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PETER BURKE. LA CULTURA POPULAR EN LA EUROPA MODERNA.

Capitulo 1: El descubrimiento del pueblo.


En este capitulo el autor expone, como fue el descubrimiento de lo popular en los diferentes
países.
El descubrimiento de la cultura popular formaba parte de un movimiento de primitivismo
cultural en el que lo antiguo, lo distante y lo popular acabaron por identificarse.
La ilustración no fue favorablemente acogida en algunos ambientes como Alemania y España
donde era considerada extraña, como un claro ejemplo del dominio de lo francés. La atracción
por la cultura popular a finales del siglo XVIII en España fue una forma de expresar la
oposición a Francia. El descubrimiento de la cultura popular se asocio íntimamente al
surgimiento del nacionalismo.
Por otra parte, el entusiasmo por las canciones populares se inserto en un movimiento de
búsqueda de la propia identidad y de liberación nacional.
Desde muchos puntos de vista, el considerable alcance del descubrimiento de la cultura popular
fue debido a una serie de movimientos nativos de intentos organizados por diversas sociedades
para hacer revivir su cultura tradicional. La mayoría de los ejemplos que menciona el autor
tuvieron lugar en la periferia del continente europeo, por lo que Italia, Francia, e Inglaterra
tenían unas literaturas y un lenguaje nacionales y habían invertido en el estudio del
renacimiento, o la ilustración, por lo que fueron mas lentos a la hora de abandonar los valores de
estos movimientos, y el descubrimiento de dialectos fue motivo de división.
Si el descubrimiento no hubiera sucedido en ese momento, es posible que hubiera sido
imposible escribir el libro.
Los descubridores y editores realizaran múltiples cambios a la hora de transmitir la música
popular, por ejemplo. Por lo tanto leer el texto de una balada es igual a mirar una iglesia gótica
que ha sido restaurada. No solo los textos fueron restaurados, sino también las fiestas. La
restauración fue sin un criterio de discriminación.

Capitulo 2: Unidad y diversidad en la cultura popular.

Las clases altas y la pequeña tradición:


Redfield ofrece una definición de la cultura popular a la que podríamos llamar residual es decir,
la cultura o tradición de los no educados, de los iletrados del común. Aplicando este modelo lo
que nos queda son: canciones y cuentos populares, festividades, etc.
Burke propone una revisión porque considera que esta es restringida ya que omite la
participación de las clases dirigentes en la vida europea, sobre todo en lo que a las fiestas se
refiere. El carnaval, por ejemplo, era una fiesta para todos. Los cómicos eran tan populares en
las cortes como en las tabernas.
No fueron solo los nobles los que participaron, también los clérigos. El estilo de vida de algunos
nobles y párrocos rurales no mostraba excesivas diferencias con respecto al de los campesinos
de su entorno. De algún modo, estaban más o menos alejados de la llamada gran tradición.
Muchas de las mujeres de los nobles también lo estaban, en la medida que era muy raro que
tuviesen algún tipo de educación. Es posible ver a estas mujeres nobles como intermediarias
entre el grupo al que pertenecían socialmente, la elite y al que pertenecían culturalmente, las
clases bajas.
Es por esto que el modelo de Redfield necesita pues ser modificado. Había dos tradiciones
culturales en la Europa moderna, pero estas no correspondían de forma simétrica a los dos
principales grupos sociales, la elite y el pueblo llano. La primera participó en la pequeña
tradición aunque el pueblo llano no lo hizo en la grande. Esta relación de asimetría se produjo
debido a que ambas tradiciones se transmitieron de forma distinta. La grande, lo fue a través de
las escuelas de gramática y las universidades. Fue en este sentido, una tradición cerrada en la
medida que el pueblo estaba excluido de estas instituciones, que evidentemente no estaban
abiertas a todos. En un sentido literal, hablaban diferentes lenguajes. Pero además, la pequeña
tradición se transmitía por medios informales. Estaba abierta a todos y para su representación se
utilizaban tanto las iglesias como las tabernas o los mercados. Sugerimos por lo tanto que, la

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diferencia cultural crucial en la Europa moderna se dio entre la mayoría de la población, para
quien la cultura popular fue la única y aquella minoría que teniendo acceso a la gran tradición,
participó en la pequeña como una segunda cultura. Eran por lo tanto ambivalentes biculturales y
bilingües.
Esta situación no se mantuvo estática a lo largo del periodo estudiado. Las clases dirigentes se
alejaron gradualmente de la participación en la pequeña tradición entre los siglos XVII y XVIII.
Una objeción mucho mas seria, al modelo que presenta el autor, es que falla de raíz al no
distinguir a los diferentes grupos dentro de lo que denominamos pueblo cuyas culturas no eran
idénticas.

Variedades de la cultura popular: el campo.

La definición que da Redfield a la pequeña tradición, puede parecer demasiado limitada porque
excluía de ella a aquellos que la tenían como una segunda cultura. Por otro lado, hablar en
singular nos sugiere que era homogénea, lo que es algo muy lejos de la norma. Hay muchas
variedades de cultura popular o muchas culturas populares lo que es difícil de decir en el sentido
que no se define cuando termina una y comienza la otra. Lo que nosotros llamamos
cautelosamente cultura popular fue a menudo la cultura de la parte mas activa del pueblo.
Para los descubridores el pueblo eran los campesinos. Pero su cultura no era uniforme.
La cultura surge como producto de un sistema de vida total y los campesinos de la Europa
moderna no tuvieron un estilo de vida uniforme.
En muchas partes de Europa la distinción entre campesinos ricos que tenían sus propias tierras y
empleaban a otras personas y los trabajadores de las granjas que no tenían tierras y que solo
contaban con sus manos para sobrevivir fue prominente.
Es menos fácil, sin embargo, decir si existía una estratificación cultural en el campesinado, al
modo visto para los aspectos sociales. Es quizá probable que los campesinos ricos era mas
cultos, ya que tenían mas tiempo para leer, y escribir, etc. Sin embargo decir que los campesinos
pobres estaban privados culturalmente, no quiere decir que tuvieran una cultura alternativa;
ellos podían aspirar a la creada por la aristocracia del campesinado. Si es verdad que la cultura
surge de un estilo completo de vida es posible esperar que la cultura campesina varíe tanto en
relación a las diferencias ambientales, como a las sociales.
Variedades de la cultura popular: las ciudades:

Lo mismo podrá decirse de las ciudades. En estas las fiestas ocupaban un lugar muy importante.
En la ciudad cada día era una fiesta, ya que siempre estaban a disposición de los espectadores
espectáculos profesionales. Las ciudades acogían minorías étnicas que a menudo vivían juntas
y que compartían una cultura de la cual se excluía a los extraños. Los gestos judíos son los
ejemplos más claros.
El sistema de corporaciones ayudo a dotar a artesanos y tenderos de una cultura común diferente
a la de los campesinos. Las corporaciones tenían sus propios patronos, sus propias tradiciones y
rituales, y organizaban el tiempo de ocio de sus miembros de la misma manera que lo hacían
con su trabajo.
Cada oficio tenía su propia cultura entendida como el conjunto de habilidades y secretos de su
trabajo, transmitidos de generación en generación. Los tejedores tenían una cultura más definida
y diferenciada que la del resto de los artesanos. Estas corporaciones estaban dominadas por los
maestros de oficios, peor oficiales y aprendices también tenían sus organizaciones y tradiciones.
Sin olvidar que a menudo los aprendices podían convertirse en maestros.
Además estaban en mejores posibilidades de aprender a leer y escribir que los campesinos.
Los vagabundos:
El autor argumenta que la cultura popular no fue algo homogéneo. La cultura de los artesanos y
los campesinos difería en muchos aspectos, al igual entre los pastores y mineros con respecto a
los granjeros. La cuestión de cuan distinta es se presenta como la pregunta mas crucial y difícil
de responder. En este sentido introduce en termino de subcultura, porque sugiere que esta es un
sistema de significados compartidos pero las personas que participan en ellos también
comparten otros significados procedentes de una cultura mas general. Por ejemplo, nos sugiere

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que las canciones rituales y creencias fueron parcial y no totalmente autónomas, distintas pero
no totalmente separadas del resto de la cultura popular.
(Otros grupos son los soldados, marineros, mendigos y ladrones).
Los valores de ladrones y mendigos profesionales fueron necesariamente distintos de aquellos
que caracterizaba a ese mundo normal al que explotaban. La separación estaba delimitada por el
lenguaje.

Variaciones religiosas y regionales:


Mendigos y ladrones pueden describirse como pertenecientes más que a una subcultura a una
contracultura, ya que no solo se diferenciaban del mundo que les rodeaba, sino que también lo
rechazaban. Lo mismo podría decirse de algunas sectas cristianas. (Anabaptistas de Alemania y
los Países Bajos, los cuáqueros en Inglaterra, etc.)
Mirando a Europa como un todo, desde 1500 a 1800 las diferencias religiosas ocupaban un
lugar privilegiado dentro del grupo de distinciones culturales.
La cultura de las mujeres no era la misma que la de sus maridos, padres, hijos o hermanos,
porque aunque compartían muchas cosas había otras de las que las mujeres eran excluidas. La
cultura de ellas fue más conservadora que la de los hombres.
La cultura popular fue siempre percibida como una cultura local. Era la región, la ciudad e
incluso el pueblo la que atraía la lealtad. Estas unidades formaban comunidades muy cerradas
con estereotipos hostiles a los extraños, poco abiertos a admitir gente nueva o formas
innovadoras.
La región era una unidad cultural también por razones ecológicas, en la medida que un entorno
físico diferente alentaba, sino imponía, modos de vida distintos.
La importancia del elemento regional para el estudio de la cultura popular ha sido resaltada por
Carl Von Sydow, quien tomo de los botánicos el termino ecotipo y que utilizo en su estudio
sobre los cuentos populares. Este autor, argumentaba que una tradición dada sufría un proceso
de unificación en su propia área a través de un control mutuo y una influencia reciproca de sus
portadores; con ello se daba un determinado ecotipo de cuentos populares. Insistía, además en la
importancia de ciertas barreras a esta difusión, desde las lingüísticas, las cuales obstaculizaban
la difusión de la poesía a las políticas que dificultaban el movimiento de los portadores de la
tradición. Los habitantes de los pueblos no aprenden de sus vecinos, a quienes se mostraban
hostiles, un hecho que constituía como la tercera barrera a la difusión. Dos creencias pueden
tener la misma función y sin embargo pueden excluirse una a la otra. Cuando una esta presente
en la tradición popular, lo que constituiría una cuarta barrera, entonces la otra seria superflua y
si fuese introducida en el seno de esta tradición no seria comprendida.
Estos puntos son importantes, y probablemente acertados. Sin embargo, por si solos no
responden a la globalidad del sistema dice Burke. Uno de los argumentos centrales que plantea
Burke es que el nivel regional no es el único en el que debe estudiarse la cultura popular. El
concepto región es de hecho menos preciso de lo que parece. ¿Es posible enumerar las regiones
en las que se divide Europa’. Si esto es posible, parece evidente que debemos dudar de la
eficacia de las barreras.
Por ejemplo, el cristianismo posibilito durante largo tiempo, una cierta unificación de la cultura
europea. Las mismas fiestas se celebraban en toda Europa; los santos principales eran venerados
en todas partes y representaban dramas religiosos similares.

Por otro lado, también es posible hablar de subculturas regionales, del mismo modo que nos
referíamos a subculturas ocupacionales. En cualquier caso la separación de estas subculturas del
resto de la cultura popular no debe ser exagerada. El propósito de Burke es sugerir ideas sobre
el acervo común, sobre los elementos desde lo que surgieron los distintos modelos locales.
Así, señala, que existían grandes variaciones regionales en la cultura popular de la Europa
Moderna, pero estas estaban muy estructuradas y coexistían con otro tipo de diversidades.
El modelo que surge de la interacción de todos estos contrastes puede ser resumido
distinguiendo tres tipos de europas: la del noroeste, la del sur y la del este.
Interacción:

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La gran tradición y la pequeña se han estado influyendo mutuamente durante mucho tiempo y
continúan haciéndolo.
Burke esboza que la teoría de la penetración de la cultura es bastante simple y mecánica al
sugerirnos que las imágenes, historias e ideas son aceptadas pasivamente por pintores y
cantantes populares, así como por sus espectadores y audiencias. En realidad, aquellas se
modificaban o transformaban en un proceso que visto desde arriba se asemeja a un
malentendido o a una distorsión, pero que observado desde abajo, se ve como una adaptación a
unas necesidades especificas. Las mentes del pueblo ordinario, no eran hojas en blanco, sino
que estaban previstas de ciertas ideas e imágenes. De hecho, toda nueva idea era rechazada si
esta era incompatible con las ya existentes. Las vías tradicionales de percibir y pensar se
comportan como una clase de tamiz que permite que pasen algunas novedades pero no todas.
El otro defecto más importante de la teoría de la penetración es ignorar el tráfico en la dirección
opuesta, es decir de abajo arriba en la escala social. Un ejemplo es la danza, porque la nobleza
adopto como un proceso de préstamo, las formas vivas de los bailes campesinos a los que
gradualmente transformaron en mas sosegadas. Otro ejemplo es la brujería. Pág.112.
Estas interacciones entre ambas culturas se vieron facilitadas por la existencia de un grupo de
personas situado entre la gran tradición y la pequeña, que actuaba como intermediario,
siguiendo el modelo de Redfield.

Capitulo 7: El mundo del carnaval:


Mitos y rituales:
En la cultura tradicional popular europea el escenario más importante era el de la fiesta.
Era en estas ocasiones cuando la gente dejaba de trabajar para comer, beber y agotarse hasta
donde le permitían sus fuerzas.
Estos actos se oponían a lo cotidiano, eran momentos de despilfarro precisamente porque la vida
diaria estaba dedicada al horro cuidadoso.
Durante las fiestas más importantes de una ciudad, la población urbana se veía incrementada por
la llegada de campesinos del entorno que no querían perderse las diversiones.
Discutir sobre las fiestas, implica, según el autor, hablar del ritual. Ritual es un concepto difícil
de definir; puede ser el uso de la acción utilizada para expresar significados, frente a otro tipo de
acciones con sentido más utilitario o la expresión de diversos significados a través de imágenes
y palabras. La vida cotidiana en la Europa moderna estaba llena de rituales, tanto religiosos
como seculares, si que fueses una excepción las representaciones de canciones o cuentos.
Una famosa teoría del XIX sobre los mitos, declara que estos derivan de los rituales. En el curso
del tiempo, se argumenta, los rituales dejaron de entenderse y otros mitos tuvieron que ser
inventados para poder explicarlos. Esta es una teoría demasiado simple y desde luego, podemos
encontrar numerosos ejemplos en los que el mito precedió al ritual, como fue el caso de la misa.
Sin embargo, puede ser al revés.
El carnaval:
Este era, de forma particular en la Europa del sur, la fiesta popular mas importante del año y el
momento para poder decir, al menos una vez y con relativa impunidad, lo que a menudo se
pensaba. Era también la época preferida para la representación de obras teatrales, muchas de las
cuales no pueden entenderse sin conocer los rituales carnavalescos a los que se aludía en
numerosas ocasiones.
Antes de intentar interpretarlas es necesario que, partiendo de las pocas evidencias que han
sobrevivido, reconstruyamos un carnaval típico. Pero se corre el peligro de como el carnaval
italiano es le mas conocido, de extenderlo al resto de Europa. La mayoría de las fuentes
pertenece a las ciudades, con lo que es difícil que el carnaval nos ayude a comprender la cultura
campesina, aun a pesar de que muchos campesinos vivían en las ciudades y a que otros muchos
se acercaban a esta durante la celebración.
La estación del carnaval comenzaba en enero, en algunas ocasiones a finales de diciembre y se
iba haciendo más excitante a medida que se acercaba la cuaresma. El lugar privilegiado para su
realización eran las plazas abiertas de las ciudades. Este puede verse como una inmensa obra de
teatro, representada en las calles y las plazas principales, convirtiendo a la ciudad en un inmenso
escenario sin paredes, y donde sus actores o simples espectadores podían observar las escenas

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desde sus balcones. En realidad no había una clara distinción entre actores y espectadores, ya
que las mujeres podían lanzar huevos desde los balcones y se permitía a los enmascarados que
entrasen en las casas particulares.
La acción de esta representación estaba compuesta de una serie de acontecimientos más o
menos formalmente estructurados. Los más informales aparecían intermitentemente a lo largo
de toda la estación del carnaval y afectaban a toda la ciudad. Entre ellos destacaba, en primer
lugar, la ingestión masiva de carne, tortas, etc. Y bebidas.
Otras diversiones más formalizadas se concentraban en los últimos días del carnaval,
celebrándose en las plazas centrales y distinguiendo más claramente a los actores de los
espectadores. Estas actividades especiales eran organizadas por clubes o fraternidades lideradas
por reyes, o abades del mal gobierno, compuestas sobre todo por jóvenes varones procedentes
de las clases superiores.
Las representaciones que organizaban se basaban en la improvisación ya que carecían de guión
escrito y de ensayos previos, aunque estaban coordinados por un grupo muy conocido de
personas que habían actuado con anterioridad. Estas actuaciones no eran ni totalmente
programadas ni totalmente libres, como tampoco eran espectáculos profesionales ni simples
diversiones, participando un poco de todas esas características. Incluían los siguientes 3
elementos.
- una procesión compuesta de carrozas llenas de gentes disfrazada de gigantes, diosas
demonios y de otros personajes.
- competición: como las carreras de círculo, las de caballos y las pedestres.
- La representación de una obra teatral, generalmente una farsa.

El mundo al revés:
¿Qué significaba el carnaval para los que formaban parte de el? En un sentido, esta pegunta es
innecesaria en tanto que el carnaval era una fiesta en si mismo, un tiempo éxtasis y liberación.
Ahora bien, ¿Por qué el jugo tomaba unas formas muy particulares?
Los 3 temas más importantes eran la comida, el sexo y la violencia.
- el consumo exagerado de comida, carne, jugaba un cierto papel simbólico en las
distintas celebraciones carnavalescas. La carne también significaba carnalidad. Era un
tiempo de intensa actividad sexual.
- También estaban presentes la agresión, la destrucción o la profanación. Durante su
celebración, la agresión verbal era tolerada y los enmascarados podían insultar al resto
de sus convecinos o a las autoridades.
Siguiendo a Levi – Strauss, Burke considera que en el carnaval tenemos dos tipos de
enfrentamientos que crean el contexto desde el que estudiar muchos de los elementos de la
fiesta, una situación de la que eran concientes los contemporáneos del periodo.
1) la 1º de estas oposiciones es la que se daba entre el carnaval y la cuaresma,
personificados por un hombre gordo y una mujer delgada. De acuerdo con la doctrina
de la iglesia la cuaresma era un tipo de ayuno y abstinencia. Era muy lógico
representarla como demacrada, aguafiestas o asociarla con los animales de sangre fría
típicos de la dieta cuaresmas. Todo lo que carecía la cuaresma era enfatizado de forma
natural en el carnaval, quien era joven, gordo, alegre, gran comedor y bebedor.
2) La 2º oposición básica, era que el carnaval no solo se oponía a la cuaresma sino también
a la vida diaria. Este era la encarnación del mundo al revés, uno de los temas favoritos
de la cultura popular en la Europa moderna. Por ejemplo, la inversión física.
¿Cuál es el significado de estas imágenes? Es más fácil documentar la actitud de la clase
dirigente, para quienes estas imágenes simbolizaban el caos, el desorden, el desgobierno. Todos
los que se ponían al cambio las caracterizaban como subversivas.
Para la gente común, no era así. Por ejemplo, la utopia popular de la tierra de jauja. Jauja es la
visión de una larga vida, como si esta fuese un carnaval, mientras que este sería una jauja
temporal y de ahí la importancia de comer, beber y favorecer la inversión de todo lo existente.
El carnaval también era un tiempo de comedias, que reproducían situación contrarias a la
realidad, en las que se detenía al juez o donde la mujer triunfaba sobre su marido. El disfraz
permitía que hombres y mujeres intercambiaran sus papeles. Las relaciones entre los criados y

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su señor podían invertirse. En definitiva para ellos, el carnaval era el desorden
institucionalizado, un conjunto de rituales sobre la inversión del mundo conocido.
Es probable, que le mundo desordenado, también fuese un símbolo del rejuvenecimiento, del
retorno a la licenciosidad de los años que preceden a la edad madura.
El carnaval era polisémico, significaba cosas diferentes para personas distintas. Los significados
cristianos se superpusieron sobre los paganos si que estos fueran totalmente eliminados. El
resultado de todo ello, es que le carnaval tiene que ser leído como si fuese un palimpsesto. Los
rituales carnavalescos trasmitían mensajes simultáneos sobre la comida, el sexo, la religión y la
política.
Lo carnavalesco: este no tenía la misma importancia en toda Europa. Predominaba en el área
mediterránea, Italia, Francia y España, y menos importante en Europa central y casi insistente
en el norte, Inglaterra y Escandinavia.
Fuera ya de la estación del carnaval, había otras fiestas que insistían sobre los temas de la
renovación, la comida, el sexo, la violencia o la inversión y que también pueden ser
denominadas carnavalescas.
Como por ejemplo, la fiesta de los Santos inocentes, las navidades, etc.
También las ejecuciones públicas, la entrada de personajes importantes a la ciudad, la
celebración de victorias, las elecciones parlamentarias, el famoso charivari, uno de los ritos de
justicia popular, una especie de burla pública.
Usando el término carnavalesco, lo que Burke sugiere es que las fiestas más importantes del año
tenían rituales comunes y que en este sentido, el carnaval reunía un número importante de estos.
Esta mas cerca de la verdad ver a las fiestas religiosas de la Europa moderna como pequeños
carnavales, que como tranquilos y graves rituales de la actualidad.
¿Control o protesta social?
¿Cuál fue la función del carnaval?
Algunas funciones son simples entretenimientos, un respiro a la vida cotidiana.
El charivari parece haber tenido una función de control social ya que era el modo por el que una
comunidad o villa o parroquia urbana expresaban hostilidad contra los individuos que rompían
las normas, abriendo las grietas de la costumbre tradicional.
Los rituales de las ejecuciones públicas también pueden ser vistos como control social, una vía
para hacer publico el consenso comunitario sobre la maldad del crimen. El termino control
social puede resultar erróneo si antes no nos preguntamos por que grupos utilizaban estos
rituales como formas de control social sobre otros.
El ritual oficial expresaba el intento de los grupos dirigentes de controlar al pueblo, mientras
que los no oficiales intentaban contrarrestarlos.
Pero el análisis se vuelve más complejo si aquellos rituales que expresan una protesta contra el
orden social, en realidad son contribuciones a su mantenimiento.
¿Por qué permitían las clases dirigentes?
Es como que estas fuesen concientes que una sociedad como la suya – con profundas
desigualdades en la riqueza, el poder y es status – no podría sobrevivir sin una válvula de
seguridad, a través de la cual la clases subordinadas purgasen sus resentimientos y viesen
compensadas sus frustraciones.
Sin embargo, no siempre fue así, ya que entre 1500 y 1800, los rituales de la revuelta coexistían
con un cuestionamiento profundo del orden social, político y religiosos. La protesta se expreso a
través de formas ritualizadas pero estas no siempre fueron suficientes para contenerla. En
determinadas ocasiones el barril de vino estallo.
Los motines pueden ser vistos como una forma extraordinaria del ritual popular. Parece claro
que los motines y las rebeliones no eran simplemente rituales, sino intentos de actuar
directamente y no solo simbólicamente. Sin embargo, los rebeldes y amotinados utilizaban tanto
el ritual como el símbolo para legitimar sus actos.
No es sorprendente por tanto que las clases dirigentes sugirieran la posibilidad de abolición de
algunos de ellos.

Capítulo 8: El triunfo de la cuaresma: la reforma de la cultura popular.

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La 1º fase de la reforma: 1500 – 1650.
Burke utiliza el concepto de reforma de la cultura popular para designar los intentos de forma
sistemática que llevaron a cabo algunas personas de las clases cultas (reformadores o piadosos),
para cambiar las actitudes y los valores del resto de la población o para perfeccionarlos. En este
proceso seria erróneo sugerir que los artesanos y los campesinos fueron pasivos receptores de
estas reformas, por el contrario, también se produjo un movimiento de autoperfeccionamiento y
de hecho existieron artesanos piadosos. Sin embargo el liderazgo de este movimiento, los
predicadores mecanismos de Inglaterra, estuvo dirigido por la elite cultural y el clero.
El movimiento reformista no fue monolítico, los católicos y protestantes no siempre se
opusieron a las mismas prácticas, y además adquirió diferentes formas de región a región y
generación y generación. Este movimiento tiene dos caras, la negativa y la positiva. El lado
negativo, fue el intento de suprimir o al menos de purificar muchos elementos de la cultura
popular tradicional. Le lado positivo, consistió en intentar llevar las reformas católica y
protestante a los artesanos y los campesinos.
Los reformadores se oponían con especial intensidad a ciertas formas de religiosidad popular
tales como las representaciones de temática religiosa (misterios y milagros), los sermones
populares y sobre todo, a las fiestas religiosas, ya fuesen estas las celebraciones de los días de
los santos o las peregrinaciones. También elementos de la cultura popular secular como corridas
de toros, naipes, charivaris, charlatanes, las ferias, los magos, las mascaras, las tabernas y la
brujería. Mucho de esto era asociado al carnaval, por lo que los reformadores concentraron su
ataque en esta fiesta. Sus repulsas no eran solo verbales, también quemaban libros, cerraban
teatros, etc.
La reforma cultural no solo se limitaba a lo popular, en la medida que los piadosos
desaprobaban toda forma de espectáculo. Sin embargo, la impresión que nos queda de este
movimiento es que estaba dirigido contra las formas de diversión popular.
Había dos objeciones religiosas contra el carnaval:
En 1º lugar, el carnaval no era cristiano porque contenía restos del paganismo clásico. En 2º
ligar porque el pueblo da rienda suelta al desenfreno.
Lo mágico también llego a ser denunciado como pervivencia pagana. Las brujas también fueron
perseguidas tanto por los católicos como por los protestantes, no tanto porque hiciesen el mal
sino porque eran heréticas, seguidas de una religión falsa y adoradoras de diosas paganas.
El punto central parece ser la insistencia de los reformadores en diferenciar lo sagrado de los
profano.
La otra gran objeción contra la cultura popular tenía una base moral. Las fiestas eran
denunciadas como momentos propicios para el pecado. Y además se consideraba que estas eran
vanidades que desagradaban a Dios porque se malgastaba tiempo y dinero.
En resumen: durante este periodo nos encontramos con 2 éticas opuestas. La de los
reformadores estaba inspirada en la decencia, la diligencia, la gravedad, la modestia, la
disciplina, la prudencia, la razón, el autocontrol, la sobriedad y la frugalidad.
Weber cometió el error de llamarla ética protestante, en la medida en que se encuentra tanto en
zonas católicas como en las protestantes. Desde luego es tentadora denominarla ética de la
pequeña burguesía porque llegaría a ser una de las características de los tenderos. Los que si
parece claro, es que la ética de los reformadores se oponía a una ética de la lite tradicional difícil
definir ya que estaba menos articulada, pero que insistía en otro tipo de valores, especialmente
en la generosidad y la espontaneidad y ofrecía una mayor tolerancia la desorden.
Es importante que veamos el movimiento como un todo, pero no como monolítico.
Las variaciones: los reformadores católicos y protestantes no mostraran la misma hostilidad
hacia la cultura popular, ni sus posiciones estuvieron fundadas en las mismas razones. La
reforma católica tendió a identificarse con modificación, mientras que la protestante lo hizo con
abolición. Este esta perspectiva los católicos no querían abolir las fiestas sino purificarlas.
En síntesis, las reformas medievales no fueron sino intentos individuales y esporádicos que
difícilmente podían tener influencia mas allá de su tiempo de su zona geográfica, debido a la
naturaleza limitada de las comunicaciones. Lo cual generó resistencias.
Sin embargo, durante el XVI aquellos esfuerzos reformadores, pero esporádicos, son sustituidos
por un movimiento mejor coordinado, ganaron en frecuencia y sistematización. De forma

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evidente, este movimiento tuvo mucho que ver con la Reforma católica y protestante, en la
medida que la reforma de la Iglesia, tal como se la entendía en esa época, comportaba
necesariamente la purificación de lo que llamamos cultura popular.
Es verdad que Lutero fue relativamente comprensivo hacia las tradiciones populares, y Calvino
y sus seguidores fueron muchos más lejos.
En resumen, desde la década de 1560 nos encontramos con un movimiento organizado dentro
de la iglesia católica, que apoyaba a los reformadores individuales.
A mediados del XVII, concluye la 1º fase de la reforma de la cultura popular, reforma que nació
gracias al impulso de las reformas católicas y protestante y que fue liderada por el clero, los que
en definitiva justificaría la importancia de los argumentos teológicos. Esta 1º fase fue seguida
por otra en la que los laicos tomaron la iniciativa.
La cultura de lo piadoso:
Los reformadores sabían que tenían que proponer alternativas.
En este sentido, los piadosos intentaron crear una nueva cultura popular.
Una de las prioridades de los protestantes era hacer que la Biblia fuese un texto con un lenguaje
asequible para el pueblo común. El catecismo como un elemento que contenía información
elemental sobre la doctrina religiosa.
La música, el ritual y la imaginería también formaban parte, a pesar de los temores de sus
líderes, de la cultura popular protestante.
La cultura popular tradicional, consistía en parodias de la cultura oficial. Ahora la rueda ha dado
un giro y nos encontramos con parodias de lo profano.
En los 1º años de la Reforma, el ritual y el drama fueron puestos al servicio de los protestantes.
Así, el craneal se presento como una buena ocasión para ridiculizar al Papa y al clero católico.
La cultura popular protestante era una cultura de la palabra.
En cuanto a los reformistas caóticos, estos luchaban en dos frentes: contra los protestantes y
contra la inmoralidad y la superstición. En este sentido, la cultura de la contrarreforma lleva las
marcas de estas dos batallas. Para precisar mejor Burke separa los 3 elementos de la cultura: los
rituales, las imágenes y los textos reformados.
La iglesia ofrecía nuevos santos católicos y nuevas imágenes y también se produjo un intento de
influir en los laicos cultos a través de la Biblia y otras obras piadosas.
La segunda fase de la Reforma: 1650 – 1800:
Esto años fueron de reforma dentro de la Reforma tanto católica como protestante y de
surgimiento de grupos de reformadores laicos, que no siempre buscaban los mismos cambios, ni
siempre tenían idénticas razones para justificar su política.
Otra de las diferencias, es la creciente importancia de los argumentos seculares, entre los que se
incluían consideraciones estéticas. Otra diferencia tienen que ver con lo sobrenatural. Los
reformadores de la cultura popular más tempranos, creían en la eficacia de la magia a la que
denunciaban como diabólica. Algunos de los reformadores que protagonizaron la segunda fase,
no se tomaron en serio estos fenómenos.
Ahora bien la resistencia de la cultura popular no debe ser subestimada. Sin embargo, el
movimiento de reforma tuvo consecuencias muy importantes, que los reformadores no se habían
propuesto o simplemente no esperaban. La mas evidente fue la de agrandar la separación entre
la pequeña y la gran tradición. Los reformadores no buscaban crear una cultura purificada,
separada de su entorno; realmente querían atraerse al pueblo, llevarse a todos con ellos. Sin
embargo, en la practica las reformas afectaron a la minoría educada mas rápidamente que al
resto de la sociedad, lo que les separo mas y mas de las tradiciones populares.

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