Sistemas convencionales: estos sistemas son los primeros que se desarrollaron en el riego
por aspersión. Se dividen a su vez en:
o Sistemas fijos: se colocan los aspersores en el marco establecido, y el sistema de
tuberías puede ser enterrado o bien superficial, quedando como parte saliente y con la
altura adecuada el vástago donde irá incorporado el aspersor.
La elección de un sistema u otro se establece según los criterios técnico-económicos que permiten
o no su instalación, como son la superficie a regar, la orografía del terreno, el acceso a la
electricidad en la finca, etc.
El uso de sistemas de irrigación por goteo está muy extendido en cultivos extensivos (cereales,
forrajes, patata, remolacha, etc.) y hortícolas. Se utiliza en terrenos con orografía irregular, donde
los recursos hídricos son abundantes.
Ventajas de la aspersión:
Tiene un menor consumo de agua que los sistemas de riego por inundación.
Presenta una gran adaptabilidad a terrenos irregulares, con grandes diferencias de cota en su
superficie.
Su distribución sobre el material vegetal depende del viento, aunque a bajas velocidades es muy
homogénea.