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Una nueva biografía de Félix Rodríguez de la Fuente corrige un fallo

de la anterior de 2010 que interpreta del revés al naturalista burgalés


Almadén de la Plata, 16 de marzo de 2018

Por Benigno Varillas,

El libro “La estirpe de Los libres”, corrige y amplia la biografía de Félix Rodríguez de la Fuente
publicada en 2010. Como autor de ambas obras, entona un mea culpa y confiesa que no captó el
mensaje de Félix hasta un año después de haber escrito el primer libro. Sacó conclusiones
equivocadas y contrarias a las de Félix “por la venda que nos pone la sociedad actual para
interpretar un mensaje como el de Rodríguez de la Fuente”.

Después de seguir sus pasos desde 1968 y de sintetizar su pensamiento para escribir su biografía en
2010, el autor descubrió tras vivir en 2011 un año con los hombres salvajes hazda de Tanzania,
hasta que punto tenía confuso el mensaje de Félix. Desde entonces indaga las claves que inducen a
ese grave error de interpretación, cometido en la anterior obra titulada “Félix Rodríguez de la
Fuente, su vida, mensaje de futuro”

La cuestión importante que suscita el tema es: ¿Fue Benigno Varillas el único en entender del revés
el mensaje de Félix Rodríguez de la Fuente? ¿No te habrá pasado lo mismo?

Tanto nos han metido en la cabeza que el mundo actual, surgido con el Neolítico, nadie ni nada lo
puede cambiar, que por mucho que alguien como Félix nos diga lo contrario, nuestros oídos oyen lo
que nos han dicho que deben oír. Estamos atorados para un mensaje de cambio, como la rana que se
cuece en el agua a punto de hervir. El pensamiento de Rodríguez de la Fuente clarifica quiénes
somos, de dónde venimos y a dónde vamos. Lo reflejó en su propia vida, que es parte del su
mensaje de lo libre.

Reinventar el mundo rural es la propuesta de la obra “La estirpe de Los libres” que recoge el
mensaje de Félix. Propone recolonizar zonas abandonadas de España con personas avanzadas de la
sociedad de la información, capaces de teletrabajar, que amen y valoren la naturaleza salvaje.
Cambiar la política de conservación de la naturaleza y reinventar a los funcionarios públicos que
gestiona la biodiversidad, a los cazadores, a los ecologistas, a los guardas, a los ganaderos, a los
veterinarios, los espectáculos taurinos, la escuela y la vida laboral.

Cambiar la política de conservación de la naturaleza

Entre 1960 y 1980 se dirimió la actual política de conservación. Pasamos de las Juntas de Extinción
de Alimañas a las CC.AA.

Lo que hicimos en aquellos años fue lo que fue y no tiene interés en ver qué hubiera ocurrido si se
hubiera hecho de otra manera. Lo que si no sirve recordarlo es para ver que es posible cambiar la
política de conservación de la naturaleza en 180 grados a aquellos a los que les atenaza la
legislación vigente y creen que es inmutable. Si hubiéramos rendido el culto a la ley que algunos
profesan, la Ley del 4 de agosto de 1953 no se hubiera cambiado. Las leyes están para cambiarlas y
cuando uno lo hace no se le puede decir que ha hecho una ilegalidad por incumplir la legalidad
anterior. ¿Cómo pretender que la cumpla? Si justo lo que está haciendo es ¡cambiándola!
Reinventar a los funcionarios públicos que gestiona la biodiversidad

Cambiar la política de conservación de la naturaleza implica reinventar a los funcionarios públicos


que gestiona la biodiversidad. Los departamentos que tienen las competencias de gestionar lo libre
son la vanguardia que ha de ir por delante de todos los demás para regenerar la función pública.
Quienes gestionan lo libre son los más éticos de todos los funcionarios, desprendiendo a las
consejerías de todo lo ineficiente y facilitando el cambio.

Una auditoría interna de cada departamento que reduzca el número de funcionarios, es decir, de
asalariados pagados con los impuestos, a lo estrictamente necesario una vez que la gestión del
medio natural deje de ser competencia única del Estado y pase a un tejido social conservacionista
que lo desarrolle, siendo el funcionariado un mero elemento de ayuda y servicio público que
garantice que las cosas se hacen bien, no siendo el aparato del Estado el que las hace, como hasta
ahora.

Los funcionarios son los primeros a los que se les debe ofrecer pasar a ser parte de ese tejido social
productivo al que se le entregue la gestión del medio rural y natural.

Reinventar a los ecologistas

Al igual que los funcionarios de medio ambiente, los ecologistas que se han profesionalizado y
viven de proyectos pagados con dinero público, deben integrarse en ese tejido social productivo que
gestione el medio rural y natural de forma rentable. Tanto ellos como entre los técnicos de las
administraciones públicas están personas que tienen conocimientos y experiencia como para poder
hacer viable el plan de que el 50% del territorio español se dedique a fomentar la vida salvaje y eso
sea una fuente de riqueza y no un sector subsidiado.

Reinventar a los guardas

Dentro de los funcionarios públicos hay un sector que cabe mencionar aparte por ser el que más
pegado al terreno y, por tanto, idóneo para esa nueva política de conservación en la que poner en
práctica un sistema de gestión rentable que produzca vida salvaje.

Reinventar a los ganaderos


Pedir que la PAC en 2020 sea sustituida por una ayuda única en el tiempo a los que se sumen al
arranque de esta nueva política de conservación, que implica reinventar a los ganaderos para que
sus problemas actuales puedan ser superados.

Ofrecer a los hijos de los ganaderos no escuelas de pastores para que produzcan alimentos de
calidad con sistemas arcaicos, subvencionados por los pobres, que luego comen los ricos al
venderse a precios que solo ellos pueden pagar, sino laboratorios de biotecnología que hagan que si
los transgénicos son malos pasen a ser buenos.

Los jóvenes españoles tienen en la revolución tecnológica un yacimiento de empleo que además de
que es el que les gusta, el que les puede dar futuro. España es una potencia en la producción de
alimentos y debe de ser la vanguardia mundial en patentar los alimentos del futuro.
Reinventar a los veterinarios

Hay dos Españas, la doméstica y la salvaje. Los veterinarios no pueden pretender aplicar sus
normas de seguridad a la España libre, porque implicaría eliminarla. Han de aceptar que vuelva el
uro, el bisonte y el caballo salvaje, asilvestrando aquellas razas que conservan características de sus
ancestros y que esos animales no se les someta a las normas del ganado doméstico, sino a las de la
fauna salvaje

Reinventar los espectáculos taurinos

Los ecologistas deben de pasar a ser vanguardia, no solo de la biotecnología y los transgénicos, sino
de la fiestas taurinas.

Reinventar a los cazadores

Lo mismo ocurre con la caza. Los conservacionistas deben reivindicar a caza y ponerse al frente de
ella. La caza es consustancial a la especie humana, que fue recolectora cazadora durante los
primeros 300.000 años de nuestra existencia como especie. Pero, ese hombre de ‘El Hombre y la
Tierra' no se trata del hombre neolítico, sino de aquel ser que en el Magdaleniense pintó Altamira
hace 14.000 años en el Paleolítico.

Reinventar la escuela

La educación de los niños en escuelas al aire libre es esencial tanto para su desarrollo como para
que sus padres puedan vivir en plena naturaleza.

Reinventar la vida laboral.

La clave para cambiar la política de conservación de la naturaleza es recolonizar zonas abandonadas


de España con personas avanzadas de la sociedad de la información, capaces de teletrabajar, que
amen y valoren la naturaleza salvaje y den soporte a todos esos funcionarios públicos que gestiona
la biodiversidad, a los cazadores, a los ecologistas, a los guardas, a los ganaderos y a los
veterinarios que nos debemos reconvertir.

+ info en la WEB: www.paleovivo.org

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