Anda di halaman 1dari 42

Escritos originales sobre ecología y sección “Un granito de arena”

©Sociedades Bíblicas Unidas, 2011.

Y Cristatus Publicidad – Proyecto Huellas.

Punto de partida.

UN DIOS CREADOR QUE SIGUE CUIDANDO


DE LA OBRA DE SUS MANOS.

La Biblia comienza con los relatos de la creación. Un Dios bueno que hace las cosas bien, muy bien
(Gn. 1.31.). En estos relatos, el centro está puesto en la familia humana, el hombre y la mujer
creados a imagen y semejanza de Dios. Sin embargo, esta familia humana no está en el medio de
la nada. Las imágenes bíblicas muestran a un Dios, que como un artesano cuidadoso, va
plasmando la creación, obra de sus manos – todo fue creado por medio de él (Col. 1.16)- y esa
obra preciosa se la entrega a la humanidad. “Quiero que se reproduzcan, quiero que se
multipliquen, quiero que llenen la tierra y la pongan bajo su dominio.” (Gn. 1.28).

Sí, Dios nos ha encomendado no solamente nuestra salvación personal; nos ha abierto a los
demás, para que nos amemos unos a otros, y nos ha dado la obra de sus manos. Somos
cuidadores de la belleza que salió de las mismas manos de Dios. Estos relatos de la creación, con el
mensaje que nos dejan, son el punto de partida, desde el cual se lee toda la historia de la
salvación. Son también como una clave de sol al inicio de un pentagrama musical, que marcan
cómo deben ser leídas las notas que se escriben. Y si ésta es la clave, le proponemos comenzar por
ella. Ya sea en una lectura personal ó en un grupo.

En primer lugar, al leer la Biblia, la tomamos como palabra de Dios, y por eso, es necesaria la
actitud de fe que nos hace pasar del mensaje del texto a aquel que nos habla por medio de su
Palabra, pero este Dios que nos habla en su palabra, lo hace también de modo humano, usando el
lenguaje, y modo de hablar y escribir de los hombres y pueblos de diversas épocas y regiones, por
lo que será también necesario tomar en cuenta estas claves para comprender el mensaje que se
nos quiere dar.

Lectura de Génesis 1.1-2.3

Al leer los relatos de la creación – como cualquier otro relato- es necesario ver la unidad de
lectura, es decir, dónde comienza la sección y donde termina. Los títulos y subtítulos pueden
ayudar, y a veces es bueno consultar comentarios ó biblias de estudio que nos ayuden a leer una
unidad con sentido. En el caso del primer relato de la creación, esta unidad va desde Gn. 1.1 hasta
2.3.

1
El esquema en el que se encuadra el primer relato de la creación y que le da su estructura está
marcado por tres frases que se repiten: “Dijo entonces Dios”, “al ver Dios/Dios admiraba”, “y cayó
la noche, y llegó la mañana…”

1er día 2do día 3er día 4to día 5to día 6to día 7mo día
Dijo entonces Dios v.3 v.6 v.9,11 v.14 v.20 v.24,26
(28), 29
Al ver Dios/Dios admiraba v.4 v.11 12b v.18b v.21b v.26,31
Y cayó la noche… v.5b v.8b v.13 v.19 v.23 v.31b

Dios inaugura con su palabra poderosa toda su obra creadora, y abre cada día con un nuevo
resonar de su voz: “Dijo entonces Dios”. Luego, el autor sigue describiendo el obrar de Dios, le
hace ver cada una de sus obras y las considera buenas, hermosas, “al ver Dios tal belleza…”;
finalmente, cada uno de los días cierra con su marca temporal: “Y cayó la noche, y llegó la
mañana”.

Este ritmo pautado por las tres locuciones se enmarca a su vez en una estructura que tiene su
origen en el modo de concebir el mundo en la época en que se escribió. El orden de la creación no
es fortuito y la correspondencia entre cada día de la obra creadora parece seguir un plan
elaborado. La creación comienza por una sucesiva separación que tiene lugar los tres primeros
días.

El autor hace comenzar la creación por la penetración de la luz en el caos. Esta luz es separada de
las tinieblas (1.4), formándose el día y la noche; siguen luego la separación de las aguas superiores
de las aguas inferiores por medio del firmamento, siguiendo la cosmogonía de su tiempo. El tercer
día se da la última separación, las aguas inferiores se apartan de la tierra, dando lugar a los mares
y a la tierra seca. Luego, la creación sigue con “el decorado”; a los espacios creados por la obra de
separación, se los llena con los elementos propios de cada uno de estos espacios.
Esquemáticamente se lo podría representar de la siguiente manera:

Día Separación Día “Decorado”


1 Luz (día) 4 Sol
Oscuridad (noche) Luna y Estrellas
2 Cielo (aguas de arriba) 5 Aves
Aguas (de abajo) Peces
3 Tierra (seca) 6 Animales
Mar (agua) Hombre y Mujer

Si bien el relato se desarrolla estructuralmente en siete días, lo creado en cada uno de esos días no
cumple un mismo rol, ni ocupa un lugar similar. Toda la creación se ordena en torno a la
humanidad y a su vida. La creación se va narrando gradualmente, y en la cima de esta serie
gradual, tenemos al ser humano: varón y mujer, en absoluta inmediatez respecto a Dios. Por
tanto, el mundo entero gira en torno al ser humano y en él tiene su proximidad más pura con Dios.

2
De este modo vemos que toda la obra creadora de Dios tiende a la creación del único ser al cual él
le dirige la palabra. Dios ya hablado, pero hasta el sexto día no hay quien le oiga. Parece que el
repetido, martillante “Dijo entonces Dios” estuviera pidiendo un oído que pudiera distinguir la
resonancia de la voz divina. Finalmente cuando ya lo ha preparado todo, la palabra poderosa de
Dios crea al hombre y a la mujer, y esta palabra es dirigida en segunda persona sólo a ellos (1.28-
29). Aquí es donde cambia el “dijo entonces Dios”; después de tanto decir, se espera la
receptividad, y ésta llega: Dios ya no dice, sino que les dice (v.28).

Es la palabra de Dios que constituye al ser humano creado tal y como es Dios, como su delegado
entre los seres vivientes del cielo, de la tierra y el mar, para cuidarlos. Al fin, una vez mas es la
palabra eficaz de Dios que en forma de bendición confirma este papel del ser humano, al que le es
comunicado el poder de dar la vida con el mandato de llenar la tierra.

De este modo, vemos que la palabra de Dios inicia la historia con los relatos de la creación y pone
al ser humano en un diálogo constante con el Creador, también le encomienda a la familia
humana el cuidado de la creación que él hizo justamente para ellos.

Ante esta constatación del texto bíblico surgen las preguntas motivadas por nuestra fe:

 ¿Cómo hemos escuchado este mandato del Señor de cuidar la creación que él nos confió?
 ¿Qué respuestas concretas damos a nivel personal y comunitario a este encargo?
 ¿Qué relación tenemos con otras instituciones que por motivos diversos de los nuestros,
también tienen como objetivo el cuidado del ambiente?

Estas preguntas pueden suscitar en nosotros diversas respuestas, algunas alentadoras, otras
deficientes. Esto no es para desalentarnos, sino que también nuestras deficiencias son motivo de
estímulo, porque al darnos cuenta, tenemos la luz para transformar nuestras situaciones.

La lectura de la Biblia quiere ser luz en el camino también en ésta dimensión.

El ser humano creado como ser en relación

Este primer relato de la creación, en el texto actual, forma una unidad con el segundo relato del
capítulo dos. Estos pasajes, al inicio de toda la gran narración bíblica, sientan las bases de la
comprensión que la Biblia nos da de la persona en sus múltiples relaciones.

“Un poco de polvo”


Lo primero que se dice del ser humano es que fue modelado con un “poco de polvo” (Gn.2.7). La
imagen que está detrás de estas palabras es el alfarero que modela el barro, como en la profecía
de Jeremías 18.2-4. Dios es como el alfarero que con cuidado, toma el barro en sus manos y lo
trabaja con destreza para darle la forma que quiere, y para que pueda llevar adelante aquello que
le encomienda. Pero la imagen no solo nos muestra a Dios como alfarero, sino que también está el
polvo de la tierra con el cual el ser humano es modelado. La materia con la que está formada la
tierra es la misma con la que es modelado el ser humano. Tierra y hombre comparten la misma
materia, y eso los une en una armonía original.

3
¡Cuántos pueblos hay que hablan de la “madre naturaleza” ó de la “hermana tierra”! Esta
expresión también refleja la realidad del texto bíblico: formamos una única creación con el mundo
que nos rodea, y esto tiene sus implicancias en nuestra relación con el cuidado de esta madre-
hermana tierra.

“Sopló en su nariz, y con su propio aliento le dio vida”

Pero el ser humano no es solo “un poco de polvo”. Dios sopla en su nariz, y recién allí el hombre
empieza a vivir (2.7). De modo que no es solo tierra, no solo comparte la materia de la creación,
sino que es el único ser en quien Dios sopla su aliento de vida. Es decir, Dios le comunica su mismo
principio de vida y con esto, ese modelo de barro comienza a ser viviente. El soplo de Dios es
insuflado en la nariz del hombre como su primera respiración y, a partir de allí, la familia humana
sabe que la vida deviene de Dios, que ésta armonía con el creador, les hace vivir. Dios, que con su
Palabra había transformado el caos original, ahora le da su mismo soplo al ser humano, para que
continúe su obra de cuidado de la creación.

“…tengo a alguien que es carne de mi carne y hueso de mis huesos”

El ser humano no es creado solo. Después de tanto repetir “al ver Dios tal belleza”, la primera vez
que se percibe algo que no está bien es cuando se ve la soledad: “no está bien que el hombre esté
solo” (Gn.2.18). Y por eso Dios decide hacerle una ayuda idónea, adecuada. El autor, utilizando un
lenguaje poético describe cómo se le presentan al varón todos los animales sin encontrar en ellos
la compañía idónea. Después Dios hace caer un sueño profundo sobre el hombre, le saca una
costilla y de ella forma a la mujer. Con estas imágenes se indica la identidad de origen y dignidad,
tanto el varón como la mujer fueron creados por Dios: “Fue sí como Dios creó al ser humano tal y
como es Dios. Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer” (Gn.1.27) como la
complementariedad, el hombre hecho para la mujer y la mujer para el hombre. Dios bendice a eta
primera familia humana y le encomienda llenar la tierra y cuidarla.

“Andaban desnudos, pero no sentían vergüenza”


El capítulo 2 de Génesis termina con un detalle que puede pasar inadvertido. “Tanto el hombre
como la mujer andaban desnudos, pero no sentían vergüenza de andar así” (2.25). Con estas
palabras el autor describe una disposición interna del hombre y la mujer. A pesar de estar
desnudos –una realidad muy vergonzosa en la época de la escritura del génesis- no sentían
vergüenza. Este detalle muestra, la armonía que reinaba en el corazón del ser humano. Creados en
íntima relación con Dios, y entre ellos, también sus corazones puros y no se sienten turbados por
lo que más adelante los avergonzará.

4
Estas 4 relaciones de armonía con las que Dios crea al ser humano: Con la creación, con él (Dios)
mismo, con los demás y con su propio ser interior, configuran la identidad de la persona y son la
clave desde la que el ser humano se entiende a sí mismo, a los demás y se acerca a Dios. El
capítulo 3 de génesis muestra cómo estas relaciones serán heridas por la desobediencia del
hombre. Pero Dios no se contenta con esto, y toda la narración bíblica es la historia del
acercamiento de Dios que elige a un pueblo y envía a su hijo para mostrar la salvación a toda la
familia humana.

Al final de la Biblia, una vez ya realizada la “nueva alianza” se ve cumplida la profecía de la


salvación: “¡Yo hago todo nuevo!” (Ap.21.5). Así se muestra que la salvación no llega solo a una
disposición interior del hombre, no afecta solo las relaciones con los demás, sino que toda la
creación es renovada por la obra salvadora de Dios.

En esta perspectiva, la propuesta de lectura de la Biblia se abre a tener en cuenta estas cuatros
relaciones fundamentales que incluyen toda la creación.

Leamos la Biblia entendiendo que la palabra de Dios siempre se acerca a nosotros en la situación
en que nos encontremos, y nuestra situación está ubicada en un lugar, en una tierra que está
esperando de nosotros, creyentes, un esfuerzo más por devolverle la belleza con que Dios la
creó.

5
RESPONSABILIDAD ECOLÓGICA

“Al ver Dios tal belleza, dijo: “Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros. Que
domine los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra y a todos los
reptiles e insectos.” Génesis 1:26b

Además de haber sido creado a imagen de Dios, el ser humano recibió el privilegio y desafío de
reinar sobre la creación. Este es un elemento adicional que lo distingue del resto de la creación: Su
responsabilidad es ser señor sobre la obra de Dios. Los verbos señorear y sojuzgar (que en hebreo
son radah (Gn.1.26) y kabash (Gn.1.28), respectivamente) pertenecen al contexto de la realeza e
implican autoridad y poder. Como representante de Dios, el ser humano debe ejercer ese poder
como Dios lo haría. No debe abusar del privilegio, sino comprender que ha sido llamado a reinar
sobre el mundo a favor de Dios. Todo esto implica que el propósito de tener dominio no es
explotar ni abusar, sino buscar el bienestar de la creación. Nuestro dominio de la creación debe
ser fiel reflejo de la manera en que Dios se ha comprometido con ella.

PROCLAMACIÓN DEL SEXTO DÍA

Durante las últimas décadas se ha argumentado con bastante vehemencia que las
irresponsabilidades ecológicas que ha cometido la humanidad se deben al mandato de Génesis 1.
Muchos han responsabilizado al relato de Génesis por la explotación desmedida de la naturaleza.
Si bien los verbos empleados en el relato son fuertes y expresan autoridad y poder, dicha
acusación no tiene fundamento. Es totalmente equivocado sugerir que quienes han abusado de la
naturaleza para su propio beneficio lo han hecho sobre la base de una enseñanza bíblica. Al
contrario, esos excesos que se cometen a diario son el resultado de desentenderse de las
demandas del sexto día de la creación.

Las consecuencias de tal desobediencia son alarmantes. Cada año se destruyen dos millones de
hectáreas de bosques en la Amazonia – el mayor pulmón verde del planeta. Todos los años se tiran
al mar 20,000 millones de toneladas de desechos. En china, el desierto crece a razón de 850
kilómetros cuadrados pro años. Todo esto y mucho más están ocurriendo a diario, porque el ser
humano rechaza la propuesta divina revelada a través del Génesis. Como representante de Dios,
el hombre debe ejercer dominio sobre la naturaleza en términos de servicio. Según el ejemplo de
Jesucristo, el señorío significa servicio. El que reina es el que sirve. Por lo tanto, la tarea del ser
humano creado a la imagen de Dios es ser mayordomo –y no explotador- de aquello que le fue
confiado.

6
CREADOR Y CREADORES

La Biblia comienza con una afirmación categórica que no es de índole científica sino teológica:
Nada en este mundo se explica, en última instancia, aparte de Dios. Dios se revela, desde el primer
versículo (Gn.1.1), como el Dios creador.

Este Dios que en un acto de su gracia crea el universo todo, también –en otro acto de gracia- al
formar al ser humano lo constituye en creador.

Según el primer relato de la creación, Dios les dice a quienes componían la primera pareja, que así
como ellos fueron creados a la imagen y semejanza del Creador, ellos tenían que engendrar
(crear) hijos a imagen de ellos mismos. Por eso, más adelante el texto bíblico afirma que “Adán…
tuvo un hijo semejante a él en todo…” (5.3).

Pero ahí no termina todo: Dios también le confiere a la pareja inicial el poder para dominar sobre
la creación (1.26-30). Ahora bien, de la misma manera como la imagen del ser humano en el ser
humano es reflejo de la imagen de Dios en él, el dominio del ser humano (hombre y mujer) sobre
la creación debe ser reflejo del dominio que sobre ella ejerce el mismo Dios. En otras palabras, el
dominio ha de ser un dominio creador y no destructor, de cuidado (“les entrego”, 1.29) y no de
expoliación aniquiladora.

Para ejercer ese dominio, el ser humano tiene que crear su propio mundo. Y así como el dios
creador llama lo que no existe a la existencia (Ro.4.17) por el poder de su palabra (“Dijo Dios… y se
hizo así”), él mismo dota al ser humano del poder de la palabra, precisamente porque en el
dominio de la palabra puede ordenar –y, por tanto, crear- su propio mundo. El relato que dice que
Dios llevó todos los animales al hombre “para que les pusiera nombre” ha de entenderse en
contraste con lo que sucedió en babel. Pues en babel, el ser humano pierde el poder de la palabra
y, consecuentemente, pierde también el poder de la comunicación con sus semejantes y el poder
de dominar los instrumentos de trabajo (es decir, de creación). La palabra ordenadora es palabra
de dominio. Y cuando el ser humano utiliza ese poder para destruir, la destrucción se vuelve
contra sí mismo.

El relato al final de Génesis 1 explica el plan que Dios había formulado para el ser humano, y Dios
mismo lo consideró de tal calidad que el texto concluye con estas palabras: “Mientras Dios
admiraba la gran belleza de su creación, cayó la noche y llegó la mañana. Ese fue el sexto día.”
(Gn.1.31).

7
Sin embargo, el panorama mundial es aterrador: El hombre ha usado el poder de dominio como
poder de destrucción. Es necesario recuperar el sentido original de la invitación divina para ser
creadores a la manera como él es Creador.

8
DIOS, CREADOR DE ARMONÍA Y ÓRDEN

Aunque tradicionalmente se leen los dos primeros pasajes de la Biblia (Gn. 1 y 2) como textos que
hablan de Dios como creador –y desde luego, eso es muy cierto- también se ha sugerido que
ambos pasajes presentan a Dios como salvador. En realidad, ambas perspectivas son correctas y
tiene apoyo en otros pasajes de la Biblia, sobre todo en la segunda parte del libro de Isaías (40-55).
En este libro profético se habla de la salvación ó liberación del pueblo de Dios como una nueva
creación, lo cual también se indica en el Nuevo testamento, en las epístolas paulinas,
concretamente en 2 Corintios 5.17. De acuerdo con la teología bíblica, Dios al crear salva y al
salvar crea. Es decir, la creación entera desde la perspectiva bíblica, existe no solo por un acto
primigenio de creación, sino sobre todo, por un acto continuo de salvación; de dar vida en
constante confrontación con las fuerzas de la muerte, el caos y el vacío.

De acuerdo con Génesis 1, al crear el universo Dios lo salva del desorden y del caos, y de acuerdo
con Génesis 2, lo salva de la aridez y la esterilidad. En la creación, Dios convierte el caos en
armonía y órden, y la esterilidad en verdor y vida radiante: ¡La creación es una obra liberadora!.

En Génesis 1, la obra creadora de cada día se corona con la afirmación “al ver Dios tal belleza”, y al
llegar al final del pasaje, después de la creación del ser humano, en el clímax de la narración,
también se afirma: “Dios admiraba la gran belleza de su creación…” (v.31).

En Génesis 2, se representa un movimiento ascendente a partir de un “jardín” sin agua y sin


“jardinero”, que termina con la presencia de animales con “nombres” y la creación de la mujer, la
“compañera”. Tanto el jardín como el varón empiezan incompletos e improductivos, pero
terminan completos y altamente productivos.

En ambos textos, tanto la participación de Dios como la del ser humano, quedan marcadas por una
constante preocupación por crear algo bueno y bello, y unir esfuerzos para confrontar a las fuerzas
del mal y del caos. Por ello, en la visión de estos textos-y por cierto, de todo el plan de Dios para
crear y manifestar su reino-, “reinar”, “enseñorearse”, ”gobernar” significan prestar un servicio a
favor de la vida, la justicia y el órden. Es interesante que en la Biblia, a diferencia de los relatos de
la creación de otras naciones como Babilonia, no se mencionan batallas cósmicas que terminan
con la aniquilación y descuartizamiento de dioses ó seres vivos.

Génesis 2 explica con claridad qué significa la orden que Dios da al ser humano en 1.28. ante la
aridez y la falta de fertilidad, y ante la ausencia de ayuda y compañía, tanto Dios como el ser
humano realizan labores que restauran ó producen espacios de vida y fertilidad, y una vida
comunitaria de ayuda mutua y compañía.

De estos dos primero capítulos de Génesis se desprenden varios asuntos. En primer lugar, se
desprende que Dios es el Rey y soberano sobre todo y sobre todos. Esta afirmación ofrece a cada

9
criatura que puebla nuestro planeta la certeza de que el propósito principal de Dios, el gobernante
eterno, es la vida, el órden y la justicia. Y al crear a sus compañeros y compañeras con los que
compartiría su “señorío”, los invita a actuar en el mismo espíritu de su programa de reinado. En
este sentido, es interesante notar quela estructura de Génesis 1 sigue una secuencia –manifiesta
en los siete días de la semana- en la que se muestran primeramente los “reinados”, y después los
“reyes ó señores”. Así, cada “señor” cumple su tarea tal como Dios se la encomendó: Los astros y
las estrellas “gobiernan” fielmente día tras día, noche tras noche y estación tras estación, sin
producir caos alguno ni desorden aniquilador.

Las aves del cielo “dominan” el espacio celestial sin contaminar ni producir destrucciones masivas
entre sí y otros seres que pueblan la tierra. Los peces del mar y los animales marinos, se conducen
de tal forma que su vida y sus acciones mantienen un equilibrio y orden tal que, si no fuera por la
intervención escandalosa del ser humano, los mares, ríos y lagos pulularían de una maravillosa
variedad de vida. Lo mismo puede decirse de los seres que habitan la tierra seca.

A nosotros, los seres humanos, también se nos dio la órden de “dominar” creativa y
ordenadamente. Y somos los únicos que tenemos el privilegio de ser creados a imagen y
semejanza de Dios (Gn.1.26-27). Por ello, más que ninguna otra criatura recibimos la orden de
proteger la creación total, velar por su reproducción y permanencia, y luchar contra toda fuerza
destructora que atente contra la integridad de los seres vivos vulnerables a ella.

De aquí que haya que señalar un segundo asunto: Dios necesita del ser humano y el ser humano
necesita de Dios, para lograr esa tarea. De acuerdo con estos dos textos, es necesario que se dé
una maravillosa interdependencia, una especie de simbiosis, para lograr el objetivo de crear y
salvar la creación de Dios que es nuestra casa. En la acción de Dios se manifiesta la presencia del
ser humano y en la acción del ser humano, se muestra el obrar de Dios. Ya lo decía Santa Teresa
de Jesús en una de sus poesías:

(Dios) no tiene otro cuerpo que el tuyo y no tiene


otras manos sino las tuyas.
Sus únicos pies son los tuyos y tuyos los ojos con los
que la compasión de (Dios) mira al mundo.
Tuyos son los pies con los que camina para ir haciendo el bien,
tuyas las manos con las que ahora tiene que bendecirnos.

En tercer lugar, la orden de “gobernar” sobre las criaturas, no tiene nada de hegemónico, o
destructivo. Y esa es la gran paradoja del “reino de Dios”. El gran Rey, es el primer servidor,
creador y salvador; crea y salva para beneficio de otros, en especial de los más débiles y
vulnerables. Nosotros, los compañeros del reino divino no podemos ser ni actuar de otra manera.

10
LA PROTECCIÓN DE LA TIERRA

Y LA PROTECCIÓN DE LOS POBRES

En la Biblia, la protección de la tierra y la protección de los pobres van de la mano. En el antiguo


testamento en particular, es Dios mismo quien exige tanto la protección del medio ambiente
como la de los pobres. Los seres humanos deben compartir la tierra con los animales, y usar del
reino vegetal con sabiduría. Los siguientes versículos son apenas una muestra de los muchos
textos bíblicos referidos a este tema:

“Pero la hierba verde será para todos los animales”. (Gn.1.30)

“Tampoco corten hasta el último racimo de uvas, ni levanten la fruta que se les caiga. Dejen todo
eso para los pobres, sean israelitas o refugiados en el país. Yo soy el Dios de Israel.” (Lv.19.10)

“En este mundo siempre habrá gente pobre. Por eso les ordeno que sean generosos con la gente
pobre y necesitada del país.” (Dt.15.11)

“Cuando cosechen el trigo de sus campos, no sieguen hasta el último rincón ni recojan todas las
espigas. Déjenlas para los pobres y los extranjeros.” (Lv.23.22)

En antropología, se plantea un modelo de cuatro diferentes sistemas de acercamiento a la


problemática del medio ambiente, que también puede aplicarse a los pobres. Este modelo
distingue cuatro estilos culturales y de pensamiento, teniendo en cuenta el acercamiento a la
naturaleza y la interrelación del ser humano con ella.

Los cuatros sistema son:

El individualista, que considera vigorosa a la naturaleza y a las personas. Por ello, no debe temerse
la intervención humana (por ejemplo, la explotación forestal ó las excavaciones indiscriminadas),
pues la naturaleza recuperará fácilmente su equilibrio.

El jerárquico, que admite una relativa intervención, pero desea poner límites a la acción humana
en relación con la naturaleza.

El aislado ó solitario, no tiene una mirada particular pero considera la naturaleza como
impredecible.

El comunitario, considera que la naturaleza guarda un equilibrio precario, que necesita


protección.

De lo expuesto se desprende que el sistema comunitario se opone a la intervención del jerárquico


y, fundamentalmente, al individualista. Es importante notar que el sistema comunitario, lo mismo
que el aislado ó solitario, tienen un poder político, social y religioso temporal. En algún momento,

11
antes ó después, estos sistemas son fagocitados por las estructuras convencionales permanentes
del sistema jerárquico ó aislado.

Se puede ver cómo estas consideraciones sobre la naturaleza justifican los mismos tipos de
comportamientos que se espera de cada uno de los grupos culturales.

Aislado-fatalista: La naturaleza es caprichosa

Individualista-emprendedor: la naturaleza es vigorosa.

Jerárquico-balance: La naturaleza es vigorosa, pero tiene límites.

Comunitarios-protector: La naturaleza es frágil.

Hay que preguntarse, entonces, cuál de estos estilos es bueno y cuál resulta perjudicial para el
medio ambiente y para los pobres. Lo más importante es si la estructura que detenta el poder (en
general, la jerárquica ó la individualista) debe ser resistida ó reformulada, puesto que quienes
están en el poder son quienes ayudarán a proteger la tierra (y junto con ella, a las personas) ó a
destruirla.

En la historia reciente, el poder se ha basado, fundamentalmente, en la cultura individualista, cuyo


objetivo ha sido, casi exclusivamente, la concentración de riquezas. Por ello, estas culturas
soportan el peso de la responsabilidad de detener la destrucción de la tierra (y de la gente), y
esforzarse en su protección. Las personas que forman parte de estas sociedades deberán aunar
esfuerzos comunitarios, además de sus esfuerzos personales, a fin de ejercer presión sobre sus
dirigentes para que cambien sus políticas y comiencen a cuidar conjuntamente de la tierra y de los
pobres.

Comprender los diferentes tipos culturales puede ayudar a identificar cuáles quieren trabajar a
favor del cambio.

El antiguo testamento da cuenta, en varios pasajes (por ejemplo, en Ex. 34.6-7), de los pecados de
los padres que se hacen extensivos a los descendientes hasta la tercera y aún la cuarta generación.
Aunque este castigo es de un tipo específico, se aplica muy bien a lo que sucederá con la vida en la
tierra si se sigue destruyendo el entorno natural. Las generaciones futuras padecerán las
consecuencias, incluso la extinción. Y como siempre, serán los pobres quienes más sufran.

Dale Ctrl+Click en la imagen.

12
RESPETO POR LA TIERRA

Allí tomaron algunos de los frutos de esa región, y nos informaron que el territorio que nuestro
Dios nos iba a dar era de lo mejor. Dt. 1.25

Los pueblos originarios heredaron de sus antepasados conocimientos y formas de manejo


ambiental adaptados a los diversos ecosistemas que habitan. Se trata de prácticas productivas
cuyo fin primordial no va más allá de proveer el sustento necesario para sus familias y
comunidades. Cada una de estas prácticas productivas se ve acompañada de celebraciones
culturales en las que se respeta y agradece a la “Madre Tierra” por la provisión obtenida.

Las prácticas productivas y las celebraciones de respeto hacia la naturaleza son parte de la
identidad de los pueblos originarios y además regulan el uso, acceso y manejo de los recursos
naturales manteniéndolos dentro de los límites sostenibles.

Las tierras y los recursos naturales donde hoy viven los pueblos originarios son el resultado de un
manejo de la naturaleza regulado durante siglos, y a pesar de la intervención humana, hoy día se
puede observar que las regiones naturales mejor conservadas se encuentran en los territorios de
estos pueblos.

Algunas de las prácticas de manejo ambiental apropiado que aún pueden observarse en los
pueblos originarios, son por ejemplo, la elaboración de terrazas de cultivos para evitar la erosión
de los suelos, la preparación de abonos naturales, el control natural de plagas, los métodos
selectivos para la caza y la pesca, el descanso de los suelos agrícolas, la rotación y la diversificación
de los cultivos. Estas prácticas productivas, así como las celebraciones de respeto hacia la
naturaleza, no siempre han sido valoradas, por el contrario, muchas veces han sido simplemente
descalificadas.

En ocasiones, nuestra lectura de la Biblia se ha olvidado de entender el contexto sociocultural de


los escritos bíblicos y ha comparado mecánicamente las prácticas culturales de respeto por la
naturaleza de los pueblos originarios con las antiguas prácticas idolátricas del pueblo de Israel. La
lucha contra la idolatría que se muestra en el A.T responde a condicionamientos particulares del
pueblo de Israel y se distancia ampliamente en tiempo y espacio de las tradiciones de los pueblos
originarios.

Inoportuno es descalificar las prácticas culturales de los pueblos originarios ó combatirlas al estilo
de Israel frente a la idolatría, pues estos ería desconocer las condiciones culturales e históricas
particulares que definen el actuar y las dinámicas de los pueblos.

13
Las prácticas y celebraciones culturales de los pueblos originarios con respecto al medio ambiente
deben situarse y entenderse también en sus propios contextos.

La crisis ambiental nos obliga a repensar cuál es el futuro de la sociedad que la humanidad desea.
La desacralización absoluta de la tierra y el tipo de desarrollo en el cual caminan las sociedades
actuales sientan sus bases en la explotación desmedida de los recursos naturales, situación que
hoy día se está traduciendo en una crisis que aqueja y amenaza gravemente a la humanidad.
Frente a esta crisis es tiempo, finalmente, de aprender de los pueblos originarios, de comenzar a
ver con otros ojos el respeto que manifiestan por la naturaleza y a revalorar seriamente sus
formas de vida y sus conocimientos sobre el medio ambiente.

14
TIERRA BÍBLICA

El concepto de herencia es un concepto clave para comprender la tradición de la tierra en los


relatos bíblicos. La posesión de la tierra constituye la base de la organización social de Israel en los
tiempos pre-monárquicos; es decir, en la conformación de Israel como pueblo y nación. Como
podemos ver en el A.T, en aquella época, la tierra no era una propiedad privada en el sentido
capitalista de un bien intercambiable, sino el bien que posibilitaba la vida, la identidad personal y
comunitaria, y que expresaba en forma material, la promesa ó pacto que Dios había hecho con los
hebreos. Introducía la idea de que la tierra misma es la substancia de la génesis humana (Gn.2.7) y
que hay una relación simbiótica entre el ser humano y la tierra, que se activa en su mutua
interacción (Gn.2.5).

Esta idea se expresa mediante el verbo “heredar” ó mediante el sustantivo “herencia”, que
frecuentemente se encuentra relacionado con la tierra, de tal forma que en algunos casos tierra-
herencia resultan equivalentes. Israel es la herencia de Dios para el pueblo hebreo; el campo de
cultivo ó la “porción” es la herencia de Dios para la familia hebrea.

La tierra como herencia es un don o regalo de Dios. Él puede darla porque, según el pensamiento
israelita, Dios es el primer y último dueño de la tierra. Esta afirmación es fundamental para el
concepto de tierra, pues significa que la tierra que el campesino hebreo trabaja es suya en calidad
de cuidador, pero no como propiedad privada. Por tanto, el campesino hebreo tiene
responsabilidades para con ella y éstas se manifiestan en su cuidado y cultivo, que expresan la
fidelidad a Dios, a la propia familia y al pueblo. Hay que dejar que la tierra repose para que no
pierda su vitalidad. Sobre todo, hay que defender su integridad ante quienes la profanan
codiciándola y olvidando que su origen y propósito trasciende los deseos particulares de cada uno.

Que la tierra es un pacto divino se ve con claridad en el caso de Nabot (1R.21) cuando rechaza la
demanda de Acab para que le venda su viña ó terreno. Aquí los dos conceptos están plenamente
contrastados: Para Nabot, la tierra es producto de un pacto ó alianza que implica obligaciones
mutuas y relaciones históricas. Nabot pertenece a la tierra misma, y no tanto que la tierra sea
suya. Deshacerse de ella significaría perder algo de sí mismo. Para Acab y Jezabel tal concepto era
incomprensible ya que para ellos, como suele ocurrir con los reyes ó poderosos cuya costumbre es
mandar, la tierra podía ser vendida, intercambiada ó conquistada igual que todas las cosas.

La idea de la tierra como herencia, como se ve en el relato de la viña de Nabot, está corroborada
por los textos que prohíben remover los límites de propiedad que fijaron los antiguos. El libro de
Proverbios advierte “Mantén el tamaño de tu terreno tal como lo recibiste de tus padres, y no
invadas el terreno de los huérfanos” (23.10). la tierra es más que suelo. Es medio de vida y bien
patrimonial que conecta el presente con el pasado y que abre el futuro. Hay que respetar los
linderos para que todos, aún los huérfanos, tengan acceso a ella, y por consiguiente, a la vida y a
una identidad. Remover los linderos es destruir la vida del campesino, del pobre. Como en el caso
de Nabot, el concepto de tierra como herencia siempre se manifiesta como una presencia que

15
subleva los designios de los poderosos. La herencia fue la memoria subversiva en la cual el pueblo
enraizaba su resistencia a la dominación.

El concepto de tierra como herencia es fundamental, no solo porque Dios es el dueño real, sino
porque la tierra –el cumplimiento de la promesa de la “Tierra Prometida”- está ligada al éxodo y a
la liberación de la servidumbre egipcia (Ex.6.6-8). Los conceptos de liberación y tierra prometida
se unen y forman la base de la ética para la vida en la tierra. Así es como pacto-éxodo-Tierra
Prometida forman una sola unidad teológica y una estrategia utópica que apunta al futuro
nuevo (Dt.26.5-9).

Para el escritor del Deuteronomio, esta unidad teológica es la base de la ética del “acuérdate”, la
ética de Israel. Los mandatos para asegurar la rectitud y la justicia, sea de guardar el día de reposo
ó de cuidar a las viudas, huérfanos y extranjeros, se introducen ó terminan con alguna frase que
los induce a “acordarse”:

“Así que deben recordar que ustedes también fueron esclavos en Egipto, y que yo los saqué de allí
haciendo uso de mi gran poder…” (Dt.5.15; cf.8.18; 15.15; 16.1; 12; 24.17-22)

Hay que recordar que Dios liberó a un pueblo de esclavos y les dio tierra propia como herencia.
Esta herencia se convierte en tarea, pues la acción liberadora de Dios requiere de la acción
liberadora del ser humano. Entonces, el término herencia destaca la dimensión social de la tierra y
es el punto de partida del derecho agrario del Israel antiguo. En fin, para el Israel pre-monárquico,
la tierra era fundamentalmente comunitaria. Aunque cada uno podía disfrutarla para su propio
beneficio, al mismo tiempo la tierra y el trabajo del campesino obligatoriamente debían satisfacer
las necesidades de la comunidad. Así, la comunidad podía imponer ciertos límites al uso y a la
tenencia de la tierra. La legislación sabático-jubilar 8Dt.15.1-19; Lv.25) y la de las espigas, primicias
y diezmos (Dt.24.19-22, 26.1-19) son expresiones elocuentes de estos límites. Aunque no se sabe
si realmente se practicaba esa legislación, la idea de herencia como se concibió en los tiempos
pre-monárquicos siempre era la norma.

El marco de referencia para las denuncias que hicieron los profetas Isaías, jeremías, Amós y
Miqueas sobre la injusticia contra la tierra siempre fue el de la herencia y la ética que es concepto
implicaba. Para ellos el futuro requería, recuperar los principios de los tiempos, cuando la herencia
era real. Aun para Ezequiel, el futuro restaurado ha de ser como antes (Ez.37). Sin herencia no hay
justicia y, por ende, no hay fidelidad ni vida auténtica.

LA HERENCIA Y LAS CULTURAS INDÍGENAS

En las culturas indígenas de América Latina, existen conceptos parecidos al concepto bíblico de la
tierra como herencia. Para los pueblos indígenas de toda América Latina, de norte a sura, la tierra
tiene una importancia especial. Sus tradiciones destacan la tierra como la sustancia de la génesis
humana y el medio que posibilita la vida. Es la fuente de la vida, y el lugar de su generación
constante. El ser humano es parte de una red de relaciones entre lo humano y lo terreno, que

16
facilita la vida buena y justa. El acceso a ella es un derecho que no se le puede negar a nadie, pues
la tierra es el fundamento de la vida y les pertenece a todos. Como lo explican los mapuches de
Chile: “La tierra es el símbolo de la fertilidad y todos deberían tener acceso a ella, porque es un
recurso para la subsistencia y por tanto nadie puede ser privado de sus beneficios”.

La tierra también es fundamento de la identidad cultural. Su territorio no es cualquier espacio. Es


el espacio donde su propio pueblo ha desarrollado su vida sobre centenares de generaciones,
donde sus antepasados ya descansan, y donde se ha creado la cosmovisión que le da sentido a su
universo y se han aprendido las técnicas de sobrevivencia que armonizan con la naturaleza. Es el
espacio por excelencia para ser pueblo. Como dicen:

“La tierra es fuente de unidad que nos permite mantenernos como el pueblo unido y porque la
tierra es el sentido y razón de nuestra lucha por restaurar el órden, el equilibrio y la armonía.”

Expresiones actuales de este pensamiento de la tierra se evidencian en el concepto andino de


pachamama, en la importancia de la milpa en América Central, y la tierra –sin mal- de la
Amazonia. Estas expresiones tienen sus raíces en tiempos remotos, pero se mantienen vigentes
hasta hoy.

17
UN DIOS JARDINERO

En el inicio del Génesis, la narración muestra a dios creando el universo. Después de haber hecho
al hombre, Dios se detiene a plantar un jardín para colocar allí a su criatura, modelada por sus
manos con arcilla y vivificada con amor por el soplo de sus labios. Todo un artesano que toma
cuidado de su obra de arte y al dispone para que se multiplique, llene la tierra y la ponga bajo su
dominio.

Esa imagen resulta conocida; sin embargo con frecuencia se deja de lado, en un principio remoto
del cual ya se ha perdido la consciencia, como si una vez realizada la obra creadora, el Creador se
hubiera desentendido de ella. De esa manera, ya no se reconoce a un Dios que cuida y protege la
naturaleza y la creación.

Muchos otros pasajes de las Escrituras muestras una y otra vez esta imagen de un Dios que no se
desentiende de su creación, sino que la sigue asistiendo con su mano poderosa y misteriosa. El
Salmo 65 es uno de esos pasajes.

Dios, que en un inicio formó los cielos y la tierra y plantó un jardín, como un buen jardinero sigue
atendiendo las necesidades de su creación: “la empapas con abundante lluvia y riegas los
sembrados…”. Las imágenes describen no ya la obra de la creación, sino la obra del cuidado
permanente: Dios sostiene cada día la creación que ha hecho.

En el Salmo se pueden apreciar también otros detalles: “Con la lluvia aflojas la tierra y la preparas
para la siembra…”. Dios, que ha creado la tierra y ha plantado el jardín, los cuida con la lluvia, no
hace toda la tarea sino que prepara la tierra y deja listo el campo. Con estas expresiones está
manifestando la espera de otra mano que venga a continuar su obra creadora y protectora.

El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios fue puesto en el jardín para llenar la tierra y
dominarla, y les fueron entregadas las plantas que dan semilla y los árboles frutales (Gn.1.28-29),
de modo que Dios pone al hombre como colaborador suyo en la creación que ha hecho. La imagen
y la semejanza del Dios creador también puede manifestarse en el cuidado de la tierra, en la
protección de la obra creadora, cuya finalidad no es la naturaleza en sí misma, sino ésta en tanto
fue creada para el hombre y la mujer, pues por eso Dios se la ha encomendado. De esta manera el
Salmo concluye diciendo “las praderas se llenan de ovejas, y los valles se cubren de trigales. ¡Todo
el mundo canta y lanza gritos de alegría!”. Es cierto, Dios vela por su creación, pero para que ésta
esté al servicio del ser humano. Los campos son preparados por Dios y “los valles se cubren de
trigales”; es decir, Dios, que creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza, pone todo a su
servicio, para que trabajando como él lo hace, podamos juntos caminar en la tierra por el camino
que él nos indica y en el cuidado de toda la creación, todos y cada uno, tengamos el pan de cada
día.

La imagen de un Dios como jardinero puede resultar un tanto ingenua. Sin embargo, si Dios
comienza su revelación ocultándose detrás del delantal del que planta el jardín, al culminar la

18
revelación, junto a otro jardín, la primera mujer que lo va a ver resucitado justamente lo confunde
con un jardinero:

—Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?


María pensó que estaba hablando con el que cuidaba el jardín donde estaba la tumba. Por eso le
dijo: —Señor, si usted se ha llevado el cuerpo que estaba en esta tumba, dígame dónde lo puso y
yo iré a buscarlo. Jesús le dijo: —María. Ella se volvió y le dijo: — ¡Maestro!
Juan 20:15-16

Tal vez habría que detenerse un poco más en esta imagen y reconocer como dijo Juliana de
Norwich, una mística inglesa del siglo XIV:

“Me detuve a pensar qué clase de labor debería hacer el servidor. Y comprendí entonces que él
debería hacer la labor más pesada y el más duro trabajo, es decir, el de jardinero. Cavar y zanjar,
fatigarse y sudar y dar vuelta la tierra calando hasta lo más hondo y regar las plantas a su debido
tiempo, sin la menor interrupción y permitiendo que los dulces arroyuelos produzcan variados y
nobles frutos que deberá poner ante su Señor y así servirle según su deseo”.

19
CRISTIANOS: MAYORDOMOS DE LA CREACIÓN

“Cuando Dios comenzó a crear el cielo y la tierra…” Génesis 1:1

“Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara…” Génesis 2:15

El planeta tierra es parte de la creación de Dios y un espacio de vida adecuado para las
necesidades de sus criaturas. Hoy se afirma que la tierra ha llegado a ser la aldea de la humanidad,
sobre todo, si se toma en consideración el acelerado avance de la tecnología aplicada a las
comunicaciones.

Estas les permiten a los seres humanos vivir en forma contemporánea con sus congéneres en las
diferentes regiones del planeta. El mundo forjado por los hombres y por las mujeres es un mundo
de interacciones y de interdependencias, donde todo se relaciona con todo.

Las leyes de la naturaleza confirman el axioma recién planteado y reflejan el órden de Dios. Al
incumplir los preceptos divinos, el ser humano yerra y provoca impactos negativos sobre la
creación, los cuales, a su vez, provocan daños muchas veces irreversibles. El ser humano no ha
sabido comprender y acatar las leyes naturales y por ello, los impactos que en tiempos pasados
estaban localizados, hoy son globales y las consecuencias afectan con mayor fuerza,
especialmente a los pobres.

En última instancia, el colapso de la biósfera tendrá consecuencias irreparables para toda la


humanidad.

En algunos países los ciudadanos no prestan mayor atención a los problemas globales que se
discuten en los foros internacionales. Muchos tienden a ser escépticos a la validez y eficacia de las
resoluciones pactadas en esas reuniones consensuadas.

A los pueblos subdesarrollados les interesa y apremia satisfacer las necesidades básicas que
aseguren su supervivencia: los alimentos y la energía de cada día, la cura de las enfermedades de
los niños y las niñas que mueren prematuramente, los precios justos para el café, los bananos,
minerales y otras materias primas; les preocupa el agua –que es un bien que tiende a ser
acaparado por las empresas internacionales.

Hay que reconocer que la lucha a favor del cuidado de la vida concierne a todos por igual: pobres
y ricos, mujeres y hombres, letrados e iletrados, creyentes y no creyentes, a los del norte, a los del
sur, a los del este y a los del oeste.

La Biblia no es ajena a este problema, por ejemplo, el Salmo 133 plantea el resultado de estar
juntos reunidos, Hermón y Jerusalén, norte y sur, como hermanos y hermanas que buscan la
voluntad del Señor, en espera de sus bendiciones y vida eterna. Por tanto, es menester reconocer

20
que el ser humano se ha apartado de la voluntad de Dios y ha violentado la “casa” que el Señor le
proveyó. Por eso, al mismo tiempo que en el sur la gente se esfuerza por detener la deforestación
y defender el uso de los recursos naturales, en el norte es necesario corregir hábitos de consumo
que conducen a despilfarros energéticos de consecuencias funestas sobre el clima global, que
sufre cambios acelerados nunca antes registrados en la historia del planeta. Debemos orientar la
investigación hacia la solución de los problemas humanos en lugar de invertir en la industria de la
destrucción humana y la devastación de la Creación.

La iglesia, como cuerpo de Cristo, debe procurar la búsqueda de la justicia, la paz y la integridad
de la creación.

21
SABIDURÍA ECOLÓGICA

En las tradiciones sapienciales encontramos proverbios, dichos populares, consejos y narrativas de


distintos contextos y épocas. Se trata de una sabiduría de ambiente tanto campesino como
urbano, e incluso de la realeza. Son recomendaciones acerca de cómo sobrevivir en el ámbito
donde cada uno se mueve.

El término bíblico “sabiduría” (en hebreo, homah9 equivale a habilidad, destreza, y no a acumular
conocimiento como en el pensamiento griego. El sabio puede reflexionar sobre problemas
importantes: la muerte, las desigualdades sociales, las injusticias, el temor de Dios y, se podría
agregar, el calentamiento global. Todos, sin embargo, apunta a una actitud ante la vida: el
comportamiento ó conducta humana.

Actualmente se habla mucho del calentamiento global y como dice el dicho, “Cuando el río suena,
piedras lleva”. Por eso, frente al calentamiento de la atmósfera, es necesario dejar la inercia y
asumir una actitud responsable y eficaz en la vida cotidiana. Conocer lo que acontece a nuestro
alrededor y al planeta no es ya una opción sólo de científicos y de “activistas verdes”, es la
responsabilidad de todos de preservar la creación de Dios que él mismo nos dio para su cuidado.

La tierra es como un árbol que nos protege con su sombra. Pero, si nos dormimos, como el
camarón, la corriente arrasará todo lo que encuentre a su paso. Ya lo han advertido los científicos
y… “en catástrofe avisada, no muere nadie”.

“No dejes para mañana, lo que debes hacer hoy”

En la actualidad, en el planeta Tierra se emiten demasiados gases que están rompiendo el


equilibrio del efecto invernadero. El efecto invernadero es un fenómeno físico natural,
importantísimo para la vida del planeta, pues se encarga de retener el calor que el sol envía sobre
la superficie terrestre. Sin embargo, debido al “progreso industrial”, la cantidad de gases que se
lanzan a la atmósfera, está desbalanceando ese equilibrio, y la temperatura de la atmósfera y los
océanos se están elevando de tal manera que amenazan el planeta. Los síntomas del
“calentamiento global” ya se están padeciendo: sequías e inundaciones cada vez más frecuentes,
deshielo, irregularidad en las estaciones, fríos y calores más intensos que nunca, plagas, nuevas
enfermedades.

Afortunadamente, desde hace varios años, científicos honestos y movimientos ecologistas vienen
alertando al respecto. Hay convenios internacionales (como el Protocolo de Kioto) en los cuales
muchos países se comprometen a reducir la emanación de gases, especialmente el dióxido de
carbono (CO2), el más peligroso, producido por las industrias carboníferas y petrolíferas.

Además, en cada país hay leyes reguladoras para mejorar el medio ambiente, y reducir los gases
que contribuyen al calentamiento global. Sin embargo, desgraciadamente, muchos ciudadanos no

22
las conocen y otros se hacen los desentendidos y manipulan la información. Es preciso ser claros:
Ha y que cambiar de actitud y actuar a la brevedad a favor de un mundo sostenible.

No se puede dejar para mañana lo que se debe hacer hoy. Porque si de verdad el equilibrio es tan
delicado, pero no se hace nada en los próximos 30 años, después no habrá lugar para los
reclamos.

La actividad humana está perjudicando el globo terrestre, por lo tanto es imperioso cuidar el
hábitat. Cada uno debe poner su “granito de arena”: Informarse, porque “el que no sabes es
como el que no ve”, reciclar, ahorrar energía, cuidar el agua, buscar calidad y no cantidad, dejar
el consumismo, cambiar los patrones de conducta y ser solidarios, porque los más afectados
siempre son los más pobres.

Hay que perfeccionar la sensibilidad hacia la preservación del medio ambiente: Cada producto
tiene toda una historia de vida contaminante. Si se analiza el ciclo de vida (ACV) desde que se
produce lo que se quiere comprar hasta que termina en la |basura, se hará evidente que cada
acción conlleva consecuencias negativas ó positivas. Porque si se recicla por un lado, pero por otro
se compra un producto que en su proceso de producción resulta altamente contaminante por
todos los químicos que requiere, de nada ha servido el reciclado.

En estos asuntos hay que ser sabios, embajadores de la sabiduría ecológica popular, “más vale
tarde que nunca”.

Datitos:

Ecología

Parte de la biología que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con el medio en el que
viven.

23
ÉTICA SOCIAL Y MEDIO AMBIENTE EN OSEAS

Dos textos del profeta Oseas ofrecen al lector la oportunidad de reflexionar sobre la ética social y
el medio ambiente.

Oseas 2.18-23 presenta el proyecto de Dios y 4.1-3 habla del resultado de la acción devastadora
del ser humano.

En el capítulo 2, el profeta vislumbra una época de verdadero shalom, de vida plena para todos. Lo
que más llama la atención es que en el c.18 la dádiva de esa vida plena para Israel no es otra cosa
que el resultado de una alianza ó pacto “No habrá animal que les haga daño ni pueblo que les
declare la guerra”. Y que, como resultado de dicha alianza, tanto el cielo como la tierra
responderán donándoles a todos, seres humanos y animales, “trigo, vino y aceite” (v.22). El
shalom del que habla Oseas 2.18 no es sino el cese de la violencia y la destrucción. Y el texto
finaliza señalando que éste es, precisamente, el requisito para que el Israel bíblico sea el
verdadero pueblo de Dios y que el Señor sea el único Dios de Israel.

En otras palabras, la pertenencia mutua entre Dios y el pueblo –la permanencia de la relación de
alianza- sólo es posible cuando cada una de las partes cumple su responsabilidad. Ahora bien,
¿cuál es la responsabilidad de ser humano?. Es aquí precisamente, donde se encuentra: en la
proclamación profética, la indisoluble unidad de la ética social y la integridad del medio
ambiente, el sistema ecológico.

Por otra parte, Oseas 4.1-3 presenta este tema, pero por la vía negativa. El texto es por demás
elocuente:

«Yo tengo un pleito contra ustedes, los israelitas.


Ustedes no son sinceros, ni aman a su prójimo.
Todo el mundo mata y roba, miente y jura en falso,
y no es fiel en su matrimonio. Por todos lados hay violencia.
¡Nadie me reconoce como su Dios! Por eso todos en el país
lloran y se desaniman, y van desapareciendo
los animales de la tierra, del cielo y del mar.

El Shalom es lo que señala Oseas 2.18-23, en 4.1-3 se habla de destrucción total, inlcuyendo la
destrucción del ecosistema. Lo que está ausente es Jesed, es decir, la solidaridad, y junto con ella,
2 el desconocimiento o falta de reconocimiento de Dios”. En ambos casos, la ausencia de
solidaridad y del conocimiento de Dios se manifiesta no en un anuncio de “ateísmo” ó de falta del
culto y de piedad religiosa, sino de acciones concretas de ética social. Dios no se queja de que lo
abandonen a él, sino de que la gente actúe con maldad, violencia y destrucción contra su prójimo.
Pero lo más tremendo que anuncia el profeta es que la maldad contra el prójimo, la destrucción

24
del hombre y de la mujer que debieran ser objeto de amor y cuidado, se manifiesta en la
destrucción de la naturaleza.

La violencia contra el ser humano se expone en violencia y destrucción contra la naturaleza. Así lo
dice con toda claridad el profeta: “…los animales de la tierra, del cielo my del mar”. Oseas le
recuerda al lector que el cuidado del medio ambiente está indisolublemente ligado a la
responsabilidad ética del ser humano. A eso apunta el “por lo cual” del versículo 3: Por culpa de
la maldad del ser humano, “Por eso todos en el país lloran y se desaniman, y van desapareciendo
los animales de la tierra, del cielo y del mar.”

Lo que se puede aprender de Oseas es que la protección del medio ambiente no se reduce a
acciones aisladas –sembrar árboles, cuidar las fuentes de agua fresca, evitar comerciar con
especies en peligro de extinción, etc.- que son encomiables por sí mismas; sino que el punto que
se argumenta aquí es exactamente lo mismo que enseña el Génesis 1 y 2: La conducta del ser
humano hacia cada una de las criaturas de nuestro hábitat afecta directamente a las otras.

No en balde, el apóstol Pablo dice en Romanos 8.21-23 que tanto la creación entera como los
seres humanos anhelan su redención total. No cabe duda de que hoy por hoy la destrucción del
medio ambiente y la violencia contra el ser humano son protagonizadas por las mismas fuerzas
malvadas en las que se conjugan gobiernos nacionales y empresas multinacionales ávidas de
poder y riqueza.

Ante la presencia del mal y la maldad, la esperanza profética, el sueño de Dios es el del nuevo
mundo y la nueva creación tal como lo describe Isaías 11.1-6. Al protagonista de los versículos 3-5
lo presenta el versículo 6 como “un niño”; La justicia y el derecho, y el castigo a los malvados y
violentos serán obra de “este niño”(Jesús) que también es convocado como “pastor” de una nueva
creación, en la que lobo y cordero, tigre y cabrito, ternero y león jugarán y se alimentarán juntos
sin hacerse daño, y todo, todo el mundo estará lleno del “conocimiento de Dios” (v.9). Ésta es, sin
duda, la esperanza de los hijos e hijas de Dios. De allí que cada creyente es llamado a la
solidaridad con el prójimo y con las demás criaturas con las que comparte su hábitat.

25
ECOLOGÍA, BIBLIA Y LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

A lo largo de la historia y en la vinculación que durante siglos establecieron con el medio


ambiente, los pueblos originarios desarrollaron prácticas de manejo de la naturaleza, las más de
las veces, benevolentes y poco agresivas. Estas prácticas establecen normas y sanciones que
regulan la utilización de los recursos naturalezas dentro de los límites apropiados. Evidencia de
ello es que las regiones silvestres menos deterioradas, que aún se pueden encontrar, están en los
territorios habitados por los pueblos originarios.

Los sistemas de adaptación al medio natural generados por estos pueblos han sido desestimados
por los valores y proyectos económicos de la sociedad industrializada. Así, los pueblos originarios
padecen desde el arrebato de sus tierras, selvas ó bosques hasta su paulatina incorporación a los
mercados agrícolas nacionales e internacionales.

Del primer caso, es ejemplo el establecimiento de represas hidroeléctricas ó megas proyectos


productivos que han conllevado al desalojo de los pueblos con consecuencias irreparables para sus
culturas, lenguas y medio ambientes locales.

Del segundo caso, es ejemplo la introducción de monocultivos comerciales que han desembocado
en la desestructuración de sus sistemas económicos autosuficientes, en el desplazamiento de sus
cultivos locales y en su incorporación desventajosa en los mercados, tal es el caso de los
monocultivos como el café, la caña de azúcar, la palma; o bien la expansión ganadera, entre
muchas otras producciones.

El monocultivo del café, por ejemplo, vuelve a los pobladores dependientes de los precios del libre
mercado, además de que los sujeta a una cadena de usura, donde los que más se benefician de
agobiante trabajo y del desgaste ambiental que supone esta producción son las grandes empresas
comercializadoras amparadas por las políticas estatales.

Los pueblos originarios son conscientes de la situación en sus comunidades. La situación actual de
muchos de estos pueblos nos recuerda la situación del campesinado en los tiempos del profeta
Amós.

En la época del profeta Amós, alrededor del año 767-753 a.C., el rey del reino del norte era
Jeroboam II, quien además de buscar la ampliación de sus territorios de influencia por medio de
feroces combates (Am. 1.3, 6, 9, 11,13; 2.1), también llegó a controlar la principal ruta comercial
entre Egipto y Mesopotamia. Se trataba, pues, de un reinado muy próspero con una gran fuerza
militar y comercial. Mantener esta posición expansionista dependía de una imposición de tributos
cada vez mayores a los campesinos (4.1). el esplendor y el lujo de la clase gobernante (6.4) se
contraponían con la vida de miseria y hambre de la mayoría de la gente del pueblo.

Amós, profeta del reino del sur y con un claro origen campesino (1.1; 7.14), entiende bien la
situación de la gente del campo y desde este contexto habla. A lo largo del libro de Amós se

26
evidencia no solo cuál era el trato de que recibían los campesinos pobres sino también cuáles eran
los intereses de la clase gobernante y acomodada (2.6-7; 3.10; 4.1; 5.7, 11). En una de sus cinco
visiones, “la canasta con fruta” (8.4-6), el profeta denuncia: “Escúchenme bien: Ustedes humillan
a los pobres y están acabando con ellos. Para vender más caro el trigo ustedes se la pasan
deseando que pronto termine el día sábado y que pase la fiesta de fin de mes. Sólo piensan en
engañar a sus clientes, usando pesas y medidas falsas. Quieren venderlo todo, ¡hasta la cáscara
del trigo! Quieren hacer esclavos a los pobres a cambio de unas monedas o por el precio de unas
sandalias”.

Dios hizo ver a Amós cómo los intereses desmedidos de la clase gobernante en alianza con los
sacerdotes del templo (7.10-13) repercutían gravemente en la calidad de vida de las poblaciones
campesinas. El profeta describe las consecuencias que tendría este comportamiento tanto para el
pueblo de Israel (9.1-4) como para la familia de Jeroboam (7.9). Pero, más allá de la denuncia y el
castigo, el profeta también abrió la posibilidad de un futuro nuevo y justo para Israel (9.11-15).

El mismo desdén por el sufrimiento de los campesinos y el excesivo afán del poder y lucro que se
demostraba en los tiempos de Amós son los que se pueden ver en la actualidad hacia muchos
pueblos rurales y su medio ambiente. (Ejemplo positivo, de esto, en Panamá, por lo menos, hay
leyes que protegen la zona amplia de Kuna Yala, y ellos mantienen su propia manera de
autosostenerse y cuidar las tierras).

En particular, los pueblos originarios viven en extrema adversidad frente a los intereses del
mercado, sufren día a día de una forma forzada la desestructuración de sus prácticas agrícolas
tradicionales, son incorporados en los mercados nacionales e internacionales en extrema
desventaja, y en muchos casos se ven obligados a emigrar a las ciudades en busca de mejores
condiciones de vida. En sus territorios, no obstante el cuidado que suelen procurar, también
comienzan a verse los daños ambientales que tendrán severas consecuencias para las poblaciones
locales (contaminación y escasez de agua, envenenamiento por plaguicidas, deterioro de los
suelos productivos), estragos que son el resultado de las políticas económicas insostenibles que se
expanden hasta sus comunidades.

La voz del profeta Amós recuerda que es posible construir una realidad diferente, que es tiempo
de un cambio urgente hacia políticas económicas sustentables y que, no obstante esta difícil
realidad, es necesario compartir el mensaje de esperanza que fue proclamado en su momento por
el profeta (9.13-15): “Ya está cerca el día en que tendrán abundantes cosechas. No habrán
terminado de cosechar el trigo cuando tendrán que volver a sembrar; no habrán acabado de
preparar el vino cuando tendrán que plantar más viñas. ¡En los cerros y en las colinas correrá el
vino como un río!. Pueblo de Israel, cuando llegue ese día,
los haré volver a su país. Entonces reconstruirán sus ciudades y volverán a habitarlas; plantarán
viñedos y beberán su vino, sembrarán huertos y comerán sus frutos. Yo mismo los plantaré en su
tierra, y nadie volverá a arrancarlos de la tierra que les di. Yo soy su Dios, y les juro que así lo
haré.”

27
LA CREACIÓN ESPERA EL RESCATE

Yo creo en Cristo como creo que el sol sale. No porque lo veo, sino porque gracias a él veo todo lo
demás. C.S. Lewis

La epístola de los Romanos habla de la gracia y de la justicia de Dios, pero antes habla del pecado
como un poder personalizado que domina al ser humano. Ese pecado, de acuerdo al apóstol
Pablo, se fue construyendo a causa del comportamiento de las personas que se dejaron llevar por
su avaricia y pasiones desmedidas. Pablo, el autor de la Epístola a los Romanos, insiste en que toda
la humanidad es culpable en la construcción de este pecado, y está bajo su poder de destrucción
amenazante que conduce a la muerte. Nadie escapa de su poder, ni siquiera las personas
inocentes, porque todos, de laguna forma se han hecho cómplices de ese pecado que toca tanto
las estructuras del sistema, como las relaciones interpersonales y lo íntimo de cada uno. El poder
de dominio del pecado es tal que, para Pablo, solo la intervención de la justicia de Dios puede
sacar al ser humano de ese callejón sin salida, donde no puede hacer lo que quiere sino que hace
lo que no quiere. Por eso, Dios, en lugar de castigar, ofrece su gracia y su justicia para que los seres
humanos se orienten hacia una nueva creación, una nueva vida en Cristo. Desde una perspectiva
ecológica, la Epístola a los Romanos tiene mucho que decir.

Romanos 8:22 afirma que la creación gime junto con sus criaturas. Es decir, toda la naturaleza
espera ser rescatada junto con los hijos e hijas de Dios. Dicho de otro modo, los cristianos y
cristianas, que han recibido la gracia de Dios y su justicia, están siendo llamados a mostrar esa
gracia y justicia frente a la realidad actual sometida al pecado de los seres humanos. El trato que
se le ha dado a nuestro planeta ha sido pecaminoso, motivado por la avaricia y la irresponsabilidad
desmedida. Por eso gime.

Hoy día se pueden escuchar los gritos del planeta tierra, creación de Dios, así como el de tantas
personas víctimas de inundaciones, epidemias, hambre, sed, pobreza. La naturaleza y el ser
humano forman parte de un delicado equilibrio, de manera que, cuando el comportamiento
humano genera desequilibrios en el ecosistema, pone en riesgo no solo a los animales y las
plantas, sino también a poblaciones enteras que dependen de algún producto específico para su
supervivencia, ya sea relacionado con la agricultura ó con la pesca. La mayoría de las
hambrunas se deben a las sequías o a las inundaciones, y éstas, a su vez, se originan en la tala
indiscriminada de bosques. Asimismo, muchas de las epidemias aparecen por algún desequilibrio
en el ecosistema, a veces por el tipo de monocultivos y los pesticidas utilizados.

Nunca antes en la historia de la humanidad tantas especies de nuestra increíble biodiversidad han
estado en peligro de extinción. Según las estadísticas, la tierra llegó a sus límites y no puede dar
más; ya se ha consumido el 30% más de lo que la tierra puede dar. Y lo peor es que el planeta no
tiene capacidad de reposición. Se puede regenerar pero no reemplazar.

28
Por otro lado, los científicos afirman que, en relación con “el calentamiento global”, la situación
actual es de extrema gravedad. Las consecuencias ya se están sintiendo en los cambios climáticos
extremos.

Es evidente que todos los fenómenos meteorológicos son más intensos, inundaciones y sequías
están ocurriendo con más frecuencia y en regiones donde no sucedían antes. Si la humanidad no
hace algo para evitar la producción de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono,
producido por las corporaciones petroleras, ó industrias que utilizan esta energía, las catástrofes
se agravarán y la vida del planeta junto con todas sus criaturas se verá más y más amenazada.

Los gobiernos ya están advertidos y se han reunido para tomar medidas globales eficaces. Pero
como la parte económica es la que prima, quienes se benefician con la producción de GEI, es decir,
las empresas petroleras y las industrias que utilizan esta energía, no quieren reducirlos. Los
gobiernos de los países desarrollados no son capaces de dar pasos concretos, porque representan
más los intereses de estas empresas que a los intereses de los habitantes del planeta.

La avaricia, que es el motor en la producción del pecado estructural, es la gran barrera que impide
caminar hacia una forma de vida más sana. Es imprescindible implementar una nueva forma de
producir, consumir y convivir.

El ser humano no ha sabido cuidar la creación de Dios. Y, aunque los grandes responsables de que
la creación gima son las corporaciones petroleras y las industrias, en particular de los países
desarrollados, todos de algún modo somos cómplices en la contaminación de nuestro ambiente.

Somos cómplices, al tener automóvil, refrigerador, al usar un aerosol, ó tirar la basura a los ríos.

Son pocos los que se preocupan por analizar lo que venden ó compran, pues todos buscamos
nuestros propios intereses: al productor le interesa vender, aunque el proceso de producción sea
altamente contaminante; a los clientes les gusta comprar barato sin preocuparse de la historia que
está detrás del producto. La preocupación por el medio ambiente está aún lejos del mundo del
mercado; Si el comerciante logra vender en grandes cantidades, habla de su “eficacia
empresarial”, y cuando el cliente compra a bajo precio se siente “bien”. Vendedor y cliente no se
han acostumbrado a ver el verdadero costo de cada producto. Un costo que, a la larga, se pagará
muy caro.

La creación espera la revelación de los hijos e hijas de Dios. Los científicos nos advierten, pero al
mismo tiempo afirman que aún es el tiempo de alargar la vida del planeta si tomamos conciencia y
asumimos la responsabilidad.

Mostremos nuestra identidad de hijos e hijas de Dios, irradiemos su gracia y su justicia


inaugurando nuestra nueva humanidad en Cristo: un nuevo estilo de vida, una nueva manera de
consumir y de convivir con nuestros prójimos y con la naturaleza.

29
CAMBIO CLIMÁTICO: ¿UN DESAFÍO NUEVO?

El cambio climático y el recalentamiento global se han convertido, en los últimos años en una
preocupación de la que han dado cuenta los medios de comunicación exhaustivamente. Existe un
consenso científico, expresado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (GIECC), acerca de que por la acción del ser humano la temperatura promedio del
planeta ha aumentado y continuará aumentando, en especial a causa del incremento de las
emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Si el actual nivel de
emisiones continúa, las consecuencias se verán a nivel mundial.

Por ejemplo, algunos países como las Islas Maldivas, Tuvalu y Kiribati, desaparecerán cubiertos por
las aguas. El informe del GIECC señala que las comunidades más vulnerables son aquellas que más
sufrirán las consecuencias del cambio climático.

Lo que constituye un desafío nuevo para la humanidad requieres, de parte de los cristianos, una
profundización de la teología de la creación.

La biblia enseña la integridad de la creación. La vida es creada, sostenida y llevada a su plenitud


por el poder del Espíritu Santo de Dios (véase, por ejemplo, Gn.1; Ro.8). Dios, crea a los seres
humanos del polvo e la tierra y les da el mandato de cuidar la creación (Gn.2.15). Este cuidado de
la creación debe ayudarnos a entender el dominio que Dios da al hombre frente a la creación
(Gn.1.28). Pero el pecado quiebra las relaciones entre los seres humanos, la creación, y Dios (Gn. 3
y 4; Jer. 14; Os 4.1-3). Marcada por el pecado, la creación gime y sufre dolores de parto y aguarda
ansiosamente la revelación de los hijos de Dios (Ro.8.19, 22).

La Biblia enseña además el particular cuidado y amor de Dios por los más vulnerables. “Dios es
justo con los huérfanos y las viudas, y muestra su amor dándoles ropa y comida a los refugiados
que viven entre ustedes. Así que, muestren amor a los refugiados (extranjeros), porque también
ustedes fueron refugiados en Egipto” (Dt.10.18-19).

La triada viuda-huérfano-extranjero es una expresión para hacer referencia a los pobres y


vulnerables de la época. Dios es un Dios que hace justicia de una forma concreta, dándoles
seguridad a los pobres y respondiendo a sus necesidades básicas. También Jesús, mediante su
ministerio expresó su preocupación por los pobres, como lo pone de manifiesto en las
Bienaventuranzas: “Dios los bendecirá a ustedes, los que son podres, porque el reino de Dios les
pertenece”. (Lc.6.20), y en otro pasaje: “Dios bendice a los que desean la justicia”. (Mt.5.6).

El desafío del cambio climático es un llamado a que cada uno revise su vida, su relación con la
creación, con los más vulnerables y con Dios. Es, una vez más, un llamado a la conversión
(Mr.1.15), al cambio de actitudes y mentalidades, un llamado a la búsqueda de la justicia y la
paz, como fruto de una creación reconciliada: “Dios está siempre cerca para salvar a quienes lo
honran, y para que su poder nunca nos abandone. El amor y la lealtad, la paz y la justicia, sellarán

30
su encuentro con un beso. La lealtad brotará de la tierra, y la justicia se asomará desde el cielo”.
(Sal.85.9-11).

31
¿MAYORDOMÍA RESPONSABLE Ó DOMINIO DESTRUCTOR?

“Cuando Dios comenzó a crear el cielo y la tierra…” Génesis 1:1

“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues ya el primer cielo y la primera tierra habían
dejado de existir, lo mismo que el mar. 2 Vi también que la ciudad santa, la nueva Jerusalén, bajaba
del cielo, donde vive Dios. La ciudad parecía una novia vestida para su boda, lista para encontrarse
con su novio. Y oí que del trono salía una fuerte voz que decía: «Aquí es donde Dios vive con su
pueblo. Dios vivirá con ellos, y ellos serán suyos para siempre. En efecto, Dios mismo será su único
Dios.” Apocalipsis 21:1-3

La Biblia comienza y termina con la creación. Estas palabras recuerdan la grandeza del propósito
original de Dios en la creación y anuncia su plan de establecer una creación nueva. La narrativa
bíblica se desenvuelve entre estos dos polos. Conforme se desarrolla esa historia, se vislumbran
principios clave que ayudan a entender la relación de Dios –y la relación del ser humano- con la
creación.

Dios ama y cuida toda la creación


El salmista afirma:

“Dios nuestro,
tú has hecho muchas cosas,
y todas las hiciste con sabiduría.
¡La tierra entera está llena
con todo lo que hiciste!.”

(104.24)

“Afirmaste la tierra sobre sus bases,


y de allí jamás se moverá.”

(104.5)

“Dios mío,
tú dejas que los arroyos
corran entre los cerros,
y que llenen los ríos…”

(104.10)

32
“Los cedros del Líbano,
árboles que tú mismo plantaste,
tienen agua en abundancia.”

(104.16)

“A esa hora rugen los leones,


y te reclaman su comida.”

(104.21)

“Dios mío,
tú, con tu lluvia,
riegas desde el cielo las montañas;
tu bondad satisface a la tierra.”

(104.13)

El amor y el cuidado de Dios hacia la creación son evidentes a través de la Escritura. Él alimenta a
“los pajaritos y viste a las flores del campo” (Mt.6.26-30) y cuida de cada pajarillo que cae (Mt.
10.29). Dios provee a sus criaturas de todo cuanto ellas necesitan: “Todos… dependen de ti… abres
la mano, y comen de lo mejor” (Sal.104-27,28). Dios se interesa por las hembras del venado en el
campo, contando los meses de la preñez, y las cuida cuando dan a luz. 8Job39.1.4).

Es evidente que Dios se deleita en toda su creación, no solo en las partes que el ser humano
considera relevantes ó útiles. El salmista dice; “Dios es dueño de toda la tierra y de todo lo que hay
en ella; también es dueño del mundo y de todos sus habitantes.” (Sal24.1). aun antes de la
creación de la primera pareja humana, Dios vio con agrado la belleza de la creación (Gn.1.25).

Más tarde, Dios hizo un pacto con Noé y con todo ser viviente:

“Ahora mismo les hago una promesa a ustedes y a sus descendientes. Esta promesa incluye a todas
las aves y a todos los animales domésticos y salvajes que estaban con ustedes en la casa flotante.”
(Gn.9.9-10)

Dios “nunca deja de trabajar” (Jn.5.17) en beneficio de su creación. El hecho de que Dios mismo se
hiciera parte de su creación (“Aquel que es la palabra habitó entre nosotros…”, Jn1.14) debe
quitarnos cualquier inclinación a ver el mundo material como un mundo sin valor y maligno. Todas
las cosas en el cielo y en la tierra, espirituales y materiales, son obra de sus manos.

La creación revela a Dios

A pesar de todo lo majestuosa y maravillosa que es la creación, nosotros no la adoramos. Siempre


nos hace ver más allá de sí misma, hacia el Creador como aquel que debe ser exaltado y alabado.

33
De hecho, la creación misma alaba a Dios. La Biblia usa imágenes humanas para describir cómo el
mundo natural responde a su Creador con entusiasmo y gozo:

“¡Que se alegren los cielos!


¡Que grite la tierra de alegría!
¡Que ruja el mar,
con todo lo que contiene!
¡Que canten alegres los campos,
con todo lo que hay en ellos!
¡Que griten de alegría
todos los árboles del bosque!
¡Que canten en presencia de Dios,
que viene ya para gobernar al mundo!
¡Dios gobernará con verdadera justicia
a todos los pueblos de la tierra!”

(Sal. 96.11-13)

Dios tiene en alta estima el mundo que ha creado y lo usa para hablarnos de su persona. El apóstol
Pablo dice: Por medio de lo que Dios ha creado, todos podemos conocerlo, y también podemos ver
su poder. (Ro. 1.20).

Dios también usó la creación para mostrarnos a su Hijo. Cuando Dios entró en la creación a través
de Jesucristo, él, “nació de una mujer” (Gál. 4.4), vivió y murió como humano.

Somos parte inseparable de la creación de Dios

Los seres humanos no fueron creados a parte de la creación física, como algo “extra”. Al contrario,
la humanidad es parte de ella ha sido creada por Dios junto con todas las otras cosas y seres
vivientes:

“Entonces Dios tomó un poco de polvo, y con ese polvo formó al hombre. Luego sopló en su nariz, y
con su propio aliento le dio vida. Así fue como el hombre comenzó a vivir. (Gn.2.7)”

La responsabilidad especial del ser humano

En tanto forma parte de la creación, el ser humano es una criatura con un papel especial dentro de
ella. A Adán y a Eva se les dio una bendición y una tarea especial:

“Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros.” (Gn. 1.26)

El Salmo 8 es un comentario sobre el relato de la creación de Génesis 1 y 2:

¡Nos creaste casi igual a ti!. Nos trataste como a reyes; nos diste plena autoridad sobre todo lo que
hiciste; nos diste dominio sobre toda tu creación. (Sal. 8.5-6)

34
Ya sea que el hombre acepte ó no la responsabilidad, Dios lo ha puesto como mayordomo de su
creación. El papel especial asignado a la humanidad dentro de la creación está definido por el
hecho de que es imagen de Dios (Gn. 1.26). Cada persona refleja la presencia de Dios en la tierra.
Individual y colectivamente, somos responsables ante Dios por lo que hacemos con y en su
mundo.

El dominio que Dios da a la humanidad se entiende en función de una mayordomía responsable,


no en términos de un dominio destructor.

En otras palabras, el ser humano es “virrey” de Dios en la tierra y ante él rendirá cuentas.

Muchas leyes del A.T estipulan que cada cierto tiempo los terrenos deben quedar sin cultivarse
para permitir que sus capacidades naturales se renueven (Ex. 23.11; Lv. 25.1-8, 18-22). Dios quiere
que se preserven las capacidades, ciclos y ritmos naturales de la creación en bien de la humanidad
y las demás criaturas. Dios instituyó el shabbat, el día de descanso semanal, para el bien de la
humanidad. Todo refleja la “sabiduría ecológica” de Dios.

La desobediencia abre una brecha profunda

Adán y Eva trataron de ser “iguales a Dios” (Gn.3.5) y rechazaron su papel de mayordomos. Como
resultado, los seres humanos se separaron de Dios, el uno del otro, de sí mismos, y también del
resto de la creación.

Ahora por tu culpa la tierra estará bajo maldición, pues le hiciste caso a tu esposa y comiste del
árbol del que te prohibí comer. Por eso, mientras tengas vida, te costará mucho trabajo obtener de
la tierra tu alimento. Sólo te dará espinos que te hieran, y la hierba del campo será tu alimento.
Muy duro tendrás que trabajar para conseguir tus alimentos. Así será hasta el día en que mueras, y
vuelvas al polvo de la tierra, del cual fuiste tomado. Tú no eres más que polvo, ¡y al polvo tendrás
que volver!» (Gn. 3.17b, 19)

El daño que estas relaciones rotas han traído a la vida humana y a la naturaleza es
inconmensurable. La pérdida de muchas especies animales, la degradación del suelo, el agua y el
aire; y la pobreza masiva son todas consecuencias de esas relaciones rotas.

Ninguna otra criatura tiene la capacidad del ser humano para destruir ó mejorar la creación. En
esto el ser humano es único. Pero ese lugar de privilegio en la creación no es una licencia para
hacer lo que dé la gana.

En vez de cuidar de la creación de Dios, el ser humano ha ejercido su “dominio y autoridad” en


forma destructiva. Si bien es cierto que la naturaleza no es Dios, tampoco hay que tratarla con
arrogancia y soberbia, como si el ser humano fuera Dios.

35
El plan de salvación y la restauración de la creación

“Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo…” (Jn. 3.16)

“El mundo entero espera impaciente que Dios muestre a todos que nosotros somos sus
hijos. 20 Pues todo el mundo está confundido, y no por su culpa, sino porque Dios así lo decidió. Pero
al mundo le queda todavía la esperanza 21 de ser liberado de su destrucción. Tiene la esperanza de
compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios.” (Ro. 8.19, 21)

La Biblia establece de manera clara que toda la creación está incluida en el plan de salvación. La
salvación abarca mucho más que la salvación de los seres humanos. Jesucristo vino a salvar y
restaurar a la creación completa. El apóstol Pablo dice que Dios, a través de Jesucristo, reconcilió
“…Por medio de Cristo, Dios hizo que todo el universo volviera a estar en paz con él. Y esto lo hizo
posible por medio de la muerte de su hijo en la cruz.” (Col. 1.20)

La redención de Jesucristo significa que las relaciones que Dios creó en el principio serán
restauradas: las que hay entre la humanidad y Dios (y viceversa); entre Dios y la creación; y entre
la humanidad y el resto de la creación. Los redimidos de Dios tomarán el lugar que les corresponde
en su nueva creación.

¿Y…?

Esta reflexión ofrece una base bíblica de la cual se pueden abordar los asuntos ambientales para
comprometerse en los esfuerzos por preservar y desarrollar la creación de Dios. Así cada persona
cumplirá una mayordomía responsable en la creación que Dios tanto ama. Es un llamado a
cooperar con él en el cumplimiento de sus propósitos. De esta manera, el trabajo será una
expresión del culto, y el cuidado de la creación reflejará el amor por el Creador mismo.

36
UN GRANITO DE ARENA

En esta sección el lector y la lectora podrán encontrar consejos breves y útiles acerca de cómo
cuidar el medio ambiente. Puesto que el planeta es nuestra casa, de todos depende su
conservación y todos podemos hacer algo, incluso los más pequeños de la familia. Solo es cuestión
de cambiar viejos hábitos.

Se calcula que las bolsas de polietileno que suelen entregar en los comercios tardan más
de 400 años en degradarse, lo cual significa un gran impacto ambiental enorme, que
afecta gravemente a la vida silvestre, sobre todo a la fauna. Por ello, varios países estudian
distintos métodos para reemplazarlas. Por lo pronto, algo que nosotros mismo podemos
hacer cuando vayamos a comprar es llevar nuestra propia bolsa de tela ó material
reciclable.
El consumo de energía es un problema a nivel mundial. Encender la luz de nuestro hogar
implica un considerable gasto de agua. Puesto que las centrales eléctricas funcionan a
base de agua. Si cambiamos las bombillas a bajo consumo, estaremos haciendo un gran
aporte al medio ambiente y a nuestra economía porque, si bien son más costosas, duran
cinco veces más. De todos modos, la regla de oro es: apagar las luces y los artefactos
eléctricos mientras no lo estamos usando.
Es una obviedad pero toda hoja de papel tiene dos caras. Entonces, ¿por qué usamos solo
una?. Utilicemos cada hoja de papel al máximo; detrás de ellas hay bosques talados y
miles de especies de aves que perdieron su hogar.
El plomo es un “metal pesado” que afecta el sistema respiratorio y el sistema nervioso. A
la hora de cargar combustible en el automóvil, es aconsejable elegir aquellos “sin plomo”,
pues despiden menos gases tóxicos.
Algunos hábitos en el uso del automóvil ayudan al medio ambiente, por ejemplo: Evitar
marchas del automóvil en revoluciones incorrectas. Apagar el motor ni bien sea posible.
Cambiar con regularidad el aceite, las válvulas y los filtros.
Los expertos calculan que cada automóvil produce anualmente cuatro veces su propio
peso en dióxido de carbono.
A la hora de trasladarnos, siempre que sea posible, elijamos caminar ó andar en bicicleta;
no solo estaremos ayudando al medio ambiente, sino también a nuestra propia salud
física.
Automóviles, camiones, transporte público, fábricas, usinas despiden infinidad de gases
que contaminan el aire. Las consecuencias directas de esa contaminación son el “efecto
invernadero”, la “lluvia ácida” y la destrucción de la capa de ozono.
La “lluvia ácida” es la mezcla de gases que descienden a la tierra cuando llueve. Los gases
que despiden los automóviles ascienden al cielo y quedan allí suspendidos. Cuando llueve,

37
se mezclan con el agua y descienden sobe los cultivos, los árboles y las plantas, y los
destruyen. Asimismo, la “lluvia ácida” corroe los metales y destruye la piedra y el
cemento.
Es recomendable usar detergentes biodegradables pues no afectan tanto las capas de la
tierra. También es aconsejable no botar en las cañerías los aceites de fritura.(Averiguar
cómo).
Es imperioso cuidar el agua potable. Si nos vemos en la obligación de almacenar agua,
primero debemos limpiar correctamente el tanque ó recipiente donde almacenaremos el
agua y taparlo adecuadamente, para evitar posibles contaminaciones.
El agua contaminada ó poca agua segura puede transmitir enfermedades: Nunca lave con
ella vegetales que se comerán crudos. Tampoco use agua poco segura para lavar vasos ó
utensilios de cocina.
Una manera sencilla y eficaz de cuidar el agua consiste en controlar que todas las llaves de
agua queden bien cerradas. ¡Cada grifo mal cerrado significa una pérdida de 11,350 litros
por año!. Y un inodoro con pérdida de agua, 83,309 litros por año.
Para el aseo de veredas ó patios es preferible usar agua en baldes y no la manguera, pues
esta derrocha muchos litros de agua.
Mientras nos cepillamos los dientes, cerremos la llave de agua. Si el agua sigue corriendo
durante todo el proceso, se habrán desperdiciado 19 litros.
Los especialistas estiman que 6 niños mueren por minuto a causa de deshidratación
provocada por diarrea contraída por beber agua contaminada.
Se calcula que durante este siglo, una tercera parte de los países padecerán la permanente
escasez de agua.
El agua no solo se utiliza para beber y preparar alimentos. Limpiar o asearse. También se
usa para regar plantas, apagar incendios, como medio de transporte, en la industria
farmacológica, en la minería y en tantas otras cosas. Por lo tanto, es imprescindible
cuidarla para preservar nuestra especie.
Así como el agua es imprescindible para la existencia humana, del mismo modo las aguas
contaminadas son el principal transmisor de enfermedades.
Cuida el agua que bebemos es vital para evitar enfermedades. Si no contamos con agua
potable, hay métodos sencillos para potabilizarla. Uno de ellos consiste en hervirla
durante 1 a 5 minutos, otra posibilidad es agregarle 1 ó 2 gotas de cloro por cada litro de
agua.
Un método sencillo para ahorrar agua en la vida cotidiana es bañarse con ducha y no por
inmersión. Se calcula que una ducha de 5 minutos consume 100 litros de agua, mientras
que un baño de inmersión requiere el doble.
Los aerosoles afectan la capa de ozono, cuya función es filtrar las radiaciones peligrosas
que vienen del espacio, por ejemplo, los rayos ultravioleta. Muchas enfermedades
dérmicas (entre ellas, el cáncer de piel) se deben a la exposición solar.
En las megas ciudades, el aire se torna irrespirable a causa del humo que despiden las
fábricas, los calefactores, los automóviles. Las personas con afecciones respiratorias, como

38
las asmáticas, tienen grandes dificultades, precisamente a causa de los gases
contaminantes.
Los expertos aconsejan plantar árboles en las ciudades, pues ellos son los encargados de
transformar en oxígeno el dióxido de carbono (“gas invernadero”).
Es preferible usar cosméticos e insecticidas en polvo ó líquidos en lugar de aerosoles. Este
es un modo de contribuir a la disminución de gases nocivos.
Un refrigerador lleno, consume menos energía que uno vacío, pues los alimentos ayudan a
retener el frío.
Los electrodomésticos, las luces y el agua con los mayores emisores de CO2. Seamos
responsables en su uso.
Si seguimos usando plaguicidas, construyendo caminos en medio de los bosques,
urbanizando selvas y explotando minas, afectaremos la biodiversidad allí presente, aves y
demás animales que ahí habitan.
Parte de nuestra responsabilidad como mayordomos de Dios en la tierra es cuidar nuestra
propia salud. Por eso hay que evitar algunos excesos de la vida moderna; por ejemplo,
pasar mucho tiempo trabajando en la computadora puede causar irritación en la vista,
estrés y dolores musculares. Los especialistas aconsejan tomar descansos de media hora
por cada 4 horas de trabajo.
Para suavizar los efectos nocivos de la pantalla de la computadora sobre los ojos, es
aconsejable utilizar pantallas filtrantes ó anteojos especiales (antirreflejos).
La contaminación auditiva es un problema que va en aumento en las grandes ciudades.
Cada uno de nosotros puede contribuir con pequeños actos para evitar ese aumento; por
ejemplo, no golpear las puertas, no hacer sonar la bocina de autos sin necesidad, no
escuchar música a excesivo volumen, etc.
En los edificios de departamentos, ó en las casas de dos pisos, es aconsejable poner
alfombras o tapetes en los pisos, porque absorben los ruidos.
La mayordomía que Dios nos confirió sobre su creación, abarca a todos los seres vivientes.
Y si tenemos mascotas en nuestro hogar, más aún. Por ejemplo, es imperioso que
limpiemos el lugar donde habitan nuestras mascotas.
Siempre que haya que limpiar los desechos de las mascotas es imprescindible usar
guantes. Del mismo modo, al limpiar las jaulas de aves domésticas.
Las mascotas pueden transmitir enfermedades, por eso hay que evitar que coman del
mismo plato de las personas.
Algunos países tienen reglamentaciones muy serias acerca de la tenencia de animales
silvestres; no obstante, mucha gente incumple esta reglamentación. En primer lugar,
muchos de estos animales están en vías de extinción y, además, pueden ser transmisores
de serias enfermedades.
Al recoger los residuos sólidos de las mascotas, deben depositarse en recipientes
específicos para tales desechos, pues son transmisores de una importante serie de
enfermedades.

39
En el cuidado de plantas y jardines, hay que tomar algunos recaudos; por ejemplo,
recordemos que los plaguicidas y fertilizantes contienen productos que producen cáncer y
contaminan el agua potable.
A la hora de comprar ropa, elijamos aquellas prendas que se confeccionaron con fibras
naturales, tales como el algodón, la lana, la seda, el lino, etc.
El cloro reacciona al entrar en contacto con otros químicos y contamina el medio
ambiente, así que hay que usarlo solo cuando sea imprescindible. Lo mismo sucede con
los blanqueadores que contienen cloro.
Siempre que sea posible, usemos papel reciclado. Ayudaremos a aminorar la
deforestación que tanto está afectando al planeta.
A la hora de fertilizar las plantas de nuestro jardín, utilicemos fertilizantes orgánicos.
Un modo sencillo y eficiente de evitar el uso de químicos en la limpieza del hogar consiste
en reemplazarlos por soluciones de agua y vinagre (por ejemplo, para la limpieza de los
vidrios) ó agua y bicarbonato de sodio (muy eficaz en la limpieza del interior de los
refrigeradores)
Otro modo de evitar el uso indiscriminado de papel es reemplazar las servilletas
descartables por servilletas de tela.
Siempre que sea posible, aprovechemos la luz del día para realizar nuestras actividades.
De este modo contribuiremos al ahorro energético.
Hay dos problemas esenciales relacionados con el consumo excesivo de energía. Por un
lado, se usan recursos no renovables, es decir, agotables. Por otro lado, el consumo de
energía produce desechos que contaminan el medio ambiente.
El ahorro de energía conlleva muchos beneficios, entre los más evidentes se encuentran:
Detener el recalentamiento de la atmósfera, que trae aparejado grandes cambios
climáticos;
Reducir los costos monetarios del servicio;
Mejorar la calidad de vida de los seres vivos.
En los hogares hay muchos modos sencillos de ahorrar energía: cuando el horno este
funcionando, hay que evitar abrir su puerta. Lo mismo sucede con el refrigerador; no
abrirlo innecesariamente. A la hora de hervir alimentos, usemos la cantidad mínima de
agua necesaria y tapemos el recipiente, para que hierva más rápido.
Según la ONG Greenpeace, “de los bosques no solo obtenemos una serie de bienes y
servicios indispensables para nuestra supervivencia: alimentos vegetales y animales,
madera, medicamentos y mucho más. Los bosques juegan un papel fundamental en la
regulación climática, el mantenimiento de las fuentes de agua y caudales de agua y la
conservación de los suelos. Por ello, las selvas y demás bosques son posiblemente el
patrimonio natural más importante pero también el más amenazado y depredado por la
mano del hombre”
Para un mejor aprovechamiento energético, el refrigerador debe estar lejos de los centros
de calor, como hornos ó calefactores.
De los artefactos eléctricos de uso doméstico, refrigeradores y freezers son los que
consumen más energía.

40
Para conservar el clima del hogar cuando el aire acondicionado ó el calefactor estén
funcionando hay que evitar abrir las puertas.
Además de la correcta higiene del hogar, es imprescindible una buena ventilación para
evitar la propagación de gérmenes. Si ventilamos durante 30 minutos por día, es suficiente
para limpiar el aire del hogar.
Dice la ONG Greenpeace, en su página web: “Los problemas derivados de la disposición de
los residuos sólidos urbanos en basurales, rellenos “sanitarios” o incineradores obligan a
repensar el sistema actual de gestión de residuos. Según las reglas del juego vigentes,
extraemos recursos naturales del planeta para fabricar bienes de consumo, en muchos
casos de vida útil corta, que luego son dispuestos de un modo que no permiten que sean
aprovechados, contaminando el ambiente. El desmesurado crecimiento de los residuos de
la sociedad moderna, está poniendo en peligro a capacidad de la naturaleza para
satisfacer nuestras necesidades y las de las futuras generaciones.”
En promedio, un automóvil necesita 1 litro de combustible para recorrer de 6 a 11 Km; un
micro urbano, con capacidad para trasladar 40 pasajeros requiere de 1 litro de
combustible para recorrer 50 Km. ¡Usemos el transporte público, siempre que sea
posible!.
Según los especialistas en medio ambiente, desde la revolución industrial hasta hoy, el
planeta ha aumentado su temperatura en 0,8°C, a causa de actividades humanas tales
como la quema de combustibles fósiles.
El ozono es un gas que se encuentra en la parte superior de la atmósfera, formando una
capa protectora que resguarda la superficie terrestre de la radiación ultravioleta del sol. La
ausencia de la capa de ozono puede causar cáncer de piel y daños imprevisibles al
ecosistema mundial.
El agua potable es un bien imprescindible para la humanidad, sin embargo, según dicen los
especialistas en el tema, el 20% de la población no tiene el agua suficiente para su
supervivencia y para el año 2025 esa cifra aumentará el 30%.
La merluza es el principal recurso de los mares del Atlántico sur, pero a causa de la pesca
indiscriminada y del exceso de pesca, cada vez queda menos merluza y la que se pesca es
muy joven. Como consumidores podemos exigir filetes de por lo menos 25 Cm., con los
cual nos estaremos asegurando de que se trata de una merluza adulta.
Los especialistas en preservación del medio ambiente no se cansan de repetir sus tres
principios, que ellos denominan “las tres “R” de la ecología”: Reducir, reutilizar, reciclar, y
consisten en:
Reducir: evitar todo aquello que genere desperdicio innecesario.
Reutilizar: darles la máxima utilidad a los objetos sin necesidad de deshacerse de ellos.
Reciclar: utilizar los mismos materiales una y otra vez, reintegrarlos a otro proceso
natural ó industrial para hacer los mismos ó nuevos productos, utilizando menos recursos
naturales.
Exclama el salmista: “Que lo alaben las aves” (Sal.148.10). Sin embargo, hemos dejado a
Dios, con menos aves que lo alaben, pues en la actualidad, una gran cantidad de aves
están en peligro de extinción.

41
Evidentemente, en algo hemos fallado como mayordomos de la creación de Dios.
Tomemos conciencia y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para revertir la
situación. Es nuestro deber.

42

Anda mungkin juga menyukai