La forma como estos factores han afectado al ecosistema amazónico depende de los incentivos
que plantean las políticas públicas o los procesos de globalización, que se traducen en las
variaciones de la demanda de productos oriundos de la región. Además, el insuficiente
conocimiento sobre el funcionamiento del ecosistema amazónico, así como respecto al valor del
mismo, expresado incluso por el casi inexistente valor atribuido a los servicios ambientales
generados por el bosque, alimentan el impulso de prácticas depredatorias. Los procesos de
colonización impulsados desde las políticas públicas, así como la migración, explicada por la falta
de oportunidades de trabajo en zonas periféricas a la Amazonía, promueven el desarrollo de
actividades productivas, algunas de ellas difícilmente sostenibles.
A ello debe sumarse las consecuencias del proceso de globalización, que incentiva la expansión
de monocultivos en grandes extensiones. Ejemplos de ello son la ganadería bovina, la soya y la
coca, que en algunos países son los principales vectores de la deforestación y la pérdida de
biodiversidad, y que generan, asimismo, contaminación de los cuerpos de agua. Adicionalmente,
se evidencia la multiplicación de megaproyectos asociados a la explotación de hidrocarburos y a
la construcción de carreteras y represas.
Asimismo, la migración impulsa el desarrollo de asentamientos humanos e infraestructura de
servicios y comunicación, lo que exige habilitar áreas para esos fines que generan un cambio en
el uso del suelo. Dicho cambio li - mita la provisión de servicios eco sistémicos, tales como soporte
del suelo, provisión de bienes, recreación y cultura y regulación del ciclo hidrológico. Este proceso
de ocupación de la Amazonía revela el uso limitado del ordenamiento territorial como instrumento
de gestión del desarrollo sostenible.