Arrogante, desconfiado y con “un ego colosal”. El estado emocional del presidente de Perú,
Alan García, fue objeto de un demoledor informe enviado por la Embajada de Estados
Unidos en Lima a petición de Washington pocos meses después de que el mandatario
asumiera su cargo, en julio de 2006. En algo más de cinco folios de carácter secreto el
entonces embajador, J. Curtis Struble, presenta además a García como un político con gran
dominio de la escena y sentido de la teatralidad.
El embajador Struble se hace eco de los posibles “trastornos maníacos depresivos o
desórdenes bipolares” del mandatario que, aunque sin confirmación, son objeto de rumores
“ampliamente extendidos”. Los contactos de la Embajada estadounidense que tienen
acceso directo al presidente explican que ha sido siempre depresivo con tendencia a
inesperados accesos de entusiasmo, hundimiento en el mal humor y abruptos cambios de
opinión. “Se encierra en sí mismo y rechaza el contacto público durante días”.
Los mismos informantes señalan que el presidente peruano se medica con litio, un
antidepresivo, pero la Embajada se muestra cauta a este respecto y destaca que no dispone
de informaciones que confirmen que tome medicación alguna. La mayoría de las
especulaciones sobre la salud emocional de García surgieron en Perú durante la última
etapa de su primer mandato presidencial (1985-1990), cuando como resultado de una
situación política inestable y caótica en lo económico su índice de popularidad se desplomó.
El embajador de EE UU apunta que las personalidades pública y privada de García no
concuerdan. “En público tiende a impresionar con la pose majestuosa presidencial, sacando
pecho, con la cabeza alta y brazos y manos gesticulando en una formal y casi coreográfica
manera de un líder”, describe el diplomático. En cambio, en privado, García es informal,
considerado y con encanto. “Un aspecto en torno al cual hay casi un acuerdo universal es
que García tiene un ego colosal que le puede cegar ante los méritos o las buenas ideas y
alternativas que vengan de otro que no sea él”, recalca el mensaje, que incide: “El ego de
García es su talón de Aquiles y podría tener consecuencias contraproducentes para el
actual Gobierno, especialmente si no se vigila”.
El pasado de García marca su personalidad. “La persecución, tanto real como imaginaria,
ha sido una parte integral de la vida del presidente”, destaca el texto, que explica cómo su
padre, Carlos García Ronceros, miembro fundador del APRA, fue encarcelado durante
varios años y la citada formación política fue objeto de persecución durante las dictaduras
militares. “El mismo García eligió dejar Perú cuando acabó su mandato en 1990 en parte
por temor a una persecución”. Tras un año en Colombia, García volvió a cambiar de país,
esta vez con destino a Francia, persuadido de que el presidente, Alberto Fujimori (1990-
2000), había enviado “secuaces para asesinarlo o secuestrarlo y traerlo de vuelta a Perú”.
Según los estadounidenses, estos hechos han provocado en García “una tendencia innata
y exacerbada a retener información y limitarla estrictamente a un círculo íntimo de
colaboradores”. El texto considera verosímiles varios planes de secuestro contra el
mandatario y uno de sus hijos descubiertos en 2006.
El documento recibido en Washington define al presidente peruano como “un maestro
político” y añade que ha sobrevivido a todo tipo de vicisitudes y rivales, incluyendo a los de
su propio partido, el APRA, “la más eficaz maquinaria política de Perú”. En cualquier caso,
los estadounidenses no creen que el presidente esté implicado en temas como amenazas
violentas a sus rivales o comportamientos agresivos en su entorno personal. En términos
elogiosos, el documento explica que García es un gran trabajador “que vive y respira
política”, que controla hasta los mínimos detalles y que es exigente con su equipo. “A costa
de otras facetas de su vida trabaja hasta tarde”, destaca Struble, quien añade que el
presidente peruano prácticamente no sabe hacer nada más que ser político. “Ha escrito
libros, pero la mayor parte de las críticas dan a entender que eso no es lo suyo”.
El problema de esta forma de trabajar radica en la exigencia de resultados a su entorno.
“Encarga en público y sobre el terreno a importantes ministros tareas con distintas
responsabilidades y cometidos”. García, según el texto, espera que sus ministros adivinen
y cumplan su voluntad en vez de generar una política de ideas o que le propongan
soluciones alternativas. “Pide lo imposible”.
A pesar de esto, Struble considera que el presidente peruano ha aprendido de su primer
mandato (que terminó con un Perú convulsionado) y tiene una visión más pragmática.
“Aparentemente, no tiene la ambición de cambiar el mundo, de reordenar las realidades
políticas y económicas de acuerdo a una nueva ‘visión’ de Latinoamérica o de crear un
nuevo socialismo o al hombre bolivariano”. El informe concluye que el presidente peruano
no muestra signos exteriores de volatilidad emocional y que cuando habla no parece ni lento
ni apresurado -“es realmente un consumado orador”- ni da muestras de tener un discurso
ilógico. Y añade que, en cualquier caso, esa presunta inestabilidad emocional no parece
que le impida pensar y expresarse claramente. Como dato de futuro para la nueva etapa
presidencial que entonces se abría -y que culminará el año próximo- destaca la simpatía
que el presidente peruano siente por Colombia, desde que se exiliara en Bogotá en 1992 .
Struble fue sustituido en 2007 por Michael McKinley como embajador en Lima. Este último,
en sus informes a Washington, describe a García como alguien bajo cuya presidencia Perú
se ha vuelto “un socio fiable de EE UU que juega un papel constructivo en una complicada
Sudamérica caracterizada por el resurgimiento del populismo y periódicos estallidos de
tensión”.
La personalidad de PPK
—Posición adelantada—
Si la campaña fuera un partido de fútbol, a PPK le paraban el juego por posición
adelantada. Y hasta le anulaban algún ataque que él creyó gol pero no podía serlo porque
la maniobra no tenía contrarios, no servía para nada. Por ejemplo, anunciar que Alfredo
Thorne iba a ser su ministro de Economía tan temprano como en CADE de diciembre del
2015 le quitó sorpresa y nervio político –o sea, humana disposición a la negociación– a
sus meses venideros. Anunciar que bajará el IGV, por más teóricamente respetable que
ello suene, mientras los rivales hablan de sus planes de recaudación tributaria, también
sonó a posición adelantada. Ya electo, ha hecho jugadas adelantadas voceando ministros
a destiempo y pedidos de facultades legislativas ante un Congreso ni siquiera instalado.
Lo de Doe Run también parece posición adelantada y, esta vez, con riesgo de sanción.
Su amigo experto cree que, en efecto, PPK hace anuncios muy prematuros, pero tal vez
le importa mandar señales a entornos particulares. Y hace este apunte: “PPK es reilón y
simpático, pero no expresa las grandes emociones que convocan otros políticos en sus
discursos, tampoco da grandes muestras de afecto, otros lo hacen en lugar de él”.
Volveremos sobre este aspecto ‘delegativo’ de su personalidad política.
ALEJANDRO TOLEDO
ALBERTO FUJIMORI