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MICHAEL MACCOBY

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La actitud del mexicano hacia la autoridad también merece algo
más que una simple explicación histórica. Por tradición, la sociedad
campesina está estructurada en términos de respeto y de obediencia ha­
cia los padres por parte de los hijos, en la superioridad masculina y en Tiempo mexicano
una jerarquía general de posiciones. Pero este tradicionalismo no im­
plica autoritarismo en el sentido más profundo de desprecio por los CARLOS FUENTES
débiles y el culto por el poder,28 rasgos que caracterizan a no más del
30 por ciento de los aldeanos sometidos a prueba. Si la sociedad fuera
a cambiar, si el mexicano pudiera comenzar a confiar en los funciona­
rios del gobierno y en la ley, la estructura del carácter de muchos apo­
yaría actitudes más democráticas. Desde la Conquista hasta hoy, la historia de México es una segunda
La diversidad de motivos en el mexicano, así como los elemen­ búsqueda de la identidad, de la apariencia, una búsqueda nuevamente
tos patológicos, deben ser tomados en cuenta para entender el carácter tendida entre la necesidad y la libertad: más que conceptos, signos vi­
nacional mexicano. Sólo entonces es posible relacionar la conducta vos de un destino que, una vez, se resolvió en el encuentro de la pura
disfuncional, compensatoria o regresiva, con los factores sociales y eco­ fatalidad y el puro azar. Fatal para el indígena. Azaroso para el español.
nómicos que determinan y sostienen a los rasgos subyacentes del carác­ Más trágico que Edipo, México no acaba de reconocerse en su másca­
ter. En México, muchos hombres y mujeres tienen la estructura de ra. A la fatalidad y al azar, opone el "albur", temible negación de los de-
carácter que les permite adaptarse armoniosamente a una sociedad más que nos conduce al suicidio de no poder reconocernos fuera de .
campesina y ser al mismo tiempo independientes y creadores. Aún no nosotros mismos. El "albur", en México, es una operación del lenguaje /
es posible hablar con precisión acerca de la población urbana que de­ que consiste en desviar el sentido llano de las palabras a fin de dotarlas
be adaptarse a una industrialización rápida.29 Las fuerzas sociales más de una intención insultante, agresiva, negadora de la personalidad de
decisivas para originar un carácter y una psicopatología de adaptación los interlocutores. El "albur" imposibilita todo diálogo. Por ejemplo:
deficiente surgen del conflicto entre los sexos, arraigado históricamen­ nadie puede decir, sencilla y rectamente, "Mi mujer está enferma", sin
te pero sustentado por las tendencias económicas actuales así como por que esto suscite una serie de "albures" verbales en torno a la menstrua­
los restos de explotación que subsisten a pesar de la destrucción de las ción, la procreación, la luna, la cuaresma y la probable edad de la seño-
haciendas que realizó la Revolución y de la sociedad semifeudal que fue ra. Las elaboradísimas fórmulas de la cortesía verbal en México, el uso
hecha trizas hace menos de sesenta años. del subjuntivo, la constante apelación al diminutivo, son protecciones
contra el "albur" y sus secuelas violentas. Se dice "Ésta es su casa'' a fin

Carlos Fuentes (1928) ha reivindicado siempre los valores nacionalistas.


Convencido de la existencia de una amenaza fascista,publica en 1971 Tiem­
po mexicano, un hermoso texto que quiere rescatar la identidad mexicana.
Ante el tiempo lineal europeo, se oponen los tiempos paralelos de México;
estamos entre el imposible regreso a Quetzalcóad y la inaceptable claudica­
ción ante Pepsicóatl. Fuentes afirma que "mientras el progreso norteamerica­
no ha producido basura, el retraso mexicano ha producido monumentos".
De ese libro reproducimos unos fragmentos.

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de que el invitado la respete como respetaría la casa propia; la fórmula ¿Por qué conductos llegó a México este nuevo tiempo? Colling­
encierra un temor al extraño, al ratero, al vándalo, al violador: las ca­ wood, en su Idea de la historia, recuerda que Heródoto veía en la divi­
sas mexicanas se esconden detrás de altísimos muros coronados por vi­ nidad que ordena el curso de la historia un poder "que se regocija en
drios rotos. Se dice "Si usted tuviese la bondad de prestarme ..." porque trastornar y desordenar las cosas". Toda cultura cercana al origen vive
si se dice, secamente, "Préstame tal cosa'', la respuesta sería: "Y tú, prés­ en el terror: habiendo conocido una cercana catástrofe en el pasado, te­
tame a tu hermana''. Se dice "mamacita" porque la escueta expresión me un Apocalipsis cercano en el futuro. La recientísima comunidad
"madre" puede desencadenar decenas de bromas, burlas, frases de do­ helénica veía al mundo como cambio incesante; y lo que cambiaba mas
ble sentido y aun la más temible invitación edípica de México, país en violentamente era la vida humana. Los dioses estaban identificados con
el que todos, menos el que habla, son hijos de la chingada: cada mexi­ el terror y el cambio: Zeus o el trueno, Apolo o la pestilencia, Poseidón
cano es un hijo de la virgen rodeado por millones de tenebrosos hijos o el temblor de tierra. Pero esto también era cierto de la recientísi­
de puta. Lenguaje e identidad: la masa del pueblo indígena, pueblo ma comunidad azteca, fundada apenas doscientos años antes de la
vencido, debió aprender la lengua de los amos y olvidar la lengua na­ Conquista. El recuerdo del origen se identifica con el temor del futu­
tiva. El castellano es la lengua del otro, del conquistador. En sus extre­ ro: la sociedad azteca, su religión, su política, su arte, son exorcismos,
mos, esta lengua se emplea para servir, humildemente, al patrón; es aplazamientos de la catástrofe temida; cada cincuenta y dos años, al
lengua de esclavos, cortés, susurrada, diminutiva, obsequiosa, dulce; y cumplirse el ciclo más vasto, lo anterior debe ser cancelado, negado,
se emplea para gritar, venido el momento, las temibles palabras de la destruido o recubierto como las siete sucesivas pirámides del centro ce­
rebelión, el amor y la borrachera. Pero en su curso central, es el lengua­ remonial ele Cholula; los hombres son sacrificados para aplazar la ca­
je, simplemente, de la falta de identidad, del "albur" ofensivo y de la tástrofe; los poetas cantan para recordar la brevedad de la vida. Pero
retórica hipócrita, tan hipócrita como los abrazos entre hombres en Grecia, como señala Collingwood, se enfrenta y se reconcilia al hecho
México, cuya función original es saber si el otro viene empistolado. de que la permanencia es imposible: Grecia es el reconocimiento de la
/ Esta profunda inquietud acerca de su propia identidad -acerca de necesidad del cambio. Si por un lado la cultura griega trata de saívar lo
su necesidad y de su libertad probables- es lo que hace de México un sustancial, lo esencial, del azaroso mundo del cambio a través del pen­ rillll

país peligroso, un país apasionado. A fin de descubrirlo sin engaños, samiento de Parménides y Platón, por el otro se enfrenta a la peripetia,
México -como una calavera de Posada, como un monstruo de Cue­ reconoce que las cosas pasan instantáneamente de la afirmación a la
vas- tiene que saltar con un grito desgarrante de la orilla de la nece­ negación, de la posición a la oposición, de la pequeñez a la grandeza,
sidad a la orilla de la libertad: libertad política, cultural, personal, del orgullo a la humillación, de la felicidad a la miseria: cambio, histo­
económica. ¿Es de extrañar que la historia oficial de nuestro país sea un ria y tragedia van unidos. Afrodita destruye instantáneamente el orgu­
ejercicio de enmascaramiento positivista con el propósito de evadir esa llo de Fedra y 1;1. castidad de Hipólito: el cambio histórico es aceptado
tensión, de volverla inocua? pero, al mismo tiempo, es salvado y humanizado por la forma trágica.
¿Por qué pudo Grecia pasar del testimonio del cambio a su compren­
[ ...] sión histórica y a su sublimación trágica, y el México indígena no?
Quizás porque Grecia era sociedad abierta y el mundo indígena mexi­
Los carcomidos muros de adobe de los jacales en el campo mexica­ cano una sociedad cerrada. Grecia debió poner a prueba sus concep­
no ostentan, con asombrosa regularidad, anuncios de la Pepsi-Cola, De ciones propias enfrentándose con el exterior: Troya, Persia. El mundo
v-·Quetzalcóatl a Pepsicóatl: al tiempo mítico del indígena se sobrepone el asiático, al negar y conformar a Grecia, la obliga a la crítica y a la au­
tiempo del calendario occidental, tiempo del progreso, tiempo lineal. tocrítica. En México hubo una completa ausencia de crítica en la

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sucesión guerrera, imperial, del mundo azteca: hubo gesta y mito, no que están en dos lugares, en dos mundos, el Viejo y el Nuevo: son los
, tragedia. Cuando el México indígena conoció la tragedia, era demasia- países, al cabo, de Pablo Neruda y Jorge Luis Borges, de Octavio Paz
'-"' do tarde: la confrontación con el mundo exterior equivalió a la muer­ y Julio Cortázar, de Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez, de
te; el mundo indígena no tuvo tiempo de criticarse; perdió de un golpe Wifredo Lam y José Luis Cuevas. Pues detrás de las carabelas de Co­
todos los instrumentos de su cultura. La tradición griega, en cambio, lón llegó a las costas americanas la nave de los locos, el barco de la es­
es la de la tensión entre cambio y permanencia: el río de Heráclito se tulticia, the ship of fools: Erasmo venía al timón, Moro era el vigía,
vierte en el mar de Parménides, y en esa desembocadura brillan dos is­ Campanella el cartógrafo y en las galeras viajaban Jerónimo Bosco y
las de oro: la conciencia trágica y la aspiración comunitaria. los fantasmas nonatos de Don Quijote y Don Juan. El espacio arrui­
La llegada de la cultura española a México significó varias cosas. Pri­ nado de la Ciudad de Dios había sido invadido por la razón humana;
mero, que la herencia original de Grecia se presentó mutilada por la he­ pero Erasmo de Rotterdam instala, en el corazón de la racionalidad, el
rencia de Roma; la apertura ante el cambio fue convertida por Roma discurso de la locura: la locura erasmista dialoga con el mundo, se elo­
en idea de la continuidad, y la permanencia fue suplantada por el prin­ gia para limitar la locura de la razón, habla de las otras posibilidades
cipio de legitimidad: el sustancialismo ha triunfado sobre el cambio: del hombre: habla de la utopía. No hay tal lugar y sí hay tal lugar:
sólo lo incambiable es cognoscible. Las ideas romanas de la continui­ Campanella, en La ciudad del sol ubica la Utopía en América y la Uto­
dad y la legitimidad imperiales son apropiadas por España en cuanto pía es cumplir dos designios de Dios viviendo en una comunidad libre
convienen a su propio proyecto imperial, pero siempre en estado de y bajo una sola ley. La gran empresa conciliadora y comunitaria de
conciliación con la herencia medieval: ese proyecto debe coincidir con Moro, Campanella, Erasmo, Vives y Valdés es la esperanza del nuevo
la trascendencia divina, con el proyecto de Dios que se impone al mun­ mundo y Vasco de Quiroga la encarna fugazmente en las comunida­
do sin consultar la voluntad de los hombres. 1 des michoacanas: "Porque no en vano sino con mucha causa y razón
Sin embargo, el traslado a México de este organicismo medieval éste de acá se llama Nuevo Mundo y eslo Nuevo Mundo, no porque
como sostén de la legitimidad imperial coincide con la revuelta mo­ se halló de nuevo sino porque es en gentes y cuasi en todo como fue
derna del individualismo crítico, por un lado, y el utopismo colecti­ aquel de la edad primera y de oro ..."
vo, por el otro. El primero tiene sus raíces romanas e hispánicas en el Pero esta empresa de los que Alfonso Reyes llamó "los padres iz­
estoicismo y el epicureísmo: representa la decisión de salvar a la per­ quierdistas de América" se frustró; la "edad primera y de oro", según
sona y sus valores ante la imposibilidad de transformar al mundo el propio Quiroga, "por nuestra malicia y gran codicia de nuestra na­
circundante, y es el origen de una actitud constante de las elites de ción ha venido a ser de hierro y peor". La empresa espiritual de Eras­
Hispanoamérica. El segundo tiene las suyas en la herejía medieval an­ mo fracasa en América; si el humanista de Rotterdam intenta la
tiagustiniana de Pelagio: el dogma y la vida sólo son conciliables a tra­ suprema conciliación del misterio religioso y la razón práctica gracias
vés de la libertad humana, agente directo de la gracia divina. Esta a la conciencia irónica uel yo, relativizando tanto al dogma como al
proposición reabre la posibilidad política en la comunidad cristiana; poder, España, con la contrarreforma, absolutiza por igual, y tras­
replantea el tema de la ciudad, de la organización de la polis, lugar planta a tierras americanas, dogma y poder. Nuevamente, la "locura"
donde se concilian el plan divino y el plan humano. U Topos: No hay erasmista debe superar, en América Latina, el tardío pero oportuno
tal lugar, dice Tomás Moro, y su negación es una aparición: su Utopía florecimiento de nuestros arte y literatura modernos. Pero en el siglo
es ante todo un deseo y América, antes de ser, es deseada. No hay tal XVI, como indica Eugenio Imaz, Moro fue martirizado y su martirio
lugar y sí hay tal lugar: no es otra la raíz más secreta y profunda de la consistió en ser testigo de la Utopía ante la Topía, de la razón ante la
cultura hispanoamericana; Topía y Utopía son los países superpuestos razón de Estado: Maquiavelo vence a Moro, acaparando la racionalidad

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como proyecto pragmático del Estado; Felipe II vence a Moro y a triunfante, el modelo del progreso, el empirismo, el pragmatismo y el
Maquiavelo, identificando la razón del imperio español con el proyec­ pacto social lockiano? La Independencia se propuso recuperar el tiem­
to divino. El virreinato, el poder absolutista de los Austrias, la Con­ po perdido, digerir en unos cuantos años la experiencia europea a
trarreforma y la Inquisición nos separan durante cuatro siglos de la partir del Renacimiento, asemejarnos cuanto antes a los modelos des­
aventura moderna de Europa: España se cierra y nos encierra. Una lumbrantes del progreso: Francia, Inglaterra, los Estados Unidos. Pero
intensa esquizofrenia política, moral e intelectual se apodera de la -y éste es un inmenso pero- esta opción nos condujo a una nue-
América española: el trasplante español nos ofrece lo peor y nos niega va esquizofrenia: atruibuimos al progreso moderno las cualidades de
lo mejor de España; Cuba puede ser una Andalucía más graciosa que nuestro utopianismo frustrado; convertimos en nuestras utopías mo­
la propia Andalucía, pero México es una Castilla más sombría que la dernas los hacinamientos de Londres y Nueva York y las fábricas de
propia Castilla; los fermentos combatidos, pero existentes; en España Pittsburgh y Manchester, es decir, todo aquello que derivando del
-tradicionalistas, como las comunidades, germanías y hermandades; mundo sensible del ser, niega al mundo ideal del deber ser. El pragma-,/
renovadores, como alumbrados y eramistas- no logran pasar las ba­ tismo del mundo capitalista había triunfado sobre el utopismo del
rreras de las aduanas del espíritu en América; las tradiciones de go­ mundo renacentista; nosotros, al independizarnos de España, preten­
bierno propio que abundan en España no encuentran equivalente en dímos disfrazar el progreso de utopía, crear la polis comunitaria, ideal,
América; el cabildo es una institución ficticia y la universidad se va con cuanto la negaba. No es lo mismo la ciudad de Campanella y
reduciendo, escolásticamente, a la parquedad del trivio y el cuadrivio; Moro, comunidad auténtica que disuelve los contrarios, que la ciudad
la revisión crítica del tiempo moderno en todos sus órdenes -Bodino de Locke, que atomiza a una polis que no tiene más razón de ser que
y el nuevo Estado; Copérnico, Kepler, Galileo y la nueva concepción la protección de la propiedad privada, llamándola "democracia" en su
física del universo; Erasmo, Bruno y el nuevo régimen intelectual, no aplicación interna e "imperalismo" en su aplicación externa. La parado-,/
llegan sino sordamente a nuestro mundo; y ni siquiera con sordera ja de Amércia Latina es que ha optado por la ideología de sus explota­
aparecen en él la teoría o la práctica del nuevo capitalismo expansivo, dores, rindiendo pleitesía al positivismo liberal y al tiempo antiutópico
individualista, fundado en la identificación del orden natural (evi­ del progreso, del ser, contra el tiempo moral del deber ser. Aquél se mi- «
dente) y del orden providencial (revelado). Pero la suprema paradoja de; éste se desea y se imagina. En otras palabras: no hay vedadera revo-/
••/de la colonización española es que fuimos colonizados por un país que lución sin referencia a la utopía. "Vio bien Campanella: la razón de
pronto se convirtió en país colonizado por las potencias mercantiles Estado prefiere la parte al todo, el individuo al género humano, la socie­
del norte de Europa. La fuga del tesoro americano a los Países Bajos, dad a la comunidad" (Ímaz, Topíay utopía). La utopía, como la revolu­
y de allí a Inglaterra y Alemania para pagar las importaciones españo­ ción, invierte esas preferencias. México y América Latina, en cambio,
las financió, en efecto, buena parte de la expansión industrial de esas optaron por la ideología de la razón de estado, que era la del éxito, la
regiones. España fue las Indias de la Europa capitalista. del progreso, la de la defensa de la propiedad privada, y la justificaron
Este rechazo de la modernidad a partir del Concilio de Trento con­ con la teoría rousseauniana, incorporada a todas nuestras constitu­
duce a España y a sus colonias a la decadencia y al descontento. ¿Es de ciones, de la voluntad general. Pero no se percataron de que, en la prác­
extrañar que, al obtener la independencia, la América Latina haya op­ tica europea y norteamericana, la voluntad general, lejos de ser la
tado por la fórmula del éxito, haya rechazado por igual la mezcla ino- voluntaria comunidad de todos, era el disfraz moral de la clase burgue-
V/perante del catolicismo medieval con centralismo absolutista y la sa, de su particular interés económico travestido de interés general y
promesa frustrada de la utopía renacentista, corrompida por la épica de hasta universal. Y el interés universal del capitalismo se llama imperia­
la Conquista y la praxis de la colonización, para optar por el modelo lismo. Y nosotros somos sus víctimas.

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No niego que esta opción haya sido natural. La filosofía de la Ilus­ dustrialismo capitalista. El asesinato de la democracia socialista en
tración, como Jano, tenía dos caras. Mirando al pasado, afirmaba: to­ Checoslovaquia, por otra parte, ha dejado sin máscara a la tecnoburo­
do, antes de nosotros, ha sido bárbaro, irracional y supersticioso. cracia soviética que, como sus congéneres del Occidente lo hacían con
Mirando hacia el futuro proclamaba: de aquí en adelante, sólo habrá los filósofos de la Ilustración, se enmascaraba con la herencia libertaria
un progreso ilimitado. Nada, en apariencia, convenía más a países que de Marx, Engels y Lenin.
querían negar totalmente el pasado indígena y colonial e incorporarse Nuestro drama es que hemos accedido a la sociedad urbana e in­
a la marcha optimista del progreso. Sin embargo, la Ilustración funda­ dustrial sólo para preguntarnos si el esfuerzo valió la pena; si el mode­
ba sus ideas en un concepto universal e incambiable de la naturaleza lo que venimos persiguiendo desde el siglo XIX es el que más nos
humana; pero esa naturaleza humana no era la nuestra, sino la de los conviene; si a lo largo del pasado siglo y medio no hemos seguido ac­
europeos de fines del siglo XVIII. De allí la pregunta de Momesquieu: tuando como entes colonizados, copiando acríticamente los prestigios
"¿Cómo es posible ser persa?", que de hecho implicaba preguntarse: materiales de la sociedad capitalista; si no hemos sido capaces, en fin,
¿cómo es posible ser mexicano o argentino? El eurocentrismo de este de inventar nuestro propio modelo de desarrollo.
pensamiento culmina en cierto modo con la afirmación del romántico No podemos regresar a Quetzalcóatl; Quetzalcóatl tampoco regre­
alemán Herder: el sistema solar es el centro del universo físico; la tie­ sará a nosotros. Como Godot, Quetzalcóat! se fue para siempre y sólo
rra es el centro del sistema solar; Europa es el centro de la tierra; sólo regresó disfrazado de conquistador espafiol o de príncipe austriaco.
en nuestros días se ha vuelto evidente que existe una pluralidad de cul­ ¿Debemos, por ello, enajenarnos a Pepsicóatl? Sería el camino más fá­
turas que suponen una pluralidad de valores: todos somos centrales cil, pero no el más feliz. México se encuentra actualmente en un gra­
porque todos somos excéntricos. do de desarrollo capitalista intermedio: el que el teórico de la
subordinación imperialista, W W Rostow, llama "la etapa del despe­
[ ...] gue". Pero ese desarrollo, una vez que la burguesía mexicana aprovechó
para sí las reformas revolucionarias, sepultando de paso la ideología
Muchos sectores urbanos de México, en 1971, han logrado reali­ revolucionaria, carece hoy de metas verdaderas en el orden de la justi­
zar el suefio del progreso moderno y, casi, vivir en Monterrey como en cia y, también, en el de la imaginación: se trata de un desarrollo por el
Milán, en Guadalajara como en Lyon o en la ciudad de México como desarrollo mismo que al cabo, nos hace persistir en el atraso y nos con­
en Los Angeles. Esta meta, sin embargo, se ha alcanzado, nuevamente, vierte en depositarios del excedente plástico, descafeinado y korequiza­
a destiempo: ha coincidido con las revueltas, dentro de las civilizacio­ do de la gran industria norteamericana: somos el Bajo Chaparral de la
nes industriales, contra la tecnocracia, la destrucción del medio am­ producción y el consumo de la metrópoli yanqui. Quetzalcóatl nos
biente, la contaminación, los guetos urbanos y la falsificación de los prometía el Sol; Pepsicóatl nos promete una lavadora Bendix pagable
medios modernos de comunicación: contra el pacto fáustico, en suma, a plazos. Los atractivos del estilo de vida norteamericana transplanta­
del trueque del alma por bienes de consumo frágiles e innecesarios. Ha dos a México generan, a través de los medios de difusión, un segundo
coincidido, además, con el desenmascaramiento de las justificaciones problema; el de la aglomeración irracional en las urbes mayores. Cin­
ideológicas que, a partir de Locke, Rousseau y Adam Smith, consti­ co mil personas llegan diariamente del campo a la ciudad de México,
tuían la base de la eficacia pragmática y de la buena conciencia moral atraídas en gran medida por el espejismo nylon que les ofrecen la ra­
de Occidente. El genocidio y el fracaso militar en Vietnam y las reve­ dio, el cine, los anuncios y la televisión (y expulsadas del campo, en
laciones de los documentos del Pentágono sobre el modus operandi del medida aún mayor, por las condiciones de injusticia que en él privan).
poder han desnudado para siempre a la filosofía ético-positivista del in- Son los hijos de Zapata que se convertirán en hijos de Sánchez.

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