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MANCILLA

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REVISTA
MANCILLA 07·08
02| REVISTA

SUMARIO

ROSARIO El campo no es el territorio


Ejercicios de imaginación histórica
por Tomás Bartoletti
36
06
por Daniel García Helder
Talante colectivo hiperinflacionario y
cuidados paliativos
El otro, el mismo. Psicosis e investigación
militante en Rosario.

por Alejandro Kaufman
40

por Irina Garbatzky
10 Fragmentos

de una coyuntura económica

por Ezequiel Ipar
42
En busca del puerto perdido

por Magdalena Demarco
16 ARCHIVO GENERAL

Modelo propio

Saberes y experimentación: Historia de la


Facultad Libre

por Luciano Campetella y Carla Muccillo
52

por Adriano Peirone
20 Marcelo Diamand, ¿el último empresario
nacional? (Crítica y alternativa al liberalismo
económico)
Introducción a la violencia

por Hugo Chumbita
56

por Sebastián Ortega
26 EL PROBLEMA DE HEREDAR
PUJA DISTRIBUTIVA
De la herencia a la captura: intervenciones
De Kicillof a Kicillof sobre el pasado

32 66
por Martín Gambarotta por María Pia López
MANCILLA
|03

La no herencia Humanistas

por Silvia Schwarzböck
70
por Pablo Katchadjian
120
Antiintelectualismo ENTREVISTA

por Alejandro Rubio
76 “La vivienda es un bien social”, Jaime Sorín
por Charly Gradin, Juan Laxagueborde,
El tradicionalismo en reacción
80 125
Florencia Minici y Carla Muccillo
por Santiago Villanueva

Revisionismo, ¿es más de lo mismo? TEMAS DE LA CRÍTICA ARGENTINA



por Julia Rosemberg
86
Poesía, sexualidad y política (sobre
Hijo, hermano, guacho, recienvenido Detritus de Jorge Panesi)

por Cecilia Eraso
92
por Cecilia Palmeiro
136
Telescopios invertidos Detritus

por Juan Laxagueborde
98
por Jorge Panesi
140
La experiencia de la escucha

por Liliana Herrero
104 Crítica y despolitización

por Nicolás Vilela y Florencia Minici
148
El idioma de los bisabuelos

por Fermín Alvarez Ruiz
108 EPÍLOGO

Mi biblioteca en venta
Memorias del subsuelo
112 156
por Lucio V. Mansilla
por Mariana Santángelo
10| Rosario

EL OTRO, EL MISMO.
PSICOSIS E INVESTIGACIÓN
MILITANTE EN ROSARIO.

por Irina Garbatzky

El encuentro como serie lidad de rastrear, bajo la forma de una articula-


ción de superficies, las preguntas que agrupan
¿Cómo leer el presente? La pregunta resulta muy enunciados, aquí y ahora. Sostener la posibilidad
difícil si se parte de la premisa de que para estu- de diseñar relaciones, desde y sobre el presente,
diar un objeto éste debe ser finito (el presente no nos llevaría a poner en acción aquella máxima
lo es, ¿acaso el pasado lo es?) o desde el problema de Néstor Perlongher cuando decía, con un poco
de evaluar los efectos de algo que tal vez en breve de gracia: “no hay otra forma de escribir sobre el
tal vez abrace otra dirección. Pero si uno coloca callejeo más que callejeando”.
en suspenso el planteo y pone el pie en el archivo, No estoy muy segura de que la cuestión se
es decir, en el armado de una secuencia, la cues- zanje mediante la vía del “escape” de las aulas
tión sobre qué interesa del presente se modifica. de la facultad o de las bibliotecas de nuestras
También el presente tiene archivo, -aunque como casas para inmiscuirnos en ese territorio otro,
decía Foucault, eso resulte imposible-, porque cualquiera sea, siempre extraño. En primer
está sujeto al armado de sistemas y a la posibi- lugar porque los críticos, docentes, becarios,
El otro, el mismo. Psicosis e investigación militante en Rosario.
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investigadores, etc. no necesariamente (o no dos entrevistas que tuve con los integrantes de
solamente) estamos dentro de la facultad o ence- Co-lectora, cooperativa de analistas y con los
rrados en una biblioteca. Pero a su vez porque inventores del Club de Investigaciones Urbanas.
tampoco esos otros como objeto existen a priori
en un espacio x, inaccesible. Sin embargo, po- El trabajo con la psicosis y su transmisión en la ciudad
ner la palabra propia a la intemperie de algunos
reparos disciplinares, hacerla jugar en el campo Co-lectora, cooperativa de analistas, comen-
de lo contingente, lo procesual, lo provisorio, zó a partir de la transformación de experiencias
someterla al enchastre, la seducción o el azar anteriores, vinculadas a la auto-organización y la
de una entrevista, deja aparecer como valor la militancia. Si los buscan en la web, van a encon-
posibilidad de un encuentro. Y se sabe que no trar dos espacios. Por un lado el dispositivo clínico,
hay encuentro si no existe un otro. en Facebook (https://www.facebook.com/colec-
De este modo, digamos que “salí”, al mo- toracoop), y por otro, el proyecto editorial (http://
mento de escribir para este dossier, a buscar colectoracoop.com.ar/editorial/). La escritura
algunas conexiones. Pensaba que el punto escribe la clínica pero, evidentemente, la escritura
de partida que guiaría mis intereses sería el también busca intervenir en el campo. “Lejos de
siguiente: en los últimos cinco años, en Rosario, calmar las aguas, ya bastante quietas por cierto”,
podrían situarse algunas experiencias colectivas como sostienen en el sitio, el proyecto se define por
vinculadas no sólo con lo autogestivo -existe en el conflicto que plantea lo dialógico en la ciudad.
la ciudad una amplísima historia de grupos ar- La retórica de Co-lectora invoca un contacto en
tísticos y culturales vanguardistas y posvanguar- absoluto pacífico, ya que siempre supone un grado
distas, generadores de modos de sociabilidad, de interpelación y de encuentro con la hetero-
producción y circulación de distintos bienes, geneidad radical. Los analistas de Co-lectora no
como la música, la literatura, la plástica, la dejan de revisar qué significa acompañar por la
investigación, la formación libre y la militancia ciudad a un psicótico y qué implica dialogar con
que sería larguísimo anotar acá-, sino, más espe- la institución hospitalaria. El acompañamiento de
cíficamente, con una cierta manera de trabajo la psicosis, como trabajo clínico, parece soportar
con la alteridad, que va más allá de los intentos varios riesgos. Juan Cruz Catena, uno de los en-
de identificación o de representación. Un tra- trevistados, describió la aparición del grupo como
bajo intensivo con lo otro, que lo postula como “una trinchera de trabajo retributivo y militante”
irreductible a cualquier esquema totalizable y que permitiría abordar la psicosis como uno de
que lo toma como el extremo dialógico con el los grandes rechazos tanto de la universidad como
cual pensar la ciudad. Así, imaginé el esbozo del psicoanálisis. Tomaron una premisa sugeren-
de una serie, que podría comenzar presentando temente davidlyncheana (¿retorno de Carretera
12| Rosario

perdida?): el nombre Co-lectora viene de la metáfora remunerado pero no dialogado, el trabajo explo-
lacaniana de la neurosis como carretera, en tanto tado. Si bien se volvía un punto de pensamiento,
forma de relacionarse con los signos y con la ley. era un punto de rechazo, en el cual no estábamos
Trabajar sobre la psicosis, entonces, implicaría un viviendo de lo que producíamos. Y Co-lectora
abordaje por colectora, una vía paralela. Para su toma aquello que se rechazaba y lo incorpora en
trabajo recuperan a Lacan como textualidad que un nuevo proceso. Entonces la alteridad ahí te
permite un límite ordenador y se despegan de las nutre. El retorno es: cómo volvemos un espacio
metáforas de la hiperconectividad y del cuerpo sin de producción aquello que en principio teníamos
órganos de Deleuze. completamente lejano. Ahí la alteridad nos habla,
En el tránsito se elaboran esquemas especí- en ese caso, la del trabajo, pero también fue la
ficos para poder leer “tráficos de lenguas”. No de las relaciones. Del endogenismo relacional
es curioso que se hayan volcado a la tarea de (relacionarse sólo con la comunidad de amigos)
publicar libros, porque saben que una clínica es pasamos a otra cosa. El encuentro con la locu-
inseparable de una poética: “La ciudad se define ra nos permitió tener una lectura de la ciudad
por el tráfico. En el vértigo incesante de su trans- muchísimo más rica de la que veníamos teniendo,
currir, algunos se ocupan de conectar puntos. porque los locos circulan y ponen a interrogar
Cables, conexiones, caos, interferencia. Tal vez cualquier punto: el kiosco o la esquina van a ser
asome la luna. La ciudad se define por sus con- interrogados por el loco, que va a usar el teléfono
flictos. La escritura y los textos también. Nosotros cuarenta veces y va a gritar. La cabina telefónica
fundamos una editorial”, se lee en las frases del se vuelve un punto de diálogo”.
video que presentó a la editorial. El encuentro con el otro (el otro psicótico, pero
Tampoco es menor el diagnóstico crítico que también lo otro inenarrable, alienado, de la preca-
hacen respecto de su paso por las instituciones de rización laboral) habilitó entonces un tipo especí-
formación de analistas, por las instituciones hos- fico de investigación dirigida hacia la clínica, que
pitalarias, por la militancia política y por diversos disparó esquemas de auto-formación. En algunos
colectivos culturales (la Universidad Rebelde del espacios de la ciudad, invitaron a referentes del
movimiento Giros, la Universidad Experimental, acompañamiento a que compartan sus avances.
algunas cátedras de la Facultad de Psicología o A partir de una referencia tomada de Brasil, -los
un agrupamiento de investigación y producción pontos de cultura: subsidios del Estado a formas de
colectiva que se llamó La Ronda). “Para mí la intervención cultural autogestiva-, los integrantes
alteridad”, dice Andrés Palavecino, otro de los del equipo denominaron a sus encuentros “Puntos
miembros, “es lo que uno rechaza y que retorna. de transmisión”. Es interesante señalar que los
Y en la historia de nuestros colectivos había un últimos, que tuvieron lugar en 2013, convocaron
punto de rechazo, en principio, que era el trabajo a proyectos no relacionados directamente con el
El otro, el mismo. Psicosis e investigación militante en Rosario.
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psicoanálisis, sino con distintas estrategias y accio- desalambrar eso. Yendo más a lo empírico. Cuan-
nes urbanas, como las de Inne Martino y Fabricio do empezamos a vincularnos con el asunto narco,
Caiazza, o los movimientos sociales barriales, territorio, etc., juntamos a la gente de Florencio
investigados por Marilé Di Filippo y Ezequiel Varela, un movimiento territorial, con nosotros,
Gatto. Y también es interesante mencionar una un espacio de investigación, y con otros rosarinos,
serie de textos que vienen escribiendo en relación poniendo en relevancia el cruce geográfico. Y
a la literatura, bajo la forma de heterónimos poé- me parece que con el tiempo eso se fue volviendo
ticos o de la crítica. Cuando lo otro de la ciudad nuestra forma de trabajar”.
vuelve a retornar, como abordaje de su malestar, el Una forma “informe” o “deforme” de trabajar
colectivo se pregunta por la capacidad de producir que dispone de varios niveles de acceso. Uno de
herramientas de lectura. ellos, de los más masivos a nivel de mediatización,
es el documental Ciudad del Boom. Ciudad del Bang,
La investigación como intervención que puede verse completo en Youtube y que
ha tenido más de 35.000 vistas. El documental,
Articular relatos sobre qué es vivir en Rosario dirigido por Martín Céspedes, y en colaboración
escenifica el encuentro con distintas alteridades. con la revista Crisis, sostiene una serie de puntos
El Club de Investigaciones Urbanas, así como clave para pensar a Rosario como un gran núcleo
me dijeron Juan Pablo Hudson y Ezequiel Gatto, conflictivo del país. El boom sojero, los mega em-
los que convocaron inicialmente a la propuesta, prendimientos inmobiliarios y la enorme cantidad
vincula espacios por sí mismos desconectados: de dinero circulante se elaboran como la contra-
los movimientos ambientalistas, la violencia del cara del narcotráfico, la violencia y la corrupción
narcotráfico, la militancia social en los barrios, las en todas las escalas. Los integrantes del Club
propuestas contraculturales del centro. Pero su entrevistaron a personajes de distintos espectros:
enunciación también aparece bajo la configura- ambientalistas, integrantes del Movimiento Giros,
ción de un colectivo cuyos integrantes provienen familiares de las víctimas baleadas. El documental
de campos disciplinares diversos, no necesaria- nació de un texto, “Rosario arde. A pura adrena-
mente marcados por la formación universitaria. lina, arde”, sobre soja, especulación inmobiliaria,
“El Club”, dice Gatto, “tiene un rasgo que es soldaditos y fiesta popular (que puede leerse en:
articular heterogeneidades. Si algo nos fue cons- http://es.scribd.com/doc/143237584/Club-de-
tituyendo en este tiempo fue tratar de poner en Investigaciones-Urbanas-Rosario-Arde-A-Pura-
encuentro a lugares, experiencias, instituciones, Adrenalina-Arde). “Lo escribimos como colectivo,
que en principio no han tenido mucha gimnasia uno de sus destinos fue publicarlo, el otro fue que
de pensarse juntas. Más que armar un campo y sea la materia prima para elaborar el guión”. El
decir quiénes entran o quiénes salen, intentamos documental, por otro lado, les permitió reafirmar
14| Rosario

una dinámica y un sentido de la investigación. “La y escribo. Y eso después circula en otro ámbito. La
imagen que tenemos de investigación es bastante investigación militante se propone otra cosa: crear
deforme”, explica Hudson, “en el sentido de no un espacio de investigación en común con otro
quedar nunca presa de una fisonomía estática. sujeto, donde a priori no se sabe quién tiene más
Aun cuando nosotros nos definimos como investi- capacidad para pensar un tema. Eso es un desafío
gadores militantes, queremos correr estos límites. grande”. Se les presenta entonces una teoría del
La investigación militante es un tipo de investi- testimonio: no por haber sido testigo una persona
gación, de método de validación y lenguaje, de estaría necesariamente en contacto con la verdad,
circulación de lo que se investiga, a contrapelo de sino que el pensamiento emerge del lazo afectivo
la investigación universitaria y también a diferen- y de lo que pueda acontecer en una conversación.
cia del tipo de investigación que podría hacer un Hacia el final del documental algunas de estas
partido político. Para mí un punto fuerte es que lo hipótesis pueden verse, especialmente en la síntesis
que se deforma son los roles preestablecidos. En conceptual de algunas voces. Por ejemplo, cuando
la investigación universitaria académica está claro Vanesa Molina, la prima de Aarón, el chico de
qué es lo que se cuenta y quién relata. Vos podés 13 años baleado por soldaditos en 2012, dice:
ir al Bodegón de Pocho Lepratti con tu grabador, “Acá los pibes son de ellos, o porque les compran,
con buena onda, ser flexible y respetuoso, haberte o son de ellos porque les atienden o son de ellos
leído a Bourdieu, preguntar si podés grabar o no, porque los matan”. Frente a la violencia inédita
etc., pero se mantienen los roles. Yo voy, te pongo que reconfigura la fisonomía de los barrios, los
el grabador, te pregunto, vos vas a contar tus investigadores del Club oponen la construcción de
experiencias a flor de piel, y después yo me lo llevo experiencia. “Cuando un tipo es capaz de relatar

Tanto Co-lectora como el Club poseen como punto de partida


una idea del otro como otro, radicalmente otro. Sostienen la
diferencia, no para dejarla inquebrantable, estática, sino para
ponerla en uso.
El otro, el mismo. Psicosis e investigación militante en Rosario.
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experiencia”, dice Hudson, “ese momento del derechas, parece atrapada en este callejón sin
encuentro con lo otro tiene la mayor eficacia de salida”. ¿Qué hacer con el otro? ¿Habrá algo más
pensamiento, porque dice cosas que nosotros no allá de la identificación o su negación? Tal vez
hubiésemos sido capaces de decir. Y que quizás las vías de la clínica o de la reflexión en conjunto
él, en otro contexto, tampoco”. tramadas por estos colectivos, las preguntas por
los modos de institucionalidad y perdurabilidad
El otro como otro de sus acciones, apunten a complejizar esta
disyuntiva. Y entonces sí, ha quedado lejos la me-
A pesar de lo incipiente de la serie, sería posi- táfora cínica del caos y el pastiche que proponía
ble anotar algunas conexiones. Tanto Co-lectora Lynch en su Carretera perdida.
como el Club poseen como punto de partida una
idea del otro como otro, radicalmente otro. Sos-
tienen la diferencia, no para dejarla inquebranta-
ble, estática, sino para ponerla en uso. Se trata de
interferirse en el encuentro y transitar la frontera,
pero poniendo en juego lo distinto, porque su
puesta en valor permite resolver problemas en
conjunto.
A mediados de los años noventa, en el centro
del debate sobre la posmodernidad, Hal Foster
proponía la noción de “distancia crítica” para
pensar las diversas alteridades que emergían
como retorno, astillado, diversificado, del cuerpo
del sujeto político, del sujeto colonizado, del suje-
to de clase. Si se los leía en tándem, tanto la van-
guardia de los veinte como el giro documentalista
indicaban que el problema del “otro cultural”
resultaba un espectro tan rico como problemáti-
co. Había habilitado nuevos contenidos, nuevos
temas y nuevos modos de producir; sin embargo,
decía, ponía en escena el riesgo de la sobreidenti-
ficación reductora del otro o su desidentificación
criminal. “Hoy en día”, sostenía el autor, “la
política cultural, tanto de izquierdas como de

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