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DEFENDAMOS LA CAMPANA

Querido lector de la Región de Valparaíso, concédeme un momento de tu atención. Quiero


que salgas por un instante de tu mundo privado y te des cuenta donde estás parado. Que mires a
tu alrededor, que identifiques el norte, el este, el sur, el oeste… Y una vez que accedas a ese punto
de vista, que es el de tu lugar en el mundo, quiero que lo eleves. Que tengas altura de miras, como
se dice. Y que desde lo alto puedas ver como entre el Aconcagua, en la Cordillera de Los Andes, y
la costa del Océano Pacífico, entre ciudades, poblados, carreteras, zonas desertificadas y zonas de
cultivo, se aprecia en la Cordillera de la Costa y sus faldeos un verde profundo y silvestre.

Allí prolifera la vida salvaje. Allí puedes encontrar más diversidad de formas de vida que de
productos en cualquier supermercado… En el corazón de este verdor profundo se encuentra el
sector de La Campana, llamado así por la cumbre que predomina. Como Parque Nacional La
Campana es un área silvestre protegida por el Estado de Chile. Además tiene el reconocimiento
internacional de la UNESCO como Reserva de la Biósfera. Y nuestros ancestros celebraban en la
cumbre de La Campana sus ritos más sagrados. Allí está el corazón de todo el pedazo de mundo
que podemos apreciar a simple vista, con un poco de altura de miras, en esta región.

Si quieres, puedes subir a la misma cumbre de La Campana, y contemplar desde allí todo
lo que vive entre el Aconcagua y la costa del Pacífico… ponerte en el punto de vista del corazón de
nuestra Tierra.

En La Campana, hay un centro de convergencia biogeográfica único en Sudamérica, allí


conviven elementos del norte, centro, sur y andinos. Se distinguen varios tipos de flora: chileno
central, subantártico, andino, neotropical, gondwánico, pantropical, holártico, anfitropical
disyunto y cosmopolita, cada tipo con su historia específica, historias algunas que se remontan
hasta antes de la división de los continentes por la deriva continental… Tan sólo por mencionar
algunos aspectos de su diversidad.

Se encuentra también en La Campana el límite norte del Roble de Santiago, en los que
crecen digueñes, pan de indio, como en los bosques del sur de Chile. Y sobre esto quería llamarte
la atención. El desierto avanza. Más al norte es cada vez más difícil encontrar lugares como La
Campana. La desertificación se profundiza más y más. Si nuestro corazón verde, La Campana, es
dañado, la desertificación de nuestra región amenaza con pasar del punto crítico, desde dónde se
volverá cada vez más difícil de revertir.

La Campana está hoy en un proceso de recuperación, de los estragos causados por la


empresa colonial (la extinción del guanaco en la zona, por ejemplo) y por el extractivismo minero
multinacional. Pero además ahora mismo está fuertemente amenazada por el proyecto de
termoeléctrica Los Rulos en Limache de la empresa IC Power de la Israel Corporation, una empresa
que se está disputando el dominio energético en varios países de Latinoamérica. Dicho proyecto
generará toneladas de material particulado contaminante, que la dirección del viento llevará
directamente al bosque de La Campana, envenenando sus aguas y formas de vida.

Al otro lado del cordón montañoso donde se erige La Campana está el Palmar de Ocoa,
que también forma parte del área silvestre protegida por el Estado, siendo la palma chilena una
especie vulnerable, y éste, uno de los pocos, pero el más grande de sus palmares. De acuerdo a las
modelaciones mecánicas, debido a la topografía, el material particulado quedaría atrapado en los
cajones de Olmué y no afectaría directamente al palmar. Sin embargo, las relaciones de nutrición
(ecosistémicas, dirían) entre uno y otro lado del cordón no han sido lo suficientemente
clarificadas.

Si este bosque llegara a morir, los extractivistas tendrán otra vez el paso libre para seguir
explotando los minerales que cuida el monte, lo que finalmente extenderá la aridez en la región,
enturbiando sus aguas, si es que aún fluyeran. Los tecnócratas y el gobierno hacen planes de
rentabilidad, de sostenibilidad dicen incluso, de aquí a 100 años. Yo te pido, que no sólo tengas
altura de miras, sino también anchura de miras, y profundidad de visión, y que pienses y actúes,
con nosotros, en el presente que entregaremos a la séptima generación que nos suceda.

Raimundo Nenen

Tesorero del Ministerio de las Flores

8 de junio de 2017

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