del gravamen
para corregir las desigualdades a que podría dar lugar la aplicación literal de la ley. Por otra parte, el art. 16
autoriza al contribuyente a solicitar reajuste impositivo cuando el gravamen o su acumulación con otro supere
el 33 % de la renta, pudiendo aún el P.E. contemplar todos los casos de exención impositiva justificada, no
previstos en la ley.

Que el cobro durante todo el año 1943 del gravamen de la ley 4834 está expresamente autorizado por el art.
15 de la misma, que establece que los actos judiciales referidos a declaratorias de herederos, testamentos,
etc., están previamente sujetos al pago del impuesto, hasta el año inclusive del otorgamiento del acto o
inscripción. Dicho precepto no viola los arts. 14 y 17 de la Constitución Nacional, ni las disposiciones del
Código Civil, que invoca la demanda, y conforme a las cuales sostiene que la transmisión de la propiedad se
opera desde la muerte de la causante, habiendo desaparecido en el caso el latifundio que grava la ley, en la
oportunidad de la exigibilidad del impuesto.

Que, en efecto, estos principios no juegan frente a la ley impositiva ni son afectados por ésta. Es así que esta
Corte, en los precedentes que cita, ha admitido la validez de los impuestos sucesorios que prescinden de la
fecha de la transmisión hereditaria para atenerse a la de su exteriorización. Las leyes impositivas pueden,
además, según doctrina también de esta Corte, ser retroactivas.

Que en el caso el testamento de la señora de Bonorino fue inscripto en la Provincia en 31 de diciembre de


1943, y la posesión de la herencia, deferida el 29 del mismo mes y año. Hasta ese momento, para la Provincia
la causante era la única dueña de los campos afectados.

Que hay también error en confundir la obligación impositiva y su exigibilidad. En efecto, el contribuyente debe
el impuesto desde que éste se sanciona, o desde la fecha que la ley indica, con prescindencia de los plazos
que se fijen para su pago. En la especie, el impuesto, debido desde el 1º de enero de 1943, fue exigible el 31
de marzo y 30 de setiembre.

Que también es constitucional el adicional de la ley 4204. La circunstancia de que para la aplicación del
mismo se haya prescindido de que los campos afectados pertenecían en condominio a varias personas no
vulnera el art. 16 de la Constitución Nacional, porque se trata de un gravamen real. El tributo discutido es
suplementario o accesorio de la contribución territorial, que es un gravamen directo de la cosa y debe seguir al
principal en los categorías y porcientos de los bienes afectados.

Que con arreglo a la doctrina que cita cabe distinguir los gravámenes personales y los reales, siendo estos
últimos los que se relacionan con la situación de fortuna considerada objetivamente, con prescindencia del
individuo, de los que es ejemplo la contribución territorial.

Que el mecanismo administrativo del impuesto confirma este criterio. El estado confecciona padrones en los
que inscribe inmuebles, el catastro que sirve de base al cobro de la contribución, determina unidades
inmobiliarias que constituyen el objeto de la imposición, concepto que no puede alterar la figura meramente
civil del condominio.

Que, por lo demás, en el condominio lo dividido no es la cosa sino el derecho, estando el mismo legislado en
forma que lo aproxima a la sociedad. Existen además los llamados "contratos colectivos" que también pueden
dar lugar a núcleos susceptibles de catalogarse como sujetos jurídicos.

Añade que con arreglo a los principios jurisprudenciales que cita las provincias pueden crear categorías
impositivas atendiendo al objeto y finalidad del impuesto. Sin violar así la garantía de la igualdad ha podido
sancionarse el impuesto impugnado definiendo la materia y objeto del mismo con prescindencia del número
de titulares del bien afectado. No hay en ello arbitrariedad porque responde a la naturaleza del gravamen y a
los principios que en la legislación civil definen el condominio.

Termina pidiendo que en su oportunidad se rechace la demanda, con costas.

Que abierta la causa a prueba -fs. 66 vta.- prodújose la que menciona el certificado de Secretaría de fs. 92. A
fs. 98 y 103 se agregaron los alegatos de las partes, dictaminando el Sr. Procurador General a fs. 110. A fs.
111 se llamaron autos para definitiva.

Y considerando:

Que después del alegato de fs. 103 las cuestiones a decidir han quedado reducidas a la impugnación de
inconstitucionalidad de las leyes nros. 4834 y 4204 de la Prov. de Buenos Aires, en que se fundó la repetición
que persigue la demanda. En el referido memorial, en efecto, se admite que son ésos los únicos puntos sobre
que existe discrepancia, haciéndose así, efectiva la reserva que se formuló en el escrito de responde, de
reconocer eventualmente los hechos entonces negados sobre la base de la falta de los pertinentes
antecedentes administrativos. Por lo demás, tanto los pagos como las protestas, invocados al demandar, han
sido debidamente acreditados en el curso del juicio.

Que esa Corte ha declarado reiteradamente que la garantía de la igualdad ante la ley y de las cargas públicas
no impide que la legislación considere de manera diferente situaciones que estime diversas, con tal, sin duda,
que el criterio de distinción no sea arbitrario ni responda a un simple propósito de injusta hostilidad o indebido
privilegio.-Conf. Fallos 209, 28 y los allí citados- Tratándose de impuestos se ha declarado así que,
respetando los expresados requisitos, cabe crear categorías de contribuyentes sujetos a tasas diferentes
-Fallos 188, 464; 191, 460; 192, 139 y otros- y específicamente que el propósito, no sólo fiscal sino también de
justicia social perseguido mediante el impuesto, no se halla al margen de las normas de la Constitución
Nacional, -Fallos: 190, 231- de tal manera que la mayor tasa de la contribución territorial exigida a los
propietarios de grandes extensiones de bienes raíces, calculada sobre el valor de los mismos, es
constitucionalmente válida -Fallos: 171, 390.

Que si bien todo impuesto tiene que corresponder a una capacidad contributiva, la determinación de las
diversas categorías de contribuyentes puede hacerse por motivos distintos de la sola medida económica de
esa capacidad. El valor económico de los bienes que constituyen el objeto material del impuesto no determina
por sí solo, y a veces no determina de ningún modo, las distintas categorías de contribuciones ni las que el
régimen impositivo hace de los bienes gravados y de la situación de los contribuyentes a su respecto. En
estas determinaciones pueden intervenir factores que no son económicos o que lo son sólo indirectamente.
Tanto el tesoro público, como el régimen impositivo con que se lo constituye son instrumentos de gobierno, y
para la obtención del bien común, que es la finalidad de todo sistema tributario, ha de considerarse no
exclusivamente la mayor o menor capacidad contributiva de cada uno, sino también un mayor o menor deber
de contribuir que tiene razón de ser distinta de solo la capacidad económica de quien contribuye. Por las
características de los bienes, por el modo de poseerlos o explotarlos, por la mayor o menor vinculación del
dueño con el país en que la riqueza gravada tiene su asiento o su fuente, por la clase de actividad que con
ella se realiza, etc., ese deber puede ser mayor habiendo de por medio valores económicos iguales a los de
otros contribuyentes a quienes se cobra menos y viceversa. Todos los impuestos progresivos, los que tienen
en cuenta la tierra libre de mejoras, la diversidad de patentes según las especies de los negocios a que se
refieren, los impuestos aduaneros específicos, la constitución de una categoría distinta con los ausentes, el
diverso porciento con que se limita el impuesto sucesorio según el parentesco de los herederos con el
causante, etc. son ejemplos de diferenciaciones impositivas que no se rigen sólo por el diferente valor
económico de las riquezas que constituyen la materia de gravamen. Y esta Corte ha reconocido
reiteradamente que en tales casos no se viola el principio de igualdad de los arts. 4 y 16 de la Constitución.

Que en la vida social la función de los bienes o riquezas tenidas en vista al imponer contribuciones, no es
exclusivamente económica. Es desde el punto de vista de lo que requiere el bien de la comunidad
-fundamento y requisito de todo bien particular de quienes la constituyen-, que ha de ser apreciada la
condición de cada uno de los contribuyentes y determinada la función de los distintos bienes o especies de
riquezas, cuando se trata de igualar las obligaciones de los primeros y las posibilidades de los segundos
respecto a los fines del Estado en vista de los cuales se establecen los sistemas impositivos y para cuyo
servicio se forma el erario público. Y desde este punto de vista pueden ser desiguales los valores
económicamente equivalentes o lo contrario pues la igualdad jurídica con que se constituye el orden de la
sociedad es una igualdad proporcional.

Todo ello lo ha sintetizado esta Corte en dos expresiones frecuentemente empleadas en sus fallos relativos a
la garantía de la igualdad: 1º las leyes deben tratar igualmente a los iguales en iguales circunstancias; 2º
como esta igualdad debe tomar en consideración tanto las diferencias que caracterizan a cada una de las
personas en la materia regulada por el régimen legal de que se trata -para determinar quiénes son iguales-,
cuanto la relación en que la particular obligación impuesta por la ley esté con las necesidades o conveniencias
generales en el lugar, tiempo y modo de su aplicación -para determinar si son o no iguales las circunstancias-,
las leyes pueden y aún deben establecer categorías diversas a condición de que la distinción sea "razonable",
es decir, tanga razón de ser en la naturaleza de las cosas de que se trata (Fallos: 182, 355; 190, 231; 192,
139; 204, 391 y otros).

En ambas determinaciones se trata de trascender las apariencias de la igualdad aritmética para discernir
desigualdades esenciales y hallar el modo de compensarlas mediante obligaciones o exenciones legales que
igualen ante la ley a todos los comprendidos en su régimen. La medida común de referencia es el bienestar
general o bien común al que debe ordenarse tanto el comportamiento de los gobernados como la acción de la
autoridad gobernante, porque todo bien particular tiene en el bien común su fundamento y requisito. Puesto
que la discriminación razonable que se ha aludido tantas veces es la que determina categorías distintas con
razón de ser en la naturaleza de las cosas distinguidas, el juicio de la razonabilidad de la categoría objetada
requiere, en el presente caso, apreciación de la naturaleza de la propiedad territorial, que es el objeto de ella,
desde el punto de vista de la relación en que la posesión y el uso de dicha propiedad está con las exigencias
del bienestar general, pues la distinción lejos de comportar desigualdad igualará -por medio del alivio o la
agravación de la carga respectiva-, siempre que corresponda a una desigualdad existente entre los
integrantes de la categoría objetada y los demás contribuyentes del mismo impuesto.

Que el régimen de la ley 4834 de la Provincia de Buenos Aires establece un adicional progresivo de la
contribución territorial para los inmuebles de 10.000 y hasta 30.000 o más hectáreas. Una tal discriminación
podría obedecer, aunque no siempre, a motivos exclusivamente económicos si se atendiera combinadamente
a la mayor extensión y el mayor valor. Pero si la razón del aumento, o del alivio -según se considere a la
progresión desde el porciento mínimo o desde el máximo-, es sólo la extensión, puede suceder que de dos
propiedades una tribute más que la otra no obstante ser ambas del mismo valor y la misma especie. Si la
obligación de contribuir se mide nada más que por el valor de las riquezas del contribuyente tenidas en vista al
imponer el gravamen ello comportaría lesión de la igualdad. Pero si lo que se ha de medir es la magnitud del
deber de contribuir desde el punto de vista de la relación del bien gravado, considerada su naturaleza de
propiedad territorial y su característica de tener una extensión de más de 10.000 has., con las exigencias del
bienestar general, el planteamiento del problema puede modificarse fundamentalmente, según se acaba de
exponer. Para juzgar la relación aludida en esta causa es, pues, preciso considerar la subordinación de la
propiedad privada a los intereses generales en el caso particular de la propiedad territorial, y la influencia que
pueda tener en ello la extensión de lo poseído por el contribuyente.

Que la propiedad, acogida por la Constitución como uno de los fundamentos del orden por ella establecido,
constituye un bien fundamental tanto del punto de vista de las condiciones del trabajo para quien es
propietario, como desde el de la garantía de libertad que la misma comporta. El propietario hállase, en una
superior condición no meramente económica sino social. Por ello la distribución y el uso de la propiedad han
de subordinarse especialmente al bien común. Por una parte, cuanto más holgadamente se procure al dueño
su propiedad particular el beneficio de la superior condición social aludida, mayor es el deber de contribuir a
las necesidades comunes. Y por otra, las posibilidades regulares de acceso a dicha condición deben ser
directa o indirectamente favorecidas, pues ello comporta afianzamiento del orden y de la paz sociales. Todo lo
cual corresponde a una categoría de valores que no son los meramente económicos, aunque tengan relación
con ello. De ahí que el impuesto, considerado como medio de hacer efectivo el cumplimiento de los deberes
de los miembros de la comunidad respecto a ella, puede recaer con justicia, es decir con igualdad, tanto más
onerosamente cuanto mayor sea la extensión, aunque económicamente valga lo mismo o menos que otras
más reducidas, siempre que, consideradas las circunstancias de lugar y de tiempo y el límite a partir del cual
comienza, la progresión sea razonable. Esto es así en razón de la naturaleza de lo gravado, porque
tratándose de la propiedad de la tierra, realidad limitada y asiento natural y necesario de cuantos viven en la
colectividad, la mencionada superioridad de la condición del propietario se relaciona con la extensión poseída
con relativa prescindencia de su valor económico, cuando se trasciende cierto límite -que depende en cada
caso de las respectivas circunstancias.
Sea que se considere a este impuesto como una instancia destinada a promover la división de las extensiones
que excedan del límite a partir del cual se aplica el adicional y favorecer con ello las posibilidades de acceso a
la propiedad de un mayor número, sea que se contemple lo que en punto a bien público puede hacer el
Estado con el producido de este impuesto, compensando con ello relativamente la limitación de esas
posibilidades a causa de la concentración de la propiedad territorial, la categoría constituida con los
propietarios de 10.000 o más has. tiene razón de ser en la naturaleza de las cosas que aquí se consideran, es
decir, que corresponde a desigualdades reales y, en consecuencia no vulnera el principio de igualdad del art.
16 de la Constitución, como en oportunidad de considerar análogo problema lo decidió esta Corte en Fallos:
190, 231 y 309.

Que además debe tenerse presente tanto lo dispuesto en el art. 17 de la ley examinada, según el cual los
inmuebles de más de 10.000 hectáreas que valgan menos de un millón de pesos pagarán la mitad del
adicional, como el régimen de impuesto progresivo en razón del valor, a partir de la cantidad de $ 300.000.00
(ley 4204) porque lo uno y lo otro importan una cierta aplicación del criterio del valor combinado con el de la
extensión. Lo que resulta de estos dos sistemas no sería suficiente por sí solo para enervar la objeción de
desigualdad si se hubiera de juzgar esta última desde un punto de vista exclusivamente económico porque
puede haber campos de más de 10.000 has. que no lleguen a valer $ 300.000. Sin embargo, la existencia del
adicional de la ley 4204 y lo dispuesto por el art. 17 de la 4834 restringen evidentemente la posibilidad y el
alcance de la desigualdad económica aludida, lo cual no ha de dejarse de tener en cuenta cuando se trata de
la razonabilidad de la categoría en cuestión.

Que al considerar la aplicación del adicional de la ley 4204 a los condóminos prescindiendo del valor de su
parte ideal y atendiendo al de la totalidad del inmueble poseído en condominio, aplicación que se declaró
lesiva del principio de igualdad, dijo esta Corte, refiriéndose a la presumible finalidad social de dicho adicional
que "tiene razón de ser el establecimiento de distintas categorías de bienes según su valor y extensión, con
distinta magnitud de gravamen puesto que la distinción corresponde a diversas capacidades contributivas.
Pero otra es la cuestión cuando dicha categoría se establece atendiendo solo a la unidad material del
inmueble con prescindencia de que, por tratarse de un condominio, el valor del bien así considerado no
corresponde a la capacidad tributaria de cada uno de los dueños". Es decir que si la escala obedece
exclusivamente al valor y se trata de un inmueble poseído en condominio es patente la desigualdad de cobrar
a los condóminos con el porciento de un valor que no tiene aquello de lo cual son dueños. Este y no otro es el
sentido y el alcance de aquélla decisión. El problema considerado en esta sentencia difiere
fundamentalmente. Cuanto se ha dicho aquí sobre el afianzamiento de la finalidad institucional y social de la
propiedad territorial mediante la mayor distribución de ella no era de aplicación en aquel caso por la sencilla
razón de que sobre lo poseído en condominio hay tantos propietarios como condóminos. Sobre esta realidad
jurídica y social no puede prevalecer el hecho de la integridad material del inmueble poseído. La división de la
propiedad que responde a los fundamentos y a los fines sociales de la institución, no es siempre la división
material de ella sino la multiplicación de los efectivos propietarios, y los condóminos lo son realmente. El
régimen del condominio puede conciliar a veces, por ejemplo en el orden familiar, la conveniencia del acceso
a la propiedad del mayor número con el interés no sólo económico sino también social y moral, de mantener la
integridad de ciertas explotaciones. Por lo demás, así lo ha entendido la Provincia en este caso respecto al
adicional de la ley 4834 pues dispuso administrativamente no cobrarlo a los actores, por considerar que en
razón del condominio venían a ser dueños de menos de 10.000 hectáreas, a partir del año siguiente al de la
inscripción de la transmisión sucesoria.

Que fundada en el carácter nacional de la legislación común -Const. Nacional, art. 67, inc. 11- y en la
supremacía de las leyes nacionales -Const. Nacional, art. 31-, esta Corte ha declarado que las leyes
impositivas de las provincias no pueden establecer prescripciones que contrarían los preceptos de los códigos
de fondo -Fallos: 168, 305; 169, 296; 175, 300; 183, 143; 188, 403; 196, 261 y otros. Toda vez, sin embargo,
que la interpretación de la Constitución ha de procurar armonizar el ejercicio de las atribuciones de la Nación y
de las provincias -Fallos: 209, 28 y los allí citados- y particularmente no menoscabar el derecho de los estados
para formar su tesoro público por vía de la creación y aplicación de los impuestos locales -Fallos: 178, 308- la
regla establecida en el precedente considerando puede admitir excepciones que no la desvirtúen en su
esencia.

Que si es, en efecto, facultad de las provincias la de crear sus propios impuestos, elegir los objetos imponibles
y determinar las formalidades de su percepción -Fallos: 179, 98; 187, 317; 188, 105; 194, 56 y muchos otros-
sólo con cautela es admisible la invalidación de las normas adecuadas a estos fines, so color de que las
mismas se apartan de lo dispuesto en los códigos comunes, que legislan supuestos esencialmente distintos.

Que el precepto con arreglo al cual la subdivisión del latifundio por vía hereditaria no ha sido óbice para el
cobro del impuesto que lo grava, hasta el año subsiguiente al del fallecimiento del causante, encuentra
justificativo en la dificultad de la inmediata modificación de los padrones necesarios para su percepción,
fundada por lo demás, en la posibilidad de que tales hechos no queden legalmente reconocidos sino después
de transcurrido algún tiempo. Es pues una norma tendiente a la ordenada percepción de la renta, similar, en
ciertos aspectos, a la consagrada en el orden nacional para el impuesto a los réditos -Fallos: 191, 58-. Tiende
también a activar la realización y justificación de la división de los inmuebles, concurriendo así al cumplimiento
de los fines de la ley. Su propósito no es, pues, el de desconocer la oportunidad de la transmisión hereditaria,
y debe por consiguiente, en cuanto se la aplique con prudencia -como en la especie ha sucedido- ser
mantenida.

Que como se ha recordado precedentemente esta Corte ha declarado la inconstitucionalidad de la ley 4204
-art. 1º, inc. 5º-, aplicada en circunstancias similares a las de autos -Fallos: 207, 270-. La demanda es por
consiguiente procedente en cuanto persigue la repetición de lo pagado en concepto del impuesto adicional
creado por el artículo referido, durante el año 1944.

En su mérito y oído el Sr. Procurador General se decide rechazar la demanda en cuanto persigue la repetición
de la suma de m$n. 22.040 satisfecha en concepto del impuesto de la ley 4834, absolviéndose en
consecuencia de la misma a la Provincia de Buenos Aires. Y hacer lugar a ella en lo referente a la repetición
de la suma de m$n. 8265 pagados por el adicional del art. 1º, inc. 5º de la ley 4204, cantidad que la Provincia
demandada deberá devolver a los actores en el término de sesenta días, con intereses a estilo de los que
cobra el Banco de la Nación Argentina y a partir de la notificación de la demanda. Sin costas, por no encontrar
mérito el Tribunal para imponerlas.

TOMAS D. CASARES - FELIPE S. PEREZ - LUIS R. LONGHI - JUSTO L. ALVAREZ RODRIGUEZ -


RODOLFO G. VALENZUELA.

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