Lección Nº 01
Tema: “Transfiguración”
Lucas 9:28-36
dice: “...Quién no escatimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse sino que se
despojó de si mismo haciéndose semejante al hombre”. Pero la transfiguración es el
momento en que el hombre se hace Dios, en que Jesús hombre se transfigura, se
produce la metamorfosis, la materia carnal se desintegra y el esplendor de la gloria
aparece. Este sí que es un hecho bien marcante, y Pedro no entiende lo que está
pasando pero dice: “...Bueno es para nosotros estar aquí {estamos sorprendidos,
es la primera vez, yo nunca pensé que iba a ser testigo del momento en que el Dios
que se hizo hombre vuelve a ser Dios}”... Y quiere quedarse y hacer una
enramada. Pero quiero marcarles los detalles, el lugar donde se hace la
transfiguración. El pasaje nos dice: “Subió al monte...”, y los otros evangelios,
refiriéndose a la misma condición, dicen: “Subió a lo más alto del monte...”. Los
montes en la Biblia son el lugar donde se solemnizan los actos divinos. El monte
Sinaí se incendió de la gloria de Dios. El monte Horeb recibió una zarza que ardía y
no se consumía. El monte Ararat fue testigo y testimonio del arca de Noé
descendiendo sobre el monte. El monte Carmelo fue testigo del fuego sagrado de lo
alto sobre el altar. Lo sublime de Dios, lo maravilloso de Dios se manifiesta siempre
en el monte.
El pasaje dice que la transfiguración se celebró subiendo al monte. Yo quiero decirle
hoy para que lo reciba en su espíritu, que hay dos momentos que a Dios le agradan
en el hombre. Son dos momentos importantes para Dios, y el primero es cuando el
hombre se humilla, porque cuando esto pasa quiere decir que el hombre a bajado.
El hombre humillado es un hombre bajando, un hombre en descenso, un hombre
que desde la posición que tiene a descendido a la experiencia de encontrarse
consigo mismo, y cuando alguien se encuentra consigo mismo, con su propio
pecado, con su propia debilidad, con sus propias «macanas» es un hombre que ha
descendido a lo más bajo. La Biblia lo llama humillación. Es el hombre que ha
descendido a encontrarse consigo mismo y ha reconocido quién es. Y a Dios le
place cuando el hombre está en descenso, cuando desciende de la posición en que
está a la posición de encontrarse consigo mismo. Pero la segunda ocasión en que
Dios se agrada es cuando el hombre va a lo alto, porque cuando va a lo alto es
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para encontrarse con Dios. La Biblia enseña que los milagros más sublimes, que las
experiencias más marcantes, que las necesidades más profundas fueron satisfechas
en lo alto. Dios se ha mostrado con gentileza, con poder y con victoria en dos
dimensiones: En las alturas, y en la profundidad de las cosas. Cuando Dios va a
actuar actúa siempre en lo alto, cuando el hombre se va a encontrar se encuentra
siempre en lo bajo consigo mismo. Y ahí la Palabra dice que subió al monte a orar,
en lo más sublime, en lo más alto encuentra uno a Dios. Basta recordar la historia
de Saúl cuando éste estaba buscando las asnas de su padre, y el hombre
desorientado y desesperado, que no podía encontrarlas, tuvo la brillante idea y se
dijo a sí mismo y a su criado: “...Vayamos a ver al vidente porque este nos
declarará donde están las asnas que hemos perdido”, y en 1º Samuel 9:19 dice: “Y
Samuel respondió a Saúl diciendo: Yo soy el vidente, y sube delante de mí al lugar
alto y te descubriré todo lo que está en tu corazón”.
La Biblia dice que ese joven subió al lugar alto y en el lugar alto se confrontó con el
profeta y este comenzó a discernir las intenciones del corazón, y en el lugar alto
descubrió la angustia de un Saúl que no encontraba las asnas de su padre, y en el
lugar alto el profeta le descubrió que él sería el rey, le descubrió el presente, el
futuro, y le habló de su pasado. Si alguien quiere un milagro, si alguien necesita
descubrir un secreto, si alguien quiere hallar algo perdido, si alguien quiere saber el
destino de su vida pues entonces este alguien deberá encontrarse con Dios pero
siempre en la altura, en lo más alto de su oración, en lo más alto de la
espiritualidad, en lo más alto de la soledad, porque Dios obra en las alturas de su
Presencia. La historia nos dice que la pesca milagrosa de Pedro se celebró en la
profundidad: Boga mar adentro... y en la profundidad del mar de Galilea encontraron
los peces. Los milagros no están en la superficialidad de las cosas, no están en la
orilla de la fe, no están en la orilla de la esperanza, sino que están en la
profundidad del espíritu. La revelación del presente y del futuro está a la altura de la
Presencia de Dios: “Y finalmente, la estéril esposa de Manoas, recibió la gran
noticia del ángel de Jehová que iba a concebir un hijo, Sansón, y cuando la estéril
llega a su casa le cuenta a su marido que cuando ella iba en el camino se le
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apareció un ángel y que el ángel le dijo que iba a tener un hijo cuyo nombre sería
Sansón, pero ahí está Manoas que no comprende lo que está pasando y la saca a
la mujer de la casa y le dice que lo lleve al camino donde se le apareció el ángel. Y
llegó al camino y el ángel no aparece y la Biblia dice que Manoas hizo un altar,
quemó ofrenda y holocausto, y cuando el humo de la ofrenda subió y se transformó
en una columna de humo en la cumbre, en lo más empinado de la nube de humo
apareció el ángel de Jehová para contarle a Manoas que su mujer tendrá un hijo”.
Estoy diciendo que el pasaje comienza hablando de que el hecho más sublime,
como es la transfiguración, se celebra en la altura de un monte. En lo alto Dios
concede el conocimiento del corazón, en lo profundo Dios entrega los milagros, y en
las alturas Dios contesta las oraciones. Si quiere que algo pase en su vida vaya a lo
más alto que pueda, a la más alta experiencia, a la más alta búsqueda, a la más
alta espiritualidad. El pasaje dice que en el monte se transfiguró. ¿Que produce la
transfiguración? Lo que produce cuando uno llega a la altura a encontrarse con el
cambio que produce Dios en la vida de cada uno de nosotros, el Vs.32 dice: “Y
Pedro, y los que estaban con él, estaban rendidos de sueño...” Hay dos ocasiones
en la Biblia en que los discípulos tienen sueño, en el monte de Getsemaní cuando
no pueden velar una hora y se duermen, y ésta. Pero en esta ocasión se están
durmiendo “... Mas permaneciendo despiertos vieron la gloria de Jesús”. El
cansancio es normal en cualquier ser humano, el sueño abraza a una mente
cansada, y es normal que cuando uno se relaja el sueño venga sobre la vida de
cualquier persona, pero lo que me impresiona es que Pedro y los dos que estaban
con él estaban rendidos de cansados, estaban acabados, sus fuerzas habían
terminado, habían estado todo el día con Jesús desde la madrugada, habían
caminado y velado con Jesús, habían escalado el monte de la Presencia y estaban
realmente cansados, pero algo acontece mientras ellos están cansados, empiezan a
vislumbrar que la luz de la gloria empieza a aparecer, que la metamorfosis de Jesús
se está llevando a cabo, y los tres que se están durmiendo están haciendo fuerza
para no dormirse aunque los ojos se les están cerrando, están permaneciendo en
fuerza porque la gloria está empezando a iluminarlo.
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Y dice la Biblia que ninguno de los tres se durmió, al contrario, los tres que se
estaban durmiendo cuando fueron iluminados por la gloria de Dios, y se levantó el
que estaba cansado, el que se dormía, Pedro, y va a buscar a Jesús y le propone
construir una choza, una enramada; el que se está cansado y se está durmiendo
ahora comienza a tener fuerza y vitalidad para construir un lugar y quedarse toda la
noche. Y hay una sola lectura posible para este hecho, y es que no hay cansancio,
no hay agotamiento que permanezca cuando la gloria de Jehová aparece; nuevas
son las fuerzas, porque los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas. El
cansado, el dormido, ahora quiere construir. Estoy diciendo que en el mundo natural
el cansancio se cura durmiendo; los médicos lo llaman cura de sueño pero el
cansancio de la mente, el cansancio del alma, el cansancio del corazón, la emoción
agotada por la tristeza, por las aflicciones, no se arregla durmiendo porque nadie
duerme cuando hay aflicción en el alma, pero el que está cansado en el alma solo
cuando ve la gloria de Jehová se anima a seguir construyendo una enramada.
Usted y yo necesitamos una transfiguración. Necesitamos más que una cura de
sueño, las aflicciones, el cansancio del alma, el estres, no se arregla durmiendo una
semana; el cansancio de la emoción, el cansancio de la batalla con los hijos, con el
esposo o con la esposa no se arregla durmiendo sino que se arregla viendo la
gloria de Jehová delante de nosotros y con la gloria somos capaces de volver a
edificar una vida de nuevo, a edificar otra vez el matrimonio, la relación con los
hijos, porque el que está mirando la gloria tiene fuerzas otra vez para volverlo a
intentar.
¿Que fue lo que los despertó? La transfiguración trajo a Moisés y a Elías, y hacía
más de dos mil años que habían muerto esos dos, y ahora aparecen. Moisés
representa la Ley, representa la Palabra de Dios. Moisés ha sido la Palabra por
generaciones, y la Palabra que Moisés dio de parte de Dios a Israel ha sido así.
Moisés es la Palabra y lo que despierta a los tres que se están durmiendo es la
Palabra de Dios, y si hay algo que anima y renueva las fuerzas y transforma al
hombre cansado, a la mujer quebrada, es una Palabra de Dios, una revelación del
cielo que entra en el espíritu y en el alma, entra en la mente, abre la dimensión del
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