1. Introducción
Este delito está ubicado bajo el título de los “delitos contra la fe pública”, de lo
que se entiende que el legislador ha optado por establecer que el bien
jurídico protegido aquí es la fe pública (lo que, como veremos más adelante, es
coherente con la construcción típica del delito). Podría señalarse aquí el criterio
dualista de Carrara, para quien lo directamente atacado, vulnerado o
desconocido por este tipo de delitos es la fe constituida en cada uno de los
miembros de la comunidad, por el valor de veracidad que el Estado (el derecho)
otorga a determinadas formas instrumentales de su propia actividad[2].
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tesis.
Así pues, debe entenderse que el recurso de la ley que fluye de la frase “si de su
uso puede causar algún perjuicio” constituye un elemento integrante del tipo
objetivo, cuya utilización es propia de la técnica legislativa empleada en la
construcción de los delitos de peligro y pretende remarcar la idoneidad que la
conducta de falsificación (la llamada acción falsaria) debe cumplir para ingresar
al tráfico jurídico, afectándolo[11].
5. Tipo subjetivo
“En el caso del artículo 427 si no se da el perjuicio resultante del acto delictivo
y siendo inexistente la condición objetiva de punibilidad, es decir, el perjuicio
ocasionado al agraviado, el hecho consumado no constituye delito y por ende no
es justiciable penalmente (…)” (Ejecutoria Superior de Lima del 05.09.97).
También “No obstante ser típica, antijurídica y culpable la conducta de la
acusada, sin embargo, estando a la condición objetiva de punibilidad contenida
en el art. 427 del C.P., así como por razones de política criminal, para la
punibilidad de la referida conducta se requiere que del uso de documento resulte
un perjuicio, caso contrario esta no se castigará (…)” (Ejecutoria Suprema del
01.12.97)[17].
Además:
7. Tentativa explicación
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dominio de la voluntad en aparatos organizados de poder.
Actualización
Hace pocos días la Corte Suprema adoptó la posición expuesta en este artículo.
Pueden leer la sentencia casatoria haciendo click aquí.
[1] Los mismos que se ubican en el artículo 427 del Código Penal y cuyo texto
normativo declara:
“Art. 427.- El que hace, en todo o en parte, un documento falso o adultera uno
verdadero que pueda dar origen a derecho u obligación o servir para probar un
hecho, con el propósito de utilizar el documento, será reprimido, si de su uso
puede resultar algún perjuicio, con pena privativa de libertad no menor de dos ni
mayor de diez años y con treinta a noventa días-multa si se trata de un
documento público, registro público, título auténtico o cualquier otro trasmisible
por endoso o al portador y con pena privativa de libertad no menor de dos ni
mayor de cuatro años, y con ciento ochenta a trescientos sesenticinco días-multa,
si se trata de un documento privado.
[3] En este sentido la tesis mantenida por Cobo del Rosal, Esquema de una
Teoría General de los delitos de Falsedad, CPN, 1995, p. 1995; quien
admitiendo la fe pública, no obstante, declara que “al mismo tiempo comportan,
cuando menos, una puesta en peligro de concretos bienes jurídicos (propiedad,
honor, objetividad e imparcialidad en la administración de justicia, etc.)”.
[4] Castillo Alva; opus cit.; p. 33, quien la define como “la certeza, firmeza o
consistencia, en que se desenvuelven el conjunto de las relaciones jurídicas como
consecuencias de la corrección y autenticidad de los actos que las crean,
modifican o extinguen”.
[5] Al que se le puede definir como “todo soporte material que exprese o
incorpore datos, hechos o narraciones con eficacia probatoria o cualquier otro
tipo de relevancia jurídica”; García Cantizano, Falsedades Documentales; Tirant
lo Blanch; Madrid; 1997; p. 45.
[10] Sigue diciendo además que “la posibilidad es lo que cabe en un orden
material o lógico, lo probable es lo posible que es más fácil que ocurra, que deje
de ocurrir”.
[11] En este sentido Castillo Alva, José Luis; La Falsedad Documental; Jurista
Editores; Lima; 2001; p. 194; de forma similar también Soler,
Sebastián; Derecho Penal Argentino; Tomo V; p. 345.
[12] En este delito debe entenderse que sólo pueden aceptarse el dolo directo de
primer grado y de segundo grado; mas no el dolo eventual. Entendiéndose por
esto que en las dos formas de dolo directo existe un conocimiento actual y sin
dubitaciones respecto de los elementos típicos y además de la intención de
engañar implícito en el propósito de utilizar el documento falsificado, lo que no
se da en el dolo eventual.
[13] El art. 427 es una ley penal en blanco, así pues, la definición de documento
público la encontramos en el artículo 235 del Código Civil, el mismo que ad
litteran declara: “Artículo 235.- Es documento público:
La copia del documento público tiene el mismo valor que el original, si está
certificada por Auxiliar jurisdiccional respectivo, notario público o fedatario,
según corresponda. Esta definición además ha sido asumida por el Tribunal
Constitucional, en la sentencia recaída en el Exp. núm. 03742-2007-PHC/TC,
fundamento 3.
[16] Es de esta opinión Arroyo de las Heras; opus cit.; p. 225 y ss. También
Carlos Creus, para quien “cuando se trata de un documento público el delito se
consuma con la sola acción de la creación total o parcial, o con la adulteración,
ya que con esos hechos surge la posibilidad de perjuicio”.
[17] Con esta misma línea y consecuencias pueden verse las ejecutorias supremas
del 28.08.97 y la del 06.10.97.
[18] Son de esta posición Bramont Arias y García Cantizano; citados por Castillo
Alva; opus cit.; p. 628.
[19] De este mismo parecer es Arroyo De las Heras, Alfonso; Editorial Bosch;
España; 2005; p. 207 y ss., al considerar correcto que la modalidad de uso del
documento falso tenga menor pena que la del falsificador, siendo que de esta
forma es como está tipificado en los artículos 391, 392 y 393 del Código Penal
Español.