EN TRANSFORMACIÓN
Gina Villagómez Valdés
Elia María Escoffié Aguilar
Ligia Vera Gamboa
Coordinadoras
VARONES Y MASCULINIDADES
EN TRANSFORMACIÓN
Consejo Editorial
María Teresa Castillo Burguete (Cinvestav)
Gabriela Cervera Arce (Univ. Modelo)
Rebelín Echeverría Echeverría (UADY)
Pedro Sánchez Escobedo (UADY)
José Antonio Lugo Pérez (UADY)
Efraín Poot Capetillo (UADY)
Celia Rosado Avilés (UADY)
313 p.
ISBN: 978-607-7573-62-3
I. ASPECTOS SOCIALES
DE LAS MASCULINIDADES
El narcisismo:
Una dificultad para la transformación masculina
José de Jesús González Núñez 147
La figura paterna en la construcción de la identidad de género
Elia María Escoffié Aguilar 167
Las Masculinidades. Construcciones desde la educación
Carlos David Carrillo Trujillo
y Jorge Armando Revilla Fajardo 179
La psicología masculina
Pedro Sánchez Escobedo, Sandra Martín Tun
y Paulina Carrillo Espadas 191
III. ASPECTOS BIOMÉDICOS
Y SEXUALES DE LAS MASCULINIDADES
AUTORES 305
PRESENTACIÓN
10
ANTECEDENTES
12
INTRODUCCION
1
La perspectiva de género es un marco de análisis teórico – conceptual que
permite identificar las diferencias entre los géneros, las relaciones de poder al
interior de cada uno de ellos (intragenéricas) y entre ellos (intergenéricas) así
como su condición y posición ante las instituciones, con el propósito de establ-
ecer acciones tendientes a promover situaciones de equidad entre ambos, que
privilegien el respeto de sus derechos humanos y contemplen estrategias para
incluir a las mujeres en todos los procesos de desarrollo, en condiciones de
equidad con los hombres. (PROEQUIDAD, 2001).
14
En este marco de formación, el ser humano en busca de identidad,
estará siempre discutiendo y reflexionando temas trascendentes como
la libertad, la igualdad, el respeto y la diversidad. Todos estos concep-
tos resultan irrefutables, pero la visión e interpretación de los mismos,
de acuerdo a las diferentes culturas, sociedades y épocas, resulta siem-
pre polémica. Es así que en la actualidad, lo relacionado con lo mascu-
lino puede enfrentarse ideológica y emocionalmente con lo femenino
en una búsqueda de nuevos significados para hombres y mujeres.
A la fecha son muchos los trabajos y análisis acerca de la equidad
de género, pero cuando se utiliza este concepto, generalmente se hace
más referencia a lo femenino y a los derechos de las mujeres. Desde
esta perspectiva, se plantean elementos básicos para entender y expli-
car una forma de organización de la sociedad en la que las mujeres se
ubican en una posición de desventaja en las relaciones de poder frente
al varón. Sin duda, la cultura y el proceso de socialización temprana
determinan en gran parte el comportamiento “Masculino o Femenino”
sobre los cuales se desarrollan diferentes estrategias de poder, control
y dominio entre géneros. Lo anterior se construye social y culturalmen-
te, y el ser humano internamente va desarrollando, viviendo y expe-
rimentando a través de procesos de identificación el desarrollo de sí
mismo.
En la actualidad ser hombre o ser mujer significa enfrentar el mun-
do reproduciendo y a la vez tratando de cambiar estructuras estable-
cidas e inculcadas desde la infancia. Esto significa romper y transfor-
mar costumbres para apropiarse de nuevas prácticas que no siempre
concuerdan con las establecidas tradicionalmente para cada género.
Se trata de nuevas formas de ser hombre y ser mujer en la sociedad.
El “Ser masculino” particularmente, tiene implicaciones hoy en día
diferentes a las que éste término tenía en décadas pasadas, y aunque
“Saber” cognitivamente que hombres y mujeres como seres humanos
son iguales en cuanto a derechos, y por ello merecedores por igual de
respeto y dignidad, de hecho la realidad nos muestra que la sociedad
aun ubica a los varones en una situación de poder frente a las mujeres.
Sin embargo, el hombre actual ha tenido que enfrentar y adaptarse
a un mundo en el que la mujer gana cada vez más terreno en todos los
aspectos. Esta situación conduce a los hombres a sentir estos aconte-
cimientos como una “Pérdida” de poder, control y dominio. Si bien es
cierto que en lo general los cambios sociales y familiares que se están
viviendo recaen más directamente sobre las mujeres, es importante
considerar lo que está sucediendo en el “mundo interno” de los hom-
bres y cómo éstos se adaptan a la nueva situación.
Una nueva forma de mirar a los varones surgió pocos años después
de las Conferencias de Cairo y Bejing, ya que se inició en algunos paí-
ses de América Latina el debate sobre la participación masculina en
la salud reproductiva, la paternidad y la sexualidad. Considerar “Na-
15
turales” los estereotipos tradicionales de género en los varones lleva
a creencias, comportamientos y prácticas de riesgo, especialmente en
el ámbito de lo sexual. Pero más allá del riesgo, lo que es preciso ana-
lizar es la forma en que se reproduce este tipo de prácticas mostrán-
dolas como comportamientos y conductas “Inevitables” por el hecho
de ser hombres. Lo anterior incrementa la vulnerabilidad de los varo-
nes sobre la salud sexual y reproductiva como puede ser: la violencia,
las infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH, entre otros.
Como ejemplo podemos citar el hecho de que se espera que los jóvenes
tengan experiencias sexuales como demostración de virilidad, ya que
no hacerlo, puede llevar a la sociedad a dudar de su masculinidad. Esta
situación lo enfrenta a un mayor riesgo si desconoce las estrategias de
protección. Lo importante para la cultura masculina es la demostra-
ción de la virilidad.
En pleno siglo XXI la cultura mexicana permite que los jóvenes
sean poco expresivos y repriman sus emociones, pero, ¿Qué sucede y
cómo construyen su masculinidad aquellos varones que se apartan de
la heterosexualidad? ¿No será posible mirar a los hombres y las mascu-
linidades como un factor protector para su salud, la de las mujeres y la
de otros? Es seguro que sí, pero antes será necesario y urgente profun-
dizar en el estudio de las masculinidades y considerar, que aunque se
trate de situaciones de salud, el hombre es un ente biopsicosocial que
recibe influencia de la cultura en la que vive incluyendo la vivencia de
la salud sexual, la sexualidad y la masculinidad.
Tomando en cuenta la diversidad de factores que es preciso anali-
zar para entender las nuevas formas de ser varón en nuestra sociedad,
en este trabajo abordamos distintos tipos de fenómenos relacionados
con las transformaciones de las masculinidades existentes: los aspec-
tos socioculturales, psicológicos, biomédicos y sexuales con el fin de
proporcionar un amplio espectro de fenómenos en los que hombres
han tenido que modificar antiguos y tradicionales esquemas de rela-
ción con las mujeres, la familia y la sociedad.
16
ASPECTOS SOCIALES DE
LAS MASCULINIDADES
MASCULINIDADES EN TRANSICIÓN
EN UNA COMUNIDAD MAYA
DE YUCATÁN
Introducción
Los estudios arriba citados, y la gran mayoría de los trabajos sobre gé-
nero y masculinidades, se han enfocado a contextos occidentales de
los países industrializados. Little y Cloke han destacado la diferencia
entre los ámbitos urbanos y rurales, pero ha habido poca investigación
sobre este tema en contextos no occidentales. Una larga trayectoria de
investigación antropológica en la región maya de Yucatán permite que
esta investigadora observe cambios en el performance y negociación
de masculinidad que ha creado tensiones dentro de la comunidad. A
continuación se presenta un análisis inicial de los cambios recientes,
partiendo de un modelo socio-espacial de género que se propuso hace
ya una década (Brown 1999). Proponemos que los espacios de géne-
ro se van modificando de tal forma que el performance de género, en
términos tanto de los espacios físicos como de los espacios de negocia-
ción, re-posiciona a los hombres en relación a las mujeres, retando la
masculinidad en la comunidad.
El modelo que llamaremos “Convencional” de organización socio-
espacial de los mayas se desarrolló tomando como base los estudios
antropológicos en una de las cahob o ciudades mayas más importantes
de la actualidad en la península de Yucatán: Chemax. Los hombres
de Chemax en la época de los años ochenta se autodefinieron como
uinicolob, hombres de la milpa. Existía en aquel momento una gran
consistencia entre los hombres mayas, e incluso aquellos que no se ga-
naban la vida de la agricultura frecuentemente se identificaban como
uinicolob, una expresión compleja, que se refería a una actividad eco-
nómica (milpero), el conocimiento profundo de la práctica agrícola (de
roza, tumba y quema), el manejo del ambiente natural (bosque tro-
pical sub-caducifolio), espacios politico-ecónomico-culturales (kax o
bosque y col o milpa) y la masculinidad (uinic que significa hombre).
La práctica agrícola en la zona requiere que los hombres (a menudo
con sus familias) habiten en forma transitoria el bosque, estableciendo
milpas en diferentes partes del bosque cada año. Tanto el bosque como
la milpa se asocian con los hombres, en las prácticas culturales que se
realizan en el bosque predominan los hombres, de forma que se puede
entender uinicol como el performance de masculinidad.
La estacionalidad de la agricultura no requiere que los hombres
estén todo el tiempo en sus milpas, liberando tiempo para otras activi-
dades y prácticas importantes para la definición de la comunidad, mis-
mas que tienen lugar en el centro físico y simbólico del cah, que es el
asentamiento principal. El modelo convencional ubica a los hombres
como predominantes en el manejo de los asuntos comunitarios, como
son la protección militar y ritual del cah, la administración de espacios
y bienes públicos y la imposición de orden social.
En esos asuntos los hombres forman una colectividad y se auto
identifican como eetcahal, o miembros de la comunidad o cah. Eet-
22
cahal es una referencia compleja a un lugar céntrico tanto en términos
geográficos como simbólicos (el cah), a un conjunto de instituciones
sociales para el buen gobierno de la unidad social, a las expectativas
de colaboración y cooperación entre los hombres, y a la masculinidad.
Entonces, el performance de masculinidad en el modelo conven-
cional de género desarrollado para Chemax en la segunda mitad del
siglo XX, ubica a los hombres en dos espacios significativos y estratégi-
cos (kax y cah), con actividades y prácticas económicas, sociales y po-
líticas claves para la definición y reproducción de la comunidad y con
el performance de una masculinidad dominante o hegemónica. Esto
no significa que todos los hombres se apegaban al modelo predomi-
nante, que simplemente marca una “Norma” para la comunidad. Por
su parte, el ámbito convencional de las mujeres comprendía el espacio
doméstico, con la casa-cocina (koben) y el hogar (kak) como los puntos
estratégicos femeninos (Ibid).
A pesar de la separación analítica y conceptual de estos espacios,
el modelo contempla espacios importantes de negociación, donde las
actividades de las mujeres y de los hombres se traslapan. En Chemax,
solamente en algunos momentos de suma importancia ritual existe
una separación decisiva entre los espacios de mujeres y los de hom-
bres. Normalmente existe colaboración y una cierta posibilidad de
co-existencia de las mujeres y los hombres en todos los espacios, sin
la amenaza de “Violencia exclusionaria” (Mitchell, 1996) provocada
por violación de normas y expectativas de feminidad o masculinidad.
Este espacio aparece en Figura 1 como el “Espacio compartido de ne-
gociación”. En la vida cotidiana de la comunidad, dentro del modelo
convencional, tanto los hombres como las mujeres tienen acceso a los
espacios del otro, de forma que las fronteras entre todos los espacios
están permeables. El esquema convencional se aprecia en la Figura 1a
“Modelo convencional, espacio por género y tiempo”.
En los últimos 25 años, la zona maya del oriente del estado de Yu-
catán y Quintana Roo ha sido muy afectada por el desarrollo del turis-
mo internacional en la zona costera del Caribe, una zona ahora conoci-
da como “La Riviera Maya”. Hoy en día, el ingreso más importante a
la economía de Chemax viene en forma de sueldos de los que trabajan
en actividades asociadas con el turismo. La economía de Chemax se
caracteriza por “Remesas” de los hombres que trabajan en turismo y
quienes pasan la semana fuera de la comunidad, llegando, en su mayo-
ría, a pasar sólo el domingo en casa con sus familias.
El cambio de agricultura a ingresos monetarios como base de la
economía, se acompaña por una trasformación socio-espacial que afec-
ta la definición de masculinidad y su performance en la comunidad.
Los aspectos más importantes de esta trasformación se relacionan con
(1) la temporalidad, (2) la disminución de espacios de interacción y
traslape entre mujeres y hombres, (3) la disminución de la presencia
23
de los hombres, tanto física como simbólicamente, dentro del cah, y,
relacionado a esto, (4) el incremento en la presencia de las mujeres en
el cah. Esto se puede apreciar esquemáticamente en la Figura 1b “Mo-
delo Modificado, espacio por género y tiempo”.
En contraste al calendario agrícola que permitía a los hombres es-
tar dentro del cah durante una porción importante del año, ahora los
trabajos asalariados requieren un compromiso temporal más rígido, y
resulta en el hecho de que los hombres pasan la mayor parte del año
fuera del cah y también fuera del kax; es decir, lejos de los espacios
convencionales de la comunidad ya que están en la zona turística. A
su vez, en respuesta a esta ausencia prolongada de los hombres de la
comunidad, las mujeres se han visto en la necesidad y la posibilidad de
entrar en los espacios del cah. En contraste a la situación observada
hace dos décadas, ahora se destaca la presencia de mujeres en las calles
de Chemax llevando a cabo actividades cotidianas.
El nuevo patrón generalizado predice la inserción de un número
importante de hombres en los espacios del cah, a partir de los sábados
en la tarde, y terminando el lunes en la madrugada. Como resultado, el
espacio compartido de “Negociación” se limita a este periodo de tiem-
po, y por ser tan restringido espacial y temporalmente, resulta ser más
debatido (contested), ya que el espacio del cah anteriormente asociado
con masculinidad, ahora está compartido o bien “invadido” por las mu-
jeres. Las mujeres generalmente no comparten el espacio de “La Rivie-
ra Maya” y los hombres están ausentes de sus casas durante casi toda
la semana, eliminando la posibilidad del traslape y de la negociación
socio socio-espaciales durante la mayor parte del tiempo.
Con los hombres de regreso a los espacios del cah solamente los
domingos, generalmente para minimizar conflicto y “Violencia exclu-
sionaria”, las mujeres tienden a regresar al espacio (refugio) del ko-
ben durante ese día, permitiendo un regreso temporal al performance
convencional de masculinidades y feminidades. Queda poco tiempo y
espacio para la reproducción de la identidad de eetcahal, mientras que
el espacio de reproducción de la identidad de uinicol está prácticamen-
te abandonado. La identidad masculina junto con el performance de
masculinidad está trasformados.
La (re)negociación de género
Conclusión
26
Referencias bibliográficas
27
LA CONDICIÓN DE SALUD Y MALTRATO
DE LOS NIÑOS EN YUCATÁN
Introducción
29
al otro. El género, es, entonces, una estructura en la práctica social.
Con el modelo de la masculinidad existente se socializa al varón, fo-
mentandodeterminados comportamientos, reprimiendo otros y trans-
mitiendo ciertas convicciones de lo que significa ser hombre. Durante
tal proceso de socialización, los varones son señalados como personas
importantes y con poder.
Este modelo de comportamiento muchas veces no corresponde con
la realidad, ya que pueden existir varones que sin ser femeninos, ten-
gan una forma de ser tan diferente al modelo masculino tradicional y
tengan algunas variantes que cuestionan el modelo establecido, provo-
cando que la asociación hombre-virilidad no sea el único modelo expli-
cativo para el estudio de los varones y se comience a hacer referencia
a la masculinidad como una construcción social que genera identidad,
en tanto la virilidad es un comportamiento no femenino.
En la construcción de la masculinidad de los varones intervienen
momentos históricos concretos, así como una sociedad y una cultura
determinada. En dicha construcción podemos señalar que existen fe-
nómenos sociales, económicos, políticos y culturales que afectan tanto
a hombres como a mujeres, pero lo interesante de esto es que a través
de un estudio de la masculinidad se puede conocer la condición de los
hombres en dichos fenómenos, es decir qué posición ocupan, si existe o
no un ejercicio del poder, la colaboración o no hacia las mujeres.
Desde el ámbito académico existe una prolífica producción que ex-
plica estos eventos y analizan claramente el proceso de asignación de
la masculinidad desde etapas tempranas de la socialización infantil; en
ellos se estudia cómo el modelo de masculinidad aprendido se vincula
con el ejercicio del poder y las prácticas de la violencia (Corsi, 1995;
Naifeh, et. al., 1990; Seidler, 1992 y 1998; Minello, 2002).
2
INEGI, 2005, Conteo de población y vivienda.
30
estos documentos reflejan una disminución de la población infantil en
un quinquenio en 3.81%. De esta población infantil es interesante ana-
lizar la situación de los varones de 0 a 17 años de edad.
Para conocer la situación de la salud infantil un indicador base es
el número de muertes infantiles de niños y niñas de 0 a 5 años de edad.
Mientras menos niños mueran significa que funcionan las medidas de
salud que se implementan para lograr la sobre vivencia de los seres
humanos. Cabe señalar que aun cuando se establece un rango de edad
para el indicador, en este trabajo incluimos a todos aquellos niños, ni-
ñas y adolescentes que se encuentran de 0 a 19 años de edad.
En el caso de Yucatán el número de muertes infantiles no es alar-
mante ya que en el período que abarca de 2000 a 2005 murieron en el
estado de Yucatán un total de 4,756 infantes; de los cuales 2,702 fueron
niños y 2,054 niñas3. Si lo comparamos con la población infantil dada
por el censo representa un porcentaje menor, pero en este caso lo in-
teresante de rescatar, independientemente si son muchos o pocos los
infantes que han muerto, es el hecho de que en el período de estudio
murieron más varones que mujeres. Lo segundo que llama la atención
son dos rangos de edad el de 0 a 1 año y los de 14 a 19 años; el primero
por la cifra de muertes y el segundo por las causas.
Si comparamos las cifras entre varones y mujeres en diversos ran-
gos de edad entre 2000 y 2005, se aprecia claramente la muerte de más
niños que niñas. Esta es una constante independientemente de la edad.
En el rango de 0-1 año, las cifras muestran que en el caso de las niñas
en 2000 fueron 245 y para el año siguiente se incrementaron a 266, en
2002 descendieron a 224 y en 2003 a 213. Para 2004 se incrementó a
216 y en 2005 decreció a 164. En el caso de los niños en el mismo rango
de edad su tendencia es al decremento ya que en 2000 fueron 308 y
fueron descendiendo levemente en los siguientes años hasta 235 en
2005 (Figura 1).
Si comparamos las cifras entre niñas y niños se puede afirmar que
aun cuando en las primeras las cifras tuvieron movimiento de incre-
mentos y descensos, durante el quinquenio, estas siempre fueron me-
nores a las de los varones quienes aun cuando la tendencia fue a una
constante disminución, los números de los niños siempre fueron ma-
yores a los de las niñas.
En el rango de edad de 1-4 años, las niñas y los niños que murieron
son menos que los del rango anterior, pero además es un rango que se
caracterizó por gran movimiento en las cifras dando como resultado
que en tres años sean más las niñas fallecidas y en otros tres sean va-
rones. Así en el año 2000 el número de niñas en 2000 fue de 51 y 48
niños; durante 2001 hubo un incremento para ambos, las niñas fueron
3
Datos proporcionados por la Secretaría de Salud del Estado de Yucatán
2000-2005.
31
55 y los niños 62. Para el caso de las niñas durante 2002, 2003 y 2004
los números fueron 36; 50 y 47 respectivamente; en tanto que los ni-
ños durante este periodo descendieron a 56, 46, y 39, pero en 2005 los
números para las niñas decrecieron a 45 y los niños se incrementaron
a 60 (Figura 2).
Figura 1
Número de muertes de niños menores de 1 año por sexo
350
308 296
300 284 270
262
250 235
266
245 224
200 213 216
150 164
100
50
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005
Niños Niñas
Fuente: SIDI
Figura 2
Número de muertes en niños de 1 a 4 años por sexo
80
62
60 60
51 50
55 56
48 47
40 46 45
39
36
20
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005
Niños Niñas
Fuente: SIDI
32
El rango de edad de 5-9 años de edad en cuanto a mortalidad in-
fantil, muestra una cifra baja ya que durante el período 2000-2005
fueron 595. En este rango los números para las niñas fue en el 2000
de 25, para 2001 descendió a 23 manteniéndose esta cifra en el años
de 2002 y volviendo a descender en 2003 a 17 peroincrementándose
a 21 durante 2004 y permaneciendo así al año siguientes. En cuanto
a los niños podemos decir que las cifras fueron irregulares pero sin
grandes sobresaltos ya que para 2000 su número fue de 32, cifra que
se incrementóligeramente el año siguiente y descendió a 28 durante
2002. En los años que van de 2003 a 2005 las cifras fueron 25,29 y 31
respectivamente (Figura 3). Al comparar las cifras entre niñas y niños
podemos decir que en este rango fallecieron más niños, aun cuando la
diferencia promedio entre ambos fue de 8 infantes.
El comportamiento de las cifras de los las niñas que murieron en-
tre de 10 a 14 años de edad muestran que el número máximo de fa-
llecimientos fue 27 tanto para 2002 como para 2003 y el menor de18
durante los años de 2001 y 2005 en tanto que 2000 y 2004 las niñas
que murieron fueron 25 y 20 respectivamente. En cuanto a los niños,
la tendencia fue sostenida, pues los números estuvieron ligeramente
arriba de los 30 durante 2000 a 2005 y únicamente en 2003 hubo un
descenso a 24 (Figura 4). Al comparar las cifras de los distintos años
se observa que en 2003 los fallecimientos de niñas fueron mayores que
de niños, además este año resultó para las primeras la cifra más alta
registrada en todo el período estudiado y para los niños la más baja.
Figura 3
Número de muertes en niños de 5 a 9 años por sexo
40
32 33
30 31
28 29
25 25
23 23
20 21 21
17
10
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005
Niños Niñas
Fuente: SIDI
33
Figura 4
Número de muertes en niños de 10 a 14 años por sexo
40
33
30 31 31 31
27 30
27
25 24
20
20
18 18
10
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005
Niños Niñas
Fuente: SIDI
Figura 5
Número de muertes en niños de 15 a 19 años por sexo
100
80
80
69
60 62
59
56
52
40
33
31 32 30
20 26 25
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005
Niños Niñas
Fuente: SIDI Yucatán
34
incrementos y decrementos de cifras, así los hombres registraron en
2000 59 casos, cifra que decreció en 2001 a 56 muertes, en 2002 se
incrementóa 62, para 2002 se volvió a incrementar a 80, para 2006 se
redujo a52 pero para 2005 volvió a crecer a 69 (Figura 5).
En este rango de edad al comparar adolescentes hombres y muje-
res se puede señalar que murieron más jóvenes varones que mujeres y
la diferencia promedio entre ambos es de 33.5 adolescentes.Las cifras
proporcionadas evidencian que en el primer rango de edad es cuando
mueren más los niños varones. Es decir, la mayoría se encontraba en el
rango de edad de 0 a 1 año es decir 2,983, seguidos por quienes tenían
de 1 a 4 años que fueron 595 y el restante se encontraba entre 5 y 19
años de edad (Figura 6 y 7).
Figura 6
Número de muertes de niños de 2000 a 2005 por rango de edad
15 a 19 aós
14%
10 a 14 años
7%
5 a 9 años
7%
1 a 4 años
11% Menor de 1
61%
Figura 7
Número de muertes de niños de 2000 a 2005 por rango de edad
15 a 19
10 a 14 9%
6%
5a9
6%
1a4
14%
Menor de 1
65%
Fuente: SIDI Yucatán
35
Este hecho llama la atención. A manera de hipótesis planteamos
que el fenómeno se encuentra vinculado a la creencia de la fortaleza
que los varones “Traen de nacimiento”, es decir, debido a que social-
mente se considera que los hombres son fuertes, ellos cuentan con
las características para afrontar cualquier factor de riesgo de muerte,
de ahí que en mayor medida sean víctimas de descuidos u omisiones
como no vacunarlos, abandonos y hasta violencia física que muchas
veces lleva a desenlaces fatales.
En los rangos de edad de 10 a 14 y 15 a 19 es importante consi-
derar que como causa de muerte se presenta el suicidio. Durante el
periodo de estudio, para el primer rango de edad éste representó el
4.76% de los 315 menores muertos; mientras que para el segundo, el
17.83% de los 555 fallecidos. Esto significa que murieron 114 menores y
adolescentes entre 10 y 19 años, siendo varones el 78.07% y mujeres el
21.93%. Asimismo, la causa de muerte por homicidio en adolescentes
de 15 a 19 años también presenta cifras importantes. Los decesos por
esta causa representaron el 5.04% (28) de los jóvenes muertos, siendo
varones el 85.71% de los casos.
Maltrato infantil
36
Figura 8
Número de denuncias en las que se comprobó maltrato
3,319 3,282
3,140
1,393
1,321
672
Fuente:
SIDI Yucatán
2000 2001 2002 2003 2004 2005
Figura 9
Número de denuncias ante la PGJY
1,497
37
El número de denuncia no corresponde necesariamente al de in-
fantes maltratados, ya que en una denuncia puede estar involucrado
más de un niño. Al comparar por institución y por sexo el número de
infantes maltratados, encontramos que en el año 2000 en la PRODE-
MEFA fueron 498 varones y 559 niñas, la diferencia entre ellos sólo fue
de 61. Para 2001 los niños fueron un poco más que las niñas ya que los
primeros fueron 937 niños y las segundas fueron 912,
En 2002, aun cuando la tendencia se revirtió, la diferencia en las
cifras entre niños y niñas maltratados fue de 105 infantes, para 2003
la diferencia se incremento a 294 pero para 2004 se redujo un poco a
250, sin embargo para 2005 se volvió a incrementar dicha diferencia a
322. Cabe señalar que aun cuando sólo en un año fueron más las niñas
que los niños la diferencia en promedio de ambos fue poco significativa
(figura 10).
En cuanto a la PGJ en 2001 las niñas fueron 824 y los niños 726
siendo la diferencia entre ambos de 98, ésta cifra incrementó ligera-
mente para 2002 siendo las primeras 1,123 y los segundos 936 y la
diferencia entre los dos fue de 187, para el año de 2003 las niñas fue-
ron1,080 y los niños 1,012, éstos últimos su número fue mayor que el
de las niñas en 68. En 2004 la diferencia entre ambos sexos fue de 135
ya que ellas fueron 1,053 y ellos 938. Para 2005 las mujeres fueron
1,152 y los varones 870 y la diferencia fue de 282, ésta diferencia es la
más alta registrada del período de estudio (Figura 11).
Figura 10
Número de niños que han sido maltratados por sexo
1,881 1,771
1,801
1,587 1,551
1,449
1,043
937 912 938
498 559
38
Figura 11
Número de menores maltratados (PGJ)
1,123 1,152
1,080 1,053
1,012
936 948
824 870
746
39
El abandonoregistra 3.49% de los infantes sufrieron este tipo de
violencia, ya que los adultos (padres) que debían cuidarlo y protegerlo
se desentendieron de él. La explotación laboral y la explotación sexual
fueron dos tipos de violencia también denunciada, registrando 123 y 5
casos respectivamente (Figura 12).
Figura 12
Número de menores por tipo de maltrato 2000-2005
Explotación
Laboral
Explotación Sexual 0.82%
Físico
Negligencia 0.36%
21.94%
4.26%
Fuente: SIDI Yucatán
Reflexiones
1.- La hipótesis de que los varones mueren en mayor número que las
niñas por la creencia de que son más fuertes tiene relación con la omi-
sión de cuidados que es el maltrato más generalizado que sufren los
infantes en Yucatán.
2.- La muerte de niños por suicidio puede vincularse al segundo tipo de
maltrato, el emocional, que padecen los niños cuando existe omisión
de cuidados, negligencia, se les coacciona o se les hace sentir como un
ser inferior y devaluado.
3.- El maltrato, aun cuando está estrechamente relacionada con la si-
tuación de las mujeres, la realidad muestra que los varones también
son víctimas de ello, sobre todo cuando existe la concepción de que los
hombres por su fortaleza pueden resistir cualquier tipo de violencia.
4.- En la construcción de la masculinidad el maltrato en los varones
en la infancia se tornan interesantes ya que son elementos que están
presentes en los hombres cuando ellos llegan a ser adultos.
40
Referencias bibliográficas
41
LA VIOLENCIA MASCULINA
EN LAS PAREJAS JÓVENES
Introducción
La historiografía reciente
48
Las relaciones de noviazgo en parejas jóvenes
Violencia psicológica
a) Asedio
b) Amenazas
Las amenazas son los avisos con que los hombres anuncian a su pare-
ja que le provocarán algún daño. Cuando se amenaza, independiente-
mente que se lleve a cabo la acción avisada, los hombres sienten dolor
y, éste, se manifiesta por ejemplo con expresiones en una discusión:
“Ya contrólate porque no respondo de mi reacción”, “Ya sabes cómo
me pongo cuando me haces enojar”, “Es tu bronca, ya te avisé”. Los
varones asumen una conducta violenta a la que consideran incontro-
lable ya que se cree que es natural sentirla y que no está en sus manos
reaccionar sin violencia, responsabilizando a la mujer de su conducta.
Además, se pone en duda una vez más la identidad masculinidad tradi-
cional de los hombres que no reaccionan violentamente.
En las relaciones de noviazgo, los hombres a menudo amenazan
con el control a la pareja diciéndole: “Si te veo platicando con tu ex no
respondo ¿Eh?”. Le dan instrucciones de con quién se puede relacionar
y con quién no, estableciendo así las reglas de la relación con dominio
de los varones.Los celos aparecen como la mejor forma de justificación
de la violencia, en los jóvenes, no celar a la novia se llega a relacionar
erróneamente con la poca importancia que se le tiene. Otra forma de
violencia psicológica es cuando los hombres no le permiten a la pareja
tener amigos/as o se le seleccionan. Esta es una manera de mantener el
control ya que se encontrará aislada por gente de su edad.
c) Intimidación
52
d) El silencio
Violencia física
54
La justificación de los hombres hacia la violencia
Culpar a otros
Aspectos comportamentales
Aspectos cognitivos
Conclusiones
A partir de este análisis podemos concluir que en la última década los es-
tudios interdisciplinarios realizados desde la perspectiva de género han
innovado en los estudios de sobre la identidad y subjetividad femenina
y masculina. La emergencia de los estudios sobre las masculinidades y
sus categorías de análisis han contribuido a visibilizar lo complejo de
la construcción socio-cultural de las relaciones tradicionales y han bus-
cado a través de la teoría y de los estudios etnográficos proponer como
alternativa de las relaciones de género la construcción de relaciones más
democráticas y equitativas en cuanto al ejercicio de poder entre mujeres
y hombres tanto en el espacio privado como público.
60
Los cambios sociales y culturales en los últimos años han conlleva-
do a una crisis de la identidad masculina pues han abierto la posibili-
dad de cuestionar la violencia que se origina en el hogar y se reproduce
en las relaciones noviazgo. Los jóvenes que aprenden estos estilos de
ser hombres “Tradicionales” tienden a reproducir modelos masculinos
hegemónicos, a través de los cuales buscan el control de la pareja para
así sacar el mayor provecho de sus propias necesidades.
Algunas jóvenes que se sensibilizan, toman conciencia y se empo-
deran exigen de sus relaciones de pareja respeto. Mientras los hombres
no analizan su condición; éstos presentan crisis de poder y por consi-
guiente pueden manifestarla y entrar en sensaciones de riesgo fatal.
La dinámica de la violencia en las parejas jóvenes, inicia cuando los
varones no aceptan los cambios sociales que la pareja tiene por su esti-
lo de vida diferente a la tradicional. Las actitudes habituales respecto a
los roles de género, no sólo ayuda a perpetuar las desigualdades socia-
les entre ellas, sino también pueden intensificar y justificar la violencia.
De seguir reproduciéndose este tipo de relaciones violentas en el
noviazgo no podrán mejorar la calidad de vida en las parejas y de las
futuras familias. Las relaciones violentas desde el noviazgo no garan-
tizan que los hombres cambien en la siguiente etapa del ciclo vital: el
matrimonio o la vida en pareja y de la familia, por eso, es necesario
crear estrategias que incorporen a los jóvenes en la prevención de la
misma.
61
Referencias bibliográficas
64
MASCULINIDADES Y VIOLENCIA
EN LA RELACIÓN DE PAREJA
Resumen
Planteamiento
65
de dominio era parte de la convivencia familiar, pero se encontraba
enmascarada detrás de las costumbres, prácticas y formas de socia-
lización cotidianas. Las mujeres hacían lo propio, generalmente sin
cuestionar tal autoridad, en un esquema de desigualdad de género
aprendido desde la infancia, completando con ello el ideal familiar de
la época.
Pero con el impacto de la economía global y otros fenómenos na-
cionales relacionados con el empleo producto de las crisis de los ochen-
ta principalmente, se limitó el acceso y/o mantenimiento de las fuentes
de trabajo para los varones, por lo que las mujeres se vieron presio-
nadas a integrarse paulatinamente al mercado de trabajo para “Ayu-
dar” al sustento familiar. Al principio lo hicieron por la necesidad de
mantenimiento del nivel de vida de la familia y desde en una posición
subalterna por considerarse una ayuda complementaria y sujeta a la
aprobación y control del varón. Pero con el tiempo, esta ayuda repre-
sentó una proporción importante del ingreso familiar y más que nada
una vía de fortalecimiento frente a los hombres y la sociedad (Villagó-
mez, 2004, cap. III).
Sin haberlo planeado como estrategia de defensa contra al varón,
las mujeres experimentaron nuevos fenómenos que modificaron sus-
tancialmente su posición en la sociedad. Entre ellos destacan el incre-
mento de su escolaridad, el control de su fertilidad y su incorporación
a la sociedad como sujetos de política pública y legislativa producto de
los acuerdos internacionales para mejorar sus condiciones de vida. Es-
tos eventos, fueron algunos de los factores que paulatinamente trans-
formaron la vida e imaginario de la población femenina respecto a su
posición en la sociedad (Villagómez, 2005). Por otra parte, como seña-
la Tarrés (1992: 12-13), la mayor participación de mujeres en espacios
públicos, los movimientos urbano-populares encabezados por mujeres
y la creación de organizaciones de la sociedad civil, ayudaron en este
proceso. Al mismo tiempo, los movimientos feministas contribuyeron
a sensibilizar a parte de la población visibilizando fenómenos sociales
como la violencia en la familia y la pareja.
En este contexto de avance femenino, los hombres se vieron obli-
gados a redoblar esfuerzos para la manutención y protección del hogar,
pero también se vieron obligados a cuestionar las causas de la trans-
formación del modelo de masculinidad socialmente aprendido. En el
trayecto, mujeres y hombres comenzaron a pensar y actuar de forma
diferente, cuestionando el modelo anterior y provocando con ello la
redefinición de las formas de percibir y dirigir sus vidas. La evolución
de la identidad de los géneros, redefinió las relaciones de poder en-
tre hombres y mujeres y entre generaciones. La violencia familiar y de
género, tomaron nuevas dimensiones. El trabajo femenino fuera del
hogar principalmente, ha repercutido en las percepciones que muje-
res y hombres tienen de sí mismos porque se han integrado a nuevos
66
modelos y esquemas de vida que no corresponden precisamente con
las funciones para las que fueron socializados en la infancia y por las
instituciones de educación formal e informal (Vid. Rosado y Villagó-
mez, 1994).
La violencia en el hogar y particularmente en la pareja, viene a re-
presentar una forma de enfrentar estos cambios. No significa que an-
tes no existiera, el problema es que a partir de los nuevos fenómenos
vinculados con las transformaciones de la dinámica familiar, cobró un
nuevo giro. La violencia como expresión de la masculinidad salió a flo-
te con una nueva cara por lo que fue preciso visibilizarla, cuestionarla
y combatirla desde el espacio público a través de acciones afirmativas
de la sociedad civil principalmente, pero también a través de la po-
lítica pública con equidad de género. Simultáneamente, la violencia
también se convirtió en México en tema de reflexión de los propios
varones, por lo que surgieron programas de gobierno, académicos y
principalmente de la sociedad civil para abordar el problema de la vio-
lencia y la masculinidad.
Al comenzar el siglo, Yucatán no tenía experiencias de interven-
ción en el campo de la violencia familiar con enfoque de género, y es a
partir de 2001, que se crean y aplican nuevos programas de atención
a la mujer y la familia con esta perspectiva. Asimismo, se reestructu-
ran programas y modelos de intervención existentes para incidir en
la población de sectores más vulnerables al problema. Estas acciones
fueron el reflejo de la política pública nacional. A partir de este trabajo,
el imaginario colectivo sobre la violencia de género ha comenzado a
identificarla como un fenómeno que se debe combatir fortaleciendo la
sensibilización, prevención, atención y rehabilitación.
En este proceso, quedó claro que es importante construir relacio-
nes más equitativas en la pareja, fortalecer la cultura de la denuncia,
pero también es imperativo, integrar nuevas acciones que involucren
a hombres para modificar las conductas aprendidas desde la infancia.
Para ello, en Yucatán se lleva a cabo un programa de intervención gu-
bernamental en el que se analiza y cuestiona el impacto de la masculi-
nidad aprendida en las relaciones de pareja donde existe violencia. De
ello hablaremos en este capítulo, de hombres que han decidido o teni-
do que integrarse a un grupo de apoyo para trabajar por la transforma-
ción de su violencia y con ello evolucionar la masculinidad socialmente
interiorizada en la familia de origen o en otros espacios sociales a lo
largo de su vida.
Masculinidades
Masculinidad y violencia
4
INEGI/INMUJERES, 2006.
5
Incluye violencia física al menos una vez a lo largo de su vida
70
Yucatán
Tipo de violencia de pareja contra mujeres
6
NOTA: La suma de los tipos de violencia no coincide con el total de mu-
jeres violentadas, pues cada mujer puede padecer uno o más. El total de mu-
jeres solteras se refiere a aquellas que declararon haber tenido o tener una rel-
ación de pareja, dato que difiere del total de las solteras de capítulos distintos
al de violencia de pareja.
71
cia. A través de la socialización temprana, se determina el comienzo
de diversas prácticas de género en las que se reproduce la creencia
generalizada de que los varones tienen derecho a tomar decisiones o
a expresar exigencias a las que las mujeres se sienten obligadas, dismi-
nuyendo con ello su valor social.
Al referirse a la violencia como estrategia de comprobación de la
masculinidad, Kaufman señala lo siguiente:
7
Entrevista con Víctor Seidler. Vid. Zozaya y Buenfil, 2000.
73
El Centro de Atención a la Violencia masculina promueve este ser-
vicio de la siguiente manera:
8
Diario de Yucatán, secc. Local. 25 de Mayo de 2008
74
El personal a cargo del Centro señaló que alrededor de la tercera
parte solo llegan a la junta informativa y no se quedan, aproximada-
mente 50% duran cuatro sesiones en promedio. Estos datos posible-
mente se deban a que quieren recuperar a su esposa o desean detener
un proceso jurídico, no porque realmente estén convencidos de renun-
ciar a la violencia. Uno de ellos comentó: “No pues quiero ver si con el
grupo puedo recuperar a mi familia”, uno más en su última visita ex-
presó lo siguiente: “Nada más les informo que esta es mi última sesión
porque ya me dejó mi esposa y ya no tiene caso que siga viniendo al
grupo”. Finalmente hay hombres que realmente quieren modificar su
comportamiento para mejorar la convivencia en el hogar y mantener
unida a la familia. Al ser entrevistado el psicólogo a cargo del grupo
señaló lo siguiente:
Los casos
Al trabajar las causas que originan la violencia contra los hijos, las res-
puestas más comunes y que forman parte del discurso masculino son
las siguientes: “Yo pensaba que era lo correcto”. “No lo veía mal”, “Así
estaba acostumbrado”. “Yo no sabía que era violencia”. “Así me en-
señaron”. En entrevista se inquirió a un hombre sobre las causas de
su violencia. Se le preguntó: ¿Y a qué crees que se debió esa violencia
hacia tus hijos? su respuesta fue:
80
La identificación del problema es parte de la metodología de in-
trospección para transformar las prácticas destructivas. Un testimonio
señala lo siguiente:
Conclusión
82
Referencias bibliográficas
84
ABORDAJE DE LA VIOLENCIA MASCULINA
EN LA POLÍTICA PÚBLICA:
EL PROGRAMA MUNICIPAL DE HOMBRES
CON PROBLEMAS DE VIOLENCIA EN LA FAMILIA
Introducción
85
su expresión más cercana: la masculinidad.Un segundo paso para
abordar la violencia hacia la mujer es, sin lugar a dudas, la construc-
ción de estrategias innovadoras que coadyuven en primera instancia
a la desnaturalización del problema y permitan a las y los ciudadanos
sentirse parte importante de la solución.
En un mundo globalizado y de grandes tensiones sociales, la apues-
ta se erige frente al reto de incidir en las propuestas transformadoras
de la cultura y en ese punto, la evolución del Estado, como generador
de bienestar, impuso la necesidad de incluir acciones que favorecieran
el desarrollo social y humano de los pueblos, con énfasis en la posi-
ción y situación de las mujeres. Lo anterior, fue adoptado a partir de
1995 como plataforma de acción de la comunidad internacional, lo que
obligó al estado mexicano iniciar la puesta en marcha de las políticas
públicas para ese fin.
En este marco fue que en 2001, las autoridades encargadas del mu-
nicipio de Mérida, sentaron un importante precedente en la historia
de las políticas públicas dirigidas a la población femenina al crear el
Centro de Desarrollo Integral y Atención a la Violencia Intrafamiliar,
espacio en el que se ofrecieron servicios de atención integral y con
perspectiva de género.
Desde aquel entonces, el trabajo con varones agresores a través
del “Programa de Atención a Hombres con Problemas de Violencia
en la Familia” fue una de las prioridades de la oferta institucional con
la formación y acompañamiento terapéutico de varones reunidos en
torno a grupos reflexivos. Las sesiones semanales han sido hasta ahora
parte de una dinámica ininterrumpida. Sin embargo, son los propios
beneficiarios, quienes identificaron y solicitaron reiteradamente la am-
pliación de los servicios, incorporando el acompañamiento y asesoría
individual, así como las acciones de sensibilización. Estas últimas, se
realizan a través de talleres y pláticas relacionadas con temas como
la Salud Masculina, Construcción de Nuevas Masculinidades, Sexua-
lidad, Prevención de Violencia, Paternidad y Adicciones. Cabe resaltar
que parte importante de este proyecto, tiene entre sus ejes la trans-
versalidad de las acciones y la vinculación con los distintos actores so-
ciales relacionados con la temática, sin los cuales, esta tarea de gran
magnitud, no nos sería posible.
Para responder a las nuevas necesidades de atención a la pobla-
ción, en marzo de 2008 el Ayuntamiento de Mérida puso en marcha
el Centro de Atención y Prevención de la Violencia Masculina, con ello
dio cumplimiento al mandato de la Ley de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia del Estado de Yucatán, que otorga a los mu-
nicipios la atribución de crear espacios de reeducación para varones
agresores. Es importante subrayar que con esta acción, desde lo local,
se fortalece el cambio y la transformación social.
A siete años de la creación de la reconocida en el ámbito nacional
y estatal como la “Casa de la Mujer” o CIAVI, el Ayuntamiento de Mé-
86
rida puso al servicio de la población masculina un espacio propio para
la reflexión y la adquisición de herramientas que faciliten la construc-
ción de nuevas prácticas no violentas. Ahora con el nuevo Centro de
Atención para varones, el equipo que encabezamos esta nueva aventu-
ra, con orgullo y confianza asumimos como nuestros los conceptos de
apertura, inclusión, justicia y equidad, seguros de obtener resultados
positivos a favor de la comunidad.
La violencia masculina
Frente a los retos del mundo actual, las tensiones sociales se agudizan
y pareciera que los grandes problemas estructurales tocan fondo y con
fiereza implacable aparece la violencia en todos los ámbitos. La vulne-
rabilidad de las mujeres se evidencia sobremanera, pues los patrones
de convivencia se tornan peligrosos en el entorno familiar, espacio que
se supone ideal para el desarrollo de lazos afectivos. En contradicción,
es ahí donde mujeres, niñas y niños, sufren las expresiones más des-
carnadas de la inclemencia masculina, recibiendo de manos del pro-
genitor, esposo y padre, las más crueles demostraciones de poder, un
poder que castiga y lastima sin piedad.
Esta aseveración, hace un par de décadas, hubiera sido tomada
como salida del oscuro libreto de una malísima película de terror. Sin
embargo, en estos momentos es suficiente leer los periódicos para en-
contrar notas como esta y desafortunadamente, cada día la saña de las
expresiones va en aumento. Lo que parece algo nuevo, una rara especie
de epidemia peligrosa, es únicamente la expresión de un antiguo pro-
blema, que apenas ahora emerge de la oscuridad del ámbito privado,
deja atrás la vergüenza y se planta ante nuestras miradas atónitas e
incrédulas. Autoridades y ciudadanía, rebasados por esta ola incesante
nos preguntamos: ¿Cómo podemos detener la escalada de violencia?
¿Cómo podemos proteger a las víctimas inocentes? ¿A qué nos enfren-
tamos?
En respuesta han surgido movimientos ciudadanos, instituciones
públicas e incluso leyes que pretenden atajar, combatir y erradicar la
violencia hacia las mujeres. Pese a ello, los objetivos no se cumplen,
tal vez porque el esfuerzo desplegado no contempla la complejidad del
problema. Se habla de víctimas y agresores. La mirada es en blanco y
negro, una vez más, las instituciones nos erigimos en jueces calificado-
res de conductas, lo socialmente aceptable versus lo “Perverso”. En ese
camino, hemos llegado tan lejos, que la violencia hacia las mujeres la
hemos elevado al rango de delito.
El discurso social, atrapado en la idea de castigar a los hombres
“Malos” y “Enfermos”, ignora que en la realidad, éstos, en su gran
87
mayoría, son ciudadanos comunes y corrientes cuya socialización les
implantó el mandato del uso de la violencia como recurso para la so-
brevivencia. Pero tal generalización, como apunta Garda (2000) “Se
convierte en una cortina de humo, pues no resuelve el problema social
de fondo de la dominación masculina.
Y es así que nada sucede, la mujeres siguen siendo impunemente
violentadas y los recursos públicos fluyen hacia un río cuyo cause los
aleja sistemáticamente de la otra orilla, aquel espacio ideal, limpio y
claro, al que tal vez algún día arribemos, como ciudadanas y ciudada-
nos libres y plenos de derechos. Lo verdaderamente grave, es que son
escasas las voces que se levantan para argumentar que la ineficacia de
las acciones es consecuencia de la mirada parcial desde la cual se pre-
tende entender la problemática en cuestión.
Unas cuantas personas, nos preocupamos por definir que este
asunto de la violencia en la familia no es un asunto de “Buenos y ma-
los”, sino la consecuencia fatal de la convivencia de hombres y mujeres
en una sociedad en la cual el sexismo y sus más comunes expresiones:
el machismo, la misoginia y la homofobia están presentes en todos y
cada uno de los actos humanos, haciéndose presente, como dice Da-
niel Cazéz (1998) en todas las relaciones y en todos los espacios de
la vida (doméstico, comunitario, laboral e institucional) más allá de
la conciencia, el sexismo se apodera del inconsciente como elemento
definitorio del sentir, pensar y actuar de las personas.
Entonces, es imprescindible entender en primera instancia, que las
expresiones de violencia hacia las mujeres se gestan en una ideología
y praxis machista, la cual sostiene que las mujeres son inferiores a los
hombres, y por ello están obligadas por la naturaleza a dar servicio
doméstico y sexual. “El machismo estructura la opresión de género de
las mujeres mediante mecanismos destinados a marginarlas, segregar-
las, discriminarlas, cosificarlas, maltratarlas, hostilizarlas, acosarlas y
violentarlas de muchas otras formas”. El machismo también se expresa
en el paternalismo que, por una parte, ubica a las mujeres como seres
incapaces de inteligencia, dependientes, sumisas, débiles, obedientes,
agradables, dedicadas a la asistencia y el consuelo, y necesitadas de so-
breprotección y de alabanza, exaltación, bellas, abnegadas, compasivas
y perspicaces (Ibid.).
A la luz de esta caracterización, identificamos que en contrapar-
tida los hombres en este imaginario, resultan ser la antítesis de esta
patética figura femenina y por ende, ellos se erigen en los absolutos
dominadores y ellas en receptoras pasivas de esta dominación. Y es en
este campo, que surge la disputa, el uso del poder como instrumento
de control. El antagonismo entre lo femenino y lo masculino. El asiento
del conflicto, sin duda abonado por el pensamiento patriarcal hegemó-
nico que reproduce como única opción la dominación femenina y para
ello, la reproducción de conductas violentas. Conductas de dominación
88
que utilizan la violencia como medio para arrebatar al otro/a la liber-
tad, la paz y en algunas ocasiones hasta la vida.
En este rejuego encontramos que el motor de arranque, el sexis-
mo, es reproducido por conductas machistas que son compartidas por
hombres y mujeres, contribuyendo a la reproducción generacional
e indiscriminada de la violencia. Pero hay que decir que la violencia
no siempre se expresa a través de la agresión frontal, sino también a
través de la manipulación y la omisión, como instrumentos de control
cuyos resultados son iguales o más eficaces que los otros, puesto que
paralizan y sofocan a la víctima hasta su extenuación. En este sentido,
Bonino se refiere a la violencia masculina de la siguiente forma:
90
-Identificar los problemas y expectativas que tienen los
hombres que asisten a la sesión.
-Brindar información oral, visual y escrita sobre el GHPVF
-Canalizar hacia otro tipo de servicio que se considere
conveniente.
9
El Programa de Hombres Renunciando a su Violencia (PHRSV) es el mod-
elo sistematizado de Coriac que atiende a los hombres que reconocen que tienen
problemas de violencia con la pareja. En el modelo se ofrecen 3 niveles de aten-
ción donde los hombres aprenden en grupo de reflexión técnicas que les per-
miten construir un compromiso con la no violencia en el hogar. Este modelo es
una experiencia sistematizada que genera información cuantitativa y cualitativa
sobre las creencias y prácticas de la violencia masculina hacia la mujer.
91
equidad entre ambos, que privilegien el respeto de sus derechos hu-
manos y contemplen estrategias para incluir a las mujeres en todos
los procesos de desarrollo, en condiciones de equidad con los hombres
(PROEQUIDAD, 2001-2007)10.
En cuanto al humanismo, se tomaron las ideas propuestas por Ro-
gers (2000) para el establecimiento de relaciones que promuevan el
crecimiento: autenticidad, empatía y un interés positivo incondicional.
Así, con esta estrategia, se ha trabajado con el personal profesional a
cargo de estos grupos para insistir en la autenticidad, es decir, que el
facilitador asuma realmente el papel que le corresponde, de manera
que sea capaz de tener conciencia de sus sentimientos, vivir en ellos y,
de ser necesario, comunicarlos.
La empatía se ha manejado como el esfuerzo del facilitador por en-
tender realmente el mundo privado del usuario, su experiencia y sus
significados. Una de las características que más se ha promovido en
los facilitadores es el interés positivo incondicional en el usuario. Este
último punto no se opone a la idea de confrontar a los usuarios cuando
manifiestan haber ejercido algún tipo de violencia; dicha confronta-
ción se establece con relación a los hechos violentos, evitando hacer
juicios hacia la persona del usuario.
La confrontación, es parte fundamental para el logro de los objeti-
vos del grupo, pues a través de la confrontación con el hecho, no con el
perpetrador, se propone que éste asuma la responsabilidad de su vio-
lencia y reconozca los propios sentimientos ante determinados conflic-
tos. Esta práctica resulta imprescindible pues tal como Garda (2004)
lo menciona, los hombres “Se pueden ver como agentes de la violencia,
pero ellos, no se ven como responsables de la misma”, asumiendo que
es la pareja la que hizo algo para provocarlos.
El reconocimiento de la violencia ejercida, es una de las metas del
trabajo realizado con el GHPVF. Actualmente, algunos usuarios pue-
den visibilizar los episodios de violencia que ejercen y asumir total res-
ponsabilidad de éstos, cuando en un principio muchos depositan esa
responsabilidad en la persona agredida. Públicamente, David manifes-
tó lo siguiente:
10
En el PROEQUIDAD 2001 – 2006 se define la perspectiva de género
como “La metodología y los mecanismos que permiten identificar, cuestionar
y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, que se pre-
tende justificar con base en las diferencias biológicas entre mujeres y hombres,
así como las acciones que deben emprenderse para actuar sobre los factores de
género y crear las condiciones de cambio que permitan avanzar en la construc-
ción de la equidad de género.
92
cuenta que no, que yo tenía que trabajar mis propios proble-
mas y no ejercer violencia…
96
Referencias bibliográficas
97
CONVERSANDO LAS MASCULINIDADES
TRABAJO COLECTIVO DESDE
LA SOCIEDAD CIVIL
Resumen
11
Los nombres de las personas citadas en este texto, han sido cambiados
por efectos de confidencialidad.
102
de violencia; las emociones y sentimientos relacionados con los actos
o episodios violentos, así como lo que implica ser hombre y ser mujer.
Aunque no retomaré toda la investigación, sí algunas puntos que me
han servido de guía en el proceso de investigar y conversar las mascu-
linidades.
Pepe:
… el hombre tiende a ser agresivo cuando se encuen-
tra bajo amenaza, pero la violencia no creo que sea
lo mismo… cuando se trata de algún tipo de reacción
por la supervivencia… en cambio cuando uno es do-
minante y quiere subyugar como en el caso de los pa-
dres, o cuando el esposo quiere subyugar o dominar
como el perro viejo de la manada…
Reinaldo:
…pues a mí la violencia me ha servido mucho para
defenderme porque alguna persona me ha dañado,
me ha agredido…
Gregorio:
Es una explosión, es una respuesta de una persona
ante un estímulo, en mi opinión, también no es cons-
ciente que tanto daño puede hacer…
103
Jaime:
Es la actitud digamos irracional del humano, que ex-
plota su lado primitivo, pierde toda… todo principio y
busca someter, busca agredir, busca lesionar...
Reinaldo:
Es algo que se siente, uno se molesta, agredes a la
persona, a veces sin querer…
Entre las causas que para ellos explican la violencia, hubo cierta
diversidad, pues algunos señalan la herencia y la genética, otros di-
cen que es parte del ser hombre y de la impulsividad, otros que es una
enfermedad. Todos mencionan que es algo que aprendieron en casa.
La causa principal a través de la cual explican los actos de violencia
es el aprendizaje, como un resultado de haber presenciado la forma
en cómo se relacionaban sus padres y la manera como los trataban en
su infancia; de esta manera, fueron interiorizando valores, creencias
y formas de relación que aprendieron en el seno familiar y que son
aprobados culturalmente, y que posiblemente les sirvió como marco
de referencia para sus futuras relaciones (Bandura, en Ramírez, 2005;
Del Castillo Falcón, 2002 ).
Todos los autores antes mencionados han hecho planteamientos y
analizado desde distintas posturas, si la violencia es aprendida o no, si
es algo innato, natural, una enfermedad, etcétera. Sin embargo, y aun
cuando los entrevistados hablan de conductas aparentemente natura-
les, donde quizás influyen las hormonas masculinas, ninguno de ellos
afirma que la principal causa de la violencia sea natural, sino que cues-
tionan y señalan el papel del aprendizaje y de lo observado (Moreno y
Vega, 2006):
Rodrigo:
… yo creo en dos cosas: yo siento que… este tempera-
mento viene… en primer lugar sí siento que se here-
da, siento que sí están involucrados los genes aquí en
el comportamiento… ciertas sustancias de tu cuerpo,
hormonales, entran en acción…
Rodrigo:
Es un instinto de tener violencia, de golpear a alguien,
cualquier tipo de contacto… no te tomas el tiempo de
decir: “no, no lo voy a hacer porque está mal, voy a
lastimar a alguien, me voy a meter en problemas”… y
la otra parte a la que le atribuyo, es la forma en que
te educaron, a la forma en que te educaron tus papás,
tu familia…
104
Pepe:
Yo creo que la violencia es algo aprendido… creo que
es una actitud aprendida de los padres, principal-
mente de la figura paterna sin excluir a la materna.
Reinaldo:
Porque esto pasa de una generación a otra y cuando
creces también lo va aprender otro, pues sí, como mi
hijo…yo he llegado a lo que yo soy porque mi papá
era muy violento…
Reinaldo:
… el hombre debe de ser responsable, debe de hacer bien las
cosas y cuidar a su familia. Al hombre le toca lo más duro,
trabajar y trabajar, además de pasar tiempo con los niños
para que no tengan pleitos o malos tratos en la calle, que sean
diferentes, que sean mejores…
105
Gregorio: (sobre la mujer)
Que le guste servir, que está pendiente de las necesidades de
su casa y de las necesidades de la misma…
Rodrigo:
Soy el tipo de hombre que prefiere y está completamente con-
vencido de que la esposa, pareja, es preferible que esté en su
casa… mi novia, ella trabaja, ella sale y sé que va a trabajar
… en eso estoy de acuerdo, pero yo prefiero… si yo fuera mi-
llonario, para nada, que no trabaje; si puse la opción, porque
puede trabajar es porque ahorita las condiciones han cam-
biado económicamente para sostener un hogar, pero fuera
de eso, debe estar en su casa, atendiendo mientras no está su
esposo, mientras su esposo está trabajando puede estar aten-
diendo a sus hijos… siempre la familia.
Virginia:(La mujer)
Tiene que atender a sus hijos, arreglar la casa, hacer la comi-
da. Si tienes marido atender a tu marido…
Ligia:
… pues cuando llegan sus amigos y lo atiendo, él me lo ha
dicho, que soy una buena mujer, que los he soportado mu-
cho… yo me desvivo por atenderlo lo mejor que yo pueda (al
marido).
Jaime:
Luego viene el arrepentimiento y sobre todo si, en este caso,
mi hija la más pequeña se dio cuenta ¿no?, y siempre me lo
comenta y me lo dice…
Max:
Le aviento la nalgada y me duele mi mano no sabes cuánto, o
sea, lo lloro después, pero ya se la di…
109
Rodrigo:
Las veces que he tenido una confrontación violenta, en nin-
guna, te puedo asegurar, ninguna, en ninguna me he quitado
con la sensación de: ‘me desahogué’ o ‘gané’, o ‘lo vencí’, en
ninguna… me siento peor, más enojado… pero cuando termi-
na te sientes re mal, muy mal, no venciste a nadie… te arre-
pientes.
Reinaldo:
… yo quiero cambiar mi sistema de vivir ¿porque? Por mi hijo,
mi hijo ve en mí, que soy una persona violenta y que no tengo
respeto a nada y como que siente como que yo vivo mal. Me
siento mal, porque a mí no me gustaría que mi hijo sea como
yo, a parte no le puedo pedir que no se pelee con los demás, si
yo lo hago, porque me lo echa en cara.
Lucas:
En mi infancia, pues mi papá o sea… si, si vivimos la
violencia familiar… vivimos una situación difícil y yo
lo presencié y vivimos mucho tiempo así por la violen-
cia y es horrible… hubo maltrato físico y lo veíamos…
Reinaldo:
…mi papá era muy violento, una persona muy irres-
ponsable, muy gritona… por momentos nos trataba
bien, por momentos nos trataba mal…
Pepe:
Sí recuerdo haber recibido golpes y todo eso (refirién-
dose al papá)… siempre decía alguna frase inteligen-
te que me hiciera quedar mal, de una forma que se
hiciera notar que él era el que estaba a cargo…
Reinaldo:
Siempre quería manejarme a su antojo, nos llevaba
a las cantinas, trabajábamos y trabajábamos y por
cualquier cosita nos pegaba, y nos sacaba de la casa
y gritaba cosas… llegó al grado de decir que yo no era
su hijo, que era hijo de otra persona, le llegué a perder
el respeto…
Lucas:
Nos salíamos en la tarde de la casa: ‘ya va a venir
mi papá, va a venir tomado, va a empezar a gritar,
va a decir groserías y todo… vamos a salirnos’. (...)
111
llegó el momento de sentir un odio, un rencor a, a mi
padre… uno admira a su padre… no sentir el cariño
del padre... eso sí lo siento… que tu papá no confía en
ti, que te diga, que estás más con tu mamá: ‘anda con
tu mamá’, ‘a salir con tu mamá’… se siente…
Gregorio:
Tengo relaciones distantes con mi mamá… quiere
que yo la mantenga contenta y que la atienda toda su
vida… (refiriéndose a chantajes).
Jaime:
Mi madre realmente tenía un carácter fuerte... en al-
gún momento, hubo algo de violencia…
12
Relatorías internas de los talleres con los grupos de varones, de poblacio-
nes del interior del estado.
116
vencia con su padre: “Me di cuenta de la gran distancia que había entre
nosotros cuando un día mi mamá no estaba para la comida y yo no me
quise sentar en la mesa a comer con él… mi hermanito sí, era su héroe
mi papá… entonces mi papá me dijo, ‘ven aquí a comer, soy tu papá’…
fue cuando me di cuenta...”.
Tras la pregunta ¿Creen que lo hacen o son así deliberadamente?
Dijeron todos que no: uno comentó que entendió tras algunos años que
aunque su papá a veces quería demostrar ese afecto tenía sus propios
límites, límites puestos desde hacía tiempo. Algunos dijeron que aun-
que con sus papás esto sea así, han intentado hacer ciertos cambios en
relación a sus hermanos, al grado de que les dan besos a sus propios
hermanos varones… “Al principio como que no le gustaba o era incó-
modo, pero ya no”. El sentir general es que ninguno de ellos fue o es
así por gusto; muchos hablaron de entender a sus papás tras conocer
parte de sus vidas, tras saber cómo les había ido a ellos en su pasado,
su infancia, su adolescencia.
Uno de los participantes de la investigación “Significados y expe-
riencias de hombres yucatecos sobre violencia intrafamiliar” (More-
no y Vega, 2006) decía respecto a la entrevista y conversación:
Rodrigo:
124
HOMBRES DE PAPEL.
REPRESENTACIONES DE LA MASCULINIDAD
EN LOS CÓMICS ERÓTICOS MEXICANOS
Resumen
Introducción
13
En este trabajo se utilizarán como sinónimos cómics e historietas
14
El corpus de investigación estuvo integrado por cien cómics eróticos
mexicanos y para su análisis se siguió el modelo de Ana Fernández (2002) y de
Eco (1990). Asimismo, para conocer la representación social que las mujeres
tienen de los hombres de los CEM realicé entrevistas a 100 mujeres,
15
Este es un cálculo conservador, ya que según Priego (2001: 27), algu-
nas de estas publicaciones tienen un tiraje semanal de 500,000 ejemplares.
125
es leído por cinco personas, estamos hablando de ciento cincuenta millo-
nes de lecturas mensuales16. Los vínculos entre el cómic y la sociedad son
muy complejos. La historieta es un vehículo de conexión entre el mundo
de las ideas y el ámbito de los cambios sociales. Asimismo, el cómic es un
poderoso canal de educación informal (Monsiváis, 1980:25).
17
Subrayado mío.
127
Las representaciones sociales son significativas en la medida en
que movilizan emociones. La formación o el uso de representaciones
sociales les permite a los individuos enfrentar la incomodidad que
produce lo desconocido de la realidad; en este sentido las representa-
ciones sociales son procesos cognitivo-emocionales. Esto implica que
no se crean representaciones sociales de cualquier objeto. “Por ejem-
plo, los grupos sociales manejan el concepto de piedra, pero quizás no
existe una representación social de las piedras. No podemos decir lo
mismo de aspectos de la realidad como las relaciones de pareja, la en-
fermedad, la vejez, la sexualidad, entre tantos, ya que estos aspectos
tienen una significación social (León, 2002:369). Las representaciones
sociales son construidas en los procesos de interacción y comunicación
social. Por ser significativas para los grupos sociales, las representacio-
nes sociales circulan en los medios masivos de comunicación18.
Las representaciones sociales también son construcciones simbóli-
cas de la realidad, es decir, implican un significado común de objetos o
eventos sociales para miembros de una comunidad. Estos significados
comunes dependerían de las normas sociales y valores de esa comuni-
dad y de su historia común. Un objeto es inmediata y simultáneamente
percibido y conceptualizado en términos de su simbólica y significativa
realidad. El objeto no es visto primero y luego interpretado, sino que la
imagen y el concepto están cargados de significado (León, 2002:372).
Del conjunto de representaciones sociales, me interesa la representa-
ción social de la masculinidad.
18
Subrayado mío.
128
Sin embargo, no se debe esperar encontrar una única representa-
ción social dominante de la mujer o el hombre en los medios masivos
de comunicación. Tiene más sentido hablar de feminidades y mascu-
linidades19 que reflejan la diversidad de la sociedad contemporánea,
más que plantear un único constructo de género. Uno de los temas más
consistentes que emergen de la investigación sobre el género son los
múltiples y frecuentemente paradójicos significados y mensajes que
coexisten en las representaciones de género. Los hombres y mujeres
contemporáneos no sólo se enfrentan con un rango de formas de ser
masculino o femenino, sino que también tienen que enfrentarse con las
contradicciones inherentes a un complejo abanico de representaciones
de los medios masivos de comunicación. Aunque no debemos asumir
que los lectores/as de los cómics no pueden resistir o reformular estos
mensajes mixtos, debemos ser conscientes de que probablemente nos
encontraremos con un amplio rango de representaciones de género co-
existiendo simultáneamente (Morant, op. cit., p.15).
Algunos investigadores al estudiar la cultura contemporánea su-
gieren que en las sociedades actuales las representaciones tanto de la
masculinidad como de la feminidad se han diversificado y se han con-
vertido en algo mucho más fluido y confuso. Han argumentado que las
dualidades entre hombres y mujeres pueden estar convirtiéndose en
algo menos fijo. Todavía existen las antiguas representaciones, pero
en paralelo con las nuevas que sugieren una redefinición de la relación
entre los sexos (Pearson, Turner y Todd-Mancillas, 1993:33).
Sin embargo, no podemos soslayar que los medios masivos de co-
municación actúan como agentes que refuerzan y divulgan determina-
das creencias y valores tradicionales, como reflejo de las normas sociales
imperantes. Esto nos lleva al concepto de estereotipo. Para Zarate este-
reotipo es el conjunto de creencias populares o suposiciones sobre los
atributos que caracterizan a un grupo social (Zárate, 2002:421).
De acuerdo con Tajfel una de las funciones más importantes que
cumplen los estereotipos es su valor funcional y adaptativo. De esta
manera tienden a categorizar, a través de generalizaciones que facilitan
el conocimiento del mundo y una comprensión más coherente del mis-
mo (Tajfel, 1984:15). Los estereotipos de género son un subtipo de los
estereotipos en general, definidos como “creencias consensuadas sobre
19
“En los últimos 20 años la investigación sobre la masculinidad y la con-
ducta dependiente del género de los hombres ha tenido un gran auge. Entre
las conclusiones principales podemos mencionar lo que plantea Connel: “Que
existen múltiples formas de masculinidad. En muchas situaciones un modelo
de masculinidad dominante, es el hegemónico sobre otros. Sin embargo, esto
no hace que los demás se desvanezcan. Las masculinidades son colectivas, ade-
más de individuales. A menudo están divididas y son contradictorias; además,
cambian con el transcurso del tiempo” (Connel, 2003: 7).
129
las diferentes características de los hombres y las mujeres en nuestra
sociedad (Loscertales, 1999:21).
El género produce una serie de representaciones sociales con una
eficacia simbólica concluyente y, al dar lugar a concepciones culturales
y sociales sobre la masculinidad y feminidad, es usada para justificar la
discriminación por sexo (sexismo). Al sostenimiento del orden simbó-
lico contribuyen hombres y mujeres al reproducirse y reproducirlo. Los
papeles, cambian según el tiempo y el espacio, pero mujeres y hombres
por igual son los soportes de un sistema de reglamentaciones, prohibi-
ciones y opresiones reciprocas (Lamas, 2002:135).
Las representaciones sociales de género actúan sobre la vida de las
personas y también sobre el comportamiento que van desarrollando.
Desde la infancia mujeres y hombres van siendo influidos por men-
sajes que modelan muchos rasgos de su personalidad y también sus
creencias, opiniones y modos de comportamiento (Corsi, 1994:64)
Cómic y masculinidad
131
En otro ejemplo se puede ver que el hombre reclama a la mujer que se
retire inmediatamente después del acto sexual, a lo que Apolonia reac-
ciona de manera violenta y lo empuja bruscamente.Como puede ob-
servarse, se da un mecanismo de inversión, ya que en estas historias el
hombre pasa a ser un objeto sexual de la mujer. Se muestra al hombre
como un pelele al servicio de la mujer que parece no saciarse nunca.
Considero que algunas de estas historias constituyen resistencias efec-
tivas que ciertos grupos de personas oponen a los discursos dominan-
tes, que señalan que la mujer debe estar al servicio del hombre y que la
sexualidad tiene como función básica la procreación. Ver viñeta 2
Hombres maltratados
Hombres mandilones
Hombres cornudos
Hombres mañosos
135
Hombres dominantes y violentos
136
Las representaciones sociales de los hombres de los cómics eróticos
mexicanos según las lectoras
20
De acuerdo a una investigación reciente, la mayoría de las mujeres leen
los cómics por las historias que les permiten fantasear, mientras que la may-
oría de los hombres leen estas publicaciones para disfrutar del cuerpo de las
mujeres (Gamboa, 2007: 289).
137
Es interesante ver que las dos motivaciones anteriores juntas re-
presentan el 84%, es decir, más de tres cuartas partes de las entrevista-
das refirió que su principal motivación es la evasión mediante las fan-
tasías. Al imaginarse hombres muy diferentes de los que conocen en
su vida cotidiana, en la vida real. Esto refleja una insatisfacción en su
vida sexual-amorosa, que compensan a través de estas lecturas. Hace
veinticinco años o más, esta función la cumplían las novelas de Caridad
Bravo Adams y Corín Tellado, sin embargo, las circunstancias cam-
bian, y tal vez en la actualidad esos relatos se vean sumamente conser-
vadores o faltos de emoción21. El 10% de las mujeres respondió que les
agradaba el cuerpo de los hombres de las historietas:
Reflexiones finales
21
Además estas novelas estaban enfocadas a mujeres de clase media.
138
to de vista, el cómic erótico mexicano, tanto en sus contenidos como en
sus formas refleja, más que nunca, las mutaciones que se están produ-
ciendo en las representaciones sociales.
Los guionistas del CEM se dan cuenta de que a los hombres no
se les puede tratar como un bloque homogéneo y los representan en
roles22 y papeles que asumen comportamientos, actitudes y opiniones
cada vez más diversificadas y en algunos casos contradictorias23. A con-
tinuación señalo los más importantes:
22
La idea de que la masculinidad es la internalización del rol sexual mas-
culino permite el cambio social. Como las normas del rol son hechos sociales,
pueden transformarse también a través de procesos sociales. “Esto ocurrirá
siempre que los agentes (los medios) de la socialización -los medios de comu-
nicación masiva, la familia, la escuela- transmitan nuevas expectativas (Con-
nel, op. cit., p.42
23
En la medida en que las sociedades se vuelven más pluralistas e incluy-
entes y menos dominadas por estructuras tradicionales rígidas, van surgien-
do más y más formas de ser hombres. Luego entonces cabría decir que ya no
podemos hablar de una masculinidad sino de muchas masculinidades, muchas
formas de construir y expresar una identidad masculina (Weeks, 1998)
139
Los hombres de los CEM tienen algunas características en común:
casi siempre son atléticos, guapos, bien “Dotados”, y están siempre
disponibles para el coito. En el análisis realizado encontré que existen
dos grandes tendencias en la concepción de la sexualidad humana: 1)
la sexualidad como una práctica lúdica tanto para hombres como para
mujeres, y 2) la sexualidad como algo pecaminoso cuando se realiza
fuera de matrimonio. Aquí se adopta una postura religiosa, mirando la
sexualidad como un pecado: la lujuria, y como todo pecado lleva con-
sigo un castigo divino.
Se presenta, también, un caso de inversión de la realidad, pues en
los CEM, las mujeres casi siempre son infieles, lo que a su vez ocasiona
el sufrimiento masculino por la mujer idealizada. Es decir, se distor-
siona la realidad enmarcándolo en un complejo simulacro de cambio
de roles de género.
Existe una genitalización de la sexualidad, otorgándole demasiada
importancia al tamaño del pene en el caso de los hombres y al número
de coitos que se pueden tener. Por otra parte, en algunos cómics se
presenta la sexualidad como una práctica lúdica que no tiene conse-
cuencias. Pero lo interesante es que se aplica tanto a hombres como a
mujeres.
140
Referencias bibliográficas
143
ASPECTOS PSICOLÓGICOS
DE LAS MASCULINIDADES
EL NARCISISMO: UNA DIFICULTAD PARA
LA TRANSFORMACIÓN MASCULINA
La pareja
147
dos seres humanos a lo largo del tiempo; son dos seres humanos que
iniciaron un camino en un momento de la vida, ya que en su encuentro
decidieron continuar por la misma ruta hasta el final de sus vidas.
La pareja desde el punto de vista psicoanalítico, se considera como
una relación en la que se repiten relaciones anteriores, significativas
para las personas. Estas personas, en las primeras etapas del desarro-
llo son externas, y mediante el proceso de evolución se internalizan. La
pareja es en este sentido una nueva persona incorporada a la constela-
ción intrapsíquica del sujeto. El mundo interno del sujeto está lleno de
afectos y personas significativas de toda su vida y la primera de todas
es la madre, internalizada en varios aspectos y situaciones emocionales
(González Núñez, 1989). Asimismo, la relación de pareja se presenta
ante los que la conforman como una nueva relación y esperando que
esa unión se logre para satisfacer necesidades internas y necesidades
externas.
El proceso de elección de pareja se lleva a cabo por distintos tipos
de motivaciones desde el punto de vista topográfico, los cuales pueden
ser de tres tipos: 1).- Motivos Conscientes 2).- Motivos Preconscientes
y 3).- Motivos Inconscientes, mismos por los que una persona deci-
de llevar a cabo una relación permanente de pareja o decide casarse.A
continuación se describen los tres tipos de motivos en la elección de
pareja:
1. Madurez
2. Intereses y actitudes semejantes en cuanto a:
a) Creencias religiosas.
b) Antecedentes educativos y culturales.
c) Ritmo de vida semejante.
d) Actitudes semejantes hacia lo sexual.
e) Relaciones con los padres de cada uno.
f) Actitudes semejantes hacia el dinero.
1. Madurez
c. - Ritmo de vida
La semejanza en el ritmo de la vida es un factor significativo para la
armonía conyugal. El tiempo que cada cónyuge le dedica a sus tareas
diarias, es determinado por factores tanto fisiológicos como psicológi-
cos. Es deseable que los ritmos sean bastante similares, sin la intención
de sugerir una dicotomía con respecto al ritmo de vida: no seria razo-
nable, que una tortuga conviviese con una liebre durante 5 ó 6 horas y
mucho menos 30 o 40 años o más. Entre menos diferencias de tiempo,
mayor enriquecimiento en las diferentes fases de la vida en común, en
sus relaciones sociales, en la conversación de sobremesa, en las tareas
en familia y en un alto grado en las relaciones sexuales.
1. Conocimiento,
2. Ausencia de inhibiciones, y
3. Semejanza en la intensidad de la pulsión sexual.
2. Quieren ser amados sin dar nada a cambio. Quieren ser ama-
dos incondicionalmente, sin establecer ningún intercambio
afectivo. Son exigentes y demandantes, y el otro debe estar a
su disposición sin protesta alguna y sin exigencia alguna.
Presentación de un caso
Después de que ella le leyó esta poesía, él soñó: “Me veo volando
en forma vertical; es decir que me elevo y luego me desplazo hacia ade-
lante”. Además de ser un sueño típico, el sueño nos dice que él siente
que es un hombre que ha logrado sus propósitos, que es un triunfador,
como diciéndose que si trata de ser recto en su actuación personal y
en los negocios, no llegará el fracaso. Como sueño típico, él se sentía
prisionero de su éxito y de su familia volaba para ser libre.
Todo marchaba muy bien hasta hace 9 años, un poco antes de que
ella se embarazara de su tercer hijo. Se acuerda porque coincidió con
un gran aumento en su economía, lo ascendieron de puesto y a la vez en
su despacho obtuvo un contrato muy, pero muy bien pagado. Él sintió
el placer inmenso de tener mucho dinero, lo cual reforzó su narcisismo,
y empezó a faltar a comer, a llegar tarde porque se quedaba a trabajar.
Como contrastando la poesía de Sabines, y ahora como si él con-
testara, poco a poco desde hace 9 años, el dinero pasó a ser éxito, que
aunque señalamos que es un falso éxito, en estos casos, sí lo es. Cómo
no considerar un éxito el ganar dinero, pero es un falso éxito en la me-
dida que le está costando su matrimonio y la relación con los hijos,
relaciones que le dan sentido a su vida, Para qué le sirve el dinero si
pierde la esencia de su desarrollo de pareja y de familia. En la poesía de
Sabines (1991, p. 339) se dice:
Cantemos al dinero
Como leímos, esta poesía es digna de ser dicha por los amorosos,
hombres narcisistas, que ya sabemos son egocéntricos, no dan nada y
sí quieren recibir todo, se deprimen, su pareja no es su pareja, la aman
como si se amaran a sí mismos, así fue como Jordi se instaló en ese
contexto del éxito.
Jordi necesitó cambiar mucho ese concepto, para poder conservar
el amor de su esposa e hijos. ¿Ganó dinero? No, ganó más afecto de
quienes quería tenerlo. Necesitó amar con el corazón y no con el dine-
ro; necesitó dar afecto con el alma y no con el dinero; necesitó dar afec-
to con el alma y no con su sueldo. Y haciendo uso de una gran trans-
formación personal, evitando con voluntad la infidelidad convenció a
su esposa de lo que era, no andaba con ninguna otra. La devaluación
que había hecho de ella era en lo sexual, sentía que no progresaba a su
ritmo y por lo tanto, tenía que reconocerlo, quedaba degradada para él.
Ella, entonces, utilizó el coraje y el resentimiento como respuesta.
Más tarde, también ingresó a un tratamiento psicoanalítico, y ambos
volvieron, porque así lo decidieron, a caminar de la mano para conti-
nuar siendo una pareja triunfadora. Como se ve, cualquier psicoana-
lista es exitoso cuando se logran vencer las resistencias al cambio y las
personas que se psicoanalizan también están dispuestas a la transfor-
mación. El amor degradado, se restauró, no al cien por ciento, porque
ella se quedó con el temor de que él podría volver a repetir la historia.
El éxito en el dinero, cuando es un verdadero éxito, no deja de ser
un falso éxito, porque con él se sacrifica el tiempo, el afecto y la aten-
ción a la pareja y a la familia. El éxito económico desenmascara rasgos
163
narcisistas o los crea. Los rasgos narcisistas y el éxito económico degra-
dan la relación amorosa y la vida sexual, aumentando la omnipotencia
de él y devaluando la disposición sexual de ella, estableciéndose así un
círculo vicioso en el que, al sentirse ella devaluada, se torna resentida,
rencorosa y enojada, provocando esto rasgos paranoides que confor-
man un estilo irónico y oposicionista por parte de ella y un estilo des-
preciativo y devaluatorio de parte de él.
Los hombres narcisistas con éxito económico tienen posibilidades
de cambio si saben reconocer que es más importante Ser que Tener;
que es más importante la vida afectiva, sexual y familiar, que el dinero.
164
Referencias bibliográficas
165
LA FIGURA PATERNA EN LA
CONSTRUCCIÓN DE
LA IDENTIDAD DE GÉNERO
Resumen
Introducción
Identidad de género
Para lograr una identidad de género el ser humano debe pasar por un
proceso que da inicio desde edades tempranas, aproximadamente a los
dos años, y se consolida en la adolescencia. Habrá de tenerse presen-
te que con la edad cambian los intereses por la propia diferenciación
sexual, por la pertenencia a un grupo, la procreación y nacimiento, así
como el interés por los juegos sexuales consigo mismo o con otra per-
sona, y el interés por el sexo contrario.
169
Investigaciones acerca del desarrollo de categorización de género
indican que los niños (as) discriminan entre niños y niñas, alrededor
del año de edad. Sin embargo Fast (citado por Ajuriaguerra, 1983) des-
cribe que a esta edad el género es relativamente indiferenciado, por
lo tanto los juegos y las conductas de los niños y niñas no están deter-
minados por el mismo. Slaby y Frey (citado en Solís Pontón, 2006)
demostraron que la categorización de conducta verbal relacionada con
el género, surge a los dos años de edad. Los niños (as) alrededor de los
dos años y medio ya se asignan a sí mismos y a los demás con el género
correcto.
Alrededor de los cuatro o cinco años precisamente cuando se atra-
viesa por la etapa edípica, el papel del padre se fortalece en la niña,
para determinar la diferenciación psicosexual y en el varón para dar
identidad. He aquí la parte medular del proceso de construcción de la
identidad de género.
Figura paterna
172
c) Contacto real con el propio padre:
Este aspecto es de particular importancia pues hace que
tanto los mensajes transmitidos por la madre, como la propia
fantasía que el niño se ha formado, se modifiquen, dando lugar
a rectificaciones o ratificaciones. Tanto las fantasías propias,
como los mensajes maternos se dan fundamentalmente du-
rante los primeros tres años de vida y cobran una fuerte im-
portancia a partir del tercer año. El padre también envía sus
mensajes, conscientes unos e inconscientes otros; los segun-
dos son captados con mucha precisión desde el nacimiento,
pero no es sino hasta la etapa edípica cuando lafunción del
padre se robustece, en la niña para enmarcar y remarcar la
diferenciación psicosexual y en el varón para dar identidad.
He aquíla esencia del proceso de construcción de la identidad
de género.
Recordemos que de acuerdo a lo mencionado anterior-
mente y citado por Papalia y Wendkos (2002) la Identidad de
género es la conciencia de ser hombre o mujer, que se desa-
rrolla desde la infancia temprana; por lo tanto resulta perfec-
tamente comprensible la importancia de la figura del padre
como determinante en su construcción siendo esto verdadero
tanto para el niño como para la niña.
El papel del padre es importante en el establecimiento de
vínculos emocionales así como en el desarrollo social, sexual,
cognoscitivo y lingüístico, tanto a corto como a largo plazo.
El padre modela la personalidad de sus hijos e hijas y es un
elemento activo en su desarrollo psicológico. Es un objeto de
amor, admiración e identificación. Otros factores que influyen
en este proceso son el grado de conflicto en la familia y la pre-
sencia de figuras parentales sustitutas. El padre necesita des-
empeñar funciones propias de la figura paterna, funciones que
varían de acuerdo al tipo de familia y al tipo de sociedad en la
que se viva.
Según, González-Núñez, Cortés y Padilla (1996), las fun-
ciones operativas básicas del padre en la sociedad occidental
serían:
Paternidades en Mérida
176
Referencias bibliográficas
177
178
LAS MASCULINIDADES.
CONSTRUCCIONES DESDE LA EDUCACIÓN
Resumen
Introducción
Los estudios sobre las masculinidades, en los últimos años, han puesto
sobre discusión dos elementos importantes. Por un lado el asunto del
poder y por otro, el de las formas de construcción que les permiten
a los hombres ejercer ese poder (Cruz Sierra, 2007) desde diferentes
179
esferas. No hay que perder de vista que hablar solo del poder sería una
postura bastante reduccionista sobre el problema. Las masculinidades
no son únicamente maneras diferentes de ejercer poder, sino una serie
de ideas, conocimientos, creencias y actitudes sobre la significación de
lo que es (y no es) un hombre.
Si bien el ser varón se relaciona con ser poderoso, esta no es una
característica única y vital para ser identificado como varón. Elemen-
tos psicológicos como la expresión de emociones, la confirmación de
la masculinidad y la negación de lo femenino también son elementos
que contribuyen a configurar lo que identifica y define a un varón. Por
otro lado el poder se ejerce desde diferentes esferas, y es allí, en donde
la significación de lo que es masculino, o femenino, tiene especial im-
portancia.
La configuración de un hombre no se encuentra dentro de un vacío,
como seres sociales transitamos dentro de diferentes roles y estatus
que de una, u otra forma, afectan nuestra conducta. Así, ser masculino
afecta nuestro comportamiento como hijo, padre, empleado, ciuda-
dano, etc. Mucho se habla de conformar nuevas masculinidades más
acordes a una sociedad plural, global, incluyente y tolerante, pero esto
carece de sentido si no entendemos que la reconfiguración de la mascu-
linidad debe ser un proceso que parta desde el interior del constructo,
pero que permeé hasta el exterior, a lo social, y no lo meramente cons-
titutivo y filosófico.
Las masculinidades no se crean en laboratorios académicos, se ac-
túan. La construcción de la masculinidad es, desde esta perspectiva,
fuente de control social y como tal, tiene de manera explícita una serie
de reglas o normas, que de no contemplarse remarca la ausencia de lo
que define el ser masculino. Identificar tales normas dentro de las pre-
misas socioculturales resulta entonces primordial para que los varones
puedan identificarse con el ser masculino.
La escuela de lo masculino
Un primer punto a tratar sería el entender que más allá de los grandes
propósitos y del contenido formal de aprendizaje que se pretende al-
canzar con la educación, es en la vida cotidiana de las escuelas y parti-
cularmente en las aulas donde se establecen relaciones que promueven
reglas, normas, valores y formas de comportamiento al prescribir y
reforzar de manera estigmatizada y sexista los estereotipos de género
(Valenzuela y Gómez Gallardo, 2002). Tal y como señalan Epstein y
Johnson (2000), es dentro de las escuelas donde se producen prohibi-
ciones, exclusiones, rechazos y señalizaciones de todo aquello que no
es heteronormativo.
La idea general que subyace dentro de las escuelas es la de inten-
tar reproducir, en el mundo ideal, un conjunto de varones y mujeres
también ideales. Donde los varones son adaptados al estereotipo de lo
masculino y heterosexual. A pesar del establecimiento de políticas edu-
cativas que no permiten la discriminación y la exclusión, en las aulas,
y de manera cotidiana, aún existe bastante discriminación sobre aque-
llos alumnos, y alumnas, que no consiguen adaptarse a tales normas de
lo que se establece como masculino y/o femenino.
Pese a su aparente neutralidad, las instituciones educativas de to-
dos los niveles transmiten mensajes cifrados respecto a la masculini-
dad; legitimando ciertas prácticas y discursos (Connell, 2003) a favor
de lo masculino y desvalorización de lo femenino. Algunas de estas
prácticas son las señaladas por Valenzuela y Gómez Gallardo (2002):
Desde este sentido, no hay que olvidar que la escuela ofrece oportu-
nidades para compartir actividades, intereses y proyectos cotidianos
mediante los cuales se crean alianzas, complicidades, rivalidades y
vínculos afectivos entre varones. La escuela puede así convertirse en
un espacio de redefinición social donde no sólo impere el consenso o
la coacción, sino donde tengan lugar distintas formas de resistencia,
negociación y solidaridad que permitan a los estudiantes reproducir
o modificar patrones de masculinidad establecidos cultural y biográ-
ficamente (Guevara Ruiseñor, 2008). De tal manera que los sistemas
educativos pueden ser claustros de las masculinidades, o instituciones
que generen nuevas concepciones de las mismas.
En relación a lo anterior han surgido varias propuestas que colabo-
ran a formar y socializar nuevas formas de relación entre profesores,
alumnos, padres de familia y comunidad en general. Una de las más
interesantes es la propuesta del Grupo de Educación Popular con Mu-
jeres, A.C. (GEM). El proyecto considera cuatro componentes básicos:
Formación docente.
Diseño de recursos didácticos.
Intervención en el aula.
Participación de madres y padres.
Conclusiones
188
Referencias bibliográficas
189
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Experiencias Exitosas en la incorporación de la perspectiva
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190
LA PSICOLOGÍA MASCULINA
Introduccion
Visión evolucionista
Visión desarrollista
Identidad masculina
Masculinidad y salud
200
La masculinidad como desventaja
Conclusiones
205
Referencias bibliográficas
208
ASPECTOS BIOMÉDICOS Y SEXUALES
DE LAS MASCULINIDADES
LOS HOMBRES Y LA SALUD
REPRODUCTIVA. LA VISIÓN DE UN
GRUPO DE HOMBRES RURALES
Resumen
211
Introducción
Metodología
Resultados
Salud reproductiva
¿Qué es para ti (o usted según el grupo con el que se trabajó) salud repro-
ductiva? A este cuestionamiento, la mayoría de los hombres, especial-
mente los de mayor edad, no tenían un concepto definido de este con-
cepto, a pesar de que las pláticas que se imparten en el centro de salud
de la comunidad ponen mayor énfasis en este aspecto. Pocos varones,
aunque es de señalar que de éstos mayormente fueron adultos jóvenes,
mencionaron la relación entre el sexo y la salud así como la responsabili-
dad que involucra a la pareja. Algunos de sus comentarios fueron:
Los métodos más conocidos usados por este grupo de varones fue-
ron el condón, seguido por las pastillas (anticonceptivos orales) y la
ligadura de trompas en la mujer. Respecto a la utilidad de los méto-
dos anticonceptivos, hubo confusión en el hecho de considerar que los
métodos anticonceptivos en general protegen del embarazo y las infec-
ciones de transmisión sexual, lo cual les fue aclarado al final. Algunos
218
varones de mayor edad fincaron la responsabilidad de uso de métodos
antifecundativos en la mujer:
Uno de los jóvenes dijo que no usa condón porque no sabe cómo se
usa y en contraste otro dijo usarlo siempre para cuidarse a sí mismo.
Al preguntarles si se practicarían la vasectomía ninguno dijo que acep-
taría hacérsela.
220
-Les dan a los que les gustan los hombres…
-Pos, a los que se meten con prostitutas…
Usando condón…
No teniendo relaciones sexuales…
Discusión
Conclusiones
223
Referencias bibliográficas
225
PARTICIPACIÓN MASCULINA
EN PLANIFICACIÓN FAMILIAR
EN UNA COMUNIDAD RURAL
DE YUCATAN, MEXICO
Resumen
227
continúa siendo el que toma las decisiones en el ámbito de la planifica-
ción familiar, sin tomar en cuenta las expectativas de su pareja.
Antecedentes
Tener los hijos: derecho, decisión o política
Material y métodos
I. Aspectos sociodemográficos
Así mismo refirieron que la edad ideal para que una mujer se em-
barace es cuando su cuerpo ya ha madurado completamente y ella ya
ha adquirido los conocimientos necesarios para cuidar de una familia,
mencionando 18 años como edad media, con una mínima de 15 y una
máxima de 25 años. Algunas respuestas fueron:
231
Con respecto a las mujeres, el final de la etapa reproductiva se re-
laciona con la desaparición de la menstruación que identifican como
desgaste del cuerpo, lo cual sucede según el 50% y el 30% del primer y
tercer grupo de edad, a los 45 años, en tanto el 32% del segundo grupo
menciono que a los 50 años. Siendo 35 años la edad mínima mencio-
nada y 70 años la máxima.
Hombre de 20 años:
232
V. Las actitudes masculinas ante la planificación familiar
Hombre de 35 años:
III. La anticoncepción
Hombre de 22:
Los principales motivos por los que utilizan algún método anticon-
ceptivo fueron “Porque es natural” y “Porque es seguro, no falla”, ha-
ciendo alusión a la abstinencia periódica y al coito interrumpido y a los
inyectables, que son los métodos más utilizados. Al preguntarles sobre
lo que una pareja debe tomar en cuenta para elegir un método de plani-
ficación, la principal respuesta fue que no dañe a la mujer, con un 41%
de los entrevistados; 16% dijo no saber. Relacionando la utilización de
un método con el grado escolar, se obtuvo que de los que cuenta con
236
estudios mínimos de primaria completa hasta bachiller, el 74% utili-
za algún método de planificación familiar, y de este porcentaje el 57%
usan un método de empleo masculino, a diferencia de los analfabetas
o con primaria incompleta de quienes 50% si utilizan un método y de
estos el 33% emplean un método de uso masculino.
En relación con la religión, se encontró que de los católicos el 57%
utiliza un método, de estos 37% son de empleo masculino y de los que
profesan otra religión distinta a la católica o ninguna, 72% utiliza un
método de planificación familiar, 43% de empleo masculino. Se ob-
servó mayor utilización de métodos anticonceptivos en las familias de
tipo nuclear con un 53%, seguidas por las de tipo extenso con un 50%
y finalmente por las de tipo compuesto con un 43%. Con respecto a la
ocupación se encontró que de los campesinos el 56% utiliza los méto-
dos de planificación familiar mientras que de los que desempeñan otra
ocupación lo hacen 81%.
Al interrogarles sobre qué método recomendarían utilizar, 37%
refirió que los inyectables, 25% que ninguno y 10% dijo no saber. El
principal motivo fue por la sencillez de su uso. En relación a la asis-
tencia a la consulta de planificación familiar, 30% (32 personas) ha
asistido cuando menos una vez y 70% nunca lo ha hecho. Observán-
dose la misma proporción por rango de edad. Las principales razones
por las que asisten son para pedir información sobre el método que va
a usar su mujer, porque les causo molestias a su mujer y porque las es-
posas no hablan español; los motivos por los que no asisten dependen
de cada rango de edad.
De los que asisten a la consulta (32 personas), el 81% refiere que su
esposa utiliza algún método y 2% que ellos usan algún método. Entre
los que no asisten solo 18% refiere que su esposa utiliza algún método
y 31% utiliza un método masculino. En cuanto a si los comentarios de
otras personas influyen para su aceptación de algún método, 64% dijo
que no, 30% que si y 6% no sabe. Así lo refieren señores de 24, 30, años
respectivamente:
Discusión
Conclusiones
244
LAS INTERACCIONES SOCIALES
EN EL SABER MASCULINO PARA EL
CUIDADO DE LA SALUD DE LA
MUJER EMBARAZADA.
UNA PROPUESTA DE CAMBIO
A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN
Resumen
245
Introducción
248
Métodos
Resultados
251
A veces no nos tratan bien cuando vamos a la clíni-
ca porque no nos cobran, por eso algunos preferi-
mos ir con el doctor particular aunque nos cobren
Discusión
253
Conclusiones
254
Referencias bibliográficas
256
ENTRE MASCULINIDADES TE VEAS:
HSH Y LA VUELTA AL CLÓSET.
Pedro Lemebel
Manifiesto (hablo por mi diferencia)
Texto leído en un acto político de la izquierda
Santiago de Chile, Septiembre, 1986.
Introducción
257
de ciertos procesos, incluidos hasta en el lenguaje. Este sistema opre-
sor ha sido, la mayor de las veces, expresado y/o entendido como un
aparato monopolizador, un poder aparente y no situado aún, pero re-
gistrado como masculino –o perteneciente a éste rubro; será entonces
óptimo ponerlo en perspectiva, es decir, tratar de entender ¿Por qué lo
masculino se nos ha presentado hasta el momento como una identidad
desbaratadora de las “Otredades”?, ¿En qué consiste la identificación
de los individuos para con ésta identidad? y, finalmente, habrá que re-
pensarse ¿Qué es y qué conforma lo masculino?
Connell afirmará al respecto que, las masculinidades son la nue-
va vertiente en los estudios con perspectiva de género, que éstas son
“Colectivas además de individuales. A menudo están divididas y son
contradictorias; además cambian con el transcurso del tiempo” (Con-
nell, 2003:7). Lo que pone de manifiesto como una identidad subjetiva
se vincula al lenguaje de acuerdo a su capacidad de mutar; entonces,
antes de desarrollar una discusión acerca del concepto de masculini-
dades, será conveniente hacer hincapié en la importancia del lenguaje
en la acepción de estas configuraciones de género.
Es decir que:
24
Al respecto de los performativos de género puede verse en Butler (2001)
y Lamas (2002). Otras categorías que se han utilizado con respecto a este eje
simbólico que hace del cuerpo ocasión y objeto, son las que cifra Moreno (2004).
258
tanto las explicaciones cotidianas, como las cientí-
ficas de la masculinidad no podemos mantenernos
en el nivel de las meras ideas, sino que debemos
prestar atención a sus bases prácticas. (Connell,
2003: 18- 19)
Habrá entonces que poner en perspectiva “Eso” que marca las limi-
tantes, que centran la atención en las tecnologías del género y, su vín-
culo con el sexo y la sexualidad de carácter heteronormativo. Beatriz
Preciado en su Manifiesto Contra-sexual deja entrever como “Durante
los últimos dos siglos, la identidad homosexual se ha construido gra-
cias a los desplazamientos, las interrupciones y las perversiones de los
ejes mecánicos performativos de repetición que producen la identidad
heterosexual” (Preciado, 2001:26).
Estos performativos de la identidad heteronormada se afianzan
mediante ciertas pedagogías tales como la pornografía y, la desapa-
rición de “Otras” prácticas sexuales no reproductivas. Es decir, insti-
tuir una idea de naturaleza sexual conformada a través de un estado
“Ideal” , situado antes de la asimilación cultural del individuo, hace
parecer que las identidades llamadas “Disidentes” estarían dando de
arañazos contra una inevitabilidad ontogénica. Es por ello que, los
estudios de las masculinidades se vuelven necesarios y urgentes para
tratar de desenmarañar ese poderío irresoluto, es decir, poner en esce-
na esa comedia hetero que legitima ciertas identidades y abyecta otras.
Pero, también habrá que poner banderillas que nos dejen entrever
que las masculinidades no son referentes, ni necesariamente corres-
pondientes, a un componente hetero, y que existe una multiplicidad
–retomando a Baudrillard- de espectralidad prismática. No estamos
estudiando a nuestro padre, a nuestro abuelo o a nuestra pareja, esta-
mos trabajando, tratando de entender la sumisión y asunción que este
concepto tiene en ellos, nosotros y muchos “Otros” más.
262
Vinculando la noción restrictiva de sexo política(s) trato de brin-
dar un revés a lo considerado hasta ahora irregular y, connotar como,
inclusive lo masculino es susceptible de serlo. Será pertinente pregun-
tarnos ¿Qué podemos esperar de un concepto como sexualidad, si ésta
es constreñida desde su seno?, ¿Podríamos hablar de una “Situación”
que connote/ de forma, a un colectivo vinculado a las masculinidades
aun que éste se encuentre fuera de “Lo estipulado”?
Esto pareciera ser el caso de lo que las siglas HSH –utilizada en
este ensayo como una muestra de sexo política restrictiva- que pre-
tende validar a un colectivo que aunque tiene prácticas homoeróticas,
no se encuentra identificado por el movimiento gay, ni siquiera por el
término homosexual.
25
Entrevista realizada el día 17 de Mayo de 2008 a las 20:40 horas en la
ciudad de Mérida, Yucatán, México; en el marco de La 1era. Marcha en contra
de la Homofobia.
263
ra que se encuentra repitiendo el esquema de poder que
–justamente y con objetivos emancipatorios- buscaba
“Quebrantar” y con ello “Abrir” posibilidades de otras/
nuevas configuraciones?
26
Entrevista realizada el día 17 de Mayo a las 18:30 hrs, durante la Marcha
contra la Homofobia en Mérida, Yucatán, México
265
Sin embargo, con esto tampoco pretendo enarbolar la figura de la
“Loca” como el sujeto teórico ideal, sino mas bien, demandar esta he-
teronormatividad en la cual están inscribiendo este concepto, y sobre
todo, al volverlo absurdamente sexual. Esta caracterización ha llevado
a discusiones tales como la que se puede encontrar en el texto de Ri-
chard Parker, Luis Felipe Ríos y Veranio Terto Jr., dónde desarrollan
una revisión de la investigación y prácticas preventivas del VIH/ SIDA
en América Latina, y en el apartado dedicado a “El estado del arte ac-
tual: Forum 2000”, narran una discusión en la cual una persona del
auditorio arguyó que “Esta expresión despotencializa las identidades
construidas” y los autores afirmaban ver a este término como “Una
solución intermedia para alcanzar la gama de diversidad sexual, es-
pecialmente la bisexualidad” (Parker, et. al., 2003:173) Entonces, si
el objeto es darle lugar a la bisexualidad, ¿existe la necesidad de un
nuevo término para llamar a ésta dentro de la academia?
267
Bibliografía
268
Parker, Richard, Luis Felipe Rios y Veriano Terto Jr., “Intervencio-
nes para hombres que tiene sexo con hombres: una revisión
de la investigación y prácticas preventivas en América Latina”
en: Estigma y discriminación por el VIH/SIDA: un enfoque
antropológico, Actas de la mesa redonda celebrada el 29 de
noviembre de 2002 en la sede de la Unesco en París, Serie Es-
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269
MASCULINIDADES DIVERSAS:
PRÁCTICAS SEXUALES EN JÓVENES
DE MÉRIDA, YUCATÁN
Resumen
271
no conducen su deseo hacia los cuerpos de mujeresy no todos conti-
núan construyendo su masculinidad desde los ejes dominantes de la
misma.
Introducción
Hablando de masculinidades
27
También los movimientos feministas y lésbicos- gays han repercutido en
los estudios sobre la masculinidad, promoviendo nuevos sujetos de estudio.
273
del siglo XIX sobre la diferencia sexual- aplicado de dos maneras: 1)
“Los roles se consideran específicos para situaciones definidas” y 2)
“Supone que ser un hombre o una mujer significa poner a funcionar
una serie general de expectativas asignadas a cada sexo” (Connell,
2003:41). Estas primeras aproximaciones fomentaron la dicotomía
masculino/ femenino a través de referir a las actividades y funciones
que desempeñaban los sujetos en la estructura social, pero pusieron
poco énfasis en la autodeterminación de los individuos así como en la
diversidad de masculinidades según la raza, edad, orientación sexual,
religión, entre otras.28
En los trabajos antropológicos sobre la masculinidad, el género
como categoría analítica es parte esencial para situarla en el contexto
de las relaciones sociales derivadas de la interpretación sobre el
cuerpo de hombrey de mujer(Connell, 2003). Pues los discursos,
representaciones y sistemas de significación y diferenciación –que a
su vez implican desigualdad– están arraigados en cuerpos humanos y
en el entramado social (Connell, 1987). Estos cuerpos, en nuestro caso,
son de varones que tienen prácticas sexuales con otros hombres y que
a su vez experimentan el descrédito por no cumplir con el ideal de la
masculinidad dominante.
Para los objetivos de esta investigación la masculinidad será
definida como una construcción cultural y no como una esencia
inmutable y derivada de los hombres. Utilizo el concepto “[…] para
designar una serie de discursos sociales que pretenden definir al
término masculino del género dentro de configuraciones históricas
particulares y diferenciarlo de las propias experiencias de los
hombres, que no están restringidos inevitablemente a someterse a tal
construcción y que manifiestan innumerables formas de resistencia”
(Amuchástegui, 2002:4; Cfr. Connell, 2003 y Gutmann, 1998). Sin
embargo, la masculinidad no es exclusivamente discurso, sino también
involucra prácticas, valores, normas e instituciones encaminadas a
la consecución del imaginario dominante de lo masculino según un
tiempo y lugar determinados, a su vez implica las discontinuidades del
imaginario como serían: los homosexuales o la masculinidad étnica
(Connell, 2003).
28
Ver Robert Connell, 2003 para conocer las principales investigaciones
sobre la masculinidad en la antropología, desde las más conservadoras has-
ta las que proponen una ciencia positivista de la masculinidad, pasando por
aquellas que mostraron la inestabilidad de la masculinidad y las contradic-
ciones. Asimismo, hay investigaciones que han señalado que en el mismo con-
texto cultural o institucional hay maneras diversas de vivirla. Lo que permitió
observar la existencia de una masculinidad dominante así como sus fracturas
que no corresponden a la causalidad unidireccional del modelo de social-
ización sino más bien a las autodeterminaciones de los actores sociales (Cfr.
Gilmore, 1994).
274
“[…] Las masculinidades son configuraciones de las prácticas
estructuradas por las relaciones de género.” (Connell, 2003:72). Y éstas
últimas son relaciones de poder, así que las masculinidades involucran
jerarquización. Primero porque la simbolización de la diferencia físico-
corporal posiciona a los hombres en ventaja con respecto a las mujeres,
y después porque tiene que ver con la convención social sobre las
representaciones dominantes de la masculinidad donde la disidencia
sexual varonil es infravalorada ya que “La cultura patriarcal interpreta
de una forma muy simple a los hombres gay: son hombres a los que les
falta masculinidad” (Connell, 2003:199).
El término masculinidades vino a señalar que existen diversas
vivencias de los cuerpos de hombre pero a la vez cae en problema si se
aplica de manera esencialista porque “[…] implicaría la existencia de
una o más entidades discretas que agrupan una serie de características
(sean estas actitudes, comportamientos o ideas) observables en
ciertas personas o grupos. Sin embargo, para identificar tal entidad
es necesario abstraerla de un grupo de individuos que presenten tales
ideas, comportamientos o actitudes […]” (Amuchástegui, 2002: 2).
En este sentido, retomo el término masculinidad como una
representación de lo que es nacer, crecer y vivir en cuerpo de hombre,
lo que se complementa con las circunstancias de cada varón, pues
no todos tienen las mismas posiciones, a pesar de ser el género con
ventajas. Pero también es visto como un proceso social que posiciona
en sistemas de significación históricos y contextuales a los cuerpos
dehombre. Para Ana Amuchástegui(2002) sería más adecuado hablar
“De la <construcción social de la masculinidad> para designar una serie
de discursos sociales que pretenden definir al término masculino del
género dentro de configuraciones históricas particulares y diferenciarlo
de las propias experiencias de los hombres, que no están restringidos
inevitablemente a someterse a tal construcción y que manifiestan
innumerables formas de resistencia.”
En esta investigación situamos a los hombres en el orden de
género prevaleciente para identificar las configuraciones históricas
que los atraviesan. En este sentido, no definimos la masculinidad como
cuestión ya dada que los sujetos sólo reproducen, sino que intentamos
mostrar las condiciones particulares del contexto donde interactúan
los hombres, con la finalidad de comprender sus prácticas, valores y
vivencias en el marco del orden de género y de las prácticas erótico-
afectivas estigmatizadas.
En este sentido, se retoman las propuestas de Susana Narotzky
(1995) y de Teresita De Barbieri (1996) cuando hablan de incorporar
el uso de género en el análisis de la praxis social y de la construcción
simbólica del mismo. Que hace necesario usar un enfoque dialéctico
que resalte la importancia de la agencia humana para observar los mo-
mentos de resistencia ante la dominación social.
275
Homosexualidad(es)
29
La antropología no escapa a esta necesidad, pues como disciplina intere-
sada en el estudio de la cultura y de la participación de mujeres y hombres en la
misma ha tomado la sexualidad como uno de sus objetos de estudio.
30
También hay otros enfoques, como el queer que es el más aplicado en
Estados Unidos, por ser considerado como forma de resistencia ante la repre-
sión y clasificación de las personas con las palabras homosexuales, lesbianas,
travestis, entre otras (Gardner Honeychurch, 1997). Sin embargo, Porfirio
Hernández Cabrera señala que en México las categorías sexuales modernas –
gay y lesbiana- son consideradas disidentes (2001b: 26). Pero también queer
se ha generalizado a los estudios sobre otros grupos estigmatizados como los
indígenas y los pobres (Halperin, 2004:17)
277
ligada a los intereses por definir, taxonomizar y regular el sexo, ya sea
a través de la iglesia, la medicina, la ciencia o los movimientos sociales.
Las homosexualidades son concepciones históricas, dinámicas y
cambiantes, pues las prácticas sexuales con el mismo género toman
matices diversos dependiendo del contexto donde se ubiquen y de los
sistemas de significación que les dé sentido (Weeks, 2000a y 2000b).
Esta regulación sobre el cuerpo es una manifestación del control so-
cial que delimita el actuar de las personas a ciertas prácticas sexuales
legítimas y condena a quienes se atreven a contradecir los preceptos
sociales. En este sentido, la forma en que se ha conceptualizado la
sexualidad, en especial, las sexualidades no ortodoxas (Guasch, 2000)
está vinculada con las relaciones de poder inmersas en el surgimien-
to y permanencia del discurso sobre la homosexualidad, en el que la
heterosexualidad continúa gozando el estatus de normalidad, salud,
bienestar e ideal.
Los términos homosexualidad(es)/ homosexual(es) refieren a un
reduccionismo, a “[…] la idea de que existen identidades más o menos
fijas o la tipologización de sujetos sexuales concebidos en términos es-
tables, como poseedores de características diferenciales propias por el
hecho de ser <homosexuales>, <heterosexuales> o <bisexuales> […]”
(Vendrell, 2001b:58). Es decir, se debe tener en cuenta que si la ana-
tomía no es destino, tampoco lo es la práctica sexual (Careaga Pérez,
2001:129). Así el constructivismo como teoría establece la homosexua-
lidad como adjetivo para designar ciertos actos o prácticas y no como
sustantivo para designar a personas (Lamas, 2001). En este sentido es
usado en el presente trabajo.
31
En este trabajo uso las palabras homosexuales o gays para referirme a los
sujetos de la investigación con relación a sus prácticas no para hacer referencia
a una identidad ya dada. A pesar de ser términos diferentes considero que am-
bos sugieren personas con prácticas erótico–afectivas con su mismo sexo, in-
dependientemente de si la primera es una palabra del discurso médico, mien-
tras la segunda fue acuñada por el movimiento homosexual para enfrentar
los estigmas (González Pérez, 2001). Asimismo, son palabras que el convenio
social ha establecido para ubicar a quienes no son heterosexuales, por tanto,
la sociedad etiqueta a su vez a estos sujetos y algunos de ellos se nombran con
dichas palabras pero desde fundamentos reivindicativos.
278
y contar su historia. También se utilizó el método etnográfico para la
aproximación a los significados, pues los sujetos fueron nuestros infor-
mantes. Esta investigación etnográfica se basa en la descripción densa
“Una jerarquía estratificada de estructuras significativas atendiendo a
las cuales se producen, se perciben y se interpretan [los significados]”
(Geertz, 2001:22). Es decir, realizo la interpretación de los datos ob-
tenidos mediante el uso de las herramientas teóricas, en mi caso, de
género y la masculinidad como construcción social y las homosexuali-
dades enmarcadas en una lógica de poder que estigmatiza.
Retomo así la idea de la antropología simbólica cuando refiere que
el antropólogo realiza un acto de interpretación, observando el que-
hacer de los sujetos como un texto mediado por la acción simbólica.
Es decir, “Lo que busca es la explicación, interpretando expresiones
sociales que son enigmáticas en su superficie” (Geertz, 2001:20). Para
aproximarme a esto, consideré importante centrarme en cinco aspec-
tos de la vida de los varones entrevistados, estos elementos son con-
trastados con el imaginario social sobre la homosexualidad que está
vigente en Mérida tanto institucional como cotidianamente:
1) Características sociodemográficas
2) Historia familiar
3) Historia escolar
4) Historia laboral
5) Historia afectiva
280
permite aproximarme a las nuevas experiencias de éstos con respecto a
su orientación sexual y la importancia de la misma para su vida.
El proceso de aceptación de las personas mayores de 45 años sue-
le estar atravesado por el contexto de represión que experimentaron
durante los años ochenta y parte de los noventa. Los jóvenes gozan de
ciertas ventajas, pues ahora las homosexualidades son más conocidas
y los medios de comunicación han propiciado el acceso a la informa-
ción sobre otras realidades, lo que permite a los sujetos conocer cómo
viven otros gays y cómo exigen sus derechos. Esto les facilita establecer
alianzas y modificar sus formas de vivir su orientación hasta el grado
de aceptarse y salir del clóset antes de cumplir los 25 años. A diferencia
de los adultos o ancianos.
Los jóvenes entrevistados distan de ser como alguno de los íconos,
pues en pleno siglo XXI el discurso sobre los derechos humanos, la
diversidad sexual y la homofobia han permitido crear un contexto más-
respetuoso de la disidencia sexual, hay más simpatizantes del movi-
miento y la colectividad demanda su ciudadanía, son más los famosos
que se asumen gays, la homosexualidad es conocida y menos señalada
que antes cuando apenas empezaban a salir a las calles, a las escuelas,
a las manifestaciones, a la Marcha.
En el mismo sentido, el informante clave señala que los actuales
discursos sobre derechos humanos proveen de armas a los varones es-
tigmatizados para señalar la discriminación que sufren y quejarse de
la misma, como en el caso de dos travestís que han levantado una acu-
sación en la Comisión de Derechos Humanos de Yucatán (CODHEY)
porque no les permiten la entrada a un bar del centro y menos que
estén caminando por la plaza, pues su forma de vestir es llamativa y
exhiben las transgresiones de género.
Son jóvenes que viven la reciente apertura institucional de Mérida
para la diversidad sexual, en especial, con la realización de la marcha
del orgullo LGBT.32 No conocieron las razzias de los ochenta porque
en esos tiempos apenas eran unos niños, algunos estaban saliendo de
la primaria, y otros trataban de evitar que su orientación se conociera
públicamente. Tampoco fueron a las primeras discos, ellos no supieron
sobre estos hechos porque en su contexto lo más relevante era el des-
cubrimiento de su deseo por los varones, las experiencias con ellos y/o
el ocultamiento de las mismas. En pocas palabras, estos sujetos empe-
zaron a relacionarse con el ambiente gay a mediados de los noventa y
unos a partir del 2000, pues antes eran adolescentes que estaban más
preocupados por aparentar la heterosexualidad obligatoria.33
32
Movimiento Lésbico, Gay, Bisexual y Trans (trasvesti, transexual y transgénero)
33
A diferencia del informante clave que durante esos tiempos era parte de
los asistentes a las discos y al menos una vez se lo llevaron durante las razzias.
281
Estos hechos podemos interpretarlos como un desconocimiento
sobre las cuestiones históricas y de la indiferencia que los sujetos ma-
nifiestan ante las causas del movimiento LGBT a pesar de asumir las
reivindicaciones pero no así el compromiso de lucha política. Pues como
veremos más adelante, pocos son los que se vinculan con las causas del
movimiento, más bien se trata de personas con luchas personales contra
los estigmas pero inspirados en las demandas del movimiento gay.
En este trabajo intento reunir algunos de los puntos principales que
constituyen los significados sobre las homosexualidades, enfatizando la
diversidad de expresiones de las mismas, y la confluencia de los discur-
sos dominantes con las expresiones discursivas de grupos estigmatiza-
dos y violentados simbólica y físicamente como son: los gays meridanos.
Los ocho entrevistados relataron parte de su vida escolar y familiar
durante sus años de infancia y adolescencia, pero ninguno mencionó
haber escuchado sobre las razzias y menos sobre las discos, sino que
posteriormente conocieron estos hechos, pues mientras más involu-
crados están en el ambiente gay más información les llega de otros
tiempos y otras generaciones. Y de esta manera se apropian de dichos
acontecimientos para enfatizar la homofobia y represión contra los ho-
mosexuales, pero no como algo importante en su vida pues muestran
distancia de tales hechos, ya que no conviven en un contexto abierta-
mente represivo.34
Es decir, pueden asistir a distintos espacios sin temer a las razzias,
a menos que sean sitios donde están los sexoservidores, pero en los
demás no sufren el acoso directo de la fuerza pública. Por estas razones
ellos no se nombraron o identificaron como activistas o militantes solo
Salvador está directamente vinculado con la militancia, en especial a
Buenas Intenciones Asociación Civil (BIAC).
El orden de género posiciona a los sujetos en el entramado social
según el significado que da la sociedad a sus cuerpos. Las expectativas
sociales que recaen sobre el cuerpo de hombre están relacionadas con
la masculinidad dominante, esta serie de configuraciones históricas y
particulares que construyen expectativas sobre aquellas personas que
sonhombres, están presentes en los significados sobre la homosexua-
lidad.
286
Bibliografía
288
MASCULINIDAD DESDE LA DIVERSIDAD.
SEXO ANAL NO PROTEGIDO Y SU SIGNIFICADO
EN HOMBRES QUE TIENEN SEXO CON HOMBRES
EN MÉRIDA, YUCATÁN, MÉXICO
Resumen
En México, la población más afectada por el Sida, son los hombres con
prácticas homosexuales, a quienes la epidemiología denomina como
hombres que tienen sexo con hombres (HSH). La homofobia –discri-
minación y estigma hacia los hombres con prácticas homosexuales-el
estigma interno de los HSH, el riesgo inherente a las prácticas sexua-
les anales, el rechazo al condón, las múltiples parejas sexuales, la in-
equidad jurídica conforman entre otros, la vulnerabilidad de los HSH,
situación que coloca a esta población a infectarse con el virus del Sida
con mayor probabilidad. Estudios cuantitativos en poblaciones de
hombres homosexuales, fundamentalmente encuestas de conocimien-
tos, actitudes y prácticas relacionados con la transmisión del VIH y
el Sida (encuestas CAP) reportan que algunos conviven en parejas es-
tables y realizan prácticas sexuales no protegidas. Sin embargo la in-
formación concerniente a las motivaciones y significados relacionados
con esta práctica de riesgo no se ha explorado; dejando un vacío infor-
mativo cuyo conocimiento sería útil en la planificación de estrategias
de prevención de la transmisión del VIH e ITS en este subgrupo de la
población de hombres homosexuales. La interpretación del significado
de la conducta sexual no protegida dentro de las relaciones de pareja
estables a través de las motivaciones de la misma fue el objetivo de este
289
estudio dirigido a hombres homosexuales de la ciudad de Mérida, en
el otoño del 2006.
Antecedentes.
El VIH / Sida en México: epidemiología e investigación.
35
Tasa calculada por 100 000 habitantes.
290
cuantitativos, que han sido de gran utilidad al describir la situación
de la pandemia en la población en general y en subgrupos sujetos a
vulnerabilidad y las distintas variables asociadas. Sin embargo, tras la
ejecución de dichos estudios se revelaron vacíos informativos como el
comportamiento social y cultural involucrados en la vulnerabilidad de
algunos grupos humanos.
El reconocimiento de estos vacíos, logró que la comunidad científica
dirigiera sus esfuerzos hacia la más trascendente problemática
sociocultural de la epidemia del Sida: la sexualidad humana. En este
contexto, la metodología de los estudios cualitativos aporta diseños
e instrumentos de investigación que facilitan la exploración y la
resolución de incógnitas relacionadas al componente social de los
grupos humanos afectados.
36
Definición de homofobia de la Global AIDS Policy Coalition en Diaz A.
Enfrentar al Sida, confrontando la masculinidad. Taller de incidencia política
en el ámbito de VIH/SIDA y Mujeres. Marzo 2004.
37
Instituto Nacional de Salud Pública. Mo Kexteya: Reducción del Estigma
y la discriminación relacionados con VIH en México. Informe Final de Fase
Diagnóstica. Diciembre de 2004. [en prensa].
292
en general y la divide en categorías: económica, epidemiológica,
sociocultural y político gubernamental. Vera (2003) la interpreta como
un indicador de inequidad e incluye a la discriminación, estigmatización
y la marginación de ciertos grupos sociales. La vulnerabilidad en los
HSH se traduce en un aumento en el riesgo de infección por VIH e ITS.
Metodología
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Negotiated safety: expresión anglosajona que hace referencia a un acu-
erdo entre dos compañeros sexuales y/o afectivos sero concordantes a VIH
para vivir una relación donde el sexo anal no protegido es permisible exclusi-
vamente entre ambos.
294
de la conducta (Davidoff, 1993), cuyas aportaciones obtenidas enri-
quecieron la interpretación de las palabras definitorias del conjunto
SAM –redes semánticas naturales de Valdez–. Dentro del modelo de
Davidoff, el significado de la conducta se ubica dentro de las cognicio-
nes, las emociones y las motivaciones. Para establecer el contexto se
aplicaron técnicas cuantitativas.
El universo correspondió a hombres homosexuales con experien-
cias de pareja estable habitantes de la ciudad de Mérida;al desconocer
el total de esta población, carecer de un marco muestral y sobre todo
por ser un estudio exploratorio, la muestra se configuró con 11 partici-
pantes de la comunidad gay de Mérida, a los cuáles se accedió a través
del muestreo no aleatorio en bola de nieve39.
La variable en estudio correspondió al significado del sexo no pro-
tegido en las relaciones estables de parejas de hombres homosexuales,
la cual se construyó con las palabras definitorias del conjunto SAM y
las motivaciones.
De las palabras aportadas con las redes semánticas naturales se
calculó, de acuerdo a Valdez (2005), el valor J (total de palabras de-
finidoras del estímulo), valor M o VMT (peso semántico obtenido por
cada palabra definidora), el conjunto SAM (10 palabras definidoras
con el mayor valor VMT) y el valor FMG (distancia semántica entre
las palabras definidoras que conforman el conjunto SAM). Los valores
se ordenaron y se presentan en forma de tablas. Los resultados de las
redes semánticas aportan palabras relacionadas con el significado del
fenómeno, dónde se entremezclan las cogniciones y las emociones re-
lacionadas con éste.
Elresultado de las entrevistas con los participantes, fue transcrito
realizando una decodificación hasta integrar códigos clave que orien-
taron hacia la obtención de las motivaciones relacionadas con la con-
ducta en estudio.
Resultados
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Muestro en bola de nieve: Técnica de muestreo no aleatorio en dónde
se localiza a algunos individuos, los cuales conducen a otros, y estos a otros,
hasta conseguir una muestra suficiente. Empleado con utilidad en poblaciones
clasificadas como “Marginales”: delincuentes, sectas, determinados tipos de
enfermos
295
mixtos en las relaciones sexuales pero en cuatro de ellos predominaba
el papel receptivo (36%) y siete (64%) con papel preferentemente in-
sertivo. Siete de ellos estaban viviendo una relación de pareja estable
monógama al momento del estudio y dos participantes practicaron el
sexo no protegido con todas sus parejas estables, ambos con papel se-
xual preferentemente receptivo (Tabla 1.1).
Tabla 1.1
Algunas características sociodemográficas de los hombres
homosexuales en Mérida, Yucatán, 2006.
*SAN corresponde al número total de parejas con quienes se ha practicado el sexo anal
no protegido.
296
amor, en otras como sinónimo de fidelidad, seguridad e inefablemente
como una relación de poder –dominación sobre el amado.
Tabla 1.2
Conjunto SAM del estímulo: sexo anal
no protegido con la pareja estable.
PALABRA
DEFINIDORA VMT FMG (%)
Confianza 75 100
Amor 69 92
Placer 69 92
Pasión 60 80
Apego 58 77
Cariño 54 72
Comodidad 54 72
Fidelidad 54 72
Irresponsabilidad 51 68
Comprobación de sentimiento 50 66
Temor al rechazo 50 66
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Teoría triangular del amor de Sternberg. Sostiene que el amor se integra
de tres componentes que interactúan entre sí: la intimidad, la pasión y el com-
promiso-decisión.
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siempre desenlaza en la formación de una pareja estable. Comentan la
existencia de “Pruebas de amor”: como el “Salir del closet”, la cohabita-
ción y el coito anal sin preservativo, verbigracia. La presencia de estas
“Pruebas de amor” en el argot de los hombres homosexuales presenta
una magnitud tal que la ejecución de las mismas con la pareja “Amada”
se percibe como algo normal y el desuso de esta normatividad pondría
en duda el amor entre ellos y consolidación de la relación de pareja,
interna y externamente (sociedad).
Conclusiones
300
Bibliografía
303
AUTORES/AS
Denise Fay Brown Owens
Doctora en Antropología Social por la Universidad de Calgary,
Canadá. Es Profesora del Departamento de Geografía de la Fa-
cultad de Geografía y Coordinadora del Programa de Estudios
Latinoamericanos de la Facultad de Comunicación de la Uni-
versidad de Calgary desde 2000. De 1991 a 1997 fue miembro
del Programa de Antropología Social y Ecología Cultural en la
Universidad Iberomericana en la ciudad de México. De 1980
a 1990, fue colaboradora con la Universidad de Calgary de la
Latin American Studies Field Schools en Mexico para llevar a
cabo intercambio de estudiantes para la realización de trabajo
de campo en México. Por más de dos décadas ha realizado es-
tudios en la zona maya de Yucatán y ha presentado y publicado
sus resultados de investigación en diversos foros y revistas aca-
démicas internacionales.
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Intrafamiliar del Ayuntamiento de Mérida y Secretaria Técnica
del Consejo Municipal de la Mujer del Municipio de Mérida.
En el año 2000 se desempeñó como coordinadora de inves-
tigación y evaluación del Instituto de la Mujer en Yucatán y a
partir del 2002 y hasta 2007 tomó a su cargo el Departamento
de Planeación y Control de Gestión del Instituto para la Equi-
dad de Género en Yucatán y fungió como Secretaría Técnica
del Subcomité Especial de la Mujer del COPLADE, coordinan-
do la elaboración, implementación y seguimiento del Progra-
ma Estatal para la Equidad de Género 2001-2007.
310
de 2001. Miembro de la Red de Género Región Sur-Sureste,
ANUIES. Publicaciones en revistas nacionales e internaciona-
les, así como capítulos de libro. Presentación de resultados de
investigación en Foros y Congresos nacionales e internacio-
nales. Miembro del Comité Interinstitucional de la Vigilancia
de la Mortalidad Materna en Yucatán. Desde 2003. Reconoci-
miento de perfil PROMEP desde el año 2000.
313
Esta obra fue realizada en los talleres de
Compañía Editorial de la Península, S.A. de C.V.
calle 38 No. 444-C x 23 y 25
Colonia Jesús Carranza
Mérida, Yucatán, México.
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