Ayer 30 abril, con ocho votos a favor, la Suprema Corte de Justicia de la Nación
determinó como inválida la modificación al artículo 158 del Código Penal del
Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave realizada el 1 de diciembre de 2015.
Dicha modificación adicionó al artículo referente al “delito de peligro de contagio”
el término “infecciones de transmisión sexual” a fin de que quienes las tuvieran
pudieran ser sancionados por poner en peligro de infectarse a otras personas.
Antecedentes
La reforma, presentada por la diputada Mónica Robles Barajas del Partido Verde
Ecologista de México, tenía la finalidad de “tratar de prevenir la transmisión de
dichas infecciones, principalmente a las mujeres y las niñas que se encuentren en
condición de vulnerabilidad…”
Sobre ello, el ministro ponente del proyecto, José Ramón Cossío Díaz, consideró
que hay medidas menos punibles como pruebas, diagnósticos voluntarios,
campañas de prevención positivas, métodos anticonceptivos y tratamiento de
enfermedades o infecciones comunes, que podrían ayudar a lograr dicho fin.
Acción de inconstitucionalidad
Para la CNDH, el nuevo contenido del artículo 158 del Código Penal del Estado de
Veracruz “genera un trato discriminatorio en perjuicio de las personas, ya que al
tipificar como delito la puesta dolosa en peligro de contagio de enfermedades,
genera dos supuestos: que se trate de infecciones de transmisión sexual y que se
trate de enfermedades graves”.
Respaldo internacional
En septiembre de 2016, la Red Justicia por VIH en todo el Mundo acompañada del
Grupo Multisectorial en VIH/sida e ITS del Estado de Veracruz entregó carta a la
Red Mexicana de Organizaciones contra la Criminalización del VIH.
Suprema Corte de Justicia de la Nación para solicitar la admisión del recurso legal
tomando en cuenta que “no hay evidencia de que criminalizar la exposición
potencial o percibida al VIH o ITS beneficie la prevención; sin embargo, hay serias
preocupaciones de que la criminalización puede causar un daño considerable”.
La misiva señalaba que las leyes que criminalizan al VIH afectan los derechos de
las personas con VIH porque provocan confusión y miedo sobre obligaciones en
virtud de la ley; generan fallas en los sistemas de justicia, a menudo como
resultado de una representación legal inadecuadamente informada y competente;
surgen amenazas que desencadenan el enjuiciamiento como medio de abuso o
represalia contra una pareja actual o anterior; las investigaciones policiales son
desproporcionadas e insensibles, pudiendo provocar estigma y discriminación, y
propicia condenas y sanciones desproporcionadas.