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Universidad de la República

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Instituto de Ciencias Históricas – Departamento de Historia Americana

Prof. Adj. Wilson González Demuro

Ay. Lucía Rodríguez

Pensamiento reaccionario español en la


Metrópoli y América según el Fray Fernando de
Zeballos en “La Falsa Filosofía, o el Ateísmo,
Deísmo, Materialismo, y Demás Nuevas Sectas
convencidas de Crimen de Estado”, durante el
reinado de Carlos III

Rodrigo S. Tort

Santiago Casullo

1
Índice:

Introducción:

En este informe se analizará el pensamiento reaccionario hispanoamericano contra


las ideas de la Ilustración y la Revolución francesa dentro del reformismo dieciochesco en la
esfera filosófico-religiosa en base a la fuente del Fray Fernando de Zeballos “La Falsa
Filosofía: o el Ateísmo, Deísmo, Materialismo, y demás Nuevas Sectas convencidas de
crimen de Estado contra los Soberanos, y sus Regalías, contra los Magistrados, y Potestades
legítimas. Se combaten sus máximas sediciosas, y subversivas de toda Sociedad, y aun de la
Humanidad”. La investigación girará en torno a tres preguntas; a saber, 1) ¿a qué se refiere el
autor cuando habla de “falsa filosofía”?, ¿qué era ser filósofo en el siglo XVIII, qué le da su
carácter de “falsedad” y por qué se las acusa de crímenes de Estado?; 2) ¿cuál es la razón del
miedo imperante en la obra para con la Ilustración y los “falsos filósofos”?; ¿es éste miedo
justificado por la Historiografía moderna? ¿cuál es el objetivo del autor? y 3) al no haber
mención directa del problema de los “falsos filósofos” en América: ¿igualmente se puede
extrapolar el problema de la Península al Nuevo Mundo? Y si esto es afirmativo: ¿quiénes
fueron los representantes del pensamiento reaccionario en América, cómo entraron en
contacto con él y cómo fue recibido en el continente?

El género de la obra es un tratado de apologética contra los principios de la


Ilustración y de la Revolución Francesa dirigido a Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-
1802), noble de la Corte de Carlos III, para que éste implemente medidas represivas contra
los emuladores de las nuevas ideas filosóficas de la Ilustración basadas en autores como
Voltaire, Rousseau, Diderot, entre otros, las cuales, según Zeballos, ponían en riesgo la
estabilidad social y política del Reino de España. Incluso, entre los puntos tratados de esta
obra se encuentra una defensa teológica y jurídica de la pena de muerte para con ellos. Para el
propio Zeballos, su libro, sin embargo, era una “Carta Dedicatoria [que] es tan rara en su
género, que acaso no tendrá exemplar. Todos quantos dedican libros, hacen obsequio, ó
negocio, ó uno y otro: pero esta Dedicatoria es toda un oficio.”1

1
DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía, o el Ateísmo, Deísmo, Materialismo, y
Demás Nuevas Sectas convencidas de Crimen de Estado. Madrid: Imprenta Don Antonio de Sancha.
p. 1 Prólogo
2
La influencia de las ideas ilustradas en la formación de Estados nuevos americanos y
en el proceso de modernización de la Península Ibérica en el escenario europeo son hechos
bien sabidos. Sin embargo, el pensamiento reaccionario contra dichas ideas es mucho menos
sabido en general debido a que la Ilustración terminó prevaleciendo sobre las sociedades
civiles y políticas hispánicas en el devenir histórico. A pesar de esto, es menester
cuestionarnos cuál fue el grado de influencia y expansión de las ideas reaccionarias a los dos
lados del Atlántico para saber más detalladamente qué rol jugaron en la efectiva formación de
los Estados nuevos americanos y en la modernización de España, para luego así, tener una
mirada más crítica sobre dichos procesos y no analizarlos desde una mirada monocausal. El
objetivo del presente informe sólo será indagar sobre el origen y características del
pensamiento reaccionario hispánico en base al texto del Fray Fernando de Zeballos.

Desde su publicación en su primera edición, la fuente se encuentra archivada en el


Fondo Antiguo de la Universidad de Sevilla2. La séptima edición de la fuente fue censurada
en su libro quinto por criticar a la obra de Beccaria titulada Tratado de los delitos y las penas,
cuya publicación contaba con la aprobación de Campomanes. Zeballos en este capítulo
recomendaba reprender al autor por su enfrentamiento al poder civil. A pesar de las gestiones
de Zeballos en 1774 y 1775, la prohibición no se levantó y la Corona mandó la orden de
apresarlo. Finalmente, Zeballos imprimió el tomo séptimo en Lisboa en el año 1800, motivo
por el que la corona encomendó al regente de la audiencia de Sevilla la investigación de las
responsabilidades correspondientes. Esta edición se encuentra hoy en día en los archivos
particulares de Juan Procopio Correa da Silva, editor de la obra en Lisboa. Por otro lado, la
fuente inédita se aloja en el Archivo Histórico Nacional de España.

Sobre la organización de la fuente:

“La falsa filosofía o el ateísmo, deísmo, materialismo y demás nuevas sectas


convencidas del crimen de estado contra los soberanos y sus regalías” del Fray Fernando de
Zeballos es un tratado que consta de siete volúmenes, siendo los seis primeros escritos entre
1774 y 1776.

2
Obras - Fondos Digitalizados de la Universidad de Sevilla, 2017. Fondosdigitales.us.es [online].
Disponible en: http://fondosdigitales.us.es/fondos/ [Recuperado en: 6/12/2017]
3
Las consecuencias de la exposición de ideas tan restrictivas sobre el poder civil no se
hicieron esperar, y pese a la dedicatoria de la Falsa filosofía a Campomanes, que ocupó nada
menos que 22 páginas, Zeballos fue calificado de “miserable escritor”, y su obra de
“calumniosa sinrazón” en la que competían “la ignorancia y la presunción, la obscuridad y
la impropiedad, lo pernicioso y lo inútil”3. El tratado fue prohibido después del tomo sexto,
lo que le impidió publicar el séptimo, que no salió a la luz hasta el año 1800, momento en el
que Zeballos logra imprimirlo en Lisboa, como ya habíamos afirmado.

Sobre la organización general del texto, vale la pena aclarar que este primer tomo se
divide en tres partes: una dedicatoria dirigida a Campomanes; una Primera parte del texto
principal (esta a su vez se divide en 175 temáticas distribuidas en cinco artículos) donde
Zeballos discute el origen de estos “falsos filósofos” y una Segunda parte (dividida en tres
secciones, a su vez divididas en artículos cuya cantidad varía) donde trata de prevenir a los
“verdaderos filósofos” de los “falsos”.

Este informe se centrará en el primer tomo, donde el autor se lanza contra lo que él
considera “los principios sediciosos de los ateístas, deístas, fatalistas, naturalistas y demás
pretendidos filósofos”, específicamente la dedicatoria y el artículo I de la Primera parte,
referido a los Deístas.

Sobre el autor:

El autor detrás de la fuente a analizar es Fray Fernando de Zeballos; nació en Espera,


Cádiz, en 1732 y falleció en 1802. Estudió arte, teología, derecho civil y canónico en la
Universidad de Sevilla. Sirvió como monje Jerónimo del Monasterio de San Isidro del
Campo en Sevilla, Andalucía, del que fue nombrado prior en dos ocasiones, también fue prior
del Colegio de la orden en Ávila en 1777 y visitador General de Castilla.

Bastante después diría Menéndez Pelayo sobre Zeballos en su Historia de los


Heterodoxos Españoles: “Su vida fue una continua y laboriosa cruzada contra el

3
ROBLEDO, RICARDO, 2014, El Padre Ceballos, "¿humilde capellán de Gody?" El plan de
universidades de 1796. Universidad de Salamanca. 2014. p. 4
4
enciclopedismo en todas sus fases, bajo todas sus máscaras, así en sus principios como en
sus más remotas derivaciones sociales”4
Es considerado descendiente ideológico de Claude-Adrien Nonnotte (1711-1793)
quien fue el máximo reaccionario anti-ilustrado en el espacio francés que los reaccionarios
españoles, como Zeballos, van a tomar. Predicó en el Palacio de Versalles y en la Corte de
Cerdeña pero es más conocido por su disputa con Voltaire en su libro Errores de Voltaire,
(crítica a su Ensayo de la Historia General) y también tiene similitudes con el libro Juicio
Final de Voltaire; que también vemos en Zeballos.

Sobre el destinatario:

Curiosamente, el destinatario de la obra, al menos oficialmente, es Pedro Rodríguez


de Campomanes; nacido en Sorribas, el 1 de Julio de 1723 y fallecido en Madrid en Febrero
de 1802.
Aunque de orígenes bastante humildes, al momento de publicación, éste era parte del
“Consejo [de Hacienda] de Su Majestad, Fiscal del Consejo y Cámara [de Castilla],
Director de la Real Academia de la Historia [desde 1764], (...) etc.”, además fue distinguido
por ser presidente del Consejo de la Mesta (1765), de Cortes (1789) y Consejero de Estado
(1791). Se le considera la piedra angular del reformismo borbónico durante el reinado de
Carlos III centrado principalmente en reformas de Economía política. Ya en su época tenía
fama de Ilustrado y ferviente defensor del recorte del poder eclesiástico al estatal
(subordinación de la Iglesia al Estado). Las formulaciones de Campomanes enmarcan
previamente mencionadas actividades, también denominadas regalistas de los gobiernos de
Carlos III, dichas formulaciones y la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767
representaron el punto más extremo al que llegó la política de orientación regalista en el siglo
XVIII. Esto le costó problemas con la Inquisición que, por su posición político-social, no fue
sentenciado.

Bien recibida por el conjunto de la clase política del momento, su actuación al frente
del Ministerio de Hacienda encontró siempre la oposición de la clase eclesiástica, temerosa,
con fundada razón, de las intenciones de Campomanes, convencido de la necesidad de

4
MENÉ NDEZ Y PELAYO, MARCELINO, 1977, Historia de los heterodoxos Españoles. Madrid :
Ed. Católica. p. 405 en HERRERO, JAVIER, 1988, Los orígenes del pensamiento reaccionario
español. Madrid : Alianza Editorial. p. 91
5
entregar a agricultores no propietarios las tierras de la Iglesia sin cultivar. En este sentido,
creyó que el crecimiento económico de España pasaba por el desarrollo de la agricultura, por
lo que logró que el monarca estableciera subsidios para las zonas agrícolas más
desfavorecidas. Además, liberó el comercio y la agricultura de los impuestos que impedían su
crecimiento y decretó el establecimiento de la libre circulación de los cereales.
Fue oficialmente nombrado presidente del Real Consejo de Castilla, y en 1789 abrió
las Cortes españolas, en las cuales intentó que se reestableciera la ley que permitía reinar a las
mujeres, sin éxito, pues a la postre el monarca no publicó la correspondiente pragmática.

Tras la subida al trono de Carlos IV, Campomanes perdió influencia en los asuntos
de Estado, sobre todo debido al favoritismo del nuevo soberano por el conde de
Floridablanca. Éste, a su vez, lo destituyó de todos sus cargos en 1791, oficialmente debido a
la imposibilidad de Campomanes de desempeñar sus obligaciones a causa de su acusada
ceguera. Tras la destitución se dedicó a recuperar y corregir varias de sus obras inéditas, y si
bien conservó su puesto en el Consejo de Estado, su fama de afrancesado le impidió
recuperarse políticamente.

Contexto histórico general:

Para José Luis Abellán, en su libro titulado “Historia Crítica del Pensamiento
Español”5, el reinado de Carlos III (1759-1788) fue el momento cumbre del despotismo
ilustrado en la España dieciochesca en una gradual escalada del nivel histórico y de
reformismo en todas las áreas de la vida pública que tuvo su comienzo en el llamado pre-
reformismo borbónico de Felipe V y Fernando VI. La base de las reformas llevadas a cabo
por estos monarcas anteriores a Carlos III se caracterizó por el mantenimiento de la paz con
las otras potencias europeas para poder, así, llevar a cabo una reconstrucción económica en
cuanto al sistema impositivo y comercial dentro de las provincias españolas y el aumento del
prestigio internacional del Reino de España a través de la modernización cultural de la
sociedad, para que ésta asimilara las escuelas de pensamiento moderno y vanguardista. Este
proyecto de gobierno, para Abellán, tendría su puesta en práctica sólamente a través de los
ministros de Carlos III. Dicho monarca, hermano de Fernando VI, antes de tomar el trono
español, fue Rey de Nápoles, en cuya ciudad recogió mucha de las ideas ilustradas y

5
ABELLÁN, JOSÉ LUIS, 1988, Historia Crítica del Pensamiento Español Tomo III. 2. Madrid :
Espasa-Calpe S.A.
6
enciclopedistas por medio de su mentor Bernardo Tanucci. Estas ideas, entre otras, consistían
en un regalismo intransigente, centralismo político y liberalismo económico. En el primer
punto sobre el regalismo, dice Abellán que “se marcaron dos tendencias: una radical,
defendida por Campomanes (...); y otra moderada, defendida por Floridablanca (...). La
primera es una afirmación sin paliativos de la autoridad civil sobre la eclesiástica; la
segunda propone colocar al clero bajo el poder real, a fin de defender los intereses de la
Iglesia, pues nadie mejor que el rey podía defender a ésta.”6 Este punto sobre el regalismo y
el llamado “cristianismo ilustrado” se retomarán más adelante al final de esta sección.

En el terreno socioeconómico, el proceso de ascendencia en el plano reformista se


puede apreciar materialmente en los datos cuantitativos de la economía y la demografía. En
cuanto a ésta última, la evolución general de la población española de 1724 a 1797 estima un
crecimiento de tres millones de habitantes en toda la península. Regionalmente hablando, sin
embargo, se aprecia que las áreas periféricas son las que sufrieron más crecimiento
demográfico, siendo Galicia y Cataluña las más significantes, con un crecimiento de
seiscientos mil a un millón ciento cuarenta mil habitantes y de quinientos mil a novecientos
quince mil respectivamente. Madrid, sin embargo, tuvo un crecimiento de tan sólo treinta y
siete mil habitantes. Este crecimiento llevó consecuentemente a la desmonopolización del
puerto de Cádiz en su comercio con Las Indias para pasar a un sistema de puertos libres. Para
José Luis Abellán, el crecimiento demográfico se dió debido a la política demográfica de los
Borbones, la cual consistía en “los premios a la natalidad, dirigidos en especial a los
matrimonios jóvenes o con seis hijos varones; la exención de impuestos a los padres con más
de doce hijos; las facilidades dadas a los extranjeros para instalarse y naturalizarse en
España, con la sola condición de que profesasen la religión católica (...)”7. De esta forma, la
composición demográfica estaba compuesta en su mayoría por agricultores, no pudiendo
España superar este modo de producción hasta una muy tardía Revolución Industrial, la otra
parte de la población, a saber seiscientos mil personas, componían las filas de la aristocracia
y el clero que hacia el año 1800 ocupaban el setenta y cinco por ciento de la propiedad de la
tierra.

En el terreno puramente económico, la reforma estuvo liderada únicamente desde el


Estado. Los ministros anteriores a Carlos III (José Patiño y el marqués de la Ensenada)

6
Ídem. p. 466
7
Ibídem. p. 470
7
promovieron desde la Hacienda la instalación de nuevas manufacturas, la supresión de
aduanas internas, la protección de la industria nacional y la prohibición de exportar materias
primas, junto con la creación de compañías monopolísticas que pudieron hacerse con los
mercados del azúcar, cacao y cueros en la zona del Caribe y de Mar de Plata. La región que
tuvo más crecimiento económico debido a esta actividad fue Cataluña debido a su ubicación
estratégica en el Mar Mediterráneo.

En el plano político y cultural, el concepto que más cita la Historiografía es el de


Despotismo ilustrado. Éste obtiene su nombre, más bien, del estrato social que lo encarna, la
aristocracia y la nobleza cortesana. Afirma Abellán, que la Ilustración, en su forma más
afrancesada, se relaciona íntimamente con la burguesía, a tal punto de considerar a la
Revolución Francesa misma como la cúspide de las revoluciones burguesas. Sin embargo,
sentencia dicho autor, que “en España apenas había una burguesía lo suficientemente fuerte
que pudiese llevar adelante el programa ilustrado. Así se da la paradoja que quien encarna
los ideales burgueses va a ser la baja y media aristocracia (...)”8. Esta aristocracia abrazó las
ideas ilustradas de enciclopedismo, criticismo, optimismo individual e iluminismo, y las puso
al mando del absolutismo. Desde el gobierno, entonces, se impulsarían las reformas que el
criticismo ilustrado promulgaba sin la necesidad de una revolución violenta ni quiebres
institucionales. Este Despotismo ilustrado tratará a toda costa salvaguardar los valores de la
tradición española y católica al mismo tiempo que abrazaba los ideales ilustrados compatibles
con esta primera. Por lo tanto, “la difusión de los ideales de la Revolución francesa
produjeron una radicalización en la opinión. Mientras algunos sectores -los más jóvenes-
empezaron a hablar de libertad y revolución, otros -incluidos algunos liberales ilustrados ya
viejos, como Floridablanca- se desplazaron a posturas conservadoras. Por un lado, el
radicalismo revolucionario de tipo jacobino; por otro, el tradicionalismo a ultranza.”9 De
esta forma, el tradicionalismo ve en el siglo XVIII un insulto a las tradiciones españolas que
éstos han defendido desde la Contrarreforma contra teologías y filosofías aberrantes mientras
que los ilustrados ven en su pensamiento racional e individualista la única salida al
estancamiento económico y cultural de España en relación a las demás potencias europeas. El
Despotismo ilustrado así, tomará los elementos no contradictorios de cada escuela de
pensamiento para poder salir de la crisis estructural que acarrea España desde el siglo XVII
sin arremeter contra la ortodoxia católica, el poder real ni las escalas sociales, como lo habían

8
Ibídem. p. 473
9
Ibídem. p. 478-479
8
hecho los enciclopedistas franceses. De esta forma, la Ilustración española, con sus
características especiales, tendrá un norte común que es la secularización de la cultura. Ésto
sólo se podría lograr si la sociedad abandonaba el humanismo y el escolasticismo tomista
característico del siglo XVI encarnado por la Compañía de Jesús, la Inquisición y el anti-
regalismo, por una autonomía individual, una apuesta a la razón humana para entender el
mundo natural, el racionalismo filosófico, el sensualismo científico, el periodismo como
medio de difusión de ideas y, sobre todo, el sentido crítico. Debido a la resistencia que
implantó la Compañía de Jesús junto a sus funcionarios inquisidores, Carlos III ordena su
expulsión, como ya dijimos, en 1767. En el plano social, la Ilustración apostaba a un
igualitarismo utópico de toda la sociedad basada en una moral racional y en un pie de
igualdad que era dado solamente por la ley natural. Como se verá posteriormente, Zeballos
estaba de sobremanera preocupado por la importación de ideas ilustradas francesas que
pondrían en peligro esta tres patas del tradicionalismo hispánico: la ortodoxia católica, el
poder real y el orden social. Sin embargo, como ya afirmamos en la sección de posibles
destinatarios, Zeballos dirige su libro a Campomanes, mayor exponente del gobierno de
Carlos III del regalismo intransigente y reformas sociales por lo que podemos afirmar que
Zeballos apoyaba el progreso moderado de “vía intermedia” que la Ilustración estaba
tomando en España.

Como dijimos anteriormente, el despotismo ilustrado buscaba una continuidad entre


las ideas ilustradas y el tradicionalismo hispánico. Una de las áreas que la Ilustración no logró
criticar o hacer cambiar debido al juego dialéctico de estas dos posturas fue la ortodoxia
católica. El dogma había sido revelado a la Iglesia y si éste se manipulaba erróneamente, esta
acción no sólo era una contra la Iglesia sino contra Dios mismo. Sin embargo, los ilustrados
sí lograron criticar al clero y a la eclesiología en general dando lugar al llamado “cristianismo
ilustrado”. Ésta clase de religiosidad católica buscaba desechar de la religiosidad
institucional, para consecuentemente hacerlo en la popular, las prácticas que se consideraban
supersticiosas, mágicas, no acordes a la razón y dogmáticas lo cual no permitía el
razonamiento crítico. De esta forma, Ramón Menéndez afirma que “la cruzada contra el
fanatismo y la superstición se centró con predilección especial en las deformaciones -al
menos así las consideraron los ilustrados- de la piedad popular.”10 De esta manera, la
liturgia fue atacada por los ilustrados quienes despreciaron de los rituales barrocos,

10
MENÉNDEZ, RAMÓN, 1992, Historia de España Tomo XXXI. 3. Madrid : Espasa-Calpe S.A. p.
411
9
desbordado de simbolismo y sermones emocionalistas para pasar a tener sermones más
académicos, retóricos y eficaces basados en las Escrituras y la Tradición eclesiástica. Debido
a un factor económico, la esperanza de vida aumenta y así se retira del escenario ritualístico
la mortandad catastrófica y el protagonismo de la muerte en los rituales penitenciales, de
expiación y de purificación. Por otro lado, debido a un intento de imposición de una cultura
del trabajo más productiva, el gobierno despótico ilustrado de Carlos III quiso reducir lo más
posibles los días feriados y para eso debía de arremeter contra la religiosidad popular.

Análisis:

El siglo XVIII constituye, en general, una época de progreso de los conocimientos


racionales y de perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia. Fue un período de
enriquecimiento que potenció a la nueva burguesía, si bien se mantuvieron los derechos
tradicionales de los órdenes privilegiados dentro del sistema monárquico absolutista. En
España, la Ilustración coincidió con los reinados de Fernando VI y Carlos III y si bien la
decadencia profunda en que se encontraba el país en el punto de partida obstaculizó una
posterior eclosión, el auge dinámico de algunas de sus zonas geográficas a lo largo del
período y la actuación coadyuvante (aunque tímida) desde el poder político facilitaron la
aparición de un nutrido y valioso grupo de ilustrados como Cabarrús, Cadalso, Feijoo,
Floridablanca, Jovellanos, entre otros. La creación de las Reales Academias de la Lengua, de
la Historia, de la Medicina y del Real Gabinete de Historia Natural (actual Museo Nacional
de Ciencias Naturales), fueron algunos de los logros de la Ilustración española, que ni mucho
menos es unilateralmente relativa a influjo francés.

Pero sin duda existe una diferencia en lo que se entiende por filosofía en el siglo
XVIII y lo que Fernando de Zeballos considera que la “verdadera filosofía” debería ser. Para
el autor, la Ilustración de su siglo no consiste en otra cosa más que en una palabra para
designar a los pensamientos destructores que atacan todos los elementos del Estado. La
Ilustración es la Falsa Filosofía.

¿Pero por qué los ilustrados son, según Zeballos, falsos filósofos? La respuesta es
categórica: las ideas que pregonan, su falsa filosofía, conforman las “dobles fuerzas

10
destructoras que atacan la religión y la vida civil”11 y la gran difusión de estas máximas
sediciosas no hace más que agravar el problema. Para el autor, la Ilustración tiene sus raíces
en la Reforma, por lo tanto carga de por sí con el germen de la falsedad y el error; son estos
reformados los responsables del relajamiento del espíritu cristiano y del “abuso de la
filosofía” que hicieron de la Europa Moderna un lugar propicio para que un sinfín de curiosos
e irrespetuosos de lo sagrado salieran a la luz.12

El mensaje de felicidad que con gusto llevan de lado a lado los ilustrados, dice
Zeballos, es un disfraz para el pecado, las mentiras, destrucción y anarquía, puesto que el
verdadero objetivo es engañar y permitir que el hombre “satisfaga sus instintos más bestiales
(…) liberándolo de la ley moral y las sujeciones a la autoridad política y civil”13

Un rasgo de marcada importancia, no solo en la visión de Zeballos, sino para el


movimiento reaccionario en su conjunto es la idea que considera a esta nueva filosofía como
una “actividad conspiratoria y siniestra, en que hombres corrompidos maquinan en la
sombra planes de destrucción universal”14 El resultado de esta creencia llevará al
surgimiento de las más grotescas teorías entre los enemigos de la Ilustración, siempre con el
objetivo de poner en evidencia la maldad intrínseca de aquellos abanderados de las nuevas
ideas.

Sumergirse en esta nueva-falsa filosofía, comenta Zeballos, logra despertar al


anarquista que llevamos dentro gracias al pecado original; uno deja entonces de ser humano
para convertirse en una bestia enemiga del orden impuesto por Dios. Según el autor, ateo y
filósofo son sinónimos, por lo que los falsos filósofos son enemigos de Dios y la Cristiandad.

En resumen, por donde se mire Zeballos encuentra un punto para su crítica y


concluye que la falsa filosofía basa su existencia, valga la redundancia, en falsos preceptos.

Siguiendo con lo expuesto, el carácter de falsedad de esta nueva filosofía se da


debido al ataque de la ilustración constante, a lo que los reaccionarios llamaron el orden

11
HERRERO, JAVIER, 1971. Cap. IV, Los discípulos españoles: Zeballos, Rodríguez, Valcárcel.
En: Los orígenes del pensamiento reaccionario español. Madrid: Cuadernos para el Diálogo 1971. p.
92
12
Ibíd. p. 95
13
Ibídem. p. 97
14
Ibídem. p. 94
11
preestablecido por Dios. Este orden es tripartita; está compuesto por la religión católica de
tradición contrarreformista que tuvo lugar en España y se adhirió a la propia idiosincrasia de
dicho país del momento, por la monarquía absolutista frente a las nuevas repúblicas que se
estaban conformando como consecuencia directa de la Revolución Francesa y la jerarquía
social compuesta verticalmente en su orden de mando que es heredado de dicha
contrarreforma y de la consolidación del absolutismo. Estas tres partes históricas del Reino de
España estaban siendo atacadas por los falsos filósofos quienes “al atacar los principios
religiosos mina[n] la verdadera fuente de la autoridad política y la jerarquía social.”15 Esto
quiere decir que al atacar los principios religiosos de las cuales emana el poder real, éste tiene
peligro de sucumbir y, si lo hace, la jerarquía social verticalmente diseñada se caería con ella
generando la discordia y el libertinaje social. De este mismo modo afirma Zeballos que “el
turbar algun punto de la Religion verdadera, y recibida en el pais, es uno de aquellos delitos
contra que deben velar por obligación, y por interes las Potestades soberanas, y cuya
acusacion toca hacer á los Magistrados (...)”16. Todo esto se hace, según Zeballos, para
poder satisfacer sus deseos carnales y no estar subordinados ni atados a ninguna autoridad y
hacer lícito todo lo que antes era ilícito.17 Esto solamente se puede lograr, según el autor,
mediante la imposición de una nueva forma de gobierno que en el siglo XVIII empezó a tener
su auge: la democracia; y esta además, se basa en la “idea impía” de que la soberanía reside
en el pueblo y no el Monarca. Zeballos entendía que el Rey era lo que el padre de familia era
para con sus hijos y por lo tanto el Monarca hace emanar su poder de la estructura familiar
con el pater familias a la cabeza no sólo mandando a sus hijos-súbditos sino también
disciplinándolos. La idea de que este poder es de todo el pueblo, nuevamente para Zeballos,
pondría en serio peligro a la estructura social y, consecuentemente como hemos visto, a la
autoridad política y a los preceptos religiosos. De este punto afirma Zeballos que “la libertad
de opinar y juzgar de todo es incomprensible; y por otra parte, como no se vierta á fuera con
escándalo ó con desacato, no es materia de las leyes públicas.”18

En resumen, el carácter de “falsedad” de esta nueva filosofía ilustrada es dado por el


ataque constante a los tres principios fundacionales de los reinos españoles; es decir a la
monarquía absoluta, la religión católica y las jerarquías sociales.

15
Ibídem. p. 92
16
DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (...) óp. cit. p. 4 Prólogo
17 Ibíd. pp. 79-81
18 Ibídem. p. 19 Prólogo

12
Como última pregunta de este punto número uno, es la cuestión de la razón de la
acusación de Zeballos a estos falsos filósofos de “crímenes de Estado” como está descrito en
el título de la obra. No es de sorprendernos que el autor acuse a los ilustrados con estos
cargos en pos de lo visto hasta ahora sobre su opinión acerca de ellos. De esta forma afirma
Herrero que “si tal es la naturaleza de la filosofía y de la Ilustración, es evidente que los
estados no deben reparar en medios para suprimirlas. Tratándose de un «mal absoluto» y
siendo los filósofos «reos de Estado», los más violentos castigos, la tortura y la muerte
misma serán necesarios para evitar [al] más peligroso de los seres: el hombre ilustrado.”19
La ejecución de estos falsos filósofos es la razón de la obra en sí, como ya mencionamos. La
cruzada contra la Ilustración es tomada por Zeballos como una guerra santa. Guerra santa que
se caracterizó por una dialéctica particular en cuanto que dicha lucha es, para el autor, una
lucha totalmente trascendental al individuo como lo es la lucha del Bien contra el Mal, de
Dios contra el Diablo, de los ilustrados contra los católicos. Y el sentido de esta guerra,
Zeballos lo compara con los antiguos sacrificios israelitas cuando afirma: “no ha sido menos
celebrada la vigilancia, y elocuente celo de V.S.I. sobre la observancia de la pureza de la
Religion, y de las Reglas Canónicas, quando por su oficio ha clamado contra sus abusos,
para que se conserve en su primer esplendor, y los hijos de Leví sean depurados como el oro,
y el sacrificio de Judá, y Jerusalén vuelva á agradar a Dios, como en los días antiguos.”20
En la radicalización del momento, Zeballos incluso llegó a decir que el uso de la espada
estaba justificado en “los Santos Libros” y que la tradición eclesiástica a través de Tertuliano
y San Agustín justificaron la pena de muerte para la protección de la religión.

En conclusión al punto número uno en general, la falsa filosofía es totalmente


consistente con las ideas ilustradas. Estas ideas para Zeballos buscan destruir el orden
establecido por Dios en la sociedad española y buscan establecer un reinado de libertinaje
para dar rienda suelta a sus pasiones. Dichas presunciones tienen su origen en la Reforma
protestante y en su conjunto tienen como base la crítica a la religión inspirada,
institucionalizada por la Iglesia Católica romana, que consecuentemente pone en peligro la
autoridad real que emana de dicha religión. Esto es lo que le da el carácter de falsedad y la
única solución a la problemática es la tortura y pena de muerte a quienes presuman de éstas
ideas. Esto es avalado por la supuesta guerra santa que, según Zeballos, debe llevarse a cabo
contra la Ilustración y el uso de la espada en dicha guerra, tiene origen divino.

19 HERRERO, JAVIER, 1971, Los orígenes del pensamiento (…) óp. cit. p. 102
20 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 8 Prólogo
13
Pero, indagando más profundamente, ¿cuál es el origen de esta preocupación de
Zeballos? Ya dijimos que el ataque a la religión y, consecuentemente, a la monarquía, para el
autor, desestabilizarían a la sociedad estamental, pero esto es simplemente la consecuencia de
un pensamiento más complejo que tiene su origen en las ideas ilustradas y en el devenir
histórico de la Europa Moderna. En otras palabras, ¿era el miedo a la ilustración simplemente
consecuencia del ataque a estos tres puntos o había algo más detrás de estos? Es decir, ¿cuál
era la razón del miedo imperante en la obra para con la Ilustración y los “falsos filósofos”?

Para Peter Gay en su libro The Enlightenment: An Interpretation,21 el autor pone el


peso de dicho origen en las consecuencias lógicas que los ilustrados llevaron a su límite de la
revolución científica. De esta forma afirma el autor que “alusiones teológicas y arrogancias
metafísicas cedieron su lugar al lenguaje filosófico (…).” 22 De este modo habiendo
eliminado el problema de Dios, todo el pensamiento teórico occidental debía de ser reescrito.
Así, los nuevos filósofos se enlistaron en la nueva ciencia como una fuerza irresistible, una
fuerza que solucionaría los viejos problemas del pensamiento antiguo y moderno a través de
un método puro, progreso, éxito y un futuro más iluminado. Dicha ciencia se caracterizaba
por el camino que ya había iniciado Newton en el siglo XVII con su método disciplinado de
alusión a la experiencia y un empirismo radical de visión futurista. Con esta vara es con la
que posteriormente se medirían todos los demás problemas del pensamiento teórico ilustrado,
incluyendo el problema del Hombre. Luego de la muerte de Newton, este sufrió un proceso
de deificación por parte de la sociedad inglesa y que Voltaire luego llevará a la Europa
continental. He aquí uno de las tantas razones del odio de Zeballos para con Voltaire y los
ilustrados en general.

El establecimiento del método científico y el desarrollo de una “filosofía científica”


derivada de éste, llevó a que, con su impronta empirista y desprecio a lo sobrenatural, varios
científicos ya desde la época de Newton predijesen la guerra entre religión y ciencia y,
consecuentemente, que las dos no podían convivir en un mismo espacio. Así, esta nueva
“filosofía científica”, como ya dijimos, es la consecuencia de las derivaciones lógicas del

21GAY, PETER, 1969, The Enlightenment: An Interpretation. Volume II: The Science of Freedom. 1.
Nueva York: Alfred A. Konpf, Inc.
22 Ibid. p. 127: “theological allusions and metaphysical conceits gave way to “philosophical”

language, (…).”
14
método científico y es ésta filosofía la que está en guerra con la teología, no el método en sí.
Sin embargo, esto es una construcción dieciochesca de la revolución científica ya que varios
de sus principales actores, incluyendo Newton, “llevaron a cabo sus investigaciones de
acuerdo a la cronología bíblica en la compañía de los mejores científicos. Aunque fueran
ellos todos revolucionarios, la filosofía natural solemne y sinceramente anunció que sus
descubrimientos demostraban que el Cristianismo era verdadero y de hecho divino; mucho
de ellos hubiesen estado escandalizados al ver a los filósofos del dieciocho abusar de estos
descubrimientos para demostrar que el Cristianismo es de hecho muy humano y falso.”23
Esto llevó a Voltaire a reconocer el carácter teísta de la física newtoniana y a asegurar que
ningún discípulo de Newton podía deshacerse completamente de dicho elemento. Sin
embargo, en la segunda generación de filósofos ilustrados, afirma Peter Gay, el carácter
religioso se eliminó completamente de los trabajos de Newton. Acompasado con las nociones
de Voltaire, Clarke afirmó en su primera carta a Leibniz que “la noción de que el mundo es
una gran máquina funcionando sin la intervención de Dios, de la misma forma que un reloj
funciona sin la asistencia del relojero, es una noción materialista y determinista (…)” 24. Esta
es, por supuesto, la noción deísta de la filosofía natural contra la que Zeballos arremata
declarando que “todos aquellos pronuncian universalmente esta sentencia, que es el idioma
de los Deístas: «Non videt Dominus nos: dereliquit Dominus terram»”25 que es como decir:
«no veo Señor entre nosotros: se abandonó dominio sobre la Tierra». De esta forma, el
deísmo volteriano fue la bandera de la filosofía natural ilustrada por lo menos por cincuenta
años. Sin embargo, como ya afirmamos, el desarrollo y radicalización de la filosofía
científica dio gran consuelo en el objetivo de los deístas y ateos en general que era poder
reconocer la física de Newton sin el Dios de Newton.

Al deshacerse del problema de Dios, los “falsos filósofos” debían de hacerse con
nuevas explicaciones del origen y funcionamiento de la naturaleza. De esta forma, en 1774,
Abraham Trembley publicó un estudio sobre el poder regenerativo de los pólipos de agua

23 Ibíd. p. 141: “(…) pursued his research into Biblical chronology in the best of scientific company.
Although they were all revolutionaries, natural philosophers solemnly and sincerely announced their
discoveries as demonstrations that Christianity was true and in fact divine; most of them would have
been outraged to see the philosophes in the eighteenth century abuse these discoveries to demonstrate
that Christianity was in fact all too human and false.”
24 Ibídem. p. 143: “The notion of the world’s being a great machine, going on without the

interposition of God, as a clock continues to go without the assistance of a clockmaker; is the notion
of materialism and fate (…)”
25 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 5

15
cuando era cortado en pedazos por el observador. Su trabajo significó la comprobación de la
fuerza de la naturaleza en repararse a sí misma sin intervención divina, lo cual dio mucha
información para las afirmaciones materialistas (que para Zeballos eran sinónimos de los
deístas cuando estos se deshacían de la providencia divina). Así comenzó los estudios de
clasificación de plantas, la edad de la Tierra, las relaciones entre las especies animales entre
otros temas que trataron de dar “base científica” a las confesiones de los materialistas y de los
“falsos filósofos” en general como forma de desacreditar el pensamiento teísta, que tuvo su
cénit en el Positivismo decimonónico. De este aspecto afirma Zeballos que “unos, mientras
que llaman superstición á la Religion Católica, y vuelven las espaldas á el altar se convierten
á las fábulas, y hacen subir el vapor de su incienso y de su respeto á lo que encuentran de
bello en el Paganismo.”26

Junto con estas nuevas explicaciones y el espíritu racionalista de la época, vino un


momento de gran auge del lenguaje matemático con su exactitud, objetividad y abstracción.
De esta forma, los ilustrados pensaban que con cada paso hacia delante en el pensamiento
científico, el pensamiento teológico retrocedía proporcionalmente. Así, Peter Gay dice que
“las órbitas de los planetas ya no eran hermosas ni feas; la ley de gravedad no era ni cruel
ni benevolente; las irregularidades observables en los cielos no probaban nada sobre
actividad divina. Y cada mejoría en la terminología científica o formulación matemática
liberaba cada vez más a los científicos de antiguas concepciones antropomórficas del mundo
(…)”.27 De este modo, el mundo natural se quedó sin más romanticismo, para los deístas era
la prueba de la mente divina que ya no actuaba en ella y para los materialistas la naturaleza
simplemente era celebrada como el origen de todas las cosas sin ningún tipo de imperativo
estético ni moral. Zeballos, sin embargo, afirma que este estadio del deísmo (que es sinónimo
con el materialismo, el naturalismo y la ilustración en general) es tan sólo el último de tres
estadios de evolución de estas nuevas y falsas ideas. Para este autor, el primer estadio de la
falsa filosofía era tratar de imponer principios racionales a los misterios de la religión, y esto
tuvo su materialización en la Reforma protestante. El segundo estadio es la suplantación de
los principios racionales y la eliminación de todos los misterios de la religión. Así cita

26Ibíd. p. 4
27GAY, PETER, 1969, The Enlightenment (…) óp. cit. p. 160: “(…) the orbits of planets were neither
beautiful nor ugly; the law of gravitation was neither cruel nor kind; observed irregularities in the
skies proved nothing about divine activity. And every improvement in scientific terminology or
mathematical formulation further liberated scientists from old anthropologic conceptions of the world
(…)”
16
Zeballos a un caballero inglés llamado Herberto quien afirmaba que “solo se debía creer la
existencia de un Dios, la inmortalidad del alma, y despues de esta vida los premios
reservados para los buenos, y los suplicios á que serán destinados los malos”28. El tercer y
último estadio es aquél del siglo XVIII y se caracteriza, según Zeballos, por “todos aquellos
que viven sin alguna ley; sin piedad, aun natural; sin religión. Aunque no nieguen la idéa de
un Dios; pero le niegan la providencia sobre las cosas humanas, también le niegan algún
culto determinado; quieren que cada uno le honre según su capricho, sin otra regla, ni
ceremonia, ni ofrendas, ni por alguna forma establecida.”29. Es en este estadio tercero en el
cual el deísmo, ateísmo y materialismo se fusionan como uno sólo.

Retomando la idea de la filosofía científica y la supremacía de la naturaleza para la


explicación materialista de la realidad, su mayor exponente no fue Voltaire, -quien era un
deísta además-, sino Diderot quien pensaba que era posible hacer emerger de la naturaleza
misma respuestas a preguntas existenciales como cuál es el propósito de la vida y el problema
de la consciencia y de la identidad. La ciencia, por lo tanto, o la filosofía científica para ser
más preciso, debe jugar un rol primordial en esta empresa no sólo señalando al mundo natural
como efectivamente es sino extrayendo de este principios éticos, estéticos e incluso
ontológicos que finalmente resolverían el rompecabezas de sacar el problema de Dios de la
ecuación de explicación de la realidad tal cual la encontramos. De este modo afirma Diderot
que “la naturaleza es un vasto e interconectado conjunto orgánico en el cual los pasos de la
materia a la vida, de la ciencia a la ética, de la observación a la admiración no son
meramente posibles sino que propiamente esenciales [para alcanzar el propósito expuesto
más arriba]”30.

De este modo las promesas de la ciencia parecían irrefutables. Todos los filósofos
encontraban a la ciencia admirable no sólo como herramienta contra la lucha a la superstición
sino también en sí misma. Era por sí sola un método sin precedentes que era vastamente
superior a las antiguas alternativas de búsqueda del conocimiento que el Hombre jamás haya
conocido. Lo que es más, la ciencia generaba acuerdos allí donde la teología y la metafísica
generaban discordia. Al ser la ciencia un método comprobable empíricamente, los resultados
de la misma no podían ser refutados por nadie y esto generaba una sensación de progreso y

28 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 10


29 Ibíd. pp. 11-12
30 GAY, PETER, 1969, The Enlightenment (…) óp. cit. p. 162

17
seguridad en el conocimiento y capacidad humana. El ser ilustrado quería llegar a un
conocimiento holístico de la naturaleza y el mundo; y para ello debía de ensanchar las áreas
de estudio que se considerarían dentro del “mundo natural”. De esta forma, el mundo
ilustrado con su cosmovisión materialista pone en la égida de dicho mundo natural al ser
humano. Éste ya no era una instancia inferior a los ángeles ni superior a las demás bestias
sino que era parte de este mundo bestial del cual él formaba la instancia más racional o
inteligente, pero sin dejar de ser un animal. De esta presuposición nace la búsqueda del
conocimiento del Hombre y de su mayor logro: la sociedad. La aplicación de la filosofía
científica con su método sería suficiente para desentrañar los misterios que rodean la
naturaleza humana que tanto tiempo estuvieron obscurecidos por la hipótesis de Dios. David
Hume escribe al respecto que las “matemáticas, la filosofía natural y la religión natural son
todas en cierto punto dependientes de la ciencia del Hombre.”31

Los filósofos ilustrados al repudiar las tradicionales propuestas por el Cristianismo


ortodoxo, dieron a la pregunta de la naturaleza humana un nuevo impulso. Así, “si, como los
filósofos afirmaban, los mitos de la paternidad de Dios y la caída en desgracia del Hombre
eran tanto sinsentidos, la verdadera naturaleza del Hombre y su lugar en la naturaleza se
volvieron realmente problemáticas; si las antiguas respuestas no servían, las antiguas
preguntas debían de tornarse más insistentes que nunca.”32

El conjunto incesante y numeroso de respuestas que se dieron a la problemática de la


verdadera naturaleza humana se pueden dividir en dos grupos opuestos; a saber, aquellos
quienes pensaban positivamente del Hombre y aquellos que lo hacían negativamente. En éste
último grupo de respuestas se pueden encontrar afirmaciones como que el Hombre es incluso
inferior a las bestias yendo totalmente en contra de la cosmovisión propugnada por el Libro
de Génesis, o que el Hombre era un ser salvaje y belicoso más que un animal racional. Para
contrarrestar esta naturaleza pesimista, los ilustrados como Claude-Adrien Helvétius
proponían un trabajo pedagógico exhaustivo para lograr hacer del individuo un ser social y
racional. Por el otro lado, el grupo positivo en cuanto a la naturaleza humana, abogaba por la
inocencia inherente a la persona y la inmediata necesidad de evitar que entre en contacto con

31 Ibíd. p. 166: “Mathematics, Natural Philosophy, and Natural Religion are to some degree
dependent on the science of Man”
32 Ibídem. p. 168: “(…) if, as the philosophes asserted, the myths of God’s fatherhood and man’s fall

from grace were so much nonsense, man’s true nature and place in nature became truly problematic;
if the old answers would not do, the old questions must become more insistent than ever.”
18
la sociedad corrompida. Este era el punto de vista de los llamados iusnaturalistas-
contractualistas -entre ellos Rousseau- quienes afirmaban que la sociedad estaba basada en un
acuerdo mutuo entre los individuos llamado contrato social, y que dicho contrato, en la
mirada rousseauniana por lo menos, sería un atajo para volver a la justicia y libertad de un
supuesto Estado de Naturaleza en el que el Hombre era inocente y feliz. Zeballos se oponía
fervientemente a esta mirada ya que está basada en la idea de que la soberanía radica en el
pueblo, como ya habíamos afirmado, y que dicha doctrina tenía el único propósito de destruir
el orden social preestablecido por Dios en España. De estos iusnaturalistas-contractualistas
afirma Zeballos: “al modo de energúmenos, quieren reducirnos al estado de la Naturaleza
según lo han soñado, o más realmente, nos quieren poner al nivel de los caníbales o de
aquellos bárbaros que andan errantes, desnudos, y unos tras otros para cazarse y
comerse.”33 Esta cosmovisión socavaría la histórica doctrina de Pecado Original, que para
Zeballos, es la fuente más remota e íntima de la “falsa filosofía”. Por lo tanto, si el Hombre es
bueno por naturaleza y sus problemas tienen un origen natural, terrenal; no divino, la solución
sólo puede ser de origen natural también. Así, si la sociedad corrompe al individuo, la
sumisión a la religión organizada es una traición a la inocencia innata del ser humano y,
consecuentemente, la esperanza de vida eterna es un sueño infantil. El Hombre está solo y
sólo él puede solucionar los problemas que sólo él ha causado. La cruzada contra la doctrina
de Pecado Original en pos de la inocencia innata del ser humano se volvió una guerra por la
supuesta dignidad humana contra los preceptos opresores de la religión institucionalizada. La
respuesta de la Iglesia fue categórica en este punto. Afirma que la doctrina de Rousseau era
de un espíritu de rebelión, de pretendida independencia y autonomía y de un espíritu
sedicioso que se oponía a subyugarse a la autoridad divina y de hombres superiores en el
nombre de la inocencia del corazón humano, su benevolencia y del yugo ocasionado por la
doctrina de depravación total. En conclusión a este punto, “lo que sea que el Cristianismo
piense del Hombre, -capaz o incapaz de participar de su salvación, posible de ser condenado
o posible de ser salvo- el punto de la antropología cristiana era que el Hombre es un hijo,
dependiente de Dios. Lo que sea que los filósofos piensen del Hombre, -innatamente decente
o innatamente sediento de poder, fácil o difícil de educar en virtud- el punto de la
antropología de la Ilustración era que el Hombre es un adulto, dependiente de sí mismo.”34

33 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 269. En: HERRERO,
JAVIER, 1971, Los orígenes del pensamiento reaccionario (…) óp. cit. p. 100
34 GAY, PETER, 1969, The Enlightenment (…) óp. cit. p. 174: “Whatever the Christians thought of

man –capable or incapable of participating in his salvation, likely to be doomed or likely to be saved-
the point of Christian anthropology was that man is a son, dependent of God. Whatever the
19
Hemos visto hasta ahora las ideas y propuestas que se encontraban detrás de la
crítica a la religión, a la monarquía absoluta y a la jerarquía social y que el miedo a la
ilustración iba más allá de una cuestión política o sociológica sino que, si triunfaban los
“falsos filósofos”, la humanidad, afirmaba Zeballos, se hundiría en la anarquía y caos de éstas
ideas que prometían vana felicidad. La cruzada de la Ilustración no sólo suponía un ataque a
la religión establecida sino que se proponía poner de cabeza toda la tradición europea desde
su evangelización.

Como acabamos de exponer, el miedo a la Ilustración tiene consideraciones más


profundas que simplemente el ataque a doctrinas políticas y religiosas que se consideraban
centrales. Hemos visto también su origen y cómo estas ideas ilustradas de los “falsos
filósofos” se fueron gestando. Sin embargo, Zeballos tiene su propia teoría de cómo
surgieron. En este último apartado de la pregunta dos, nos preguntamos por la veracidad de
este relato fundacional de las ideas ilustradas y si están justificadas hoy en día por la
historiografía actual.

Para el padre Fray Fernando de Zeballos la “herejía moderna de la Ilustración” tiene


su origen en el siglo decimosexto cuando, para el autor de la fuente, “el Socinianismo fue
quien le allanó los caminos.”35 El fundador de esta secta, Fausto Socino, al negar la divinidad
de Jesucristo estaba instalando en la Cristiandad una sustitución de la religión por la filosofía
reduciendo a ésta primera a una religión natural sin providencia divina. Zeballos afirma: “De
allí el verdadero Deísmo, despues el Materialismo, y el Ateismo. A esto se reduce la historia
abreviada de este monstruo moderno.”36 Entrando más en detalle en esta teoría, Zeballos
afirma que el origen particular de estas nuevas “falsas filosofías” también se puede encontrar
en los llamados nuevos arrianos nacidos en Polonia de la mano de Gregorio Pauli de la secta
luterana en 1564. Dice de este líder religioso que era un “hombre tan desenfrenado y
fanático, que elevándose sobre sus Patriarcas, se jactaba de tener mejores revelaciones y
mas estrechos coloquios con sus Angeles ó Genios, que eran los diablos, que Calvino y

philosophes thought of man –innately decent or innately power-hungry, easy or hard to educate to
virtue- the point of the Enlightenment’s anthropology was that man is an adult, dependent on
himself.”
35 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 7
36 Ibíd. p. 8

20
Lutero.37 Más adelante en el texto, Zeballos afirma que un puñado de estos sectarios viajaron
a Francia como albañiles dos años después de la fundación de la secta en 1566 y plantaron la
semilla de la discordia en esa monarquía al tratar de imponer la religión natural y
racionalizada sin misterios, como el de la Trinidad. Este es el origen de los Deístas en su
primer estadio que luego evolucionaría hasta su tercero en el siglo XVIII.
Javier Herrero hace alusión a esta teoría de Zeballos desacreditándola diciendo que
“aunque difícilmente puede darse un origen más grotesco y disparatado a la «Ilustración»,
la teoría de que un grupo de «albañiles» alemanes (en este caso, polacos, pero polacos
luteranos) emigran a Francia y siembra en ella los gérmenes de la futura Revolución
aparecerá más de una vez en la especulación reaccionarias (…). Tan absurda atribución se
basa, sin duda, en un esfuerzo por dar un origen protestante a los movimientos
revolucionarios.”38 Sin embargo, nosotros creemos que, si bien el hecho de que Zeballos
atribuya el origen de las ideas ilustradas a una secta unitaria del siglo XVI es algo que no
tiene más que una fundamentación ideológica haciendo así las afirmaciones de Herrero más
veraces, sí creemos que hay algo de verdad en el hecho de que Zeballos condujese el origen
de esta “falsa filosofía” a la Reforma protestante en cuanto que esta última ayudó a construir
el mundo moderno europeo del XVIII, y a continuación veremos cómo.

Según Ernst Troeltsch, filósofo de la historia, en su libro Protestantismo y


Progreso39, la era moderna significa un rompimiento con la antigua tradición medieval en su
forma de organización extra-social. Como primer punto en el cual la Ilustración teje un hilo
de continuidad con el Protestantismo es con el tema de la autoridad. Zeballos acusa a los
ilustrados de no querer someterse a ninguna autoridad terrenal ni celestial y que esta es el
mismo motivo por el cual la Biblia enseña el sometimiento a las potestades legítimas cuando
la iglesia primitiva trataba de lidiar con la secta gnóstica (considerada por Zeballos como
precursora de la “falsa filosofía”) quienes abusaban “con pretexto de la libertad, que nos
ganó Christo.”40 Esta exaltación de la necesidad de sometimiento a la autoridad secular y
eclesiástica es, según Troeltsch, un rezago de la era medieval y un punto primordial de la
tradición católica moderna. Sin embargo, la Ilustración puede ser trazada desde su origen en
la Reforma protestante cuando ésta liberó al individuo de la autoridad eclesiástica y empezó a

37 Ibídem. p. 9
38 HERRERO, JAVIER, 1971, Los orígenes del pensamiento reaccionario (…) óp. cit. p. 94
39 TROELTSCH, ERNST, 1912, Protestantism and Progress. A historical study of the relation of

Protestantism to the modern world. 1. Nueva York: G. P. Putnam's Sons.


40 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 38

21
enseñar que la fe nacía de una “convicción personal e íntima, no de una sumisión a la
autoridad como tal”41. Esto es interpretado por Zeballos como una rebelión contra la
monarquía y un principio sedicioso.
Otro punto de continuidad entre la Ilustración y el Protestantismo según Troeltsch es
la dialéctica muy moderna entre individualismo y colectivismo. Para el autor, el Catolicismo
presenta en su seno una unión de fieles pertenecientes a la Iglesia cuando esta se interpreta
como la extensión del acto de Encarnación del Verbo en Cristo y la revelación divina a dicha
institución se da sin intercesores. Sin embargo, el Protestantismo al distinguir entre iglesia
visible e invisible, esta unión se quiebra rompiendo definitivamente con el colectivismo para
pasar al individualismo de la fe. Y es este individualismo el que se seculariza en la Ilustración
con la exaltación de las bondades y potenciales intelectuales del Hombre y el proyecto
pedagógico para la plena realización del ser humano en sus virtudes. De este modo, el
individualismo ilustrado tiene su origen en el individualismo protestante. Consecuentemente,
este individualismo al juzgar todas las cosas a la luz de una sola persona, genera opiniones
diferentes dentro de una comunidad dada, dicha discordia da la sensación de subjetivismo y
caos en el conocimiento al no haber una base sólida. De la necesidad de tener una base sólida
de conocimiento es que nace la exaltación de la ciencia como única alternativa para la
solución de este problema. Así, el uso exacerbado de la ciencia por parte de los ilustrados es
consecuencia directa del individualismo que empezó en la Reforma.

Y con esto arribó la libertad de pensamiento, el mayor enemigo y principal causa de


la nueva “falsa filosofía” según Zeballos, quien, como ya hemos afirmado, estaba en contra
de la idea de que la soberanía radique en el pueblo ya que el pueblo no puede juzgar lo que
sólo los magistrados fueron llamados a juzgar y hacer. De este modo, “la libertad de
pensamiento que vino de la mano con el Racionalismo finalmente reconoció que todo lo que
era aparentemente racional era históricamente condicionado, y descubrió el amplio rango de
variación en las concepciones profesamente racionales.”42 De este modo, se prueba la
presunción de Zeballos que la imposición de la filosofía racional sobre los misterios de la
religión pueden, indudablemente, generar una religión natural como el Deísmo. De esta
forma, “no es la revelación y la vida por venir la cual forma la fuerza de las prevaleciente

41 TROELTSCH, ERNST, 1912, Protestantism and Progress (…) óp. cit. p. 18: “inner personal
conviction, not on submission to authority as such.”
42Ibíd. p. 21: “The independence of thought which came in along with Rationalism finally recognized
that everything which was ostensibly rational was historically conditioned, and discovered the wide
range of variation in professedly rational conceptions.”
22
fuerzas modernas de asociación (…) En consecuencia, todos los factores de la vida presente
adquieren un valor innato y una fuerza de impresión más grande, y los objetivos de la vida
caen cada vez más dentro del reino del mundo presente y su transformación ideal”43.
Como otro punto de continuidad entre la Ilustración y el protestantismo, hay que
considerar la relación iglesia-Estado. Ya hemos revisado la opinión de Zeballos en este
punto. Al estar la monarquía tan sólidamente basada en preceptos religiosos y al ser la
monarquía el pegamento que une a toda la jerarquía social, el ataque a una de ellas sería
catastrófico para el conjunto. Sin embargo, el protestantismo presenta un continium con la
Ilustración al reconocer la separación iglesia-estado desde finales del siglo XVII y al ser
tolerante al hecho que bajo una misma autoridad real haya una multiplicidad de confesiones
religiosas formando así al moderno estado supra-confesional, y haciendo de la voluntad
individual el único origen de la formación de nuevos centros religiosos. A la vista de
Zeballos, esto era un ataque feroz a la institución monárquica.

En la esfera social el protestantismo influyó mucho en la moderna e ilustrada


concepción de la familia. Al eliminar las prácticas ascéticas del monacato y del sacerdocio, el
protestantismo contribuyó a la crecida demográfica de Europa lo que ayudó a la constitución
de la forma estatal de vida política. Al no considerar el matrimonio como un sacramento, las
relaciones conyugales pasaron al terreno ético y personal, moviéndose así del religioso y
económico haciendo posible el divorcio y las segundas nupcias. Esto sembró la semilla de la
libertad individual44 en la esfera privada que no se encontraba en la tradición católica y que
tendrá su cenit en la Ilustración. Consecuentemente esto llevó a un mayor grado de
emancipación de la mujer, especialmente entre aquellos grupos de la Reforma radical como
los llamados por Zeballos, “nuevos arrianos” y baptistas.

Otro punto de contacto y persistencia entre la Reforma y que culminará en su mayor


esplendor en la Ilustración es la nueva concepción de la ley penal y de la autoridad civil. En
los países en el cual el protestantismo arribó, la ley penal se basa única y exclusivamente en
la retribución de la pena basada en la autoridad civil que hace emanar su autoridad de la
divina como forma de contrarrestar los estragos del Pecado Original. Afirma Troeltsch que la

43 Ibídem. pp. 22-23: “It is not revelation and the life to come which form the strength of the
prevailing modern forces of association (…) In consequence, all the factors of the present life acquire
an enhanced value and a higher impressiveness, and the ends of life fall more and more within the
realm of the present world and its ideal transformation.”
44 Ibídem. pp. 93-94

23
relación entre la ley penal y el pecador es aquella “de la espada”. De esta forma, la ley natural
en la que se basa la sociedad civil se iguala a la ley mosaica y a la vez deriva de ella como un
todo unificado. Como ya afirmamos, Zeballos estaba en contra de la doctrina del Estado de
Naturaleza y el Contrato Social45. De este modo, la Ley Natural pone el énfasis en el
bienestar del ser humano al ser éste el propósito de la creación del estado político por lo cual
escribe Troeltsch que “la humanización de la justicia punitiva y la abolición de los juicios
por brujería son, como es bien sabido, la obra del período de la Ilustración”46. Y es este
bienestar el que se manifiesta en el Estado por medio de la liberación que realizó el
Protestantismo de la esfera secular de la religiosa. De este modo, “[el Protestantismo]
invirtió en la oficialidad civil que se expandía con el carácter de una vocación ordenada por
Dios, que juega un rol en la ejecución de la voluntad Divina; y así otorga a la nueva
administración centralizada un fuerte componente ético. Luego, también, mediante la
incitación al Estado por el trabajo en pos del avance de la civilización, espiritual y material,
en los intereses de la comunidad cristiana, inspiró al gobierno civil a poner delante de él los
más amplios objetivos civilizatorios, y poner en sus manos el cuidado de la educación, orden
moral, cuidado del abastecimiento alimentico y el bienestar espiritual y ético.”47
Nuevamente, Zeballos no concebía tal separación y en la figura del Rey se encontraba
englobada ambos oficios, el secular y el religioso en lo que fue el espíritu regalista de la
España del siglo XVIII. De esta forma dice que en “su casa se puede llamar hoy el asilo y la
morada de la sabiduría. Allí encuentran lugar seguro, y hora oportuna las Academias y
diferentes juntas de literatura. Allí se van como a su conservador las buenas artes. Allí se
unen al calor que les presta V.S.I. los preciosos fragmentos de la historia antigua de la
nación, (…)”48. La palabra “sabiduría” en el texto puede referir tanto, como lo hace
explícitamente, al conocimiento de las artes liberales y la academia, como también a la
sabiduría espiritual de profesar la fe católica y saber cómo defenderla contra los “falsos
filósofos”.

45 Ver referencia número 33


46 TROELTSCH, ERNST, 1912, Protestantism and Progress (…) óp. cit. p. 98: “The humanization of
punitive justice and the abolition of trial for witchcraft are, as is well known, the work of the period of
llluminism.”
47 Ibíd. pp. 108-109: “(…) it invested the expanding civil officialdom with the character of a God-

ordained calling, which plays its part in the execution of the Divine will; and it thus gave to the new
centralized administration a strong ethical reinforcement. Then, too, by directly inciting the State to
work for the advancement of civilisation, spiritual and material, in the interests of the Christian
commonwealth, it inspired the civil government to set before it the widest civilising aims, and put into
its hands the care of education, moral order, oversight of food supply, and spiritual and ethical well-
being.”
48 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía (…) óp. cit. p. 16 Prólogo

24
Otros puntos de continuidad entre la Reforma protestante y la Ilustración señalados
por Troeltsch, que serán expuestos aquí como forma sintetizadora, son el espíritu crítico que
hizo florecer tanto a la ciencia como al criticismo literario del XVIII y XIX, la idea de una
asamblea representativa que nació en su forma moderna de la Reforma escocesa y la ética
protestante del trabajo que hizo florecer el mercado financiero europeo y americano.

Analizando y viendo estos puntos de contacto entre la Reforma y la Ilustración y


estableciendo líneas generales de continuidad, podemos concluir que, si bien Zeballos pone el
origen de la moderna “falsa filosofía” en la Reforma protestante más por cuestiones
ideológicas y políticas que por propiamente históricas; y el hecho de que culpe a un grupo de
inmigrantes polacos a Francia como el origen de las ideas ilustradas que destruirían a la
monarquía de dicho país es, como afirmó Herrero, sacado de proporciones normales. Sin
embargo, al ver el trabajo de Ernst Troeltsch, podemos afirmar que sí hubo líneas generales
de continuidad entre estos dos movimientos culturales e intelectuales y que el hecho que
Zeballos vea conexiones entre ambos es una visión histórica válida y requiere revisión más
extensa.

Se ha contemplado hasta ahora cuestiones relacionadas a la supuesta naturaleza


nociva de los ilustrados y su origen; el autor deja claro que nada bueno se puede esperar una
vez estas máximas echen raíces pues estas no son más que un eco de la Reforma, y como
esta, no evocan otra cosa que el caos. Evidentemente el mensaje del Padre Zeballos busca
tener un impacto en el público ¿Pero qué tan lejos podemos fijar su alcance? En los
fragmentos puntuales que se utilizaron para el desarrollo de este informe no hay una mención
directa al continente americano ni como el problema de los “falsos filósofos” podría afectarle
Aun así, ¿es posible extrapolar el problema de la península y de Europa en general al Nuevo
Mundo? ¿Incluye el autor a América, aun sin mencionarla, como otra posible destinataria de
las falsas ideas ilustradas?

Deberíamos entonces, preguntarnos si el Fray Fernando de Zeballos considera a las


posesiones de la Corona en América como una extensión y parte del Reino de España, o
meros territorios ocupados y administrados que, dada su naturaleza, jamás podrían enfrentar
los mismos problemas que aquejan a la península. Basta con leer pequeños fragmentos del

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cuarto tomo de la “Falsa Filosofía”49 para confirmar que es en parte lo primero y en parte lo
segundo: Los territorios americanos son parte de la Monarquía española siempre y cuando se
ejerza un poder real sobre ellos, de otra forma optarían por ser territorios independientes: “ Y
si por entonces un hábil Gobernador de las Indias, abrazando el partido de los Americanos
los sostuviera con todas sus fuerzas y talentos, sus tierras producirían bien presto nuestros
frutos; y no teniendo sus habitantes más necesidad de nuestras mercancías, ni de nuestro
comercio, nosotros caeríamos pronto en el mismo estado de necesidad en que estábamos
cuatros siglos ha50” esto significa que si bien suponen una parte vital del Reino, no formarían
parte del núcleo territorial tradicional español; aun así, mientras se encuentren bajo la
influencia de su Católica Majestad no sólo son posibles blancos de los ataques ilustrados, son
incluso más vulnerables que los territorios peninsulares.

Ahora bien, lo que resulta innegable para Zeballos es que el gran área de influencia
que el Reino de España posee despierta la envidia de las naciones rivales (refiriéndose
principalmente a Inglaterra y Francia) que se empapan del falso y corrupto espíritu filosófico
a la vez que “tiende este sus ojos pálidos y envidiosos sobre la dilatada Monarquía Católica
y se carpe de verla gozar en paz de sus vastas posesiones51”. Puede decirse entonces, que en
teoría los territorios en el continente americano (vitales para la península, como se mencionó
anteriormente) se vuelven un blanco de los falsos filósofos extranjeros, que no buscan otra
cosa más que sembrar la discordia y debilitar el vínculo entre América y la península. Ante
estos ataques la respuesta, dice el autor, es mantenerse fiel a la verdadera fe: “España no
cofia en su prudencia, sino en la doctrina sana que ensenan los pastores y profesan los
Gobernadores y Vasallos”52 y “mientras España destinare para la América Obispos tan
vigilantes (…) dejara de ser singular que disipen tan malignas revoluciones: porque ya lo
han hecho más de una vez”53.

Puede decirse entonces, que el panorama desalentador que Zeballos pinta para
Europa puede darse, según él, también en América; pero ¿Qué tan real es el peligro de

49 Se refiere al cuarto tomo de la obra “La Falsa Filosofía: o el Ateísmo, Deísmo, Materialismo, y
demás Nuevas Sectas convencidas de crimen de Estado” publicado en1775.
50 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1775, La Falsa Filosofía, (…) óp. cit. Tomo 4to. Madrid. p. 349.
51 Idem. p. 349
52 Ibídem. p. 349
53 Ibídem. p. 350

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ruptura del vínculo entre América y la península a causa de la propagación de las ideas
ilustradas?

Ciertamente estas nuevas ideas llegan al continente, no obstante, a diferencia de


Europa, el pensamiento renovador de la Ilustración no adquirió ese matiz secular y
antirreligioso que caracterizó a su versión francesa por ejemplo, debido, sobre todo, a la
fuerte presencia de los jesuitas en la formación intelectual de la época. Lo que le fue dando a
la Ilustración americana un carácter peculiar por su hibridez y eclecticismo residual, aún
anclado, en muchos aspectos, a un pasado religioso providencialista y políticamente feudal.
Así, las ideas ilustradas empezaron a tener resonancia en América hispana. Y si los
siglos XV y XVI estuvieron marcados por los grandes descubrimientos geográficos, y el
XVII por el auge del Barroco español, será el siglo XVIII, en el que irá madurando el espíritu
nacional en los países americanos, debido a la propagación de los nuevos principios políticos
y sociales, que, radicalizados por acontecimientos trascendentales como la Independencia de
las trece colonias en Norteamérica y la Revolución Francesa, sumados a un germinal
nacionalismo de origen (lo español americano o criollo, enfrentado a lo español peninsular)
dará paso a los movimientos independentistas. Parece entonces, que si bien las ideas
ilustradas en América no se desarrollan con un sentimiento antirreligioso (algo que el autor
no prevé) sí se sientan las bases para una eventual ruptura del vínculo colonial.
De lo que no existe duda alguna es que, seguidores o no de Zeballos, los
representantes de la “contra ilustración” en el Nuevo Mundo hicieron sentir su presencia; por
ejemplo, ya principios del siglo XVIII , y en vistas de que el contrabando de libros prohibidos
(principalmente franceses) en el Perú se había vuelto incontenible, el Fray Nicolás Muñoz
pedía al Inquisidor del Santo Oficio en Lima su inmediata intervención y hacia especial
énfasis en el carácter clandestino de estos textos no autorizados que estaban ingresando:
“Han dado a la estampa libros enteros de doctrinas falsas, con títulos de autores católicos y
autoridad conocida en la Iglesia. Han quitado de los libros de los Santos Doctores lo que
más se opone a sus dogmas perversos. Han mezclado entre las obras de escritores católicos,
grandes errores, que siendo (como es) ponzoña, se lleva el sentir de los ignorantes, tal vez de
los entendidos o por la mala inclinación que se tiene a lo malo o por el disfraz con que lo
disimula la compañía de lo bueno”54.

54Barreda, L. F, Vida intelectual del Virreinato del Perú, 1964, Lima, Universidad Nacional Mayor
de San Carlos.
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Para la segunda mitad de siglo en Nueva España, la Inquisición prohibiría la lectura
de Voltaire y Rousseau, incluso aun para aquellos religiosos poseedores de licencias para leer
obras prohibidas, por ser autores herejes que propagan “Errores opuestos a la religión, a las
buenas costumbres, al gobierno civil y justa obediencia debida a nuestros legítimos
soberanos y superiores” (Osorio, 1986).

Conclusión:
Si bien la Ilustración pudo considerarse en la España contrarreformista y absolutista
como un agente externo del enemigo francés, tradición con la cual Zeballos se identifica y
defiende, este movimiento intelectual y cultural termino prevaleciendo sobre la totalidad de
Europa y fue la semilla teórica que desataría los movimientos independentistas en América
iniciando el siglo XIX propiamente dicho. Ante la inmediatez y lo repentino de la llegada de
la Ilustración a España, los pensadores de las mayores instituciones conservadoras se
embarcaron en la búsqueda, mítica o histórica, de los orígenes de este movimiento para tratar
de darle una explicación y enmarcarlos en una línea de pensamiento. Asi fue que Zeballos,
como parte de este contra-movimiento, en su Libro I traza el origen de los falsos filósofos y
realiza la oposición entre falsos y verdaderos filósofos; buena y mala ilustración. Los
verdaderos filósofos siendo aquellos sin fines perniciosos para con la corona, religión o
sociedad; y siendo la buena filosofía aquella encarnada por el reformismo dieciochesco de
Carlos III y Campomanes, y la mala ilustración siendo aquella que se deshacía del
pensamiento teísta e iba contra las instituciones sociales. Luego consideramos las razones de
este miedo imperante a la Ilustración y concluimos que aquel miedo era conducido por una
sensación de inminente destrucción del orden establecido, la religión verdadera y el derecho
divino del Rey a su trono. Todo esto estaba, a la vez, alimentado por las publicaciones que
venían de Francia con respecto a los mayores pensadores de aquel país; a saber, Rousseau,
Voltaire, Diderot, etcétera. Posteriormente analizamos si el trazo histórico del origen del
movimiento ilustrado tenia, hoy en dia, algún tipo de validez historiográfica a la vez de
preguntarnos sobre las consideraciones morales de Zeballos con respecto a dicho origen, es
decir, que la Ilustración, para Zeballos, tiene su origen en la Reforma protestante. Respecto a
este punto concluimos que en el marco de la Historia de las Ideas, la Reforma contribuyo al
desarrollo teórico de la Ilustración en su cosmovisión del poder político, libertad individual,
libertad de consciencia, desarrollo económico y movilidad social.
Como último punto consideramos la relación del pensamiento reaccionario con el
continente americano. Como primer punto a considerar en esta problemática es la ausencia de
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mención directa a América en el Libro I. Desde la lectura primera, el uso de la palabra Reino
no incluía ni excluía al continente americano de los dominios del reino de España, por lo
tanto nos preguntamos cual era la consideración de Zeballos, y esta fue un punto intermedio.
Si bien América era hija de España y la Metrópoli cuidaba de ella con disciplina, a la vez, era
la parte más vulnerable del Reino y, por lo tanto, no formaba parte de los dominios
inmediatos de la corona por lo que el continente se quedaba con el estatus de extensión
colonial del Reino y no como parte integra del mismo. De esta manera, América debía ella
sola cuidarse de los falsos filósofos pero, si lo necesitaba, podía recurrir a la metrópoli y a las
instituciones religiosas y obispos para el cuidado de sus territorios y almas. De esta forma,
América quedaba en un punto medio entre la colonia absoluta y la igualdad jurisdiccional con
la Península.

Referencias bibliográficas:

Fuente:
 DE ZEBALLOS, FERNANDO, 1774, La Falsa Filosofía, o el Ateísmo, Deísmo,
Materialismo, y Demás Nuevas Sectas convencidas de Crimen de Estado. Madrid:
Imprenta Don Antonio de Sancha.
Libros:
 ABELLÁN, JOSÉ LUIS, 1988, Historia Crítica del Pensamiento Español Tomo III.
2. Madrid: Espasa-Calpe S.A.
 GAY, PETER, 1969, The Enlightenment: An Interpretation. Volume II: The Science
of Freedom. 1. Nueva York: Alfred A. Konpf, Inc.
 HERRERO, JAVIER, 1988, Los orígenes del pensamiento reaccionario español.
Madrid: Alianza Editorial.
 MENÉNDEZ, RAMÓN, 1992, Historia de España Tomo XXXI. 3. Madrid: Espasa-
Calpe S.A.
 TROELTSCH, ERNST, 1912, Protestantism and Progress. A historical study of the
relation of Protestantism to the modern world. 1. Nueva York: G. P. Putnam's Sons.
Artículos:
 ROBLEDO, RICARDO, 2014, El Padre Ceballos, "¿humilde capellán de Gody?" El
plan de universidades de 1796. Universidad de Salamanca. 2014.

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