Velasquez Viza
Esta etapa se caracterizó por la explotación del guano y el salitre; en 1884 se inicia la
reconstrucción de un país abatido por una derrota.
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El interés del sector empresarial se desplazó hacia la minería de cobre; mineral que había
cobrado importancia luego del alza de su cotización a mediados de la década de 1890-
1899 y de la reducción considerable del costo de transporte; en 1892 el ferrocarril central
llega a Casapalca y el año siguiente a la Oroya.
De esta forma a comienzos del siglo, se encontraban operando once fundiciones en Cerro
de Pasco y cuatro en zonas aledañas, las cuales llevaron un mayor dinamismo económico
a la zona.
En el período de 1884 hasta el término del siglo se dieron importantes hechos que vale la
pena mencionar.
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El interés del sector empresarial se desplazó hacia la minería de cobre; mineral que había
cobrado importancia luego del alza de su cotización a mediados de la década de 1890-
1899 y de la reducción considerable del costo de transporte; en 1892 el ferrocarril central
llega a Casapalca y el año siguiente a la Oroya.
De esta forma a comienzos del siglo, se encontraban operando once fundiciones en Cerro
de Pasco y cuatro en zonas aledañas, las cuales llevaron un mayor dinamismo económico
a la zona.
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La creación del Banco Minero del Perú el año de 1942 de fundación del Instituto
Geológico en el año de 1944, la división de la Dirección de Minas y Petróleo en
dos direcciones en 1949, la creación de las Jefaturas Regionales de Minería y el
Registro de Concesiones y Derechos Mineros en marzo de 1950 y promulgación
del Código de Minería el 12 de mayo de 1950 son hechos relativamente recientes.
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La producción de cobre empezó a crecer desde comienzos del siglo, sobre todo
por el aumento de la producción de Morococha y la apertura di tramo ferroviario la
Oroya - Cerro de Pasco, lo cuál favoreció el transporte y por ende, la explotación
de minerales. Asimismo, en 1906, se puso en funcionamiento la fundición de
Tinyahuarco, que empezó a producir cobre blister.
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Se puede concluir, entonces, que la mayor importancia adquirida por las empresas
Nacionales medianas y pequeñas no fue producto de un desplazamiento del
capital extranjero de los yacimientos que poseía y que siguió explotando, sino del
mayor apoyo estatal a la minería nacional y de la relativa menor tasa de inversión
de las empresas extranjeras.
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En 1971, mediante el Decreto Ley 18880, se promulgó una nueva “Ley general de
Minería”. Esta establecía que los yacimientos minerales son propiedad del estado,
quien puede entregarlos en concesión a particulares para su trabajo. Por otra
parte, se dividió la actividad minera en dos campos: la privada y la estatal.
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significativa. En estos tres casos, dicho desarrollo se vio alentado por la mejora en
la cotización de estos metales.
Durante los últimos tres años el sector ha venido registrando una expansión
productiva: 8% en 1993, 3,6% en 1994 y 2.3% en 1995. Además de las razones
que explican el incremento productivo de cada metal en particular, la realización
de contratos de compromiso de inversión con estabilidad jurídica tributario, con
Southern Perú Copper Corporation, Consorcio Aurífero Retamas, Consorcio
Horizonte, Sociedad Minera Cerro Verde, Minsur S.A., Magma Tintaya y Minera
Yanacocha, han sido factores que han incentivado a las empresas mineras a
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Por ser el Perú un país rico en recursos minerales, desde la época pre-hispánica
hasta nuestros días, tanto la explotación como el procesamiento de nuestros
recursos mineros han constituido actividades económicas de suma importancia,
que han logrado forjar un sector empresarial nacional, recursos humanos,
industrias y servicios conexos, altamente calificados y especializados, los mismos
que otorgan a nuestro país la competitividad necesaria para desarrollarse
sosteniblemente en este campo.
La estabilidad y libertad económica y comercial, la promoción de la inversión, y la
privatización del 90% de las operaciones y proyectos mineros del Estado, han
permitido a la industria minera recobrar su capacidad para soportar las crisis de
precios que, desde 1998, viene afrontando exitosamente.
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Se estima que entre los años 2001 y 2009 se producirá una inversión cercana a
los US$ 9 069 millones en el sub-sector minero peruano. Con ello será posible
incrementar en un 70% el valor actual de las exportaciones mineras, y aumentar
las compras locales de US$ 1 000 millones, a un mínimo de US$ 2 000 millones.
Se estará propiciando asimismo el desarrollo o ampliación de las industrias de
suministros mineros, con la consecuente multiplicación del empleo.
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Se estima que los proyectos por privatizar originarán inversiones cercanas a los
US$ 2
140 millones. Entre éstos se cuentan: las unidades mineras restantes de Minero
Perú
los proyectos de cobre de Michiquillay, Toromocho, Las Bambas; y los fosfatos de
Bayóvar.
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El plomo y el mercurio también fueron conocidos aunque poco utilizados, así como
otros minerales, cuya terminología quechua aun esta vigente en nuestras
serranías, además de muchos otros vocablos que han sido olvidados por más de
cuatro siglos de desuso.
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El prestigio del oro de Carabaya o Callahuaya como decían los Incas, fue tan
grande que, al respecto. Garcilazo de la Vega, en sus Comentarios Reales de los
Incas al referirse al oro y la plata del Perú, nos dice “El oro se coge en todo el
Perú; en unas provincias es en más abundancia que en otras, pero generalmente
lo hay en todo el reino. Hállese en la superficie de la tierra yen los arroyos y en
ríos, donde lo llevan las avenidas de las lluvias: de allí lo sacan lavando la tierra o
la arena, como lavan aquí los plateros la escobilla de sus tiendas, que son las
barreduras de ella. Llaman los españoles lo que así sacan oro en polvo, por que
sale como limalla: algunos granos salen gruesos, de dos, tres pesos y más; yo vi
granos de a más de veinte pesos, llamándoles pepitas, algunas son llamas como
pepitas de melón o calabaza otras redondas otras largas como huevos. Todo el
oro del Perú es de diez y ocho a veinte quilates de ley, poco menos. Solo el que
se saca en las minas de Callavaya o Cailahuaya es fin ísimo de veinticuatro
quilates, y aún pretende pasar de ello, según me lo han dicho algunos plateros en
España”.
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Más tarde, en Pucará combinaron el oro con el cobre, herencia que recogen los
Tiahuanaco que la expanden a Huaylas, Paracas, Nazca y Chavín donde alcanzan
su apogeo.
También lograron obtener bronces para la elaboración de armas y herramientas
de trabajo, así como objetos de adorno, siendo de ponderar el perfeccionamiento
que alcanzaron en el estirado y laminación de metales, así como en la obtención
de diversas aleaciones.
El cinabrio era utilizado como cosmético por las mujeres, para embalsamar
cadáveres.
La plata era obtenida de yacimientos con plata nativa y por tanto fáciles de
trabajar. El fundido y separación de la plata se hacia por medio de las “Huayrana”
que eran pequeños bracero. “En estos ponían carbón y el metal encima y puestos
por los cerros o laderas donde el viento tenía mas fuerzas, sacaban de la plata, la
cual apuraban y afinaban después con sus fuelles pequeños o cañones con que
soplan” Estos cañones o cafrutos hasta hoy se denominan “Phukhunas”en
quechua, y son utilizados para avivar el fuego en sus cocinas.
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José Salcedo, por el año de 1665 llegó por la región del Kollao, hasta Laykakota, y
se alojó en la choza de la descendiente de Kusikoyllor y Ollontay su hija imasumaj,
quien se había establecido en las faldas de Laykakota y había tenido dos hijas
Carmen y Teresa y un mancebo llamado Tomás.
Carmen se enamoró perdidamente del apuesto español José Salcedo, quien
explotaba las minas de azogue, pero como estas iban rindiendo cada vez menos
decidió partir, por lo que Carmen como hermana mayor conocía el secreto dado
por su madre sobre la existencia de la mina de Laykakota. Y con el objeto de que
no partiese el hispano, le reveló el secreto
Semanas más tarde se desaguó la laguna artificial, quedando al descubierto las
más ricas minas de plata de América, la misma que comenzó a ser explotada. Los
trabajos siguieron en dos bocas: la una denominada “Las Animas” y la otra
“Laykakota la baja”. De la segunda de ellas en una sola noche José Salcedo sacó
93 de esas bolsas piramidales de cuero llamadas botas, avaluando su contenido
en 100,000 pesos. De la misma mina salió un volumen de plata maciza y sin
mezcla tan grande que, pagando el quinto del rey, se le puso parca como si fuera
barra
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mueran antes diez indios que un negro que les costó su dinero”. La historia de la
minería en Puno se caracteriza por sucesos bélicos (Laykakota).
A los lados del cerro de Laykakota están los de cancharani y San José, también
ricas, sobre todo el primero. Otro cerro al Norte, el de “Azogue”, explotado desde
el tiempo del Virrey AIva, era considerado superior al asiento de Huancavelica. Sin
embargo, todo palidecía ante la leyenda de Laykakota.
Es posible que los Salcedo fuesen los hombres más ricos de todo América. La
fortuna quedaba en familia porque Gaspar se había casado con su sobrina, doña
Agustina. Apenas había convento de religiosos, o religiosas que no hubieran
participado en el reparto que hacían de limosnas, que llegó a sumar más de un
millón de pesos, según dijo un memorialista de la época, Fray
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Pompería:
Otro de los asientos mineros que era trabajado en 1700, era el de Pompearía. Al
respecto entre los datos que hemos encontrado podemos anotar lo siguiente:
En Agosto de 1700, el Capitán Freyre de Andrade, en nombre de doña Ana María
de Aldude, vende al Capitán José Duran, azoguero, 4 varas de mina en la yeta de
Sta. Rosa del Cerro de Pompearía, que heredó de doña Josefa de Despur, su
nombre y que lindan con las minas de Gerónimo Aguyo, Juan de Mena y José
Durán.
En este mismo año de 1724, que al parecer fue muy activo en transacciones
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Así en 1736, Tomás Durán, María Durán y Luis de Esquive venden en 100 pesos
a Antonio de Saravia 24 varas de mina en el ingenio y Minas de San Juan Bautista
de Uncalliri, en la yeta de Santa Rosa, y que les fueron donadas por don José
González de San Román, En Febrero de 1737, a su vez, don Felipe Durán dona a
don Miguel de San Román y Zevallos, 40 varas de mina en la yeta de Nuestra
Señora de la Soledad.
En Febrero de 1741 Juan Antonio de Oreytia celebra compañía con Juan Antonio
Bravo de Saravia, para trabajar sus 16 varas de mina que posee en la yeta de
Nuestra, Señora de la Soledad contigua a la de Santa Rosa.
En 1835, todavía, era trabajado este mineral por un señor Elías Bravo.
En Junio de 1706, don Francisco Pérez de los Ríos y doña Elena Pérez de los
Ríos (madre he hija) venden, al Capitán Juan de Oreytia, 90 varas de mina en la
yeta de Sta. Rosa.
En 1835, todavía, era trabajado este mineral por un señor Elías Bravo.
Cancharani.
las brisas del Lago Sagrado, servían para fundir los minerales separado con
técnicas incaicas, la plata del resto de minerales inservibles. Estos eran las
famosas “guairanas” y no “guaironas” como escriben aquellos que ignoran el habla
de los Incas.
Este cerro debió haber sido explotado desde fines del siglo XVII, pues, en Mayo
de 1700 hallamos a Pedro Martín de Vargas como dueño de la mina de Santa
Cruz de Cancharani, quien forma compañía con el Capitán José Durán para
explotar esta mina.
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En este cerro de Cancharani estuvo la riquísima mina de San Luis como muchas
bocas como la 24 que fue la descubridora, la famosa de los Apóstoles y la de
Tamayo.
Esta mina de los Apóstoles que hemos mencionado, dicen que fue espléndida en
minerales de plata, tanto que ha dado lugar a una especie de leyenda que atribuye
que sus poseedores eran 12 y a quienes se les denominaba los Apóstoles. Sin
embargo, la verdad es que esta mina perteneció a doña María Teresa Tenaquero,
suegra de don Miguel Jacinto San Román quien las hizo trabajar, allá por 1735, y,
es muy probable la hizo suya posteriormente al haberla heredado su esposa
Manuela Josefa.
El Manto
El Manto era otra de las zonas mineralizadas de los alrededores de Puno, fue
explotado desde mediados del siglo XVII, hasta muy avanzado el siglo XIX, prueba
de ello es que en Abril de 1700, los capitanes don Juan Freyre de Andrade y Juan
de Oreytia convienen en trabajar las labores y estacas que poseen en la yeta San
Pedro y San Pablo de la ladera del manto. Por esta época otro poseedor de mina
y socavón en esta ladera era el Capitán Juan del camino y Cabeza, a quien don
Marcos García de Arriaga le donó 15 varas de mina en el tajo del lnga en la yeta
de San Francisco de Andrés de Rosas (y que eses año de 1701, eran de
Francisco Vera), y con ellas de Antonio de Andrade.
10 varas de mina en la yeta de San Pedro y San Pablo, pagados a las de la madre
de Valeriano Durán.
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En Noviembre de 1729, doña Juana de Rosas, mujer de José de Ulloa, vende una
estaca entera de 60 varas de mina en la yeta ya mencionada del señor San
Miguel, pagadas a los de Lorenzo de Rosas, al capitán don Claudio de Mosquera,
azoguero y dueño de minas.
El asiento de San Luis de AIva, es sin duda alguna, tan famosos, el asiento de
Laykakota o como de Cancharani, con el agregado de que aquí se levantó todo un
pueblo que, a la llegada del Conde de Lemos a esta rica minería fue destruido y su
población trasladada al pueblo de Puno en 1668.
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En 1619, el Virrey Conde de la Gomera mando fundar este asiento minero, “cuya
inmensa riqueza fue tal que por la gente empleada en sus labores utilizaba el
prelado de la diócesis 14,00 pesos sólo del ramo del cuarto funeral”. Y hubo
minero que alquiló la mina de la Fragua en 1400 pesos diarios.
A fines del siglo XVIII estas minas estaban un tanto abandonadas tanto que
hicieron escribir a don Cosme Bueno: “este mineral dio inmensas riquezas y aún
pudiera dar muchas si hubiera gente y ánimos para empeñarse en sus labores.
Otras Minas
Por aquellos años, en Azángaro, las minas que aún se seguían trabajando eran
las del asiento de Poto de las que se extraía alrededor de 2400 onzas de oro al
año. Como dato interesante anotaremos que el Coronel Juan Bustamante, el
famoso “mundo Puricuj”, trotamundo defensor de los indios, por cuya causa
ofrendó la vida, en Enero de 1854, tomó en alquiler la hacienda mineral de Poto
del Distrito de Muñani, en Azángaro, dedicándose a trabajar las minas de oro que
allí existían, de donde creemos provino su riqueza que lo convirtió en un admirable
filántropo.
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A fines del siglo XVII hacia el lado de la selva, los centros mineros más
importantes eran Patambuco y Chaquiminas dependientes de Sandia; San Juan
del Oro, dependiente de Quiaca; Ituata, Ollachea y Corani, dependientes de
Ayapata; y Alpacato, Limbani y Checani, dependientes de Phara.
“Los dramáticos sucesos que culminan en la lucha del virrey Conde de Lemos
contra los hermanos Salcedo, tienen, desde el punto de vista social dos
características de trascendencia. En primer lugar, es la lucha de la autoridad
política encarnada por el Grande de España contra el poder económico que, por
ser fuerte, tiende a desmandarse; lucha implacable; con menosprecio de
conveniencias o ventajas, que en tiempos posteriores no parece concebible. En
este caso, es la lucha entre el armiño, símbolo de la aristocracia, contra la plata,
símbolo de la riqueza; o, mejor dicho, entre el blasón y la mina, entre la sangre
azul y la sangre roja”.
impunes del poderoso, ora abusos de la autoridad con fines de despojo, o por
simple animadversión a causa de la violencia que les produce ver improvisados
que se vuelven millonarios de la noche a la mañana.
barrenar, “encontrando una rica mina de plata blanca”, que pudo ser extraída a
poco costo, abriéndose dos bocas principales, la de “Las Animas” a la de
“Laykakota la baja”. Se asegura que de esta última, en una sola noche José
Salcedo sacó 93 bolsas de mineral, por el valor de más de cien mil pesos. En la
misma mina obtuvo un bloque de plata maciza y sin mezcla, que pudo ser
marcado como si fuera barra una vez fundido para separar el quinto del rey. La
riqueza del asiento se extendía en los alrededores: los cerros de Cancharani, el
del “Azogue” y otros.
Se asegura que entre los dos hermanos Salcedo, en unos siete u ocho años,
obtuvieron de las minas de Laykakota más de 24 millones de pesos, y, estando a
otras informaciones, el quinto real llegó a exceder de un millón al año o sea una
producción de más de cinco millones anuales. Bargallo (Capitulo “Las Minas del
Perú”, de su obra “La Minería y la Metalurgia en la América Española durante la
época colonial”) hace esta apreciación: “Es probable que los Salcedo fueran los
hombres más ricos de época, en América; y su fama de generosos con los
humildes y hasta con los oidores, perduró largos años”.
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Contando ya con alguna fuerza que el permitiera hacer valer su autoridad. Peredo
hizo publicar un bando en Laykakota haciendo un llamamiento a los vasallos
leales. Las vicuñas y partidarios de los Salcedo respondieron convocando una
concentración en Juliaca, consiguiendo el respaldo del Corregidor del distrito Juan
Salazar. Mientras tanto, Gaspar Salcedo, reclutaba gente en el Cuzco, enviando a
los amotinados armas y dinero, de modo que pronto formaron un cuerpo de
alrededor de 900 hombres.
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Los datos de Lemos no coinciden con otros, según los cuales, recogidos en el
Diccionario Histórico Biográfico de Manuel de Mendiburu, “después de la prisión
de muchos y de la fuga de más de dos mil individuos, fueron ejecutados 42 en
suplicios públicos, inclusive José Salcedo, sus dependiente y principales amigos”
hubo 72 llamados por edictos y pregones y condenados a muerte en rebeldía, uno
de ellos Gaspar Salcedo...” Este último se encontraba preso en Lima, lo que
probablemente le salvó la vida, y fue después condenado a seis años de destierro,
al pago de las costas procesales, y además 12,000 pesos.
Por la real disposición ejecutoriada se mandó devolver a Gaspar Salcedo todos los
bienes embargados. Años más tarde, el Rey Felipe V, con fecha 13 de noviembre
de 1703, concedió el titulo de Marquez de Lillanica de Salcedo a un hijo de José
Salcedo, del mismo nombre de éste.
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Otras minas que se mencionan son las: Minas de Paratía y otros en Lampa.
Las Minas de Carabaya (Oro), AsilIo, Sandia (Plata), Azángaro (Oro).
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