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El análisis demográfico fundamentalmente nos resulta útil para comprender la
situación de algunos indicadores que afectan directamente la población con la que
trabajamos.
Desde una perspectiva demográfica, conocer las condiciones de salubridad, acceso a
servicios, trabajo, nivel de instrucción, acceso a la educación, puede brindarnos una
visión realista sobre las necesidades que tendrá el paciente, su familia y contexto. Por
lo tanto, en algunos casos, dependerá de nuestra pericia poder adaptar los
tratamientos y contextualizar la práctica cotidiana.
En situaciones desfavorables, la prioridad no será el tratamiento fonoaudiológico, pero
tendremos que lograr incorporarnos a sus mecanismos de superación para poder
instalar la necesidad de práctica, o la incorporación de medidas preventivas.
Un ejemplo posible de plantear, es el de una maestra, en el año 2011, que no sólo
manejaba una escuela, sino que también organizaba el comedor barrial. Tenía
dificultades para mantener su voz. Su deterioro funcional no sólo tenía que ver con el
estrés que su tarea demandaba. A esto se sumaba la poca hidratación general que
afectaba la dinámica de sus cuerdas vocales, el esfuerzo por demostrar fortaleza y voz
de mando hacía que conservara un volumen intenso durante varias horas del día y era
imposible para ella, cumplir con parte fundamental del tratamiento fonoaudiológico que
es el reposo vocal.
Hubo que adaptar los pasos estandarizados de un tratamiento preventivo ante la
inminente aparición de nódulos. Cada situación se contextualizó, se brindó soportes
alternativos de comunicación para que al menos durante 1 semana pudiera descansar
su voz, y a pesar de no conseguir completamente el objetivo, el reposo vocal parcial,
logró sentar base y conciencia del requerimiento para su salud vocal.
Instalar el hábito de la hidratación requirió que se estructure mecanismos de
potabilización regular y conservación del agua que benefició a todos los que asistían al
comedor. Si bien el trabajo fue intenso, hubo participación activa del paciente y de
varios actores que colaboraron en la consecución de objetivos. En ocasiones las
fonoaudiólogas tenemos una visión parcial y de consultorio como representativa del
recorte que se hace del paciente durante la intervención. Ampliar esa visión, siempre
nos da más recursos y colabora en contextualizar nuestra práctica. El paciente se
vuelve sujeto presente y consciente, y el intercambio terapéutico resulta provechoso.