Anda di halaman 1dari 6

ARTICULO 2

INCISO 1
INCISO 2

Este derecho se encuentra previsto en nuestra carta magna en el inciso 2 del


Artículo 2 de la Constitución vigente que a la letra dice. "Que toda persona
tiene derecho a la igualdad ante la Ley. Nadie debe ser discriminado por
motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica
o de cualquiera otra índole"
De manera concordante y con sujeción a lo establecido en la cuarta
disposición final y transitoria de la constitución, el derecho objeto de
comentario se encuentra contemplado en los artículos 1,2,13 y 24 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos En nuestro país su
regulación constitucional se inicia en la constitución de 1823.

La noción de igualdad ante la ley se encuentra reñida con la discriminación.


Esta denota un trato desigual a personas sujetas a condiciones o situaciones
iguales; bien sea por el otorgamiento de favores, o por privilegiar la
imposición de cargas.
La discriminación conlleva una consecuencia jurídica de distinción,
preferencia, exclusión, restricción o separación, tendente a menoscabar
la dignidad humana, o a impedir el pleno goce de los derechos
fundamentales.
La discriminación conlleva un tratamiento injustificadamente diferente. Este
desconocimiento de las prerrogativas naturales o la limitación o reducción de
los mismos, se produce ya sea por obra del legislador o como consecuencia
de una arbitraria interpretación, aplicación de la ley.

La Constitución Política del Perú, reconoce el derecho a la igualdad, cuyo


artículo 2 inciso 2, determina: “Toda persona tiene derecho: (...) A la
igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen,
raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier
índole”, lo que significa que estamos frente aún derecho fundamental y no
puede interpretarse de forma literal contraria, pues no consiste en la
facultad de las personas de exigir un trato igual a los demás, sino a ser
tratado de igual modo a quienes se encuentran en una idéntica situación.
Siendo el Tribunal Constitucional, supremo interprete de la Constitución,
el cual ha venido otorgando contenido a sus principios a través de
su jurisprudencia constitucional, al cual podemos definir como una
herramienta fundamental para la construcción y defensa permanente del
Estado Social y Democrático de Derecho, pues permite que el modelo
mismo de organización política no sólo se consolide sino que se desarrolle
un diálogo fructífero y constante entre el texto y la realidad constitucional,
es decir “La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional es, en buena
cuenta, Constitución viviente de la sociedad plural (6)”, lo que se puede
apreciar cuando el Tribunal ha recogido y concretizado
jurisprudencialmente en un postulado normativo, el principio –derecho de
la dignidad humana,”…de forma similar a la igualdad, debido proceso,
tutela jurisdiccional…(7)”, es decir para el Tribunal Constitucional, como
órgano máximo de interpretación de la Constitución ha reconocido y
afirmado que “la igualdad consagrada constitucionalmente detenta la
doble condición de principio y derecho fundamental (8)”; que a
continuación vamos a explicar: “La igualdad como Principio”: Es uno
de los pilares del orden constitucional, lo que permite la convivencia
armónica en sociedad, es también principio rector del Estado Social y
Democrático de Derecho y de la actuación de los poderes públicos, el cual
vincula de modo general y se proyecta sobre el ordenamiento jurídico,
pero la aplicación del principio de igualdad no excluye el tratamiento
desigual, pues no todo trato desigual constituye discriminación, sino
aquellas desigualdadesque carezcan de justificación objetiva y
razonable, por tanto un trato desigual no vulnerara el principio de igualdad
si se establece sobre bases objetivas y razonables; y, “La igualdad como
Derecho Fundamental”: Es el reconocimiento de un derecho subjetivo
es decir la titularidad de la persona sobre un bien constitucional, pues el
“derecho a la igualdad ante la ley”, prevista en el art. 2 inc. 2, de la
Constitución quiere decir que la norma debe ser aplicable por igual a todos
los que se encuentran en la situación descrita en el supuesto de la norma;
y que dicha igualdad contiene un mandato derivativo de aquel, que es
la prohibición de discriminación en cuanto constituye el derecho a no ser
discriminado por razones proscritas por la propia constitución (origen,
raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica) o por otras
(motivo de cualquier otra índole), que jurídicamente resulten relevantes,
derecho que se traduce en una exigencia individualizable que el individuo
puede oponer frente al Estado para que este lo respete, proteja o tutele.

INCISO 3

Rafael Rodríguez Campos*

En años recientes, nuestro Tribunal Constitucional ha emitido importantes sentencias en las


cuales ha colocado en el centro del debate jurídico-político la relación existente entre el
derecho a la libertad religiosa y el Estado.

Por ello es oportuno exponer los conceptos más saltantes que el Tribunal ha expuesto sobre
el contenido del derecho a la libertad religiosa. Pero antes debemos recordar que este derecho
constitucional fue reconocido por primera vez en la Constitución de 1920.

Sin embargo, es justo también precisar que la referida Constitución señalaba que la Nación
peruana era católica, apostólica y romana (una postura confesional que hoy en día resulta
abiertamente inconstitucional) y que el Estado la protegía.

Actualmente, el derecho a la libertad religiosa es reconocido en el artículo 2°, numeral 3 de


la Constitución de 1993, de la siguiente manera: “Toda persona tiene derecho a la
libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay
persecución por razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio
público de todas las confesiones es libre, siempre que no ofenda la moral ni altere
el orden público”.

Al respecto, el Tribunal ha señalado que el derecho a la libertad religiosa es la capacidad de


toda persona para auto-determinarse en su comportamiento de acuerdo a las convicciones y
creencias que tenga en el plano religioso. Para comprenderlo es vital considerar que la
religión implica la asunción de un conjunto de creencias y dogmas en torno a la divinidad, a
partir de las cuales se explica el mundo y el estilo de vida de cada ser humano.

Asimismo, el Tribunal afirma que la religión predetermina el comportamiento de las


personas que la profesan, así como fundamenta el alcance de sus propias conductas; y, por
otra parte, trae consigo la aceptación de costumbres, prácticas, ritos y celebraciones, a través
de las cuales se vea expresada la conciencia o creencia estrictamente religiosa.

Entonces, si la religión es un sistema de creencias, la libertad religiosa es la facultad o


libertad de profesar la fe que cada uno identifique y considere como verdadera, así como la
de vivir su religiosidad al interior del entorno social dentro del cual se desenvuelve, siempre
que ello no ponga en peligro el derecho de un tercero o atente contra normas de orden
público.

Ahora bien, el Tribunal considera que son cuatro las principales facultades que configuran
el contenido constitucional mínimo del derecho a la libertad religiosa: 1) la facultad de
profesar aquella creencia o perspectiva religiosa que por voluntad propia escoja cada
persona; 2) la facultad de abstenerse de profesar cualquier tipo de creencia o perspectiva
religiosa; 3) La facultad de poder cambiar de creencia o perspectiva religiosa; y 4) La
facultad de hacer pública o de guardar reserva sobre la vinculación con una determinada
creencia o perspectiva religiosa.

A partir de este concepto es posible establecer cuándo estamos ante un caso en el cual una
persona sufre la violación de este derecho constitucional.

Por ejemplo, el Estado viola el derecho a la libertad religiosa cuando: 1) obliga a las personas
a practicar una religión que no es la suya; 2) sanciona a las personas que manifiestan su
agnosticismo o ateísmo; 3) sanciona a las personas que abandonan la confesión mayoritaria
para practicar otra; y 4) obliga a las personas a jurar públicamente (directa o indirectamente)
en nombre de una religión que no profesan.

Como podemos apreciar, es cierto que todos los peruanos somos titulares del derecho a la
libertad religiosa, y por ende, gozamos de la garantía para ejercerlo de manera autónoma e
independiente, libres de toda coacción o persecución.

Sin embargo, no es menos cierto que en la vida diaria suelen presentarse casos en los cuales
el respeto por este derecho constitucional queda en entredicho, es más, supuestos en donde
el propio Estado es el que viola o amenaza flagrantemente esta libertad.

Finalmente, a modo de conclusión, me parece oportuno plantear la siguiente reflexión: Si la


Constitución de 1993 reconoce el derecho a la libertad religiosa, y este derecho, como lo ha
señalado el Tribunal, le otorga a las personas la facultad de abstenerse a profesar cualquier
tipo de creencia o perspectiva religiosa, entonces: ¿Por qué la Constitución -en su
preámbulo- invoca la presencia de un Dios Todopoderoso? ¿Acaso los constituyentes
presuponen la existencia de un Dios Todopoderoso?

*Abogado por la PUCP, con estudios de Post Grado y Maestría en Ciencia Política
y Gobierno. Escribe en diversos medios especializados y periodísticos sobre temas
de Derecho Constitucional, Derechos Humanos y Ciencia Política.

INCISO 4

https://es.slideshare.net/ggsradas/derecho-a-la-libertad-de-difusin-y-
opinin
INCISO 5

INCISO 6

Anda mungkin juga menyukai