En el período que transcurre entre 1880 y 1920 se gesta en la poesía de lengua española una
profunda renovación y enriquecimiento en todos los órdenes. Es un momento socio-histórico
de cambio, de imperialismo y de crisis de la sociedad burguesa liberal, y las letras no se
quedarán al margen. Ante el nuevo mundo, cambiarán los géneros y las formas de decir. Así,
escritores de primera línea, de estilos y nacionalidades diferentes, como Antonio Machado o
Rubén Darío, convivirán en el estrecho margen de esos años llevando a cabo una revolución
que marcará el devenir de la literatura posterior.
1. CONTEXTO
Europa vive numerosos cambios en estos años. La Revolución industrial entra en una nueva
fase y el progreso técnico se acentúa. Frente a los antiguos imperios español y portugués,
marítimos y mercantiles, el nuevo imperialismo supone la apropiación de la vida productiva de
los países menos desarrollados. Lideran la carrera Inglaterra, Francia, EE.UU y Japón, que solo
bajarán el ritmo con el estallido de la I Guerra Mundial. Con respecto a España, el denominado
desastre del 98, (pérdida de las últimas colonias: Cuba, Filipinas y Puerto Rico) supone la
confirmación de la decadencia en un país atrasado, rural y alejado del nivel de industrialización
europeo. Esto hará que se genere una sensación de malestar desde un punto de vista social y
cultural. Aunque, en realidad, toda la cultura europea de la época reflejará dicho sentimiento,
pues los avances técnicos no supondrán una mejor calidad de vida para el conjunto de la
sociedad. Es lo que se conoce como la crisis de la conciencia europea de fin de siglo, que estará
en el germen de corrientes como el Existencialismo.
Para hablar de la poesía a principios del siglo XX tenemos que retroceder unos años. Y es que
desde finales del siglo XIX se observan en nuestro país y en otras latitudes corrientes poéticas
de tipo inconformista o disidente, relacionadas con la llamada “crisis de la conciencia
burguesa”. Frente a la poesía decimonónica realista de Núñez de Arce o Campoamor, se
imponen con fuerza líneas de expresión que suponen una renovación total en cuanto a
contenido y forma. Uno de los cambios más acusados será el afán de originalidad y el
desprecio de las convenciones de la sociedad bienpensante de la época. La poesía
postromántica de Bécquer y los movimientos de influencia francesa, como el Parnasianismo y
el Simbolismo, se convierten en las fuentes de inspiración más claras.
4.1 MODERNISMO
Como ya hemos adelantado, el impulso inicial viene de Hispanoamérica con Rubén Darío. No
obstante, la existencia de un Modernismo español previo a la llegada del nicaragüense sigue
debatiéndose. Muchos críticos afirman que en España ya existía un Modernismo propio con
nombres como Ricardo Gil o Salvador Rueda. No obstante, en cualquier caso, la existencia de
estos autores no resta valor al papel de Rubén Darío en la renovación de la lírica española.
Junto a los modernistas, surgen otros jóvenes escritores que, pese a su diversidad y
peculiaridad, buscan nuevas concepciones estéticas y formales. Se trata de la Generación del
98. Fue, precisamente, uno de los miembros del grupo, Azorín, quien, con algún precedente,
propuso la etiqueta en un artículo de 1913. Según él, integraban la Generación del 98 autores
como Unamuno, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán, Benavente o el propio Rubén Darío.
Aunque la etiqueta no fue del gusto de todos y algunos, como Unamuno, incluso la
rechazaron, pronto hizo fortuna y sirvió para agrupar una serie de escritos con características
bien definidas. Así, los autores del 98 se decantan por un estilo sobrio, antirretórico, basado en
el subjetivismo y en el gusto por los términos con sabor tradicional y terruñeros. En cuanto a
los temas, se centran en la preocupación por España, en la descripción del paisaje,
fundamentalmente el de Castilla, así como en la reflexión de carácter existencial o religioso.
Como consecuencia de ello, la novela y el ensayo son los géneros más cultivados. No obstante,
se engloban dentro de la lírica noventayochista la obra de Unamuno (escrita durante su
madurez), así como el Machado de Campos de Castilla.
Después de hablar de los movimientos literarios más importantes de principios de siglo, nos
centraremos finalmente en dos figuras claves para el desarrollo de la poesía española
contemporánea. Nos referimos a Rubén Darío y Antonio Machado, que, como ya hemos visto,
tuvieron un gran protagonismo en las corrientes mencionadas.
5.1.RUBÉN DARÍO
El nicaragüense Rubén Darío es un hito en las letras hispánicas. El Modernismo surgió con él y
es puente obligado entre las letras de España y Latinoamérica. Inició el camino para una
recuperación de la poesía, cuyos frutos más importantes fueron Juan Ramón Jiménez y la
generación del 27. Su obra es una magnífica síntesis de las principales características del
Modernismo: lo pagano, lo exótico, lo legendario, el cosmopolitismo, lo íntimo, el color, la
sonoridad, los ritmos…
Su condición de Embajador lo llevó a realizar frecuentes viajes por Europa y a residir de forma
habitual entre París y Madrid, lo que le puso en contacto con los escritores españoles del
momento.
Su primera obra fue Azul (1888) y está considerada como de dicho movimiento. Recoge 20
historias breves y 6 composiciones poéticas. De carácter romántico, exalta el amor como algo
armónico con la naturaleza y el cosmos. Con su siguiente obra, Prosas Profanas, mezcla temas
clásicos y medievales, fantásticos e históricos bajo la inspiración en el ambiente versallesco del
siglo XVIII y también en Oriente. Desarrolla de nuevo el tema del amor pero ya no busca la
armonía con la naturaleza, sino con el arte.
Antonio Machado nació en Sevilla, aunque pronto se trasladó con su familia a Madrid, donde
estudió en la Institución Libre de Enseñanza cuyas enseñanzas lo marcaron profundamente.
Viajó a París, donde conoció a Rubén Darío, y entró en contacto con la poesía simbolista. 1907
marca una inflexión en la vida de Machado. Aprueba las oposiciones de catedrático de Francés
y se instala en Soria. Allí pudo conocer Castilla como realidad natural y esencial, y se distanció
del Modernismo. Allí también conoció a la que sería su mujer, la joven Leonor, de salud
delicada, que murió en 1912. El poeta abandona Soria desolado y a partir de 1913 se abre a la
realidad, arremetiendo contra los defectos de una España envejecida y torpe.
Dentro de la producción poética de Antonio Machado se pueden distinguir las siguientes
etapas:
1ª etapa. Soledades, galerías y otros poemas (1907) Se aprecian en él rasgos modernistas y
simbolistas, con influencias románticas en la descripción de paisajes como reflejo del estado
anímico del poeta. El simbolismo presente en esta obra es muy característico de Machado: la
tarde (tristeza), el camino (el vivir), el agua (en movimiento o estancada, con significados
contrarios de vida o muerte)… Se trata de una poesía basada en el subjetivismo y la mirada se
dirige hacia su interior.
2ª etapa. Campos de Castilla (1912) La orientación poética de Machado se dirige hacia
afuera, hacia el paisaje, hacia los hombres, hacia la historia de Castilla, que se convierte en
símbolo de España. Este libro expresa una profunda preocupación patriótica propia de la
Generación del 98.
3ª etapa. En Nuevas canciones (1924) pierde relevancia la sentimentalidad y se abre paso lo
filosófico. Debe resaltarse la heterogeneidad del poemario, en el que tienen cabida lo popular
y lo proverbial, junto a poemas metafísicos y amorosos.
6. CONCLUSIÓN
Como ya hemos visto, los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX
supusieron una tremenda renovación de la lírica española. Los cambios políticos y sociales y el
inconformismo creciente se canalizaron a través de nuevas palabras. En términos generales,
los nuevos autores reaccionaron contra el arte realista, el racionalismo y la moral positivista
burguesa de la segunda mitad del siglo XIX para mantener, con exaltada tensión, una visión
subjetiva de las cosas, cierto vitalismo irracionalista y una postura ética de tipo minoritario,
que los llevó a fluctuar entre la evasión y un cierto compromiso. En todo ese camino, la poesía
fue la compañera fundamental, convirtiéndose como decía Machado en el diálogo del hombre,
de un hombre con su tiempo.