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EJE TEMÁTICO Derecho Procesal IV (Derecho Procesal Público)

Sub-Eje Temático 1: PROCEDIMIENTO Y PROCESO ADMINISTRATIVO: Marco jurídico y características en la


Nación y en las Provincias. El agotamiento de la vía administrativa. Objeto y condiciones. Plazos para accionar.
Su naturaleza jurídica. La cuestión de la imprescriptibilidad de los vicios. Estrategias ante la mora
administrativa. Medios legales alternativos. Habilitación de la instancia. Objeto. La regulación procesal
administrativa en argentina. Características orgánicas y procesales en la Nación y en la Provincia de Córdoba.

1.1 Marco jurídico y características en la Nación y en las Provincias.

El procedimiento administrativo está formado por los cauces adjetivos dentro de los cuales se desenvuelve la
administración pública dentro de su propia esfera de actuación y que culmina con el dictado de un acto
administrativo. Existe un procedimiento general regulado en las leyes de procedimientos administrativos (V.g. Ley
6658 Provincia de Córdoba) y procedimientos especiales prescriptos en normas específicas entre los que se
destacan: la licitación (que es un mecanismo de selección de contratistas), el concurso (se utilizar para selección del
personal), el sumario (cauce previo a la aplicación de una sanción administrativa)
En el ámbito nacional el procedimiento general está regulado en la Ley 19.549 y en el Reglamento Nacional de
Procedimiento Administrativo (Decreto 1759/02).
A nivel local cada provincia y municipalidad tiene su regulación propia del procedimiento administrativo, siendo la
de la Provincia de Córdoba la Ley 6658.
El proceso administrativo, en cambio, es una serie concatenada de actos que finaliza con el dictado de una
sentencia dictada por un tribunal independiente perteneciente al Poder Judicial. En ese cauce la administración
pública interviene como demandada o como actora en el caso de la acción de lesividad.
En Córdoba, así como en otras provincias, existe un Código Contencioso Administrativo que regula todas las
cuestiones relativas al proceso que debe seguirse en este tipo de pleitos.
En el ámbito nacional, no encontramos un cuerpo legal específico que regule todas las cuestiones sino que
existe una marcada dispersión normativa. La justicia contencioso administrativa está regulada por el Título
IV de la ley 19.549, la Ley 3952, el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y leyes especificas que
regulan los recursos judiciales o directos en sectores específicos.

1.3.1. El agotamiento de la vía administrativa.

El agotamiento de la vía administrativa. Objeto y condiciones.


Los actos administrativos, deben ser cuestionados en sede administrativa mediante la interposición en tiempo y
forma de los recursos previstos en las leyes de procedimiento. Una vez agotadas las instancias administrativas el
acto puede ser revisado judicialmente.
Debe quedar bien en claro, que si el administrado no impugna en tiempo y forma el acto administrativo que le
causa gravamen éste deviene firme y no puede ser revisado judicialmente, quedando dentro de la zona de reserva
de la administración pública.
Debe quedar en claro que en el ámbito del derecho administrativo, rige la necesidad del agotamiento de la vía
administrativa como requisito previo e ineludible, para arribar a sede judicial con la intención de cuestionar los
actos de la administración pública. Como fundamento de esa prerrogativa de la administración pública se ha
invocado la necesidad de obtener una decisión de la autoridad jerárquica superior, de permitirle a está la
corrección de lo decidido en una instancia inferior, de posibilitar una etapa de conciliación entre las partes antes de
promover un pleito.

1.3.2 Plazos para accionar. Su naturaleza jurídica. La cuestión de la imprescriptibilidad de los vicios
Los actos administrativos deben ser impugnados en sede administrativa a través de la interposición de los recursos
reglados dentro de un plazo de caducidad. Una vez que se ha producido el agotamiento de la vía administrativa ese
acto debe ser cuestionado en sede judicial dentro de los plazos de caducidad que prevén las normas específicas. El
fenecimiento de esos términos fatales determina la firmeza de la decisión y la imposibilidad de su revisión judicial.
Existe una teoría que sostiene la “imprescriptibilidad de los vicios que poseen una nulidad absoluta”. A partir de
ello se considera que para el cuestionamiento de un acto administrativo que porta una nulidad absoluta e
insanable no existen plazos de caducidad ni de prescripción para promover acción judicial.

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Estrategias ante la mora administrativa. Medios legales alternativos.
La inactividad de la administración pública puede presentarse de dos formas:
1. Como una inactividad material frente al incumplimiento del Estado de sus obligaciones materiales, como
por ejemplo si se encuentra obligado constitucionalmente o legalmente a prestar un servicio y omite
hacerlo.
2. En segundo lugar, la inactividad puede ser de carácter formal, esto es, la falta de respuesta de la autoridad
pública ante una petición realizada por el administrado.
Por lo general, las consecuencias de este incumplimiento formal varían en cada regulación normativa. En algunos
ordenamientos, como el federal, se prevé que una vez vencidos los plazos para que la autoridad administrativa
resulte se produce la denegatoria tacita de lo solicitado por vía de silencio. En otros sistemas, en cambio, para que
se produzca el silencio es necesaria la interposición de un pronto despacho.

Estrategias ante la mora administrativa. Medios legales alternativos a nivel federal


El Art. 23 c) de la ley 19549 señala que podrá ser revisado judicialmente un acto administrativo cuando se diere el
supuesto de silencio o ambigüedad previsto en el Art. 10.
El Art. 10 de la LNPA establece el instituto de la denegatoria tácita para los supuestos que la administración no se
ha pronunciado dentro del plazo previsto al efecto. Ello implica otorgarle al silencio un efecto negativo de la
pretensión del administrado. Sólo puede atribuírsele un carácter positivo cuando lo autorice expresamente una
norma.
Si lo que se ha interpuesto es un recurso de reconsideración y existe una autoridad jerárquica superior deberá
solicitarse una vez vencido el plazo para resolver que se eleven las actuaciones al superior jerárquico. Si éste
tampoco resuelve dentro del plazo previsto para hacerlo vuelve a producirse la denegatoria tácita deberá
promoverse la demanda judicial dentro del término de prescripción, conforme lo establece el Art. 26 de la LNPA.
Ahora bien, si la normativa aplicable a la especie no especifica un plazo para que la administración resuelva, el Art.
10 prescribe que el mismo no podrá exceder los sesenta días. Una vez vencido éste el administrado deberá
interponer un pronto despacho y si transcurrieren otros treinta días sin producirse la resolución se considerara
configurado el silencio.

Habilitación de la instancia. Objeto.


La necesidad de habilitar la instancia como condición para demandar al Estado.
Como dijimos, a diferencia de lo que acontece cuando se enjuicia a sujetos particulares de manera previa a
demandar a la administración pública por el dictado de sus actos administrativos resulta preciso el agotamiento de
la vía administrativa a través de la interposición de los recursos administrativos necesarios dentro de los plazos
previstos en la Ley de Procedimientos administrativos aplicable a la especie. Una vez que el acto ha causado estado
deberá promoverse la demanda dentro de los plazos de caducidad previstos en la normativa.
Se ha señalado que un acto que causa estado es aquel que es definitivo contra el cual, se han interpuesto en
tiempo y forma los recursos administrativos, produciéndose el agotamiento de la vía administrativa.
Una vez promovida la demanda, el cumplimiento de estos recaudos le corresponde al tribunal contencioso
administrativo competente. Ese análisis previo a la notificación de la demanda se denomina habilitación de
instancia y de ser favorable implicará que el administrado está en condiciones de enjuiciar a la administración
pública.
El fundamento de la realización de este juicio previo tuvo por objeto evitar la tramitación de largos pleitos para
luego advertir que no se había agotado correctamente la vía administrativa o que se había soslayado el
cumplimiento de los plazos de caducidad para promover la acción contencioso administrativa.
Es necesario tener en cuenta que la jurisprudencia nacional y provincial ha sido contestes en afirmar que en éste
ámbito rige el principio de congruencia según el cual, deben mantenerse los agravios invocado en sede
administrativa al plantearse la acción judicial. Sin embargo, ello no impide que se puedan agregar nuevos
argumentos jurídicos

La regulación procesal administrativa en argentina.


La Revolución Francesa y el resto de los acontecimientos que se suscitaron en Europa a finales del Siglo XVIII
tuvieron una marcada influencia sobre el derecho público. Por una lado, sobre el esquema de división de poderes
del Estado y por el otro, sobre el surgimiento del Estado de Derecho.
Esa nueva realidad, implicó la subsunción de la actividad de la administración pública al bloque de juridicidad
integrado por la Constitución, tratados internacionales, leyes, reglamentos, principios generales del derecho,

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entre otros. De este modo, El control de la juridicidad del actuar estatal le corresponde en última instancia al Poder
Judicial.
Los cauces formales judiciales a través de los cuales se puede revisar la conformidad jurídica de las decisiones de la
administración pública varían ampliamente en el derecho comparado.
A grandes rasgos y al solo efecto de efectuar una clasificación, podemos distinguir entre sistemas judiciales,
administrativos y mixtos. En el primer modelo, el control de juridicidad se halla a cargo del Poder judicial. Esa
atribución puede ser atribuida a los jueces ordinarios como es el caso de Brasil, Estados Unidos, Japón, Inglaterra
y de nuestro país, que siguió en lo que hace a la organización del Poder Judicial al sistema norteamericano, o
que recaiga en cabeza de tribunales especializados en materia administrativa como acontece en España, Alemania
o Uruguay. Este último, es el sistema de la Provincia de Córdoba en tanto la competencia corresponde a
un tribunal especializado en materia contencioso administrativa.
El segundo modelo es aquel en el cual la titularidad del control de la administración se halla en cabeza de
autoridades comprendidas dentro de la propia organización administrativa, tal como fue concebido en Francia.
Cabe destacar que, a partir de la Revolución Francesa, se pensaba que juzgar a la administración era administrar
razón por la cual se vedó con base legislativa (Ley 16-24 de 1790) el sometimiento de la misma al Poder Judicial y
que implicó la creación de una justicia administrativa asignada al Consejo de Ministros y luego a los Ministros
cuando se suprime la colegialidad ministerial. En 1799 se transfieren esas competencias al creado Consejo de
Estado y al Consejo de Prefectura ingresando al periodo denominado como de “justicia retenida” en donde
dichos organismos preparaban los proyectos de decisión y era el Jefe de Estado el que aprobaba la medida.
Luego en 1882 se pasa a un sistema de “justicia delegada” donde va a ser el propio Consejo de Estado el que va a
decidir las cuestiones de modo definitivo. En 1953, se crean los Tribunales Administrativos que suceden a los
Consejos de Prefectura y en 1987 nacen los Tribunales Administrativos de Apelación que tomarán para sí la
gran parte de la competencia del Consejo de Estado.-
Los modelos mixtos, por su parte, son aquellos en los cuales el control de la actividad administrativa se
divide entre el Poder Judicial y la administración pública.
Así, ha sido estructurado el sistema italiano de controversias en cual la competencia se reparte entre el juez
ordinario y el juez administrativo, de acuerdo a la situación jurídica subjetiva en que se encuentra el administrado.
Corresponderá el control judicial en los supuestos de lesión a los derechos subjetivos del interesado y será
competente el juez administrativo frente a la afectación de un interés legítimo

Características orgánicas y procesales en la Nación y en las Provincias.


La regulación Constitucional de Córdoba ha contemplado expresamente lo relativo a la demandabilidad del Estado
provincial. En tal sentido, el Art. 178 de la Carta Magna provincial tiene establecido que “El Estado, los Municipios y
demás personas jurídicas públicas pueden ser demandadas ante los tribunales ordinarios sin necesidad de
formalidad ni autorización previa de la Legislatura y sin que en juicio deban gozar de privilegio alguno. La
actuación del Estado, los Municipios y demás personas jurídicas públicas en el ejercicio de Función administrativa
quedan sometidos al control judicial de acuerdo con lo que determine la ley de la materia y sin otro requisito que
el interesado haya agotado la vía administrativa”.
Ya en lo que hace a la regulación del sistema procesal contencioso administrativo cabe destacar que en Córdoba
existe un Código Contencioso desde el año 1984 el cual fue modificado en 1986 con la creación de las cámaras
contencioso administrativas como tribunales de primera instancia en la materia, cuestiones que antes eran
competencia del Tribunal Superior de Justicia. Esa es la “ley de la materia” ha que hace referencia la Constitución
provincial en la cláusula transcripta en el párrafo anterior.
El sistema de revisión de la actividad administrativa en la Provincia de Córdoba puede ser catalogado como
judicialista y especial, ya que dicha tarea está en cabeza de tribunales con competencia contencioso administrativo.
Ya sea por las Cámaras contencioso administrativas en la Capital y por las Cámaras Civiles, Comerciales y de Familia
en el interior.
La organización jurisdiccional en materia contenciosa administrativa se compone de la siguiente manera:
 El Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Contencioso administrativa, ya sea como segunda
instancia en los casos en que la Provincia es parte y por vía de recurso de casación o inconstitucionalidad en
los demás casos. En esa instancia actuará el Fiscal del Tribunal Superior de Justicia.
 Las Cámaras Contencioso Administrativas en la circunscripción capital, como primera instancia.
Se prevé la actuación del el Fiscal de Cámara Contencioso Administrativo.

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 En las Circunscripciones del interior de la Provincia, las Cámaras Civiles y Comerciales competentes con la
intervención del Fiscal de Cámara Civil.
El Art. 10 de la Ley 7182 establece que las Cámaras Contencioso Administrativas en la Primera Circunscripción
Judicial y las Cámaras en lo Civil y Comercial, en las demás Circunscripciones, conocen y resuelven en primera
instancia las causas en las que la Provincia sea parte (ello involucra a los entes descentralizados provinciales). En
estos casos el TSJ resuelve en segunda instancia los recursos de apelación que se interpongan.
En las demás causas, esto es cuando no sea parte la Provincia, dichos tribunales lo hacen en única instancia, sin
perjuicio de que pueda ocurrir por vía recursiva ante el Tribunal Superior de Justicia.

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Sub-Eje Temático 2: EL CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO: Acciones. Sistemas procesales: de unidad y de
pluralidad de acciones. Clases según la situación que tutelan: de plena jurisdicción y de ilegitimidad. Objeto,
partes, y características del procedimiento de cada acción. El proceso de lesividad. Objeto. Partes. La técnica
impugnatoria y los requisitos de legalidad de los actos administrativos particulares. Las medidas cautelares.
Sentencias. Efectos de las sentencias en las acciones de plena jurisdicción y en las de ilegitimidad. Ejecución
de las sentencias. Régimen Nacional y provincial.

Sistemas procesales: de unidad y de pluralidad de acciones. Comparación de sus ventajas e inconvenientes. Los
recursos directos asistémicos de la legislación nacional.
A diferencia de lo que veremos en el régimen de la Provincia de Córdoba, a nivel federal no resulta necesario para
el administrado individualizar la situación jurídica subjetiva que posee frente a la administración a la hora de
promover una demanda judicial ya que existe un sistema de unidad de acción frente a una pluralidad de
pretensiones.
Sin embargo, ello no significa que no deba acreditarse la existencia de una afectación concreta y por lo tanto la
existencia de una “causa” o “caso”, en los términos de la jurisprudencia de la Corte Suprema Nacional.
Como dijimos con anterioridad no existe a nivel federal un Código que regula el proceso administrativo sino que
resultan de aplicación las normas que regulan el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. En virtud de ello, la
pretensión del administrado deberá encaminarse a través de un juicio de conocimiento.
También se halla prevista la acción de lesividad en el Art. 27 de la Ley 19.549. En esos casos el actor es la propia
administración pública que se ve obligada a demandar judicialmente la nulidad de su propio acto en los supuestos
en que no puede utilizar la potestad revocatoria en los términos de los Arts. 17 y 18 de la aludida ley. Esa limitación
se debe a que la decisión se encuentra firme y consentida y ha generado derechos subjetivos que se encuentran en
cumplimiento, de conformidad a lo previsto en el Art. 17 de la Ley 19.549.
Ese mismo cuerpo normativo establece en el Art. 27 que no existe un plazo de caducidad para promover la acción
sino solo de prescripción.

Los recursos asistemáticos en el orden federal


Desde la doctrina, se ha puesto de resalto la impropiedad terminológica de las denominaciones empleadas por las
diferentes normativas a la hora de referirse a estos cauces especiales de impugnación como recursos judiciales o
directos o de apelación. Se propicia, en general, la denominación de acción ya que, se trata de actos procesales en
los cuales se formula una pretensión en contra de un acto administrativo en donde sólo se cuestiona su legitimidad
y se peticiona su nulidad.
A tales mecanismos de impugnación se refiere el Art. 25 de la ley 19.549 en su último párrafo, al señalar que
“[cuando en virtud de una norma expresa la impugnación de acto administrativo deba hacerse por vía de
recurso, el plazo para deducirlo será de treinta (30) días desde la notificación de la resolución definitiva que
agote las instancias administrativas”.
Por su parte, Ávalos señala que se trata de un modo de impugnación contra actos administrativos pero que se
diferencia de la acción contencioso administrativa, en que existe una limitada posibilidad de adicionar a la
pretensión impugnatoria, un reclamo de daños y perjuicios.
Entonces, cuando la normativa aplicable a la especie se refiera al recurso directo o judicial debe colegirse, en
realidad, que se trata de una acción judicial que se la denomina como recurso, porque procede contra las
decisiones administrativas directamente ante la Cámara de Apelaciones. De ello, se desprende que para su
procedencia se requiere una decisión previa de la administración pública habida cuenta que por dicho cauce se
impugna un acto administrativo.
Tal circunstancia, como lo indica la doctrina obliga al administrado, de manera previa a promover la demanda
judicial ordinaria contra un acto administrativo, a verificar, en el caso, la inexistencia de un recurso específico pues,
la existencia del mismo obsta a la procedencia de la acción ordinaria habida cuenta que, no se trata de un
mecanismo de utilización optativo.
La situación de inseguridad en la que se encuentra el administrado se agrava más aún ante la inexistencia de
uniformidad acerca de dónde y ante quién deben interponerse tales piezas recursivas ya que, en algunos casos se
hace ante la misma autoridad administrativa que tiene la obligación de remitirlo a la justicia y en otros casos,
directamente en sede judicial.
La apertura a prueba. Siempre ha existido controversia en torno a la posibilidad de ofrecer y sustanciar prueba en
el marco de los recursos judiciales o directos. En contra de tal posibilidad, se ha esgrimido que en virtud de tratarse

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de un proceso que se sustancia, en general, ante las Cámaras de Apelaciones sólo pueden discutirse cuestiones de
puro derecho quedando excluidas las relativas a los hechos.
En la actualidad, esta última posición ha sido dejada de lado tanto por los tribunales como por la doctrina.

Recurso judicial previsto por la Ley de Educación Superior


Del contenido del Art. 94 del decreto 1759/72 (en adelante RLNPA) se desprende que son cuestionables a través
del recurso de alzada aquellos actos administrativos que emanen del órgano superior de un ente autárquico dentro
de los cuales se incluyen las Universidades Nacionales.
Como ha sido señalado, la sanción de la Ley 24.521 ha derogado esa disposición pues, su Art.32 contempla un
recurso judicial de apelación ante la Cámara Federal de Apelaciones para cuestionar las decisiones del órgano
superior de las universidades nacionales.
Tal como lo indica Ávalos, a través del dicho cauce de impugnación pueden cuestionarse tanto las resoluciones
definitivas de las universidades nacionales, es decir, aquellas decisiones que resuelven el fondo del asunto,
lesionando el derecho subjetivo o interés legítimo, como aquellas resoluciones interlocutorias o de mero trámite
que pusieren fin o impidieren la continuación del procedimiento.
A los fines de requerir su revisión judicial resulta preciso que el acto que se impugna haya causado estado para que
sea procedente el aludido recurso judicial.
Con relación al plazo de interposición, la normativa aplicable no lo prevé con lo cual, se aplica el previsto por el Art.
25 último párrafo de la Ley 19.549 que establece que deberá interponerse dentro de los treinta días hábiles
judiciales.
Tampoco, la norma contempla lo relativo al trámite que debe imprimirse tal mecanismo de impugnación. En
general, los tribunales a posteriori del requerimiento de las actuaciones administrativas, corren un traslado a la
administración. Luego de ello y vencida la etapa probatoria, las partes alegan y la causa se encuentra en
condiciones de ser resuelta. Al dictar sentencia el análisis del juez se circunscribe a la legitimidad de la decisión.
Ante la sentencia que resuelve el planteo no existe apelación sino sólo recurso extraordinario federal

Recurso judicial previsto por la Ley Marco de Regulación de Empleo Público Nacional
El capítulo VIII de la Ley 25.164, en su Art. 39 prevé que “Contra los actos administrativos que dispongan la
aplicación de sanciones al personal amparado por la estabilidad prevista en este régimen, el agente afectado
podrá optar por impugnarlo por la vía administrativa común y una vez agotada ésta acudir a sede judicial, o
recurrir directamente por ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal o
por ante las cámaras federales con asiento en las provincias, según corresponda conforme al lugar de prestación
de servicios del agente”.
Como puede advertirse, el personal que goce de estabilidad (no el contratado) y que sea el sujeto pasivo de una
sanción disciplinaria, posee un doble camino para obtener la revisión judicial de la misma. Pues, por un lado puede
utilizar la vía normal, agotar la vía administrativa y luego iniciar una demanda ordinaria dentro del plazo de
caducidad de treinta días hábiles judiciales (Art. 25 de la ley 19.549), ante el juzgado federal de primera instancia
que corresponda.
Por otro lado, tienen la posibilidad de impugnar directamente la sanción ante la Cámara Federal que corresponda.
La competencia del tribunal en este supuesto se determina de acuerdo al lugar en donde el agente presta sus
servicios.
A esos efectos, debe tenerse en cuenta que “ambas vías son excluyentes, en el sentido de que la opción formulada
inhibe la utilización de cualquier otra vía o acción”.
De este modo, la disposición analizada innova con relación al régimen anterior, previsto en la Ley 22.140, en tanto
esta sólo permitía la posibilidad impugnatoria cuando se trataba de sanciones que disponían la cesantía o la
exoneración del agente. En cambio, el nuevo régimen permite la impugnación de cualquier tipo de sanción de
carácter disciplinario.
El objeto de la impugnación de la sanción –tanto si se elige agotar la vía administrativa como si se impugna
directamente la decisión ante la Cámara Federal- debe fundarse en la nulidad de la decisión que se cuestiona por
aplicación de lo dispuesto en los Arts. 14 y 15 de la Ley 19.549.
Pero, si se decide utilizar este último camino debe considerarse que “el recurso judicial directo sólo podrá fundarse
en la ilegitimidad de la sanción, con expresa indicación de las normas presuntamente violadas o de los vicios que se
atribuyen al sumario instruido”, conforme lo establece el último párrafo del Art. 39 de la Ley 25.164.
Tal como lo prevé el Art. 40 de la citada norma, el recurso judicial deberá interponerse ante el tribunal competente
dentro del plazo de noventas días contados a partir de la notificación del acto sancionatorio.

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A diferencia de lo previsto por la Ley de Educación Superior, el régimen de empleo público tiene reglado el trámite
judicial. Así, una vez promovida la demanda, el tribunal requerirá el expediente administrativo con el legajo
personal del recurrente el que deberá ser remitido dentro de los diez días de requerido.
Luego de recibidas las actuaciones administrativas por el Tribunal, éste correrá traslado por el término perentorio
de diez (10) días hábiles judiciales al recurrente sancionado y posteriormente, a la administración.
A partir del vencimiento de tales plazos para contestar los traslados, y luego de cumplimentadas las medidas para
mejor proveer que pudiera haber dispuesto el Tribunal, llamará autos para sentencia la que deberá ser dictada
dentro del término de sesenta (60) días hábiles judiciales.
Como podrá advertirse, el precepto legal analizado no contempla la posibilidad de diligenciar y producir prueba. A
pesar de ello, Gallegos Frediani ha manifestado que el Tribunal en uso de las facultades previstas en el Art. 36 del
CPCCN y a los fines de proteger el derecho de defensa del sancionado, puede abrir la causa a prueba.
Tal como lo prescribe el Art. 41, en el supuesto en que la sentencia sea favorable al agente sancionado y la misma
ordene su reincorporación la administración demandada deberá habilitar una vacante de igual categoría a la que
revistaba. La norma prevé, también, la posibilidad de que el agente pueda optar por percibir la indemnización
prevista en el Art. 11 de dicho cuerpo legal, renunciando al derecho de reincorporación Ya se ha analizado supra la
vinculación entre los recursos judiciales y el amparo en punto respectivo al que remitimos. A pesar de ello
destacamos la opinión de Gallegos Frediani que ha señalado que si el empleado sancionado interpone una acción
de amparo a los fines de cuestionar la sanción impuesta el juez de primera instancia no tiene facultades para
declarase incompetente y remitir las actuaciones a la Cámara de Apelaciones.

Defensa de consumidor.
El Art. 45 de la Ley de Defensa del Consumidor (Ley 22.240) tiene establecido que los actos administrativos que
dispongan sanciones en el ámbito de dicha ley podrán ser recurridos por ante la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Contencioso Administrativo Federal, o ante las cámaras federales de apelaciones con asiento en las
provincias. La competencia se determinará de conformidad al lugar en donde se haya cometido el hecho.
El recurso deberá interponerse ante la misma autoridad que dictó la resolución sancionatoria, dentro de los diez
(10) días hábiles contados a partir de su notificación y será concedido en relación y con efecto suspensivo, salvo en
aquellos supuesto en que se hubiera denegado medidas de prueba, en que será concedido libremente.
La última parte de dicho precepto legal tiene normado que “las provincias, dictarán las normas
referidas a la actuación de las autoridades administrativas locales, estableciendo un régimen de
procedimiento en forma compatible con el de sus respectivas constituciones”.
Sobre el punto, debe destacarse que en este supuesto las sanciones impuestas por una autoridad
provincial escapan al fuero federal y que su cuestionamiento deberá hacerse ante los jueces de la
provincia de que se trate.
Asimismo, resulta importante poner de resalto que los organismos de defensa del consumidor provinciales carecen
de competencia para aplicar sanciones a entes de carácter nacional o a las prestadoras de un servicio público de
carácter interjurisdiccional o nacional pues, dicha competencia les corresponde a las autoridades nacionales.
En este sentido, lo entendió la Corte Suprema Nacional en las causas “Telefónica de Argentina S.A.”166 y en Banco
de la Nación Argentina”167 en donde dejó sin efecto sanciones impuestas por oficinas locales.

Servicio Público de transporte


Tal como lo prevé el Art. 8 de la ley 21.844, los mecanismos de impugnación o revisión de las sanciones aplicadas
por infringir dicho cuerpo legal, difieren de acuerdo a la sanción que se trate.
Según tal régimen, si la sanción consiste en apercibimiento la misma sólo será pasible de recurso de
reconsideración quedando de ese modo exento de control judicial.
Asimismo, establece que el infractor de dicha ley que haya sido sancionado con multa posee la opción de apelar la
misma directamente ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo la vía administrativa ante la resolución del
secretario de Estado competente, la misma podrá apelarse ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal y
Contencioso Administrativo.
La norma prescribe en torno a los plazos que tanto las apelaciones como los recursos de reconsideración deberán
deducirse debidamente fundados, dentro de los diez (10) días de notificado el acto y ante el órgano de aplicación,
el que, en su caso, deberá elevar las actuaciones a la citada Cámara, dentro de los diez (10) días subsiguientes.

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Servicio Nacional de Sanidad Animal.
Conforme lo estatuye la Ley 23.899 en su Art. 26, en caso de violentar sus disposiciones las sanciones serán
aplicadas por el administrador general del Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA) o por el funcionario en
que la reglamentación delegue tal facultad, previo procedimiento que asegure el derecho de defensa del imputado.
Las sanciones que se impongan dentro de ese marco, serán revisables a través de recurso de apelación ante la
Cámara Federal con competencia en el lugar donde se hubiere cometido el hecho. Dicho recurso, deberá ser
interpuesto de manera fundada ante la misma autoridad que hubiere aplicado la sanción. El plazo para
interponerlo es de quince (15) días hábiles contados a partir de la notificación y debe tenerse en cuenta que si la
pena consiste en multa deberá pagarse previamente a la interposición del recurso.

Registro de la Propiedad del Automotor


La modificación al Decreto 6582/58170 efectuada por la ley 22.977171 en su Art. 37, determinó que fuera posible
recurrir las decisiones de los encargados de registros y las del organismo de aplicación (Dirección Nacional de los
Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor y de Créditos Prendarios) ante la Cámara Federal de
Apelaciones con competencia territorial en el lugar donde tenga su asiento el registro seccional cuya decisión se
recurre, y que el caso de la Capital Federal la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal.
A pesar de la vigencia de esa ley, recién se establecieron los diversos cauces de impugnación administrativa y su
trámite con la vigencia del Decreto 335/88172.
Es bueno destacar, que la revisión tiene lugar cuando la petición presentada por el interesado ante el Registro
pertinente es observada por este mediante una resolución.
Recién a partir de ello, nace la vía recursiva para el particular afectado. De este modo, dicho recurso es la única vía
de impugnación de las decisiones de los encargados de registro en cuestiones registrales y de las decisiones de la
Dirección Nacional en esas materias o en controversias meramente individuales.
El mencionado recurso deberá interponerse por escrito y de manera fundada ante el organismo que dictó la
resolución dentro del plazo de quince días y deberá contar para ello, con patrocinio letrado matriculado para actuar
ante el fuero federal.
Si el registro seccional que efectuó las observaciones, no revoca su decisión deberá elevar a la Dirección Nacional
dentro del quinto día siguiente a la impugnación.
La Dirección tiene facultades para revocar el acto impugnado dentro de los diez días hábiles administrativos
siguientes a la recepción de las actuaciones administrativas. Si no lo hace en el mismo término, deberá elevar las
actuaciones a la Cámara Federal competente.
En aquel supuesto en que el acto impugnado emane del Dirección Nacional y ésta decida mantener su decisión,
dentro de los diez días hábiles siguientes a la presentación del recurso deberá remitirlo a la Secretaria de Justicia
con las pertinentes observaciones.
La Secretaria de Justicia podrá revocar el acto impugnado dentro de los 30 días hábiles administrativos siguientes a
la recepción de las actuaciones. En caso contrario, deberá elevar las actuaciones al tribunal competente.
Una vez recibidas las actuaciones por el Tribunal este proveerá dentro de los diez días hábiles judiciales siguientes
la prueba ofrecida, desestimando la que juzgue impertinente. Una vez producida la prueba o desestimado su
ofrecimiento según el caso, el tribunal llamará a autos para sentencia pudiendo disponer de oficio medidas para
mejor proveer.
Tal como lo establece la normativa, el plazo para dictar sentencia será de sesenta días hábiles judiciales desde que
se encuentre firme el llamado a autos.

Clases según la situación que tutelan: de plena jurisdicción y de ilegitimidad


El sistema de acciones de la ley 7182 está diseñado a partir de la situación jurídica subjetiva que ostenta el
administrado habida cuenta que de acuerdo a la posición en que se encuentre variará la acción que deba
promover, pues se trata de un sistema de pluralidad de acciones.
A partir de ello, deberá promover la acción de plena jurisdicción el administrado que ostenta un derecho subjetivo
lesionado. En ese caso su pretensión tendrá por objeto el restablecimiento del derecho vulnerado a lo que podrá
adicionarse el reclamo de los daños y perjuicios provocados por el actuar de la administración.
En los casos de intereses legítimos, en cambio, el afectado deberá iniciar una acción de ilegitimidad cuya finalidad
es la declaración de nulidad del acto administrativo cuestionado sin que se encuentre prevista la posibilidad de
adicionar a esa pretensión un reclamo de indemnización. Esa prohibición carece de sentido jurídico y de
razonabilidad, y obliga al administrado a proveer luego un juicio ante la justicia ordinaria para reclamar los daños y

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perjuicios. Pues, también puede verificarse un daño a quien, por ejemplo, ha resultado excluido ilegítimamente de
un concurso para un cargo.
En esta acción tendrá participación el Fiscal de la Cámara en igual condición que todas las partes.
En virtud de ese diseño, resulta obligatorio para quien promueve la acción nominarla de acuerdo a su situación
jurídica subjetiva que posee. Es muy importante destacar, que este recaudo de catalogar la acción, ha sido
atemperado por la jurisprudencia del Tribunal Superior de Justicia (en adelante TSJ) en dos sentidos: primero se ha
considerado que la carencia de una situación jurídica subjetiva que amerite la intervención judicial sólo puede ser
declarada en la etapa de habilitación de instancia en aquellos casos en que ello surja de una manera evidente174.
En segundo lugar y con idéntico propósito, se ha permitido al administrado modificar la nominación de la acción
hasta que quede firme el proveído previsto en el Art. 11 que resuelve acerca de la habilitación de instancia.
La tercera acción que está prevista en la de lesividad pero en este caso el que acciona es el propio Estado. Ella tiene
por objeto peticionar la declaración de nulidad de sus propias decisiones en aquellos casos en donde no puede
ejercer la potestad revocatoria ante sí, por haber generado derechos subjetivos el acto administrativo, además de
encontrarse firme y consentido.
Esa acción, deberá ser promovida dentro de los seis meses conforme lo establece el Art. 8 de la Ley 7182. En este
tipo de pleitos también interviene el Fiscal de Cámara en igual condición que las partes.
A esos fines la autoridad accionante deberá acompañar a la demanda, el expediente en donde se dicto el acto
administrativo que se pretende dejar sin efecto.

Objeto, partes, y características del procedimiento de cada acción.


Según la ley 7182 pueden intervenir en carácter de legitimados activos y pasivos los siguientes sujetos procesales:
a) Los administrados, sean personas físicas o jurídicas, públicas o privadas;
b) La Administración: La Provincia, las Municipalidades, las entidades descentralizadas autárquicas y las personas
jurídicas que ejerzan función administrativa por autorización o delegación estatal, en defensa de sus prerrogativas
o competencias administrativas, y por lesividad de sus actos administrativos irrevocables;
c) El Fiscal de Cámara Contencioso Administrativo, el Fiscal de Cámara Civil; El Fiscal de Cámara Contencioso
Administrativo, el Fiscal de Cámara Civil y Comercial en las Circunscripciones Judiciales del interior de la Provincia, y
el Fiscal del Tribunal Superior de Justicia, en su caso, cuando corresponda, en el proceso de ilegitimidad.
El Código permite la intervención como parte en el juicio de aquellos sujetos favorecidos por la resolución que
motive la demanda. En ese carácter podrán intervenir en calidad de coadyudantes con la autoridad demandada y
con los mismos derechos que ésta. El ingreso al pleito en esa calidad procesal podrá ocurrir en cualquier momento
pero su presentación no podrá hacer retroceder el procedimiento ni interrumpir la tramitación de la causa.

El proceso de lesividad. En honor a la brevedad remitimos a lo desarrollado en el punto 2.1.2.


En la bibliografía básica este tema está desarrollado en los Capítulos XI y XII.
2.2. Demanda.

Al escrito de demanda deberá acompañarse:


a) El instrumento que acredite la representación invocada. A las autoridades y funcionarios públicos les bastará
invocar su condición de tales;
b) Los documentos que acrediten la posesión de la situación jurídico-subjetiva que reclama.
Resulta muy importante cumplir con este recaudo acompañando el acto administrativo, reglamento, ley o cláusula
constitucional que acredite los extremos que se invocan;
c) El testimonio del acto administrativo que motiva la acción deducida si se le hubiere entregado copia en el
momento de la notificación o, en su caso, la indicación precisa del expediente en que hubiere recaído;
d) En el caso de causa de lesividad, la administración acompañará el expediente administrativo en que se produjo el
acto presuntamente irregular.
Además, debe cumplirse con las siguientes exigencias:
1) Individualizarse el acto impugnado y detallarse su contenido;
2) Nominar el proceso que se deduce;
3) Efectuar una la relación de hechos y del derecho en que se funda la demanda;
4) Exponer lo que se demanda incluso dando detalles de todas las pretensiones aún cuando se persiga una condena
de contenido patrimonial, y la petición en términos claros y precisos.

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Una vez que ha quedado firme el decisorio que resuelve acerca de la habilitación de instancia deberá notificarse la
demanda. El Art. 14 establece algunas particularidades sobre esta cuestión prescribiendo que la notificación deberá
concretarse de la siguiente manera:
a) Si se accionare por actos imputables a:
1) La Administración pública centralizada o desconcentrada, a la Provincia;
2) La Cámara del Poder Legislativo, a la Provincia y a su Presidente;
3) El Poder Judicial, a la Provincia y al Tribunal Superior de Justicia;
4) El Tribunal de Cuentas, a la Provincia y a su Presidente.
En estos supuestos las notificaciones a la Provincia deberán efectuarse en la persona del titular del Poder Ejecutivo.
b) Si se promoviera contra una entidad descentralizada autárquica, al Presidente del Directorio o a quien ejerza el
cargo equivalente.
c) Si lo fuere contra una Municipalidad, se cumplirá la diligencia con el Intendente.
d) Si se interpone contra una entidad no estatal, a su representante legal.
e) En la causa de lesividad, a el o a los beneficiarios del acto impugnado.

2.1.1. La técnica impugnatoria y los requisitos de legalidad de los actos administrativos particulares.
Como ya hemos visto con anterioridad el proceso contencioso administrativo tiene por objeto el enjuiciamiento de
la voluntad de la autoridad pública explicitado a través de un acto administrativo.
Por esa razón, cuando esa decisión no cumple con los requisitos para su dictado puede ser impugnado en
sede administrativa a través de los recursos correspondientes y una vez agotadalas instancias administrativas
sometido al escrutinio judicial en donde el jue z controlará si esa decisión ha cumplido o no con sus requisitos
esenciales.

2.3. Las medidas cautelares. La progresiva “cautelarización” del accionar procesal.


La protección cautelar del administrado en el ámbito la jurisdicción contencioso administrativa federal ha ido
evolucionando en la última década en virtud de los avances jurisprudenciales que se han verificado, tal como ha
acontecido a nivel del derecho comparado.
El tema relativo a las medidas cautelares en contra de la administración es una problemática que ha adquirido
relevancia en los últimos tiempos; auge motivado en la excesiva demora de los procesos judiciales en
donde se ventila la pretensión de fondo lo que ha dado lugar a la cautelarización del sistema contencioso
administrativo.
En esa realidad actual resulta una práctica común que el administrado deposite todas sus expectativas en la
obtención de la medida cautelar al punto tal, que de no lograrlo, en reiteradas ocasiones, desiste de continuar
con el proceso principal, pues como ha destacado Vallefín la suerte de muchos procesos se juega en la etapa
cautelar.
El catálogo de mecanismos procesales a los que puede acudir el administrado para obtener la protección
cautelar de sus derechos es amplio y varía de acuerdo a si se ha exteriorizado la voluntad administrativa y,
en su caso a la forma en que lo ha hecho. Es por ello, que el grado de la idoneidad de la tutela cautelar varía de
acuerdo al tipo de actuación contra la cual se pretende asegurar el derecho del administrado.
A partir de ello, el esquema de medidas cautelares es el siguiente:
1) Medida cautelar suspensiva, si lo que se pretende es paralizar los efectos de un acto administrativo que
se considera gravoso. La misma puede ser planteada mientras se transita la instancia administrativa
(Medida cautelar autónoma) o conjuntamente con la demanda.
2) Si, en cambio, se procura hacer cesar es una omisión o la inejecución de un acto firme de la administración
pública la herramienta idónea será la medida cautelar positiva.
3) Por último, si lo que se pretende es la una defensa contra una vía de hecho se deberá intentar una medida de
innovar o no innovar habida cuenta que en este último caso desaparece la prerrogativa estatal y en virtud
de ello, deben utilizarse los mecanismos previstos para los sujetos privados

2.7. Sentencias
2.7.1. Contenido necesario propio de la técnica impugnatoria.
La ley 7182 impone que la resolución que se dicte debe ser congruente con los hechos invocados en sede
administrativa y que luego han dado sustento a la demanda y a su contestación.
2.7.2. Congruencia del decisorio y principio de verdad real.

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Como vimos más arriba rige en el proceso contencioso administrativo el principio de la “verdad material”. Ello
impone que los jueces al dictar sentencia no sólo deben guiarse por las argumentaciones y pruebas de las
partes sino que deben disponer aquellas medidas a los fines de dictar sentencia en base a lo que efectivamente
ocurrió.
2.7.3. Efectos de las sentencias en las acciones de plena jurisdicción y en las de ilegitimidad.
En la Ley 7182 el plazo para dictar sentencia es de sesenta días contados desde que se encuentre firme el
proveído de llamamiento de autos. Vencido el término para alegar de bien probado, el Tribunal llamará
"autos para sentencia" y, ejecutoriada esta providencia, dictará fallo dentro de sesenta días.
Limitaciones materiales. El Art. 38 de Código Contencioso Administrativo veda al tribunal pronunciarse acerca
de cuestiones relativas a derechos reales, personales o de otra naturaleza, encontrándose obligado a
circunscribir la decisión a la materia contenciosa administrativa, sometida a su decisión.
Por ese motivo, el Art. 39º dispone que “Las sentencias dictadas en causas contencioso administrativas, no
podrán ser invocadas ante los demás fueros judiciales, contra terceros, como prueba del reconocimiento de
derechos reales, personales o de otra naturaleza, por más que éstos hayan sido invocados y discutidos en el
juicio contencioso administrativo”.
En las causas de ilegitimidad, la sentencia se debe limitarse a resolver sobre validez del acto administrativo
impugnado y, en caso de declarar su nulidad, lo notificará a la autoridad que lo dictó y al Fiscal de Estado. En su
caso se dispondrá su publicación en su parte dispositiva, en el Boletín Oficial o en un periódico de circulación local.
A partir del cumplimiento de ese recaudo formal la sentencia tendrá efectos "erga omnes", sin perjuicio de los
derechos de terceros definitivamente consolidados.

2.7.8. Ejecución de las sentencias. Régimen Nacional y provincial.


Ejecución de sentencias en orden federal
Ante la ausencia de un Código contencioso administrativo en orden federal, el trámite de la ejecución de
sentencia se rige por las disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y por lo que establece la
ley 25344 sobre el punto.
Si la demanda ha tenido por objeto una pretensión impugnatoria de un acto administrativo la sentencia que
acoja la pretensión del administrado dispondrá la nulidad de la decisión y ordenará a la administración cumplir con
una obligación de hacer.
En caso de incumplimiento por la administración pública de la orden judicial el tribunal podrá disponer la
aplicación de astreintes o de los demás mecanismos coercitivos previstos en el C.P.C.C.N.
Las circunstancias varían si la sentencia condena al Estado al pago de una suma de dinero. Con concreta ingerencia
en estos aspectos -como bien lo destaca Ávalos- se han dictado en nuestro país numerosas declaraciones de
emergencia que has incidido –de una manera disvaliosa para el administrado- en el modo de ejecución de
sentencias en contra del Estado, ya sea suspendiendo su ejecución por un plazo determinado ya sea difiriendo
los pagos para posteriores ejercicios presupuestarios.
A este grave situación para la ejecución de sentencias en contra del Estado Nacional se suman las consolidaciones
de deudas dinerarias dispuestas desde entre 1990 y 2002, que implicaron su reemplazo por títulos públicos con
vencimiento a diez o quince años, su pesificación, otros.
En la actualidad el régimen previsto por la Ley 25.344 –que excluye las sumas inferiores a $1000-dispone la
cancelación de deudas de acuerdo a la disponibilidad de recursos con que cuente el Tesoro Nacional que se
prevean anualmente en el presupuesto nacional en el plazo máximo de diez años, lo cual presupone que se ha
efectuado la correspondiente asignación presupuestaria.

Ejecución de la Sentencia en la ley 7182.


Salvo en las causas de ilegitimidad, una vez producido el vencido del plazo establecido en la sentencia el
Tribunal le intimará su cumplimiento en un término razonable, acompañando a dicha comunicación un testimonio
del fallo.
Vencido ese nuevo término, sin que la autoridad obedezca la orden judicial, se procederá de conformidad
con lo dispuesto por el Código de Procedimiento Civil y Comercial, en lo referente a la ejecución de sentencia o
embargo.
En los casos en que la sentencia imponga una obligación de hacer a la administración pública y ésta no la
ejecutara en el término que se hubiere señalado, acusado el vencimiento por el interesado y previo
emplazamiento a la autoridad administrativa condenada, se intimará nuevamente por el plazo improrrogable

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de diez días y se pondrán todos los antecedentes en conocimiento de la Honorable Legislatura o del Concejo
Deliberante respectivo, en su caso.

Sentencias contra el Estado


A los efectos de la ejecución de sentencia debe tenerse presente que según la Const. Provincial “Los bienes del
Estado Provincial o Municipal no pueden ser objeto de embargos preventivos. La ley determina el tiempo de
cumplir sentencias condenatorias en contra del Estado Provincial y de los Municipios”, precepto que ha sido
declarado inconstitucional en reiteradas ocasiones.

Suspensión de la ejecución de sentencia.


En una clara prerrogativa atribuida a la autoridad pública, el Art. 52, excluyendo los casos en que se encuentre en
juego materia previsional, le autoriza a la autoridad administrativa vencida en juicio a requerir
fundadamente dentro de los quince días la suspensión de la ejecución de la sentencia por un plazo razonable
“por considerarla perjudicial al interés público”. A esos efectos, deberá adjuntarse al expediente judicial el acto
administrativo que así lo declara expresándose con precisión las razones específicas que así lo aconsejan. Al
hacerse la petición deberá ofrecerse indemnizar los daños y perjuicios derivados del aplazamiento del
cumplimiento de condena.
Sin embargo, es el Tribunal quien fijará, previa vista al interesado y de acuerdo a las razones de interés público
invocando, el plazo máximo de duración de la suspensión de la ejecución de la sentencia.

Sustitución de la condena
Es facultad del Tribunal de la causa, en los casos de sentencia de cumplimiento imposible, o que ocasione lesión
directa e inmediata al interés público, sustituir la condena por una indemnización compensatoria definitiva. Si así lo
decide, deberá determinar la indemnización correspondiente y fijar el plazo y la modalidad para su pago, con
previa audiencia de las partes y previo pedido de los informes que creyese necesario.
Pensamos que el uso de esa atribución en determinados casos puede devenir en su aplicación concreta
inconstitucional por vulnerar derechos supremos del administrado. Piénsese en el supuesto de que un agente
ha sido cesanteado ilegítimamente y luego de un proceso judicial se ordena su reincorporación. Si el tribunal
acepta la posibilidad de sustituir esa condena, violentará el derecho del empleado a llevar adelante su carrera
administrativa.
Cabe destacar que el cumplimiento de la condena antes del plazo de suspensión establecido, relevará a la
administración pública del pago de la parte proporcional de la indemnización por el período que no hubiere
vencido.

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Sub-Eje Temático 3: EL CONTROL JUDICIAL DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS QUE DEBEN SER PRECEDIDOS
DE AUDIENCIA PÚBLICA O DE OTRAS FORMAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA: Funcionalidad política y
jurídica de las audiencias públicas. Incidencia de la audiencia pública en los elementos del acto admi nistrativo
y en su control. El derecho de acceso a la información pública. Régimen nacional y provincial. Legitimación.
Limitaciones.
4.1. Funcionalidad política y jurídica de las audiencias públicas.
La audiencia pública es un procedimiento administrativo que posibilita la participación de los ciudadanos y
un mecanismo de consenso de la opinión pública. A partir de ello, cabe decir, que no consiste pura y
exclusivamente de un cauce de gestión que permite mayor ingerencia de los ciudadanos en las decisiones
que si no se trata de una exigencia jurídica.
En el ámbito nacional, algunos marcos regulatorios de los servicios públicos como el del gas natural
y la energía eléctrica prevén la obligatoriedad de la instrumentación de las audiencias públicas previo al dictado
de algunos actos administrativos como aquellos que disponen la modificación tarifaria. También, se ha
dispuesto su implementación en el marco de la renegociación de los contratos dispuesta por la ley 25.651.
A nivel provincial la ley 8835 en su Art. 20 autorizó al ERSEP a la convocatoria de audiencias
públicas. En consonancia con ello dicho organismo mediante el Anexo “B” de la Resolución General Nº 3
previó el mecanismo de participación pública en cuestiones de naturaleza técnicoeconómicas, regulatorias o de
control de los servicios públicos; de conflictos entre usuarios, prestadores y municipios o de cualquier otro
asunto en el que, por su trascendencia social o complejidad, fuera necesario, oportuno o conveniente
recabar la participación simultánea y contradictoria de los actores involucrados.-atribuyéndole un carácter
consultivo y no vinculante destinado a garantizar transparencia y eficiencia en la toma de decisión.
De ello, se deriva que las posiciones, opiniones, información y todos los elementos que se aporten de una manera
válida durante el procedimiento deberán ser tomados en consideración y valorados por la autoridad
regulatoria.

El Procedimiento. El procedimiento de audiencia pública deberá respetar los principios de juridicidad,


informalismo, participación, oralidad, instrucción e impulso de oficio, gratuidad, y economía procesal.
La decisión que disponga la convocatoria a audiencia pública deberá ser notificada a los sujetos que puedan
resultar alcanzados por la decisión que se adopte y deberá dársele la difusión y publicidad adecuada. Este
último aspecto es de suma importancia a los fines de lograr la concurrencia de la mayor cantidad de
interesados posibles.
En consonancia con ese objetivo, el Art. 7º del aludido cuerpo normativo dispone que “la convocatoria
deberá darse a conocer mediante la publicación en el Boletín Oficial de la Provincia de la resolución que así lo
disponga”, y que la misma deberá ser difundida, por al menos tres días sucesivos con una antelación no menor a
veinte días hábiles de la fecha de la audiencia, mediante aviso en por lo menos un diario de circulación provincial y
además, en su caso, en otro de alcance en el lugar de celebración de la audiencia. También podrá disponerse la
difusión adicional a través de medios de comunicación radial, televisiva o electrónica.”
En dicho avisos deberá especificarse claramente:
a) La relación sucinta del objeto de la audiencia;
b) la indicación precisa del lugar en donde puede recabarse mayor información y obtenerse copia y vista de las
presentaciones y demás documentación pertinente;
c) el plazo para la presentación de la solicitud de participación de los interesados, pretensiones y prueba;
d) lugar y fecha de celebración de las audiencias;
e) breve explicación del procedimiento y
f) toda otra información que la autoridad pública estime pertinente.

Legitimación. Podrán participar toda persona física o jurídica - pública o privada - que acredite derecho subjetivo
o interés legítimo, difuso o de incidencia colectiva, relacionado con la temática a discutirse en el procedimiento. A
esos efectos, los interesados deben inscribirse con un plazo de anticipación no inferior a tres días hábiles de la
fecha de iniciación de la misma. La inscripción se instrumentará por medio de un formulario confeccionado el
efecto por el Ente y se asentarán en un registro de participantes, de acuerdo al orden cronológico en que han sido
recibidos, debiendo acreditar en esa instancia la situación y formular por escrito sus pretensiones o
posiciones, adjuntando la prueba que obrare en su poder y ofreciendo aquella en que hubiera de valerse.

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Antes, del comienzo de la audiencia, el Directorio será el encargado de resolver acerca del derecho a
participar en la audiencia, decisión que en caso de ser negativa puede ser recurrida de acuerdo a los parámetros
analizados. Asimismo, quien no haya sido admitido podrá intervenir en la calidad de oyente y formular preguntas.
Una vez abierta la audiencia pública por el Presidente del ERSEP se procederá a la lectura de la resolución y del
aviso de convocatoria. Seguidamente, se nominará los participantes admitidos y acreditados y en el orden de su
inscripción en el registro de participantes, se dará lectura a las pretensiones o posiciones propuestas, se
incorporará la prueba acompañada y se hará constar la ofrecida por los interesados.
A partir de entonces, comienza la etapa del debate en donde se concederá la palabra en forma sucesiva a cada
participante a fin que ratifique, rectifique, fundamente o amplíe su presentación original. Finalizada esa fase, el
Directorio proveerá a la prueba ofrecida y dispondrá su producción inmediata, siempre que ello sea posible. De lo
contrario se pasará a un cuarto intermedio.
Una vez receptada e incorporada la totalidad de la prueba, se concederá la palabra a los participantes a fin
de hacer mérito de ella y expongan conclusiones. Acto seguido, se dará por clausurada la audiencia pública y
pasará el asunto a resolución del Directorio que deberá expedirse dentro del plazo de treinta días hábiles.
La resolución que se dicte será publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Córdoba y difundida del
modo indicado en el Artículo 7°, con el propósito de darle una adecuada difusión también será notificada
personalmente o por cédula a los participantes.
Tal como lo hemos expuesto en unidad anterior la resolución que se adopte causa estado y agota la vía
administrativa sin necesidad de recurso administrativo alguno, pudiendo ser revisado judicialmente por el
fuero contencioso administrativa dentro de los treinta días hábiles judiciales.

4.4. Incidencia de la audiencia pública en los elementos del acto administrativo y en su control.
El incumplimiento de la autoridad administrativa en la instrumentación de la audiencia pública antes de
tomar una decisión, determina la nulidad absoluta del acto administrativo en aquellos casos en que ha sido
prevista como obligatoria por encontrarse viciada el acto administrativo el elemento procedimiento.
A los fines de ilustrar esta temática, traemos a colación lo sentenciado por la Corte Nacional en la causa “Adidas”.
En tal caso, la actora y otras empresas del rubro del calzado promovieron una acción de amparo en contra del
Estado Nacional, solicitando la nulidad de una resolución del Ministerio de Economía por medio de la cual
se dispuso la salvaguardia a la importación de calzados provenientes de terceros países del MERCOSUR,
basándose en que la normativa vigente a los fines de tal prórroga requería, previamente, la realización de una
investigación entre las partes interesadas y la Comisión Nacional de Comercio con las audiencias públicas
respectivas. El Tribunal -remitiendo al dictamen de la Procuradora- confirmó lo decidido en las anteriores
instancias, en cuanto habían hecho lugar al amparo por encontrarse manifiestamente viciado el elemento forma,
por la omisión del procedimiento de audiencia pública. Más recientemente, el Alto Tribunal in re “Defensor del
Pueblo”en donde se impugnaba por vía de amparo una resolución de la Secretaría de Telecomunicaciones se
declaró la nulidad de tal acto administrativo en virtud de que no se había realizado la audiencia pública. En
tal sentido, señaló que la omisión infundada, por lo demás de otorgar a los usuarios la posibilidad de
participar, con carácter previo y como requisito de validez, en la elaboración de la resolución 2926/99,
resulta manifiestamente ilegal, lo que habilita la procedencia de la acción de amparo.
Además, debe tenerse en cuenta que si la autoridad administrativa al dictar la decisión no analiza las observaciones
realizadas en el ámbito de la audiencia pública, el acto administrativo portará un vicio en la motivación que
determinará su nulidad absoluta e insanable.

4.5. El derecho de acceso a la información pública. Régimen nacional y provincial. Legitimación. Limitaciones.

El acceso a la información pública constituye un derecho humano fundamental, reconocido en la mayoría de los
sistemas jurídicos comparados y supranacionales por el cual se permite a toda persona acceder a datos,
registros, expedientes y a cualquier tipo de información que se encuentre en poder de autoridades públicas o
privadas que lleven adelante cometidos públicos.

De esta manera, este derecho se erige dentro del Estado de Derecho en un cauce de participación
ciudadana, por cuyo conducto se procura fomentar la transparencia de la actividad estatal y el control del ejercicio
del poder público y de la corrupción.
Cabe destacar, que este derecho, posee un antiguo antecedente en el derecho comparado que se remonta a la Real
Ordenanza Sueca sobre la libertad de prensa del año 1766 y que a partir de entonces, se ha propagado por

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numerosos países conjuntamente con la democracia entre los que se destacan España (Art. 105 Inc. b de la
Constitución), Estados Unidos (Freedom of Information Act de 1966), Francia (Ley del 17 de junio de 1978), Italia
(Ley del 7 de agosto de 1990) y la Unión Europea (Art. 42 de la Carta de Derechos Fundamentales)
El dictado del Decreto 1172/03 vino a cubrir un vacío legislativo en la materia al regular lo relativo al acceso
a la información pública en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional.
A pesar de la existencia de esa plataforma normativa, en nuestro país, esta novel herramienta todavía no
ha calado hondo en los operadores jurídicos del derecho público. Por un lado, los ciudadanos desconocen
las bondades de este mecanismo y por el otro, cuando la información es requerida al Estado o a los particulares
estos son renuentes a permitir el conocimiento de su actividad.
A partir de ello, en el presente apartado procuraremos analizar lo concerniente a la situación actual
derecho de acceso a la información pública con el objeto de establecer sus lineamientos principales en el sistema
argentino y de dejar planteados algunos interrogantes actuales sobre dicha temática.
Fundamento constitucional. El derecho al acceso a la información pública tiene fundamento constitucional
tanto en las cláusulas de la Carta Magna como en los instrumentos internacionales incorporados a la Ley
Fundamental por la vía del Art. 75 Inc. 22, luego de la reforma de 1994.
Entre los primeros, cabe destacar, el Art. 1 en cuanto establece el sistema republicano de gobierno e
impone la publicidad de los actos públicos y el Art. 33, en tanto esta última disposición constitucional “proporciona
fundamento suficiente a la obligación de dar publicidad a todos los actos de gobierno dado que, esa norma,
reconoce los derechos que emanan de la soberanía del pueblo”
El Art. 38 de la C.N., por su parte, brinda apoyatura constitucional en lo relativo a los partidos políticos al
exigir que se garantice a los mismos el acceso a la información pública.
A su vez, el Art. 41 luego de consagrar los derechos relativos al medioambiente obliga a las autoridades a
proteger el mismo y a la información de carácter ambiental y el Art. 42, por otro lado, establece el derecho
de los consumidores y usuarios de bienes y servicios a una información adecuada y veraz.
En lo que hace a los instrumentos internacionales que detentan jerarquía constitucional, reconocen el
derecho de acceso a la información pública la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Art. 13.1),
la Declaración Universal de Derechos Humanos (Art. 19) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(Art. 19 Inc. 2), al establecer que todo individuo tiene derecho a recibir información y difundirla por cualquier
medio.
Valga destacar, por último, el carácter operativo de este derecho, independientemente de las previsiones
normativas que existan sobre la posibilidad de conocer la información pública a nivel nacional, provincial o
municipal.

Objeto de acceso. El universo de la información pública se halla compuesto por toda aquella que pueda ser
comunicable; es decir comprende todos los expedientes, archivos, registros, bases de datos y documentos
escritos, fotografías, grabaciones, otros, que se encuentren en poder de autoridades públicas o privadas que
realizan un cometido público o que reciben un subsidio estatal en los términos del Decreto 1172/03.
El acceso a la información pública implica, entonces, la posibilidad de conocer los documentos
administrativos, la normativa administrativa y los procedimientos que se tramiten ante las autoridades
públicas y la que se halla en manos privadas, con las salvedades a que haremos referencia más adelante.
Principios que rigen el acceso a la información pública. La esencia adjetiva e instrumental del pedido de acceso a
la información pública, torna aplicables algunos principios propios del procedimiento administrativo general
que resultan insoslayables para el correcto desenvolvimiento de este cauce específico.
Salvo excepciones que deben establecerse por vía legislativa e interpretarse con carácter restrictivo: “Toda
persona tiene derecho solicitar, acceder y recibir información que posee o esté bajo el control del Estado
Nacional”.
Además de ser congruente, la información que se brinda debe ser completa y no parcializada, salvo que se
encuentre limitada por norma expresa, tal como lo ordena el Art. 4 del Decreto 1172/03.
Sin embargo, debe tenerse presente que si la información está parcialmente limitada y el otorgamiento de
la que se puede brindar induce a confusión, no se entiende o pierde sentido puede ser limitada en su
totalidad por la autoridad estatal.
A los fines de acceder a la información no puede exigirse al requirente el pago de tasas, aranceles o
contribuciones, ni tampoco contar con patrocinio letrado obligatorio, pues de otro modo seestaría
disuadiendo a quien pretende conocer la información.

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En tal sentido, el Art. 9 de Decreto 1172/03 prescribe que el acceso público a la información es Unidos, Francia,
Canadá, Brasil y Colombia sin poder exigirse ni siquiera, la justificación de las razón que lleva al interesado a pedirla.
Esta solución, afortunadamente ha sido plasmada en el Decreto 1172/03 en su Artículo 6º al establecer
que: “Toda persona física o jurídica, pública o privada, tiene derecho a solicitar, acceder y recibir
información, no siendo necesario acreditar derecho subjetivo, interés legítimo ni contar con patrocinio letrado”.
Tal circunstancia y la amplitud con que ha sido formulado este derecho, permite sostener que los extranjeros
también detentan el derecho para requerir la información pública, de conformidad a lo dispuesto por el Art. 20
C.N. en cuanto establece que gozan de los mismos derechos que los ciudadanos argentinos gratuito en tanto no se
requiera su reproducción pero si pretende sacar copias estas son a costa del solicitante así como todo otro tipo de
soporte;
La información que se brinda debe ser verdadera y auténtica, siendo responsable de ello el funcionario que
se encuentra obligado a brindarla. Contribuye a cumplir con este principio el hecho de que se permita el acceso a
los documentos en sus formatos originales.

La titularidad del derecho informativo. Debe brindarse la información a cualquier persona que la solicite sin
limitación y por eso este principio tiene íntima relación con el que se ha enunciado al inicio de este punto. El
derecho a acceder a la información pública debe ser extendido a todos los ciudadanos e incluso a los sucesores
universales de personas fallecidas por tratarse de un derecho de titularidad universal, criterio que ha sido
seguido por los ordenamientos de Estados Unidos, Francia, Canadá, Brasil y Colombia sin poder exigirse ni siquiera,
la justificación de las razón que lleva al interesado a pedirla.
Esta solución, afortunadamente ha sido plasmada en el Decreto 1172/03 en su Artículo 6º al establecer
que: “Toda persona física o jurídica, pública o privada, tiene derecho a solicitar, acceder y recibir
información, no siendo necesario acreditar derecho subjetivo, interés legítimo ni contar con patrocinio letrado”.
Tal circunstancia y la amplitud con que ha sido formulado este derecho, permite sostener que los extranjeros
también detentan el derecho para requerir la información pública, de conformidad a lo dispuesto por el Art. 20
C.N. en cuanto establece que gozan de los mismos derechos que los ciudadanos argentinos.-

Legitimación. Ahora bien, del hecho de que una persona sea titular del derecho informativo no puede derivarse sin
más, la circunstancia de que posea siempre y en todos los casos legitimación activa para requerirla ya que ello
dependerá de la naturaleza de la información que se solicita y de los derechos que pueda comprometer la misma.
Pues, por ejemplo, no podrá solicitarse el acceso a un expediente administrativo en donde se está tramitando un
sumario administrativo a un tercero pues se estaría afectado su derecho a la intimidad. Ello revela que si
bien la legitimación es amplia habrá que adecuar esa regla a cada caso particular.
La cuestión relativa a la legitimación activa en materia de información pública implica un cambio en la concepción
tradicional del derecho administrativo nacional y local que sólo tutelaba la situación jurídica subjetiva de
aquellas personas que detentaban un derecho subjetivo, un interés legitimo o un derecho de incidencia colectiva,
relevando a la figura del interés simple a una simple denuncia a la administración.
En materia de acceso a la información pública, en cambio, cualquier persona –aún la que es titular de un interés
simple- se encuentra habilitada para requerirla y en caso de que sea denegada o brindada parcialmente, puede
utilizar todos los mecanismos administrativos y judiciales previstos al efecto en el ordenamiento jurídico.
En lo hace a la legitimación pasiva, entre los sujetos obligados a proporcionar la información se encuentran todas
las administraciones públicas centralizadas, descentralizadas, entidades autárquicas, autoridades de control,
empresas y sociedades estatales, universidades nacionales, personas públicas no estatales en lo que hace al
cometido público delegado, e incluso empresas privadas que tengan a su cargo cometidos públicos como los
concesionarios de servicios públicos.
A esta nómina, el Decreto 1172/03 agrega las organizaciones privadas a las que se hayan otorgado
subsidios o aportes provenientes del sector público nacional, así como a las instituciones o fondos cuya
administración, guarda o conservación esté a cargo del Estado Nacional a través de sus jurisdicciones o entidades
y a las empresas privadas a quienes se les hayan otorgado mediante permiso, licencia, concesión o
cualquier otra forma contractual, la prestación de un servicio público o la explotación de un bien del dominio
público
Se ha señalado, desde la doctrina, que la reglamentación nacional no rige para las Universidades Nacionales en
virtud de su carácter autónomo establecido por el Art. 75 Inc. 19 de la CN y por la Ley de Educación Superior (Nº
24.521). Cabe apuntar, que discrepamos con esa opinión en tanto entendemos que el carácter autonómico
no redime a las Universidades Nacionales de brindar la información a los ciudadanos que la requieran en

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tanto integran la organización del Poder Ejecutivo Nacional. Además, más allá de esa disquisición el carácter
operativo del derecho fundamental comprometido obliga a permitir su acceso.

Limitaciones. Como cualquier derecho, el de acceso a la información pública no es absoluto sino que puede ser
reglamentado y limitado por el legislador siempre que sea respetado el valladar de la inalterabilidad y razonabilidad
impuesto por el Art. 28 de la C.N.
Las limitaciones que se dispongan al derecho de acceso a la información pública son de carácter excepcional y por
ello, deben ser dispuestas por la autoridad competente, declaradas expresamente por ley, reglamento o acto
administrativo, estar debidamente fundadas, respetar el principio de publicidad, y su interpretación es de carácter
restrictivo, de modo tal que permitan alcanzar el principio de trasparencia.-

Además, resulta aconsejable que en aquellas hipótesis en que se disponga expresamente la reserva o
limitación de una información se lo haga por tiempo determinado y razonable, aspecto en que
desafortunadamente ha guardado silencio el Decreto 1172/03.
Ingresando a las limitaciones concretas, debe decirse que n razón del interés público puede restringirse el
acceso a aquella información cuyo conocimiento pueda comprometer:
a) La seguridad o la defensa nacional;
b) El secreto de Estado;
c) La investigación de delitos o la salud pública;
d) Las estrategias de defensa en juicio de la administración;
e) La confidencialidad en el manejo de negociaciones internacionales
f) La política exterior.
g) La eficacia de la administración, por ejemplo si va a disponer una investigación.
h) Los actos políticos;
i) El desenvolvimiento del sistema bancario.
j) Los mecanismos de control público.
En razón del interés privado puede vedarse el acceso a aquella información cuyo conocimiento tenga la
potencialidad para comprometer:
a) El secreto profesional, empresarial, científico, sacerdotal o comercial;
b) El derecho a la intimidad;
c) La confidencialidad de un dato;
d) El derecho a la vida o la integridad física de una persona.
En esta última hipótesis puede impedirse el acceso a documentos que contengan datos personales siempre y
cuando el que lo solicite no sea el titular de los mismos.

En definitiva, tanto en las limitaciones que obedecen al resguardo del interés público como las que protegen al
interés privado, nos encontramos frente a la colisión de derechos que en caso de ser necesario deberá ser
ponderado por el juez a los fines de dilucidar qué interés debe prevalecer en el caso concreto.
En el primer supuesto, se enfrenta el derecho del particular a conocer la información y el interés público
comprometido en la limitación o reserva de la información. Aquí, parece apropiado inclinar la balanza en caso de
duda a favor del particular y por consigui ente permitirle el acceso a la información que solicita.
En cambio, consideramos cuando el acceso a la información sea potencialmente capaz de violentar derechos
de particulares como la intimidad, la salud, la vida, entre otros, la balanza debe inclinarse en contra del acceso a la
información.
Mecanismos de tutela. Para que el derecho al acceso a la información pública adquiera eficacia resulta preciso que
se instrumenten los mecanismos administrativos y jurisdiccionales que permitan hacer exigible ese derecho.
En el ámbito nacional, el Decreto 1172/03 establece que en caso de que la información sea denegada la vía
idónea para obligar a la administración a proveerla es el Art. 28 de la Ley 19.549, esto es el amparo por mora.
Esa indicación normativa, en principio, desplaza a la acción de amparo como mecanismo de tutela del derecho a la
información pública en tanto la vía expedita prevista en el Art. 43 de la CN queda excluida por la existencia de una
vía judicial más idónea.
Sin embargo, en nuestra opinión, la solución establecida en la legislación nacional resulta incorrecta, dado
que consideramos que es el amparo constitucional la vía correcta y útil para lograr el acceso a la
información pública, en tanto existe una afectación de derechos constitucionales del más alto rango del
interesado, tal como lo ha entendido la jurisprudencia de brindar la información que se requiere al Poder

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Judicial constituye una obligación de dar para lo cual ese mecanismo resulta inapropiado para encausar ese tipo de
pretensiones. Además, debe tenerse en cuenta, que el amparo por mora tampoco ofrece respuestas en aquellos
casos en que la información es expresamente denegada.
Sobre el punto, también se ha pronunciado la doctrina señalando que ante la denegación del acceso a la
vista de un expediente administrativo el mecanismo del amparo por mora resulta inapropiado y que la vía
correspondiente para obtener el acceso es el amparo genérico.
Ante la falta de claridad en tal aspecto, resulta ilustrativo indagar acerca de los mecanismos diseñados a tal
efecto en derecho comparado. Así, en España, la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones públicas y del
Procedimiento Administrativo Común (Ley 39/1992) tiene normado que en caso de que se deniegue la autorización
para acceder a un expediente debe interponerse un recurso en sede administrativa y acudir a la vía
contencioso administrativa. En otros países como Francia (La Comisión d´ accés aux documents administratifs) o
en Reino Unido (Information Comisions) se han creado órganos o autoridades independientes para resolver de
manera ágil las reclamaciones planteadas en este tipo de asuntos. En Italia, en cambio, se ha creado un proceso
judicial rápido y abreviado para atender los asuntos en donde se halla comprometido tal derecho federal.
Además, debe repararse en apoyatura de la solución que propiciamos, en que el objeto del amparo por
mora es el mandato de un pronto despacho a la administración para que se expida o de curso a las actuaciones
administrativas, es decir una obligación de hacer, con lo cual la orden.-

LEGISLACIÓN PROVINCIAL
En la Provincia de Córdoba rige la Ley 8803 de Derecho al Acceso al Conocimiento de los Actos del Estado mediante
la cual se puede tener acceso a la información pública que se encuentre en manos de las autoridades provinciales y
demás personas públicas descriptas en el Art. 1º.
Por vía del Art. 3º, se establecen las limitaciones al derecho de acceso que no varían de las que hemos enunciado
previamente a cuyas consideraciones remitimos en honor a la brevedad.
Es singular la solución que prevé el ordenamiento provincial para los casos de silencio o de denegatoria del
derecho de acceso a la información pública. Para el primer supuesto, esto es, si se considera que existe negativa en
brindarla, queda habilitada al ciudadano la acción de amparo por mora de la Administración que deberá
promoverse ante la Cámara Contencioso administrativa en la capital o ante las Cámaras civiles en el interior de la
provincia. Sobre el punto, cabe tener en cuenta que la Ley Provincial que regula el amparo por mora exige como
recaudo de legitimación para su procedencia la detectación de un derecho subjetivo o interés legitimo y en estos
casos, el ciudadano no puede acreditar esa situación jurídica subjetiva. Sin embargo, dicha circunstancia no
puede obstar a su procedencia.
En cambio, para aquellos casos en que el Estado deniegue el acceso a la información sea que invoque una
limitación prevista en el Art. 3 u otra, o que la fundamentación fuere arbitraria, insuficiente o aparente el
ciudadano deberá iniciar una acción de amparo. En este caso, no deberá concurrir al fuero contencioso
administrativo sino a los tribunales ordinarios por ser éstos los competentes para entender en las acciones de
amparo.
Como recaudo formal, el Art. 9 dispone que la “denegatoria de la información debe ser dispuesta por un
funcionario de jerarquía equivalente o superior a Director General, en forma fundada explicitando la norma
que ampara la negativa.-

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Sub-Eje Temático 4: DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL: Jurisdicción constitucional. Los distintos
sistemas de control de constitucionalidad. El sistema de control de constitucionalidad argentino.

5.3. La jurisdicción constitucional.


La supremacía de la Constitución sobre la ley motivó que en año 1803 en los EEUU el juez John Marshall en el
renombrado caso “Madbury vs. Madison”, diera orígenes a la teoría del control de constitucionalidad atribuyendo
esa delicada tarea del Poder Judicial.
A partir de ello y según se argumentó en ese precedente, atento que la Constitución se encuentra en la cima de
la pirámide jurídica una ley contraria a la Carta Magna no es ley y así deben declararlo los jueces.
El fundamento de la supremacía constitucional en nuestro país se encuentra en el Art. 31 de la CN que establece
que: “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con
las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a
conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las leyes o onstituciones
provinciales, salvo para la provincia de Buenos Aires, los tratados ratificados después del Pacto de 11 de
noviembre de 1859.”
El control por vía de acción se ha desarrollado con distintas variantes en el derecho comparado; particularidades
que van de la mano del diseño de la organización del poder judicial o político, según corresponda. Así, en
algunos países el control de constitucionalidad se encuentra concentrado en una autoridad jurisdiccional
especializada, sea a cargo de un Tribunal Constitucional como ocurre en Alemania, de un Consejo Constitucional
como en Francia o en una autoridad extrapoder como acontece en España que halla su base en el sistema
austriaco.
En otros casos, el sistema de control es difuso y por lo tanto, el escrutinio de la adecuación con la Ley Fundamental
se encuentra en cabeza de todos los jueces. Dentro de ese modelo, incluso, puede haber variantes que
recaen sobre todo en los alcances que cabe atribuirle a las decisiones de los magistrados. Así, por ejemplo, en
E.E.U.U. la magistratura constitucional está a cargo de jueces comunes y rige el stare decisis por medio del
cual la regla del precedente obliga. En Argentina, en cambio, los magistrados no se encuentran vinculados
por lo decidido por otros tribunales, dejando a salvo la obligación moral del seguir los lineamientos establecidos
por las sentencias que emanan de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Por último, debe tenerse presente que en otros ámbitos comparados o provinciales, concurren características de
ambos sistemas dando lugar a lo que se ha denominado como modelo dual o paralelo. El sistema Cordobés
concentra en el Tribunal Superior de Justicia el control de constitucionalidad de actos generales (Leyes,
ordenanzas, reglamentos) a través de la acción directa de inconstitucionalidad y posee elementos propios del
sistema difuso ya que en el resto de los casos, el control de constitucionalidad puede ser realizado por todos los
jueces.
Debe tenerse presente, que ante la ausencia de regulación constitucional, el sistema de control de
constitucionalidad argentino tiene un origen pretoriano en los fallos de la C.S.J.N. que a su vez, siguió en esta
materia los lineamientos de su par estadounidense.
En nuestro ámbito federal el sistema de control de constitucionalidad es concreto en tanto es necesaria la
presencia de una controversia entre las partes. De acuerdo a la jurisprudencia del Alto Tribunal se requiere una
“causa” o “caso” entre partes legitimadas al efecto, exigencia que no se cumple cuando se está en presencia de una
cuestión política no justiciable.

La jurisdicción constitucional en Córdoba.-


TSJ TSJ TSJ

Cámara Cámara
CAMARA Civil Laboral
CONTENCIOSO Juzgado Civil Juzgado de
ADMINISTRATIVO y Comercial Conciliación

19
CONT. ADM. CIVIL Y COMERCIAL LABORAL
La jurisdicción constitucional a nivel federal CSJN

Cámara

Federal

JUZGADO FEDERAL
El control de constitucionalidad formal. A estos fines debemos, primero que todo, recordar que la declaración de
inconstitucionalidad, en general, deriva de constatar la validez o no de una norma dentro del contexto fáctico
en donde la misma va a ser aplicada. En ese sentido, el juez al aplicar una norma no lo hace en un sentido
abstracto sino que el análisis de si una norma es constitucional o no, se realiza apreciando el caso particular y
su contexto.

En cambio, la declaración de inconstitucionalidad como consecuencia de deficiencias formales de la norma a


aplicar prescinde de ese contexto fáctico y se realiza ex ante de reparar en su contenido. Y ello responde a
una razón muy simple y no siempre advertida por los operadores del derecho; para predicar si una norma
respeta o no la Constitución debemos primero que todo analizar si la norma tiene todos los requisitos para
tener dicha entidad.
Ello quiere decir que el juez tiene que enfrentar la norma con la Ley Fundamental Constitución para detectar si se
han seguido los pasos constitucionales para que podamos decir que la misma tiene esa entidad.
Entonces, habrá que verificar, si se trata de una ley, si se ha cumplido con su trámite parlamentario, si
estamos ante un decreto de necesidad y urgencia, si se han verificado los extremos exigidos por la
Constitución para el uso de este excepcional instituto. Así las cosas, la declaración de inconstitucionalidad formal
será el resultado de un análisis jurídico basado en la comprobación de si se han respetado, o no, las normas
que dan legitimidad formal a la ley o reglamento o acto individual en cuestión.
Este mecanismo de control, pone de manifiesto el carácter normativo de la Constitución sobre todo a través
de la consagración de restricciones y exigencias formales y materiales a las demás fuentes de derecho.
De esta manera, se evidencia también que este tipo de inconstitucionalidad es anterior y excluye a la sustancial.
Esto es así por para saber si una norma es razonable, si adecua a sus fines, si respeta normas de jerarquía
superior, deber poseer una entidad normativa.
Otra diferencia que a priori se trasluce como la más importante es la que tiene que ver con los efectos que traen
aparejado estos tipos de pronunciamientos. Como es sabido, en nuestro sistema, la declaración de
inconstitucionalidad, por regla, tiene efectos para el caso concreto. Ahora bien, detectada la
inconstitucionalidad formal de un norma ¿Cómo sostener su validez en otro proceso? ¿Podremos sostener la
obligatoriedad de esa norma?
Desde el plano jurisprudencial, cabe destacar algunos pronunciamientos. En la causa “Nobleza Piccardo c.
Estado Nacional-DGI” la Corte hizo lugar a una demanda de repetición de impuestos que habían sido abonados
en vigencia de una ley que después se comprobó que no había respetado las formalidades previstas por la
constitución para su sanción. En este sentido, el Alto Tribunal manifestó que “es indudable entonces que ha
mediado una manifiesta inobservancia de los aludidos requisitos mínimos e indispensables para la creación de
una ley ”.
Esta posición se puso nuevamente de manifiesto con el resonante caso “Fayt” donde, como es sabido, se declaro
la inconstitucionalidad de una cláusula de la Constitución debido a que la misma no estaba habilitada por la
ley que declaraba la reforma.
Por último, más recientemente in re “San Luis” la Corte arrancó de raíz el Decreto 214/02 del Poder
Ejecutivo Nacional que deponía la pesificación de las deudas del sistema financiero. Se trataba de un
reglamento delegado que fue dictado en ejercicio de facultades delegadas por el Congreso Nacional al P.E.N. en
virtud de la ley de emergencia Nº 25.561. Según el voto de la mayoría ese decreto había excedido el ejercicio de
facultades delegadas y por lo tanto debía se reputado inconstitucional.

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En este camino y ante los pronunciamientos analizados cabe indagarse ¿Cuál es el valor, en la actualidad, de la
jurisprudencia en los casos de inconstitucionalidad formal? ¿Cuál es su jerarquía frente a las demás fuentes del
derecho? ¿Cómo se vislumbran estos pronunciamientos a la luz de lo establecido en el Artículo 31 de la C.N.?
Se vislumbra, ante esta problemática, la complejidad de nuestro sistema jurídico, sobre todo en lo que hace al
sistema de control de constitucionalidad.

La inconstitucionalidad de oficio. Hace unos años, a través de un nuevo fallo, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, ha modificado su postura en materia de control de constitucionalidad. Desde ya, adelantamos
nuestra adhesión a la doctrina que sustenta el Máximo Tribunal del país, por las razones que destacaremos,
brevemente a continuación.
Es que ahora, a partir de lo decidido in re “Banco Comercial de Finanzas s/ quiebra” la mayoría de nuestro Tribunal
cimero admite la posibilidad de que los jueces, siempre dentro del marco de una “causa” o “caso”, declaren de
oficio la inconstitucionalidad de normas, que no han sido traídas al juicio por las partes.
Desde luego, dicho pronunciamiento trae aparejado un giro trascendente en materia de control del
constitucionalidad, cambiando, de manera definitiva, la jurisprudencia que traía desde el renombrado caso
“Ganadera los Lagos” (Fallos, 190:142) de 1941, en donde, como se sabe, se estableció el patrón de que sólo
procedía la declaración de inconstitucionalidad de una norma, si había mediado pedido de parte.
En efecto, sobre el tema de análisis y con algunas variantes el Tribunal mantuvo su postura durante más
de 60 años sosteniendo, que para que un tribunal pueda declarar inconstitucional una norma debía mediar
pedido de parte. En esta etapa, la Corte se valió de diferentes
argumentos para abrazar esa postura. Entre ellos los más importantes fueron:
1) La declaración a instancia de parte se hace necesaria para mantener el equilibrio entre los tres poderes.
2) La declaración de oficio afecta el derecho de defensa en juicio de las partes. El referido derecho, se encontraría
comprometido si se declara inconstitucional una norma sin que sean escuchadas las partes y debido a que el
juez estaría decidiendo cuestiones ajenas a la litis.
3) La presunción de legitimidad con que están investidos los actos administrativos y demás actos estatales.
Pero, en la década del ochenta, con la llegada al Máximo Tribunal de los Ministros Fayt y Belluscio comienza a
avizorarse, de manera más ostensible, la posibilidad de admitir la inconstitucionalidad de oficio. Esa visión de
ambos magistrados, se puso en evidencia en su voto minoritario in re “Juzgado de Instrucción Militar Nº
50 de Rosario” (Fallos, 306:303) de 1984, donde con fundamento en el adagio iura novit curia y el deber de los
magistrados de mantener la supremacía constitucional, convalidaron la declaración de inconstitucionalidad de
oficio que había efectuado el juez de grado de la causa, a los fines de arrogarse competenc ia por sobre la
jurisdicción castrense.
Años más tarde, a esa minoría se suma en 1998 el Ministro Boggiano en su disidencia in re “Banco
Buenos Aires Building Society” (Fallos, 321:993) donde señalo que “ la declaración de inconstitucionalidad
sin que medie petición de parte no implica un avasallamiento del Poder Judicial sobre los demás poderes,
ya que dicha tarea es de esencia de aquel, una de cuyas funciones especificas es la de controlar la
constitucionalidad de la actividad desarrollada por los poderes Ejecutivos y Legislativo a fin de mantener la
supremacía de la Constitución (Art. 31)”
El paso siguiente para llegar a la doctrina actual de la Corte se pone de resalto en la causa “Mills de Pereyra”
(Fallos, 324:3219) de diciembre de 2001, en donde, la actora y otros jueces correntinos reclamaban el
ajuste en su remuneración afectado por la inflación. Para resolver a favor de los peticionantes, el juez de
oficio, declaro inconstitucionales algunas disposiciones de la ley de convertibilidad y de una ley pro vincial. A partir
de ese fallo, se suman a la postura de la citada minoría, los ministros López y Bossert fundando su voto
conjunto en que la declaración efectuada no afecta el derecho de defensa. También en la misma causa, va
a adherir a esa postura, pero reforzando los argumentos para fundar la procedencia del control de
constitucionalidad de oficio el Ministro Vázquez.
En cambio, acudiendo en general, a los mismos argumentos utilizados a partir de lo decidido en “Los Lagos”, los
jueces Moline O´ Connor, Petracchi y Nazareno no admitieron la procedencia de la declaración de
inconstitucionalidad de oficio.
En la actualidad, y con la nueva integración del Tribunal, impulsada por el Presidente Kirchner, aquella minoría
toma fuerza y pasa a ser mayoría en virtud de la adhesión de los Ministros Zaffaroni y Highton de
Nolasco, admitiendo, en consecuencia, la posibilidad de que los jueces declaren la inconstitucionalidad de la
normativa independientemente de que las partes del pleito lo hayan o no planteado. Es decir, la Corte, para
resolver el caso comentado, hace ahora suyos los argumentos de los votos minoritarios de fallos anteriores.

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Así, se advierte claramente, del voto conjunto de Fayt y Belluscio en “Juzgado de Instrucción” toma el siguiente
argumento:
La declaración de inconstitucionalidad versa sobre cuestiones de derecho y no de hecho y los jueces deben
suplir el derecho (iura novit curia) a los fines de mantener vigente la supremacía constitucional.
Y de los votos de los Dres. Boggiano y Vázquez en la causa “Mills de Pereyra” toma los siguientes argumentos:
No puede verse en la declaración de inconstitucionalidad de oficio una afectación del principio de
equilibrio entre los tres poderes a favor del Poder Judicial. Ello en virtud de que dicha afectación también se
configuraría cuando los jueces declaran la inconstitucionalidad de una ley o decreto cuando las partes lo han
pedido expresamente.
La presunción de validez de los actos administrativos y de los actos estatales cae cuando dicha actividad se
contrapone a derechos constitucionales, lo que permite el control de oficio.
No se afecta el derecho de defensa en juicio de las partes ya que de admitirse ese argumento la
afectación de tal derecho se verificaría, también, cuando el juez resuelve una causa aplicando una norma diferente
a la invocada por las partes, por más que no medie declaración de inconstitucionalidad.

6.3. El amparo en la Constitución Nacional y en la Constitucional de la Provincia de Córdoba


La reforma introducida a la Carta Magna nacional en 1994 nos introduce en la etapa constitucional de este remedio
procesal, ya que por ella se otorga al amparo, la misma jerarquía de los derechos que éste cauce viene a proteger.
Así, el nuevo Artículo 43 -según se aprecia en el despacho de la mayoría de la Convención Constituyente- se
erige en receptor de la doctrina judicial del Alto Tribunal federal que establece el carácter excepcional del
amparo, aunque para algunos autores no sea tan nítida la voluntad del constituyente en este punto.
Del nuevo diseño efectuado por el Constituyente de esta herramienta fundamental, merecen destacarse por
su carácter innovativo los siguientes aspectos con relación al amparo individual:
a) Se admite la declaración de inconstitucionalidad de normas por dicho cauce;
b) No menciona al procedimiento administrativo como vía previa a transitar antes del amparo;
c) Amplia la protección contra derechos reconocidos por leyes y tratados;
d) No menciona un plazo de caducidad para promover la acción y
e) Hace extensivo el amparo a los particulares.
El reconocimiento constitucional del amparo no debe limitarse únicamente a lo establecido por el Art. 43 de la
Norma Fundamental sino que en ello también adquiere importancia la incorporación de los tratados
internacionales por vía del Art. 75 Inc. 22 y el reconocimiento de su jerarquía constitucional.
Esos instrumentos internacionalesprevén el derecho a un recurso judicial sencillo que permita la protección rápida
de los derechos constitucionales que en el sistema argentino se conoce como acción de amparo.
Tal como lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Cantos”, ello se traduce en que
“los Estados no deben interponer trabas a las personas que acudan a los jueces o tribunales en busca de que sus
derechos sean determinados o protegidos”.
Esta circunstancia obliga a los operadores jurídicos a interpretar el Art. 43 en consonancia con tales
disposiciones y al Estado Argentino a garantizar el cumplimiento de tales convenciones.
El aspecto probatorio de este curso procesal, posee particularidades propias que son el producto de su
naturaleza excepcional que sólo autoriza a la revisión de violaciones manifiestas a los derechos supremos.
En virtud de ello, la ley nacional de amparo contiene ciertas limitaciones probatorias.
En cuanto a los medios de los que pueden valerse los sujetos procesales de este mecanismo específico y
las oportunidades para hacerlo, se ha establecido en el Art. 7 que la prueba documental en que se apoya la
pretensión debe ser acompañada con el escrito de demanda e individualizarse en dicho instrumento el resto de los
medios de prueba de que pretenda valerse.
Esa misma norma veda la cantidad de testigos que puede ofrecer cada parte al número de cinco y se prohíbe la
prueba de absolución de posiciones.
Dentro del ámbito del amparo el Art. 3º de la Ley 16.986 le permite al juez rechazar in limine, es decir, sin
sustanciación, la acción cuando fuera manifiestamente inadmisible. Esa cuestión debe ser valorada con criterio
restrictivo por parte del juez y en caso de duda debe darse trámite a la acción y declararla admisible.
Una vez que la demanda interpuesta ha sido admitida, el juez debe requerir a la persona pública o privada
demandada un informe circunstanciado acerca de los antecedentes y fundamento de la decisión que se cuestiona,
el que deberá ser evacuado dentro del plazo prudencial que fije. La omisión del pedido de informe es causa de
nulidad del proceso.

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En esa oportunidad, el demandado debe ofrecer la prueba en la cual sustente sus dichos, con las mismas
limitaciones que el actor.
Una vez que se ha cumplimentado con el informe o fenecido el plazo otorgado para su presentación se
ordenará su producción de la prueba. Si no se ha ofrecido se dictará sentencia fundada, concediendo o denegando
el amparo.
El Art. 12 prescribe que la sentencia que admita la acción deberá contener:
a) La mención concreta de la autoridad contra cuya resolución, acto u omisión se concede el amparo;
b) La determinación precisa de la conducta a cumplir, con las especificaciones necesarias para su debida
ejecución;
c) El plazo para el cumplimiento de lo resuelto.
En cuanto a los efectos de la sentencia el Art. 13 de la Ley de amparo regula el asunto prescribiendo que
el decisorio que se dicte lo es sin perjuicio de las acciones y de los recursos que puedan intentarse, lo que haría
presuponer que la norma nos coloca frente a la existencia de una cosa juzgada formal.
Desde la doctrina, se han ensayado diferentes posiciones acerca de esta cuestión. Para un sector, la sentencia de
amparo hace cosa juzgada formal en cambio para otros es de carácter material pero respecto del amparo.
El amparo en Córdoba. La Constitución Provincial en su 48 dispone que “Siempre que en forma actual o inminente
se restrinjan, alteren, amenacen o lesionen, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos o garantías
reconocidos por esta Constitución o por la Constitución Nacional, y no exista otra vía pronta y eficaz para evitar un
grave daño, la persona afectada puede pedir el amparo a los jueces en la forma que determine la ley”.
Como se sabe, el dictado de la normativa procesal no fue una materia delegada a la Nación como sí aconteció con
los códigos de fondo (Art. 75 Inc. 12 de la C.N.) con lo cual, cada Estado provincial se encuentra habilitado
para legislar en materia de amparo. Sin embargo, la reforma constitucional de 1994 al incorporar a ese
remedio en el Art. 43 ha modificado sustancialmente las normativas provinciales que regulan el instituto del
amparo en tanto aquellas no pueden ofrecer menor protección que la Ley Fundamental.
Por otro lado, la incorporación de los tratados internacionales por vía del Art. 75 Inc. 22 de la C.N.; cuyos principios
son aplicables a las provincias, también ha contribuido a delinear este mecanismo de tutela jurisdiccional de los
derechos constitucionales por la consagración del derecho a la tutela judicial efectiva.
Cabe destacar que en el ámbito de la Provincia de Córdoba Ley 4915 contiene la reglamentación de la
acción de amparo. Atento que la misma coincide prácticamente en todos sus aspectos con la Ley 16.986, remitimos
a las consideraciones generales en honor a la brevedad.
El control de constitucionalidad en el amparo. Como vimos en la UNIDAD 5 existen diferentes modalidades para
instrumental el control de constitucionalidad por vía de acción. Una de esas posibilidades es la acción de
amparo, aunque ello no ha sido considerado siempre así, tal como lo ilustra la jurisprudencia de la Corte Suprema.
a) La vigencia de la teoría negatoria. Durante el denominado periodo jurisprudencial del amparo (1957/1966) se
consideró que resultaba improcedente la declaración de inconstitucionalidad dentro del aludido cauce de
protección de normas de carácter general, exclusión que hallaba su fundamento en la inexistencia de acciones
de inconstitucionalidad dentro de nuestro sistema Federal.
El fundamento de tal postura hallaba sustento en las normas generales se presumían válidos lo que impedía por lo
común, su calificación como manifiestamente irregular a lo que se agregaba el argumento según el cual el
amparo no permitía el debate amplio y explícito de la cuestión constitucional.
Esa postura contraria al control de constitucionalidad obtuvo respaldo legal con la sanción de la ley reglamentaria
del amparo, fue dejada de lado por la Corte Suprema al resolver la causa “Outon”en donde si bien no se
declaró la inconstitucionalidad de dicha disposición de la ley de amparo sino que opinó que el citado precepto
debía “ser interpretado como el medio razonable concebido para evitar que la acción de amparo sea utilizada
caprichosamente con el propósito de obstaculizar la efectiva vigencia de las leyes y reglamentos dictados en
virtud de lo que la Constitución dispone; pero no como un medio tendiente a impedir que se cumplan los
fines perseguidos por la misma ley 16.986, cuando el acto de autoridad arbitrario se fundamenta en
normas que resultan palmariamente contrarias al espíritu y a la letra de la ley de las leyes”. Pues una
interpretación rigurosa de la norma citada “equivaldría a destruir la esencia misma de la institución
[amparista], que ha sido inspirada por el propósito definido de salvaguardar los derechos sustanciales de la
persona, cuando no existe otro medio eficaz al efecto”.
En esa oportunidad, la Corte luego de reiterar el principio según el cual no cabía la declaración de
inconstitucionalidad en el ámbito del amparo, señaló que el mismo “no puede reputarse absoluto.
Regirá, sin duda en la gran mayoría de los casos. Más aún cuando las disposiciones de una ley, decreto u
ordenanza, resultan claramente violatorias de alguno de los derechos humanos, la existencia de

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reglamentación no puede constituir obstáculo para que se restablezca de inmediato a la persona en el goce de la
garantía fundamental vulnerada”.
Esa secuencia jurisprudencial finaliza en 1990 con la resolución del caso “Peralta”, en donde el Alto tribunal
expresó que el amparo cuyo objeto consista en la protección de los derechos constitucionales “no puede
recibir un límite legal que impida su finalidad esencial cuando ésta requiere que se alcance la cima de la
función judicial, como es el control de constitucionalidad de las normas infraconstitucionales”. En virtud de ello,
señaló que el Art. 2º Inc. d) de la ley 16.986 “halla su quicio constitucional en tanto se admita el debate de
inconstitucionalidad en el ámbito del proceso de amparo, cuando en el momento de dictar sentencia se
pudiese establecer si las decisiones impugnadas resultan o no clara, palmaria o manifiestamente violatorias
de las garantías constitucionales que este remedio tiende a proteger”.
b) La reforma constitucional de 1994 va a cerrar definitivamente la discusión sobre el punto en tanto el Art. 43 de
la C.N. va a contener la autorización para el control de constitucionalidad dentro de dicho remedio urgente.-

Plazo de caducidad. Como ya lo hemos manifestado, el Art. 2, Inc. e) de la ley 16.986 regula lo concerniente al
plazo de caducidad para promover acción de amparo. Así, dicho precepto legal, determina la inadmisibilidad de
aquel cauce de tutela constitucional cuando “la demanda no hubiese sido presentada dentro de los quince días
hábiles a partir de la fecha en que el acto fue ejecutado o debió producirse”.
Evidentemente, la razón de ser de tal exigencia, posee íntima vinculación, con el objeto del amparo, habida
cuenta que a través de esa acción se persigue la restitución inmediata del orden constitucional vulnerado por un
acto u omisión de autoridad pública o de un particular. Ante ello, resulta lógico, como lo destaca Rivas, que la
petición de amparo deba hacerse rápidamente o de manera urgente ya que, una conducta diferente, puede
hacer presumir el desinterés del afectado.
Como dijimos, la incorporación del amparo al texto constitucional, ha provocado divergencias doctrinarias y
jurisprudenciales, sobre la vigencia o no del precepto legal, cuyo contenido prescribe un plazo de caducidad
de quince días para promover el amparo.
Desde el plano doctrinal, se han proclamado diferentes opiniones sobre el punto bajo análisis. Así, para un sector
el mentado plazo mantiene su vigencia a pesar de la reforma de la Carta Magna.
Para otro sector, en cambio, la ley 16.986 ha quedado derogada en tal aspecto.
Ya desde el ámbito jurisprudencial, la mayoría de los tribunales, han mantenido, con algunas variantes, el
criterio según el cual el mentado plazo de caducidad, continúa vigente, pero se evidencia la tendencia a una
mayor amplitud en los criterios interpretativos.-
En esta corriente, se inscribe el pronunciamiento de la C.S.J.N. in re "Video Club Dreams” dado que, en dicha
causa, no se descartó la operatividad de aquel plazo luego de la reforma constitucional de 1994, dejándose
condicionada su aplicación a las circunstancias particulares emergentes de cada caso, las que deben ser
valoradas por el juez de grado, al momento de admitir la demanda.
Por su parte, la Cámara Nacional Civil, en pleno, in re “Capizzano de Galdi” sentó el criterio de que, a pesar de la
incorporación de la cláusula de amparo a la Constitución, mantiene su vigencia el Art. 2° Inc. e) de la ley 16.986.
Entonces, sobre el punto, puede concluirse que continúa vigente el plazo de caducidad pero se aprecia, tanto en
la doctrina como en la jurisprudencia, una ampliación en los criterios interpretativos al momento de
computar el inicio del mismo y la necesidad de compatibilizar dicho precepto legal con el derecho a la tutela judicial
efectiva.

6.5. El amparo y los derechos de incidencia colectiva.


Este aspecto ya ha sido analizado en la Unidad 3 en el punto 3.1.2. Sólo cabe recordar que el Art. 43 estableció
como mecanismo idóneo para la defensa de los derechos de incidencia colectiva a la acción de amparo y estableció
la legitimación del afectado, las asociaciones que propendan a los fines que se pretende proteger y al Defensor del
Pueblo de la Nación.

8.1. Las distintas variantes del control de constitucionalidad por vía de acción.
Como vimos en la Unidad 5 el control de inconstitucionalidad de una norma puede ser efectivizado tanto por vía de
acción como de excepción.
A partir de ello, tal como lo destaca Torricelli, en la actualidad, podemos encontrar en el derecho comparado tres
variantes al control de constitucionalidad por vía de acción:

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1) Acción concreta de inconstitucionalidad, que requiere para su procedencia de una causa o controversia entre
partes, esto es de una afectación particularizada de un derecho constitucional. Esa circunstancia es el motivo
por el cual la sentencia sólo alcanza a las partes;
2) Acción abstracta de inconstitucionalidad, en la cual no se requiere la afectación concreta de un derecho. Es
propia de los sistemas de control de constitucionalidad concentrado. Por lo general, la sentencias tienen efectos
erga omnes; y
3) Acción directa de inconstitucionalidad, en donde si bien quien promueve la demanda de inconstitucionalidad
posee un interés jurídico diferenciable, resultan alcanzados por los efectos de la norma que se ataca todos
los que se encuentran dentro de su ámbito de aplicación.

La viabilidad de la acción en orden nacional.


8.2. La viabilidad de la acción en orden nacional.
En el orden federal no contamos con una regulación expresa de la acción de inconstitucionalidad ni en la esfera
constitucional ni legislativa.
La acción declarativa de inconstitucionalidad, fue sistemáticamente denegada por la Corte Suprema de
Justicia de Nación desde su creación hasta 1985. En ese año resolvió el caso “Provincia de Santiago del
Estero”.
A partir de entonces, a través de sus sentencias el Alto Tribunal ha ido delineando los contornos de una acción
concreta de inconstitucionalidad en donde la pretensión debe estar sujeta a la existencia de una
“controversia” o “causa” judicial entre partes y ser promovida por una persona legitimada en contra de una norma
que se considera in constitucional y que provoca un daño futuro pero cierto en el actor. Por ese motivo, la
sentencia que se dicte sólo va a alcanzar a las partes del pleito.
Como fundamento normativo de esa acción se ha utilizado el Art. 322 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación. Esa disposición establece que “Podrá deducirse la acción que tienda a obtener una sentencia meramente
declarativa, para hacer cesar un estado de incertidumbre sobre la existencia, alcance o modalidades de una
relación jurídica, siempre que esa falta de certeza pudiera producir un perjuicio o lesión actual al actor y éste no
dispusiere de otro medio legal para ponerle termino inmediatamente”.
Como podrá advertirse, esa norma adjetiva, se refiere a la acción declarativa de certeza y no a la acción
declarativa de inconstitucionalidad que, por la envergadura de su objeto, desborda el marco conceptual
establecido por esa disposición procesal. A pesar de ello, la Corte sigue utilizando esa disposición normativa
como fundamento de su existencia en el sistema federal.
Aunque la Corte ha ido relativizando esa exigencia, debe tenerse presente que el Art. 322 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación requiere para su procedencia la inexistencia de otro medio legal posible como condición
ineludible a la presencia de esta acción.

8.4. La acción autónoma de inconstitucionalidad en la Provincia de Córdoba.


En la Provincia de Córdoba por vía constitucional (Art. 165 Inc. 1°) se dio nacimiento a la acción directa de
inconstitucionalidad como un mecanismo para cuestionar las leyes, decretos, reglamentos, resoluciones,
Cartas Orgánicas y ordenanzas, que estatuyan sobre materia regida por esta Constitución, y se controviertan en
caso concreto por parte interesada. La acción tiene un claro objeto preventivo por el cual se procura evitar
que la norma inconstitucional se aplique y provoque un gravamen.
Este tipo de acción no requiere una aplicación concreta de la norma general que se cuestiona sino que, a los fines
de su procedencia, resulta suficiente que quien reclama se encuentre entre sus destinatarios y que la norma
violente materia regida Constitución Provincial sin perjuicio de que también afecte normas de carácter federal.
En estos casos corresponde la competencia originaria del Tribunal Superior de Justicia que debe resolver la
cuestión en pleno. El examen de admisibilidad debe hacerse con criterio restrictivo dada la extraordinariedad
de la competencia originaria, exclusiva y plena del TSJ.
Como puede advertirse el sistema de control de constitucionalidad en Córdoba es de carácter mixto, ya que
para cuestionar normas generales que todavía no se han aplicado de una manera concreta resulta procedente la
acción directa de inconstitucionalidad que debe promoverse ante el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia.
En cambio, para los casos en que se trate de actos individuales o de normas generales que ya han tenido
aplicación, la vía correspondiente es la acción de amparo o su planteo como vía incidental, según
corresponda pero ante la primera instancia.

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Sub-Eje Temático 6: EL HABEAS CORPUS Y EL RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL: El Habeas Corpus.
Legislación. Su incorporación en la Constitución Nacional, provincial y en los tratados internacionales. El
Recurso Extraordinario Federal. La competencia de la CSJN por apelación extraordinaria. Requisitos comunes,
propios y formales. La existencia de cuestión federal. 6.2.4 La causa por sentencia arbitraria. La causal por
gravedad institucional.

El Habeas Corpus. Legislación.

7.1. Habeas Corpus


El habeas corpus es un mecanismo constitucional de protección de la libertad física, corporal o de locomoción de
las personas.
Este instituto que ya fuera contemplado en nuestro país por el Art. 20 de la Ley 48, ha tenido una regulación
normativa a partir del dictado de la Ley 23.098 en 1984. Esta última contiene una parte sustantiva que se aplica a
todo el territorio nacional y por ende a las provincias y una parte procesal que sólo rige para el ámbito
federal.
Por su parte, la C.N. establece en el Art. 43 4º párrafo que “Cuando el derecho lesionado, restringido,
alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de
detención, o en el de desaparición forzada de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el
afectado o por cualquiera en su favor y el juez resolverá de inmediato, aún durante la vigencia del estado de
sitio”.
Competencia. La competencia judicial federal o provincial se determi na de acuerdo a la autoridad de la que emana
la orden de detención, conforme lo establece el Art. 2 de la Ley 23.098.
Clases de habeas Corpus. Entre las clases de este proceso constitucional podemos destacar a las siguientes:
1) Clásico o reparador: Procede contra actos u omisiones que atenten contra la libertad física o la impidan
sin orden de autoridad competente.
2) Preventivo: Funciona en las hipótesis de amenazas ciertas en inminentes que atenten contra la libertad
física de una persona.
3) Correctivo: Puede ser utilizado para los casos en que se agravan las condiciones de la restricción de la libertad
dispuesta legalmente.
4) Restringido: Debe ser utilizado en los supuestos de molestias que perturben o alteren la libertad física sin llegar
a su privación. V.gr. seguimiento a una persona.
5) Por desaparición forzada: Tiene por objeto hacer cesar el estado de desaparición forzada de personas y lograr su
localización.
6) De oficio: El inicio y la prosecución del trámite la realizan directamente los tribunales sin que exista pedido de
parte interesada.
7) Colectivo: El pedido de habeas corpus involucra a varias personas. La Corte Suprema Nacional le hizo
lugar a este tipo de reclamos en la causa “Mignone” (2002) para que las personas privadas de la libertad pudieran
votar en las elecciones.
8) Durante el Estado de sitio: Esta clasificación ha sido receptada directamente en el texto constitucional. Por su
parte, la Ley 23.098 en su Art. 4º tiene previsto que “Cuando sea limitada la libertad de una persona en virtud de
la declarac ión prevista en el Art. 23 de la Constitución Nacional, el procedimiento de hábeas corpus podrá tender
a comprobar, en el caso concreto: 1° La legitimidad de la declaración del estado de sitio; 2° La correlación
entre la orden de privación de la libertad y la situación que dio origen a la declaración del estado de sitio; 3° La
agravación ilegitima de la forma y condiciones en que se cumple la privación de la libertad que en ningún caso
podrá hacerse efectiva en establecimientos destinados a la ejecución de penas; 4° El efectivo ejercicio del
derecho de opción previsto en la última parte del Art. 23 de la Constitución Nacional”
9) Contra Particulares: Funciona en aquellos supuestos en que la privación de la libertad o su agravamiento
provenga de una actividad de particulares. V.gr. Instituto psiquiátrico.
Legitimación. El habeas corpus puede ser solicitado por el detenido o afectado, sus parientes, abogados y
cualquier persona a su favor. Recordamos que también procede de oficio.

La inconstitucionalidad de oficio. Más allá de lo que analizamos sobre el punto en la Unidad 5, el Art. 6° de la Ley
23.098 contempla expresamente la posibilidad de que los jueces declaren de oficio y para el caso concreto la
inconstitucionalidad de algún precepto normativo.

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Trámite. A partir del Art. 11 de la ley 23.098 se regula lo relativo al trámite de esta acción. En tal sentido, se
señala que “Cuando se tratare de la privación de la libertad de una persona, formulada la denuncia el juez
ordenará inmediatamente que la autoridad requerida, en su caso, presente ante él al detenido con un
informe circunstanciado del motivo que funda la medida, la forma y condiciones en que se cumple si ha
obrado por orden escrita de autoridad competente, caso en el cual deberá acompañarla, y si el detenido hubiese
sido puesto a disposición de otra autoridad a quien, por qué causa, y en qué oportunidad se efectuó la
transferencia”.
Para los casos en que se trata de amenaza actual de privación de la libertad de una persona, el juez competente
ordenará que la autoridad requerida presente el aludido informe.

En cambio, si se desconoce cuál es la autoridad que detenta la persona privada de su libertad o de la cual emana
el acto que ha sido denunciado como lesivo, el juez librará la orden a los superiores jerárquicos de la
dependencia que la denuncia indique.
La última parte de ese precepto normativo prescribe que “Cuando un tribunal o juez de jurisdicción competente
tenga conocimiento por prueba satisfactoria de que alguna persona es mantenida en custodia, detención o
confinamiento por funcionario de su dependencia o inferior administrativo, político o militar y que es de temerse
sea transportada fuera del territorio de su jurisdicción o que se le hará sufrir un perjuicio irreparable antes de que
pueda ser socorrida por un auto de hábeas corpus, pueden expedirlo de oficio, ordenando a quien la detiene o a
cualquier comisario, agente de policía u otro empleado, que tome la persona detenida o amenazada y la traiga a su
presencia para resolver lo que corresponda según derecho”.
Lo ordenado por el juez debe ser cumplido de manera inmediata por la autoridad requerida, salvo que el juez haya
determinado un plazo específico de cumplimiento. Si por un impedimento físico el detenido no pudiera ser
llevado a presencia del magistrado, éste si lo estima necesario podrá constituirse donde se encuentra el
afectado y aún autorizar a un familiar o persona de confianza para que lo vea en su presencia.
Desde el conocimiento de la orden el detenido quedará a disposición del juez que la emitió para la realización del
procedimiento.
Debe tenerse presente que la orden emanada del tribunal implicará para la autoridad requerida la citación a la
audiencia. La persona que se encuentra privada de su libertad deberá estar siempre presente.
La audiencia comenzará con la lectura de la denuncia y el informe. Luego el juez interrogará al amparado
proveyendo en su caso a los exámenes que correspondan. Dará oportunidad para que se pronuncien la autoridad
requerida y el afectado, personalmente o por intermedio de su asistente letrado o defensor.
Si por pedido de las partes o de oficio o el juez considera necesario la producción de material probatorio
determinará su admisibilidad o rechazo de acuerdo con la utilidad o pertinencia al caso de que se trata. Finalizada
la recepción de la prueba se oirá a los intervinientes.
Una vez finalizada la audiencia se dictará resolución “que deberá versar sobre el rechazo de la denuncia o su
acogimiento, caso en el cual se ordenará la inmediata libertad del detenido o la cesación del acto lesivo” (Art. 17).
El Art. 18 exige que la decisión sea leída inmediatamente por el juez ante los intervinientes y quedará notificada
aunque alguno de ellos se hubiere alejado de la sala de audiencia.

En contra de esa resolución se podrá interponerse recurso de apelación para ante la Cámara en plazo de 24 horas,
por escrito u oralmente, en acta ante el secretario, pudiendo ser fundado. Se encuentran habilitados para
interponer el mentado recurso el amparado, su defensor, la autoridad requerida o su representante y el
denunciante únicamente por la san ción o costas que se le hubieren impuesto, cuando la decisión les cause
gravamen. El recurso procederá siempre con efecto suspensivo, salvo en lo que respecta a la libertad de la
persona (Artículo 17, Inciso 4°), que se hará efectiva.
El habeas corpus en la Provincia de Córdoba. El Art. 47 del a Const. Pcial. establece que“Toda persona
que de modo actual o inminente sufra una restricción arbitraria de su libertad personal, puede recurrir por
cualquier medio, por sí o por terceros en su nombre al juez más próximo, para que tome conocimiento de
los hechos, y de resultar procedente, mande a resguardar su libertad o haga cesar la detención en menos de
veinticuatro horas.
Puede también ejercer esta acción quien sufra una agravación ilegítima de la forma y condiciones en que se cumple
la privación de la libertad, sin detrimento de las facultades propias del juez del proceso. La violación de esta norma
por parte del juez es causal de destitución”.
El marco legal del habeas corpus está regulado en los Arts. 464 a 474 del Código Procesal penal aprobado por la ley
3831.

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7.1.1. Legislación
Como dijimos en el punto anterior a nivel nacional además del Art. 43 párrafo 4º la cuestión
relativa al habeas corpus está regulada en la Ley 23.098 y es conocida como la “Ley De la Rúa”
en honor al legislador que fue autor del proyecto.
En la provincia de Córdoba el habeas corpus está regulado en los Arts. 464 a 474 del Código
Procesal penal aprobado por la ley 3831 y en el Art. 47 del a Constitución de la Provincia.

7.1.2. Su incorporación en la Constitución Nacional, provincial y en los tratados internacionales .-


Esta temática ya ha sido desarrollado en los puntos anteriores. Para ampliar puede verse el Capítulo VII
de la bibliografía obligatoria.

9. El Recurso Extraordinario Federal.


9.1. La competencia de la CSJN por apelación extraordinaria.-
9.1. La competencia de la CSJN por apelación extraordinaria
Una vez instalada la Corte Suprema de Justicia de la Nación se dictó la Ley 48 en donde a partir del Art. 14 reguló lo
relativo a la intervención de dicho Tribunal.
Esa disposición señala que “Una vez radicado un juicio ante los Tribunales de Provincia, será sentenciado y
fenecido en la jurisdicción provincial, y sólo podrá apelarse a la Corte Suprema de las sentencias definitivas
pronunciadas por los tribunales superiore s de provincia en los casos siguientes:
1°) Cuando en el pleito se haya puesto en cuestión la validez de un Tratado, de una ley del Congreso, o de
una autoridad ejercida en nombre de la Nación y la decisión haya sido contra su validez.
2°) Cuando la validez de una ley, decreto o autoridad de Provincia se haya puesto en cuestión bajo la pretensión
de ser repugnante a la Constitución Nacional, a los Tratados o leyes del Congreso, y la decisión haya sido en
favor de la validez de la ley o autoridad de provincia.
3°) Cuando la inteligencia de alguna cláusula de la Constitución, o de un Tratado o ley del Congreso, o una
comisión ejercida en nombre de la autoridad nacional haya sido cuestionada y la decisión sea contra la validez
del título, derecho; privilegio o exención que se funda en dicha cláusula y sea materia de litigio.
Por su parte, el Art. 15 prescribe que “Cuando se entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior,
deberá deducirse la queja con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo, que su fundamento aparezca de los autos
y tenga una resolución directa e inmediata a las cuestiones de validez de los artículos de la Constitución, leyes,
Tratados o comisiones en disputa, quedando entendido, que la interpretación o aplicaciones que los
tribunales de provincia hicieren de los códigos Civil, Penal, Comercial y de Minería, no dará ocasión a este
recurso por el hecho de ser leyes del Congreso, en virtud de lo dispuesto en el Inciso 11, Artículo 67 de la
Constitución.”

9.3. Requisitos comunes, propios y formales.


A) Los requisitos comunes son aquellos con los cuales debe cumplir todo recurso jurisdiccional. Entre ellos se
destacan:
1) La existencia de un agravio emanando de una sentencia. El mismo debe mantenerse hasta que resuelva la
C.S.J.N., pues de lo contrario el planteo devendrá abstracto.
2) La existencia de una “causa” en los términos de la jurisprudencia de la C.S.J.N., esto es una controversia entre
partes. No estaremos en presencia de una “causa” frente a la presencia de alguna cuestión política no
justiciable.
3) La intervención anterior de un Tribunal de Justicia.
B) REQUISITOS PROPIOS. Son los recaudos que debe cumplir el remedio federal y que se relacionan con la
pretensión del recurrente. La exigencia del cumplimiento de tales recaudos tiene por objeto el mantenimiento de la
supremacía constitucional, en los términos del Art. 31 CN.
1.- Existencia de Cuestión Federal.
Cuestión Federal Simple
Compleja Directa
Indirecta
De acuerdo a preceptuado por el Art. 14 de la ley 48, la admisibilidad del remedio federal requiere el análisis
relativo a la existencia de una cuestión federal.
En la cuestión federal simple se presenta un problema en la determinación del alcance e interpretación de
una cláusula constitucional, la disposición de un tratado, o de una ley federal.

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En la cuestión federal compleja estamos frente a una disposición que se opone a la Constitución Nacional. La
misma puede ser directa cuando una norma, constitución o ley local se opone a la C.N. En la indirecta, en
cambio, se presenta un problema que compromete la supremacía constitucional en tanto una norma inferior
se opone contra una norma de jerarquía superior que no es la C.N.
2.- Relación directa. Debe existir inequívocamente, relación directa entre la cuestión federal introducida y el
agravio ocasionado por el decisorio recurrido . Esto es que de la solución a la cuestión federal dependa la
decisión del litigio y ello, debe ser puesto en evidencia por el recurrente. No hay relación directa si la cuestión
federal es inoficiosa o baladí en los términos del Art. 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
3.- Resolución contraria. La decisión que se ataca por vía del recurso extraordinario debe ser contraria al derecho
federal invocado en el juicio. Esta puede ser expresa cuando se niega explícitamente la supremacía de la
cláusula federal invocada o tácita cuando el tribunal prescinde de considerar la cuestión federal.
Con relación a esto último, ha señalado la Corte que “la omisión de la sentencia apelada, debe interpretarse como
un pronunciamiento implícitamente contrario”.
4.- Sentencia definitiva. Este requisito se cumple desde que el remedio federal se interpone contra la
resolución definitiva, es decir, contra aquella que pone fin a la causa, hace imposible su continuación, priva al
interesado de otros medios legales para obtener la tutela de sus derechos, impide el replanteo de la cuestión en
otro juicio o causa gravamen irreparable.
Con esta orientación ha decidido la Corte que un pronunciamiento posee carácter definitivo a los fines del remedio
federal cuando resuelve el fondo de la controversia planteada poniendo fin a la cuestión debatida en forma tal
ésta no puede renovarse.
A través de sus sentencias la C.S.J.N. ha considerado que no resultan sentencias definitivas a los fines del recurso
extraordinario:
a) La decisión que rechaza o concede una medida cautelar;
b) El resolutorio que dispone la caducidad de instancia;
c) La sentencia dictada en el marco de un juicio ejecutivo;
d) La resolución que declara formalmente inadmisible un amparo.
5. Gravamen irreparable: La sentencia que se pretende cuestionar por vía del recurso extraordinario federal
debe provocar perjuicio de tal magnitud que si no se pudiera recurrir por esa vía mediante los a agravios quedarían
firmes.
Con esa inteligencia, el Alto Tribunal entendió en una causa que el gravamen era irreparable en tanto el agravio
producido por la resolución atacada provocaba la lesión constitucional de cláusulas constitucionales y no
podía ser subsanado mediante un procedimiento o juicio ulterior.-

6. Superior tribunal de la causa. La resolución que se ataca debe emanar de la máxima autoridad del
ámbito jurisdiccional que se trate. Ello implica que la caracterización de superior tribunal depende de la
organización judicial de cada provincia. En Córdoba debe considerarse superior tribunal de la causa al
Tribunal Superior de Justicia y a la Cámara Federal de Apelaciones.
Este requisito es dejado de la lado en los casos en que se utiliza la figura del recurso de per saltum o
salto de instancia.
Cabe recordar, que el per saltum fue receptado normativamente en el Art. 195 bis del CPCCN precepto que
luego fue dejado sin efecto por la Ley 25.587.
La utilización de esta figura ha sido descartada por la Corte Suprema en fallos más recientes. En tal sentido, ha
señalado en la causa “Piragini”, al rechazar un pedido de salto de instancia o per saltum que “la presentación
efectuada no configura acción o recurso que, con arreglo a lo dispuesto en los Arts. 116 y 117 de la
Constitución Nacional y en sus leyes reglamentarias, habilite la competencia ordinaria o extraordinaria de
este Tribunal, ni un caso de privación de justicia que le corresponda resolver”.
C) Los requisitos formales son aquellos ligados al carácter adjetivo del recurso y que deben cumplirse al
momento de su interposición ante el Tribunal Superior de la Causa.
Introducción de la cuestión federal. Debe interponerse de una manera oportuna y suficiente la cuestión federal y
luego mantenerse en todas las instancias. Ello significa que el recurrente debe poner de resalto en la primera
oportunidad procesal la presencia de la cuestión federal.
A los fines de regular lo relativo a los requisitos formales que debe cumplir el recurso extraordinario
federal y la queja por denegación del dicho remedio, la Corte Suprema dictó la Acordada 4/2007,
procurando, de ese modo, homogeneizar las presentaciones que se efectúen y ordenar el trámite en esa instancia.

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La aprobación de la Acordada 4/2007 pone de resalto la intención del Alto Tribunal de lograr la disminución de la
cantidad de causas que son sometidas a su resolución.
En esa reglamentación se regulan los renglones, las páginas, tipo de letra y demás recaudos de presentación, así
como los documentos que deben acompañarse a esa presentación.
A partir de su vigencia la Corte ha sido muy estricta en su aplicación. Así en la causa “Fay, Juan Horacio” frente al
recurso de queja interpuesto por una entidad bancaria en contra de la resolución del tribunal inferior que
había rechazado el remedio federal intentado, l a Corte federal decidió desestimar la presentación en virtud del
incumplimiento de la aludida Acordada.
En el caso, la recurrente había omitido acompañar copia de la decisión impugnada mediante el recurso
extraordinario federal y de la resolución denegatoria del mismo, junto con la pieza recursiva,
desobedeciendo, de ese modo, lo prescripto por el Art. 7º en sus Incisos a) y d).
En segundo lugar, en la causa “Rearte, Enrique Alberto”ante el recurso de queja interpuesto por el Ministerio de
Economía de la Nación en contra de la resolución emanada de Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Contencioso Administrativo Federal, el Máximo Tribunal también dispuso el rechazo de esa presentación.
A diferencia del precedente analizado, en esta oportunidad, la base normativa para la desestimación del
recurso se halló en el incumplimiento de los Arts. 4 y 5 de dicho reglamento.
Cabe destacar, que la primera de esas disposiciones prescribe las exigencias formales y de estilo que debe reunir
la presentación por denegación del remedio federal y el segundo, obliga al recurrente a acompañar una
carátula en la cual se deben consignar los datos exigidos por el Art. 2 así como otros extremos dispuestos por dicha
norma.
En ambas decisiones y a los fines de su rechazo, el Alto Tribunal hizo uso de la facultad prevista por el Art. 11 de
dicho reglamento que lo autoriza a desestimar la apelación mediante la sola mención de la norma
reglamentaria pertinente para el caso en que el recurrente no haya satisfecho alguno de los recaudos exigidos
o que lo haya hecho de una manera deficiente.
Sin dudas, que de todas las disposiciones que integran ese plexo normativo la norma que más interrogantes
plantea es el mentado artículo que autoriza a desestimar aquellas presentaciones que no cumplan con los recaudos
exigidos por la Acordada con la sola mención de la cláusula reglamentaria pertinente.
Luego, esa norma establece que ese límite formal no es absoluto, pues la Corte puede valorar, según su sana
discreción, si el incumplimiento de los recaudos no constituye un obstáculo insalvable para la admisibilidad de
la presentación recursiva.
Como podrá advertirse, esa norma ha consagrando una especie de gravedad institucional que le permitirá a la
Corte ingresar al fondo de la cuestión planteada más allá de la inobservancia de las exigencias rituales.
Ahora bien, cabe preguntarse si esa valoración también puede ser efectuada por el tribunal superior de la
causa al momento resolver la concesión del recurso extraordinario o esa si herramienta sólo puede ser
utilizada por la Corte.
A los efectos de dilucidar la cuestión, merece atención interpretativa el hecho de que la norma objeto de
comentario luego de prescribir que los recursos que no cumplan con las exigencias formales se reputarán
inoficiosos establezca que “Del mismo modo deberán proceder los jueces o tribunales cuando denieguen la
concesión de recursos extraordinarios por no haber satisfecho los recaudos impuestos por esta reglamentación”.
Esa disposición parece solamente estar dirigida a la declaración de inoficiosidad de las presentaciones que
omitan cumplir con la Acordada sin perjuicio de lo cual, no encontramos obstáculo alguno para que el
tribunal superior de la causa pueda hacer uso de aquella posibilidad.
La autosuficiencia de recurso extraordinario federal. Para la procedencia del recurso extraordinario resulta
necesario que la presentación sea autosuficiente. Ello significa que el recurso se debe bastar a sí mismo y
contener todos los elementos que permit an analizar su procedencia. Por ello, son desaconsejables las
remisiones al expediente judicial.
Para la Corte Suprema ello implica que el recurso “debe contener un relato claro y sucinto de los hechos de la
causa, de la cuestión federal en debate y de la relación que habría entre ésta y aquéllos, como así una
crítica concreta y razonada de los fundamentos en que se basa la decisión del a quo”.-

9.3.1. La existencia de cuestión federal


Como vimos en el punto 9.3 dentro de los requisitos propios del recurso extraordinario federal es la existencia
de una cuestión federal. A mayor abundamiento remitimos al Capítulo XII de la bibliografía básica.-

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9.4. La causal por sentencia arbitraria
La causal por sentencia arbitraria es de pura creación pretoriana a través de las sentencias de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación a partir de lo resuelto en 1947 en la causa “Carlozzi”. A lo largo de los años el Alto Tribunal ha
ido calificando a determinadas sentencias como arbitrarias y admitiendo su revisión aunque no se verifique la
existencia de una cuestión federal. Sea que se trate de de una cuestión de hecho, de derecho común en los
términos del Art. 75 Inc. 12 de la CN., o de derecho local.
Debe tenerse presente que esta causal no puede ser invocada ante una mera disconformidad con la sentencia que
se pretende dejar sin efecto, sino que la calificación de arbitraria de la sentencia “está dirigida a la revisión de
los pronunciamiento en los que se advierta la inexistencia de las calidades mínimas para que el caso
impugnado constituya una sentencia judicial”.
Es decir que se trata de un acto jurisdiccional inválido que no reúne las mínimas cualidad de tal ya sea por que se
han valorado los hechos de una manera antojadiza, no se analizado prueba relevante, se ha soslayado la
aplicación de alguna norma, la sentencia contradice las constancias del expediente, entre otras causales.
Es que “también la sentencia arbitraria o inconstitucional que produce una lesión respecto de cláusulas
constitucionales, crea una cuestión federal que antes no existía en el juicio, la que debe reparase en desagravio del
principio de supremacía de la Constitución Nacional”.-

9.5. La causal por gravedad institucional


Con la causal de la gravedad institucional, la C.S.J.N. flexibiliza el cumplimiento de ciertos recaudos de
admisibilidad del recurso extraordinario, justamente, por estar involucrado un interés institucional que excede la
pretensión de las pa rtes del juicio y compromete a la comunidad entera.
Por lo común, la Corte no es exigente con el cumplimiento del recaudo de la existencia de un gravamen
irreparable o de sentencia definitiva (en los casos de Per Saltum)
Dicha circunstancia pone de resalto el rol político que tiene el Máximo Tribunal Federal de la Nación y el
deber de la protección de interés público.
Su creación también tiene un origen pretoriano cuyo origen se remonta a la causa “Jorge Antonio”
de 1960. En esa oportunidad el tribunal señaló que “Lo mismo que la ausencia de interés institucional que
la jurisprudencia contempla, por regla general con el nombre de ´cuestiones federales insustanciales´, autoriza
el rechazo de plano de la apelación extraordinaria [...] así también la existencia de aspectos de gravedad
institucional puede justificar la intervención del Tribunal superando los ápices procesales frustratorios del control
constitucional de esta Corte.
Se trata, en efecto, de condiciones pertinentes para la eficiencia del control de constitucionalidad y de la casación
federal que esta Corte debe cumplir”.

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