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"Voi lo sapete o Mamma"


Caballería Rusticana.- Pietro Masc.agni
Por f\'lr.s. f'·k Corrnad.:.

Pedro Mascagni, uno de los autores italianos que ha


sabido comunicar a la ópera de su país, todo el fuego de su
alma de artista, flm ele humilde origen; pero supo levan-
tarse a una altura envidiable, por ,.;u tall?nto, por su afi-
ción, y por s u consagración a l arte.
En ::;u .i u vent ud hi;,:o estudios musicales bajo la tutela
dé renombrados maestros de su tierra; poro cansado ele
E'llos, se dedicó a hacer una gira artística por todo el ¡}aís,
como director de una compaiiía de ópera ele segundo orden.
No fue sino hasta la presentación en público de su Ccwa-
1/erin Rnsticruw, ópera que 1·ecibió el primer premio en
un concurso a r tístico, cuando el nombre de Pedro lVI.as-
cagni, traspasó los linderos de la genialidad.
La Cavatleria. Rw;t-iccow., obra emocionante por su
t rama y por la mús ica, €:stií llena ele bellísimas romanzas
para soprano, tenor y baríto no. Antes ele levantarse el te-
lón, se dej a oír la célebre Sicilia.rw . que entona el autor
y luego fl coro. Al clesconerse el velo que cubre la escena,
aparece ésta floreciente en un hermoso día de Pascua. Todos
los campesinos se ven entrar a la iglesia, a excepción de
Sa nt uzza, la CE'losa enamorada de Turiddu, y Lucía, la ma-
dre del joven galán. En este preciso mom&nto es cuando la
soprano, bajo el :nombre de Santuz;m, entona la célebre aria
Voi lo sapete o Manmu&, que no es otra cosa, que una
queja de la joven en la cual se lamenta del desdén y aban-
dono de su enamorado Turicldu. Pero esta quej a, no pene-
tra en el a lma de Lucía, que sólo se limita a oil"la sin darle
ninguna esperanza a Santtnza de hacer que su hijo Turicldu
\'uele a ella. Y es en ese instante, cuando la enamorada jo-

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ven aprecia su desventura y jura vengarse del infiel Tu-


riddu, aun cuando ella confiesa que le arna.
Una serie de E'scenas en las cuales juegan papel im-
portante los celos se suceden después, hasta que se deja
cír el célebre "intermezzo" que ha inmortalizado el nombre
de su autor y su obra. Después continúa el desarr.ollo del
drama, hasta que finaliza con la muerte de Turiddu, a ma-
nos de Alfio, el esposo de1Lola, antigua enamorada del pri-
mero y hoy la rival de Santuzza."

Romanza.- Siebel.- Fé:lusto.- Chas. Gounod


Por la Sta. ~na Paz Rodríguez

El que tan sólo por una vez escucha la música de la célebre


. ópera del genial maestro francés
Carlos Gounod titulada "Fausto",
basada en el drama de Goethe, no
puede menos que pensar en que su
autor, comunicó al arte una nota
de encanto y de no~edad. Y esta
nota, que-es poesía y que es genial,
· sobresale con suma habilidad y
-revelándonos en él a un espíritu
delicado y creador.
Desde el primero hasta el último
acto de Fausto hay g.r andeza, vigor
y solemnidad en la música, que es además delicada y emo-
tiva; dando la idea de que el maestro francés que la cónci-
bió, más que realista era un profundo idealista;
El primer acto de la ópera, no es más que aqu-el en que
el demonio, Eill la forma elegante de Mefistófeles, pacta con
Fausto, el viejo alquimista hastiado de la vida, para darl-e
juventud eterna a cambio de su alma. El segundo acto o la

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anim ado
J(ennesse, reprc•senta un dia de feria, en <>1 cual un
y ma-
grup o de estud iante s, soldados, ancianos, doncellas
se desa rroll a un duelo entre
trona s se cliviert<:>n . E n ese acto to,
ga¡·ita, enam orad a de Faus
Valen tín, el herm ano de Ñfa¡·
un elega nte joven , que
que hoy apar ece• bajo la form a de
les, el de-
todos conocen como el Rey de Tula , y :Mefistófe
en donde
monio prote ctor de Fausto. Pero es 01 terce r acto,
musical
se encu entra la más prod igios a creación del genio
del Joven
de Gou nod. All í se deja oír la preci osa canción
.... Siebcl Le tJm·l(tle d'am or o el aria de las flore
s, en la
novia de la infan cia, Marg a-
cual él confiesa su amor a la
ánim o de quien
rita: canción que al enton arla, deja en <>1
ele roma nzas para
la escucha un exquisito de leite. Una serie
un cuart €to,
tenor y dueto s de tE-nor y sopra no se suceden,
ros de
la céleb 1·e Invocación de lVlefistófeles y otros núme
acto, tam-
un efecto y de atrac tivo sin igual, son del t<:>rcer
califi ca do por Jos gran des
biéu r¡ ue .i ustame nte ha sido
r de toda la óper a
críticos del arte musical, como el mejo
por dos escen as
de Gounod. El cuart o acto se caracter iza
C01·o ele lo.s
preci osas: la de la Iglesia y la del duelo. El
Solclaclos y la Sm·em~tc~ de M efistó feles son
tamb ién ca-
o acto
racte rístic os núme ros de este acto. El qui nto acto
se pued e calif icar como una de
final, au n cuan do es corto,
cales de Goun od. E ste
lal" más g•·andiosas creaciones musi
Faus to y
term ina con la salvación de Marg arita y la de
o profu ndo y te-
<·on la fuga d<' :?liefistófelc.s hacia el abism
nebJ·oso del infie rno.
pin-
Como el <'bjeto princ ipal que nos proponemos es
ión de SiebP l, que
tPr el cuad ro en que se desar rolla la canc
-ntan do, de nin-
es la que de man era especial estam os comE
t rascr i-
g una otra manera mejo r lo pode-mos hacer , que
donde con
biendo textu alme nte los sigui entes párr afos, en
Faus to :
maes tría se pinta este momento del TE-rcer Acto del
"La escena reprE-senta el jardí n del Marg arita , en el
de f lores
cual vése al joven Siebel, prep arando .un rami llete
El enam o-
para aquella, por la que sient e profu ndo amor .

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rado desea que cada flor lleve un mensaje de amor a la


hermosa Margarita, pEro po1· obra malévola del demonio,
cada f lor que toca queda man:hita. Presa de la mayor des-
esperación, Siebel tiene la O(;Urrencia de mojar los dedos en
la fuente de agua bendita que hay al lado de la casa de
Margarita, con lo cual logra desvanecer el encanto y con-
t rarrestar la fuena invisible del dE·monio. Después de ha-
ber atado el ramillete de flores, apresú1·ase a colocarlo
próximo a la puerla de Margarita, .Y desaparece luego con
el <:c razó n hen(;hiclo de dulces esperanzas."

Discurso pronunciado por el Presidente


de la Sociedad Minerva,
Sergio Pérez t\ngulo

Señores:
Rl hecho de haberme confErido nuestra Sociedad el
cargo de Pre:;idenle, me proporciona el honor de venir a
e.;ta t ribuna a desarrollar el primE·r punto del programa
elaborado para esta velada que es presentar a la Sociedad
Mine rva, que va adelante con g ran firmeza y humildad
lrjos de las presunciones absurdas de los que pretenden de
Quijotes cuan solo ;;on Sanchos. ·
No cr E·itis, ¡1ues, que si aparecemos ahor.a. en plena a ula
máx ima, lo hacemos con la intención de arrancaros aplau-
sos y alabanzas por medio de una exhibición de arte Y ~
cultura avanzada y admirable ... No. Ni menos penséis 1
que venimos hasta aquí y que .os hemos llamado en esta
noche, para que nos miréis pr esidiendo una sociedad y lue-
go prodiguéis :frases de encomio para unos cuatro. Tam-
poco. No tememos s uf rir (·1 r igor ele los que tergiversen el
~enti clo de nuestra intención y nos conformamos con decir

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muy alto, que solo un deber nos mueve; un deber muy im-
per ioso cuyo cu mplimi€'nto es ineludib le, pues consider a-
mos de necesida d urgente dar a conocer algo de la verdad
que hay en la vida de nuestro colegio. Creemo s preciso, pa ra
bien ele todos, se sepa que por este Templo tan admirad o
y repudiad o al mismo tiEmpo, pasa un aire de rejuvene ci-
m iento, de verdade r a resu rrección que nos lleva a un es-
tado muy diferent e al qu€ se nos ha atribuid o. Ansiam os
ya, con vPhemen cia, con desesper ación de ofendido s por las
pasiones hum anas ver la verdad. en s u Trono; y nos creé-
mos, más qu e nadi e, legítima mente autoriza dos para acla-
mar la justicia esquiva y tardía; para lamenta r la crueldad
ignom iniosa de nuestros j ueces, ya que somos los más cono-
cedorr.s de la realidad , puesto que a toda hom bebemos en
esos mananti ales de ideas la savia vig01·osa de la ciencia y
las orientac iones de una cultura sana y limpia. Estamos ,
pues, aqu í, con el prese·11t imiento de que no en todo hab1·á de
;' g radaros nuestro program a, pe ro nos an ima la satisfac -
ción de que sabréis ver en sus deficien cias sólo (>) esfuerzo
ck una juventu d que lucha, así nos .iu?:garé is con mayor
benevole ncia.
'l't-néis presente a la Socieda d 1\•I inetTa, firme y con-
\'Cncida de la razón ele su existenc ia y ele la segu ridad de
su d()stino, desconso lada y quej osa del ayer , pero llena
de f~ en el mmiana . No lo dud"i s. ·Miner\'a reapare ce, no a l
influjo de una jtn·entu d atolondt ·ada que siente la necesi-
dad dP sati ~ütt<:er un <tfún de· exhibici ón, sino, por el con-
tr<nio, al influjo de cierla comunid ad ele sentimi en tos qu e
abrigan los espí ritus ele éstos futuros educado res, que han
visto el fu ndamen to d ~' s u r eal eficienc ia en la constanc ia,
en la práct ica de principi os y virt udes nobles indispen sa-
bles al maestro , e inhoarcnte a qu ien llC\'ۥ con propied ad
moral el dictado de ciudada no.
Reaparc cr, pues, no como un entreten imiento, s ino
como el fruto de una campañ a muy edifican te y plausible,
emprend ida por la Rectoría de este plantel mediant e la in-

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tcr minabl€· y multifot·me prédica de las \"irtudes y princi-


1 ios fundamentales en la formación de la personalidad
mond propicia a las sociedades cultas . ..
Y es pot· eso, por lo que tenemos el convencimiento
de que actuamos sobre terreno arado. A ello se debe, indu-
d,tblemcntf:' el que pueda ahora declarar delante de. vosotros,
que mis ·colaboradores, desde los afanados señores de la Di-
rccth·a, hasta el último socio, arden en la fiebre de vet·
instalada sobr.e base fi rme a esta Minern1. que en sus ~

pt incipios f ué €1 más a lto y digno gala rdón del Instituto


1
N:t<:iona l, y que tan tas veces en el curso de la vida hemos
visto bambolear en m€dio de la lucha difí cil del bien, del
deber y de la cultura .
.Porque \'arias veces ha resucitado :Minerva al impul-
S() fogoso de muchas juventudes que en estas mismas aulas
se han r.gitado y que hoy sin duda van peregrinando por la
\"ida real y ásJlera desligados del ritmo impuesto del cole-
gio. l\iuchas veces ha muerto también, asfixiada por el des-
dén de los unos , y la ambició n de los otros. Ha muerto para
ag uardar <'11 ~1 silencio otro aliento de j uvent ud que la
anime. Y esta alternabilidad de su vida y muerte, toma en
la historia de su existencia caraGteres de t raición que es-
pantan y ccntristan. De modo que si por un minuto des-
confiásrmos de nuestro entusiasmo, del sólido moti\·o que
le da vida ahora, habt·ía razón de sobt·a para temer al sino
f:~tidico que el destino pareCۥ haberle deparado. Y yo, por
mi parte, podría creer, que escucháis mis f rases de apertu-
¡·a, como un miser ere fu nerario entonado a la .Minerva r e-
diviva de esta noche que inexorablemente ba,jará al sepul-
cro .i unto con lll desilusión de una juventud .
Pero, no señores. La evolución es ley universal, y el
cambio que el ii('mpo opera en las j uvent.udes, si lleva una
mano inteligente que lo guíe, puede brindar transforma-
ciones satisfactorias, tanto más cargadas de promesas
cuanto mayor ~ea el estímulo que las haya producido. Nos-
otros b1·indamos una prueba de ello. Espectadores que f ui-

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cía
mos del dram a poco edif icant e de la Mine r va que apare
cada semo stre, para s u-
con interm itenc ias de fuego fatuo
torbe llino de los sueño s
cumb ir triste ment e arrollada por el
fu ímos de esa
ambi ciosos de poderío y m..!lndo. Deudos que
en-
fatali dad impn ante que lloram os sin poder remedia•·
ani:r.a -
tonces, veni mos hoy conve rtidos en hC'raldos reorg
algún
dores de aquella entid ad cuya única razón pareció ser
y ri-
día, la neces idad muy latina de agitac i onc~ basta rdas
v;tlidades impro ducti vas.
ro
Venimos, como clc·cía en una tanle inolvidable nuesl
siemp re de valios os
Reclor en conversación corri ente llena
cul tu m en el to·mó -
coni;cjos, a hacer ascender el grndo dC'
han aspir ado
metro que fija la eficie ncia de los que aquí
la
al delicado cargo de educa dor. Y aún más, a satisf.!lcer
que la
rwcesidad de con espon de•· en a lgo al resur gimie nto
do
Dirección prO\'OCa en este Instit uto, que ha ae ser titula
cia "Nid o de Ag uials" .
nueva ment e en hono r a la Justi
u-
Así lo prete ndem os. Y es ele esper arse, pues esta j
ideal de me-
ventu d que me acom paña, lleva en su a lma un
tanta s
jora que la confo r ta y anim a, porque el llanto de
en sus
<1€sg racia s nacio nales ha dejado hu C'llas de dolor
r que
corazones, que sólo se borra rú n a l influ jo del place
luz al alma nacio nal, hoy h un-
queda a l educado r al llevar
ueren cias subsa nable s sólo
dida entre ignor ancia s y malq
al ampa ro de estos al-
media nte la prédi ca de los que aquí
tares han llenado sus espír itus de ideas .
en
Espe1·adlo asi. El recue rdo de esta noche a parecen'!
ració n
nu <stro pereg rinaj e por la vida como chisp a de inspi
envia da por Mine rva para bien ele la Patri a.

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El Concepto Positivo de la Libertad


Pur Carlos Vícuilo

Para los niños ¡;equeños los fenómenos del mundo son


:••·hitrarics; acaecen sin relación los unos con los otros, des-
iigados de toda !'eric causal, por una exteriorización de la
,·oluntad de los seres concretos en que se manifiestan. Esta
misma es la explicación que se dan del mundo los pueblos
prim itivos : cada piedra que rul?da, cada l'ÍO que fl uye, cada
estr ella que brilla; obedece a una voluntad p ropia arbitra-
ria, indi,·idual: la p ied ra 1¡ttie1·e rodar, el río quiere f luír,
la estrella (JUiere brillar.
Tal cs el estado concreto o ficticio de la razón huma-
na, que inconscientemente atribuye su propia espontanei-
dad de •·eacción a todas las cosas de-l mundo, y en conse-
ctwn<·ia ama o de;;ama a lo;; ser es según que. los f enómenos
l ¡LlC ellos manifie:slan sean propios o <td ve t·sos a nosot ros.
Como el á rbol da Jr ulos porque qu iere s i los da y ello::> sa-
t isl"acen n uest ro apelito, a ma mos al árbol y lo llamamos
genc•·oso, gentil r benigno. Por el contrario si el torrente
nos cier)·a el paso o nos arrebata un deudo amado, lo odia-
mos y maldecimos, y lo llamamos cruel, sañudo y maligno.
Bl niño mira un amig-o o un enemigo en cada cosa : acari-
da al muñeco que lo divierte, besa al pan que apacigua
su hambrE' y se irr i l<~ contr a el mur·ble contra el cual chocó
j uguetcando.
Los pueblos pri mi t ivos del mismo modo atribuyen
voluntad bcnéfic<• o maléfica a los seres conc1·etos y los ve-
neran o temen como dioses. Esta ador ación de los seres
conc1·etos CO!_!stituye el [etiqui-smo o religión primitiva y es
una consecuen<'ia natural de la interpretación completa de
la natu raleza, que atribuye volu ntad y sentimient o a todas
las cosas.

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Como todo estado mental efectivo, el fetiquismo no


desaparece nu JH:a por completo de la. conciencia humana, y
au n cuando hayamos a lcammdo el más alto progreso men-
tal, rastros, residuos o ::;upE'rvi vencías del fetiquismo ele
nuestra infa ncia y del de nuestros antepasados primitivos,
se manifiestan a menudo en la vida indi vidual y social: con-
servamos reliquias y amuletos, objetos que pertenecen a
so·es amados, despojos inútiles de las edades desaparecidas:
q uién, una sortija, quién, una g uede.i a de cabellos, qu ién,
una carta vieja, guarda con amor y respeto, y los pueblos
más i lustres se pro:;teman ante reliquias patrióticas: las
ruinas de Roma y Atenas, las cenizas de Napoleón, los des-
pojos del "Victory", la espada de Prat, la tor re agujerea-
da de la catedral de Panamá la Vieja.
Prog resando el dc:mrrollo mc.ntal de los niilos y de Jos
pueblos, s u espírit u constata, en la inmensa variedad de los
fenóme nos individuales, una cierta un'ifo?·m:idad ; los f en6-
menos todos tienden a reproducirse· o a multiplicarse de
un modo anúlogo, con analogías cada vez más vastas y pro-
fu ndas, que el espíri t~1 descubre, anali:t.a y clasifica espon-
t úneamente.
La si1nple rt:>flexión permit€. atribuir los fe nómenos
uniformes a factores o causas comu nes o análogas. Se for-
ma n así f amilias de fenómenos en los cuales la arbitrarie-
dad individual de cada uno cesa, pues se ven gobernados
todos por uua voluntad comú n. Si todos los tallos de trigo
de un campo clan espigas que fructifican y maduran, no es
porq~1 e cada ta llo quiere o no espigar, s ino porque obedece
a una volun tad superior, indEpendiente de él mismo que Jo
gobierna a él y a todos s us hermanos.
El espíritu es llevado así a separar o a abstraer el fe-
nómeno mis mo de la causa que lo produce. E l fenómeno se
sigue considE.rando como arbitrario o contingente, pero la
eausa se mira ya como constante e inmuta ble, capaz siem-
pre por lo menos en potencia de producir el fenómeno, y si

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uo lo produce ¡;iemp re es porque otras causas la cenh·alizan


o se lo estorb an.
Se produce asi una interp retació n dualís tica del mun-·
do. La mente separa todo fenómeno E'n dos : el fenómeno
mismo y su causa : el fuego del calor que produce, la elec-
tricida d del rayo que ella engen dra, el sol de la luz, la ma-
teria de ~u peso. Según esta interp retació n se cree que
<.oexis ten en cada fmóm eno entidades separadas, distint as,
abst ractas, y a la vez reales como la actividad, el calor, la
lu:t., al magne tis mo, la humed ad, la f uerza, la mater ia etc.
Como los fenómenos son contin géntes y arbitra rios,
mera~ t:on;;ec ucncias de las causas rternas, aq
uellos carece n
de teda impor tancia filosóf ica, y en cambio las causas , las
c-;encias o fuer?.as produc toras de fenómenos se atraen toda '
la veneración de lo:; ho mbres. Estas causas se convie rten en
dioses propicios o ad,·ersos, y luego el hombr e· descub re
qt;e estún tambié n hierar quizad as, gobern adas las unas
por las otras, ele tal maner a que las unas aparecen como
contingentEs mient ras las otras, las más genera les, siguen
mostrá ndose inmut ables y necesa rias.
Esta hieran ¡uización espont ánea de las causas lleva
al hombr e natura lment e a in,·est igarlas hacia atrás €n un
a uálisis atrevit lísimo, buscando siE>mp re las mús inmuta -
bles y necesa rias o sea el origen principio y comienzo de
todas las cosas, !;'! motor prime ro del UniVE:Tso, esa causa
sin causa y junto con ella el :fi n o design io, q ue esa causa-
antrop oídea -, tu,·o para fot·mar al mundo y al hombre,
ya que é:ste no <:onci be seres con volunt ad, amílogos a él
mismo, que al crear y producir no se propon gan un f in.
Tal es el estado secund ario o intl;'rmediario de la razón hu-
mana, que llam,tmos metafí sico : se caractet·iza por separa r
cada fenóm eno de su causa y pot· atri buir a ésta y a los
d(;más seres abstra ctos, una existen cia real, objetiv a, efi-
'
caz y s uficien te por sí misma.
Este estado metafí sico es transi torio, una especie de
cri:-;is mental de los homb res y de los pueblos. Cuando llega

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la edad de la razón madu ra, se convencen éstos de la inani-


ctacl de seme,jante modo de f ilosofar, renuncian a averiguar
las causas primeras o fi nales : no disocian ya los fenómenos
del mundo en efectos y causas ; ven en ellos menos hechos,
cuya producción análoga y <:Onstante t iene una explicación
que es su ley. Los hechos todos del mundo real, muerto o
vivo de la vida social, de la conciencia h umana o del senti-
miento no son caprichos arbitrarios, esporádicos, sino que,
al revés, siem¡?re se pre•scntan en series de sucesión o de se-
mejanza por medio de explicaciones racionales y genera ..
!es, que muestran cómo los fenómenos se prod ucen con se·
guridad maravillosa mientras subsisten s us condiciones
esenciales. La inteligent:ia madura que también llamamos
¡JfJSiti1i(t, limita sabiamente s u intelección del mundo obje-
tivo o s ub.ietivo, al conocimiento de sus leyes reales, que
no son otra co!:a que las relaciones constantes ele semejanza
o ck :;ucesión que se manif iestan en los fenómenos, rela-
d cnes <¡u<.> el hum brc sistematiza más y más tratando de
reducir las series particulares de ellas a otras mús y más
generales.
Pan1 la razón positiva un hecho está s uficientEm ente
explicado cua11dn ~;>oderoos racionalmente hacerlo formar
pnte de otro mái> general, el cual queda explicado a su vez
cuando logramos identificarlo con otro familiar que cono-
t:rmos dil·ectamente. "Así decimos que Jos fenómenos gene-
rales del universo se explican por la ley de la gravitación,
porque esta teoría nos muestra la inmensa var iedad de los
hechos astronómicos como un solo y mismo hecho conside-
rado desdt· diversos pun tos ele vista. Y l?Or otri]Jarte este
hecho general se nos r ep1·esenta como una simple exten-
sión de un fenómeno que nos es familiar y que por lo tanto
damos por c:onocido, a saber la pe.santez de los cuerpos en
la superficie de la ti('tTa." (Au.r¡uste Comte, L a Philo.~01Jhie
Posit·ive, Resumé par Ernile R-i,qolage, París E rnest F lam-
mm·ion, editeu r t, 1 pag. 24) .
E sta apreciación es válida para cualquier hr.cho del

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