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Estrés

Introducción:

El término estrés proviene de la física, "strain", y hace referencia a la presión que ejerce un
cuerpo sobre otro, siendo aquel que más presión recibe el que puede destrozarse- y fue
adoptado por la psicología para denominar el conjunto de síntomas psicofisiológicos ante
una demanda de desempeño superior a la común; también se conoce como síndrome general
de adaptación.

La definición del término estrés ha sido muy controvertida desde el momento en que se
importó para la psicología por parte del fisiólogo canadiense Selye (1956). El estrés puede
ser entendido:

 Reacción del individuo.


 Estimulo del individuo capaz de provocar una reacción de estrés
 Interacción entre el estímulo y los recursos del individuo.
 Reacción como estrés o recurso del organismo y estresor como estímulo o demanda
externa al organismo y superior a la cotidiana; por ende eventualmente amenazante.

Historia

Transcripción parcial del artículo en cursiva: El Descubrimiento del Estrés, en Internet, cuyo
autor es Gerald Gabriel, quien vive en Wellington y es localizable en brainconection.com;
este trabajo fue traducido por gmarincastro@hotmail.com; agregados del suscrito No en
cursiva.

“El húngaro Hans Selye, (1907-1082), concibió por mera casualidad la idea del Síndrome
de Adaptación General, (SAG), sobre el cual escribió por primera vez en el Britisch Journal
Nature en el verano de 1936. El SAG, también conocido como síndrome del estrés, es lo que
Selye llamó como el proceso bajo el cual el cuerpo confronta, lo que desde un principio
designó como agente nocivo. El SAG es un proceso en el que el cuerpo pasa por 3 etapas
universales. Primero hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el cuerpo se prepara
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para “la defensa o la huida”. No obstante, ningún organismo puede mantener esta condición
de excitación, por ello existe una segunda etapa que permite al mismo sobrevivir a la
primera, en esta se construye la resistencia. Finalmente, si la duración del estrés, ( por la
mantención del estresor) es suficientemente prolongada, el cuerpo entra en una tercera etapa
que es de agotamiento; una forma de envejecimiento debido al deterioro de organismo por
mantener constante el desgaste durante la etapa de resistencia”.

“El estrés (mejor dicho estresor como causa del estrés) en el léxico de Selye podría ser
cualquier cosa, desde la privación prolongada de alimento hasta la inyección de una
sustancia extraña al cuerpo, inclusive un buen trabajo muscular. Por estrés, él no solo se
refirió al “estrés nervioso” sino a la respuesta no especifica del cuerpo frente a cualquier
demanda” Las ideas novedosas de Selye acerca del estrés ayudaron a forjar un campo
enteramente nuevo de la medicina-el estudio del estrés biológico y sus efectos que afloró en
la primer mitad del siglo XX, para incluir el trabajo de cientos de investigadores en una
ciencia que continúa avanzando en la actualidad especialmente al demostrar la conexión del
estrés con la enfermedad y descubriendo nuevos métodos para ayudar al cuerpo a lidiar con
el agotamiento de la vida.

Aunque sus esfuerzos encontraron escepticismo en un principio, (él no sugirió alguna


cuestión radical, como que le estrés tiene una relación causal con gran cantidad de
enfermedades, cardíacas y cáncer entre otras.12), los métodos impecables de Selye y su

1 Estrés y Enfermedad. La persistencia del individuo ante los agentes estresantes durante meses o aun años,
produce enfermedades de carácter más permanente, con mayor importancia y también de mayor gravedad. El
estrés genera inicialmente alteraciones fisiológicas, pero su persistencia crónica produce finalmente serias
alteraciones de carácter psicológico y en ocasiones falla de órganos blanco vitales. A continuación se mencionan
algunas de las alteraciones más frecuentes: Dispepsia. Gastritis, Accidentes, Colitis Nerviosa, Migraña,
Ansiedad-Depresión, Trastornos Sexuales, Hipertensión Arterial, Infarto al Miocardio, Adicciones, Trombosis
Cerebral, Cáncer, Enfermedades Auto-inmunitarias.
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No lo sugirió pero sin duda lo pensó pues fue el recuerdo del síndrome de “sólo estar enfermo”, lo que, como
el mismo Selye relata en este artículo, le permitió re-interpretar su investigación empírica buscando una
hormona sexual. En 1934 no había apertura de mente para entender que los agentes nocivos, salvo los gérmenes,
podrían ser causa de enfermedad y menos el maltrato interpersonal como por ejemplo el que obliga a un
“…buen trabajo muscular…”. No olvidar que Selye desarrolló sus famosos experimentos del ejercicio físico
extenuante con ratas de laboratorio que comprobaron la elevación de las hormonas suprarrenales
(glucocorticoides y adrenalina y noradrenalina), la atrofia del sistema linfático y la presencia de ulceras
gástricas. Supongo que el experimento de Selye podría extenderse al excesivo esfuerzo del trabajador manual
de principios del siglo XX.
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investigación respecto a la salud y la ciencia profesional de toda índole, gradualmente


ganaron reconocimiento y sus ideas fueron tratadas con respeto.

En palabras del propio Selye, su descubrimiento fue “suficiente para prevenir que el
concepto se nos vaya de las manos, y receptivo a un análisis preciso

Han Selye estaba buscando una nueva hormona cuando cayó en cuenta acerca de todo esto.
En 1934 a la edad de 28 años él era asistente en el Departamento de Bioquímica de la
Universidad de McGill en Montreal. Era un joven y prometedor endocrinólogo llevando a
cabo experimentaos químicos verdaderamente ortodoxos lo cuales involucraban inyectar
diversos extractos ováricos; una vez sacrificadas, medía los cambios en el organismo de las
mismas buscando una nueva hormona; es decir no conocida. Los resultados le dieron buenas
razones para tener gran optimismo.

Las inyecciones de los extractos ováricos diversos producían en los animales de laboratorio
tres tipos de cambio: crecimiento de la corteza supra-renal; atrofia del timo, bazo y
glándulas linfáticas y ulceras sangrantes de la mucosa gástrica y duodenal. La intensidad
de los cambios biológicos dependían de la cantidad de los extractos ováricos inyectados.

Lo anterior llevó a Selye a ilusionarse con el descubrimiento de una nueva hormona; en sus
propias palabras: “Se han de imaginar mi alegría, a los 28 años parecía que me encontraba
frente a una nueva hormona”. Sin embargo empezó a dudar y a ponerse ansioso cuando
inyectó extractos de placenta, hipófisis, riñón, bazo y todos produjeron el mismo efecto; a
pesar que estaba desconcertado, pensó que la hormona podía estar en muchas partes. Sin
embargo sus esperanzas se desvanecieron totalmente cuando inyectó a las ratas formalina,
un producto químico para fijar tejidos, y obtuvo la misma reacción; había fracasado en
descubrir una nueva hormona.

Ante la brutal perdida experimentada, Hans Selye, recordando ese momento escribe:: “me
deprimí tanto que durante dos días me senté sólo en el laboratorio meditando amargamente
como pudiera haber evitado este infortunio y preguntándome que debía hacer ahora”. El
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estaba frente a dos opciones: la primera arrancar terminando con esa línea de investigación
pues, con gran probabilidad, no llegaría a nada valioso; muchos investigadores habían
gastado los mejores años de vida tras una hipótesis errónea; la otra posibilidad,
reinterpretar los datos”. Lo segundo se dio pues no huyó del síndrome depresivo pues
durante dos días se sentó “sólo en el laboratorio meditando amargamente”; y la depresión
sirve.

En los estados depresivos la persona toda pide ayuda con su actitud, pero además se hace
permeable, porosa y receptiva a incorporar nuevas relaciones o a potenciar alguna antiguas
que le permitan, no suplantar lo perdido sino crear nuevos vínculos que sumen y faciliten
adaptarse mejor al mundo post- pérdida; ya veremos más adelante la neurofisiología de ese
situación. Todo ello le sucedió a Hans Selye al momento del fracaso y así cuenta como
revivió sus vivencias de juventud estudiando medicina en la Universidad de Praga.

Al recordar los pacientes examinados en la asignatura de Introducción a la Medicina


Clínica, Hans Selye dice: “todos ellos se sentían y se veían enfermos, tenían la lengua
saburrosa, se quejaban de más o menos dolores difusos en las articulaciones y de
perturbaciones intestinales con pérdida de apetito”....”en general presentaban fiebre,
inflamación del hígado, del bazo o de las anginas, erupciones en la piel”…” No podía sino
más tarde, cuando los indicadores aparecieran, como digamos padecimiento del hígado,
para poder indicar un tratamiento”.

“Dado que estos fueron mis primeros pacientes- escribe Selye- yo era todavía capaz de
verlos sin ser desviado por el pensamiento médico del momento. Si hubiera sabido más
nunca me hubiera hecho preguntas pues todo se manejaba de la manera como se suponía
que debía ser”.

“La pregunta esencial que se clavó en la mente de Selye era en realidad una muy simple:
¿cómo era posible que los doctores, tras una larga historia de la medicina, habían gastado
tanto tiempo y energía en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades individuales y le
habían dado tan poca atención al síndrome de “sólo estar enfermo”? Aunque cautivado por
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esa idea, siendo joven e inexperto- y trabajando bajo los lineamientos de la escuela de
medicina- Selye no tenía el tiempo, la energía o la experiencia para dedicarse a ello.
Mencionó brevemente la idea a un asesor quien de inmediato se rio entre dientes ante la
ingenuidad del joven. Y así la idea quedo latente durante buena parte de la siguiente
década”.

“El recuerdo de la enfermedad no específica, no abandonó del todo a Selye, aunque años
después, cuando estaba buscando una idea baja la cual pudiese examinar sus fallidos
experimentos con hormonas vinieron a su memoria los síntomas de los enfermos en el
hospital de Praga; comprendió que aquellos compartían algo en común con las ratas
enfermas. Su intención era descubrir cuál era esa conexión y, de hecho, decidió dedicar su
vida al descubrimiento de la raíz de esta enfermedad no específica”.

Selye lo dijo de la siguiente manera: “Si acaso existía tal cosa, como una reacción no
especifica del cuerpo para daños de cualquier clase - escribió en su jubilosa epifanía – ello
por sí mismo, podría representar un estudio valioso. Por supuesto que trabajar el mecanismo
de esta clase de estereotipado síndrome de respuesta ante el peligro como tal, podría ser
mucha más importante para la medicina que el descubrimiento de una hormona”. Sin duda
que esta mirada que tuvo Selye, en medio de su depresión, y que había provocado sorna en
la Universidad de Praga algunos años antes, tuvo todos las características de una visión - ya
veremos más adelante las bases fisiológicas de dicha vivencia- que por suerte debe haber
tenido un apoyo de algún colega mayor pues Selye tenía sólo 28 años.

Al juntar las piezas del rompecabezas, Selye se auxilió con un poco del conocimiento
médico. Ciertos tratamientos que él conocía eran utilizados en pacientes que sufrían
aparentemente de nada. Los médicos prescribían a la mayoría de estos, cosas como
descansar, comer alimentos de fácil digestión y protegerse de los cambios bruscos de
temperatura. También retomó que existe una cantidad de tratamientos no específicos en la
historia de la medicina antigua y, de hecho también en la medicina contemporánea, que,
aunque extrañas- incluso bárbaras- habían tenido un innegable - si acaso esporádico -
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éxito: prácticas como inyectar sustancias extrañas al cuerpo, terapias de fiebre, terapia de
choque y sangrías.

No le tomo demasiado tiempo a Selye formular una teoría que hiciera uniforme toda su
aparente disparatada información. Conjeturaba que existía algún mecanismo en el cuerpo
que respondía de manera general a los agentes externos;” agentes nocivos” era el mejor
término que él podía acuñar en ese momento. La cualidad de sólo estar enfermo que había
observado en los pacientes de Praga, los síntomas compartidos por sus experimentos en
ratas, así como la exitosa de remedios para el estrés…. sugerían que el padecimiento
especifico, si no era causado por una sola influencia, estaba ciertamente delimitado por
fuerzas similares; existía una conexión en la reacción del cuerpo al padecimiento que daba
la apariencia de algún mecanismo interno combatiendo a los agentes estresantes”; los
también los también llamados estresores o “agentes nocivos”.

El sistema: Hipotálamo- Pituitaria- Adrenal es la base fisiológica del SAG o Estrés frente al
Estresor. “En breve, este sistema gobierna la clase y la cantidad de respuesta que le cuerpo
produce para combatir el agente estresante, (o estresor). Dicho sencillamente, el
hipotálamo-puente entre el cerebro y el sistema endocrino- envía un mensaje a la glándula
pituitaria, productora de hormona, incrustada entre los huesos de la base del cráneo, para
liberar ACTH, (Adreno-Cortico-Trófica-Hormona), en la corriente sanguínea. Esta señal
apresta a la corteza suprarrenal-localizada arriba de los riñones-a crear corticoides, otra
hormona, desde el material crudo. Estos corticoides son entonces enviados hacia enviados
hacia los lugares del cuerpo donde se necesitan, para utilizarla en todos los lugares del
cuerpo donde se necesita, para utilizarla en todos los niveles posibles en la defensa contra
el agente estresante”

“El gran logro en las metas de Selye fue la identificación del estrés basado en “leyes
biológicas demostrables”. Este descubrimiento es remarcable por el hecho de que nadie lo
había hecho antes. “Podría haberse descubierto durante la Edad Media-escribe Selye-su
reconocimiento no dependía del desarrollo de piezas complicadas de algún aparato, sino
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solamente de un estado mental imparcial, de un punto de vista fresco”. Tal fue el punto de
vista que la depresión, por el fracaso en la búsqueda de la hormona sexual, le permitió

Fases del Estrés, (tomado de: Salud.kioskea.net/faq/293)

La fase de alarma

 Las reacciones de alarma conforman la primera fase del proceso de estrés frente a la
agresión. Durante esta etapa aparecen los síntomas: respiración entrecortada y acelerada,
aumento del ritmo cardiaco, aumento de la presión arterial, sensación de tener un nudo
en la garganta o en el estómago, ansiedad, angustia.
 Estas reacciones son provocadas por la secreción de hormonas como la adrenalina que
surte efecto después de unos minutos y cuya función es la de preparar al cuerpo para una
acción rápida.

La fase de resistencia: la adaptación

 La resistencia es la segunda fase del proceso de adaptación al estrés.


 Cuando el estado de agresión se prolonga, las reacciones de adaptación provocan que se
inicie un proceso de resistencia a dicho estado
 Esta etapa, que es una continuación de la primera fase, permite compensar los gastos de
energía ocasionados por el estado de estrés y, de este modo, impedir el agotamiento del
organismo.
 Durante esta etapa, el organismo secreta otras hormonas (los glucorticoides) que elevan
la glucosa al nivel que el organismo necesita para el buen funcionamiento del corazón,
del cerebro y de los músculos.
 A lo largo de esta etapa, las personas afectadas adoptan conductas diferentes: algunos se
preparan para afrontar el estrés, otros siguen viviendo sin preocuparse por solucionar su
estado o tratando de evitar situaciones que puedan activarlo.

La fase de agotamiento

 Cuando se presenta un cuadro constante y severo de estrés, el organismo pierde su


capacidad de respuesta y se agota.
 El estado de estrés es tan intenso que la persona afectada ya no puede afrontar las
agresiones.
 El organismo se colapsa y ya no puede defenderse de las situaciones de agresión.
 Las reservas psíquicas y biológicas se agotan.
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1. Durante esta fase, es probable que la persona afectada desarrolle algunas patologías
que provoquen que el organismo pierda su capacidad de activación.

2.

3.

Nota Final: Selye investigó en ratones pero en humanos, según el subscrito, hay
una última fase, una N° 4, la Psicótica con disminución en el tamaño de los lóbulos
frontales y temporales, así como aumento en el volumen del núcleo caudado y otras
estructuras subcorticales detectados mediante tomografía axial computarizada y
resonancia nuclear magnética. Tales hallazgos han sido confirmados mediante
exámenes funcionales de tomografía con emisión de positrones (PET) o tomografía
con emisión de fotón único (SPECT) en los cuales se encuentran hipofunción
frontal y temporal, acompañada de hiperfunción del núcleo caudado. Lo anterior
hace que la persona se aleje de todo estímulo estresor y la fisiología endocrina se
normalice pues se alejó del mundo que lo agredía y se encerró en su subjetividad
emocional.

Miguel Angel Solar Temuco 4.5.13

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