Existen diferentes perspectivas psicológicas sobre el aprendizaje,
pero la primera de ellas que cobró gran notoriedad e importancia fue la Teoría Conductista, gracias a los valiosos aportes de John B.Watson, su creador, Pavlov, E.L. Thorndike y B. F. Skinner, entre otros. La teoría conductista del aprendizaje plantea que el resultado del aprendizaje es un cambio conductual y destaca los efectos de los acontecimientos o eventos externos sobre el individuo; sin embargo, Woolfolk (2010) considera que Watson y los primeros conductistas asumieron esta postura radical ante la imposibilidad de constatar o estudiar rigurosa y científicamente el pensamiento, las intenciones y otros sucesos mentales internos, por lo que consideraban que esos "mentalismos", como los llamaban, ni siquiera deberían incluirse en una explicación del aprendizaje, (p. 198). John B. Watson afirmaba que solo las conductas observables y cuantificables podían predecir, explicar y controlar el comportamiento. Según él, existen dos tipos de conducta: la respondiente, que es la conducta que asume un individuo de manera automática ante un estímulo (por ejemplo, la contracción de la pupila frente a una luz intensa o la salivación al recordar lo ácido de los limones); y la operante, que actúa sobre el medio ambiente. Ambas son aprendidas por las personas como consecuencia de los acontecimientos que la siguen (por ejemplo, si un niño llora y la madre lo carga de inmediato, a partir de allí lo seguirá haciendo cada vez que quiera que su madre lo cargue). De aquí surge el condicionamiento operante, producto de la manipulación de los estímulos para obtener una conducta deseada. De acuerdo con Castro (2017), la corriente conductista fue muy criticada por excluir los procesos mentales y otros aspectos básicos del estudio de la conducta, limitándola solamente a la conexión estímulo- respuesta. Como consecuencia de ello, surgió en los años 30 un nuevo enfoque o perspectiva conductual del aprendizaje, derivado de la teoría conductista de Watson y sus seguidores, el neoconductismo, el cual fue impulsado por los psicólogos estadounidenses Edward Tolman y Clark Leonard Hull, (p. 1). Estos investigadores consideraron que todo individuo tiene la capacidad de procesar de manera activa la información que obtiene del ambiente o contexto en el que se desempeña. A partir de esta consideración, el neoconductismo plantea que sí existen procesos mentales que intervienen entre estímulos y respuestas, cambiando o modificando la información recibida.
En consecuencia, su fundamento es estudiar dichos procesos
[mentales] en una persona cuando realiza una actividad específica y la manera de guardar lo aprendido, pero sin dejar de tomar en cuenta el rol esencial del ambiente porque es de allí de donde surgen los reforzadores, por lo que el neo conductismo continúa vinculado a la teoría estimulo- respuesta, pero el mayor interés de los representantes es el análisis de la conducta misma, teniendo en cuenta cómo influye el entorno en las personas hasta cambiar sus conductas” (p. 1).
Es decir, el neoconductismo señala una interacción entre los
factores internos y los ambientales, por lo cual existe el interés de investigar los mediadores cognitivos o procesos del pensamiento como la observación, descripción, comparación, clasificación y síntesis, entre otros. Asimismo, el neoconductismo destaca que es debido a la influencia o a la fuerza del ambiente, que la conducta de un individuo hacia otro está determinada por los aspectos de ese individuo y según la situación en la que ambos se encuentren; mientras que para el conductismo, todo es un acto mecánico donde solo importan el estímulo, la respuesta y el condicionamiento. Aunque Tolman y Hull desarrollaron el neoconductismo, ambos lo plantearon de manera diferente. Por una parte, Tolman planteó el neoconductismo intencional, al señalar que la conducta debe ser considerada de modo propositivo, dado que para mantener una conducta debe dársele una dirección determinada e intencional; este investigador utilizó en sus estudios el método experimental e hizo énfasis en el carácter activo del organismo. Por otra parte, Hull propone el neoconductismo deductivo, que plantea la conducta como un mecanismo de supervivencia del organismo; este investigador empleó el método hipotético-deductivo y destacó el carácter activo del organismo, con capacidad de adaptación, que aprende por refuerzo. Ambos investigadores usan métodos objetivos y realizan investigaciones muy minuciosas, admitiendo la existencia de la conciencia, pero sin saber cómo estudiarla. En la actualidad, de acuerdo con Mesía y Frisancho (2007), el enfoque neoconductista es mucho más amplio y flexible. A la conexión estímulo-respuesta (E-R) le ha añadido ciertas variables intermedias no observables, tales como las expectativas, las intenciones, las creencias y los pensamientos y ha asumido con interés temas que nunca se habían abordado, tales como la percepción y los procesos motivacionales. También estudia otros aspectos de interés psicológico, tales como: la tensión, empatía, confianza y personalidad. En el ámbito escolar aún se preservan varios de sus aportes como el uso de calificaciones, recompensas y castigos. A pesar de que han variado las estrategias de estímulo- respuesta y de que se le da mayor aplicación a los enfoques cognoscitivo y constructivista, sigue siendo de gran utilidad en la modificación de conductas. Según estos autores, un ejemplo relevante y notorio del enfoque neoconductista es la teoría cognoscitiva social de Albert Bandura, que considera el aprendizaje como algo más que la conducta observable. Bandura sugiere que la gente puede "saber" más de lo que su conducta indica. “El aprendizaje se considera como la adquisición de conocimiento y la conducta como la ejecución observable que se basa en tal conocimiento; ésta es una distinción importante para Bandura y otros”, (p. 29). Al describir la posición conductista-cognoscitiva, Bandura (1971), citado por Mesía y Frisancho (2007)escribió:
El hombre es un organismo pensante que posee
capacidades que le proporcionan un poder de autodirección. Si de algo puede acusarse a las teorías conductistas tradicionales es de proporcionar una explicación incompleta, más que una explicación inexacta, de la conducta humana. La teoría social del aprendizaje destaca los importantes papeles jugados por los procesos de imitación, simbólicos y autorregulatorios.
La teoría cognoscitiva social puede ser considerada, por muchas
razones, como un puente entre las aproximaciones conductista y cognoscitivista, (p. 29).
REFERENCIAS
Castro, L. (2017). Neoconductismo, [documento en línea]. Disponible:
https://www.viviendobien.net/neoconductismo . [Consulta: 2017, octubre 22].
Mesía, R. y Frisancho, A. (2007). Psicología del Aprendizaje: Antología.
Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Woolfolk, A. (2010). Psicología educativa. 11ª Edición. México: Pearson