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Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación

Facultad de Historia, Geografía y Letras


Teoría de la Historia

Desarrollo del capitalismo en Chile: Cinco


Ensayos dialécticos

Nombre: Felipe Palma


Catedra: Teoría de la Historia
Docente: Carlos Sandoval
Fecha: 27-11-2017
Marcelo Segall Rosenmann, autor de la obra “Desarrollo del capitalismo en Chile:
Cinco Ensayos dialécticos”, fue un importante historiador chileno y marxista del siglo
XX, especializado en historia social y económica en la América del Sur. Vivió en
carne propia los embates del golpe militar realizado en el país, situación que
determinó su exilio hacía Holanda. Será precisamente en esta etapa, donde
desarrollo el grueso de sus investigaciones, como lo son las realizadas en torno a
la minería, específicamente acerca del pago en Ficha Salario a los trabajadores
mineros (Thielemann, 2015).

En la obra antes mencionada, específicamente en el capítulo “De la historia, de los


historiadores y de los literatos”, el autor comienza realizando una crítica hacía la
historiografía nacional, la cual si bien se caracteriza por una producción bastante
amplia, no se ha preocupado en escribir, o lo ha realizado, pero de manera muy
parcial, una biografía nacional (Segall, 1953). Esto significa que, existe un déficit en
cuanto a estudios correspondientes a elementos característicos del país, como por
ejemplo, el autor menciona que “la historia general de la minería no ha sido escrita”
(Segall, 1953: 30). Situación similar ocurre con la toma de conciencia del
proletariado.

Ante estos vacíos historiográficos mencionados, el autor menciona que han sido las
investigaciones universitarias, y por sobre todo la literatura, la que se ha encargado
de trabajar la figura del proletariado.

Esta crítica realizada por el autor hacía la historiografía nacional, la focaliza


principalmente hacía dos autores, Julio César Jobet y Hernán Ramírez Necochea,
de quienes menciona que sus trabajos se condicen o más bien son un reflejo de sus
filiaciones-militancias-. Esta crítica realizada por Segall se relaciona a la idea
trabajada por el autor Edward Thompson, con respecto a que los marxismos tienen
un piso común, era que habían olvidado que el único hacedor de historia es el ser
humano y no el partido o alguna institución.

De la misma manera, el autor destaca que la historia nacional en general se


caracteriza por tener una estructura más bien narrativa con respecto a los sucesos,
y una visión patriótica con respecto al pasado. Esta historia se caracteriza por
presentar principalmente dos fases, la escrita por los liberales y la escrita por los
conservadores.

A partir de lo recién expuesto, es posible identificar como categoría desarrollada por


el autor, el materialismo dialectico, el cual es mencionado por el mismo, cuando
escribe que se distancia de autores clásicos como Diego Barros Arana y Vicuña
Mackenna, puesto que su trabajo va a comenzar desde el método analítico de la
concepción histórico marxista, es decir desde una posición materialista dialéctica
(Segall, 1953). El autor considera que a través de ésta posición, es el “único camino
científico capaz de lograr una síntesis integral de la evolución nacional” (Segall,
1953:32).

El materialismo dialéctico entrega las herramientas al autor, para poder trabajar en


torno a la lucha de clases y la producción mercantil. Va a representar la cosmovisión
de Marx, la ley de la contradicción, en donde postula abordar la síntesis con la
reflexión, para postular una antítesis sirviendo como herramienta para levantar un
relato histórico hacia los trabajadores. Segall, como buen marxista, le otorgará vital
importancia dentro de su relato histórico a la idea de lucha de clases, la cual
considera que se aplica a toda la historia de la sociedad y que a fin de cuentas las
contradicciones emanadas de la lucha de clase se transforman en el motor de la
historia.

Es precisamente esto lo que desarrolla el autor, con sus trabajos de la minería y del
proletariado, en donde intenta dar voz a sujetos hasta ahora invisibilizados por la
historia tradicional.

Con respecto a esto último, es que es posible dilucidar a lo largo del texto, de qué
manera el autor se distancia ampliamente de la historia tradicional, la cual
caracteriza como narrativa y patriota, y se posiciona dentro de la Nueva Historia.
Esta situación se evidencia en el hecho que pone una mayor atención a la llanura
social, en donde ya no necesariamente se escribe la historia de la vida de los
grandes personajes (héroes) y/o los grandes acontecimientos, sino que se
comienza a dar relevancia a todas las actividades del quehacer humano, al igual
que se comienzan a integrar nuevos sujetos de estudio.

De acuerdo a lo recién comentado, la historia no será comprendida por el autor y


por toda esta nueva generación de historiadores como objetiva. La idea de que la
labor de los historiadores representa los hechos del ayer tal cual se desarrollaron
se comienza a cuestionar. De esta manera, a partir de este nuevo paradigma
(Nueva Historia), se puede mencionar que la labor de los historiadores estará
orientada a entregar diversas interpretaciones con respecto a hechos del pasado.
Segall, desde un comienzo va a dejar en claro su posición política al desarrollar su
obra, es así como a partir de los postulados de la Nueva Historia, ésta va a
responder a los propios intereses e inquietudes de quien la escriba. Será entonces,
a partir de las diversas subjetividades de los sujetos que se comience a estudiar el
pasado, es decir, a partir de los intereses del presente se aborda el pasado, es por
esta razón que podemos decir que toda la historia escrita es contemporánea. Puesto
que, abordamos el ayer con los zapatos del presente, es imposible comprender la
historia de manera aislada y sin las categorías y/o experiencias del hoy.
Otra categoría de análisis utilizada por el autor, consiste en el materialismo histórico,
que será definido por el mismo Segall como, “la acción de la sociedad total y del
hombre a través del movimiento de las clases, la formación de su conciencia social
y la evolución dialéctica de los medios de producción” (Segall, 1953: 33). El
materialismo histórico estudia las condiciones materiales que devienen en el
desarrollo del acontecer humano. El ser humano tiene necesidades y con el acto de
satisfacerlas se desarrolla, configurándose con la obtención de bienes para
completar el proceso. Aquel desarrollo parece detonante permitiendo la
acumulación de capitales y fortaleciendo la idea de propiedad privada. Además, el
materialismo histórico va a reconocer que los bienes se configuran a través del
trabajo.

De esta manera, es que el autor utiliza el materialismo histórico como base para
estructurar y realizar su análisis histórico, esto se refleja al momento de mencionar
que la historia de Chile puede ser visualizada a través del desenvolvimiento de la
lucha de clases entre la opresión forzada de las fuerzas productivas emergentes y
el empuje creador de éstas últimas (Segall, 1953).

A modo de crítica con respecto a lo planteado por Segall, es importante mencionar


su visión reduccionista con respecto a la historia, propia del marxismo clásico,
puesto que en el texto es posible apreciar que el autor comprende la historia única
y exclusivamente desde una vertiente económica, y de la lucha de clases generada
por la estructura económica imperante, De hecho, el mismo autor lo deja en claro
cuando menciona que “yo parto basado en el método histórico analítico de “El
Capital”, en la lucha de clases y en la producción mercantil(…)” (Segall, 1953). De
esta manera, el autor deja de lado una serie de elementos que pueden ser de suma
utilidad a la hora de realizar algún análisis histórico, por la preponderancia que le da
a los aspectos económicos. Esta situación se ejemplifica con la poca atención hacía
los aspectos culturales, los cuales si bien pueden ser trabajados por el autor, son
considerados un mero apéndice de lo que constituye la estructura principal de sus
trabajos (economía). Como menciona el autor Edward Thompson, el ser humano es
bastante más complejo que solo sus necesidades económicas, es importante
estudiar a los sujetos de manera holística para poder comprender su propio devenir.

De la mano de lo anterior, y tomando alguno de los postulados de Julio Pinto cuando


menciona los tres males del historiador, otra crítica que se le puede realizar al autor,
es la hiperespecialización en su trabajo historiográfico. Al centrarse en una
perspectiva exclusivamente económica genera una conceptualización más bien
miope o limitada con respecto a la comprensión de los procesos históricos, esto
debido a que es gracias a una serie de elementos y causas de distinto origen
(político, económico, social, cultural, etc.) lo que van a permitir generar un análisis
de los sucesos más acabados. De la misma manera, la adopción de diversas aristas
va a ayudar a comprender la historia como un todo agrupado, en donde actúan una
serie de factores a la vez. Esta hiperespecializacion también se va a vincular con la
idea de lucha de clases que desarrolla el autor, puesto que comprender el motor de
la historia es la lucha de clases resulta bastante problemático, ya que se está
dejando de lado una serie de otros factores de suma importancia. No es posible
superponer la lucha de clases como el fin último de la historia, puesto que en las
sociedades existen una serie de otros problemas o luchas de igual relevancia,
problemas que además merecen la misma atención. Estas luchas pueden ser los
relacionados con la lucha de las minorías sexuales, la lucha de género, los derechos
de los niños y de los adultos mayores, entre otros.

Bibliografía
Thielemann, L. (2015). El Fondo Marcelo Segall Rosenmann. Revista Europea de
Estudios Latinoamericanos y del Caribe, 99, 127-132.
Segall, M. (1953). Desarrollo del capitalismo en Chile: Cinco Ensayos Dialécticos
(1ra ed.). Santiago.

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