May Ryan es una típica estudiante, algo patosa y con tendencia a llegar tarde
a sus clases. En una de sus tantas correrías se topa con una misteriosa mujer que
no abandonara sus pensamientos desde ese instante.
Lane
Renuncias de Autora:
¡Corre, corre, correee! Mierda que no llego, ¡otra vez igual! Si sigo a este
ritmo puede que al menos llegue a tiempo a la segunda exposición. Joder, pero la
primera se suponía que era ¡la importante! Si es que ya lo digo yo: más gafe
imposible de ser. No, ¿pero que estoy diciendo? Si ha sido culpa mía, nadie me
obligó ayer a estar hasta las 4 de la madrugada con el libro macabra ese... Aunque
lo reconozco: ¡es fascinante! Cuando vuelva a casa «si es que consigo salir viva de 5
las conferencias... snif! » me lanzo de lleno a seguir leyéndolo. Cuatrocientas
sesenta páginas no se las traga una en un soplo de aire. Ah, por cierto, ahora que
lo pienso, tengo que agradecerle a Marga cuando hoy la vea que me lo dejara.
¡Esa tía sí que esta pirada, jajaja! Pero es la caña, no sé qué serían las clases de
Dibujo Técnico sin ella. Y pensar que hace la carrera por puro hobby, ¡oh Dios!
—Sí, bueno. Es igual. —Le sonrío suplicando que me deje ir ya—. Voy que
tengo pris.... eemm... que llego tarde, jeje, ¡adiós y gracias de nuevo! —le digo
volviendo a retomar mi singular maratón.
Gafe hasta la médula. No quiero ni pensar en el día que me espera hoy si ha
comenzado así de buenamente. La anciana tenía razón, me sangra el codo y me
duele horrores el hueso de la cadera. Seguramente también tenga una rascada ahí.
Me toco por encima de los tejanos y, efectivamente, compruebo el típico escozor
de rozadura que me cala hasta los huesos. ¿Contra qué mierda me habré dado?
Creo que con la farola, aunque eso no tiene mucho sentido porque al
incorporarme me he fijado que estaba demasiado lejos como para... ¡Uy, que raro
es esto...! ¡A ti te ha afectado leer los conjuros y las historietas de brujas y
espíritus del libro de Marga, jaja!
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—Buenos días, Carmen. Ha llegado ya el...
—Sí, cariño, pero acaba ahora mismito de entrar. —Me interrumpe la
recepcionista con su dulce sonrisa de siempre—. Si te das prisa llegas, ya verás
que sí...
—Gracias, voy, —le devuelvo la sonrisa y, para variar, empiezo a correr de
nuevo.
Siempre me ha caído bien Carmen, a pesar de que todo el mundo se
empeñe en no tragarla. Durante los 3 años que llevo en esta universidad he
tratado muy cordialmente con ella y he recibido el mismo trato de su parte. Es
correcta, eso es todo. A veces la perfección no es muy bien acogida, es la única
explicación que le veo: la envidia pura y dura. Por lo que me ha llegado sé que es
madre de dos hijos, ambos no alcanzan ni la decena de años, y creo que ya va por
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
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Bueno, ya estoy ante la puerta. La verdad es que me da algo de yuyu entrar y
volver a someter mi pobre y asquerosamente tímido talante a un centenar de
miradas clavadas en mi personilla, ¡aish...! En eso voy pensando mientras mi
mano gira lentamente el pomo de la enorme puerta y la entreabre con sigilo.
Estoy en la parte superior de la enorme sala, las luces están apagadas y solo una
blanca y resplandeciente pantalla ilumina al millar de personas que atentamente la
miran. Me siento procurando ser lo más discreta posible, pero como ya he dicho,
un día que empieza como éste no puede seguir si no igual de gafado:
—... así que las células se ven obligadas a retrasar su actividad metabólica
como la señorita Ryan su llegada. —A punto de sentarme estaba cuando he oído
la tajante comparación que una voz femenina lanzaba a la nada de esa enorme
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
En ese momento el chico que tenía a mi lado me da unos leves golpes para
atraer mi atención, pero con tan mala suerte que me los da justo en la herida de
mi codo. Reprimo el dolor que me desencaja el rostro y me esfuerzo en ahogar
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
un grito que me pugna por salir del alma. Al reponerme lo miro, molesta, con la
mirada interrogante.
—Dejar ya eso, ¿ok? —dije fingiendo sentir agobio por el tema, aunque en
realidad no había dejado de pensar en él en toda la mañana—. Por cierto, Marga,
voy por la 202. ¡Ese libro es la ostia, tia! Pero ¿de dónde carajo sacas todo eso?
—le pregunté sonriente a Marga.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
sonrisa y sus ojos risueños observándome. No sé muy bien porque, pero tuve la
sensación de que Marga me había secuestrado y nos obligaba a separarnos
totalmente a contra voluntad. La miré tristemente mientras lo pensaba, aunque
no pude evitar sonreírle al final a modo de despido.
¡Mierda, otra vez igual! De nuevo corriendo porque llego, para variar, tarde.
¡Si es que...! ¡No tengo remedio, aish! ¡¡¡Marga me mata, me mata!!! Corría como
un diablo, esquivando obstáculos y saltándome toda clase de norma peatonal.
Empezaba a cogerle el truquillo, la verdad, incluso comenzaba a gustarme aquello
de ir a todas partes flechada, ¡jeje! Pero, para no salirse de la tónica de ese
esplendoroso día, al tomar una curva puse mal el pie izquierdo y acabé rodando
por los suelos. Empiezo a sospechar que mi grado de gafismo está altamente
relacionado con mi grado de torpeza me dije acariciando mi dolorido tobillo.
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Toqué, inevitablemente, el punto afectado....
—¡¡¡UUUAAHGG!!! —grité estremecida por la contusión de mi tobillo.
Tragué saliva, ¡aquello dolía muchísimo!
—¿Estás bien? —alguien me agarró por detrás y me ayudó a levantarme.
Esa voz. Oh, oh...
—Sí, bueno... sobreviviré —dije apoyándome en un solo pie y evitando
levantar la vista para encontrarme con lo que ya sabía yo...
—¡Jajaja! No lo dudo. —Me cogió por el brazo al ver que uno de mis
movimientos no había sido muy acertado y amenazaba por lanzarme de nuevo a
besar el suelo.
—Gracias... —dije algo aturdida sintiendo la suave piel de su mano en mi
brazo desnudo.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
Segunda Parte
¿Y qué podía hacer yo? ¿Qué era realmente lo que por mi mente pasaba?
Cuales eran mis verdaderos sentimientos?... Dios mío, me desconocía y eso me
asustaba horrorosamente. Mi inquietante atracción hacía de mi estómago un
auténtico volcán en plena acción el cual, ansioso por su incipiente erupción, me
retorcía el alma. La falta de experiencia demolía cada esquema que levantaba para
dar explicación alguna a mis deseos incontrolados, a mis bailes de emoción en
emoción incordiosos e inesperados, que cada vez se me hacían más
insoportables de sobrellevar. Ansiaba de todas por todas alcanzar una respuesta
elocuente, lógica y racionalmente válida. Pero por más que lo intentaba mis 20
intentos eran fracasados por cualquiera de mis repentinos cambios de ánimo.
Yo, una mujer hecha y derecha, con todo el sentido de la responsabilidad, de la
racionalidad, abierta pero indirectamente conservadora, mentalmente equilibrada
y con un amplio sentido de la tolerancia me veía en un exagerado desequilibrio
emocional, se abría un abismo ante mis pies que no podía de ninguna forma
acortar.
Vez tras otra el dulce pero áspero sueño se reproducía ante mis ojos
estuviera despierta, moribunda o profundamente entrada en somnolencia. Una
cosa estaba clara: en todas mis fases estabas presente como el agua en el mar,
como el aire en el cielo y como el sol en el más denso y seco desierto. Mi angustia
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
por encontrarte cada vez se intensificaba con más firmeza en las telarañas de mis
deseos, causándome un atroz pavor a no hallarte imposible de calmar. Te
buscaba en sueños, quería tu presencia, anhelaba sentir tu voz acariciándome
morosamente los tímpanos, deseaba sentir la suavidad de tu piel mezclarse con la
mía propia y ahogarme en el océano de tu dulce y tierna mirada...
Me pasaba algo, eso seguro, ¿pero qué? ¿Qué era aquello que me sometía a
tal mortificación, auto mutilación sensorial y masoquismo? ¿¡Qué!? No tardé en
descubrirlo, todo enmudeció psíquicamente aunque físicamente la música sonara
con su mayor agudeza, los timbrazos del teléfono resonaran contra las paredes
casi agujereándolas... Como una secuencia a cámara lenta me vi en mi habitación,
tumbada en la cama, con un mechón de pelo deslizándose por mi rostro lloroso,
y fue entonces cuando sentí por un instante que el corazón se me detenía, y
pensé con una mezcla de angustia e indiferencia que a la próxima sístole no le
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seguiría su consiguiente diástole. Iba a desmayarme, lo sabía, ya está, se acabó... Y
sin embargo así empezó todo.
X
—Pero niña, ¿¡qué coño te ha pasado!? ¿¡Por qué no contestabas al teléfono
ni a la puerta!? Tía, es que joder...! —oí a Marga toser al otro lado del teléfono,
probablemente ahogando un principio de llanto—. Es que hace ya casi un mes
que no das señales de vida, me dejaste plantada esa tarde y.. ¡ala! Viva la vida,
¿no?
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Ya te vale, tía... ¿Podías haberme llamado, o yo qué sé!? Pedir ayuda May,
sabes qué significa esa perífrasis verbal de los cojones: ¡PEDRIR AYUDA! —era
normal, Marga estaba dolida conmigo, pero me quería demasiado como para no
perdonarme.
—Si, ya ya... ¡Bueno, no me sermonees más, hija! Que me vas a dejar los
tímpanos ensangrentados. Marga, cariño, perdóname... Juro ser buena y no
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volver a desconectar del mundo sin previo aviso a la central de cotilleos
Margaritation —dije burlona.
—Sí, encima mete más cizaña, ¡capulla! Si es qué... ¡¡Aishh!! ¿Qué vamos a
hacer contigo, nena? Con esa cabecita loca que tienes... Por cierto, Dani te manda
un caponazo de su parte, ¡y bien dao! —ya estaba más calmada, más... más
Marga.
—Vaya, es agradable ver cuánto te quieren tus mejores amigos... Dile que
yo también le quiero —dije sarcástica y tiernamente.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—¡¡Jajaja!! Eso será pan comío pa prima Marga, créeme. ¿Te va bien que
vayamos a tu piso esta tarde?
No, preferiría salir de aquí, no estaría mal volver a entrar en contacto con el
aire de la calle, ¿nops?
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—De puta madre, que no me gusta un pelo verte tan ermitaña. ¡¡¡Hoy
salimos de juergaaaaaa!!!! ¡¡Ole oleeee!!
—¡¡Tú te callas, que nos debes una y muy gorda!! Así que hoy salimos de
festuca, y no se hable más! —sentenció hitleriana y cabezona.
—¡¡Como que no te van!! ¡Mira, mira, eh May! Como me entere que has
hecho alguna gilipollez con la comida flipas, ¡eh! —su tono era serio y realmente
amenazante.
—Marga, no soy imbécil, solo algo pavica... Sabes que nunca jugaría con
esas cosas, ¡joder! —mentí.
—¿May?
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—Dime.
jartarme a comer. ¡Claro que sí! A más, no me hace ninguna gracia que me veas
así, pensarás que soy una anorexia perdida, y no es plan de aparentar lo que no
es. Tengo ganas de saber de ti. Desde aquella tarde en tu piso no te he vuelto a
ver, quizás por la magnitud de los sentimientos que afloraste en tan poco tiempo
en mí, incluso no me he atrevido ni a pisar la calle. Hay que ver cómo me has
aturdido, ¡eh! La paranoia ha sido bastante delirante, pero ha valido la pena....
Ahora estoy más vital que nunca, con unas ganas de comerme el mundo y de
comert... ¡ejem! ¡¡El mundo, el mundo!!! Zamparme el mundo, clarop... ¡¡jajaja!!
Bueno, a ver, deja de pensar en ella por una milésima de segundo (al menos
una!) y vayamos a ver qué nos ponemos para esta noche.
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Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
Tercera Parte
—Joder Steve, ¿es que no puedes ponerte otra cosa...? —suplicó Cris al
joven de escasos años más que ella.
—¿Cómo que otra cosa? ¡¡Si voy de put.. madre, mi niña!! Mira que
chaqueta de dorado brillante y que pantalones de verde fashion campana...
¡¡mmm!! —Repuso Steve orgulloso de su vestimenta y sonriéndole pícaramente a
Cris, mientras se paseaba por la calle emulando (y exagerando) los andares de un
modelo.
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—¿Pero tío, como puedes decir eso!? ¡Si pareces un payaso, carajo! Esa
chaqueta parece un saco de dormir con mangas, y esos pantalones de un
fluorescente que cegaría al más corto de jipia, ¡joder! —la morena no soportaba
las pintas de su fiel amigo de infancia, y tampoco soportaba reprimirse sus quejas,
aunque sabía perfectamente que no servirían de nada. El estilo de Steve hacía
años que estaba más que definido e incambiable.
—¡Pero qué dices! ¡¡Si estás para comerte, jodia!! Si no fuera porqué mis
hormonas solo se activan con machos cabríos te juro que te haría aquí mismo el
amor, jajaja!! —dijo el chico con desparpajo y plantándole un pico a la morena.
—Haz el favor de controlarte y no decir chorradas. Estás más pedo que yo,
y no pienso aguantarte si te pones más cargao, ¡me oyes!? Que quede claro que si
te desmelenas por ahí y luego tus mierdecillas de piernas no te sostienen serás tú
el ÚNICO responsable. O sea que sé consciente de tus actos, porqué hoy no voy
a ser tu puto ángel de la guarda, que ya me he cansao de tus borracheras, ¡joer!
—dijo Cris acomodando su cuerpo al asiento del coche y disponiéndose a
soportar media hora de incesables quejas de su compañero hasta llegar al pub
donde iban.
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—No seas tan dura conmigo, que sabes que tengo los sentimientos
debilongos Julin, Cris.... —puso cara de perrito callejero mientras miraba a la
morena de espeluznantes ojos azules, mientras ella intentaba arrancar ese
cacharro que habían conseguido del desguace hacía dos días.
—Sí, sí... Dessi, sí, Mireia tenía que currar. Pero nos ha prometido venir a la
próxima —dijo secamente Steve intentando mantener el equilibrio así como el
ritmo de su palpitar y respirar.
Cris lo miró divertida, Steve era un exagerado... Desde que hacía unos
meses que un médico petardo le había soltao que quizás tuviera principios de
claustrofobia estaba insoportable. «Para mí que se la hace hasta venir el mismo...»
pensó con ternura. No tardaron en llegar, por suerte la estación de tren solo
quedaba a unos metros del pub que siempre frecuentaban los fines de semana. La
morena se alegró al reconocer el portal, no podía evitarlo: aquel local significaba
su total y completa desconexión del trabajo. No es que estuviera harta de él, pero
a veces se hacía demasiado espeso, incluso para su parsimonia y constancia.
Últimamente no se había despegado de los libros intentando resumir lecciones de
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50 páginas cada una para luego empollárselas y explicarlas lo más claramente
posible. Al principio, cuando empezó con todo aquello de las conferencias
universitarias, los temas le parecían muy interesantes y se volcaba sin descanso en
su estudio. Pero ahora que se los sabía de memoria, párrafo a párrafo y que no
había misterios que no supiera de ellos hacía su trabajo delirantemente
monótono. A veces se entretenía en observar a sus alumnos mientras como un
loro recitaba todos aquellos discursos... ¡Alguna distracción había que tener!
—¿Eh? ¿Qué?... Ah, sí, sí... toma —se quitó la chaqueta de cuero y se
encaminó hacia los servicios, su bufeta no aguantaría mucho más sin vaciarse.
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—Perdona, ¿hay papel aquí? —una chica irrumpió en el WC que Cris se
disponía a usar.
—¿No podrías ser más discreta y llamar a la puerta como todo el mundo?
—le inquirió molesta, mientras le alargaba uno de los dos rollos de papel que
había a su izquierda.
fuera?‖ pensó algo extrañada. Si algo le gustaba de ese pub es que los servicios no
eran como los típicos de las discotecas de turno que brillaban por su estrechez y
abarrotamiento. Al abrir la puerta un ejército de meonas se le tiró encima para
ocupar el WC que ella acababa de abandonar. Salió algo malhumorada y
sorprendida de aquellos endiablados servicios y se percató que el gentío no solo
ocupaba a estos últimos si no que inundaba el pub entero. Buscó con la mirada a
Steve hasta localizarlo y conseguir llegar hasta él entre todo ese mar de alocados
bailando, o al menos intentándolo.
—¡Como se ha puesto esto! ¿Se puede saber que hacen aquí tantos críos?
—le preguntó a Steve sin mirarlo y advirtiendo con estupor que muchos de los
jóvenes que la rodeaban eran sus propios alumnos universitarios.
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—Se ha puesto de moda, chica. ¿No has visto la peazo campaña que ha
hecho el local este último mes? Los carteles y folletos caían hasta del cielo... Se
han pasao —Steve le alargó un vaso de líquido sospechosamente nauseabundo
pero efectivo en el arte de ponerse, seguramente.
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—Vamos tío, enróllate... Si nos faltan 3 meses para cumplirlos, ¡maldita sea!
—vi que un chico algo delgado y con una cara indiscutiblemente adolescente
discutía con el maromo de la puerta—. ―Vaya, como suben estos... Desde luego
yo a su edad no me atrevía ni a pisar la fachada de un pub como este‖.
—Vamos Dani, vayámonos de aquí que no nos dejan, asúmelo ya, ¡joder!
—¿Dani? Mmmm... ¡OH, CLARO! ¡Son sus amigos...!‖ me sobresalté
tontamente.
—Vaaale, vaaale... —se rindió el chico, pero sin dejar de fulminar con la
mirada al maromo.
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—Ay, perdón... ¡UOH! —al girar la esquina de la manzana me tropecé con...
con...— ―¡Oh, por DIOS!‖. —Me quedé perpleja, las esmeraldas de sus ojos me
miraron con igual asombro pero pronto se dirigieron hacia el suelo y pude
distinguir que un leve tono rosáceo coloró dulcemente sus mejillas.
Allí estaba ella, agarrando con fuerza las anillas de su pequeño bolso de un
marrón pastel, con unas exquisitas botas de igual color que le llegaban hasta sus
rodillas, una falda de tonalidades café y textura cueruda estilo cow boy (bueno,
cow girl... claro) y una sencilla camiseta blanca de tirantes que apenas le cubría
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
X
—¿Marga, por qué no nos vamos de aquí? —le supliqué a mi amiga en
cuanto la encontré discutiendo en el portal de aquel pub con Dani.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Sí, si es lo que le estoy diciendo a este cabeza cuadrada hace horas, —me
agarró del brazo— Mira tío, tu si quieres te quedas aquí hasta que los cerdos
vuelen, las ranas vayan al barbero a cortarse sus melenas y, por supuesto, ese
maromo te deje entrar ahí. Pero nosotras piramos, no pienso perder más tiempo
aquí.
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—Y no en los míos. —Pensé en alto.
—Nada...
X
¿De qué sorpresa se trataría? A tercero de carrera las sorpresas brillaban por
su ausencia, la verdad. Aun recordaba el brillo de los ojos al anunciarnos al final
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
de clase que tenía una sorpresa para nosotros que, si aquella misma noche
confirmaba, nos la daría al mismo día siguiente. ¿Qué sería...?
—Hombre, May, hoy llegas incluso temprano, jeje —me dijo a modo de
saludo Carmen, azotándose el pecho para que millares de migas de pan lo
deshabitaran.
—Sip, buenos días, Carmen... y que aproveche —le respondí con una
mueca divertida seguida de una amplia sonrisa.
En cuanto entré en la macro clase que nos tocaba en esa hora me sorprendí
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al ver que la mayoría de mis compañeros ya ocupaban sus sitios tan o más
expectantes que yo para saber de qué iba la sorpresa de la que Cris nos había
hablado. Marga me hizo señas desde más o menos la mitad del patio de butacas.
—¿Qué haces tan cerca? —le pregunté asombrada al ver que Marga, la
eterna fan de las últimas filas, se había colocado a escasos metros del tablón de
discursos.
—No te pases... —le dije algo distraída intentando acomodar mi bolsa entre
mis piernas a modo de mesa para mi carpeta.
—¿En qué? —me preguntó Marga con los ojos de par en par— No me
digas que esa petarda te cae.... ¿bien?
—¿Eh? ¿Qué? ¿De qué hablas? —Aaay, aayy... que me parece que hemos
vuelto a hablar en alto‖.
¿CÓMO!? –aquello ya era el colmo, estaba segura que no había dicho esas
palabras en alto —Eres vidente o telequinésica, o... ¿qué? —le pregunté entre
molesta y sorprendida.
—Jajaja. Aun tengo que mejorar mucho, pero estoy en ello, ¡juju! Mi
bisabuela se ha empeñado en que tengo que desarrollar mi potencial, que
teóricamente he heredado de ella. Y tú eres el objeto ideal de estudios, eres como
un libro abierto, nena... —me explicó risueña, mientras acariciaba la tapa del
libro.
—Yaaaa, ya lo sé que tan solo tenéis conocimientos de arte por lo poco que
os habrán enseñado en el colegio y puede que en el instituto, pero tomároslo
como un reto. Personalmente considero un «pecado» vivir sin conocer el arte, no
digo comprenderlo, cuidado... jajaja —reímos con ella, no sé si por su ocurrencia
o por lo contagioso que era su reír.
—May, ¿qué te pasa? ¿Estás bien? —Marga me agarró del brazo mientras se
inclinaba preocupada hacia mí.
X
—Pues a mí me parece genial, que quieres que te diga. ¿Cuánto hace que no
salimos ni de la ciudad?... Una eternidad! —Marga revoloteaba con su cuchara el
humeante tazón de café con leche mientras discutía, como no..., con Dani.
—Ya, ¿pero por cuanto va a salir eso? Yo no soy rico, tía. A mí un viaje de
estos me arruina por unos cuantos años, ¡joder! Yo también quiero ir, no soy
estúpido, pero en cuanto pienso como se va a resentir mi cartera me entra un
dolor de tripa que no veas...
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Lo que pasa es que eres un tacaño, Dani, jeje. Pero si eres como una
hormiguita que no paras de trabajar e idearte cualquier cosa para sacar pasta y
luego no gastas ni para calcetines. Estoy segura que estás a unos cuantos euros de
ser un ricachón... —dije mientras me tumbaba en el banco, satisfecha del
croissant y el café con leche que le había regalado a mis agradecidas tripas.
—Jajaja! Tiene razón, tío. Cuanto llevas ahorrado, ¿eeh!? —Marga le sacudió
la barbilla mientras Dani se sonrojaba, molesto.
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Algo de razón tenía, pero en fin. A mí me apetecía hacer un viaje, y más si
era con... «Uy, mejor no pienso delante de Marga». Me levanté algo adormilada,
me despedí de mis amigos y me fui a mi apartamento para darme una buena
ducha. La necesitaba... anhelaba ya la sensación de millares de gotas
masajeándome la piel mientras un tremendo y reconfortante relax invadía mis
entumecidos músculos. —Un viaje... la verdad es que sí ha sido una sorpresa. No
me lo esperaba, sinceramente.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
Cuarta Parte
—Marga, venga. Des... desde luego que lenta eres en... ¡ai, que me
atraganto! —tragué de golpe el pedazo de tostada que aun masticaba.... en
situaciones de estrés, jaja, ooootra vez corriendo y, como no, llegando tarde.
—Oye, niña, voy a tener yo la culpa de... ¡buff! Como pesa todo esto,
joder.... de que se te peguen las sábanas. —Oía su fatigoso respirar en mi nuca y
por el rabo del ojo vi divertida como mi amiga se esforzaba en coordinar sus
piernas en plena maratón mientras sus pobres brazos intentaban sostener un
millar y medio de bolsas y maletas entre ellos. 44
—Vaaale, vaaale, mea culpa. Pero a lo hecho, pecho. ¡Venga, espabila
yayeta! Que parece que tengas palos de madera en lugar de piernas, —le dije en
un auténtico malabar con el que pude salvar una de mis maletas de un mal viaje al
suelo.
—¿¿¡¡¡QUÉEE!!!??
—Una esquina más y.... ¡Buf! Ya hemos llegado, y parece que ese grupo de
allí es... es... sí, ¿no? Sí, lo es. Esa es nuestra clase. —Parece que nos hemos
librado de la reprimenda matinal, el día empieza a enderezarse me dije
sonriéndome y aminorando la marcha. Había estado esperando como una
colegiala expectante por sus primeras colonias de escuela ese día y va y... ¡Si es
que a mi Morfeo me la tiene jurada! Con la de nervios que me fui a la cama
carcomiéndome la panza anoche y esta mañana no he sido capaz ni de oír al
despertador de lo enredada que me tenía en sus brazos el petardo ese de Morfeo.
—Que síiii, que síiiii, pesada. ¿Sabes cuantas veces me llamó ayer al móvil
para recordarme que comprara todos esos potingues de.... de.... ¡de yo que sé!...
esos que os ponéis las niñas en el pelo, o en la cara... o vete tú a saber ¿dónde?
—Jajaja. —No podía más que reírme de ese par de tortolitos, tan cariñosos
como siempre...
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Dani, ¿ha llegado algún profe ya...? —dije con un interés que no supe
disimular como hubiera deseado.
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—¿Algún? Que yo sepa solo vendrá la Roten Meyer. Y sí, creo que está por
aquí desde las 5 de la mañana. Jorge dice que probablemente llegó ayer por la
noche y simplemente se ha limitado a salir del camarote de su amorcito capitán
está mañana, ¡juju!
...me limité a arquear una ceja mirando con los ojos en blanco a Dani
mientras observaba como Marga le endiñaba uno de los mejores codazos de su
repertorio Tortas mil.
encontré con una más que sorprendida Marga. Vaya, Marga y su incordiosa
manía de leerme el...
—Sí, eso mismo. —Le dije desviando la vista hacia cualquier parte que no
fueran esos ojos cargados de incertidumbre e incomprensión.
angina de pecho! Mi abuelo lo que tenía era un principio de infarto del miocardio
que acabaría con su vida en escasas horas volviendo del hospital, muriendo tan
rastrera como penosamente en el asiento trasero de un putrefacto y asqueroso
taxi.
Juré en su tumba que nunca más dejaría que algo como ese estúpido error
médico privara de la vida a ningún espécimen de la faz de esta Tierra. Aun podía
escuchar las frías palabras de mi madre mientras me abrazaba consternada y echa
llanto ese patético día de funeral: —Pagaron justos por pecadores, hija... Justos
por pecadores. —La rabia y la impotencia hicieron tal mella en mí que me
zambullí de lleno en los libros de medicina y biología humana olvidándome del
mundo entero y absorbiendo tanto conocimiento como las 12 horas de luz del
día daban de sí. Pronto me di cuenta que el pueblecillo en el que vivía era tan
limitado en hectáreas como en cultura, así que tuve que trasladarme a Barcelona a 48
pesar de todas las súplicas de mi madre y de los múltiples y silenciosos ruegos de
mi padre para que me quedara con ellos. El día más oscuro y triste de mi vida, sin
duda alguna, fue el de mi partida pero en nada se le asemeja a la primera semana
de llegar a la ciudad cuando realmente se derrumbó sobre mi cabeza la
inmensidad de todo lo que había perdido. En la vida me había sentido tan
amargamente sola y nunca el llanto se me hizo tan dolorosamente demoledor.
Nunca...
X
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—¡Qué pasada! Esto debe ser el Ritz flotante, tías. —Dani correteaba por
todo el enorme barco, abriendo habitación por habitación y revoloteando por
cada una de ellas.
Pero Dani tenía razón, aquel barco era el colmo de la lujuria, parecíamos
realmente nobles en plena Edad Media gozando de sus privilegios y sus
adineradas pertenencias, en un simple viajecillo de fin de semana. Entramos en
una descomunal sala que parecía ser la de los eventos especiales o fiestas
señaladas. Había una chimenea rodeada por un largo sofá en forma de U y una
mesita redonda de café frente a él. Había, también, un centenar de cojines de
terciopelo esparcidos junto al hogar dándole a la estancia un aire cálido y familiar. 49
Dios, y que ganas de acurrucarse en ese gigantesco sillón una noche de lluvia
frente a la calidez de esa estupenda chimenea tomando una deliciosa y humeante
taza de chocolate.
—Me alegro de que te guste, Marga, jeje. ¿Queréis algo de beber? —nos
sugeriste abriendo una especie de mueble bar que había justo delante de mí, a la
izquierda de la chimenea.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—No, gracias. —Dios mío, en la vida había estado tan cohibida, tu sola
presencia y la carencia de tu voz nublándome los sentidos conseguían tensarme
de lo lindo...
—No le hagas caso, Cris. Dale algo fuerte a ver si se relaja de una vez....
—recalcó Marga, mirándome inquisitivamente. ¡Deja de leerme! procuré pensar
con fuerza mientras la miraba con furia contenida y los colores me invadían el
rostro.
—Tras esa puerta los encontrarás, —me indicaste con una sonrisa una de
las 4 puertas que había en la pared contigua a la de la chimenea mientras te
sentabas tendiéndole a Marga un vaso lleno de un líquido anaranjado.
—Vaya, vaya, vaya... ¿así qué en los servicios, eh mona? —Marga salió de la
nada y me abrazó tiernamente felicitándome por la victoria.
—¿Qué es? Dime qué diablos te ha ocurrido para que hayas cambiado
tanto... —oí que decía una voz bastante gutural y masculina rompiendo el
exquisito silencio de la noche.
—Déjalo, ya no vale la pena vivir sin vida... —susurró Jack mientras soltaba
una de las manos que se agarraban a la barra metálica.
—Pero qué dices. Ven aquí. —Salté sobre su cuerpo y lo aprisioné entre
mis brazos. Jack no hizo muchos esfuerzos para liberarse de mí, la verdad...
—No vale la pena, ya. No tiene sentido que viva sin... —caímos en el suelo
quedando yo literalmente aplastada por el cuerpo de ese enorme hombre.
—Mi mujer... —dijo antes de enterrar su cabeza entre sus brazos, apoyados
en las rodillas, mientras estallaba en llanto.
X
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Bien, las habitaciones son de 2, haced grupos y en cuanto los sepáis vais
pasando por la recepción y le pedís a aquella señorita una llave a nombre de
Santorios.
—Venga, suelta...
—Es que... bueno, como supuse que irías juntas en esto de las habitaciones
pues...
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Envidia que tienes, chaval... —le dije fulminando con la mirada a Jorge.
Al final acabé con Jorge de pareja de habitación, para mi mala suerte. Pero
en fin, en realidad solo tendría que estar en ella para dormir y ducharme.
Florencia era muy grande y yo demasiado curiosa como para gastar más de media
hora encerrada entre 4 paredes. Dicho y hecho: subí, me duché y me lancé de
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
lleno hacia las calles de aquella magnífica ciudad del arte renacentista.
Verdaderamente era sorprendente la de monumentos y representaciones artísticas
que aquella sola ciudad cobijaba, parecía un inmenso museo que se hubiera
decidido poblar: el Baptistero, el Duomo, la Piazza della Repubblica, el
Orsanmichele, la espectacular Piazza della Signoria, el impresionante Palazzo
Vecchio, la galería de pinturas de Uffizi, el viejo puente de los orfebres Ponte
Vecchio y el asombroso Giardino di Boboli.
—No, no... un café —simulaba llevarme a la boca una invisible taza de café
para que el camarero me entendiera.
—Il conto, per favore —me interrumpió una voz a mis espaldas. Me giré y
casi me da un infarto al ver que eras... tú—. ¿Qué tal va la ruta turística? —me
sonreíste mientras te sentabas en la silla vacía de mi lado derecho.
—Eeehh... bien, muy bien. Florencia es preciosa, y con una historia artística
de cuidado. Los pies ya me suplicaban algo de piedad y una buena silla, jajaja.
Ya... ¡Uhg! Has tocado tema tabú, —May... —Venga, venga, cambia de
tema que si no...
—Eeen... eemm... la lluvia. —¿La lluvia!? Pero... pero que chorrada es esa,
May.! No se lo va a tragar.
—¿La lluvia? —abriste los ojos elevando una de tus cejas sorprendida pero
divertida a la vez—. Vaya, que imaginación la tuya... ¿qué te ha hecho pensar en
eso en medio de estos jardines tan buenamente soleados? —¿Lo ves? No se lo ha
tragado...— si es que... —A ver qué tontería se te ocurre para salir de ésta,
ahora...
—Ay, Cris... no te habíamos visto. Oye, ahora que te veo, puedes hacerme
un favor... —Marga sacó la lengua en una sonrisa mientras se te acercaba.
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Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
Quinta Parte
Mierda, había vuelto a pasar, me había dormido. Era la última vez, lo juré, la
última vez que salía todo el fin de semana de juerga por ahí. No había dormido
nada hasta el domingo por la tarde, y eso había sido criminal. Joder, vaya mierda.
Me revolví entre las sábanas y me quité el pantalón del pijama y la camiseta que
usaba para dormir. Me dirigí al baño y me senté en la taza del váter al tiempo que
me bajaba las braguitas hasta las rodillas y soltaba una gran meada. Pensé en los
cubatas que se iban por el retrete. Esbocé una sonrisa y... me quedé dormida. A
los 15 minutos me despierto de pronto. Mierda, otra vez. Me incorporo y me
lavo la cara para despejarme. Joder ya iba con media hora de retraso. Salgo del
baño y cuando voy a dar un paso advierto que mis bragas están por mis rodillas.
Me las quito como puedo y las lanzo a algún lugar del apartamento. Alcanzo una
blusa y una falda, cojo la mochila y abro la puerta para marcharme hacia la Plaza
San Marcos donde habíamos quedado todo el grupo, pero antes me doy cuenta
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de que me falta algo: voy descalza, me faltan los zapatos. «La última vez, lo juro»,
pienso una vez más. Me pongo unas sandalias y de paso cojo un par de
magdalenas de la cocina para desayunar algo. El aire asquerosamente cálido de
Venecia me golpeó con fuerza al abrir la puerta del hostal dónde nos
hospedábamos. Corrí (vaya, qué raro....) hacia la dichosa Plaza, pero un imbécil se
tropezó conmigo en una esquina. Debo tener predilección por las esquinas... me
dije levantándome del suelo y fulminando con la mirada al chico que me tendía
amablemente la mano desde arriba.
Y por fin la Plaza, y... ¡sorpresa! Está atestada de guiris. Y ahora quien
encuentra el grupo, ¡joder!. Miro el reloj y toma ya, 40 minutos de retraso! Estos
fijo que se las han pirado sin mí pensé indiferente mirando al gentío que me
rodeaba. Me daba igual, en realidad no había estado más de media hora con el
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
grupo esos 4 días. Sonreí recordando todo lo sucedido desde que empezó el viaje,
mientras encaminaba mis pasos hacia una especie de barucho y pedía en un
perfecto italiano un cortado y un croissant al camarero (a fuerza de repetir la
misma fracesita centenares de veces al día para no dormirme una aprende hasta a
distinguir los diferentes dialectos del italiano solo con escucharla decir a un
italiano de aquellos). Llevábamos 5 días en Venecia y más o menos reconocía con
cierta facilidad los diferentes callejones que la hacen un verdadero laberinto. Tras
pagar con las pocas liras que me debieran quedar me fui hacia la biblioteca de Jan
Paolo. La había descubierto al final del primer día y por pura casualidad.
—Hola Paolin, ¿qué tal andamos hoy de provisiones? —entré con
familiaridad en la pequeña estancia, dejando a un lado mi pequeña mochila y
besando a un viejecillo de unos 70 añejos— Ciao Bruno, buongiorno, ragatzzo.
—Pues nada, chica —me gritó Paolo desde el almacén con su trabajoso
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castellano.
—¿Cómo qué nada? No jodas, tío —entré dónde supuestamente estaba mi
recién amigo.
—¡Shhhut! Era para que el viejo no nos oyera —me dijo alzando los brazos
para coger una caja de cartón precintada.
—Pero si está como una tapia.
—No creas... empiezo a dudarlo, es muy largo ese, te lo digo yo. —Paolo
se me había acercado para susurrarme sus sospechas en el oído.
—Jajaja. Lo que tú digas, Paolin, lo que tú digas... Bueno, así que sí tienes
buenas nuevas para mí, ¿no? —me senté en una silla de madera, que juraría que
tendría los mismo años que el viejo Bruno.
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
condones. Y yo que me había comido el tarro por saber qué le había dicho Marga
a Cris, y resulta que... ¡ppff!. Vaya chorrada.
Lo bueno de Venecia es que no hay ni calles, ni coches, ni semáforos, ni
ostias de esas. Así que en un tris volví a entrar al hostal de que hacía una media
hora que había salido. Con suaves golpes de mis nudillos en la puerta de la 7 pedí
mudamente permiso para entrar. Joder, vaya pocilga. Jack era un verdadero
guarro, se necesitaban muchos esfuerzos para transformar una lujosa suit en
aquel asqueroso amasijo de mierda. Todo estaba a media luz, y un irritante tufillo
inundaba aquella especie de cueva de desechos. Me tropecé con no sé cuántas
cosas hasta llegar dónde Jack estaba: sentado en un sillón a cm de la tele,
fumando como un carretero.
—Toma, aquí tienes tiré la caja llena de fotografías de su ex al suelo y me
dispuse a salir de allí claramente asqueada.
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—¡Espera! —me detuve, sabía qué me iba a preguntar ¿La has visto hoy?
—No. —Me limité a responder mientras hacía girar el pomo de la puerta.
—No me trates así, nenita. Sabes que no te conviene, jajaja, Anda, porqué
no vienes aquí y...
—¡Basta! No pienso seguir con esto, me importa una mierda lo que le digas
a Cris sobre mí, pero paso de seguir con esta... esta... yo qué sé, esta mamonada
de estúpido fanatismo y obsesa veneración hacia una mujer que ni siquiera se
acuerda de ti.
—¡Uuuuyy! Que se nos revela la niñita. Mira mocosa, como no me sigas
trayendo fotos de este monumento me las vas a pagar, y muy caras. Sabes
perfectamente que puedo arruinaros la vida a las dos con las fotos que os saqué
en el apartamento de Cris manoseándoos...
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
lo que me estabas provocando a mí, sí... a mí. Me estabas matando, mi amor por
ti se agrandaba a pasos agigantados y yo era incapaz de ignorarlo ya. En realidad
era él el que me mataba, me carcomía los sesos, te infiltraba en mis sueños y me
dejaba con la miel en los labios al soñarte mía, mía, mía y solo mía, para luego
sentirme penosamente desilusionada al volver a la realidad y ver todas esas fotos
tuyas con esos gilipollas merodeándote y tú riéndoles sus gracias.
No aguanté más, estallé a llorar como una cría pequeña desplomándome en
el suelo. La escena era realmente melodramática, pero no pude evitar que no lo
fuera: verdaderamente todo aquello lo sentía como uno de esos seriales
argentinos que tanto odiaba y yo parecía ser que era la protagonista con todas sus
pasiones y por supuesto desamores.
—May, por Dios, pero qué... —me sujetaste en un acto reflejo antes que
llegara a tocar suelo (de nuevo...)
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—Déjame, no lo aguanto más... Aléjate de mí, de verdad. —Te dije entre
sollozos mientras débilmente intentaba deshacerme de tu abrazo.
—May, mírame, —me dijiste seriamente, pero sin lograr tu propósito—.
Mírame, May... —al fin el llanto se quebró y pude mirarte a los ojos—. ¿Es...
estabas... llorando?
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
Sexta Parte
Estaba cayendo por una colina asfaltada. Sentía como poco a poco mis
rodillas y codos se iban pelando con el roce del duro pavimento, pero en cambio
no sentía dolor... Rodaba, rodaba y no paraba de rodar. Todo daba vueltas,
aquella caída no parecía tener fin y a mí me estaban entrando incluso nauseas de
verme la piel cada vez más despedazada. Al fin di contra algo sólido en un golpe
seco y tras él pareció enmudecer todo. Me levanté con descomunales esfuerzos y
sintiéndome el espécimen más apaleado de la faz de aquella... ¿Tierra? ¿Dónde
estaba? No se oía nada, miré a mí alrededor y me vi en medio de una estampida
de gente corriendo como desesperados, gritaban, se caían para luego levantarse 70
rápidamente con el pánico ardiendo en sus miradas. Veía sus bocas abrirse
desmesuradamente en lo que debería ser llanto y grito a la vez, pero yo seguía sin
oírlos. Indiferente me encaminé justo en la dirección contraria de la que todo el
mundo parecía huir. Golpes, empujones, tropiezos e incluso alguna que otra
caída, pero al fin el gentío dejo de ser un obstáculo al desvanecerse. ¿Y ahora
qué? ¿Huían de la nada? Al final del camino no había nada, y mucho menos lo
suficientemente ofensivo como para escapar de él.... ¿o sí?
Abrí incrédula los ojos al sentir tus dedos rozar mis labios. Tu mirada era curiosa,
impaciente diría yo. Parecía que querías llegar al fondo de mis pupilas en cuanto
antes y hacerte con mi esencia. Tenías prisa, ¿verdad? ¿Por qué...? Volví a cerrar
los ojos, estaba temblando de miedo... miedo. Tu mirada se me hizo terrorífica,
un frío condenadamente congelado me recorrió el espinazo al ver en mente el
azul de tus ojos. Fue justo en ese momento cuando tus manos rodearon mi
cuello. ¿Ibas a escañarme? No me hubiera sorprendido, la verdad... Pero no abrí
los ojos, no quería verte, no quería ser testigo del estallido de tu ira y de sus
consecuencias. Aspiré fuerte una bocanada de aire y me dispuse a... ¿morir? Tus
manos no ejercían ningún tipo de presión en mi tenso cuello. Tragué saliva... ibas
a darme una muerte lenta y sufrida, ¿me equivoco? Sí, seguramente lo habías
planeado todo, desde el primer día que tu voz rezumbó en mi cráneo
advirtiéndome que llegaba tarde a la conferencia, desde el primer roce de tu
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mano sobre mi brazo ayudándome a levantarme del suelo justo delante de tu
portal, desde esa calculada y perfecta sonrisa que me regalaste mientras tu mano
descansaba en mi corazón... Todo, absolutamente todo lo habías planeado,
¿verdad? Para ir matándome lenta y pasivamente, sin pausa pero sin prisa,
desgarrando en vida a tu presa mientras envenenabas y aturdías sin compasión
sus sentidos y emociones.
—May... May... —oí tu melosa voz desde lejos—. Parece que ya vuelve en
sí. Tráeme más.
—Quieres darte prisa, joder. Claro que se va a poner bien... —tu mano
acarició mi frente para luego dejar en ella un paño mojado en agua fría.
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—¿Cris...? —dije más que por oír mi voz para oír de nuevo la tuya.
—Jajaja. Bueno, yo no lo diría caer, exactamente... —tu risa, esa risa... Abrí
los ojos, añoraba tu sonrisa.
Séptima Parte
Suspiré, me sabía poco aquel juego... Así que empecé a entonar una
melodía, sin letras, sin palabras, sin significado alguno que pudiera distorsionar la
pureza del llanto que aquel piano gritaba al mundo. Tan solo fueron murmullos,
suaves susurros, débiles balbuceos nacidos de mi propio pecho, del más
recóndito lugar del ser que dice yacer en mi interior. Fue entonces cuando
lentamente mis ojos se fueron despegando y volví a la realidad, aquella que tan
lejos me había llevado aquel desfase melódico, aquella desconexión sinfónica,
aquel exquisito relax musical...
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
X
Corriendo hacia tu sonrisa - Lane
—Oye, una cosa sí te quería decir. —Te pusiste seria y desenroscaste tus
brazos de mi cintura para apoyarte boca abajo en tus codos—. Disculpa al
gilipollas de mi ex... En cuanto me ha contado lo que el muy cerdo te ha estado
haciendo estos días...
—¿Y tú? —pregunté con morritos de niña pequeña—. ¿No hay nada de mí
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que tu...
—Te quiero... Dios mío, señorita Meyer, ¿sabe usted cuánto se ha aferrado
a mi pobre y humilde alma? —el corazón me latió con fuerza, tan feliz y alegre
que no lo reconocí ni como mío. Te besé la frente mientras mis dedos se colaban
en ese bosque azabache tuyo que tanto adoraba.
—¿Y acaso tiene usted la más remota idea de cuán feliz es la mía abrazada a
la suya? —me sonreíste con los ojos cerrados para luego apoyar tu cabeza en mi
pecho y suspirar intensamente. La acuné delicadamente, besándola una y otra
vez, sin pausas, sin límites, sin fin—. Te amo... —saboreé las palabras.
—May...
—Cris...
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Para descargar está historia y otras más, lo pueden hacer en:
J7 y XWP
(Traducciones al español y demás)
--
https://j7yxwp.wordpress.com
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