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Ensayo sobre esquizofrenia

Introducción

La esquizofrenia, durante muchos años, ha sido tomada como una de las


enfermedades incurables de importancia, debido principalmente a su prevalencia
mundial y en su particular inicio temprano, cronicidad y relación con incapacidades
personales, laborales y sociales.

En la actualidad, neurólogos, psiquiatras y psicólogos aceptan la idea de que la


esquizofrenia incluye a un grupo de trastornos vinculados de manera estrecha que
se caracterizan por una alteración específica del afecto, la conducta y el
pensamiento, pudiendo variar en delirios, demencia o nivel de depresión. Sin
embargo, a la fecha no se cuenta con un diagnóstico de laboratorio exacto
respecto el origen de la patología por lo que el diagnóstico depende del
reconocimiento de las alteraciones psicológicas características de la patología.

La Organización Mundial de la Salud (2015), OMS por sus siglas, ha estimado que
en el mundo hay más de 21 millones de sujetos con esquizofrenia y que la
mayoría viven en países poco desarrollados (De la Fuente, Medina-Mora y
Caraveo, 1997). En México se ha reportado una cifra aproximada entre 500mil y
700mil pacientes con esquizofrenia, donde nuevos casos oscilan entre 2.4 a 5.2
por cada mil habitantes, esto es, cada año aumenta la cifra entre 0,24 y 0.52% y
donde alrededor del 32% de los pacientes hospitalizados en hospitales en México,
tenían el diagnóstico de esquizofrenia (Villamil, Valencia, Díaz, Medina-Mora y
Juárez, 2005; Secretaria de Salud, 2007).

Desarrollo

La esquizofrenia es una enfermedad compleja que se caracteriza por la presencia


de la sintomatología psicótica, así que incapacita al paciente de una manera
considerable en su funcionamiento ocupacional, social, económico, de pareja con
su componente sexual y familiar, es decir en su funcionamiento psicosocial total. A
afectado a alrededor de 21 millones de personas en todo el mundo (OMS, 2017) y
se caracteriza por un pensamiento e ideas desorganizadas, alteración en la
percepción, emociones, lenguaje y conducta en general al igual que ir
acompañada de alucinaciones auditivas, visuales o de percepción al igual que de
delirios (ideas persistentes que no se ajustan a la realidad), afectando al sujeto en
las áreas antes mencionadas.

Se considera que la esquizofrenia es una psicopatología de gran impacto ya que


afecta sin discriminar sexo, genero, edad o lugar de origen dando sintomatología
de alucinaciones, delirios, alteraciones de las percepciones y comportamiento
desorganizado. A través de los años ha sido estudiada y analizada por un sin fin
de estudiosos (filósofos, psicólogos, neurólogos, médicos, etc.) los cuales han
podido descubrir sus efectos, sintomatología y ciertas maneras de controlar la
patología, pero hasta la fecha aún no se descubre con certeza la razón de su
origen o la manera de curarla de manera certera o específica

Las personas que sufren TMG como esquizofrenia u otras psicosis, presentan una
compleja problemática que no se reduce a la sintomatología psicopatológica que
presentan sino que afecta asimismo a otros aspectos como su funcionamiento
psicosocial y su participación en la comunidad. Quizá la definición más
representativa y que ha alcanzado un mayor consenso sea la que emitió el
Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU en 1987 (NIMH, 1987), y que supone
la interacción de 3 dimensiones:

 Dimensión Diagnóstico: Incluye principalmente a las personas que padecen


algún tipo de psicosis funcional (no orgánica). Quedarían excluidas las
personas que presentan psicosis orgánicas y las que aparecen por encima
de los 65 años por ser susceptibles de recibir tratamiento prioritariamente
en otros servicios distintos a los de Salud Mental.
 Dimensión Discapacidad: Supone que muchas de las personas que sufren
TMG, a consecuencia de los mismos o propiciado por ellos, presentan
variadas discapacidades o déficit expresadas en dificultades para el manejo
y desenvolvimiento autónomo en las diferentes áreas de la vida personal y
social. Estas dificultades en su funcionamiento psicosocial hacen que
muchos de ellos presenten problemas en el manejo de muchas de las
exigencias de la vida personal y social y en el desempeño normalizados de
roles sociales. Asimismo, esta dimensión de discapacidad en personas con
TMG permite entender el destacado papel que deben jugar la atención
psicológica y social en la atención comunitaria, la rehabilitación y el apoyo a
la integración social.
 Dimensión Duración: Intenta discriminar al grupo de personas que
presentan trastornos de duración prolongada y descartar los casos que,
aunque puedan presentar síntomas o diagnósticos de gravedad, aún
tengan un tiempo corto de evolución y por tanto un pronóstico todavía no
muy claro. El carácter crónico de este tipo de TMG debería entenderse en
analogía a otras enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión,
es decir, trastornos que, por el momento, no cuentan con posibilidades de
curación, pero que, con el adecuado tratamiento y apoyo, pueden permitir
llevar una vida normalizada y autónoma (Blanco y Pastor, 1997).
Entendiendo estas dimensiones, podemos comprender el por qué la necesidad de
implementar un tipo de terapia que se ajuste a la vida del individuo, no solo como
tratamiento diagnóstico o psiquiátrico, como es que se suele tratar únicamente,
sino también con la determinación y motivación del profesional de la salud, el cual
es otro elemento principal de la rehabilitación. En rehabilitación, como en otros
campos de la intervención social, no se cuenta con tecnología que resuelva los
problemas, se cuenta fundamentalmente con la relación de ayuda que presten los
profesionales. De ahí el papel esencial de los profesionales en la rehabilitación.
Con lo comentado hasta aquí se puede tener una primera aproximación a las
características de este grupo de personas. Pero no se debe olvidar que aunque se
compartan problemáticas más o menos comunes, éstas se concretan en cada
individuo, en cada persona, de un modo particular e individualizado en función de
la interacción (diacrónica y sincrónica) de múltiples factores biológicos,
psicológicos, familiares y sociales que concurren en la historia y la vida de cada
uno de ellos, y asimismo en función de la atención y servicios que reciban.

Algunos datos internacionales de acuerdo con la Secretaria de Salud (2012) son:

 450 millones de personas sufren de un trastorno mental o de la


conducta
 Las principales enfermedades mentales son la esquizofrenia, el
trastorno bipolar, la depresión severa, el trastorno obsesivo compulsivo,
el Alzheimer y otras como la epilepsia y la anorexia
 Cuatro de las seis causas principales de los años vividos con
discapacidad resultan de trastornos como la depresión, trastornos
generados por el alcohol, esquizofrenia y trastorno bipolar.
 Cerca de 25 millones de personas sufren de esquizofrenia
 Una de cada cuatro familias cuenta por lo menos con un miembro
afectado por un trastorno mental
 En 41% de los países del mundo no hay programas de capacitación en
Salud Mental
Las personas con psicosis (con la esquizofrenia como principal paradigma) han
sufrido una larga historia de marginación. La historia del sujeto es principalmente
la historia de sus fracasos, es decir, la historia de su locura, puesto que la locura
no es un avatar circunstancial del sujeto sino su condición de posibilidad, su
premisa constitutiva. Con razón, el primer historiador de la subjetividad, Foucault
(1976), empezó por ella su estudio, explicando aspectos de la historia y la “nef des
fous” (nave de los locos) y los lugares de detención reservado a los insensatos o
no cuerdos.
Ahora bien, este carácter temporal nos obliga a cuestionar con mayor precisión
aún los efectos de la historia. La pregunta es crucial pero muy compleja, y nada
del pensamiento tradicional nos ayuda a formularla.
Un requisito inicial nos exige distinguir entre lo estrictamente histórico y lo
simplemente cultural, que se diferencian aquí sin llegar a contraponerse del todo.
Pues lo cultural, si aceptamos su empleo restringido, afecta tan sólo a las
mutaciones superficiales derivadas de la variación de las costumbres, de los
estilos narrativos y de las elecciones del deseo, que en su conjunto vienen a
superponerse con lo que se ha llamado cambios de mentalidad. Desde el ángulo
de las modificaciones culturales, podemos estudiar los cambios en la presentación
de los síntomas, la evolución de su tratamiento o la influencia que la recepción
social ejerce sobre su apariencia. No es lo mismo, desde este punto de vista, estar
loco en un siglo que en otro, ni entre los inuit que en Ginebra o en la
desembocadura del río Congo. Las psicosis, al fin y al cabo, no son entidades
naturales fijas sino procesos plásticos sometidos a una transformación constante.

Hasta hace pocas décadas, el principal modelo de atención a las necesidades y


problemáticas psiquiátricas y psicosociales se organizaba en torno al
internamiento durante largos períodos de tiempo o incluso de por vida, en
instituciones psiquiátricas (Rodríguez y González, 2002). Estas instituciones u
hospitales psiquiátricos (también llamados manicomio) habitualmente de gran
tamaño y situados lejos de los núcleos urbanos se caracterizaban por ofrecer en la
mayoría de los casos poco más que una atención de tipo asilar y custodial, la
asistencia psiquiátrica que ofrecían era escasa y deficitaria, las condiciones de
vida de los internados eran claramente inadecuadas: masificación, falta de
intimidad, despersonalización. Por todo ello, la permanencia prolongada en dichas
instituciones constituía un importante factor de cronificación y deterioro personal
además de marginación y aislamiento de la sociedad. Actualmente, la situación ha
ido cambiando gradualmente y mejorando sustancialmente gracias a la
confluencia de diferentes factores: desarrollo de nuevas formas más eficaces de
tratamiento farmacológico, psiquiátrico y de intervención psicológica y psicosocial,
cambios políticos y culturales, movimientos de lucha por los derechos civiles, etc.;
se han ido produciendo cambios y modificaciones en la manera de abordar y tratar
los enfermos mentales crónicos que han permitido avanzar en un profundo
proceso de transformación de la atención y situación de estas personas

La esquizofrenia es un diagnóstico en personas con un grupo de trastornos


mentales crónicos y graves, caracterizados por alteraciones en la percepción o la
expresión de la realidad. Actualmente, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
trastornos mentales 5 (DSM por sus iniciales en inglés) y la Organización Mundial
de la Salud (OMS o WHO por sus siglas en inglés) distinguen las siguientes
variables o subtipos dentro de la esquizofrenia: a) esquizofrenia paranoide; b)
esquizofrenia hebefrénica; c) esquizofrenia catatónica; d) esquizofrenia
indiferenciada; e) depresión post esquizofrénica; f) esquizofrenia residual; g)
esquizofrenia simple; h) otro trastorno del espectro de la esquizofrenia i)
esquizofrenia sin especificación. Por otro lado, existe una amplia variedad de
modelos categoriales y dimensionales descrita por múltiples investigadores que
tratan de abordar y explorar los síntomas de la esquizofrenia y su diagnóstico

La esquizofrenia es, ante todo, un trastorno del sujeto y de la subjetividad y, así,


de la experiencia de sí mismo y del mundo. Ha sido estudiada durante décadas y
se ha visto abordada desde diferentes ángulos (tanto objetivos como subjetivos).

El concepto de esquizofrenia, aún sin ser nombrada como tal, se remonta al siglo
XIX, y quizá el primer caso documentado de ello es el de Conolly en 1849 (citado
por Hernández y Sánchez, 2007)

Eugen Bleuler, en 1911, basándose en este marco teórico acuñó el término de


esquizofrenia; dentro de este concepto designó todos los casos de trastorno
mental funcional, con excepción de la psicosis maníaco depresivo (Barlow y
Durand, 2001). Consideró que el trastorno de base era un desplazamiento de la
personalidad y un trastorno del pensamiento

Hay muchos tipos de asesinos con problemas mentales. La mayoría de los


esquizofrénicos pueden resistir las agresivas órdenes provenientes de sus
alucinaciones. Un caso es el de Herbert Mullin, el cual escuchaba la voz de su
padre ordenándole que tuviera que matar a una persona cualquiera. Mullin por su
parte, creía salvar el mundo, librándolo de terremotos. A diferencia de otros
asesinos seriales, él no buscaba cierto tipo de víctimas. Si no que entre ellas
encontramos a una familia, a un sacerdote, a un pordiosero y a algunos
campistas. Tras su arresto, todos estaban convencidos de tener a un paranoico
esquizofrénico frente a ellos, sin embargo, fue declarado legalmente sano. A
diferencia del resto de los asesinos, el peleó por declararse sano y no loco como
los demás. El mismo manifestó ser un buen americano, víctima de una
conspiración y que merecía la libertad. John Linley Frazier eliminó a una familia
completa de Santa Cruz (California), en 1970 porque pensaba que contaminaban
y destruían la tierra. De todos modos fue declarado, como Mullin, legalmente sano
y sentenciado a cadena perpetua. David Berkowitz, mundialmente conocido como
el hijo de Sam, también alegó esquizofrenia, pero, pasado un tiempo, decidió dar
una conferencia de prensa donde negó la existencia del demonio que según él
moraba dentro de sus pensamientos.
Por lo que respecta a la relación entre la esquizofrenia y el comportamiento
criminal, según Hikal (2009), después de décadas de negar la existencia de una
relación entre la enfermedad mental y la delincuencia , la comunidad psiquiátrica
ha revertido su posición, a pesar de que todavía hay cierta reticencia a afirmar el
vínculo entre el crimen y la esquizofrenia, por miedo a estigmatizar aún más a un
grupo ya muy estigmatizado , pero la evidencia (incremento de las tasas de
detención de esquizofrénicos) no puede ser desestimada o ignorada. Un estudio
sueco concluyó que las personas con psicosis tienen hasta cuatro veces más
probabilidades de tener antecedentes penales que los miembros de una población
general (Hikal, 2009). No obstante, hay que dejar claro que la violencia impulsada
por la psicosis sigue siendo una parte muy pequeña del problema de la violencia
en la sociedad (Montiel Sosa, 2000).

Montiel Sosa (2000) afirma que las personas con esquizofrenia también son las de
mayor riesgo de ser victimizadas. La medicación es fundamental para la
estabilización del enfermo de esquizofrenia. Actúa estabilizando las funciones
biológicas mediante la reducción o eliminación de los pensamientos engañosos y
la reducción de la ansiedad.

Según el meta-análisis de Fazel, Langstrom, Hjern, Grann y Lichtenstein, hay un


aumento medio de cuatro veces en la comisión de delitos violentos en los hombres
con esquizofrenia en comparación con los hombres sin esquizofrenia. Asimismo,
en un estudio reciente realizado, los pacientes con esquizofrenia tenían más
riesgo de cometer delitos violentos en comparación con los sujetos del grupo de
control (4.3 veces más de probabilidad en el caso de los hombres y 9.9 veces más
en el de las mujeres). Este riesgo para delitos violentos fue mayor entre los
pacientes con abuso de sustancias

Los principales factores predictores de comportamientos violentos en las personas


con un trastorno mental grave son: a) una historia previa de violencia o de
victimización, con una personalidad premórbida anómala, b) la falta de conciencia
de enfermedad y el consiguiente rechazo o abandono del tratamiento, c) los
trastornos del pensamiento (ideas delirantes de amenaza/control, de celos o de
identificación errónea) o de la percepción (alucinaciones que implican fuerzas
externas controladoras del comportamiento), con pérdida del sentido de la
realidad, d) el abuso de alcohol o drogas, e) el aislamiento familiar y social,
resultado de la estigmatización o de la discriminación y f) el riesgo es mayor en
varones jóvenes.

Frecuentemente el paciente llega al perito como autor de un crimen violento o de


delitos menos graves, o incluso por hechos que son habituales en la población
delincuente común. También puede acceder al perito para valorar su estado
mental durante la guardia de detenidos, para un ingreso involuntario o para
examinar sus competencias de autogobierno. A nivel pericial penal, las psicosis
constituyen el paradigma de la locura, la enajenación, alienación o alteración
psíquica, al tratarse de un trastorno que irrumpe en la personalidad y que implica
una pérdida de la conciencia de la realidad y/o de la continuidad histórico-
biográfica. La percepción del mundo como amenazante explica las conductas
agresivas en sujetos con síntomas esquizofrénicos. En asuntos de orden civil se
ha experimentado un cambio radical en los últimos años, que va desde la
incapacitación total con tutela global a la modificación parcial de la capacidad de
obrar, rechazo al sistema tutelar, con la protección de un complemento de
capacidad en ciertas áreas, y a un mayor control de los ingresos involuntarios.
Valoración de la base psicopatológica de la imputabilidad. En una revisión de
sentencias se aprecia que la mayoría de los delitos cometidos por pacientes
psicóticos crónicos son contra las personas, pero no todos. Esta diversidad se
debe a la elevada comorbilidad de las psicosis (trastornos de la personalidad,
abuso de drogas), así como a la marginación social de la persona con esta
patología mental. No obstante, el paciente con esquizofrenia no siempre delinque
como consecuencia de su psicosis. El diagnóstico de esquizofrenia conduce
habitualmente a la inimputabilidad total, encajada en la alteración psíquica del art.
20.1 del Código Penal. Sin embargo, el Tribunal Supremo ha matizado con el
tiempo su postura. Así, antiguamente el criterio era exculpar al paciente del delito
cometido de forma automática por el principio in dubio pro reo y determinar su
ingreso en un centro psiquiátrico durante un período prolongado

El paciente psicótico puede engañar al perito y a los jueces. Al respecto, cabe


decir que el paciente psicótico crónico puede ser muy inteligente y “aprovecharse”
de su diagnóstico previo acreditado y sentirse “justificado” en todos los casos para
delinquir, con un móvil claro y suficiente nivel de conocimiento y voluntad en
beneficio de su persona. En este sentido es importante aclarar que no todos los
actos que realizan los psicóticos tienen su origen en su psicosis, a excepción de
ciertos cuadros clínicos muy avanzados en los que la psicosis impregna todas las
conductas del sujeto. Habrá por ello que aclarar si en el momento de la acción se
encontraba compensado o descompensado.

La psicosis simulada no va a ser fácil en la práctica. El paciente simulador deberá


poseer ciertos conocimientos de psiquiatría, deberá tener la constancia de
mantener en pie sus síntomas sin equivocaciones o inconsistencias de una
anamnesis a otra y deberá simular al mismo tiempo todo un cortejo de síntomas.
El estudio de la posible simulación debe ser tenido en cuenta en la evaluación.
Hay ciertos signos de sospecha. El incentivo externo, casi siempre presente en
asuntos judiciales, permite diferenciar la simulación de los trastornos facticios. El
simulador de psicosis, por lo general, referirá un cuadro clínico muy alarmante con
síntomas burdos, de curso no habitual o contradictorios (demencia, personalidad
múltiple, alucinaciones de comando, alucinaciones visuales), que no encajan bien
en la nosología, siendo raro encontrar síntomas más sutiles (fenómenos de robo o
imposición del pensamiento, neologismos, etc.)

La violencia cometida por las personas con esta condición representa solo un
pequeño porcentaje de los delitos violentos en general. Los pacientes con una
esquizofrenia controlada pueden llevar una vida relativamente normalizada y solo
son responsables de una pequeña parte de los delitos violentos. Los medios de
comunicación han exagerado la relación entre la esquizofrenia y la violencia,
cuando lo cierto es que muchos pacientes con esquizofrenia pueden convertirse
más fácilmente en víctimas que en agresores. Sin embargo, la esquizofrenia mal
controlada farmacológicamente, con consumo de drogas y con otros factores
biopsicosociales de riesgo añadidos (antecedentes familiares, ser joven, varón,
con trastorno de la personalidad, de nivel económico bajo, sin apoyo familiar y
social) indiscutiblemente predispone a la violencia. Es decir, los principales
factores asociados a la violencia en la esquizofrenia son la mala adherencia al
tratamiento y la comorbilidad con el abuso de sustancias, circunstancias que
resultan relativamente habituales en este cuadro clínico. Esto tiene implicaciones
para las personas que conviven con estos pacientes, los cuidadores y
profesionales de salud mental, los administradores de los centros de atención
psiquiátrica, las fuerzas del orden, el sistema judicial y los responsables políticos.
Las personas con esquizofrenia tienen también un mayor riesgo de violencia
debido a los síntomas psicóticos específicos. Pero este riesgo aumenta por
anormalidades cerebrales, comorbilidades psiquiátricas y factores demográficos
que no son específicos de la esquizofrenia. Muchos delitos violentos cometidos
por personas con esquizofrenia son indistinguibles de los delitos llevados por otras
personas. Sin embargo, a pesar de nuestro conocimiento de los factores
relacionados con el aumento del riesgo de violencia y la existencia de tratamientos
eficaces para mitigar este riesgo, se carece de instrumentos de evaluación del
riesgo válido para esta población.

Ahora bien, existe una asociación no solo entre la esquizofrenia y el delito


posterior, sino también con los delitos cometidos antes del primer ingreso (etapa
prodrómica o psicosis aún no diagnosticada), reforzando la idea de que las
personas que van a ser diagnosticadas con la enfermedad en el futuro muestran
precozmente diferencias de comportamiento con el resto de la población. Por ello,
un reto de futuro es diseñar protocolos de valoración y gestión del riesgo para
detectar y afrontar adecuadamente los síntomas prodrómicos. Respecto a la
imputabilidad, hay que establecer el nexo causal entre la semiología y la conducta,
aunque la tendencia natural es hacia la eximente completa. Las medidas de
seguridad actualmente, frente al internamiento indefinido, tienden a la libertad
vigilada con tratamiento ambulatorio y otras medidas de prevención y control. Y
respecto a la capacidad de obrar, puede en muchos casos ser modificada
específicamente en el cuidado de la salud, mediante un complemento de
capacidad o curatela. Ocasionalmente, puede solicitarse al perito la competencia
para declarar o ser juzgado, que puede encontrarse afectada en algunos casos.
Por último, los programas de terapia integral biopsicosocial han resultado eficaces
en la prevención de recaídas y en el control de los síntomas, así como en la
mejora funcional de los pacientes con esquizofrenia. Por ello, este enfoque, junto
con un tratamiento farmacológico que resulta imprescindible, puede ser la opción
terapéutica indicada.

Conclusión

La esquizofrenia es una enfermedad con la que tienes que aprender a vivir toda la
vida. No tiene cura, pero si tratamiento. Este tratamiento puede afectar tanto de
forma positiva como de forma negativa dependiendo del sujeto de estudio. Al igual
que la esquizofrenia, los distintos tipos de enfermedades mentales suelen venir a
causa de trastornos en la infancia o situaciones en las que nos fijamos, que nos
dejan marcados para toda la vida.

Haciendo referencia a lo anterior, donde se habla del origen y naturaleza de la


psicopatología que es la esquizofrenia (que se refiere tanto a su origen como a las
concepciones clínicas sostenidas por la psicopatología como disciplina científica)
cabe mencionar que este padecimiento ha tenido su evolución a través de los
años. Por lo tanto, aunque ya existían características y rasgos psicopatológicos
desde hace cientos de años atrás, esta enfermedad también ha sido, en parte,
constructo de la evolución humana y los malestares de la gente en la sociedad del
bienestar.
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