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Este documento resume el pasaje bíblico del lavatorio de los pies de Jesús a sus discípulos durante la Última Cena. Jesús les lava los pies para darles un ejemplo de humildad y servicio. Les dice que deben lavarse los pies unos a otros como él hizo. Además, anuncia que uno de los discípulos lo traicionará, refiriéndose a Judas. El lavatorio de los pies muestra a los discípulos cómo deben servirse los unos a los otros en la comunidad cristiana.
Este documento resume el pasaje bíblico del lavatorio de los pies de Jesús a sus discípulos durante la Última Cena. Jesús les lava los pies para darles un ejemplo de humildad y servicio. Les dice que deben lavarse los pies unos a otros como él hizo. Además, anuncia que uno de los discípulos lo traicionará, refiriéndose a Judas. El lavatorio de los pies muestra a los discípulos cómo deben servirse los unos a los otros en la comunidad cristiana.
Este documento resume el pasaje bíblico del lavatorio de los pies de Jesús a sus discípulos durante la Última Cena. Jesús les lava los pies para darles un ejemplo de humildad y servicio. Les dice que deben lavarse los pies unos a otros como él hizo. Además, anuncia que uno de los discípulos lo traicionará, refiriéndose a Judas. El lavatorio de los pies muestra a los discípulos cómo deben servirse los unos a los otros en la comunidad cristiana.
Vamos ahora a estudiar la actualización del gesto del
Lavatorio de los pies de Jesús) DESPUÉS DE
HABERLES LAVADO LOS PIES, DE HABERSE PUESTO DE NUEVO LAS VESTIDURAS Y SENTADO A LA MESA, LES DIJO ENTONCES: «COMPRENDED LO QUE HE HECHO. VOSOTROS ME LLAMÁIS 'MAESTRO' Y 'SEÑOR', Y DECÍS BIEN; EFECTIVAMENTE LO SOY. ENTONCES, SI YO, EL SEÑOR Y EL MAESTRO, OS HE LAVADO LOS PIES, TAMBIÉN VOSOTROS DEBÉIS LAVAROS LOS PIES UNOS A OTROS. EN EFECTO, ES UN EJEMPLO QUE OS HE DADO PARA QUE, LO MISMO QUE YO HE HECHO POR VOSOTROS, TAMBIÉN VOSOTROS LO HAGÁIS LOS UNOS POR LOS OTROS. AMÉN, AMÉN, OS LO DIGO: EL SIERVO NO ES MAYOR QUE SU SEÑOR NI EL ENVIADO MAYOR QUE EL QUE LO HA ENVIADO. SABIENDO ESTO, SERÉIS BIENAVENTURADOS SI LLEGÁIS A HACERLO» (Termina la escena del lavatorio de los pies. Jesús «vuelve a tomar» sus vestiduras y ocupa de nuevo su lugar en la mesa entre los discípulos. Su última contestación a Pedro (versículo 10) ha dejado a los comensales en suspenso: ¿por qué Jesús se ha portado así delante de ellos? Ahora el «Señor» se dirige al grupo, pero lo que les dice no es una «explicación» del misterio que ha simbolizado. Jesús se preocupa más bien de iluminar, a partir de su gesto, lo que les corresponde luego hacer a sus discípulos. En el capítulo 13 de Mateo, Jesús, después de contar a la gente la parábola del sembrador, vuelve a repetirla en el círculo de los discípulos, no para explicarla, sino para interpretarla en función de su propia situación. Aquí se trata de un procedimiento análogo. En vez de traducir la primera frase de Jesús (versículo 12) por una pregunta, creo que es mejor entenderla como un imperativo: Jesús exhorta a los discípulos a sacar las consecuencias para ellos mismos de lo que le han visto hacer, un acto cuya anomalía había subrayado justamente Pedro, al protestar vigorosamente contra él. De hecho, Jesús recoge el título de «Señor», que Pedro le ha dirigido, y le añade el de Maestro, para confirmar la validez de los dos; y luego vuelve a insistir. Se ha buscado adrede el contraste entre la persona de Jesús y su acto para estimular a los discípulos. Pero sigue siendo evidente una diferencia de nivel: de la relación Maestro/discípulos, Jesús pasa a la de los discípulos entre sí; de una relación fundadora en la que él solo tiene la autoridad y el poder, pasa a la relación entre hermanos. La frase decisiva es la del versículo 15, en el centro de todo el desarrollo: “Es un ejemplo (ὑπόδειγμα) que os he dado, para que, lo mismo (καθὼς) que yo he hecho por vosotros, también vosotros lo hagáis los unos por los otros”. El término ὑπόδειγμα tiene una connotación claramente visual, la de figura, imagen, «tipo», modelo [Hebreos 8, 5 utiliza este término en el sentido de «figura»; luego cita, inmediatamente después, a Éxodo 25,40, donde aparece el término τύπος: en el cielo había un «modelo», según el cual convenía fabricar el arca del Señor], y, no sólo la acepción de «ejemplo» (que seguir o no seguir) en el orden moral [Hay que seguir el ejemplo de los profetas (Santiago 5,10), no ya el de los sodomitas (2 Pedro 2, 6), ni tampoco el de los judíos rebeldes (Hebreos 4,11)]. Se deriva del verbo δείκνυμι, que significa «hacer ver, mostrar», y que tiene ordinariamente en Juan un valor teológico. Así, «el Padre muestra (al Hijo) todo lo que él mismo hace» (5,20). A su vez, Jesús muestra a los discípulos lo que él hace. Y, lo mismo que el Hijo hace lo que ve hacer al Padre (5,19), también Jesús pretende que los discípulos hagan lo que le han visto hacer a él. La mirada tiene en Juan una función importante: ver es quedarse sorprendido por una presencia, es contemplar en profundidad. Este «ejemplo» - podríamos decir esta mostración -, no lo presenta Jesús simplemente como un modelo exterior que imitar, sino como un don [El verbo «dar» podría tomarse en sentido fuerte, en la medida en que, con algunos manuscritos que no logran imponerse, no se leyera el aoristo ἔδωκα sino el perfecto δέδωκα: la acción de Cristo dura todavía] que engendra el comportamiento futuro de los discípulos. Es lo que da a entender, en la frase del versículo 15, la conjunción καθὼς, que no significa simplemente «como» en sentido comparativo, sino que establece un vínculo intrínseco, una relación de generación [Cuando el término καθὼς no va seguido de οὕτως, de esta manera, sino de καὶ (como en 10,15; 17,21; 17,23), puede tener el sentido de fundación, de engendramiento]. Podríamos parafrasearla así: «Al obrar de esta manera, os concedo que vosotros podáis obrar lo mismo que yo». ¿En qué consiste la acción que se espera de los discípulos? Evidentemente, no se trata de que reproduzcan la acción material de lavar los pies, sino de la disponibilidad fundamental y efectiva de estar al servicio unos de otros, un servicio sin reservas, exento de voluntad de poder. Es interesante preguntar si se puede establecer una relación entre el «ejemplo» que ha de seguirse y la «memoria de mí» que pide Jesús en la institución de la eucaristía. De hecho, el contexto es en los dos casos el mismo, el de la última cena; la insistencia en el «hacer» caracteriza a las dos frases; finalmente, en los dos casos, el sentido último es la comunidad de vida con Jesús. Volveremos sobre estas dos «memorias» - la cultual y la existencial - que animan la conducta cristiana. Jesús, en su exordio (versículo 12), había invitado a los discípulos a una toma de conciencia; para concluir, vuelve sobre esta idea para exhortar a los discípulos a obrar tal como espera de ellos. Ahora utiliza un verbo (οἶδα) que expresa un conocimiento ya poseído, y no simplemente inicial, versículo 17 «Sabiendo esto (εἰ ταῦτα οἴδατε), seréis bienaventurados si llegáis a hacerlo». Esta exhortación, que toma la forma de una bienaventuranza [Véase Mateo 5,3-11; Juan 20,29; 1 Pedro 3,14; 4,14; Apocalipsis 14,13], se refiere a la necesidad de pasar del dicho al hecho; de lo contrario, la fidelidad del discípulo al Señor sería ilusoria. Pero es importante señalar que en la bienaventuranza anunciada conserva todo su peso el conocimiento, la comprensión profunda. El pasaje entero, centrado en el «hacer», está enmarcado por verbos de conocimiento («comprended» y «sabiendo»). El discípulo no practica una ley que esté fuera de él, sino que está impregnado interiormente de la revelación recibida. ¿No reproduce entonces, a su medida, la experiencia del Hijo, cuya fidelidad a la palabra del Padre es siempre, en Juan, la expresión de un conocimiento perfecto? Antes de este versículo final se introduce una sentencia cuya primera parte («el siervo no es mayor que su señor») volverá a aparecer en el discurso de despedida a propósito de la persecución que amenaza a los discípulos (15,20). Aquí este logión queda bastante bien insertado en el episodio; pertenece sin duda a una colección de sentencias que circulaban en la tradición oral [Mateo 10,24: «El discípulo no está por encima de su maestro ni el siervo por encima de su señor». C. H. Dodd remite a Juan 12,25-26; 12,44; 13,20; 15,18-16,4 y a Mateo 10,17-25: 10,39]. A continuación, comienza la perícopa en la que se narra cómo Judas se excluye de la comunidad (13, 18-30). Desde el comienzo (13,2) planeaba una sombra sobre la escena del lavatorio de los pies, durante la cual Jesús constituyó la comunidad de los suyos sobre el fundamento de su ejemplo. «No estáis todos limpios», había dicho Jesús a los comensales; y el narrador comenta: «Él sabía quién le iba a entregar» (13,10-11). En el segundo cuadro, la presencia de Judas en la mesa del Señor llena todo el relato. Frente a Judas, Jesús toma la iniciativa, que en realidad es una iniciativa contra el Adversario. Desde el recuerdo de la Escritura hasta el momento en que deja - en que hace - salir a Judas, Jesús, plenamente consciente de la pasión que le espera, consiente activamente a ella. Quedándose sólo con los que creen en él, les va a dictar su testamento en el discurso de despedida. Pero antes proclamará ante ellos la glorificación del Hijo del hombre, la glorificación de Dios) «NO ESTOY HABLANDO DE TODOS VOSOTROS; YO SÉ A LOS QUE HE ESCOGIDO, PERO ES PARA QUE LA ESCRITURA SE CUMPLA: EL QUE COME MI PAN HA LEVANTADO SU TALÓN CONTRA MÍ. DESDE AHORA OS LO DIGO, ANTES DE QUE ESTO SUCEDA, PARA QUE UNA VEZ SUCEDIDO, CREÁIS QUE YO SOY. AMÉN, AMÉN, OS DIGO: EL QUE ACOGE AL QUE YO ENVÍE, ME ACOGE A MÍ, Y EL QUE ME ACOGE, ACOGE A AQUEL QUE ME HA ENVIADO» (Este texto está compuesto con esmero: una parte discursiva (tres frases de Jesús enunciadas de seguido: 13,18-20) y una parte narrativa (13,21-30), que comienza con el anuncio explícito de la traición. Con frecuencia los comentaristas relacionan los versículos 18-20 con el cuadro anterior, sin tener en cuenta que el versículo 18, con la cita del salmo 41, tiene una función esencial respecto a lo siguiente: no sólo orienta ya hacia la traición, sino que la sitúa en la perspectiva del cumplimiento de la Escritura. La traición a Jesús de uno de los que él mismo había escogido había sido señalada por Juan, pero no justificada, al final del capítulo 6 [Véase 6,64-65; 6,70-71]. Aquel suceso, que constituía un problema para la comunidad pospascual, se ilumina en la tradición evangélica por el anuncio de Jesús a lo largo de la última cena: «Uno de vosotros me va a entregar» [Mateo 26,21 = Marcos 14,18 = Juan 13,21. En Lucas 22,21 la formulación es algo distinta: «La mano del que me entrega se sirve en esta mesa conmigo»]. El hecho de que Jesús conozca de antemano la traición del discípulo demuestra que domina todo lo que le sucede. Juan, que ha destacado fuertemente el conocimiento superior de Jesús (13,1-3; 13,11), lo muestra en el versículo 18 interpretando lo que él sabe a la luz de la Escritura. Se trata de otra manera de eliminar el escándalo, más radical: el suceso incomprensible toma sentido dentro del proyecto salvífico de Dios recogido en la Escritura, que «nadie puede abolir» (10,35). Juan coincide con la antigua tradición cristiana: frente al drama de la pasión, la comunidad primitiva no se preocupaba de justificarlo, sino de situarlo en la economía divina gracias a la inteligencia de la Escritura. El evangelista introduce el texto del salmo 41 con la fórmula de cumplimiento (ἵνα ἡ γραφὴ πληρωθῇ) que, a partir de este pasaje caracterizará a todas las citas bíblicas ulteriores. Cita solamente el segundo estiquio de Salmo 41,10: “Hasta el hombre de mi paz, con el que yo contaba, el que comía mi pan, ha levantado contra mí el talón” [Un «amigo íntimo» se dice en hebreo ֹלומי ִ֤איׁש ִ֨ ’( ְׁׁשîš šəlōwmî), «el hombre de mi paz». Sin apelar a la explicitación joánica, se puede afirmar que Marcos 14,8 cita el salmo, sobre el fundamento de estas palabras tan sólo «uno que come conmigo»]. En este salmo el orante, enfermo, pide a Dios que le proteja contra los malvados que traman contra él, entre los que está su amigo, su invitado que ahora «se ha vuelto contra él» (sentido probable del texto hebreo). La expresión acabó designando un gesto de desprecio [Única en la Biblia, la expresión «levantar el talón contra alguien» es difícil de interpretar Según E F F Bishop, se derivaría de la costumbre oriental que prohíbe cruzar las piernas para no dejar que la planta del pie se dirija contra el que está enfrente. El verbo «levantar» añadiría al carácter impertinente de esa actitud un matiz de desprecio. Según otros autores, este gesto equivaldría a «echar la zancadilla» o a «dar un puntapié por detrás»]. Al citar este versículo de la Escritura, Jesús se muestra plenamente consciente de que está realizando el designio de Dios; aunque parece estar reflexionando para su interior, lo cierto es que está hablando para los discípulos) «DESDE AHORA OS LO DIGO, ANTES DE QUE ESTO SUCEDA, PARA QUE UNA VEZ SUCEDIDO, CREÁIS QUE YO SOY» (Esta misma frase aparecerá en 14,29. Pero aquí se precisa el objeto del «creer»: «que yo soy». Este giro reproduce el que contenían las declaraciones de Jesús en 8,24; 8,28, en donde significa que Jesús es el que dice que es, el Enviado del Padre en perfecta comunión con él 57. Este Egó eimi podría evocar además la afirmación absoluta de 8, 58, que hemos interpretado del Hijo «que vive» por su unidad con Dios58. A primera vista, el versículo 20 no se relaciona con ninguno de los que le rodean: 20 «Amén, amén, os (lo) digo: el que acoge al que yo envíe, me acoge a mi, y el que me acoge acoge a aquel que me ha enviado». Dado que este versículo equivale a un logion de la triple tradición sinóptica (véase Mateo 10, 40; Marcos 9, 37; Lucas 9, 48; 10, 16), los críticos afirman en su mayoría que se trata de un añadido redaccional destinado a completar la frase tradicional de 13, 16: el enviado no es mayor que el que lo envía, pero participa de la dignidad de éste. Sin embargo, esta justificación no explica el emplazamiento escogido. Sin prejuzgar su carácter secundario, no es imposible leer este versículo en el movimiento del texto que precede y que culmina en el Egé eimi: Jesús, que ha dirigido su mirada sobre la situación de los discípulos después de su muerte y que ha podido decir: «Yo soy», sigue estando presente en el tiempo futuro para aquellos que quieran acogerlo. Esta presencia se realizará por medio de los discípulos (de los que la primera parte del versículo 20 demuestra que su envío no se ha realizado todavía). En otras palabras, la expresión «Yo soy» del versículo 19 se ve confirmada en el versículo 20, en cuanto que se refiere a una duración sin límite. Bajo esta luz el evangelista traza la terrible escena al final de la cual Judas deja la comunidad. Comprende cuatro momentos: el anuncio que hace el Señor de la traición con la sorpresa consiguiente (versículo 2122), el intermedio en que el discípulo amado pregunta a Jesús y recibe su respuesta (versículo 23-26a), el gesto y la palabra que Jesús dirige a Judas (26b-29), la salida de Judas (versículo 30). 58. Véase H, 237s. 13, 21 Jesús funda la comunidad de sus discípulos