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Una investigación realizada por Bernhard Horstmann indica que su ceguera temporal pudo

haber sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.[cita requerida] Hitler expresó
metafóricamente que durante aquella experiencia, al quitarse la venda que cubría sus ojos, fue
cuando descubrió que el objetivo de su vida era lograr la salvación de Alemania. Mientras
tanto, fue tratado por un médico militar y un especialista en psiquiatría, que, según se informa,
diagnosticó al cabo como «incompetente para comandar gente» y «peligrosamente
psicótico».[cita requerida] Su comandante declaró: «¡Nunca promoveré a este
histérico!».[cita requerida] Sin embargo, el historiador Sebastian Haffner, refiriéndose a la
experiencia de Hitler en el frente, sugiere que por lo menos tuvo algún tipo de entendimiento
con los militares.
La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó sobremanera, pues en la creencia
popular alemana el ejército alemán permanecía invicto. Como muchos otros nacionalistas
alemanes, Hitler culpó a los socialdemócratas («los criminales de noviembre») por el
armisticio. Una explicación extendida por la derecha conservadora sobre la causa de la
derrota fue la Dolchstoßlegende («leyenda de la puñalada por la espalda»), que pretendía
argumentar que a espaldas del ejército los políticos socialistas y marxistas habían traicionado
y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a sus soldados.
El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente
muy perjudiciales para el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la Primera
Guerra Mundial. Durante la negociación del documento surgieron controversias entre el afán
pacificador de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos y el revanchismo del primer
ministro francés, Georges Clemenceau. La reconciliación nunca estuvo dentro de los objetivos
del Reino Unido y Francia porque,[cita requerida] desde mediados del siglo XIX, Alemania había
rivalizado con estas dos potencias por la hegemonía de Europa y el control sobre los territorios
coloniales en África y Asia. El tratado fue considerado por los alemanes como una humillación
y fue un importante factor en la creación de las reivindicaciones políticas y territoriales
demandadas por Hitler y su Partido Nacionalsocialista al llegar al poder.

Inicios en el nazismo
Artículo principal: Nazismo

Carné de Hitler como miembro del DAP.

Inicio de la actividad política


Al finalizar la guerra, cuya última fase fue sin duda muy importante para su evolución
ideológica,28 Hitler se percató que no contaba con dinero, amigos, familiares con conexiones,
estudios universitarios o experiencia política;29 por lo que decidió intentar continuar en el
Ejército, algo bastante complicado en pleno periodo de desmovilización, aunque consiguió
permanecer en sus filas hasta el 31 de marzo de 1920.30
Hitler salió del hospital de Pasewalk el 19 de noviembre y el día 21 llegó a Múnich para
reintegrarse a su batallón.31 Después de la abdicación del káiser Guillermo II el 9 de
noviembre y la firma del armisticio el día 11, Alemania estaba sumida en el clima de
agitación revolucionaria en que nació la República de Weimar y que en Baviera, tras la huida
el 7 de noviembre del último rey de la dinastía de los Wittelsbach, Luis III,32 dio paso a la
nueva República de Baviera con un gobierno provisional dominado por los socialdemócratas
del SPD y sobre todo por el más radical USPD, bajo la presidencia de Kurt Eisner.33 Surgieron
consejos de obreros y soldados al estilo soviético y Hitler se encontró a su regreso con que su
unidad estaba bajo el control de uno de ellos por lo que, según su propio relato en Mein
Kampf, solicitó ser transferido a otro destino y fue enviado al campo de prisioneros de
guerra de Traunstein, cerca de la frontera austriaca,34 donde permaneció hasta finales de
enero o principios de febrero de 1919.35 Aunque su versión coincide con la de su compañero
Ernst Schmidt, la actitud que mantuvo durante estos meses debió ser bastante más ambigua
de lo que deja traslucir y hubiera justificado un tratamiento más extenso de haberse opuesto
frontalmente al gobierno que posteriormente sería calificado como el de los «criminales de
noviembre». No solo Traunstein estaba también regido por consejos de soldados sino que
Hitler aparece citado el 3 de abril como representante (Vertrauensmann) de su batallón, un
cargo que, entre otras atribuciones, tenía la misión de cooperar con las autoridades
transmitiendo a la tropa material propagandístico y que muy probablemente Hitler ostentaba
ya desde febrero.36 Además, después del asesinato de Eisner el 21 de febrero, se produjo un
periodo de caos y anarquía que culminó con la corta fase de auténtico dominio comunista, con
el fin claro de instalar una república «soviética» y que es el estrictamente más conocido como
Räterepublik o «república de consejos».33 Al día siguiente de su instauración, el 14 de abril,
Hitler fue reelegido representante de su unidad lo que parece indicar un cierto grado de
respaldo por su parte a la política del gobierno socialista o como mínimo que se abstuvo de
exteriorizar ningún tipo de oposición frontal.37 Este comportamiento, sea de pasividad o de
oportunismo, no solo trascendió más tarde ocasionalmente en la prensa,38 sino que también
fue objeto de comentarios por parte de algunos dirigentes nazis como Ernst Röhm, Ritter von
Epp o Rudolf Hess,39 pero parece fuera de duda su rechazo a la izquierda revolucionaria y es
muy probable que los votos que recibió fuesen de soldados que compartían ese criterio y
conocían su hostilidad hacia la Räterepublik.40
Después de que el gobierno soviético de Baviera fuera derrocado por el Ejército
alemán y grupos paramilitares conservadores, a Hitler se le encargó la misión que le dio la
oportunidad de implicarse en la política por primera vez. Su labor consistía en investigar a los
miembros de su unidad que habían colaborado con el gobierno soviético. Su trabajo fue
apreciado por sus superiores, quienes lo emplearon a tiempo completo, asignándolo al
Departamento político de asuntos de prensa del Ejército, a nivel distrital. De esta manera,
Hitler se convirtió en un espía militar, investigando a los muchos grupos socialistas que
estaban naciendo en toda Alemania. También participó como oficial educador en el
«pensamiento nacional», cursos organizados por el Departamento de Educación y
Propaganda del grupo bávaro de la Reichswehr. La principal tarea de Hitler era entonces
erradicar «ideas peligrosas», como la democracia, el socialismo y el pacifismo.41 Un objetivo
clave de este grupo era crear una «cabeza de turco» para justificar la derrota
alemana.[cita requerida] Las cabezas de turco fueron encontradas en el Judaísmo Internacional,
los comunistas y los políticos liberales, especialmente los miembros de la coalición de
Weimar, que eran considerados como los «criminales de noviembre».
En mayo o principios de junio de 1919, Hitler ya aparece listado como V-
Mann (Verbindungsmann, término alemán para un espía de la policía) del Comando de
Inteligencia (Aufklärungskommando) del Ejército, con el objetivo de atraer a otros soldados de
ideas similares. En septiembre, se le ordenó que se investigara un pequeño partido
denominado Partido Obrero Alemán (DAP). Aunque este partido era nacionalista, los
superiores de Hitler desconocían esto, y sospechaban que podía ser un partido socialista o
comunista.41
El 12 de septiembre Hitler asistió por primera vez a un mitin del DAP celebrado en
la Sterneckerbräu que debía tener como principal orador a Dietrich Eckart, aunque debió ser
sustituido a causa de una enfermedad por Gottfried Feder. Cuando en el debate final uno de
los presentes se enfrentó a Feder y comenzó a defender el separatismo bávaro, Hitler replicó
con un discurso de tal intensidad que llamó la atención de Anton Drexler, quien le regaló un
ejemplar de su obra Mi despertar político y le animó a volver y unirse al partido.42 En la
segunda mitad de ese mismo mes ingresó en el partido y, aunque él aseguraría
posteriormente ser su séptimo miembro, se le asignó realmente el número 555,43 también
ficticio porque por razones de imagen se decidió comenzar la numeración en 501 repartiendo
los números en orden alfabético a los primeros militantes.44 Pocas semanas después, el 16 de
octubre, Hitler pronunció en la Hofbräukeller su primer discurso público en un acto al que
asistieron 111 personas,45 entre las que se encontraba Ernst Röhm, que poco después
ingresaría también en el partido.46
Desde ese momento, la figura de Hitler fue cobrando más y más protagonismo, participando a
tiempo completo en las actividades del partido y perfilando con nitidez la nueva ideología:
A principios de la década de 1920, Hitler desarrolló un pronunciado sentido de su «misión nacional» (...).
La «misión» puede resumirse como sigue: nacionalizar las masas; apoderarse del Estado; destruir al
enemigo interno -los «criminales de noviembre» (refiriéndose a judíos y marxistas, más o menos lo
mismo para su punto de vista)-; construir defensas; llevar a cabo la expansión «por la espada» para
garantizar el futuro de Alemania, superando la «escasez de tierra» (Raumnot) y adquiriendo nuevos
territorios en el este de Europa.47
El 24 de febrero de 1920 el partido celebró su primera reunión de importancia en los salones
de la Hofbräuhaus de Múnich. Ante unos dos mil asistentes Hitler leyó los veinticinco puntos
del programa del partido que habían redactado él y sobre todo Drexler las semanas anteriores.
Esos veinticico puntos se convirtieron posteriormente en la teórica base «inalterable» del
programa nacionalsocialista y la fecha del 24 de febrero en un motivo histórico de celebración
anual, aunque en su momento tuvo una repercusión muy limitada y hasta el Völkischer
Beobachter relegó la noticia a sus páginas interiores.48
El 1 de abril de 1920, el Partido Obrero Alemán cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista
Obrero Alemán; ese mismo día Hitler abandonó el Ejército. Poco después organizó
escuadrones de veteranos de guerra, liderados por Emil Maurice, para que mantuvieran el
orden en las reuniones del Partido, y expulsasen a los que no estuviesen de acuerdo con los
oradores.49 El 5 de octubre de 1921, estos escuadrones fueron organizados bajo el nombre
de Sturmabteilung (SA), también conocidos como los camisas pardas por el color de sus
uniformes. Muy pronto, las SA, bajo el mando inicial de Johann Ulrich Klintzich, dejaron de
limitarse a su rol de mantener el orden y empezaron a atacar a los grupos políticos opositores
y a los judíos, lo cual acabó convirtiéndose en su actividad principal.50 En la primavera de
1920, Hitler toma como emblemas la Hakenkreuz —la cruz gamada— y el saludo
del fascismo italiano del brazo en alto.
Ya a principios de 1921, Hitler era considerado un gran orador, hablando frente a
muchedumbres cada vez más grandes. Ganó notoriedad fuera del partido por sus discursos
polémicos, atacando el Tratado de Versalles, y a grupos rivales (sobre todo marxistas y
judíos). Ese año, Hitler personalmente lideró a los camisas pardas contra una reunión de
federalistas bávaros. Aunque Hitler pasó tres meses en la cárcel por la paliza que sus
hombres propinaron a los federalistas, al salir no mostró arrepentimiento alguno; por el
contrario, estaba más resuelto a emplear la fuerza contra sus adversarios:
En el futuro, el movimiento nacionalsocialista evitará rudamente, si es necesario con la fuerza, las
reuniones o discursos que puedan distraer la mente de nuestros compatriotas.51
En el verano de 1921, Hitler era el líder del partido;52 no sólo era el principal orador y
propagandista, sino que también era la principal fuente de ingresos de ese movimiento
revolucionario. No obstante, los fundadores se encontraban resentidos debido a la conducta
dictatorial de Hitler, y aprovechando que se encontraba de viaje en el norte de Alemania,
planificaron la fusión de su partido con otros grupos políticos; de esta manera, pensaban
reducir la importancia de Hitler y cuestionar su liderazgo. Hitler se enteró de estos planes y
regresó a Múnich, solicitando poderes dictatoriales en el partido, de lo contrario renunciaría.
Drexler respondió publicando una carta en un periódico, denunciado los abusos autoritarios de
Hitler, pero este presentó una demanda legal en su contra, y Drexler se tuvo que retractar.
Derrotado, Drexler fue retirado de su cargo de presidente y Hitler lo sucedió, convirtiéndose en
el líder indiscutible del Partido Nazi. De esta manera, se estableció el «principio del liderazgo»,
que formó el sistema de gobierno político de la Alemania nazi.53
En estos años Hitler conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, a Ernst Hanfstaengl y Alfred
Rosenberg, quienes junto con Eckart, lo introdujeron a círculos sociales más altos, de los
cuales pudo obtener generosas donaciones para el naciente partido.
Alentado por el rápido crecimiento, Hitler empezó a idear la toma del poder. Sin embargo, su
partido no era todavía la principal fuerza política en Baviera, y era desconocido fuera de este
estado, por lo que Hitler concluyó que necesitaba el apoyo de las fuerzas políticas y las
guarniciones militares bávaras para lograr este objetivo.54 Influenciado por la marcha sobre
Roma de Benito Mussolini, Hitler ideó realizar una marcha similar hacia Berlín, con la que
doblegaría al gobierno nacional fácilmente.54
A finales de 1922, contaba ya con una pequeña y creciente banda de seguidores fanáticos,
inspirada por la marcha sobre Roma de Mussolini, que empezó a ver en él el deseo de un líder
nacional heroico. En este sentido, un libro publicado ese año se refería a Hitler explicando que
el secreto de su personalidad reside en el hecho de que lo que yacía dormido en lo más profundo del
alma del pueblo alemán ha cobrado vida en él [...]. Y eso es lo que ha aparecido en Adolf Hitler: la viva
encarnación del anhelo de la nación.55

Putsch de Múnich
Artículo principal: Putsch de Múnich

Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Múnich durante su juicio.

En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las


reparaciones de guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr,
devastando la economía germana. El gobierno llamó entonces a la resistencia no
violenta contra Francia, pero en septiembre era obvio que esta estrategia no estaba
generando resultados. El 26 de septiembre, el canciller alemán Gustav Stresemann decidió
reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de resistencia. Stresemann previó que
los nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase de protestas y disturbios ante estas
impopulares medidas, por lo que declaró el estado de emergencia ese mismo día.56 De esta
manera, el comandante del Ejército, el general Hans von Seeckt, se convirtió en la principal
autoridad de la República.56 Hitler vio este período de inestabilidad política como la
oportunidad para realizar su propia versión de la marcha sobre Roma.54
No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba dispuesto a aceptar la
autoridad central del General von Seeckt. Ese mismo día, el gobierno regional proclamó su
propio estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. El gobierno
nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes nacionalistas y, además, reclamó la
supresión del principal periódico nazi, el Völkischer Beobachter. Cuando el Ejército bávaro
rehusó obedecer a su comandante en Jefe, el General von Seeckt amenazó con utilizar la
fuerza contra Baviera. Hitler se percató entonces de que la situación regional solamente
podría empeorar para él ya que, probablemente, el gobierno de Stresemann lograría
estabilizar la situación. Cuando Kahr se negó a discutir la situación con Hitler y sus aliados,
este último sospechó que el gobierno de Baviera iba a capitular ante el gobierno de Berlín, o
peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera.57 Hitler decidió entonces realizar una
maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del Ejército en Baviera y al jefe
de la policía regional; una vez en su poder, los iba a convencer de que se uniesen a su bando,
y luego, juntos, iban a marchar hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Para ganarse el
apoyo del Ejército, Hitler decidió usar al general Erich Ludendorff, como figura respetada en
su golpe de estado. El anciano general había sido atraído al movimiento nazi unas semanas
atrás.
En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y los camisas pardas irrumpieron en una
reunión pública liderada por Kahr en el Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras
de Múnich. Hitler proclamó una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo
gobierno, junto a Ludendorff, quien no estaba enterado del golpe.58 Antes de iniciar su
"Marcha sobre Berlín", que derrocaría al gobierno nacional, Hitler reclamó la ayuda de Kahr y
de las fuerzas militares locales. Este último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias a la ingenuidad
de Ludendorff, escapó en cuanto pudo y retomó el control regional.59 Al amanecer del 9 de
noviembre, el Ejército y la policía bávara estaban tomando posiciones contra los
golpistas; Ernst Röhm y sus tropas nazis se encontraban rodeados en el Ministerio de Guerra
bávaro, y Hitler decidió marchar junto con Ludendorff para liberarlos. El anciano comandante
alemán había convencido a Hitler de que los soldados y la policía no dispararían contra él, y
que se unirían a su causa.58 No obstante, la policía no se replegó ante Ludendorff y se inició
un tiroteo. Catorce golpistas y cuatro policías murieron durante la refriega, entre ellos Max
Erwin von Scheubner-Richter, uno de los organizadores del putsch, que recibió un balazo
mientras marchaba en primera línea cogido del brazo de Hitler, quien escapó únicamente con
un hombro dislocado.60

Hitler saludando a las tumbas de los dieciséis nazis que murieron durante el golpe de 1923.

Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, donde redactó su primer testamento


político en el que designaba como su sucesor al frente del NSDAP a Alfred Rosenberg y
nombraba vicepresidente a Max Amann, pero carecen de fundamento versiones posteriores
de los hechos que afirman que intentó suicidarse.61 Fue arrestado la noche del 11 de
noviembre,60 acusado de alta traición y Rosenberg se convirtió temporalmente en el líder del
partido. Según Joachim Fest, esta subversión fracasada marcó uno de los grandes hitos en la
vida de Hitler, pues con ella habría finalizado su aprendizaje y se habría dado paso a su
verdadera entrada en la política.62
Su juicio, atrajo atención internacional, y le proporcionó una plataforma política para anunciar
su movimiento. Durante su juicio, que se inició el 26 de febrero de 1924, Hitler recibió tiempo
casi ilimitado para hablar,63 lo que hizo que su popularidad creciera debido a su poderoso y
convincente discurso nacionalista. A diferencia de los participantes en el golpe de Kapp, Hitler
asumió la responsabilidad de la intentona golpista, pero negó haber cometido un crimen:
Solamente yo cargo la responsabilidad. Pero no soy un criminal por eso. Si hoy me presento aquí como
un revolucionario, es como un revolucionario en contra de la revolución. No existe la alta traición contra
los traidores de 1918.64
Durante su juicio en 1924.

El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg,


aunque la Constitución estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo.65 Hitler
recibió un trato privilegiado de los guardias y pudo recibir cartas y visitas de sus
admiradores.66 Fue absuelto y liberado el 20 de diciembre de ese mismo año, como parte de
una amnistía masiva hacia prisioneros políticos. En total, solo cumplió nueve meses de su
condena.

Mein Kampf
Artículo principal: Mein Kampf

Sobrecubierta de Mein Kampf(1926-27).

La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar sus ideas, que dictó a
diversos secretarios. El resultado sería una obra titulada Mein Kampf (Mi Lucha), aunque
originalmente había planeado llamarla Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y
cobardía.67 Esta obra, dedicada a Dietrich Eckart,[cita requerida] era una autobiografía y, más
importante aún, una exposición de la ideología nacionalsocialista.
A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro Estado alemán
nacionalsocialista debía seguir para finalmente convertirse en el «amo del mundo».68 Primero
aboga por la conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría con la
destrucción de Francia.68 Una vez conseguido esto, Alemania finalmente se encontraría en
libertad de expandirse, con el objetivo de conseguir el llamado «espacio vital alemán». Hitler
concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o África, sino que debe
expandirse hacia el este, a expensas de Rusia.68 Aunque reconoce que diversos pueblos ya
habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo alemán tiene el derecho de desalojar a sus
ocupantes:
...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de una nación o raza en particular;
por el contrario, esta tierra existe para el pueblo que posea la fuerza de tomarla.68
Acerca de la expansión alemana hacia el este.

Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya que los bolcheviques la
controlan, y por lo tanto los judíos.69
En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de
gobierno será una dictadura:68 Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la economía,
ya que en realidad será un «organismo racial».69 Después de establecer que la raza aria es
superior sobre el resto, asegura que la misma debe subyugar a las demás para poder
«preservar e incrementar la cultura».70 Concluye que los alemanes se encuentran en el estado
actual debido a que no preservaron su raza pura, y «gradualmente perdieron su creatividad
cultural».70 Después de escribir esto, no es sorprendente que determine que el principal
propósito del Estado nazi sea:
...la preservación de los elementos raciales originales que confieren cultura y crean la belleza y la
dignidad de una humanidad superior.71
Acerca del propósito del Estado.

Asegura que en un futuro distante, la humanidad se enfrentará a problemas que solamente


una raza superior, con dominio del mundo, podrá resolver.71
Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que Hitler expone en Mein
Kampf es considerada grotesca e inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica.
Peor aún, cuando Hitler subiese el poder en 1933, se mantendría fiel a sus escritos72 y llevaría
a cabo la expansión hacia el este, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial y en un
genocidio de los pueblos eslavos y semitas.
Mein Kampf no solo sirvió para la exposición de las ideas de Hitler, también le proporcionó su
principal fuente de ingresos.72 Aunque el libro se publicó en dos volúmenes entre los años de
1925 y 1926, solamente vendió alrededor de 240 000 ejemplares entre 1925 y 1934, aunque
en los primeros años las ventas fueron bajas. Hitler pasó esos años esquivando los impuestos
aplicables sobre los derechos de autor de su libro, y acumuló una deuda tributaria de cerca de
405 500 marcos. Esta deuda lo perseguiría hasta que se convirtió en canciller.

Reestructuración del partido


Entre 1924 y 1929 los nazis experimentaron pérdidas electorales.

Hitler salió de prisión el 20 de diciembre de 1924.73 Su movimiento revolucionario


probablemente estaba en su punto más bajo, el Partido Nazi y sus órganos mediáticos habían
sido prohibidos; además, Hitler tenía prohibido hablar en público y el gobierno regional estaba
recomendando que fuese extraditado a Austria.74 Durante su ausencia, Gregor
Strasser y Erich Ludendorff lideraron el movimiento nazi, y se fueron distanciando de él.
En el aspecto nacional, la inestabilidad política y económica que habían contribuido en el
rápido crecimiento del Partido Nazi estaban quedando en el pasado.74 La hiperinflación y los
fuertes pagos de indemnización habían sido amortiguados, y los franceses habían aceptado
salir de la Renania. Aunque gracias a su fallido golpe Hitler llegó a tener cierta prominencia
nacional, el puntal de su partido siguió siendo Múnich y en los meses siguientes el apoyo
popular empezó a mermar. En las elecciones parlamentarias de diciembre, los nazis, que
participaron bajo el nombre de «Movimiento Nacionalsocialista de Libertad», perdieron la
mitad de sus votantes; en contraste, los socialdemócratas estaban recuperando los votos
perdidos. Los nazis continuarían en decadencia hasta 1929, mientras tanto, Hitler tuvo que
seguir organizando el partido y luchando por mantener el liderazgo del mismo.
Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de prisión con una
visión mesiánica de su papel en la historia, y aseguró que los buenos tiempos de la República
no durarían.7574 A los pocos días solicitó una entrevista con Heinrich Held, primer ministro
bávaro, y luego de realizar promesas de buena conducta, consiguió que legalizase el Partido
Nazi de nuevo. Al periódico nazi Voelkischer Beobachter también se le permitió circular de
nuevo. Creyendo en las promesas de Hitler, Held le dijo a su ministro de Justicia:
La bestia salvaje está controlada. Podemos permitirnos aflojar la cadena.76
Dr. Heinrich Held sobre Hitler.

Aunque Hitler seguía siendo un autoritario, sus promesas de apegarse a la Constitución eran
parcialmente ciertas. Sin embargo, el futuro dictador no había cambiado su ideología, sino su
estrategia. Habiendo fracasado en derrocar a la República con un golpe de Estado, ahora
perseguía la «estrategia de la legalidad»; esto significaba adherirse a las normas de la
Constitución de Weimar para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del
partido, sobre todo los líderes de los «camisas pardas», se opusieron a esta
estrategia. Röhm la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler «Adolphe Legalité». De esta manera,
Hitler ahora se apoyaría en la democracia y las elecciones para acceder al poder, y luego las
destruiría:
En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las narices
y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos en votos lleva
más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado por su
propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso Alemania.77
Acerca de su nueva estrategia constitucional.

El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, aunque
la mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y Ludendorff no
asistieron, Eckart había muerto, y Göring estaba exiliado. Sin embargo, Hitler dejó claro que
no pensaba compartir el liderazgo con alguien más:
Solamente yo lidero el movimiento, y nadie puede imponerme condiciones mientras yo personalmente
asuma la responsabilidad.77
En su primer discurso al salir de prisión.
No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a calificar al Estado, a
los judíos y a los marxistas de ser «el enemigo», y los amenazó de muerte.77 De inmediato el
Estado bávaro le prohibió pronunciar discursos durante dos años. Desde entonces, la mayor
parte de su tiempo lo pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mein Kampf.78
Temeroso de que en cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su
ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un hombre sin nacionalidad, ya que el
gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.79

Gregor Strasser, líder nazi que en varias ocasiones cuestionó el liderazgo de Hitler.

Sin poder utilizar sus dotes de oratoria, Hitler empezó entonces a trabajar como propagandista
y organizador. Fue durante estos años que organizó el Partido Nazi a nivel nacional, y empezó
a crear agrupaciones de todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes
Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones
en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron
las SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían realizar un juramento de lealtad
especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser más confiables que los rudos «camisas
pardas». Hitler se colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el título de «Supremo Líder del
Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana de los
Trabajadores». Además, creó el «Directorado del Reich», compuesto por los principales
jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura tan vasta y compleja era la
formación de «un Estado dentro del Estado»;80 de esta manera, cuando los nazis finalmente
llegasen al poder, Hitler podría destruir la estructura republicana en poco tiempo, y la
reemplazaría por la estructura de su Partido.80
Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler llamó a Gregor
Strasser y le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania.81 La
personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con independencia
en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto
con su hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo,
la personalidad independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del
programa nacionalsocialista le ganaron la animosidad de Hitler.8281 En poco tiempo, Strasser
se convertiría en la amenaza más seria al liderazgo del último, y esto finalmente le costaría la
vida.
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la
expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en
un plebiscito. De esta manera, la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der
Gauleiter Nord-West, se unió a los marxistas en la campaña electoral.83 Hitler contraatacó el
14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde obligó a Strasser y a
Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición de Strasser, Goebbels
abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler. Sin embargo, este no sería el fin de
la enemistad entre Hitler y Strasser.
Después de este encuentro, el partido de Hitler quedó aún más centralizado, y el
llamado Führerprinzip («Principio del líder») quedó finalmente arraigado en la organización
partidaria. Bajo este sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien
designados por sus superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad ante ellos, al
tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus subordinados. De acuerdo a
Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.

Ascenso al poder
Artículo principal: Ascenso al poder de Adolf Hitler

El ascenso durante la Depresión

Reunión del partido nazi en 1930.

La Gran Depresión trajo nuevos tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler
había predicho que llegaría y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones
perdían sus empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era
oportuno para su discurso revolucionario:
Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la lucha que en estos días. Porque
la dura realidad ha abierto los ojos de millones de alemanes a las estafas, mentiras y traiciones sin
precedentes de los marxistas engañadores del pueblo.84
Acerca de la Gran Depresión.

Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo
nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de Versalles.
Después de estos sucesos, Alemania había perdido importancia económica en Europa, junto
con todas sus colonias, y además había adquirido una pesada deuda al aceptar la
responsabilidad de la guerra. Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los
pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos.85
Sutilmente, los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los
empresarios corruptos, reviviendo antiguos sentimientos antisemitas.
Hitler posa para la cámara.

La inestabilidad económica de la Gran Depresión pronto se extendió al campo político y


benefició a Hitler. En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado canciller de Alemania por
el presidente Paul von Hindenburg, ya que el canciller saliente fue incapaz de conseguir la
mayoría parlamentaria para gobernar. Brüning tampoco la consiguió, pero se mantuvo en el
poder gracias a los decretos presidenciales de Hindenburg. De esta manera, la voluntad del
canciller quedó sujeta a la del presidente, y la voluntad del Parlamento alemán fue relegada a
un segundo plano. Sin embargo, Brüning era un demócrata, y procedió a llamar a nuevas
elecciones, con la esperanza de obtener la mayoría parlamentaria necesaria poder gobernar
sin la aprobación de Hindenburg.86 Irónicamente, las elecciones parlamentarias de 1930no
contribuirían en el fortalecimiento de la democracia, ya que convertirían al Partido Nazi en la
segunda fuerza política de Alemania y al Partido Comunista en la tercera.
Después de obtener apoyo popular, Hitler procedió a buscar el del Ejército. El discurso
nacionalista de Hitler hizo mella en jóvenes oficiales; y una semana después de las
elecciones, durante un juicio contra tres oficiales que habían promovido la ideología nazi en el
Ejército, Hitler fue llamado a testificar y aprovechó esta oportunidad para intentar ganar el
apoyo de los militares, asegurando que «vengaría» la Revolución de Noviembre y que
eliminaría los límites impuestos al Ejército alemán en el Tratado de Versalles. La victoria
electoral de Hitler también atrajo la atención de los hombres de negocios germanos. Desde
1931, Walther Funk empezó a presentar a Hitler poderosos industriales; además, varias
empresas empezaron a financiarlo, entre las que destaca la aseguradora Allianz.87 Sin
embargo, la mayoría de empresas alemanas se negaron a apoyar al futuro dictador.88

Intrigas de Schleicher y Papen


Papeleta electoral de las elecciones presidenciales alemanas de 1932.

Como líder de la segunda fuerza política en el Parlamento, Hitler pronto fue incluido en los
planes de los gobernantes de la República de Weimar.89 A finales de 1931 se reunió con el
canciller Brüning y el presidente Hindenburg, pero ambos fueron incapaces de conseguir un
acuerdo político con él. Fue después de esta primera reunión que Hindenburg aseguró que:
...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un Ministro de Correos, pero
ciertamente no un Canciller.90
Hindenburg sobre Hitler.

El 7 de enero de 1932, Brüning se reunió de nuevo con Hitler, e intentó persuadirlo de que
aprobase la postergación de las elecciones presidenciales de 1932.91 El anciano Hindenburg
no quería postularse a la reelección, y todo parecía indicar que Hitler se convertiría en
presidente ante la carencia de otros candidatos de peso; si Hitler aceptaba la postergación de
las elecciones hasta la muerte natural de Hindenburg, el canciller Brüning luego solicitaría el
restablecimiento de la monarquía alemana, aunque bajo un sistema de gobierno similar al
británico.92 Hitler se dio cuenta que esta medida no lo beneficiaría, y después de realizar una
serie de demandas que fueron rechazadas de inmediato por Hindenburg, rehusó apoyar el
plan de Brüning. De esta manera, Hindenburg fue forzado a aspirar a un segundo período
para evitar un triunfo hitleriano.
El 25 de febrero, Hitler finalmente decidió convertirse en ciudadano alemán, y de inmediato
presentó su candidatura, en contraposición a la de Hindenburg. A pesar de que Hitler realizó
una impresionante campaña electoral,93 Hindenburg ganó con holgura estas elecciones,
aventajándolo con más de 16 puntos porcentuales. El candidato austríaco había duplicado los
votos de su partido en dos años, pero parecía incapaz de acceder el poder a través de los
votos sin comprometerse políticamente con Hindenburg. Fue en este año que la animosidad
entre Strasser y Hitler se acentuó de nuevo; a pesar de su derrota en Bamberg en
1926, Gregor Strasser había continuado siendo un importante líder del Partido Nazi, y era más
aceptado por el Parlamento y el presidente que Hitler. Debido a su talento político, Hitler lo
mantenía en su círculo de asesores más cercano, y junto con Goebbels, Göring, Frick y Röhm,
ocupaba el escalafón más alto del Partido en 1932. Sin embargo, Strasser empezó a criticar la
postura intolerante de Hitler, quien rehusaba compartir un gobierno con los hombres de
Hindenburg.

Saludo fascista, abril de 1932

Después de esta derrota electoral, las «camisas pardas», que ya superaban al Ejército en
número, fueron prohibidas. Fue en este momento que el General Kurt von Schleicher, artífice
del ascenso de Brüning, empezó a conspirar para provocar su caída. Schleicher contactó a
Hitler a través de Röhm; a este último le ofreció legalizar las SA de nuevo, con planes de
anexarlas posteriormente al Ejército.94 Por otro lado, le ofreció a Hitler la convocatoria de
nuevas elecciones parlamentarias, a cambio de apoyar a un nuevo gobierno. Como antiguo
amigo de Hindenburg, Schleicher logró convencerlo de forzar la renuncia de Brüning, y luego
lo persuadió de que nombrase canciller a Franz von Papen. En las nuevas elecciones
parlamentarias de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la primera fuerza política del
Parlamento, pero no alcanzó la mayoría necesaria para gobernar. Con estos resultados, Hitler
se negó a apoyar a Papen, y reclamó la Cancillería para él, rehusando de nuevo compartir el
poder con la facción de Hindenburg y Schleicher. Con este nuevo fracaso, la corriente de
Strasser en el Partido Nazi se fortaleció, y la dirección política de Hitler empezó a ser criticada
públicamente por este.
Al igual que su predecesor, el nuevo canciller, resultó ser incapaz de conseguir la mayoría
parlamentaria, y Papen llamó entonces a nuevas elecciones, las terceras en 1932. Aunque
en estas elecciones los nazis continuaron siendo la primera fuerza política, perdieron votos, y
Hitler quedó aún más lejos de alcanzar la mayoría en el Parlamento. No obstante, por esto no
cambió su estrategia, ya que el político austríaco continuó demandando la Cancillería para él,
rechazando el ofrecimiento de la Vice-cancillería que le extendió Hindenburg. Por su parte,
Schleicher empezó a planificar la caída de Papen, y convenció a Hindenburg que si lo
nombraba canciller lograría dividir el Partido Nazi separando a Strasser. Hindenburg accedió
el 2 de diciembre de 1932, sin embargo, el gobierno de Schleicher fue breve, ya que Hitler lo
sucedería en menos de dos meses.
En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder, el poder ya no
residía en el pueblo ni el Parlamento democráticamente electo, sino en el presidente
Hindenburg, quien era muy anciano y propenso a ser manipulado por la camarilla que lo
rodeaba.95 Esto era obvio para Hitler, y por eso, cuando Papen se le acercó unos días
después de haber salido de la Cancillería, decidió hacer un trato con él, ya que el excanciller
todavía contaba con la confianza del presidente. Esta alianza llegó en el momento oportuno
para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en quiebra, y los seguidores más radicales
estaban abandonando las filas para ingresar al Partido Comunista. Para complicar la situación,
Schleicher había puesto en marcha su plan de dividir a los nazis, ofreciendo la Vicecancillería
a Strasser, y aunque este no había aceptado, sí tuvo una calurosa discusión con Hitler,
después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la historia a los
periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más grave contra el
movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó con suicidarse:
Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres minutos con un disparo.
Sobre la amenaza de Strasser.

Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento
crítico decidió viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con la esperanza de que Hitler lo
llamase de regreso. El futuro dictador no sólo no lo llamó, sino que aprovechó su ausencia
para destituir a todos sus simpatizantes de los cargos de importancia en el partido, y en su
lugar nombró a partidarios más fieles. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín,
donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la partida de
Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la estructura política del partido.
Hitler en la Cancillería del Reich, el 30 de enero de 1933.

El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron formar una coalición en
caso de que el último lograse convencer a Hindenburg de nombrar canciller al líder
nacionalsocialista. El 22 de enero, Hitler tuvo otra reunión con Otto Meissner y con Oskar von
Hindenburg, Secretario e hijo del presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo. El 28
de enero, después de pasar varios días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza
política sin éxito, el canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El anciano
presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le aseguró que podría formar un
gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y estarían bajo control.
Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el
presidente Hindenburg.96 Políticos conservadores como Papen, e industriales adinerados
como Emil Kirdorf, pensaron que lograría controlar al revolucionario alemán y que lo harían
obrar en pro de sus intereses, pero en unas pocas semanas Hitler demostraría ser más capaz
que estos, y durante su gobierno, muchos de los que lo ayudaron en su carrera al poder
terminarían siendo ejecutados, confinados en campos de concentración o huyendo al exilio
para salvar sus vidas.

Establecimiento de la dictadura

Hitler con su primer gabinete, el 31 de enero de 1933. Conformado principalmente por conservadores,
que deseaban controlar a Hitler, muy pronto fueron subyugados. (Al frente: Hermann Göring y Franz von
Papen a su izquierda)

Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una situación segura, las
mismas fuerzas que habían motivado la renuncia de los tres últimos cancilleres seguían
vigentes, y por lo tanto Hitler tenía que lidiar con el presidente Hindenburg y su camarilla,
quien a su vez era respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros, controlado
por los conservadores e industriales, donde los nazis eran minoría.97 Además, en el Partido
Nazi estaban presentes las expectativas de 4 millones de camisas pardas que, liderados
por Ernst Röhm, no ocultaban su desdén por el hecho de que tantos
elementos conservadores compartieran el gobierno con Hitler. Adicionalmente se encontraban
las fuerzas políticas opositoras en el Parlamento, socialdemócratas y comunistas, que
controlaban diversos gobiernos regionales; aunque, a pesar de su aversión por el nazismo,
jamás fueron capaces de aproximarse entre sí para formar un frente común contra este.

El incendio del Reichstag y la ley habilitante


Artículos principales: Incendio del Reichstag, Decreto del incendio del Reichstag, Elecciones
parlamentarias de Alemania de 1933 y Ley habilitante de 1933.
Con solo el 34 % del Parlamento bajo su control, Hitler todavía tenía que recurrir al «Anciano
Caballero», el presidente Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes.98 El vicecanciller Franz
von Papen, que gozaba del apoyo de Hindenburg, estaba seguro de que «en dos meses
habremos arrinconado tanto a Hitler que se pondrá a chillar».98 Papen no fue el único que
subestimó a Hitler, la prensa en general seguía esta misma línea de pensamiento:
La composición del gabinete no deja a Herr Hitler la menor posibilidad de colmar sus ambiciones
dictatoriales.98
The New York Times, 31 de enero de 1933

Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes revolucionarios, en sus


primeras alocuciones evitó en lo posible alarmar al ciudadano común.99 Sin embargo, de
inmediato empezó a trabajar para adquirir más poder; después de sabotear las
conversaciones con el Partido del Centro, Hitler informó a su gabinete que eran necesarias
nuevas elecciones.100 Ante las protestas de Hugenberg y Papen, Hitler los calmó
asegurándoles que no cambiaría la composición del gabinete sin importar el resultado. Para la
campaña de las nuevas elecciones parlamentarias, fijadas para el 5 de marzo, Hitler pudo
hacer uso de los recursos del Estado;100 además, contó con el apoyo de un importante grupo
de industriales; quienes, luego de que Hermann Göring les asegurara que probablemente
serían las últimas elecciones «en los próximos cien años», donaron tres millones de marcos
de la época para la causa nazi.101 Adicionalmente, días antes, Hitler había tenido una cena
con diversos líderes del ejército; a pesar de su llamado al rearme de Alemania, los resultados
fueron mixtos, pocos altos oficiales tenían sentimientos democráticos y eran muchos los que
deseaban una dictadura militar, pero desconfiaban de los nazis.102
No contento con contar con muchos recursos para hacer campaña, Hitler empezó a colocar
trabas a los partidos de oposición. A través de decretos presidenciales, impuso restricciones a
los mítines políticos y restricciones a la prensa.103 Además, consolidó la autoridad de un
gobierno paralelo regional en Prusia, y colocó a Göring al mando de la policía estatal. Al poco
tiempo, la policía prusiana con la ayuda de las «camisas pardas» empezó a disolver las
concentraciones opositoras; solo los opositores más ilusos acudían a la policía cuando eran
hostigados por los nazis.104 Muy pronto, otros siete gobiernos regionales de estados más
pequeños fueron usurpados por los nazis, que establecieron autoridades paralelas.105
El incendio del Reichstag permitió a Hitler acelerar sus planes de persecución contra sus opositores,
acusándolos de ser golpistas.

El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag fue
incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del incendio, es claro que Hitler se
benefició ampliamente de este crimen.106 Después de que la policía atrapara a un
comunista neerlandés de nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, Göring
empezó a acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi
pronto copió su discurso. Al día siguiente, Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de
emergencia de seis artículos, redactados por Göring, donde solicitaba la suspensión de varios
artículos de la Constitución de Weimar con el objetivo de «proteger los documentos culturales
alemanes».107 En realidad, el llamado Decreto del incendio del Reichstag acababa con todos
los derechos que suelen defender las naciones democráticas: la libertad de expresión; el
respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad del domicilio, de la
correspondencia y de las conversaciones telefónicas; así como la libertad de reunión y de
asociación.107 Además, permitía al gobierno nacional intervenir cualquier gobierno regional
que considerase incapaz de mantener el orden en su estado.108 Luego de que Papen
y Meissner apoyaran el decreto, el anciano presidente lo firmó.107
Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron
arrestados y enviados a campos de concentración; además, desde los medios del Estado se
inició una campaña de alerta contra el «terror comunista», tratando de convencer al ciudadano
alemán de que, a menos que no votasen por los nazis, el país entraría en una guerra civil.108
109 Por otro lado, Hitler moderó su discurso, aseguró que sólo necesitaba cuatro años en el

poder y minimizó su antisemitismo en público, como dejó constancia el futuro presidente de


Alemania de la posguerra, Theodor Heuss:
Vocifera mucho menos. Ha dejado de vomitar fuego contra los judíos y en estos días es capaz de
pronunciar un discurso de cuatro horas sin mencionar la palabra «judío».110
Theodor Heuss, sobre el discurso hitleriano antes de las elecciones parlamentarias de Alemania de
1933.

El 5 de marzo de 1933 se celebraron las últimas elecciones democráticas bajo el gobierno de


Hitler, a pesar de su intensa campaña electoral y de la persecución contra sus opositores, la
mayoría parlamentaria seguía eludiendo a los nazis, que obtuvieron el 44 % de los escaños.109
Aliado con los nacionalistas de Hugenberg, Hitler controlaba ahora la mitad del Parlamento;
pero para poder llevar a cabo su revolución nacional, el canciller demandaba dos tercios de
los escaños.111 Para solucionar esto, y haciendo uso del decreto del incendio del Reichstag,
fueron arrestados todos los diputados comunistas y unos pocos socialdemócratas
desafortunados, pasando por alto la inmunidad parlamentaria que gozaban.
Hitler se «subordina» ante Paul von Hindenburg, al inaugurar el nuevo Parlamento, 21 de
marzo de 1933. Dos días después, Hitler obtiene la ley habilitante, que acaba con el gobierno
parlamentario y lo convierte en un dictador constitucional.

Ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la Constitución y arroparse
de más poder; no obstante, primero realizó un acto simbólico para tranquilizar a los
movimientos representados por el presidente Hindenburg: los militares, los junkers y
los monarquistas. El 21 de marzo, la misma fecha en que Bismarck inauguró el primer
Parlamento del Imperio alemán, Hitler inauguró el primer Parlamento del Tercer Reich;
seleccionó la iglesia del cuartel de Potsdam, sitio de importancia histórica para los
militaristas prusianos, y Goebbels se esforzó en crear una atmósfera que diese la impresión
de Hitler estaba subordinado al anciano Hindenburg.112 El embajador francés, presente en la
ceremonia, escribió después:
Después del llamativo compromiso hecho por Hitler en Potsdam, ¿cómo podrían estos hombres —
Hindenburg y sus amigos, los Junkers y los barones monarquistas, Hugenberg y sus alemanes
nacionalistas, los oficiales del Ejército alemán— ... dudar en concederle su entera confianza, en cumplir
todas sus peticiones, en concederle todos los poderes que exigiera?113
André François-Poncet, embajador francés en Alemania entre 1931 y 1938.

El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley para
Aliviar las Penurias del Pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933.
Hitler pronunció un discurso moderado que contrastaba con sus habituales diatribas. Prometió
usar sus poderes sólo en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases;112
además, pregonó por la búsqueda de la paz con Occidente e incluso con la Unión Soviética.112
Sin embargo, al finalizar su exposición, dejó claro que si no obtenía estos poderes legalmente
del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos más violentos.114 Solo
los socialdemócratas votaron en contra de Hitler; el Zentrum cedió luego de que Hitler les
prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el presidente Hindenburg.115 De esta
manera, 441 diputados aprobaron la ley contra 94 diputados socialdemócratas116
Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los poderes del Poder
Legislativo, y ganaba la capacidad de decretar leyes que «podían desviarse de la
Constitución».113 No obstante, no buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley
conservaba los poderes del presidente intactos.113 De esta manera, el Reichstag alemán
sucumbía voluntariamente ante el canciller, adquiriendo un estado de impotencia total que
mantendría hasta la posguerra.

Gleichschaltung
Artículo principal: Gleichschaltung

Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación), donde


el Estado y la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y sus organizaciones.
En su deseo de unificar a Alemania bajo un totalitario gobierno central, Hitler primero enfiló la
ley habilitante contra el federalismo alemán. Los gobiernos de los estados más grandes,
Prusia y Baviera, ya habían sido usurpados, y los gobiernos de otros estados más pequeños
pronto corrieron la misma suerte. El 31 de marzo, con la ayuda de Wilhelm Frick, Hitler
promulgó entonces una ley que disolvía todas las dietas regionales, y ordenaba su
reconstitución bajo los resultados de las últimas elecciones nacionales.117 Una semana
después, Hitler apuntó gobernadores para cada estado, y les concedió la facultad de disolver
las dietas y destituir a los jueces.117 De esta manera, todos los gobiernos regionales
empezaron a seguir las directivas de Berlín, y Hitler lograba acabar con la celosa autonomía
que los históricos estados alemanes habían defendido desde la Guerra de los Treinta
Años (1618-1648).

Hitler y Hindenburg durante las celebraciones del 1 de mayo de 1933.

El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas organizaciones obreras
que habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de
acabarlas, Hitler y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en
ganarse la confianza de la clase trabajadora: después de restablecer el 1 de mayo como día
festivo; los nazis organizaron manifestaciones de obreros por todo el país; Hitler en persona
habló en el aeropuerto de Tempelhof frente a cien mil trabajadores, promoviendo
el motto «Honor, trabajo y respeto para el trabajador».118 Al día siguiente, el 2 de mayo, la
actitud del gobierno cambió drásticamente, todos los sindicatos fueron disueltos y
«coordinados» forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus
líderes fueron colocados bajo «custodia protectora», un eufemismo que implicaba la
internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado
colaborando con el régimen nazi se salvaron.118 Solamente a los sindicatos católicos se les
concedió un respiro de dos meses, luego recibieron el mismo trato.118 Desde entonces, los
representantes sindicales fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos
firmados por estos eran legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.119
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes
que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se
confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus
periódicos;120 los socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante
al nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick disolvió el movimiento por considerarlo
«subversivo».120 Los líderes socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos
comunistas en los campos de concentración.121 El Partido Popular Alemán y el Partido
Democrático Alemán, baluartes de la democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a
inicios de julio;120 de inmediato siguieron los partidos católicos, el Partido Popular de
Baviera se disolvió el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo lo mismo al día
siguiente.120 Tampoco los aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser «coordinados», el
21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del Pueblo Alemán, el
partido de Hugenberg; una semana después este renunció a su cargo de ministro de
Agricultura, y disolvió el partido, también «voluntariamente».120
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos
los partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba Hjalmar
Schacht como nuevo ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el
conservador Franz von Papen permanecía en el gobierno como vicecanciller, estaba muy
consciente de la futilidad de su posición.120 La ley del partido único fue aprobada el 14 de julio,
casi sin oposición dentro del gabinete.121
Mientras Hitler se esforzaba por «coordinar» la sociedad alemana con el Partido, al mismo
tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales «inferiores».
El 1 de abril llamó a un boicot contra los negocios judíos, como respuesta a una «campaña
mediática» que supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra.122
Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos bienes y propiedades fueron
embargados luego de que se descubriera y considerase como «arma comunista» un cuchillo
de pan hallado en su nueva casa de veraneo.122 Aunque se apostaron camisas pardas frente a
los negocios judíos, en general hubo poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser
levantada tres días después.119 El boicot sí sirvió para sacar de su letargo, aunque
temporalmente, al anciano Hindenburg; el presidente le recriminó al canciller el hecho de que
los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados como ciudadanos alemanes. Hitler
elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó leyes prohibiendo la
presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la abogacía y la
medicina.123 Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el
pretexto de prevenir el «hacinamiento».123 No obstante, las medidas de 1933 no fueron
consideradas peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a
hostigar a los judíos provenientes de Europa oriental.123

La purga de las «camisas pardas»

Gráfico que muestra el sistema de marcado en los campos de concentración nazis.

En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente
de la República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de 1934), nombrándose a sí
mismo Führer. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa
fidelidad durante la llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el proceso de
eliminación de diversos grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba
«enemigos de Alemania» y «razas impuras», lo que le llevó a reasignar las directrices a
los campos de concentración para la liquidación sistemática de comunistas, judíos, testigos de
Jehová (Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales y homosexuales, principalmente, así como
a un intenso rearme.
Las fábricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme. Además para
absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir modernas autobahns o
carreteras.

Tercer Reich
Artículo principal: Alemania nazi
Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y
convencer a la mayoría de los alemanes de que él era su salvador ante la economía derivada
de la Gran Depresión, el comunismo, el «judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto
con otras minorías «indeseables». Los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso
conocido como Gleichschaltung.

Economía y cultura

Ceremonia en honor de los caídos (Totenehrung) en el Campo Zeppelínde Núremberg (septiembre de


1934).

Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción industrial y la


mejora civil como nunca se había visto en Alemania, en su mayoría sobre la base de la deuda
de flotación y el rearme. Durante un discurso de la Organización de Mujeres
Nacionalsocialistas (NSF) en septiembre de 1934, Adolf Hitler argumentó que para la mujer
alemana su mundo era «su marido, su familia, sus hijos, y su casa».
Esta política fue reforzada al instaurar la Cruz de Honor de la Madre Alemana, junto con
incentivos económicos para la mujer que tuviera cuatro o más hijos. La tasa de desempleo se
redujo sustancialmente, en su mayoría a través de la producción de armas, construcciones de
obras civiles (Organización Todt) y el envío de la mujer a casa, para que los hombres pudieran
ocupar sus puestos de trabajo. En vista de esto, se llegó a afirmar que la economía alemana
logró emplear a todos, al menos según la propaganda de la época. Gran parte del
financiamiento para la reconstrucción y el rearme vino de la manipulación de la moneda por
Hjalmar Schacht, incluyendo los créditos a través de las cuentas mefo. Los efectos negativos
de esta inflación se compensaron durante los años siguientes por la adquisición de oro de las
tesorerías de las naciones anexadas.
Hitler también estuvo a cargo de una de las más grandes campañas de mejora de la
infraestructura en la historia alemana, con la construcción de decenas de represas, autopistas,
ferrocarriles, y otras obras civiles. Hitler insistió en la importancia de la vida familiar: los
hombres debían ser el «sostén de la familia», mientras que las prioridades de las mujeres
debían ser la educación de los hijos y las tareas domésticas. Esta revitalización de la industria
y la infraestructura se produjo a expensas del nivel general de vida, al menos para los que no
fueron afectados por el desempleo crónico después de la República de Weimar, ya que los
salarios se redujeron ligeramente durante la Segunda Guerra Mundial y se aumentó en un
25 % costo promedio de vida. Los obreros y los agricultores, los votantes frecuentes del
NSDAP, sin embargo, registraron un aumento en su nivel de vida.

Hitler desfila en el Estadio Olímpico de Berlín junto a miembros del Comité Olímpico Internacional.

El gobierno de Hitler auspicio la arquitectura en una escala inmensa, junto con Albert
Speer que pasaría a ser el famoso «Arquitecto del Reich». Si bien como arquitecto fue
importante en la aplicación clasicista y la re interpretación de la cultura alemana, Speer
demostró ser mucho más eficaz como ministro de armamento en los últimos años de la
Segunda Guerra Mundial. Todos estos avances fueron ampliamente explotados por el
Ministerio de propaganda dirigido por Goebbels.
En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que fueron inaugurados y
dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la superioridad aria alemana sobre todas las
demás razas. Olympia, la película sobre los juegos y otras películas documentales de
propaganda para el partido nazi fueron dirigidas por la cineasta personal de Hitler, Leni
Riefenstahl.
Aunque Hitler hizo planes para una Breitspurbahn (una red de ferrocarriles de amplio calibre)
estos fueron cancelados tras el inicio de la II Guerra Mundial. De haber sido construido el
ferrocarril, su calibre habría sido de tres metros, siendo incluso más amplio que el ferrocarril
Great Western de Gran Bretaña.
Hitler también contribuyó al diseño de un automóvil accesible y práctico para el pueblo,
automóvil que más tarde se convertiría en el Volkswagen Tipo 1, cuyo diseño y construcción le
fue encomendado al ingeniero Ferdinand Porsche. La producción de este también fue
aplazada a causa de la guerra.
Hitler consideró a la antigua Esparta como el primer estado nacional socialista, y alabó su
tratamiento eugenésico de los niños deformes.
También otorgó la Orden del Águila Alemana, una de las más altas distinciones del Tercer
Reich, al industrial Emil Kirdorf en abril de 1937, en recompensa por su apoyo financiero
durante su ascenso al poder. Al año siguiente, cuando murió, también le organizó un funeral
de estado.

El rearme y nuevas alianzas


Artículos principales: Potencias del Eje y Pacto Tripartito.
Hitler y Mussolini.

Si bien se especula que desde 1919, se mantenía un programa secreto para volver a armar un
ejército por parte del gobierno Alemán, es en marzo de 1934, cuando Hitler anuncia
públicamente que el Ejército alemán se ampliaría a 600 000 hombres (seis veces el número
estipulado en el Tratado de Versalles), así como la introducción de una Fuerza Aérea
(Luftwaffe) y el incremento del tamaño de la Marina (Kriegsmarine). Gran
Bretaña, Francia e Italia, así como la Sociedad de Naciones rápidamente condenaron estas
acciones. Sin embargo, dado que Alemania nuevamente explicó que sólo estaba interesada
en la paz, ningún país tomó medida alguna para detener este desarrollo y se permitió que el
programa armamentista alemán continuara. Además, el Reino Unido no compartía la visión
pesimista de Francia sobre Alemania, y en 1935 firmó un acuerdo naval con Alemania, lo que
permitió aumentar el tonelaje alemán hasta un 35% del de la armada británica. Este acuerdo
que se firmó sin consultar ni a Francia ni a Italia, debilitó directamente la Sociedad de
Naciones y puso al Tratado de Versalles en camino hacia la irrelevancia.
En marzo de 1936, las disposiciones del gobierno alemán violaron nuevamente el tratado al
introducir tropas y ocupar nuevamente la zona desmilitarizada en Renania. Ante la inacción de
los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, el afán expansionista de Alemania se extendió. En
julio de 1936, comenzó la Guerra Civil Española cuando el ejército, dirigido por el
General Francisco Franco, se sublevó contra el gobierno de la República. Tras recibir una
petición de ayuda del general Franco en julio de 1936, Hitler envió tropas en apoyo de Franco,
y España sirvió como banco de pruebas para las nuevas fuerzas alemanas y sus métodos,
incluyendo el bombardeo de ciudades, como el de Guernica, en abril de 1937, primer
bombardeo contra blancos civiles de la historia,50 y que, posteriormente, Pablo
Picasso plasmó en su célebre cuadro.
El conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de Benito Mussolini, declaró el 25 de
octubre de 1936 una alianza entre Berlín y Roma, a la que denominó «El Eje». El 25 de
noviembre del mismo año, Alemania firmó el Pacto Anti-Comintern con Japón. Para fortalecer
la relación con esta nación, Hitler se reunió en 1937 en Núremberg con el príncipe Chichibu,
hermano del emperador Hirohito.
El Pacto Tripartito fue firmado por Saburo Kurusu en representación del Imperio japonés, Adolf
Hitler por Alemania y Galeazzo Ciano, el 27 de septiembre de 1940. Más tarde se amplió para
incluir a Hungría, Rumanía y Bulgaria. Este grupo se conoció como las Potencias del Eje. Más
tarde, el 5 de noviembre de 1939, en la Cancillería del Reich, Adolf Hitler celebró una reunión
secreta con los ministros de Guerra y Exteriores, más los tres jefes de servicios, registrada en
el Memorándum Hossbach y reveló sus planes para la apropiación de «espacio vital»
(Lebensraum) para el pueblo alemán.

Segunda Guerra Mundial

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