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Japón y China, un juego de provocación por islas en disputa

En chino se llaman Diaoyu. En japonés, Senkaku. Son ocho islotes situados en aguas
con cierto valor estratégico que, además, podrían esconder un pequeño yacimiento de
petróleo. Ocupan siete kilómetros cuadrados al sur de Okinawa, en el mar de China
oriental.
Su soberanía, disputada desde hace años con diferentes argumentos históricos, ha
suscitado en las últimas semanas una peligrosa espiral de nacionalismo exaltado en
China y en Japón.
Por ahora es solo una política de provocación. En el último capítulo, el gobierno
japonés decidió comprar esta semana tres de las islas y las nacionalizó, algo que
enfureció a Pekín.
En respuesta, seis buques patrulleros con la bandera comunista navegaron ayer por
sus costas "reafirmando la jurisdicción china", según la agencia Xinhua.
"Aun ahora no creo que haya riesgo de un escenario inminente de guerra. Dicho esto,
cuando hay tanta tensión, el peligro de que se produzca un malentendido o un
accidente es real y eso podría desatar algo serio", dijo a EL TIEMPO M. Taylor
Fravel, sinólogo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Desde China se ve de un modo parecido. "La oleada de rabia nacionalista podría
provocar un problema muy grave si las autoridades no la frenan", opinó por su parte
Liang Yunxiang, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Pekín.
Pasar de las amenazas a los hechos es algo que no conviene a ninguno de los dos
países. Sus economías, interdependientes, mantienen un intenso comercio, que sale
muy perjudicado cada vez que se enciende la mecha patriótica.
La venta de productos japoneses ha caído en China y se han retirado anuncios de
marcas niponas de la CCTV, televisión nacional china. A su vez, los japoneses han
dejado de viajar a China asustados por los ataques e insultos que han sufrido sus
paisanos en los últimos días.
"Desde 1990, el nacionalismo ha reemplazado al comunismo como ideología que
legitima el régimen de un solo partido y esto requiere avivar sentimientos
antioccidentales y antijaponeses, algo que nunca fue difícil en China", recordaba
ayer el South China Morning Post, de Hong Kong.
En Japón, el nacionalismo también vive un auge preocupante. En los últimos tiempos,
lastrados por una crisis económica que dura más de una década, asociaciones civiles
y políticas han vuelto la vista hacia los logros del siglo pasado, cuando fueron
una potencia sin rival en Asia.
El problema es que China les está comiendo el terreno. Y cuando una potencia en
descenso se roza con una en ascenso, suele haber chispas.

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