un caminante. Con él van la alta montaña y el ondulado valle. Hermosa está la noche. El avanza, no se detiene, y no sabe adónde su camino lleva. De pronto canta un pájaro en la noche. «¡Ay!, pájaro, ¿qué has hecho? ¿por qué entorpeces mi paso y mis sentidos y escancias dulce aflicción en mi oído, obligándome a detenerme y escucharte? ¿Por qué me seduces con tu canto y tu saludo?». Calla el buen pájaro y dice luego: «No, caminante, no, no es a ti a quien seduzco con mi canto — Atraigo a una hembra lejana. A ti, ¿qué te importa? Si estoy solo, la noche no es hermosa — A ti, ¿qué te importa? Tu sino es caminar ¡y nunca, nunca detenerte! ¿Por qué sigues ahí, qué te han hecho mis trinos, caminante?». El buen pájaro calló y meditó: «¿Qué le han hecho mis trinos? ¿Por qué sigue ahí ese pobre, ese pobre caminante?».