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Teoría Sociológica 2

Profesora: Deborah Delgado


Jefa de práctica: Alba Granados
Shirley Barrantes Baca 20150734

En el primer capítulo de su libro “El interaccionismo simbólico: perspectiva y método”, el autor


empieza señalando que el término "interaccionismo simbólico" designa un enfoque
relativamente definido del estudio de la vida de los grupos humanos y del comportamiento del
hombre. No obstante, hasta el momento no se ha formulado claramente una postura que
defienda dicho concepto, así como no existe una exposición razonada del valor metodológico de
este tipo de enfoque. El autor se basa, principalmente en el pensamiento de George Herbert
Mead, quien puso las bases del enfoque del interaccionismo simbólico. El interaccionismo
simbólico se encuentra basado en el análisis de tres premisas. La primera de ellas menciona que
el ser humano orienta sus actos hacia las cosas en función de lo que éstas significan para él –
con el término “cosas” hace referencia a todo aquello que una persona puede percibir en su
mundo. El significado que las cosas encierran para el ser humano constituye un elemento central
en sí mismo. Así, una falta de consideración del significado de las cosas conforme al cual
actúan las personas, como sucede en la psicología o sociología, equivale a falsear el
comportamiento sometido a estudio, al restarse importancia al significado en beneficio de los
factores que supuestamente motivan la conducta. La segunda premisa señala que el significado
de estas cosas se deriva de la interacción social que cada quien mantiene con el otro. El
interaccionismo simbólico no cree que el significado emane de la estructura intrínseca de la cosa
que lo posee ni que surja como consecuencia de una fusión de elementos psicológicos en la
persona, sino que es fruto del proceso de interacción entre los individuos. El significado, de esta
forma, es un producto social, una creación que surge de y a través de las actividades definitorias
de los individuos a medida que éstos interactúan. Por último, la tercera es que los significados
se manipulan y modifican mediante un proceso interpretativo desarrollado por la persona al
enfrentarse con las cosas que va hallando a su paso. La utilización del significado por la persona
que actúa se produce a través de un proceso de interpretación, el cual consta de dos etapas: en
un primer momento, el agente se indica a sí mismo cuáles son las cosas hacia las que se
encaminan sus actos; luego, como resultado de este proceso, la interpretación se convierte en
una manipulación de significados.

Al encontrarse basado en tales premisas, el interaccionismo simbólico conduce necesariamente


al desarrollo de un esquema analítico, y se encuentra cimentado en una serie de imágenes
radicales. Una de ellas es la naturaleza de la vida en las sociedades y grupos humanos formados
por individuos comprometidos en la acción. Este concepto de la sociedad humana como acción
tiene que ser el punto de partida de todo esquema que pretenda tratar y analizar la sociedad
empíricamente. La segunda imagen mencionada es la naturaleza de la interacción social. Una
sociedad está conformada por individuos que entablan una interacción con los demás,
produciéndose así las actividades de cada miembro en relación con las de los demás. El
interaccionismo simbólico no se limita a aceptar la interacción social, sino que le reconoce una
importancia vital en sí misma que reside en el hecho de que la interacción es un proceso que
forma el comportamiento humano, en lugar de ser un simple medio o marco para la expresión y
liberación del mismo. La naturaleza de los objetos es otra imagen, a partir de la cual se afirma
que los mundos que existen para los seres humanos y para los grupos formados por éstos se
componen de objetos producto de la interacción simbólica. Así, un objeto es todo aquello que
puede ser indicado, todo lo que puede señalarse o a lo cual puede hacerse referencia. Estos se
pueden agrupar en tres categorías: objetos físicos, sociales y abstractos. La naturaleza de un
objeto consiste en el significado que encierra para la persona que como tal lo considera; ello
determina el modo en que una persona ve el objeto, la manera en que está dispuesta a actuar con
respecto al mismo y la forma en la cual se dispone a hablar de él. Una cuarta imagen es la del
ser humano considerado como organismo agente, capaz de hacer indicaciones a los otros e
interpretar las que éstos formulan, obteniendo así una descripción del ser humano como un
organismo que entabla una interacción consigo mismo a través de un proceso social de
autoformulación de indicaciones. De ello se deriva la quinta imagen, según la cual la capacidad
de la persona para autoformularse indicaciones confiere a la acción humana un carácter
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Jefa de práctica: Alba Granados
Shirley Barrantes Baca 20150734
distintivo, lo que significa que el individuo se halla ante un mundo que debe interpretar para
poder actuar y no ante un entorno frente al que responde en virtud de su propia organización.
Por último, está la interconexión de la acción. La articulación de las líneas de acción de distintos
miembros de un grupo origina y constituye la acción conjunta, es decir, una organización
comunitaria de comportamiento basada en los diferentes actos de los diversos participantes.
Existen tres puntos acerca de las implicaciones de la concatenación que representa la acción
conjunta. El primero señala que en la mayoría de las situaciones en que las personas actúan con
respecto a otras, los individuos cuentan de antemano con un profundo conocimiento del modo
en que han de comportarse y de cómo se comportarán los demás; el segundo se refiere a la
extensa conexión de las acciones que componen una parte tan amplia de la vida de grupo; y,
finalmente, todo tipo de acción conjunta – de reciente formación o hace tiempo consolidada – ha
surgido necesariamente de un historial de acciones previas de los participantes.

Los principios metodológicos del interaccionismo simbólico deben cumplir los requisitos
fundamentales de la ciencia empírica. El mundo empírico consta de un carácter que debe ser
explorado y descubierto por medio de la observación, el estudio y el análisis, y se mantiene
inmutable ante el observador científico. Por su parte, la metodología abarca la investigación
científica en su totalidad y no sólo un sector o aspecto seleccionados de la misma. Los aspectos
más importantes de la investigación científica , indispensables para la labor de la ciencia
empírica son seis: la posesión y utilización de una descripción o esquema previo del mundo
empírico en estudio; una formulación de preguntas sobre el mundo empírico y transformación
de las preguntas en problemas; la determinación de los datos de interés y de los caminos a
seguir para obtenerlos; una determinación de las relaciones entre los datos; la interpretación de
los hallazgos; y la utilización de conceptos. Asimismo, cada una de las partes de ese acto debe
ser sometida a la prueba del mundo empírico y validada por dicha prueba; así, la realidad debe
descubrirse examinando ese mundo, y no a través de los análisis o la elaboración de los métodos
utilizados para estudiarlo. Ninguno de los cuatro medios habitualmente empleados – sujeción al
protocolo científico, insistencia en la reproducción, verificación de hipótesis y aplicación del
procedimiento operacional –, proporciona la validación empírica que requiere la auténtica
ciencia social empírica. Por otro lado, el mundo empírico sometido a estudio es el que
proporcionó la respuesta decisiva sobre la investigación emprendida. El mundo empírico, en el
caso de los seres humanos, constituye su vida de grupo. Se hace referencia a Charles Darwin,
quien sirve de ejemplo al presentar un juicio riguroso. Ello se hace notar en el análisis de sus
dos partes fundamentales – necesarias para un examen directo del mundo social empírico –, a
las que el autor denomina "exploración" e "inspección".

Finalmente, el autor señala algunas de las consecuencias metodológicas más importantes del
punto de vista del interaccionismo simbólico a propósito de la vida humana de grupo y de la
acción social. En primer lugar, individual o colectivamente, las personas están preparadas para
actuar en función del significado de los objetos que configuran su mundo, lo cual tiene
profundas implicaciones metodológicas. De igual manera, la asociación de las personas adopta
la forma de un proceso en el curso del cual cada uno formula indicaciones a las demás e
interpreta las que recibe de éstas. Por otro lado, los actos sociales, tanto individuales como
colectivos, surgen de un proceso en el que el agente advierte, interpreta y enjuicia las
situaciones con las que tropieza. Una cuarta consecuencia es que la compleja concatenación de
los actos que configuran las organizaciones, instituciones, división del trabajo y redes de
interdependencia no constituye algo estático, sino dinámico. La conclusión final a la que llega el
autor es que el interaccionismo simbólico se esfuerza por respetar la naturaleza del mundo
empírico y organizar un plan metodológico que la refleje.
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Profesora: Deborah Delgado
Jefa de práctica: Alba Granados
Shirley Barrantes Baca 20150734

COMENTARIO CRÍTICO

Tras una lectura reflexiva acerca del interaccionismo simbólico, pienso en la postura en la que,
debido a la perspectiva y pautas metodológicas que sigue el interaccionismo simbólico, se le
señala como una teoría en la que se acentúa el individualismo, por lo que podría encontrarse
difícil el hecho de dar una explicación a los grandes cambios sociales; ello debido a que el
interaccionismo simbólico se centraría, supuestamente, en círculos de interacción del sujeto,
siendo un método impreciso a la hora de realizar investigaciones. Frente a ello, considero que
dicha postura es errónea. Si bien dicho método parte del individuo que busca interpretar la
acción, no se puede olvidar la importancia que tiene el proceso mediante el cual los significados
se construyen producto de una interacción social con otros actores sociales, perdiendo así su
supuesto carácter individualista. Asimismo, el interaccionismo simbólico podría ser percibido
como un método que queda pequeño al momento de realizar el análisis de grandes estructuras;
sin embargo, considero que no sucede tal cual lo mencionado, ya que las acciones de los sujetos,
así como la forma en que percibe su entorno, y el tipo de relaciones y roles que maneja pueden
ser vistos como reflejo del grupo social al que pertenecen, grupo que es, al mismo tiempo, una
pequeña muestra de la sociedad en la que se encuentra inscrito.

Una segunda idea que emerge al pensar la lectura, es la relación o afinidad que podría existir
entre el interaccionismo simbólico y la fenomenología. La fenomenología, cuyo uno de sus
principales representantes es Alfred Schütz, asume que, debido a que las personas construyen
sus propios mundos sociales, estos mundos pueden tener una multiplicidad de significados,
dependiendo del observador. Así, las personas asumen que su mundo tiene una realidad
temporal y física definible, por lo que creen que la realidad se encontraría configurada por sus
experiencias subjetivas cotidianas. Ello llevaría al pensamiento de que los objetos no se pueden
considerar como separados de los sujetos que los perciben y que no pueden describirse aparte
del significado que estos sujetos adscriben a los objetos. Para Schütz, a partir de su definición
del significado como intersubjetivo, el problema del significado conlleva las vivencias tanto
propias como ajenas. Así, considero que tales ideas provenientes de la fenomenología de Schütz
pueden presentar, en cierta medida, un acercamiento al interaccionismo simbólico, ya que
ambas teorías señalan la importancia de construir el significado tomando en consideración al
otro y a partir de una interacción entre los sujetos, que es lo que suele ocurrir en el mundo de la
vida cotidiana.

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