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VIII Pleno Casatorio Civil:

Recientemente, un tema controversial ha concentrado la atención de la


comunidad jurídica. Se trata del VIII Pleno Casatorio Civil cuyo objeto de
análisis son los actos de disposición de bienes sociales por un solo
cónyuge. La discusión se centra en determinar cuál es la sanción jurídica
aplicable a estos actos de disposición realizados sin la participación de uno
de los cónyuges, a propósito de la interpretación de lo establecido en el
artículo 315 del Código Civil Peruano (1). Son dos los remedios o
sanciones que se han desarrollado tanto jurisprudencial como
doctrinariamente: (i) la nulidad y (ii) la ineficacia (en sentido estricto).

En el presente escrito, más allá de pretender sentar una posición jurídica


respecto al VIII Pleno Casatorio Civil, queremos ir un paso atrás para
poder aportar a una mejor comprensión de las materias en discusión. Así
pues, lo primero que uno se puede preguntar es (i) en qué consisten
dichos actos de disposición y (ii) en qué se diferencian la nulidad y la
ineficacia (en sentido estricto). En adelante, esbozaremos las posibles
respuestas a estas interrogantes.

 Los actos de disposición de bienes

Cuando se hace referencia a actos de disposición, a lo que se alude es, en


última instancia, a los negocios jurídicos o actos de autonomía privada en
virtud de los cuales se dispone de bienes o de derechos, y que implican la
modificación de la esfera jurídica patrimonial de un sujeto. Es mediante
los negocios jurídicos, principalmente contratos, que se realizan la
disposición, transferencia y/o gravámenes de bienes. Dichas disposiciones
pueden ser realizadas mediante un contrato de compraventa, un contrato
de donación, una permuta, un arrendamiento, etc. Las sanciones o
remedios de nulidad o de ineficacia (en sentido estricto) recaen pues sobre
estos negocios jurídicos.

 La formación de los Negocios Jurídicos


El hecho que el VIII Pleno Casatorio Civil pretenda determinar la sanción
aplicable a los actos de autonomía privada por los cuales se dispone
unilateralmente de bienes conyugales, teniendo que optar entre la nulidad
o la ineficacia (en sentido estricto), nos adelanta que dichos remedios o
sanciones son en sí mismos distintos. Pero, ¿cuáles son las diferencias
entre estas dos sanciones? ¿qué implicancias tiene el optar por una u por
otra sanción o remedio?

Para responder estas preguntas, lo primero que debemos mencionar


respecto a la nulidad y a la ineficacia en sentido estricto, es que éstas son
sanciones aplicables a los negocios jurídicos que se encuentran en una
situación patológica, esto es, actos que están en una situación de
anormalidad lo cual implica, en líneas generales, su no producción de
efectos jurídicos y con ello la no realización de ningún finalidad
práctica (2).

Ahora bien, para comprender qué es una situación patológica, debemos


entender en qué consiste una situación óptima o saludable en términos
jurídicos. En este punto es ineludible realizar una explicación de cómo es
que se forman y desarrollan los negocios jurídicos hasta alcanzar su
finalidad para poder advertir así en qué etapa de su formación aparece
una patología.

Los negocios jurídicos como hechos jurídicos que se presentan en la


realidad, pasan por un proceso que va desde su constitución hasta la
consecución de su finalidad. Así, para que un acto de autonomía privada
pueda llegar a cumplir su propósito práctico para el cual ha sido concebido
debe antes pasar por tres etapas secuenciales, esto es, debe transitar por
tres escalones hasta alcanzar su plenitud: (i) existencia, (ii) validez y (iii)
eficacia. Un negocio jurídico debe pues primero existir como tal, luego ser
válido y, asimismo, eficaz.

 Primer Escalón: Existencia e Inexistencia (3)


Como bien se ha dicho, ser, valer y ser eficaz (4) son situaciones distintas
con connotaciones y consecuencias jurídicas distintas también. Para
calificar a un hecho jurídico en la realidad social y jurídica éste tiene
primero que existir, es decir, tiene que presentarse en la realidad. Por
ejemplo, para decir que un contrato –negocio jurídico por antonomasia–
existe en la realidad, tienen que presentarse conjuntamente todos
aquellos elementos que lo estructuran y que nos permitan identificar
jurídicamente que estamos frente a un auténtico acuerdo patrimonial.

Siguiendo a una autorizada doctrina nacional (5) consideramos que el


contrato tiene cinco elementos: las partes, el acuerdo, el objeto, la causa
y la formalidad obligatoria (6). De esta manera, si en un determinado
hecho de la realidad aparecen conjuntamente estos elementos
estructurales podemos decir entonces que estamos frente a un contrato
que existe; contrariamente, ante la ausencia de alguno de ellos, diremos
pues que el contrato no existe como tal, en cuanto no ha logrado
completar su formación.

Un contrato se estructura por los elementos antes mencionados, su


ausencia determina la “inexistencia del contrato”. (7) Esta inexistencia
contractual es “la primera forma patológica del contrato (negocio
jurídico)”, (8) una situación en la cual no se va a configurar este tipo de
negocio y por ende no podrá surtir efectos jurídicos ni llegar a cumplir
ninguna finalidad. (9) Esta situación de inexistencia negocial no es
susceptible de subsanación, en tanto no hay negocio que corregir, ni
efectos negociales que activar.

La existencia es el primer escalón que un negocio jurídico debe recorrer


en el camino hacia su plena eficacia, por el contrario, la inexistencia
constituye su primer gran obstáculo.
 Segundo Escalón: Validez e Invalidez

Corroborado que un negocio jurídico –el contrato en este caso– presenta


todos los elementos configuradores de la categoría como tal, es que
podemos dar un paso adelante y transitar al análisis del siguiente escalón:
la validez. Los contratos, en cuanto actos de autonomía privada que
apuntan a cumplir determinadas finalidades prácticas, esto es, que buscan
satisfacer necesidades cotidianas mediante la reglamentación y
programación de los intereses de las partes que lo celebran, deben ser
acordes con los valores que propugna el ordenamiento jurídico. Así, los
negocios jurídicos deben ser compatibles con el sistema jurídico.

En tal sentido, no es suficiente que concurran todos estos elementos, es


decir, que exista un acuerdo, partes, un objeto, una causa y una
formalidad para afirmar que estamos ante un contrato digno de protección
que pueda surtir efectos. Será necesario que ese acuerdo haya sido libre
y sin vicios, que las partes sean sujetos capaces, que el objeto sea física
y jurídicamente posible, que la causa sea lícita, y que la formalidad sea la
requerida por la norma. Si todo eso se cumple podemos decir que estamos
frente a un contrato que existe y que es válido, pues además de presentar
los elementos configuradores de un negocio jurídico, cumple con los
requisitos de validez que postula el ordenamiento jurídico.

Contrariamente, cuando los elementos que pretenden configurar un


contrato incumplen los requisitos de validez, se presenta la segunda
patología del negocio jurídico. Esta patología es conocida como invalidez.
Se puede llegar a la invalidez por dos caminos: la nulidad y la anulabilidad.
Un contrato puede ser nulo o anulable por estar inmerso en las causales
de nulidad o de anulabilidad, respectivamente.

Así, en el Código Civil (10) se regulan las causales que generan estas dos
formas de invalidez. Siendo un negocio jurídico sancionado con nulidad
cuando:

1. Falta la declaración de voluntad de las partes;


2. Haya sido realizado por persona absolutamente incapaz;
3. Su objeto sea física o jurídicamente imposible o indeterminable;
4. La causa o finalidad sea ilícita;
5. Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad;
6. Adolezca de simulación absoluta;
7. La ley lo declare expresamente.

Si un contrato incurre en alguna de estas causales, ello determinará su no


producción absoluta de efectos jurídicos.(11) El negocio jurídico nulo no
podrá cumplir ninguna finalidad en tanto la reglamentación en él
contenida no es idónea para satisfacer necesidades prácticas dado que
atenta contra el ordenamiento jurídico, por lo tanto no es digno de
protección estatal. “La nulidad implica la improductividad automática y
general de los efectos”. (12)

La sentencia de nulidad por la cual se establece la invalidez de un negocio


jurídico es declarativa, lo cual significa que se limita a reconocer una
situación existente e insubsanable. En el Código Civil se establece un plazo
de prescripción de 10 años para pedir la nulidad de un negocio jurídico,
pudiendo solicitarla cualquier persona con interés. Incluso la nulidad
puede ser observada de oficio por el juez. La nulidad es la forma más
grave de la patología denominada invalidez, en la cual se protegen
intereses y valores generales de la sociedad.

Por otro lado, tenemos a la anulabilidad. En la anulabilidad, a diferencia


de la nulidad, su protección está circunscrita a las partes del negocio
jurídico, toda vez que la afectación de los vicios que la generan recae y
aquejan tan solo a ellos mismos. Por lo cual únicamente la parte
legitimada para solicitar judicialmente la invalidez por anulabilidad de un
acto de autonomía privada, es aquella que ha sido afectada por el vicio,
teniendo para ello un plazo de 2 años y siendo la sentencia que emita el
juez constitutiva, (13) esto es, la invalidez se constituirá a partir de ese
momento extendiéndose retroactivamente hasta el momento de la
celebración del negocio. (14)

Una particularidad adicional de un contrato que incurre en anulabilidad es


que, a diferencia de un contrato nulo que no genera en ningún momento
efectos, éste sí llega a surtir efectos provisionalmente, pudiendo estos
efectos mantenerse y continuar en el tiempo en caso el acto se convalide
o confirme. Un acto se convalida cuando transcurre el plazo de 2 años
para alegar la anulabilidad; y se confirma cuando la parte que ha sido
afectada por la causal de anulabilidad reafirma la validez del contrato
celebrado e informa que desea sus efectos (confirmación expresa) o
simplemente ejecuta el contrato a pesar de tener conocimiento del vicio
sufrido (confirmación tácita), superándose así la afectación inicial
causada.

Un contrato incurre en causales de anulación en los siguientes casos:

1. cuando una de las partes está inmersa en incapacidad relativa


(natural y de obrar),
2. por estar viciado por error, dolo y violencia o intimidación moral,
3. cuando así lo declare la ley expresamente

Es importante mencionar que las causales de invalidez, ya sea de nulidad


o de anulabilidad, se presentan en el momento de la formación del negocio
jurídico. Es decir, en el momento en que deben concurrir todos los
elementos configuradores del contrato y cumplir con los requisitos de
validez estipulados en el ordenamiento. Estas causales se determinan en
un momento específico en el tiempo y espacio: cuando el contrato se
forma. (15)

 Tercer Escalón: Eficacia e Ineficacia en sentido estricto (16)

Habiendo transitado el primer escalón y corroborado que el negocio


jurídico existe -en cuanto presenta todos los elementos configuradores-,
y luego de haber ascendido al segundo escalón y haber comprobado que
es válido –ya que cumple con los requisitos de validez del ordenamiento-
, lo último a verificar es si ese negocio jurídico es también eficaz, ósea,
susceptible de surtir efectos jurídicos. La eficacia es el tercer y último
escalón que deben alcanzar los negocios jurídicos para que puedan
cumplir las finalidades prácticas por las cuales han sido concebidos.
Así pues, como regla general un negocio jurídico que presenta todos los
elementos que lo configuran como tal y que cumpla además con todos los
requisitos de validez establecidos por el ordenamiento, debería surtir
efectos automáticamente. A saber, debería ser eficaz, ser apto de cumplir
su finalidad. Si se escala satisfactoriamente por el primer y segundo
escalón, se debería entonces alcanzar automáticamente el tercer escalón:
la eficacia. Por ejemplo, un contrato de compraventa que está conformado
por todos sus elementos y que no ha incurrido en causales nulidad o
anulabilidad, debería estar en aptitud de generar ya las obligaciones de
transferencia de la propiedad y del pago del precio entre las partes e
incluso incentivar su cumplimiento, modificando así las situaciones
jurídicas de las partes y satisfaciendo los intereses prácticos que los
llevaron a celebrar ese contrato.

No obstante, ello no siempre es así. Hay determinados supuestos en que


si bien se tiene un acto de autonomía privada perfectamente conformado,
tanto a nivel de existencia como de validez, este aun no cuenta con la
aptitud de producir efectos, de poder modificar esferas jurídicas, de poder
cumplir su finalidad. Cuando ello sucede nos encontramos frente a un
negocio jurídico que si bien es existente y válido, no es eficaz. Cuando
esta situación se presenta es que estamos frente a la tercera patología del
negocio jurídico, a la cual se le denomina ineficacia en sentido estricto.

La ineficacia en sentido estricto es la patología que se presenta por


causales distintas a las de la inexistencia e invalidez, toda vez que estas
patologías se ubican en diferentes escalones. “Un acto de autonomía
privada válido es ineficaz cuando no produce sus efectos por factores
extrínsecos o por el incumplimiento de un requisito legal”. (17) La
ineficacia solo puede determinarse una vez que se ha corroborado que el
negocio jurídico no está inmerso en supuestos de inexistencia o en
causales de invalidez. La ineficacia en sentido estricto se reputa de
negocios existentes y válidos, se analiza necesariamente en el tercer y
último escalón en el camino de los negocios jurídicos.
Son ejemplos de causales de ineficacia en sentido estricto: “la ausencia
de legitimidad de contratar, la falta de realización de la condición o la
ausencia de inscripción”, (18) la resolución, entre otros. Como se puede
notar, estos son casos en los cuales un negocio no surte o deja de surtir
efectos por causales distintas a las de inexistencia o de invalidez.

La ineficacia en sentido estricto puede ser a su vez provisional o definitiva.


Es definitiva cuando el negocio ya no surtirá en adelante efectos jurídicos,
ejemplos de ello son la resolución del contrato, la no realización definitiva
de una condición suspensiva, el cumplimiento de una condición resolutoria
o de un plazo de vigencia. Es provisional cuando el negocio si bien en un
momento no surte efectos, es posible que posteriormente cobre eficacia,
como por ejemplo, en el caso de un contrato sometido a un determinado
plazo de inicio de vigencia, un negocio que falta ser inscrito, (19) un
contrato celebrado por alguien que carece de legitimidad para contratar.
En todos los casos de ineficacia provisional, el negocio jurídico podría
cobrar eficacia y modificar situaciones jurídicas.

Determinados supuestos de negocios jurídicos inmersos de manera


provisional en causales de ineficacia, pueden ser subsanados mediante la
ratificación, como por ejemplo los contratos celebrados por personas que
carecen de legitimidad. (20) Muestra de ello es el contrato celebrado por
el falsus procurator. En este supuesto se estipula que aquel negocio
realizado por un falso representante o por un representante que excede
sus poderes de representación es ineficaz (en sentido estricto) o
inoponible respecto al representado lo cual significa que ese negocio a
pesar de existir y ser válido no surte efectos respecto al titular de las
situaciones jurídicas inmersas en el contrato, salvo que opte por
ratificarlo. La figura que aquí subyace es la falta de legitimidad del falsus
procurator para disponer por medio del contrato de situaciones jurídicas
ajenas.

Otro ejemplo es el contrato de arrendamiento realizado por un


copropietario sin la participación de los otros copropietarios, donde el
contrato es válido para las partes que celebraron el contrato pero ineficaz
para la copropiedad, toda vez que el copropietario que arrendó
unilateralmente carece de legitimidad para contratar. El negocio celebrado
se convertirá en eficaz totalmente cuando los otros copropietarios lo
ratifiquen. (21)

El negocio jurídico realizado por uno sólo de los cónyuges sería pues
también un caso en el cual el cónyuge que dispone unilateralmente carece
de legitimidad para contratar. (22)

La ausencia de legitimidad no es pues causal de inexistencia o de invalidez


del negocio jurídico, sino causal de ineficacia en sentido estricto.

Como se ve, una de las peculiaridades de la ausencia de legitimidad para


contratar como supuesto de ineficacia en sentido estricto es que puede
ser susceptible de subsanación, esto es, el negocio jurídico carente de
efectos respecto al verdadero titular de las situaciones jurídicas
comprometidas puede llegar a surtir efectos de manera definitiva en caso
opere la ratificación del negocio por su parte. Se entiende por ratificación
al negocio jurídico unilateral por el cual se atribuye eficacia al contrato (de
por sí ineficaz) celebrado por el sujeto carente de legitimidad. (23)

Otra particularidad de la ineficacia en sentido estricto por ausencia de


legitimidad es que el afectado por esta patología puede pedir la
declaración de ineficacia del negocio jurídico en cualquier momento, en
cuanto no se ha establecido expresamente un plazo de prescripción. (24)

 La disyuntiva del VIII Pleno Casatorio Civil

Así en el VIII pleno casatorio civil se busca determinar si la patología de


los negocios jurídicos realizados por un solo cónyuge se ubica en el
segundo escalón, es decir, si son inválidos o si, por el contrario, están en
el tercer escalón, esto es, si son ineficaces en sentido estricto.

Serían inválidos por nulidad, según se ha dicho, (25) por tres razones: i)
por ausencia de declaración de voluntad del cónyuge no participante, ii)
porque su objeto es jurídicamente imposible y/o iii) porque tiene un fin
ilícito. Y serían ineficaces en sentido estricto en cuanto son realizados por
una parte que carece de legitimidad para contratar.

El optar por una u otra opción, como se ha visto hasta este momento,
tiene consecuencias jurídicas distintas, en cuanto se ubican en etapas o
escalones distintos de la vida del negocio jurídico y toda vez que
responden a causales distintas también.

Si se opta por la nulidad, lo cual determinaría la invalidez del negocio


jurídico, ello significaría la improductividad de efectos jurídicos del negocio
desde un inicio, tanto para las partes contratantes como para el cónyuge
no participante, así como la imposibilidad de subsanación. “La nulidad del
Contrato impediría también que el adquirente de buena fe actuase
remedios contractuales supletorios establecidos por ley, tales como las
garantías de saneamiento, resolución por incumplimiento y otros
remedios sinalagmáticos”. (26)

La parte que contrató con el cónyuge no autorizado sólo podría pedir


jurisdiccionalmente que se le indemnice la afectación a su llamado “interés
negativo” (27) por haber celebrado un contrato inválido, esto es, que se
le reestablezca a la posición inicial en la que hubiera estado antes de
celebrar este negocio. El plazo para solicitar la nulidad es de 10 años.

En cambio, si se opta por la ineficacia en sentido estricto, ello significaría


que el negocio jurídico no surte efectos provisionalmente respecto al
cónyuge preterido, pero éste tiene el poder de ratificar ese negocio
jurídico o dejarlo sin efectos definitivamente con respecto a su persona
(oponibilidad), pudiendo ejercer esta pretensión en cualquier momento
dada su imprescriptibilidad.

En caso esto último suceda, quedaría a salvo la vinculación entre las


partes que celebraron el contrato, para quienes el contrato sí surtiría
efectos. En este caso la parte que celebró el contrato podría exigir el
cumplimiento del contrato y, toda vez que ello no va a ser posible de
realizar, dada la negativa de ratificación, podría demandar el
resarcimiento por la afectación a su “interés positivo”, (28) es decir, el
interés en el cumplimiento efectivo del contrato que se verá reflejado en
el daño emergente y lucro cesante que el incumplimiento de su
contraparte le haya generado. La protección del tercero, así como del
cónyuge afectado, quedan aseguradas con esta posición.

Finalmente, sea cual sea la decisión de la Corte Suprema respecto a este


tema, esperamos que lo aquí desarrollado coadyuve a una mejor
comprensión de los aspectos jurídicos sometidos a discusión en este Pleno
Casatorio Civil.

1. Artículo 315 del Código Civil: Para disponer de los bienes


sociales o gravarlos, se requiere la intervención del marido y la
mujer. Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si
tiene poder especial del otro.
2. Es importante mencionar que no todos los casos de ineficacia en
sentido estricto responden a situaciones patológicas, tal como se
verá más adelante.
3. Para un análisis de la importancia y utilidad de la categoría de
existencia e inexistencia del negocio jurídico, véase: MORALES
HERVÍAS, Rómulo. “Inexistencia e invalidez del Contrato en el
Código Civil peruano de 1984”. En: Revista Jurídica del Perú.
Derecho Privado y Público. Normas Legales. Lima: Gaceta Jurídica.
2009. pp. 85-111. Disponible en:
http://works.bepress.com/romulo_morales/6/. Asimismo, para un
análisis detallado de la inexistencia del negocio jurídico como un
fenómeno distinto a la nulidad en el ordenamiento jurídico peruano
ver: VÁSQUEZ REBAZA, Walter. “La inexistencia del negocio
jurídico. ¿Duplicación inútil, hipótesis de escuela o genuina
categoría operativa?”. En: Revista Jurídica del Perú 141. 2012. pp.
164-188. Disponible
en: http://works.bepress.com/walter_vasquezrebaza/3
4. MORALES HERVÍAS, Rómulo. “Patologías y Remedios del Contrato”.
Lima: Jurista Editores. 2011. p. 191.
5. Ídem. p. 193.
6. La formalidad obligatoria no se presenta en todos los actos de
autonomía privada, tan solo en aquellos llamados “ad
solemnitatem”, la regla general es que los negocios jurídicos tengan
libertad de forma.
7. Cabe mencionar que, por política legislativa, muchas veces las
consecuencias jurídicas ante la ausencia de algunos de estos
elementos podría variar. Por ejemplo, tal es el caso del
ordenamiento italiano en el cual la ausencia de acuerdo, de objeto
o de causa no se sancionan con la inexistencia, sino con nulidad
(invalidez) toda vez que se ha plasmado esa solución
expresamente. Distinto es el caso peruano, en donde no se
menciona que la sanción aplicable ante la ausencia del objeto o de
la causa sea la invalidez del negocio jurídico, pero sí se ha plasmado
que la ausencia de declaración de voluntad (caso que determinaría
la inexistencia de un negocio jurídico unilateral) o la ausencia de
formalidad obligatoria, se sancionan con nulidad.
8. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Ob. cit. 2011. p. 195.
9. Un ejemplo de inexistencia del contrato es el contenido en el artículo
1359 del Código Civil que regula la ausencia de acuerdo: “No hay
contrato mientras las partes no estén conformes sobre todas sus
estipulaciones, aunque la discrepancia sea secundaria”. (El énfasis
es nuestro)
10. Causales de nulidad. Artículo 219.- El acto jurídico es
nulo: 1.- Cuando falta la manifestación de voluntad del agente. 2.-
Cuando se haya practicado por persona absolutamente incapaz,
salvo lo dispuesto en el artículo 1358. 3.- Cuando su objeto es física
o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable. 4.- Cuando
su fin sea ilícito. 5.- Cuando adolezca de simulación absoluta. 6.-
Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad. 7.-
Cuando la ley lo declara nulo. 8.- En el caso del artículo V del Título
Preliminar, salvo que la ley establezca sanción diversa.Causales de
anulabilidad. Artículo 221.- El acto jurídico es anulable: 1.-
Por incapacidad relativa del agente. 2.- Por vicio resultante de
error, dolo, violencia o intimidación. 3.- Por simulación, cuando el
acto real que lo contiene perjudica el derecho de tercero. 4.-
Cuando la ley lo declara anulable.
11. Debe entenderse por no producción absoluta de efectos a
aquellos referidos al contrato mismo, dado que pueden darse casos
en que el contrato nulo sí produzca efectos jurídicos marginales,
como por ejemplo, en caso se hayan efectuado las prestaciones se
genera la obligación de restitución de las mismas, entre otros casos.
12. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2011. p. 205.
13. “La demanda de anulación tiende a la remoción judicial del
contrato; la sentencia que acoge la demanda es una sentencia
constitutiva, pues modifica la posición jurídica de las partes, al
privar al contrato de su eficacia originaria”. En: BIANCA, Massimo.
“Derecho Civil 3: El contrato”. Traducción del italiano por Fernando
Hinestrosa y Édgar Cortés. Bogotá: Universidad Externado de
Colombia. 2007. p. 690
14. Artículo 224 del Código Civil: El acto jurídico anulable es
nulo desde su celebración, por efecto de la sentencia que lo
declare.Esta nulidad se pronunciará a solicitud de parte y no puede
ser alegada por otras personas que aquellas en cuyo beneficio
establece la ley.
15. Es importante mencionar que la diferenciación entre
existencia y validez como dos escalones distintos, además de las
consecuencias jurídicas que acarrean, sirve también para fines
didácticos. En la realidad ambas etapas convergen y son analizadas
en el mismo momento: la celebración del negocio jurídico.
16. Se tiene que tener cuidado con la utilización del término
“ineficacia”, ya que se lo suele utilizar indiscriminadamente cuando
en realidad su utilización tiene connotaciones y cargas distintas. No
es lo mismo hablar de “ineficacia en sentido general” que de
“ineficacia en sentido estricto”. La ineficacia en sentido general
alude a la no producción de efectos jurídicos de un negocio jurídico,
sea cual fuere su causal. Es así que un negocio jurídico inválido, por
ejemplo, es a su vez ineficaz en cuanto no producirá efectos
negociales. En cambio la ineficacia en sentido estricto es aquella
que se presenta específicamente en este tercer escalón, luego de
haber comprobado la existencia y validez del negocio. La ineficacia
en sentido estricto es un tipo de ineficacia en sentido general.
17. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2009. p. 96
18. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2011. p. 201.
19. Por ejemplo, el contrato por el cual se constituye una hipoteca
que no ha sido aún inscrito, existe y es válido pero aun es ineficaz
en sentido estricto hasta su inscripción en Registros Públicos. Véase
al respecto: MENDOZA DEL MAESTRO, Gilberto. “La constitución del
negocio jurídico hipotecario ¿Inscripción
constitutiva?” En: http://polemos.pe/2015/09/la-constitucion-del-
negocio-juridico-hipotecario-inscripcion-constitutiva/
20. “La legitimidad del sujeto proviene de ser titular de
situaciones jurídicas subjetivas. (…) la legitimidad es una cualidad
del sujeto y la ilegitimidad es la ausencia de dicha cualidad”.
MORALES HERVÍAS, Rómulo. “La falta de legitimidad del contrato:
inoponibilidad o ratificación”. En: Diálogo con la
Jurisprudencia. Vol. 208. 2016. p. 310. Disponible
en: http://works.bepress.com/romulo_morales/38/
21. MORALES HERVÍAS, Rómulo. Op. cit. 2009. p. 95.
22. Véase al respecto: MORALES HERVÍAS, Rómulo. “La falta de
legitimidad del contrato: inoponibilidad o ratificación”. En: Diálogo
con la Jurisprudencia. Vol. 208. 2016. pp. 309–332; y VASQUEZ
REBAZA, Walter. “Los actos de disposición de bienes sociales por
parte de uno de los cónyuges. Argumentos adicionales a favor de la
tesis “Pro ineficacia” ad portas del Octavo Pleno Casatorio Civil”.
En: http://enfoquederecho.com/civil/determinacion-del-objeto-de-
la-compraventa-inmobiliaria-o-relevancia-de-la-clausula-ad-
corpus-comentario-a-una-reciente-resolucion-de-la-corte-
suprema-2/
23. ROPPO, Vincenzo. “El Contrato”. Traducción del italiano por
Nélvar Carreteros Torres a cura de Eugenia Ariano Deho. Lima:
Jurista Editores. 2009. p.283.
24. En ese sentido: MORALES HERVIAS, Rómulo. “La
imprescriptibilidad de la accionabilidad de la pretensión de ineficacia
en sentido estricto”. En: Actualidad Jurídica. Nº 230. Lima: Gaceta
Jurídica. 2014. p. 84. Así como ESPINOZA ESPINOZA, Juan.
“¿Prescripción de la pretensión de ineficacia ex artículo 161 del
CC?”. En: Diálogo con la Jurisprudencia 200. Lima: Gaceta Jurídica.
Mayo de 2015. p. 45.
25. Tercer Pleno Jurisdiccional Civil y Procesal Civil, octubre de
2015, Arequipa.
26. VASQUEZ REBAZA, Walter. “Los actos de disposición de
bienes sociales por parte de uno de los cónyuges. Argumentos
adicionales a favor de la tesis “Pro ineficacia” ad portas del Octavo
Pleno Casatorio Civil”.
En: http://enfoquederecho.com/civil/determinacion-del-objeto-de-
la-compraventa-inmobiliaria-o-relevancia-de-la-clausula-ad-
corpus-comentario-a-una-reciente-resolucion-de-la-corte-
suprema-2/
27. “Es llamado así porque se lo identifica con el interés a no
iniciar una tratativa como la que ha expuesto al sujeto a sufrir las
incorrecciones de la contraparte: y dado que iniciar esa tratativa ha
grabado al sujeto con gastos inútiles y le ha hecho perder otras
ocasiones de negocios (…)” (El énfasis es del original). En: ROPPO,
Vincenzo. Op. cit. p. 190.
28. Es el “(…) interés a la ejecución del contrato válidamente
celebrado, y a la adquisición de las correspondientes ganancias” (El
énfasis es del original). En: Ídem. pp. 190-191.

Los amicus curiae fueron los destacados profesores Gastón Fernandez Cruz, Álex Plácido
Vilcachagua, Enrique Varsi Rospigliosi, Rómulo Morales Hervias y Giovanni Priori Posada.

El primer amicus curiae en intervenir fue Gastón Fernández Cruz, quien sostuvo que la
sanción correspondiente a la disposición unilateral realizada por un cónyuge sobre los bienes
de la sociedad conyugal debe ser la ineficacia en sentido estricto, toda vez que –afirmó– lo que
se cuestiona en este tipo de actos es la falta del presupuesto de legitimidad. Asimismo el
mencionado especialista analizó los dos casos que se desprenden del artículo 315 del Código
Civil: cuando el cónyuge actúa en nombre ajeno (exceso y ausencia de poder de
representación), para lo cual el remedio consideró debía ser lo establecido en el artículo 161
(ineficacia); y cuando el cónyuge se arroga la titularidad del bien (compra de bien ajeno),
supuesto en el cual el remedio será lo previsto en los artículos 1539 y 1540 (rescisión-
ineficacia).
El segundo amicus curiae en exponer fue Álex Plácido Vilcachagua, quien se pronunció a
favor de la nulidad de todo tipo de acto de disposición que realice un cónyuge sin el
consentimiento de su pareja. Aseguró que en estos casos estamos frente a la nulidad de acto
jurídico por falta de manifestación de voluntad. Precisó que la sanción al artículo 315 no puede
ser la anulabilidad, porque ello debería haber sido estipulado expresamente por el
ordenamiento jurídico.

El tercer amicus curiae en presentar su posición fue Enrique Varsi Rospigliosi, quien afirmó
que la sanción jurídica a lo dispuesto por el artículo 315 del Código Civil es la ineficacia
suspendida. Esto quiere decir que, ante la disposición unilateral de un bien social, existiría la
posibilidad de que se confirme dicho acto y sea subsanado por las partes, lo que permitirá
reducir los costos de transacción. Pero –advirtió el profesor Varsi– en los casos de colusión de
uno de lo cónyuges con un tercero deberá aplicarse la sanción de nulidad por presentarse en
este caso un fin ilícito. En conclusión, se deberá analizar caso por caso para encontrar el
remedio correcto, señaló.

Posteriormente, el cuarto amicus curiae fue Rómulo Morales Hervias, quien consideró que
dentro del primer párrafo del artículo 315 se recoge una legitimidad directa (participación de
ambos cónyuges) y una legitimidad indirecta (posibilidad de representación). Afirmó que la
falta de esa legitimidad podrá originar la ineficacia del acto de disposición. Concluyó señalando
que estos actos de disposición unilateral de los bienes sociales serán válidos y eficaces para el
cónyuge que dispuso del bien y para el tercero, pero serán pasibles de ratificación por el otro
cónyuge; en caso contrario, podrá solicitar la inoponibilidad vía judicial.

Finalmente, el quinto amicus curiae fue Giovanni Priori Posada, quien afirmó que la sanción
a lo dispuesto por el artículo 315 del Código Civil es la ineficacia por falta de legitimación.
Asimismo señaló que una solución procesal que podrían asumir los jueces, frente a los casos ya
planteados de nulidad de acto jurídico, sería la reconducción de la pretensión como un
supuesto de excepción al principio de congruencia. Por lo tanto, consideró que el juez jugará
un rol importante al analizar caso por caso los supuestos planteados.

Bonus: La jurisprudencia de la Corte Suprema y la de los diversos órganos jurisdiccionales de


nuestro país no ha presentado un criterio uniforme para resolver los casos de disposición de
bienes sociales por un solo cónyuge. En ocasiones, nuestros tribunales han optado por
declarar la nulidad de estos actos y en otras ocasiones la ineficacia. Incluso, recientemente se
llevó a cabo el IV Pleno Jurisdiccional Civil 2015 en Arequipa, a nivel de jueces superiores,
ocasión en la que la nulidad venció a la ineficacia en una ajustada votación (49-45).

Tercero.- Que, tanto en la doctrina como en la


jurisprudencia se ha discutido sobre el supuesto de
hecho previsto en el artículo 315 del Código sustantivo,
siendo que con esta Sentencia Suprema, se procede a
variar criterios anteriormente establecidos, a fin de
concluir que, el supuesto previsto en la referida norma no
recoge un supuesto de nulidad del acto jurídico,
sino uno de ineficacia, el mismo que origina que el acto
jurídico cuestionado no sea oponible al patrimonio de
la sociedad de gananciales (…) Quinto.- Es decir, la
intervención de ambos cónyuges supone dar
cumplimiento a un requisito de eficacia denominado
legitimidad para contratar, el cual implica el “poder de
disposición que tiene el sujeto en relación a una
determinada situación jurídica” (...) el mismo puede ser
encontrado también en el artículo 161 del Código Civil
S.S. SÁNCHEZ PALACIOS PAIVA, SANTOS PEÑA, MANSILLA
NOVELLA, HERNÁNDEZ PÉREZ, MIRANDA CANALES
(…) Cuarto.- Que, en tal virtud, para disponer bienes
sociales o gravarlos, se requiere la intervención del
marido y la mujer, salvo que uno de ellos de poder al
otro para ese efecto, de acuerdo al artículo trescientos
quince del Código Civil, por lo que están prohibidos los
actos de disposición unilateral de bienes inmuebles o los
bienes muebles registrables sin intervención de ambos
cónyuges; de modo tal que si, contraviniendo dicha
norma, se practica actos de disposición de bienes
sociales por uno solo de los cónyuges se incurra en la
causal de nulidad absoluta de acto jurídico prevista en el
artículo doscientos diecinueve inciso primero del
Código Civil, por falta de manifestación de voluntad de los
titulares del dominio del bien y por ser contrario a las
leyes que interesan el orden público según el
artículo V del Título Preliminar del Código Civil (…)
Sin embargo, el acto jurídico debidamente constituido
presenta un defecto extrínseco relevante, esto es, la
ausencia de legitimación para contratar que ostenta el
cónyuge celebrante respecto al bien social, porque la
legitimación para disponer del bien es de la sociedad de
gananciales como patrimonio autónomo y no de
determinado cónyuge (…) según el artículo 292 del Código
Civil, la sociedad de gananciales se encuentra representada por
ambos cónyuges (conjuntamente) y, de manera
excepcional, por uno de ellos cuando existe poder del otro
cónyuge para que aquel ejerza la representación total de la
sociedad. (…) Ergo, al celebrar el acto, el cónyuge culpable se
atribuye una falsa representación (respecto de la
sociedad de gananciales) y de legitimidad para contratar, el
acto jurídico es ineficaz e inoponible respecto del
cónyuge inocente, quien , de creerlo conveniente podría
confirmar el acto jurídico. (…)

(…) Décimo Cuarto.- Que, estando a lo señalado y


teniendo en cuenta que el mencionado vendedor se
encontraba casada con la demandante desde el
diecisiete de setiembre de mil novecientos setenta,
conforme se verifica del certificado de matrimonio de
fijas tres, el acto jurídico cuestionado deviene en nulo, por
la falta de intervención de la demandante en su
celebración, pues el citado bien inmueble pertenecía a la
sociedad conyugal conformada por la demandante
(…) y el co-demandando (…) es decir, se trataba de un
bien social que solo podía ser enajenado con la
intervención de ambos cónyuges; por lo tanto, al no
haberse celebrado el contrato privado de compraventa de
fecha dieciséis de mayo de dos mil con la
intervención de ambos cónyuges, conforme lo dispone
el artículo 315 del Código Civil, dicho acto jurídico es nulo.
(…)
Qué consecuencia tiene la disposición unilateral de
bienes en la sociedad conyugal?
CONSIDERANDO: (…) Que, si contraviniendo dicha
norma [art. 315 c.c.] se
practicara actos de disposición de bienes sociales por
uno solo de los cónyuges
se incurriría en la causal de nulidad de acto jurídico
prevista en el artículo 219, inc. 1 del C.C., por falta de
manifestación de voluntad de los titulares del
dominio del bien y por ser contrario a las leyes que
interesan al orden público
según el art. V del TP del C.C.
EL PLENO: POR UNANIMIDAD ACUERDA:
Que, los actos de disposición unilateral de los bienes
sociales, inmuebles o
muebles registrables o de derechos y acciones, que
pueda hacer uno de los
cónyuges sin la intervención del otro,
es un acto jurídico nulo.

Comunidad germana
•Concepción colectivista o comunitaria del mundo.
Comunidad romana
Comunidad es antijurídica y antieconómica.
Alícuota o cuota ideal:
Gravar y disponer.
Solicitar la división.
Forma ventajosa de realizar actividades económicas.
No existe alícuota o cuota ideal:
No pueden disponer libremente de su parte.
No pueden exigir libremente la división.
Copropiedad.- Comunidad romana.
Puede tener origen legal o convencional.
Existen derechos individuales, representados en
cuotas ideales.
Supone pluralidad de sujetos y unidad de objeto.
Titularidad disponible respecto del bien.
Se puede extinguir por distintas causas
Art. 992 c.c.
Sociedad de gananciales.-Comunidad
germana.
Origen legal producto de la celebración
del matrimonio.
No existen derechos individuales.
Comprende un patrimonio que puede
involucrar pluralidad de objetos.
No existe titularidad disponible.
Se extingue por causas directamente
relacionadas con el vínculo matrimonial
o por separación de patrimonios

ganancialesActos de administración
corresponde a
Actos de administración se deciden por mayoría
absoluta salvo el arrendamiento y el
comodato que requieren unanimidad.
Se puede delegar la facultad de administración a un
copropietario en particular o a persona distinta
(art. 972 y 973 c.c.)
Para disponer o gravar el bien común se requiere
unanimidad de todos los
copropietarios (art. 971.1. c.c.)
Si un copropietario dispone del bien común en
exceso de sus facultades, el
acto sólo se reputará válido desde el momento en
que se le adjudique el bien
(art. 978 c.c.)
ambos cónyuges.
La sociedad es representada indistintamente por
cualquier cónyuge (art. 292 c.c.), pero puede
delegarse poder para que uno de ellos ejerza la
administración de manera exclusiva, con cargo a
indemnizar al otro por los daños que sufra, de ser
el caso (art. 313c.c.)
Para disponer o gravar el bien de la sociedad se
requiere la intervención del marido y la mujer (art.
315 c.c.)
Se discute las consecuencias de que un solo
cónyuge disponga un bien de la sociedad conyugal
– VIII Pleno Casatorio
Civil.
Compra de casa Copropiedad, Matrimonio, La
copropiedad se mantiene Bienes, propios.

COPROPIEDAD Y SOCIEDADES DE GANANCIALES.


Matrimonio
Compra de casa Disolución de la sociedad de
gananciales Sociedad de
gananciales Gananciales -> Copropiedad.
NATURALEZA DE LA SOCIEDAD DE GANANCIALES.
Artículo 65 C.P.C.- Existe patrimonio autónomo cuando dos
o más personas tienen un derecho o interés en común
respecto de un bien, sin constituir una persona jurídica.
En efecto, la sociedad conyugal, así como la unión de hecho, son otros
centros de imputación de derechos y deberes (…) son patrimonios
distintos a los que corresponden (ordinariamente) a sus titulares. Estos
patrimonios autónomos, en realidad corresponden a otras
colectividades unificadas, rectius, sujetos de derecho. Juan Espinoza
Espinoza (Derecho de las
Personas, p. 3 - 4)
Casación 336-2006-LIMA: La naturaleza jurídica de la
sociedad
de gananciales es la de un patrimonio autónomo e
indivisible que goza de garantía institucional , integrado
por un universo de bienes en el que no existen cuotas
ideales, las cuales son propias al instituto jurídico de
copropiedad o condominio.

Art. 313 Administración


Corresponde a ambos cónyuges la administración
del patrimonio social. Sin embargo, cualquiera de
ellos puede facultar al otro para que asuma
exclusivamente dicha administración respecto de todos
o de algunos de los bienes. En este caso, el cónyuge
administrador indemnizará al otro por los daños y
perjuicios que sufra a consecuencia de los daños y
perjuicios que sufra a consecuencia de actos dolosos y
culposos.

Art. 315 Disposición


Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se
requiere a intervención del marido y la mujer.
Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad,
si tiene poder especial del otro.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los
actos de adquisición de bienes muebles, los cuales
pueden ser efectuados por cualquiera de los cónyuges.
Tampoco rige en los casos considerados en las leyes
especiales.
Poder doméstico o administración ordinaria.
A cargo de cualquiera de los conyugues.
Comprende las necesidades ordinarias de la
familia y de la conservación del patrimonio.
Actos de disposición que excedan de la
potestad doméstica.
Requiera actuación conjunta de ambos
conyugues.
Se pretende proteger el interés familiar.
Régimen patrimonial entre los conyugues.
El criterio distintivo se sustenta en la existencia del
riesgo o peligro de la disminución de la integridad del
patrimonio entendida ésta como la conservación de
su potencialidad económica: cada vez que el acto a
celebrarse comprometa o ponga en riesgo.
la potencialidad económica del patrimonio, se estará
frente a un acto de disposición y será de
administración en caso contrario.
PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex. “Administración común del patrimonio
social”, en Código Civil Comentado. Tomo II, primera parte. Lima: Gaceta
Jurídica. p. 331.

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