haber sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.[cita requerida] Hitler expresó
metafóricamente que durante aquella experiencia, al quitarse la venda que cubría sus ojos, fue
cuando descubrió que el objetivo de su vida era lograr la salvación de Alemania. Mientras
tanto, fue tratado por un médico militar y un especialista en psiquiatría, que, según se informa,
diagnosticó al cabo como «incompetente para comandar gente» y «peligrosamente
psicótico».[cita requerida] Su comandante declaró: «¡Nunca promoveré a este
histérico!».[cita requerida] Sin embargo, el historiador Sebastian Haffner, refiriéndose a la
experiencia de Hitler en el frente, sugiere que por lo menos tuvo algún tipo de entendimiento
con los militares.
La derrota alemana en noviembre de 1918 lo impactó sobremanera, pues en la creencia
popular alemana el ejército alemán permanecía invicto. Como muchos otros nacionalistas
alemanes, Hitler culpó a los socialdemócratas («los criminales de noviembre») por el
armisticio. Una explicación extendida por la derecha conservadora sobre la causa de la
derrota fue la Dolchstoßlegende («leyenda de la puñalada por la espalda»), que pretendía
argumentar que a espaldas del ejército los políticos socialistas y marxistas habían traicionado
y «apuñalado» por la espalda a los alemanes y a sus soldados.
El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicamente
muy perjudiciales para el país, declarando a Alemania culpable de los horrores de la Primera
Guerra Mundial. Durante la negociación del documento surgieron controversias entre el afán
pacificador de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos y el revanchismo del primer
ministro francés, Georges Clemenceau. La reconciliación nunca estuvo dentro de los objetivos
del Reino Unido y Francia porque,[cita requerida] desde mediados del siglo XIX, Alemania había
rivalizado con estas dos potencias por la hegemonía de Europa y el control sobre los territorios
coloniales en África y Asia. El tratado fue considerado por los alemanes como una humillación
y fue un importante factor en la creación de las reivindicaciones políticas y territoriales
demandadas por Hitler y su Partido Nacionalsocialista al llegar al poder.
Inicios en el nazismo
Artículo principal: Nazismo
Putsch de Múnich
Artículo principal: Putsch de Múnich
Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Múnich durante su juicio.
Hitler saludando a las tumbas de los dieciséis nazis que murieron durante el golpe de 1923.
Mein Kampf
Artículo principal: Mein Kampf
La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar sus ideas, que dictó a
diversos secretarios. El resultado sería una obra titulada Mein Kampf (Mi Lucha), aunque
originalmente había planeado llamarla Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y
cobardía.67 Esta obra, dedicada a Dietrich Eckart,[cita requerida] era una autobiografía y, más
importante aún, una exposición de la ideología nacionalsocialista.
A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro Estado alemán
nacionalsocialista debía seguir para finalmente convertirse en el «amo del mundo».68 Primero
aboga por la conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría con la
destrucción de Francia.68 Una vez conseguido esto, Alemania finalmente se encontraría en
libertad de expandirse, con el objetivo de conseguir el llamado «espacio vital alemán». Hitler
concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o África, sino que debe
expandirse hacia el este, a expensas de Rusia.68 Aunque reconoce que diversos pueblos ya
habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo alemán tiene el derecho de desalojar a sus
ocupantes:
...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de una nación o raza en particular;
por el contrario, esta tierra existe para el pueblo que posea la fuerza de tomarla.68
Acerca de la expansión alemana hacia el este.
Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya que los bolcheviques la
controlan, y por lo tanto los judíos.69
En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de
gobierno será una dictadura:68 Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la economía,
ya que en realidad será un «organismo racial».69 Después de establecer que la raza aria es
superior sobre el resto, asegura que la misma debe subyugar a las demás para poder
«preservar e incrementar la cultura».70 Concluye que los alemanes se encuentran en el estado
actual debido a que no preservaron su raza pura, y «gradualmente perdieron su creatividad
cultural».70 Después de escribir esto, no es sorprendente que determine que el principal
propósito del Estado nazi sea:
...la preservación de los elementos raciales originales que confieren cultura y crean la belleza y la
dignidad de una humanidad superior.71
Acerca del propósito del Estado.
Aunque Hitler seguía siendo un autoritario, sus promesas de apegarse a la Constitución eran
parcialmente ciertas. Sin embargo, el futuro dictador no había cambiado su ideología, sino su
estrategia. Habiendo fracasado en derrocar a la República con un golpe de Estado, ahora
perseguía la «estrategia de la legalidad»; esto significaba adherirse a las normas de la
Constitución de Weimar para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del
partido, sobre todo los líderes de los «camisas pardas», se opusieron a esta
estrategia. Röhm la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler «Adolphe Legalité». De esta manera,
Hitler ahora se apoyaría en la democracia y las elecciones para acceder al poder, y luego las
destruiría:
En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las narices
y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos en votos lleva
más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado por su
propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso Alemania.77
Acerca de su nueva estrategia constitucional.
El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, aunque
la mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y Ludendorff no
asistieron, Eckart había muerto, y Göring estaba exiliado. Sin embargo, Hitler dejó claro que
no pensaba compartir el liderazgo con alguien más:
Solamente yo lidero el movimiento, y nadie puede imponerme condiciones mientras yo personalmente
asuma la responsabilidad.77
En su primer discurso al salir de prisión.
No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a calificar al Estado, a
los judíos y a los marxistas de ser «el enemigo», y los amenazó de muerte.77 De inmediato el
Estado bávaro le prohibió pronunciar discursos durante dos años. Desde entonces, la mayor
parte de su tiempo lo pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mein Kampf.78
Temeroso de que en cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su
ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un hombre sin nacionalidad, ya que el
gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.79
Gregor Strasser, líder nazi que en varias ocasiones cuestionó el liderazgo de Hitler.
Sin poder utilizar sus dotes de oratoria, Hitler empezó entonces a trabajar como propagandista
y organizador. Fue durante estos años que organizó el Partido Nazi a nivel nacional, y empezó
a crear agrupaciones de todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes
Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones
en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron
las SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían realizar un juramento de lealtad
especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser más confiables que los rudos «camisas
pardas». Hitler se colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el título de «Supremo Líder del
Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana de los
Trabajadores». Además, creó el «Directorado del Reich», compuesto por los principales
jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura tan vasta y compleja era la
formación de «un Estado dentro del Estado»;80 de esta manera, cuando los nazis finalmente
llegasen al poder, Hitler podría destruir la estructura republicana en poco tiempo, y la
reemplazaría por la estructura de su Partido.80
Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler llamó a Gregor
Strasser y le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania.81 La
personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con independencia
en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto
con su hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo,
la personalidad independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del
programa nacionalsocialista le ganaron la animosidad de Hitler.8281 En poco tiempo, Strasser
se convertiría en la amenaza más seria al liderazgo del último, y esto finalmente le costaría la
vida.
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la
expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en
un plebiscito. De esta manera, la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der
Gauleiter Nord-West, se unió a los marxistas en la campaña electoral.83 Hitler contraatacó el
14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde obligó a Strasser y a
Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición de Strasser, Goebbels
abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler. Sin embargo, este no sería el fin de
la enemistad entre Hitler y Strasser.
Después de este encuentro, el partido de Hitler quedó aún más centralizado, y el
llamado Führerprinzip («Principio del líder») quedó finalmente arraigado en la organización
partidaria. Bajo este sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien
designados por sus superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad ante ellos, al
tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus subordinados. De acuerdo a
Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.
Ascenso al poder
Artículo principal: Ascenso al poder de Adolf Hitler
La Gran Depresión trajo nuevos tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler
había predicho que llegaría y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones
perdían sus empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era
oportuno para su discurso revolucionario:
Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la lucha que en estos días. Porque
la dura realidad ha abierto los ojos de millones de alemanes a las estafas, mentiras y traiciones sin
precedentes de los marxistas engañadores del pueblo.84
Acerca de la Gran Depresión.
Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo
nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de Versalles.
Después de estos sucesos, Alemania había perdido importancia económica en Europa, junto
con todas sus colonias, y además había adquirido una pesada deuda al aceptar la
responsabilidad de la guerra. Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los
pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos.85
Sutilmente, los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los
empresarios corruptos, reviviendo antiguos sentimientos antisemitas.
Hitler posa para la cámara.
Como líder de la segunda fuerza política en el Parlamento, Hitler pronto fue incluido en los
planes de los gobernantes de la República de Weimar.89 A finales de 1931 se reunió con el
canciller Brüning y el presidente Hindenburg, pero ambos fueron incapaces de conseguir un
acuerdo político con él. Fue después de esta primera reunión que Hindenburg aseguró que:
...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un Ministro de Correos, pero
ciertamente no un Canciller.90
Hindenburg sobre Hitler.
El 7 de enero de 1932, Brüning se reunió de nuevo con Hitler, e intentó persuadirlo de que
aprobase la postergación de las elecciones presidenciales de 1932.91 El anciano Hindenburg
no quería postularse a la reelección, y todo parecía indicar que Hitler se convertiría en
presidente ante la carencia de otros candidatos de peso; si Hitler aceptaba la postergación de
las elecciones hasta la muerte natural de Hindenburg, el canciller Brüning luego solicitaría el
restablecimiento de la monarquía alemana, aunque bajo un sistema de gobierno similar al
británico.92 Hitler se dio cuenta que esta medida no lo beneficiaría, y después de realizar una
serie de demandas que fueron rechazadas de inmediato por Hindenburg, rehusó apoyar el
plan de Brüning. De esta manera, Hindenburg fue forzado a aspirar a un segundo período
para evitar un triunfo hitleriano.
El 25 de febrero, Hitler finalmente decidió convertirse en ciudadano alemán, y de inmediato
presentó su candidatura, en contraposición a la de Hindenburg. A pesar de que Hitler realizó
una impresionante campaña electoral,93 Hindenburg ganó con holgura estas elecciones,
aventajándolo con más de 16 puntos porcentuales. El candidato austríaco había duplicado los
votos de su partido en dos años, pero parecía incapaz de acceder el poder a través de los
votos sin comprometerse políticamente con Hindenburg. Fue en este año que la animosidad
entre Strasser y Hitler se acentuó de nuevo; a pesar de su derrota en Bamberg en
1926, Gregor Strasser había continuado siendo un importante líder del Partido Nazi, y era más
aceptado por el Parlamento y el presidente que Hitler. Debido a su talento político, Hitler lo
mantenía en su círculo de asesores más cercano, y junto con Goebbels, Göring, Frick y Röhm,
ocupaba el escalafón más alto del Partido en 1932. Sin embargo, Strasser empezó a criticar la
postura intolerante de Hitler, quien rehusaba compartir un gobierno con los hombres de
Hindenburg.
Después de esta derrota electoral, las «camisas pardas», que ya superaban al Ejército en
número, fueron prohibidas. Fue en este momento que el General Kurt von Schleicher, artífice
del ascenso de Brüning, empezó a conspirar para provocar su caída. Schleicher contactó a
Hitler a través de Röhm; a este último le ofreció legalizar las SA de nuevo, con planes de
anexarlas posteriormente al Ejército.94 Por otro lado, le ofreció a Hitler la convocatoria de
nuevas elecciones parlamentarias, a cambio de apoyar a un nuevo gobierno. Como antiguo
amigo de Hindenburg, Schleicher logró convencerlo de forzar la renuncia de Brüning, y luego
lo persuadió de que nombrase canciller a Franz von Papen. En las nuevas elecciones
parlamentarias de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la primera fuerza política del
Parlamento, pero no alcanzó la mayoría necesaria para gobernar. Con estos resultados, Hitler
se negó a apoyar a Papen, y reclamó la Cancillería para él, rehusando de nuevo compartir el
poder con la facción de Hindenburg y Schleicher. Con este nuevo fracaso, la corriente de
Strasser en el Partido Nazi se fortaleció, y la dirección política de Hitler empezó a ser criticada
públicamente por este.
Al igual que su predecesor, el nuevo canciller, resultó ser incapaz de conseguir la mayoría
parlamentaria, y Papen llamó entonces a nuevas elecciones, las terceras en 1932. Aunque
en estas elecciones los nazis continuaron siendo la primera fuerza política, perdieron votos, y
Hitler quedó aún más lejos de alcanzar la mayoría en el Parlamento. No obstante, por esto no
cambió su estrategia, ya que el político austríaco continuó demandando la Cancillería para él,
rechazando el ofrecimiento de la Vice-cancillería que le extendió Hindenburg. Por su parte,
Schleicher empezó a planificar la caída de Papen, y convenció a Hindenburg que si lo
nombraba canciller lograría dividir el Partido Nazi separando a Strasser. Hindenburg accedió
el 2 de diciembre de 1932, sin embargo, el gobierno de Schleicher fue breve, ya que Hitler lo
sucedería en menos de dos meses.
En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder, el poder ya no
residía en el pueblo ni el Parlamento democráticamente electo, sino en el presidente
Hindenburg, quien era muy anciano y propenso a ser manipulado por la camarilla que lo
rodeaba.95 Esto era obvio para Hitler, y por eso, cuando Papen se le acercó unos días
después de haber salido de la Cancillería, decidió hacer un trato con él, ya que el excanciller
todavía contaba con la confianza del presidente. Esta alianza llegó en el momento oportuno
para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en quiebra, y los seguidores más radicales
estaban abandonando las filas para ingresar al Partido Comunista. Para complicar la situación,
Schleicher había puesto en marcha su plan de dividir a los nazis, ofreciendo la Vicecancillería
a Strasser, y aunque este no había aceptado, sí tuvo una calurosa discusión con Hitler,
después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la historia a los
periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más grave contra el
movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó con suicidarse:
Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres minutos con un disparo.
Sobre la amenaza de Strasser.
Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento
crítico decidió viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con la esperanza de que Hitler lo
llamase de regreso. El futuro dictador no sólo no lo llamó, sino que aprovechó su ausencia
para destituir a todos sus simpatizantes de los cargos de importancia en el partido, y en su
lugar nombró a partidarios más fieles. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín,
donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la partida de
Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la estructura política del partido.
Hitler en la Cancillería del Reich, el 30 de enero de 1933.
El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron formar una coalición en
caso de que el último lograse convencer a Hindenburg de nombrar canciller al líder
nacionalsocialista. El 22 de enero, Hitler tuvo otra reunión con Otto Meissner y con Oskar von
Hindenburg, Secretario e hijo del presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo. El 28
de enero, después de pasar varios días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza
política sin éxito, el canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El anciano
presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le aseguró que podría formar un
gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y estarían bajo control.
Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado canciller de Alemania por el
presidente Hindenburg.96 Políticos conservadores como Papen, e industriales adinerados
como Emil Kirdorf, pensaron que lograría controlar al revolucionario alemán y que lo harían
obrar en pro de sus intereses, pero en unas pocas semanas Hitler demostraría ser más capaz
que estos, y durante su gobierno, muchos de los que lo ayudaron en su carrera al poder
terminarían siendo ejecutados, confinados en campos de concentración o huyendo al exilio
para salvar sus vidas.
Establecimiento de la dictadura
Hitler con su primer gabinete, el 31 de enero de 1933. Conformado principalmente por conservadores,
que deseaban controlar a Hitler, muy pronto fueron subyugados. (Al frente: Hermann Göring y Franz von
Papen a su izquierda)
Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una situación segura, las
mismas fuerzas que habían motivado la renuncia de los tres últimos cancilleres seguían
vigentes, y por lo tanto Hitler tenía que lidiar con el presidente Hindenburg y su camarilla,
quien a su vez era respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros, controlado
por los conservadores e industriales, donde los nazis eran minoría.97 Además, en el Partido
Nazi estaban presentes las expectativas de 4 millones de camisas pardas que, liderados
por Ernst Röhm, no ocultaban su desdén por el hecho de que tantos
elementos conservadores compartieran el gobierno con Hitler. Adicionalmente se encontraban
las fuerzas políticas opositoras en el Parlamento, socialdemócratas y comunistas, que
controlaban diversos gobiernos regionales; aunque, a pesar de su aversión por el nazismo,
jamás fueron capaces de aproximarse entre sí para formar un frente común contra este.
El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag fue
incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del incendio, es claro que Hitler se
benefició ampliamente de este crimen.106 Después de que la policía atrapara a un
comunista neerlandés de nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, Göring
empezó a acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi
pronto copió su discurso. Al día siguiente, Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de
emergencia de seis artículos, redactados por Göring, donde solicitaba la suspensión de varios
artículos de la Constitución de Weimar con el objetivo de «proteger los documentos culturales
alemanes».107 En realidad, el llamado Decreto del incendio del Reichstag acababa con todos
los derechos que suelen defender las naciones democráticas: la libertad de expresión; el
respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad del domicilio, de la
correspondencia y de las conversaciones telefónicas; así como la libertad de reunión y de
asociación.107 Además, permitía al gobierno nacional intervenir cualquier gobierno regional
que considerase incapaz de mantener el orden en su estado.108 Luego de que Papen
y Meissner apoyaran el decreto, el anciano presidente lo firmó.107
Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron
arrestados y enviados a campos de concentración; además, desde los medios del Estado se
inició una campaña de alerta contra el «terror comunista», tratando de convencer al ciudadano
alemán de que, a menos que no votasen por los nazis, el país entraría en una guerra civil.108
109 Por otro lado, Hitler moderó su discurso, aseguró que sólo necesitaba cuatro años en el
Ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la Constitución y arroparse
de más poder; no obstante, primero realizó un acto simbólico para tranquilizar a los
movimientos representados por el presidente Hindenburg: los militares, los junkers y
los monarquistas. El 21 de marzo, la misma fecha en que Bismarck inauguró el primer
Parlamento del Imperio alemán, Hitler inauguró el primer Parlamento del Tercer Reich;
seleccionó la iglesia del cuartel de Potsdam, sitio de importancia histórica para los
militaristas prusianos, y Goebbels se esforzó en crear una atmósfera que diese la impresión
de Hitler estaba subordinado al anciano Hindenburg.112 El embajador francés, presente en la
ceremonia, escribió después:
Después del llamativo compromiso hecho por Hitler en Potsdam, ¿cómo podrían estos hombres —
Hindenburg y sus amigos, los Junkers y los barones monarquistas, Hugenberg y sus alemanes
nacionalistas, los oficiales del Ejército alemán— ... dudar en concederle su entera confianza, en cumplir
todas sus peticiones, en concederle todos los poderes que exigiera?113
André François-Poncet, embajador francés en Alemania entre 1931 y 1938.
El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley para
Aliviar las Penurias del Pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933.
Hitler pronunció un discurso moderado que contrastaba con sus habituales diatribas. Prometió
usar sus poderes sólo en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases;112
además, pregonó por la búsqueda de la paz con Occidente e incluso con la Unión Soviética.112
Sin embargo, al finalizar su exposición, dejó claro que si no obtenía estos poderes legalmente
del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos más violentos.114 Solo
los socialdemócratas votaron en contra de Hitler; el Zentrum cedió luego de que Hitler les
prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el presidente Hindenburg.115 De esta
manera, 441 diputados aprobaron la ley contra 94 diputados socialdemócratas116
Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los poderes del Poder
Legislativo, y ganaba la capacidad de decretar leyes que «podían desviarse de la
Constitución».113 No obstante, no buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley
conservaba los poderes del presidente intactos.113 De esta manera, el Reichstag alemán
sucumbía voluntariamente ante el canciller, adquiriendo un estado de impotencia total que
mantendría hasta la posguerra.
Gleichschaltung
Artículo principal: Gleichschaltung
El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas organizaciones obreras
que habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de
acabarlas, Hitler y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en
ganarse la confianza de la clase trabajadora: después de restablecer el 1 de mayo como día
festivo; los nazis organizaron manifestaciones de obreros por todo el país; Hitler en persona
habló en el aeropuerto de Tempelhof frente a cien mil trabajadores, promoviendo
el motto «Honor, trabajo y respeto para el trabajador».118 Al día siguiente, el 2 de mayo, la
actitud del gobierno cambió drásticamente, todos los sindicatos fueron disueltos y
«coordinados» forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus
líderes fueron colocados bajo «custodia protectora», un eufemismo que implicaba la
internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado
colaborando con el régimen nazi se salvaron.118 Solamente a los sindicatos católicos se les
concedió un respiro de dos meses, luego recibieron el mismo trato.118 Desde entonces, los
representantes sindicales fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos
firmados por estos eran legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.119
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes
que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se
confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus
periódicos;120 los socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante
al nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick disolvió el movimiento por considerarlo
«subversivo».120 Los líderes socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos
comunistas en los campos de concentración.121 El Partido Popular Alemán y el Partido
Democrático Alemán, baluartes de la democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a
inicios de julio;120 de inmediato siguieron los partidos católicos, el Partido Popular de
Baviera se disolvió el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo lo mismo al día
siguiente.120 Tampoco los aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser «coordinados», el
21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del Pueblo Alemán, el
partido de Hugenberg; una semana después este renunció a su cargo de ministro de
Agricultura, y disolvió el partido, también «voluntariamente».120
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos
los partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba Hjalmar
Schacht como nuevo ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el
conservador Franz von Papen permanecía en el gobierno como vicecanciller, estaba muy
consciente de la futilidad de su posición.120 La ley del partido único fue aprobada el 14 de julio,
casi sin oposición dentro del gabinete.121
Mientras Hitler se esforzaba por «coordinar» la sociedad alemana con el Partido, al mismo
tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales «inferiores».
El 1 de abril llamó a un boicot contra los negocios judíos, como respuesta a una «campaña
mediática» que supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra.122
Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos bienes y propiedades fueron
embargados luego de que se descubriera y considerase como «arma comunista» un cuchillo
de pan hallado en su nueva casa de veraneo.122 Aunque se apostaron camisas pardas frente a
los negocios judíos, en general hubo poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser
levantada tres días después.119 El boicot sí sirvió para sacar de su letargo, aunque
temporalmente, al anciano Hindenburg; el presidente le recriminó al canciller el hecho de que
los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados como ciudadanos alemanes. Hitler
elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó leyes prohibiendo la
presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la abogacía y la
medicina.123 Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el
pretexto de prevenir el «hacinamiento».123 No obstante, las medidas de 1933 no fueron
consideradas peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a
hostigar a los judíos provenientes de Europa oriental.123
En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente
de la República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de 1934), nombrándose a sí
mismo Führer. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa
fidelidad durante la llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el proceso de
eliminación de diversos grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba
«enemigos de Alemania» y «razas impuras», lo que le llevó a reasignar las directrices a
los campos de concentración para la liquidación sistemática de comunistas, judíos, testigos de
Jehová (Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales y homosexuales, principalmente, así como
a un intenso rearme.
Las fábricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme. Además para
absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir modernas autobahns o
carreteras.
Tercer Reich
Artículo principal: Alemania nazi
Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y
convencer a la mayoría de los alemanes de que él era su salvador ante la economía derivada
de la Gran Depresión, el comunismo, el «judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto
con otras minorías «indeseables». Los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso
conocido como Gleichschaltung.
Economía y cultura
Hitler desfila en el Estadio Olímpico de Berlín junto a miembros del Comité Olímpico Internacional.
El gobierno de Hitler auspicio la arquitectura en una escala inmensa, junto con Albert
Speer que pasaría a ser el famoso «Arquitecto del Reich». Si bien como arquitecto fue
importante en la aplicación clasicista y la re interpretación de la cultura alemana, Speer
demostró ser mucho más eficaz como ministro de armamento en los últimos años de la
Segunda Guerra Mundial. Todos estos avances fueron ampliamente explotados por el
Ministerio de propaganda dirigido por Goebbels.
En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que fueron inaugurados y
dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la superioridad aria alemana sobre todas las
demás razas. Olympia, la película sobre los juegos y otras películas documentales de
propaganda para el partido nazi fueron dirigidas por la cineasta personal de Hitler, Leni
Riefenstahl.
Aunque Hitler hizo planes para una Breitspurbahn (una red de ferrocarriles de amplio calibre)
estos fueron cancelados tras el inicio de la II Guerra Mundial. De haber sido construido el
ferrocarril, su calibre habría sido de tres metros, siendo incluso más amplio que el ferrocarril
Great Western de Gran Bretaña.
Hitler también contribuyó al diseño de un automóvil accesible y práctico para el pueblo,
automóvil que más tarde se convertiría en el Volkswagen Tipo 1, cuyo diseño y construcción le
fue encomendado al ingeniero Ferdinand Porsche. La producción de este también fue
aplazada a causa de la guerra.
Hitler consideró a la antigua Esparta como el primer estado nacional socialista, y alabó su
tratamiento eugenésico de los niños deformes.
También otorgó la Orden del Águila Alemana, una de las más altas distinciones del Tercer
Reich, al industrial Emil Kirdorf en abril de 1937, en recompensa por su apoyo financiero
durante su ascenso al poder. Al año siguiente, cuando murió, también le organizó un funeral
de estado.
Si bien se especula que desde 1919, se mantenía un programa secreto para volver a armar un
ejército por parte del gobierno Alemán, es en marzo de 1934, cuando Hitler anuncia
públicamente que el Ejército alemán se ampliaría a 600 000 hombres (seis veces el número
estipulado en el Tratado de Versalles), así como la introducción de una Fuerza Aérea
(Luftwaffe) y el incremento del tamaño de la Marina (Kriegsmarine). Gran
Bretaña, Francia e Italia, así como la Sociedad de Naciones rápidamente condenaron estas
acciones. Sin embargo, dado que Alemania nuevamente explicó que sólo estaba interesada
en la paz, ningún país tomó medida alguna para detener este desarrollo y se permitió que el
programa armamentista alemán continuara. Además, el Reino Unido no compartía la visión
pesimista de Francia sobre Alemania, y en 1935 firmó un acuerdo naval con Alemania, lo que
permitió aumentar el tonelaje alemán hasta un 35% del de la armada británica. Este acuerdo
que se firmó sin consultar ni a Francia ni a Italia, debilitó directamente la Sociedad de
Naciones y puso al Tratado de Versalles en camino hacia la irrelevancia.
En marzo de 1936, las disposiciones del gobierno alemán violaron nuevamente el tratado al
introducir tropas y ocupar nuevamente la zona desmilitarizada en Renania. Ante la inacción de
los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, el afán expansionista de Alemania se extendió. En
julio de 1936, comenzó la Guerra Civil Española cuando el ejército, dirigido por el
General Francisco Franco, se sublevó contra el gobierno de la República. Tras recibir una
petición de ayuda del general Franco en julio de 1936, Hitler envió tropas en apoyo de Franco,
y España sirvió como banco de pruebas para las nuevas fuerzas alemanas y sus métodos,
incluyendo el bombardeo de ciudades, como el de Guernica, en abril de 1937, primer
bombardeo contra blancos civiles de la historia,50 y que, posteriormente, Pablo
Picasso plasmó en su célebre cuadro.
El conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de Benito Mussolini, declaró el 25 de
octubre de 1936 una alianza entre Berlín y Roma, a la que denominó «El Eje». El 25 de
noviembre del mismo año, Alemania firmó el Pacto Anti-Comintern con Japón. Para fortalecer
la relación con esta nación, Hitler se reunió en 1937 en Núremberg con el príncipe Chichibu,
hermano del emperador Hirohito.
El Pacto Tripartito fue firmado por Saburo Kurusu en representación del Imperio japonés, Adolf
Hitler por Alemania y Galeazzo Ciano, el 27 de septiembre de 1940. Más tarde se amplió para
incluir a Hungría, Rumanía y Bulgaria. Este grupo se conoció como las Potencias del Eje. Más
tarde, el 5 de noviembre de 1939, en la Cancillería del Reich, Adolf Hitler celebró una reunión
secreta con los ministros de Guerra y Exteriores, más los tres jefes de servicios, registrada en
el Memorándum Hossbach y reveló sus planes para la apropiación de «espacio vital»
(Lebensraum) para el pueblo alemán.