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DEMOCRACIA

Democracia, que es una palabra de origen griego, etimológicamente, democracia significa gobierno
“del pueblo” o “popular”. Una de las mayores dificultades de este tema consiste en establecer el
significado exacto del término. Formas de gobierno absolutamente distintas se han calificado a sí
mismas de democracia. En nuestro contexto, hay una dificultad añadida. “Democracia” ha adquirido
un significado valorativo que se sobrepone a su significado descriptivo hasta el punto de oscurecerlo.

Otro significado que podemos darle a democracia sería:

Democracia es un concepto que utilizamos cotidianamente en la conversación social para evaluar la


calidad de nuestro sistema político, enjuiciar un determinado régimen con rasgos autoritarios, criticar
la labor de las élites o simplemente manifestar semántica pocas veces manejamos una definición
sistemática y rigurosa de la misma.

Ciudadanía
La ciudadanía en palabras del tratadista José Manuel Estrada, citado por Diego Guzmán Latorre en
su libro, manifiesta: “La ciudadanía es aquella condición jurídica en cuya virtud los individuos
intervienen en el ejercicio de la potestad política de una sociedad determinada.”

La ciudadanía es pues, el conjunto de condiciones que el Estado exige para sus nacionales ejerciten
los derechos políticos dentro de él.

La ciudadanía se encuentra contemplada en la Constitución política de la República de Guatemala


en el Artículo 147 que establece: “Son ciudadanos los guatemaltecos mayores de dieciocho años de
edad. Los ciudadanos no tendrán más limitaciones que las que establece esta Constitución y la Ley”.

La ciudadanía es un concepto jurídico: “Es la relación jurídica de los guatemaltecos con el Estado
de Guatemala, gracias a la cual participan en la formación del gobierno de la República de doble vía:
derecho de elegir y derecho de ser electos. La ciudadanía establece derechos y obligaciones. Es la
base del ejercicio de derechos políticos y derechos cívicos. De tales derechos, no participan los
extranjeros.

Vivencia en Democracia
La idea que he sostenido de democracia es la que explica Norberto Bobbio: un conjunto de reglas
procedimentales para elegir a quienes tomarán las decisiones que interesan al conjunto y la forma
en que esas decisiones deben tomarse. Sin embargo, leyendo unas páginas de la historia de los
Estados Unidos. “La Revolución y la guerra larga inculcó en aquellos que una vez estuvieron en el
fondo la creencia, puesta en innumerables declaraciones de derechos, que todos los ciudadanos
igualmente libres e independientes”, explica el libro.

Pero como sucede con cualquier institución humana, la democracia universal también ha producido
efectos negativos, siendo la hiperinflación de la administración pública uno de los más latentes,
Bobbio nos dice: “Desde el momento en que el voto fue ampliado a los analfabetos era inevitable
que éstos pidiesen al Estado la creación de escuelas gratuitas y, por tanto, asumir un gasto que era
desconocido para el Estado que las oligarquías tradicionales y de la primera oligarquía burguesa.
Cuando el derecho de votar también fue ampliado a los no propietarios, a los desposeídos, a aquellos
que no tenía otra propiedad más que su fuerza de trabajo, ello trajo como consecuencia que estos
pidiesen al Estado la protección contra la desocupación y, progresivamente, la seguridad social
contra las enfermedades, contra la vejez, previsión a favor de la maternidad, vivienda barata, etc. De
esta manera ha sucedido que el Estado benefactor, el Estado social, ha sido, guste o no, la respuesta
a una demanda proveniente de abajo, a una petición, en el sentido pleno de la palabra, democrática”.

Tenemos una democracia golpeada, pero también ha habido varias transiciones pacíficas y legítimas
del poder “¿para qué sirve la democracia en última instancia si no es para evitar el cambio violento?”.
En momentos críticos nuestro sistema ha dado signos de vida, como sucedió con la sociedad y la
Corte de Constitucionalidad en el autogolpe del 93 o en el intento de Ríos Montt de ser candidato
presidencial a inicios de los 90, intento que luego replicó Sandra Torres con el mismo resultado fallido.

Memoria Histórica
En países donde los pueblos diversos no lograron transitar de ser un archipiélago de pueblos hacia
la conformación de sociedades o comunidades políticas imaginadas (naciones), se hace muy difícil
analizar/comprender el avance de sus procesos democráticos internos. La democracia, en
cualquiera de sus formas, necesariamente presupone la existencia de una sociedad, y ésta, la
coexistencia de ciudadanos/as con los mismos derechos/obligaciones y oportunidades. Y,
obviamente, la necesaria presencia activa de un Estado de Derecho hegemónico.

En el caso de Guatemala, un mínimo porcentaje decreciente de su población disfruta de la cualidad


de ciudadanía plena. Por tanto, las grandes mayorías del país subsisten sin Estado, sin nación, sin
derechos, ni oportunidades, aceitando, cada cuatro años, con sus votos, el sistema democrático
representativo que los excluye y empobrece.

Desde su primera Constitución Política (1825), Guatemala reconoció y “practicó” la democracia


representativa como su única forma de gobierno (Arts. 39-41).

Cultura de Paz
Freire escribió que “la educación necesita tanto de formación técnica, científica y profesional como
de sueños y utopía”. También afirmó que “la educación es un acto de amor, por tanto, un acto de
valor”. El coraje y la dimensión ética de la educación consiste en pretender la complicidad compartida
de iniciar un proceso global de la sociedad y de ser una herramienta básica de creación y
regeneración de la cultura. Pero no de cualquier cultura, sino de aquella centrada en el ser humano,
que inspire modelos de pensamiento y acción orientadas a alcanzar mayores cotas de bienestar. Es
decir, aquella cultura, consagrada a hacer del mundo el mejor de los posibles. Esta cultura, la Cultura
de Paz, ha sido una tentativa “largamente tejida a lo largo de la historia, a través de cuyos hilos se
ha conformado, parcialmente, un modo de organizar el mundo, basado en el derecho sagrado de
vivir juntos” que se defiende como el conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y
estilos de vida que inspiran una forma constructiva y creativa de relacionarnos para alcanzar “desde
una visión holística e imperfecta de la paz” la armonía del ser humano consigo mismo, con los demás
y con la naturaleza.

En la actualidad, convivir en paz es un derecho humano reconocido a través del cuerpo jurídico que
sostiene la democracia y representa un gran desafío para la humanidad. Y esto porque la paz
significa no sólo una disminución de todo tipo de violencia (directa, estructural o cultural), sino
condición indispensable para que los conflictos puedan ser transformados creativamente y de forma
no violenta, “de tal manera que creamos paz en la medida que somos capaces de transformar los
conflictos en cooperación, de forma positiva y creadora, reconociendo a los oponentes y utilizando
el método del diálogo”.

Si bien la solución puede parecer bien fácil, la historia revela que la paz como justicia social, como
satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas, es una cuestión compleja y una tarea
difícil. Pero como escribiera Ortega y Gasset (1993) “no se puede ignorar que si la guerra es una
cosa que se hace, también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar” en ese
quehacer, la paz se ha abordado desde diferentes posiciones:

 Desde la mirada que propone la fraternidad universal apoyada en lo que podría ser el origen
común de la raza humana y la igualdad de las personas.
 Desde la solución de los conflictos a través de un ordenamiento jurídico nacional o
internacional.
 Desde el establecimiento de organismos internacionales capaces de garantizar la seguridad
colectiva.
 Desde la visión holística, ecológica y planetaria que extiende la problemática de la paz al
medio ambiente.
 Desde la asunción de la paz positiva como la suma de las cuatro “D” (Desarrollo, Derechos
humanos, Democracia y Desarme), de manera que la ausencia de alguna constituye un
factor de violencia. Este concepto de paz está estrechamente relacionado con el concepto
de seguridad humana y el desarrollo humano.

La Cultura de Paz entendida como el concepto síntesis “suma de derechos humanos, democracia,
desarme y desarrollo humano sostenible”, demanda, como respuesta humanizadora de la
globalización, importantes esfuerzos de los sistemas educativos hacia la consecución de cuatro
contratos sociales mundiales; el contrato de las necesidades básicas destinado a suprimir las
desigualdades, el contrato cultural destinado a promover tolerancia y el diálogo entre culturas, el
contrato de la democracia encaminada hacia un sistema de gobierno mundial; y, el contrato de la
Tierra para promover un desarrollo humano estable y duradero. Para ello “recordando a Juan Carlos
Tadesco”, aprender a vivir juntos, uno de los pilares de la educación del sigo XXI, no puede ser
mantenido en el terreno exclusivo de la adhesión meramente retórica.

Acuerdos de Paz
Son cada uno de los temas que el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca, negociaron para alcanzar soluciones pacíficas a los principales problemas que
generaron el enfrentamiento armado de más de 36 años.

Su negociación se llevó a cabo en países como México, España, Noruega y Suecia, durante 14 años,
para dar las condiciones de imparcialidad de las partes y tuvo una duración de 14 años. La
negociación culminó con la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, el 29 de diciembre de 1996
en el Palacio Nacional de la Cultura de la ciudad de Guatemala.

¿Cuáles son los Acuerdos de Paz?

1. Acuerdo Marco, sobre Democratización para la Búsqueda de la Paz por Medios Políticos.
2. Acuerdo Global sobre Derechos Humanos.
3. Acuerdo para el Reasentamiento de las Poblaciones Desarraigadas por el Enfrentamiento
Armado.
4. Acuerdo sobre el Establecimiento de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de las
violaciones a los Derechos Humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimiento
a la población guatemalteca.
5. Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas.
6. Acuerdo sobre Aspectos Socioeconómicos y Situación Agraria.
7. Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad
Democrática.
8. Acuerdo sobre el Definitivo Cese al Fuego.
9. Acuerdo sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral.
10. Acuerdo sobre bases para la Incorporación de la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca a la Legalidad.
11. Acuerdo sobre el Cronograma para la Implementación, Cumplimiento y Verificación de los
Acuerdos de Paz.
12. Acuerdo de Paz Firme y Duradera.

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