la flexibilidad se refiere las capacidades de una organización para responder eficazmente
a un entorno competitivo, cambiante, por tanto, al tiempo que mantiene o mejora su posición competitiva.
Podemos decir que una organización flexible persigue dos objetivos:
- a corto plazo, utilizar lo mejor posible los factores disponibles para adaptarse a los cambios inmediatos, y - a largo plazo, facilitar su adaptación al entorno competitivo y lograr el desarrollo organizativo permanente. Para lograr estos objetivos, la organización será capaz de modificar sus recursos y sus actividades con la rapidez y eficiencia necesarias ante cambios en el entorno, de manera que el resultado de dichas modificaciones sea más adecuado ante las nuevas circunstancias que la configuración anterior. La flexibilidad estratégica se refiere a la flexibilidad que posee la empresa, como conjunto, en su participación activa en el mercado La flexibilidad organizativa o estructural se refiere a la posibilidad de que la organización modifique la distribución de las tareas, el contenido de los procesos o los canales de comunicación interna. La flexibilidad productiva se refiere a la capacidad de adaptación de la producción sin incurrir en costes elevados. Esta forma de flexibilidad, central en las preocupaciones de la dirección de la producción, se orienta a la capacidad de producir nuevos productos. La flexibilidad laboral se refiere a la adecuación eficiente de los recursos humanos disponibles y de la organización del trabajo a las variaciones de la demanda de productos y servicios. En resumen, reuniendo los cuatro ámbitos en que se puede concretar la flexibilidad de una organización, la flexibilidad de una empresa puede definirse como la capacidad de adaptación o respuesta que posee la organización en su conjunto ante cambios actuales o previstos del entorno, conseguida a partir de una actitud estratégica, un sistema productivo, una estructura organizativa y una fuerza de trabajo flexibles. Dado que los cuatro enfoques o elementos de flexibilidad están interconectados, lo habitual es que al actuar sobre uno sea necesario también actuar sobre alguno de los demás o sobre todos ellos. Es imposible introducirse en nuevos mercados (flexibilidad estratégica) si no existe una flexibilidad productiva que permita adaptar el diseño de los productos y la cantidad producida a las necesidades de ese nuevo mercado. Pero, al mismo tiempo, la empresa debe contar con un personal capaz de responder a las nuevas exigencias productivas, por lo que la flexibilidad laboral también resulta imprescindible, y puede ser necesario modificar la estructura organizativa para agrupar al personal de la forma apropiada para los nuevos procesos (flexibilidad estructural).