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ARISTÓTELES: LA RETÓRICA

OCTUBRE 9, 2017 / LUISA GONZALEZ-REICHE

La Retorica de Aristóteles consta de tres libros: el primero trata


sobre la estructura de la retórica y sobre las especies de la
retórica. El segundo libro está dirigido al público, ya que trata de
cuánto es capaz de razonar y en cuánto está sujeto a pasiones y
modos de ser. El Libro tres estudia la forma más adecuada de los
discursos con vías a la persuasión.

Aristóteles define la retórica como la contraparte de la


dialéctica. Retórica y dialéctica están, así, estrechamente
relacionadas con el saber; ambas se fundan en verdades
comunes. Pero mientras la segunda expone, la primera persuade
o refuta.
La Retórica Aristotélica concilia el discurso como un mensaje y lo
divide en emisor, mensaje y receptor. Su obra está compuesta
por el emisor, el receptor y el mensaje. Para Aristóteles el
emisor define la retórica y su objeto. Es la forma de concebir y
argumentar, forma de adaptarse al público. Por ejemplo, acerca
del carácter moral de orador (ethos). El receptor es el público,
carácter, costumbres y pasiones de la gente, que disponen en
favor del orador a los receptores (pathos). El libro del mensaje
es el discurso (logos). Se estudia la disposición de las diferentes
partes del discurso, su estilo y forma de declamarlo.

A partir de su Colección de Artes Retóricas, Aritóteles buscaba


hacer de una actividad o práctica común (la de argumentar y
hablar en público
persuasivamente sobre asuntos generales y cotidianos), un arte.

Todo mundo cuando quiere convencer a alguien y habla persuasi


vamente por hábito ya improvisadamente está haciendo un arte
retórica sin darse cuenta. Para Aristóteles, la retórica es “la
facultad de conocer en cada caso aquello que puede persuadir.
La retórica puede ser cultivada, pero se deben conocer sus
principios”. La retórica se basa en lo verosímil: mediante el
razonamiento se debe demostrar aquello que la gente cree
posible. Para ello quien emite el discurso se vale de la lógica del
sentido común: lógica de opinión pública. Aristóteles la define
como”más vale un verosímil imposible, que un posible
inverosímil”. Con esto, Aristóteles cree que se debe contar a la
gente aquello que cree posible.

Aristóteles desarrolla el arte de la retórica como un árbol con


diferentes ramificaciones. El detalle de éste abarca distintos
aspectos. La invención es la operación mayor. Se trata de
establecer pruebas o argumentos para persuadir durante el
discurso. Es el cuerpo lógico y psicológico:
el contenido. En la búsqueda de argumentos y persuasiones se
debe convencer y emocionar.
Se debe convencer a través de la fuerza lógica de los
argumentos, existiendo dos tipos de pruebas:

-Las extra-técnicas (leyes, juramentos,


testigos, contratos y confesiones). Son las que nos han sido imp
uestas, ya existían y están fuera del orador.
–Las técnicas son las inventadas por el orador, a partir de su
propio razonamiento. Se debe recurrir a ejemplos o epítemas. El
ejemplo es la inducción: del objeto particular se infiere una
clase, y de ésta se deriva un nuevo objeto particular que es
ocupado en el lugar del primero. Es un argumento por analogía
(o contrarios)
cuya persuasión radica en la similitud de características entre he
chos distintos.
La epítema, en cambio es deducción. Desde ciertas premisas, se
deriva una
conclusión determinada. Es el silogismo retórico.
Las premisas pueden ser de tres tipos:

•Índices seguros que son hechos obvios y evidentes. Indicio


necesario, verdadero o irrefutable.
•Signos, son hechos que sirven para entender otro hecho, por lo
que requiere apoyo (por ejemplo, si alguien tiene fiebre, respira
agitadamente).
• Verosímil, hecho sobre el cual la gente está de acuerdo
(hay que respetar a los viejos). La epítema es el gran
argumento sobre el cual descansa la retórica. El orador
persuade desde
lo que el público piensa, sus conclusiones desde las premisas co
mpartidas por el sentido común.

Para Aristóteles las emociones son la parte psicológica de la


retórica. Se adapta el discurso al oyente. El orador debe ganarse
al oyente y para ello debe presentarse como una persona digna
de confianza y creíble. La otra alternativa, es fomentar las
pasiones, apelando a los sentimientos de los que los escuchan.
La disposición es determinar el lugar y el orden de los
argumentos en el discurso. El exordio y el epílogo son un
llamado a los sentimientos, en cambio la narración y la
demostración son un llamado a la razón.
El exordio es la introducción, parte clave en la que gana la
atención del público. La narración debe ser verosímil, clara y
breve. En la demostración se define la causa a ser
discutida, y se argumenta en relación a esta causa.
En el epílogo se emociona al público, disponiendo,
amplificando, atenuando, excitando pasiones y
trayendo recuerdos de la memoria. La elocución es la parte e
stética del
discurso, centrada en el lenguaje por lo que se deben elegir cui
dadosamente las palabras.

Aristóteles recomienda
utilizar figuras retóricas y dar al estilo un aire extranjero porqu
e esto exalta la imaginación. Destaca el uso de la voz alta
(inflexiones y ritmos),
estableciendo siete cualidades en la elocución: saber, pureza,
grandeza, conveniencia, ritmo, período, cultura y vivacidad.
En el proceso del discurso retórico que son tres factores: el alma
del orador, las
almas de los oyentes y sus respectivos caracteres y pasiones. El
carácter del
orador y la emotividad el oyente son también estrategias persua
sivas y el discurso retórico “prueba o parece ser”. La metáfora
clave para entender el giro que experimenta la Retórica de
Aristóteles en este momento es la que dice que “la retórica se
reviste con el atuendo de la política”.
https://epri.ufm.edu/pensamientocritico/aristoteles-la-retorica/

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